Está en la página 1de 69

en

La construcción <social de
los hechos científicos (u)

Alejandro Piscitelli
V-""*

CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA


Capitulo V
LA ACTIVIDAD CIENTÍFICA

El vacío es la garantía de que la pregunta era una


verdadera pregunta, es decir, de que suponga un
riesgo, el riesgo de que aparezca lo nuevo...La mayor
parte de nuestras preguntas no son más que res-
puestas inadvertidas.
Jean-Luc Giribone

1. La emergencia de la ciencia moderna

El estilo de vida nuestras sociedades no tiene precedentes


históricos. La casi totalidad del conocimiento de !a naturaleza
de que disponemos hoy fue acuñado en este período suma-
mente corto de la historia humana, a lo largo de los últimos
cuatrocientos años.
Somos las primeros generaciones en poseer vastos re-
cursos materiales en una sociedad industrial desarrollada,
que han experimentado demandas organizacionales y una
estructuración de ias relaciones sociales sobre la base de la
acumulación y eí consumo nunca vistos anteriormente en la
historia humana.1
En términos de cambios en el paisaje técnico y del uso de
la información, también es posible pensar este proceso como
un cambio en el plano de la cultura, las ideas y ía sensibilidad:
la nuestra es una sociedad laica basada en el conocimiento
técnico impersonal, que otorga a los científicos y a la ciencia
el lugar que nuestros antepasados le concedían a los sacer-
dotes y a la religión. La ciencia moderna se ha convertido en
el marco conceptual de un mundo definido por la acumulación
de capital: se trata del estilo cognitívo de la sociedad indus-
trial.2
Siendo el objetivo de este capítulo el análisis de la
actividad científica, centrémonos en su aparición, dando
cuenta de qué tipos de procesos la individualizan, cuáles son
sus características y alcances', en qué continúa y profundiza

65
las antiguas prácticas de conocimiento y, sobre todo, en qué
consiste la especificidad que ía separa de ellas.
¿En qué momento hay que situarla aparición de la ciencia
y por qué hacerlo en ese y no en otro? No buscamos af primer
científico de la historia. Si nos remontarnos al siglo xvi en
busca de una respuesta a estas preguntas, que considere-
mos a Nicolás Copérnico, Gaiileo Galileo e incluso sir Isaac
Nevvton como a los primeros científicos modernos dependerá
antes que nada dei sentido que le demos a las palabras
"ciencia" y "científicos".3
Los historiadores de ia ciencia ubican la revolución c/en-
tffíca entre 1540 y I700 aproximadamente —desde la formu-
lación inicial del sistema copernícano de astronomía (helio-
céntrico) hasta culminar -con la elaboración de ia nueva
cosmología, en la obra de Isaac Newton— como Ja capa
geológica en la que instalar el nacimiento de la ciencia
moderna.'1
Durante este período se produjeron muchos de los descu-
brimientos y cambios del pensamiento que nos introdujeron
a la visión del mundo que compartimos en ia actualidad. Este
proceso incluye numerosos logros en astronomía, mecánica,
óptica, anatomía, química y muchos otros campos. La
revolución científica implicó una profunda transformación del
pensamiento preexistente, así como el rechazo de ia cosmo-
logía teleológica y antropocéntrrca de Aristóteles (s. iv a.c) y
su sustitución por una visión deí mundo impersonal y mecá-
nica. Fue también un período sumamente rico en discusiones
referidas al método científico .5

La revolución científica de ios siglos XVI y XVII

Los cambios políticos y religiosos ocurridos a principios de ia


Edad Moderna fueron bastante menos significativos que la
revolución científica en sí misma. Fue esta última la que
derribó el edificio intelectual pacientemente construido por
los griegos y los teólogos musulmanes y cristianos a lo largo
de veinte siglos. La vieja imagen cualitativa, orgánica y finita
dei mundo fue sustituida progresivamente por otro modo de
pensar cuantitativo, atómico, infinitamente extendido y secu-
lar. El universo jerárquico y orgánico de Aristóteles fue
reemplazado por el reloj mecánico universal de Newíon.6
El pasaje de una imagen dei universo a otra implicó tanto

8
una profunda redefinicsón de los criterios de validación del
conocimiento (ya que de ahora en más sólo algunos tipos de
creencia serían considerados conocimientos de tipo supe-
rior), como una cabai demostración de que los hombres
pensamos nuestra relación con ía naturaleza, con los otros
y con nosotros mismos en función de la sociedad en la que
vivimos y, por consiguiente, que fa verdad está mucho más
atada a quienes se dicen sus dueños, que a un supuesto
interés supremo de ía razón,7
A mediados del siglo xvi los científicos, los artesanos y los
visionarios que trabajaban en las "fronteras de! conoci-
miento" eran conscientes de estar alumbrando una nueva
era. Jean Fernel una de las luminarias del momento no
dudaba en afirmar:

Pero ¿qué habría ocurrido si nuestros antepasados y los que íes


precedieron se hubieran ¡imitado a seguir ia misma senda que
los que trabajaron antes que ellos? No, por el contrario, parece
que a los filósofos les conviene ir por caminos nuevo.s y probar
nuevos sistemas. De este modo cada época produce su propia
cosecha de nuevos autores y nuevas artes. La nuestra contem-
pla el glorioso renacimiento de la ciencia y de las artes tras doce
siglos de muerte. Nuestra época no necesita en modo alguno
despreciarse a sí misma y contemplar e! saber de los antiguos.
En nuestra época se realizan proezas que ía antigüedad ni
siquiera soñó. [Citado por Berna!, 1967; 309.]

