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AL UMBRAL DEL “SUPERMUNDO”

El físico Antonino Zichichi, descubridor de la antimateria


nuclear, reconoce en Galileo al padre de la ciencia moderna,
que el universo fue creado en base a las matemáticas y califica
la cultura actual de “prearistotélica”

El profesor Antonino Zichichi, presidente de la «World


Federation of Scientists» (Federación Mundial de Científicos),
sostiene que es posible una alianza entre fe y ciencia.

En una entrevista concedida a Zenit, el conocido científico


italiano afirma que la oposición a la visita de Benedicto XVI a la
Universidad «La Sapienza» de Roma ha sido la manifestación de una cultura
«prearistotélica».

Zichichi trabajó en el campo de la física subnuclear (física de partículas) en los


laboratorios Fermilab de Chicago, Estados Unidos, y en la Organización Europea para la
Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra, Suiza.

Entre sus numerosos descubrimientos destaca la antimateria nuclear.

En 1962, fundó en Erice, en su Sicilia natal, el Centro «Ettore Majorana» de cultura


científica.

Ha sido presidente de la Sociedad Europea de Física, del Instituto Italiano de Física


Nuclear, presidente del Comité de la OTAN para las tecnologías de desarme (nuclear,
químico, bacteriológico y convencional).

Actualmente es profesor emérito de Física Superior en la Universidad de Bolonia.

Hablando de la relación entre razón y fe, el profesor Zichichi recuerda que los
resultados logrados por la ciencia actual serían impensables sin «ese acto de fe y de
humildad intelectual, madurado dentro de la cultura católica con Galileo Galilei».

---¿Qué es para usted la razón?

---Nosotros somos la única forma de materia viviente a la que le ha sido dado el


privilegio de la razón; y gracias a la razón la forma de materia viviente a la que
pertenecemos ha podido descubrir el lenguaje, la lógica y la ciencia.

---Existen centenares de miles de formas de materia viva, vegetal y animal, pero


ninguna de ellas supo descubrir la memoria colectiva permanente ---mejor conocida como
lenguaje escrito--- ni las formas de lógica rigurosa como la matemática o la ciencia que,
entre todas las lógicas posibles, es la que eligió el Creador para hacer el Universo, tal como
podemos verlo y estudiarlo, y a nosotros mismos.
---Una lógica que nos ha permitido estudiar y comprender pero que nadie será nunca
capaz de alterar. Sin la razón, no habríamos podido descubrir la ciencia, esta extraordinaria
aventura intelectual, iniciada hace sólo 400 años con Galileo Galilei y las primeras Leyes
fundamentales de la naturaleza descubiertas por él.

---Galileo las llamaba «huellas del Creador», huellas que podían incluso no existir.
En cambio, él estaba convencido de que existían y de que estaban presentes tanto en las
estrellas como en la materia «vulgar», como las piedras, en las que en aquel tiempo todos
estaban convencidos de que no era posible encontrar verdades fundamentales. Precisamente
estudiando las piedras Galileo empezó a buscar aquellas huellas, por un acto de fe en el
Creador.

---Un acto de fe y de humildad que nos ha permitido llegar hoy, en sólo cuatro
siglos, a concebir la existencia del «supermundo»: la más alta cima de los conocimientos
científicos galileanos, por tanto del saber riguroso, respecto a lo inmanente. Las fronteras
mismas del supermundo confirman lo que decía antes, es decir que somos la única forma de
materia viviente dotada de razón.

---Se han atribuido al Papa falsas declaraciones de condena respecto a Galileo


Galilei, luego desmentidas. ¿Cuál cree que es el pensamiento de Benedicto XVI sobre
Galileo?

---Para Benedicto XVI, la razón está en el centro de la cultura de nuestro tiempo. Su


pensamiento sobre Galileo ha sido alterado, extrapolando una cita de Feyerabend (que
declaraba justa la condena de Galilei), perteneciente a un discurso que en realidad tenía
como objetivo mantener la tesis opuesta. Y justo en Galileo el Papa ve una unión entre
ciencia y fe.

---El 6 de abril de 2006, a la pregunta de un joven que participaba en la Plaza de San


Pedro en un encuentro de preparación a la Jornada Mundial de la Juventud, Benedicto XVI
respondió que «el gran Galileo» consideraba que la Naturaleza y la Biblia eran dos libros
escritos por el mismo Autor. El libro de la Naturaleza, escrito en lengua matemática,
porque para construir el Universo es necesario el rigor de la matemática; la Biblia, siendo
palabra de Dios, tenía que ser escrita en cambio en un lenguaje sencillo y accesible a todos,
como deben ser los valores de nuestra existencia, que es una simbiosis de la esfera
inmanente y de la esfera trascendental.

---¿Qué es la ciencia?

---La ciencia, nos recuerda Benedicto XVI nace del acto galileano de humildad
intelectual: Aquél que ha hecho el mundo es más inteligente que todos nosotros, científicos,
filósofos, artistas, matemáticos, sin excluir a nadie. Para conocer la lógica que eligió el
Creador para crear el mundo y a nosotros mismos, sólo hay una posibilidad: hacerle
preguntas de modo riguroso. Este es el significado de «experimento de cuño galileano» y
de aquí nace la ciencia galileana, que exige rigor y reproducibilidad.
---Si yo en 1965 hubiera podido demostrar la existencia de la antimateria nuclear
sólo con papel y pluma y usando el rigor de la matemática, no habría necesitado hacer un
experimento sumamente difícil, para el que fue necesario inventar un circuito electrónico
especial que midiera el tiempo de vuelo de las partículas subnucleares, con una precisión
hasta entonces nunca obtenida: fracciones de nanosegundos (una mil millonésima parte de
un segundo).