El siglo iniciado en 1540 exhibe ía consolidación y progre-


siva expansión de la ciencia moderna. Se abre con la
exposición del sistema solar copernicano y concluye con su
firme establecimiento a manos de Galileo —incluyendo su
condena por parte de la Iglesia y su pública retractación.8
La cosmología surgida a partir de la revolución realizada
por Copérnico, Galileo y Newton nos es hoy tan fam/7/arque
debemos realizar un enorme esfuerzo de desnaturalización
para imaginar cuan poco natural y aceptable lo fue en el
momento de su concepción. Desde nuestra contemporanei-
dad, el enigma es formulable, aunque difícilmente resoluble.
Consiste en averiguar:

¿corno ocurrió que los hombres comenzaron a pensar e! univer-


so en términos de átomos de materia en el espacio y el tiempo
en vez de usar categorías escolásticas?, ¿cuándo se abando-
nan definitivamente las explicaciones teleológicas —basadas en

(0(0
el concepto de utilidad y el Bien— en favor de la noción de que
las verdaderas explicaciones del hombre y de su espíritu, así
como de las demás cosas, deben ser en términos de sus partes
más simples? [Burtt 1960: 27.]

La novedad introducida por Copérnico no consistió en


proponer hipótesis desconocidas sacadas quien sabe de qué
galera mágica . A caballo de sus propuestas serevítafizaron
especulaciones acerca del universo asociadas con la esco-
lástica, el platonismo y el atomismo, de las que, lo menos que
cabe afirmar, es precisamente su novedad. Mientras algunas
de sus intuiciones ya estaban presentes en Nicolás de Cusa
cien años antes, otras se pueden encontrar en ios textos de
los filósofos Demócrito, Epicuro y Leucipo dos mií años más
viejos. Sin embargo antes del siglo xvi la escena cultura! aún
no estaba "madura" para la recepción de estas opiniones
heréticas a ios ojos de la cosmovisión medieval.9
La idea de un universo abierto, con la tierra convertida en
un gigantesco átomo cósmico desgastó imagen de las
esferas concéntricas cristalinas cerradas. La pregunta obli-
gada que mas de uno se formuló fue si la existencia de nuevos
mundos en la tierra no estaría prefigurando nuevos mundos
mas allá de la frontera de las estrellas fijas.
A medida que los hombres llegaron a creer que cada
estrella era un Sol, y que seguramente debía de haber otros
mundos habitados en las profundidades del espacio, cada
cual con su propia historia, y por lo tanto con pecado y
necesidad de redención, empezaron a propagarse dudas
que resultaron cada vez mas difíciles de acallar acerca del
derecho de la Tierra a ser el planeta rector del destino del
universo.10
La conversión cosmológica no se produjo de un día para
el otro. Hubieron de trascurrir dos siglos hasta que la opinión
ilustrada del momento consintió finalmente en abandonar
creencias tenidas por eternas y definitivas, abriendo paso a
una novedosa visión acerca de la relación del hombre con la
naturaleza y consigo mismo, cuyo impacto habría de ser tan
duradero como invisible ai convertirse en el dogma (interpre-
tación) natural en el que todavía seguimos inmersos. Como
siempre, aquello que es más conocido es también io menos
reconocido.

10
Surgimiento de la ciencia moderna

Lo que elegimos creer acerca de la naturaleza del


hombre tiene consecuencias sociales.
León Eisenberg

Para entender ía revolución científica hay que prestar debida


atención a las transformaciones en la concepción del mundo,
e! conocimiento y ei método que se produjeron en la sociedad
europea y que permitieron que los científicos pudieran ver
nuevos objetos y nuevas relaciones, posibilitando así la
creación de nuevos mundos compartidos.
Aceptando que fa ciencia, en su sentido moderno, es un
producto de la sociedad europea de fines del Renacimiento:
¿por qué no surgió antes?: ¿porque Dios no lo quiso, por
azar, o porqué los europeos de los siglos xvi y xvu fueron más
inteligentes que sus antepasados? Probablemente por nin-
guno de los motivos anteriores. La ciencia en su forma
moderna es una realidad surgida en condiciones muy espe-
cíficas que la han marcado profundamente y cuyo descono-
cimiento bloquea todo intento de entender su génesis y
desarrollo.11
El conocimiento "teórico" no siempre ha tenido la forma o
ei contenido actuales. Su finalidad no consistió siempre en
proporcionar saberes eficaces, sino en contemplaré mundo,
revelando cómo estaba organizado y cómo en él encarnaba
una cierta perfección. Lo que caracteriza nuestra ciencia, por
e! contrario, es el deseo de develar los secretos de la
naturaleza para manipularla y dominarla. ¿Cómo y por qué
se ha producido esta transformación?
Las transformaciones de la sociedad europea, ya a partir
del siglo xm, pero claramente desde el siglo xv, crearon las
condiciones favorables para el nacimiento de un nuevo
saber, volviéndolo al mismo tiempo necesario. La ciencia
surgió en Europa, una sociedad que se había vuelto realista
y racionalista, donde ya existían muchos ingenieros, banque-
ros y empresarios.
Durante los siglos xiv y xv Europa, que había sido durante
milenios una sociedad agrícola, se volvió cada vez más
urbana e ingresó en el capitalismo mercantil. Poco a poco se
constituyeron en algunas de sus regiones importantes cen-
tros comerciales y bancarios. E! poder ya no se restringía a
los señores y al clero: surgía una nueva clase de actores

11

6}
sociales que debía ser tenida en cuenta, que quería actuar
sobre la naturaleza, que confiaba en ei hombre y veía el
mundo en una forma nueva.12
A partir del siglo XIH, con el formidable progreso de la
técnica en la alta Edad Media, con e! desarrollo de las
ciudades y el ascenso de los burgueses, se operó una notable
mutación mental: a partir de entonces comenzaron a valorar-
se las actividades prácticas, aquellas que no eran ni guerre-
ras ni clericales. Europa cambiaba de mentalidad, de modo
de producción y de intereses, y nuevos personajes ocuparon
la escena:
El señor feudal y el agricultor pasaron a un segundo piano como
fuerzas económicas y sociales, [mientras que] él hombre de
negocios urbano, capitalista, apoyado en e! dinero, se elevó ai
primer plano de !a sociedad. [Renouard, 1968.]

Esta nueva burguesía ascendente iba a tener cada vez


más dificultades para conciliar su propia visión del mundo con
la doctrina religiosa del cristianismo, en la que las nociones
de gracia, oración y salvación ocupaban un lugar centra!.
El Renacimiento fue bastante más que una época carac-
terizada por ei crecimiento económico y el mejoramiento de
las condiciones materiales de vida. En él se produjo una
auténtica revolución en las ideas: se volvió a los clásicos y se
los leyó en su idioma original, se rechazaron las ideas
feudales y se propugnó una actitud secular respecto a la
sociedad, se abogó por una religión personal, menos atada
a ¡as instituciones eclesiásticas, apareció una revalorización
del goce físico. La vida nueva exigía grandes cantidades de
dinero y todo lo que podía producirlo fue bienvenido. Artesa-
nos y técnicos, antes despreciados, se convirtieron en los
mimados de los reyes y ios cortesanos.13
La transición de una sociedad centrada en Dios a oirá
centrada en el comercio, ia industria, y la búsqueda de
ganancias repercutió en el dominio dei conocimiento. Los
rasgos característicos de la ciencia moderna son los rasgos
propios de !a sociedad de ia época de su surgimiento. La
ciencia se volvió experimental porque ios hombres "prácti-
cos" adquirieron un lugar más importante en su seno.14 Se
cita siempre a Leonardo da Vinci -ingeniero, científico y
artista universal- corno ejemplo del espíritu renacentista,
pero los artistas/ingenieros fueron muchos, aunque sus
nombres no hayan quedado registrados.