---Para hacer un descubrimiento científico es por tanto necesario rendirse a la


superioridad intelectual del Creador de todas las cosas visibles e invisibles, y realizar un
experimento. Es lo que sucedió con la antimateria nuclear y con muchos otros
descubrimientos.

---Cada descubrimiento fue obtenido siempre tras un experimento que exigió al


menos una invención tecnológica, como por ejemplo el más potente detector de neutrones,
que ha permitido descubrir una formidable propiedad del universo subnuclear. No es una
propiedad banal de las estructuras subnucleares, sino el resultado de las leyes que gobiernan
el universo cuya regularidad y cuyas leyes ningún filósofo, lógico matemático, pensador,
nadie, supo prever.

---Si fuera suficiente el rigor de la lógica matemática para comprender cómo está
estructurado el universo subnuclear, no necesitaríamos construir estructuras complejas y
gigantescas como la nueva máquina que entrará en funcionamiento a finales de este año en
el CERN de Ginebra: una pista magnética de 27 kilómetros, con una cantidad enorme de
detectores, algo hasta ahora nunca realizado, para encontrar respuesta a la pregunta:
«¿Cómo era el universo un décimo de nanosegundo después del Big Bang»?

---Usted habla a menudo de la necesidad de humildad intelectual en la


investigación científica...

---Si no hubiera sido por el acto de humildad intelectual del padre de la ciencia
moderna, Galileo, habríamos permanecido detenidos, quién sabe por cuantos siglos todavía,
en lo que pensaban nuestros antepasados: basta ser inteligentes para comprender cómo está
hecho el mundo.

---Durante diez mil años, desde el alba de la civilización hasta el siglo XVI, todas
las culturas creyeron ilusoriamente saber descifrar el Libro de la naturaleza sin hacer nunca
una sola pregunta a su Autor. He aquí por qué a ninguna cultura le tocó el privilegio de
descubrir ninguna ley fundamental de la naturaleza.

---Hoy, la ciencia ha llegado al umbral del supermundo por aquel acto de fe y de


humildad intelectual, madurado en el corazón de la cultura católica con Galileo, que Juan
Pablo II, el 30 de marzo de 1979, en el Vaticano, estando presentes representantes de los
físicos de toda Europa, definió hijo legítimo y predilecto de la Iglesia católica.

---Con su coraje intelectual y espiritual, Juan Pablo II trajo de nuevo a casa por fin
los tesoros de la ciencia galileana, que son auténticas conquistas de la cultura católica. Y
Benedicto XVI es hoy el máximo custodio de estos tesoros en la continuidad cultural de su
apostolado con el de Juan Pablo II.

---¿Esto se conecta con la alianza entre ciencia y fe que usted ha mantenido


siempre?

---El papa Juan Pablo II, abriendo las puertas de la Iglesia católica a la ciencia
galileana, dio vida a esta gran alianza entre fe y ciencia. Una alianza de la que es prueba la
frase «ciencia y fe son ambas dones de Dios», grabada sobre hierro y expuesta a los
científicos de todo el mundo en el Centro de cultura científica «Ettore Majorana», en Erice.

---La cultura de nuestro tiempo se dice moderna pero de hecho es prearistotélica,


como lo prueba esa carta que firmaron 67 personas que hoy se han convertido ---según me
han dicho--- en muchos miles.

---Sin embargo, Enrico Fermi enseña que la ciencia está fundada en la meritocracia
y no en el número de quienes firman una presunta verdad. No se pueden someter a votación
las «Fuerzas de Fermi» o la ecuación de Dirac. Ni las leyes que seguimos descubriendo en
el universo subnuclear. La democracia está bien para la política, no para las verdades
científicas. Si viviéramos ---como pretende la cultura dominante atea--- en la era de la
ciencia, esa carta no hubiera tenido una sola firma: nunca habría sido escrita. Las raíces de
esa carta están en la cultura de nuestro tiempo que ---como decía antes--- se dice moderna,
mientras que de hecho es prearistotélica. En efecto, ni la lógica rigurosa ni la ciencia han
entrado todavía en el corazón de esta cultura que ---como ha escrito el papa Benedicto XVI
en el discurso preparado para la visita a «La Sapienza»--- «obliga a la razón a permanecer
sorda al gran mensaje que viene de la fe cristiana y de su sabiduría. Comportándose así,
esta cultura no permite que las raíces de la razón penetren hasta los manantiales que
alimentaban su savia vital».

---La síntesis más hermosa del pensamiento del papa Benedicto XVI está grabada
en la cúpula de la basílica de Santa María de los Ángeles y de los Mártires en Roma, en la
que hay otra famosa frase de Juan Pablo II: «La ciencia tiene raíces en lo inmanente pero
lleva al hombre hacia lo trascendente». Negar a Benedicto XVI el derecho de llevar a los
jóvenes el mensaje de la gran alianza entre fe y ciencia ha sido un acto de obscurantismo,
no de laicidad. ■■■■■

Paolo Centofanti, traducido del italiano por Nieves San Martín


Zenit,org

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