12
A partir deí siglo xvt surgieron at lado de las universidades
—donde la enseñanza era teórica- tas "escuelas de cálculo"
para comerciantes, donde !a enseñanza respondía a preocu-
paciones eminentemente concretas: la organización de la
producción, ia contabilidad, etcétera.
Ya en IQS siglos xiv y xv comenzaron a difundirse los
banqueros. Los bancos de Italia tenían grandes saldos en
países distantes. Este hecho es esencial para comprenderla
aparición de los números negativos. Los banqueros tenían
columnas para anotar ganancias y pérdidas, hacían cálculos
y tenían que computar lo que ocurría en las sucursales
extranjeras, adquiriendo así e! hábito del cálculo abstracto.
Durante el Renacimiento surgió ía primera estadística.15 En
el siglo XV, todos los día.s se contaba la cantidad de bueyes,
vacas y cerdos que entraban en Florencia. jHe aquí el
comienzo deí mundo moderno, de lo cuantitativo!16
Entre eí fines de ia Edad Medía y comienzos del Renaci-
miento surgió una sociedad que qonfiaba en el poder del
hombre para actuar sobre la naturaleza. Los hombres de
negocios de los sigío.s x*v y xv tenían $a certeza de que todo
hecho tie.ne su causa, que para prever es necesario saber,
que siempre hay que disponer de datos precisos, exactos y
completos. Actuaban comas! creyeran que ia razón humana
podía comprenderÍQ/expíicarío todo y dirigir cualquier acción.
Comenzaba a sostenerse que la naturaleza era matemática
y racional. Se trataba de una sociedad con una mentalidad
dirigida hacia la eficacia y eí racionalismo. De sus entrañas
emergería la ciencia y es dentro de este contexto como
deben entenderse los principales rasgos ontológicos y meto-
dológicos que, caracterizan la ciencia moderna.
El diálogo experimental -véase mas abajo- y el método
hipótetico-deduetivo, como procedimientos de la nueva cien-
cia, sólo podían surgir en una sociedad donde el conocimien-
to hafeía perdido su valor de reconciliación con el mundo para
convertirse en eí modo de dominación de la naturaleza
gracias ai desciframiento de sus leyes eternas. Sólo una
sociedad convencida de que la .naturaleza tiene una estruc-
tura racional-y, por lo tanto, es manipuíable por procedimien-
tos racionales y técnicos- podía generar una innovación
tecnológica de tal calibre.17
No es sorprendente, entonces, que la ciencia haya nacido
a partir del intento de resolver problemas prácticos muy
concretos y que los "ingenieros" hayan desempeñado un

13
6o
papel considerable en su surgimiento. Durante el florecimien-
to de la ciencia moderna, ías preocupaciones técnicas se
hallaban a menudo en el centro mismo de las disciplinas que
nos hemos acostumbrado a considerar como formales o
abstractas, como, por ejemplo, la matemática, la geometría
o la física. En Ja elaboración efectiva de la ciencia del
movimiento —cinemática y dinámica— las cuestiones plantea-
das por los artilleros y otros hombres prácticos desempeña-
ron un papel crucial. El interés no consistía en crear una
metafísica del tiempo y el espacio sino en resolver problemas
concretos de la balística (véase capítulo 7).
A mediados del siglo xv comenzó a mejorar la aplicación
de la astronomía y la geografía a la navegación, dando origen
a tablas astronómicas suficientemente exactas como para
poder ser usadas por los marinos. El éxito de los primeros
viajes y la apertura de las vías marítimas crearon enormes
demandas en la construcción de buques y en la navegación.
Mayores beneficios exigieron mejores técnicas, y la industria
naval las proveyó sin demora. Los efectos de este proceso
en la ciencia fueron muy importantes, tanto por su magnitud
como por su trascendencia. Surgió además, una nueva clase
de artesanos inteligentes, con formación matemática, que
fabricaron brújulas, mapas e instrumentos,18

Sentados sobre los hombros de gigantes

Todo el mundo tiene experiencias que exceden en


mucho su comprensión. Sin embargo, es la experien-
cia, antes que la comprensión, lo que influye sobre la
conducía.
Marshall Me Luhan

La síntesis newtonlana implicó rupturas frontales con la


teoría aristotélica. Los Principios Matemáticos de la Filosofía
Natura/ en los cuales Newton sintetizó docientos años de
investigaciones acumuladas por sus predecesores, ofrecien-
do un cuadro prácticamente completo de la ciencia moderna,
fueron publicados en 1687. La obra, que inmediatamente se
convirtió en la "biblia" de la nueva ciencia, no tiene parangón
en la historia.19
Su principal objetivo noconsistió, como se cree a menudo,
en establecer ias leyes deí movimiento de los planetas, sino
en demostrar, física y cuantitativamente, que la gravitación

14
universal puede servir de sustento al sistema del mundo.
Para ello Newton debió:

i) demoler las concepciones filosóficas previas;


ii) demostrar que la suya era la forma mas correcta de dar
cuenta de los fenómenos del movimiento.

Este nuevo paradigma de la Tierra en movimiento hubiera


sido inimaginable antes de 1600 ya que:

i) la idea de un cuerpo terrestre que continuara moviéndo-


se eternamente era contraría a la experiencia cotidiana y, por
ende, a la concepción aristotélica. Esta postura sólo pudo
emerger en el marco de una teoría matemática que pudo
explicar con igual eficacia situaciones ideales y comunes;
ii) la idea de un cuerpo que se moviera indefinidamente en
una línea recta euclidiana no pudo surgir en tanto los
hombres siguieran concibiendo el universo como una esfera
cerrada y finita. Un cuerpo tal acabaría por salir "fuera del
escenario". El movimiento circular era el único que se ade-
cuaba, en cambio, a un mundo esférico.

El rasgo mas importante de la teoría de Newton no es


ningún detalle aislado, sino su concepción global. Tomadas
independientemente, cada una de las piezas de su construc-
ción ya habían sido expuestas anteriormente. La gran con-
tribución de Newton fue, en cambio, la integración de todas
esas ideas, verdaderas pero limitadas, en un sistema gran-
dioso y abarcador.
La teoría de la gravitación newtoniana conforma el capí-
tulo final de una búsqueda iniciada por Copérnico. La visión
de las esferas que, siguiendo el mandato divino, eran gober-
nadas por un primer motor o por los ángeles fue sustituida por
un mecanismo que funcionaba según una sencilla ley natural,
sin exigir una aplicación continua de la fuerza y que solo
necesitaba de la intervención divina para ponerse en marcha.
Una vez que Dios le dio cuerda al reloj universal, había de
funcionar eternamente.20
Junto a sus excepcionales logros científicos, Newton
impuso una visión dinámica del universo, sustituyendo la
imagen estática heredada de los clásicos. Esta transforma-
ción, a la cual hay que sumarle su concepción atomista,

15
muestra en qué medida existía una afinidad electiva entre su
sistema del mundo y el económico y social de su época.
En este nuevo mundo el individualismo sustituiría aj rígido
orden jerárquico del período clásico tardío y de ia época
feudal, dentro del cual cada hombre conocía y debía respetar
su lugar inmutable en el mundo. Se comenzaba a pensar y
actuar en un mundo en donde el lugar natural de los objetos
no había sino parodiado el lugar natural de los hombres en
la sociedad.
Las consecuencias políticas del newtonianismo fueron
altamente corrosivas para el pensamiento social de la época.
Su concepción determinista y mecanicisía de la realidad, ai
fomentar la creencia en el laissez taire de la voluntad
humana, disminuyó enormemente el prestigio de la religión
y el respeto hacia el orden social divino —inmutable e impere-
cedero.
Su obra —junto a la de otros gigantes como Copérnico,
Bacon, Galiieo, Descartes, etc.- contribuiría a derrumbar un
mundo en agonía, construyendo otro nuevo en el cual aún
vivimos, pensamos, sentimos, deseamos y construimos
nuestras imágenes del futuro. Durante varios siglos, su
devastadora prédica revelaría los secretos de la naturaleza,
arrojándonos a un mundo frío y hostil en el cual Dios juega a
los dados con el universo.21
La matematización de la naturaleza fue correlativa del
desencantamiento del mundo. Recién ahora estamos empe-
zando a entender que ambos proyectos no son incompatibles
entre sí, pero desde la muerte de Newton en 1742, hasta
mediados de nuestro siglo todos -incluyendo artistas y
científicos, creyentes y ateos, religiosos y cínicos— pensaron
de otro modo.
Para hacerse un lugar en el mundo, ia ciencia necesitó
masacrar oíros saberes, desconfiar de otros modos de ver y
arrumbar creencias seculares que, mas allá de sus irraciona-
lidades manifiestas, habían servido de confort y de consuelo
a grandes masas de seres humanos. Las cenizas de muchps
de estos saberes vuelven a tornar forma bajo el nombre cíe
New Age.
¿Por qué situamos la aparición de la ciencia moderna en
este período? Porque a pesar de que prácticamente todas las
"ideas científicas" que constituyen los pliegues dp su entra-
mado existían ya en épocas anteriores, incluso en la literatura
de la antigua Grecia, es sólo durante el período de la

16
revolución científica que estas ideas tuvieron una aceptación
cada vez mayor hasta convertirse en los principios dominan-
tes de! pensamiento de la modernidad.
Además, las nuevas ideas científicas penetraron en mu-
chos otros campos (derecho, religión, etc.) y las ideas
superadas lo fueron asimismo en todos los terrenos. Así el
siglo xvii fue testigo de un súbito declive de la fe en la
astrología, la alquimia y la brujería, todas ellas formas de
conocimiento que interpretaban los fenómenos naturales
como aspectos íntimamente ligados a las preocupaciones
prácticas y morales del hombre.
Ganamos un mundo a costa .de perder otro. Desencanta-
mos la naturaleza y endiosamos la sociedad. Creímos estar
en condiciones de dominar y controlar la miseria y los
elementos, y creamos condiciones de disparidad socioeco-
nómica y de indigencia nunca vistas previamente en las
sociedades precapitalistas.
¿A que se debió este resultado contradictorio? ¿Qué
fuerzas —ideales y materiales— operaron para que a menudo
se obtuviesen resultados no queridos, efectos indeseables,
proezas sin par junto con calamidades no menos evidentes?
Navegando debajo de la línea de flotación de los manifies-
tos y ios panfletos, de los logros y las ostentaciones, de las
prácticas eficientes y de los éxitos mas restallantes corre un
impensado que gatiiia comportamientos y posibilita algunas
interacciones y no otras. El paradigma newtoniano no escapa
a esta regla. Para entender sus logros, pero también sus
insuficiencias, se vuelve necesario un corto examen de sus
ambiciones desmesuradas y de sus aristas mas intolerantes
-que también las tuvo.

17
2. La dinámica como clave interpretativa
de la naturaleza

En esto consiste la tragedia del espíritu moderno que


"resolvió el enigma del Universo", pero solamente
para reemplazarlo por otro: el suyo propio
Alexander Koyré

La formalización de la dinámica realizada por Newton y sus


continuadores respondió en primer lugar a la exigencia de
descubrir el "buen" conjuntó de variables definitorias del
sistema de manera tal que su descripción poseyese la
máxima sencillez y economía, aplicando el mismo método a
todo problema.
La descripción dinámica fue epitomizada por un modelo:
el demonio imaginado por Fierre Simón Laplace (francés
1749-1827), capaz de observar, en un instante dado, la
posición y velocidad de cada uno de los constituyentes del
universo, y de deducir a partir de ese momento la evolución
de todas las partículas del universo, tanto hacia el pasado
como hacia el futuro.
El demonio de Laplace continuó obsesionando nuestra
imaginación y, con él, la pesadilla de la insignificancia de
todas las cosas, la soledad alucinada de quien había creído
en un mundo creado a su medida, al alcance de su mano para
de pronto descubrir su ostracismo cósmico. Si todo es
comprensible, ya nada tiene demasiado valor. Si todo es
posible ni el misterio ni lo imponderable ocuparán lugar
alguno en las preocupaciones humanas. He aquí una de las
tantas contradicciones generadas por el paradigma newto-
niano.
Si realmente el mundo tuviera una forma tal que un
demonio pudiera calcular el porvenir y el pasado a partir de
la observación de un estado instantáneo, si la verdad de la
naturaleza estuviera definitivamente contenida en la dinámi-
ca, y si nada distinguiese cualitativamente a los sistemas
simples de los más complejos, entonces el mundo no sería
más que una inmensa tautología, tan necesaria y absurda en
cada uno de sus detalles como en su totalidad.
La ciencia clásica, siguiendo al pie de la letra tal imagen,
debió concluir en el determinismo universal. La ciencia de
Newton es una ciencia revelada, ha permanecido como el

18
anuncio profético de un mundo descripto tal como se ve
contemplado desde un punto de vista divino o demoníaco.
Torturarla naturaleza, obligaría a confesar la ley a la cual está
sometida, fue desde su formulación el mandato al que se
sometieron los científicos de los últimos dos siglos.
Complejidad e historia, son dos dimensiones ausentes del
mundo contemplado por el demonio de Laplace y generado
por Newton. La naturaleza de la dinámica clásica es a la vez
amnésica, desprovista de historia, y enteramente determina-
da por su pasado: indiferente, para la cual todo estado es
equivalente, y sin relieve. No debe extrañar, por lo tanto, la
resistencia tanto de artistas como de novelistas harto reacios
a someterse a este reduccionismo mecanicista.

La estructura determinista de la mecánica clásica

Vuestra ropa oculta mucho de vuestra belleza,


pero no esconde lo que no es bello.
Khalil Gibran, El profeta

"Todo viene dado", esta expresión del filósofo francés Henri


Bergson resume la filosofía que subyace a la propuesta de la
dinámica. Todo viene dado por el dato inicial: la ley determina
completamente el sistema. En este esquema no queda lugar
alguno para el azar, la individualidad, lo subjetivo y lo
idiosíncrático.
La revolución de Galileo radicó, no tanto en sus geniales
observaciones, cuanto en su formulación de una descripción
matemática del movimiento de los cuerpos. La consecuencia
práctica de la difusión del sistema newtoniano fue proporcio-
nar un sistema de cálculo que obligaba a determinar con
mayor exactitud las posiciones de la Luna y de los planetas
sobre la base de un mínimo de observaciones.
A partir de Newton, por su parte, quedó en claro que el
control de la naturaleza presuponía un conocimiento no
relacionado con hechos singulares o aislados, sino de natu-
raleza general, que indica correlaciones, ligaduras o pautas
que gobiernan la estructura de lo real -tal como es percibida
por un observador.
Los fenómenos simples que estudia la ciencia podrán, en
adelante, proporcionar la clave del conjunto de la naturaleza,
cuyacomplejidad no será más que aparente: la diversidad se

19
reducirá a la verdad única de las leyes matemáticas del
movimiento. "El movimiento no afecta los cuerpos". La
importancia de esta noción de indiferencia no puede minimi-
zarse. Puesto que somos indiferentes al movimiento pode-
mos movernos a gran velocidad sin percibirlo, algo patente-
mente absurdo desde el punto de vista aristotélico. Ei movi-
miento no requiere más causa que la requerida por el reposo:
sólo los cambios de movimiento exigen una causa.
La necesidad de someter a crítica los enunciados acerca
de esas relaciones generales —así como la de transmitir
organizadamente el conocimiento— vuelve indispensable
condensar en hipótesis, afirmaciones y enunciados, que
constituyen sistemas y teorías, las regularidades descubier-
tas/inventadas.
La hegemonía del determinismo empezó con ia humilla-
ción que Isaac Newton infiigió al azar. El primer triunfo de la
ciencia sobre el azar culminó con la consagración decimonó-
nica del mecanicismo. La mecánica newtoniana y la teoría del
electromagnetismo hicieron retroceder al azar esgrimiendo
ia unicidad de las ecuaciones diferenciales. Ei concepto de
tiempo de !a mecánica llegó a ia escena científica para
enfrentarse ai azar.22
Dentro de este universo conceptual, una determinada
concepción del método arraigó hasta convertirse en varita
mágica de la cientificidad...

3. Alcances y limitaciones del método científico

No hay testimonio alguno capaz de probar un miiagro,


a menos...que su falsedad sea más milagrosa que el
hecho que pretende establecer
David Hume, Sobre los milagros

¿En qué consiste lo propio de ia ciencia: el métodoy la lógica


demostrativa que permiten que ia actividad científica trans-
forme al mundo del modo en que lo hace?
Los antecedentes del método científico pueden hallarse
parcialmente en la tradición de ia experiencia o en el descu-
brimiento por tanteo, que se remonta hasta la Edad de
Piedra; pasando por el razonamiento lógico inaugurado por
los griegos, hasta llegar a su forma tal y como la conocemos

20
hoy en día. De estas distintas fases de desarrollo, la mas
significativa es, precisamente, la que está ligada al desplie-
gue de la revolución científica y, en particular, el proceso de
invención de! diálogo experimenta!.

El diálogo experimental
Macedonio pensó que !a muerte de Elena era un
experimento en el que estaba incluida su vida futura.
Un científico no participa personalmente en sus ex-
perimentos, eso es lo que lo diferencia de un místico.
Pero Macedonio participó hasta el último momento en
la enfermedad de Elena y trató de curarla. Para darle
una idea fue como si Einstein hubiera viajado a
Hiroshima para experimentar sus hipótesis teóricas
sobre la estructura del átomo.
Ricardo Piglia.La ciudad ausente

El nacimiento de la ciencia moderna está ligado a una


transformación profunda en ía manera de mirar e interrogar
la naturaleza a través de! diálogo experimental. La novedad
del procedimiento experimental no consiste, empero, en
remitir simplemente a la experiencia sensible. Los antiguos
también supieron observar con extremada, precisión, como lo
atestigua su astronomía. De hecho, la física aristotélica y su
cosmología —con las nociones de geocentrismo, la oposición
absoluta entre arriba y abajo, la cesación del movimiento
cuando cesa la acción de la fuerza, etc.— corresponde mucho
más a la experiencia inmediata y natural que la física
moderna.
Por otra parte, no hay duda de que Galileo sabía mirar y
de que sus celebradas observaciones con el telescopio
fueron el primer golpe serio contra la cosmología de Aristó-
teles. Pero esta situación sólo alcanzaba para la astronomía
descriptiva. En sus especulaciones mecánicas y físicas, el
razonamiento ocupaba más lugar que la apelación directa a
los hechos y es, finalmente, lo que definió la decisión a tomar.
Muchos de los experimentos que Galileo invocaba eran tan
solo "experimentos en el pensamiento".
Lo que hace a la esencia del diálogo experimental y
sanciona la novedad de la ciencia moderna respecto de la
antigua, no fue pues e! reemplazo del razonamiento por la
experiencia sino una nueva manera de asociar el razona-

21
miento con la experiencia; una nueva manera de interrogar
a la experiencia para, a la vez, someterla al razonamiento y
controlarla. Lo que caracteriza al diálogo experimental de la
ciencia moderna es el encuentro de la teoría y la técnica, la
alianza entre la ambición de modelar el mundo y la voluntad
de comprenderlo.
Para que este encuentro tuviese lugar, no bastaba con
exhibir una relación de respeto hacia los hechos observables.
El diálogo experimental con la naturaleza no supone una
observación pasiva, sino una práctica. Se trata de manipular,
de preparar el fenómeno estudiado, de aislarlo hasta que se
parezca a una situación "ideal" que encarna la hipótesis
teórica que guía la manipulación. La relación entre experien-
cia y teoría proviene entonces del hecho de que la experimen-
tación interroga los procesos naturales, pero lo hace con
referencia a una hipótesis relativa a los principios a los que
estos procesos se ven sometidos. La naturaleza puede,
ciertamente, refutar la hipótesis teórica en cuestión, pero
ésta no deja de ser el patrón que mide el alcance y el sentido
de la respuesta, cualquiera que ésta fuera.
El acto experimental constituye un arte, o sea, reposa
sobre una habilidad y no sobre reglas generales, y se
encuentra por ello sin garantía de éxito, completitud y/o
acabamiento. Ningún método puede eliminar el riesgo de
perseverar, por ejemplo, en una interrogación sin pertinen-
cia. No existen reglas generales por medio de las cuaies se
puedan derivar o inferir mecánicamente hipótesis o teorías a
partir de los datos empíricos. La transición de los datos a la
teoría requiere imaginación creativa. Las hipótesis y teorías
científicas no se derivan de los hechos observados s/noque
se "inventan" para dar cuenta de ellos. Son conjeturas
—enunciados de los que no se sabe aún si son verdaderos o
falsos— relativas a las conexiones y a las regularidades y
uniformidades que se pueden establecer entre los fenóme-
nos que se están estudiando.23
El arte experimental consiste en escoger un problema
para formular una hipótesis y en reconocer en ia complejidad
de la naturaleza un fenómeno que puede encarnar las
consecuencias de este decreto general. Se trata de poner en
escena e! fenómeno elegido hasta que podamos decidir de
manera comunicable y reproducibie si ese fenómeno es o no
descifrable según el texto matemático particular que la
hipótesis ha enunciado.

22
Este procedimiento, inextricablemente entrelazado con el
diálogo experimental, es lo que los filósofos de la ciencia
llaman método hipotético deductivo: a partir de un problema
en estudio, se formula una hipótesis; luego, una deducción
conduce al experimento para controlar la hipótesis. Una idea
entre.dos hechos: la ecuación problema-htpótesis-experi-
mentación es el método que caracteriza la ciencia moderna.
Esta concepción del método tiene antecedentes remotos:
en el siglo xvu el filósofo Francis Bacon intentó proporcionar
una guía ordenada para adquirir conocimientos de tipo
científico consistente en una serie de reglas que incluían
cuatro operaciones básicas: observar, medir, explicar y
verificar. En el siglo xix los teóricos proponían una versión del
método algo mas complicada: se trataba de plantear una
cuestión a la naturaleza, de recoger evidencia pertinente, de
formar hipótesis explicativas, de deducir sus consecuencias,
comprobarlas expertmentalmente y, finalmente, de aceptar,
rehusar o modificar las hipótesis según correspondiere.24
En el ínterin se sucedieron numerosos intentos para esta-
blecer en forma definitiva el perfil del método. A pesar de la
transparencia y claridad de estas formulaciones, o justamen-
te debido a ellas, el método científico no es tan lineal ni tan
mecánico como lo hemos presentado aquí y su analogía con
los engranajes de la máquina es claramente desacertada.
Ya en el siglo xix y a principios del xx, el método, antes que
una herramienta formal y metodológica, ponía al descubierto
una racionalidad que gobernaba tanto la ciencia, como
cualquier otra forma de conocimiento. El supuesto básico del
método es que toda "cuestión de la naturaleza" es aprehen-
sible en términos de la formulación de un problema para el
cual los modos correctos del conocer proporcionarán una
solución adecuada.
La empresa científica se construyó alrededor de la espe-
ranza de diferenciar entre la especulación y el conocimiento,
entre la creencia y la ciencia. Sin embargo aun cuando sea
posible creer sin saber, la inversa no es posible: para
comenzar a conocer es necesario cree.
La creencia científica gira en torno de la fe en el método.
Pero el método científico sólo garantiza un referente común,
un modo de actuar propio que identifica la práctica científica
como tal y que la diferencia del resto de los saberes y de las
prácticas, tanto materiales como discursivas. Los científicos
ejercitan un método, no en el sentido estricto de un programa

23
de investigación en común, sino en el más laxo de. una actitud
o una filosofía, de una apuesta que en el fondo no es mas, ni
menos, que una esperanza. El MÉTODO, con mayúsculas, es
el espíritu de cuerpo, lo que tanto ios unifica como científicos
-y no como filósofos o hunmanistas- cuanto los separa como
investigadores de distintos campos del conocimiento.

Lógica del descubrimiento y psicología de la investigación

Tengo ia certeza creciente de que la idea de indivi-


duo, de que se puede conocer a alguien aparte de sus
relaciones, es usa y nanamente errónea. Nos crea-
mos mutuamente, nos hacemos nacer ai convertir-
nos en parte de la matriz en la que existe el otro.
Mary Catherine Bateson, Como yo los veía

Si definamos la metodología utilizando como criterio de


validación del conocimiento uno de los tantos que pululan en
el mercado metodológico (verificacipnismo, operacipnalis-
mo, falsacionismo, etc.),25 el método científico así caracteri-
zado, no puede, paradojalmente, dar cuenta del hecho más
trascendental de la práctica científica, a saber: el descu-
brimiento y Ja formulación de teorías. Ni tampoco de'la
cuestión aun mas central de por qué los científicos se hacen
ciertas preguntas y no otras, por qué consideran pertinente
una observación en vez de otra o cómo construyen las
hipótesis que guían sus análisis en vez de contentarse con
las ya existentes.
El método científico no es capaz de reemplazar el instante
inspirado de Arquímedes cuando descubre las leyes de la
hidroesíática mientras chapotea en el agua, ni la noche de
sueño fecundo de Pauli, que io llevó a postular a la mañana
siguiente la existencia del spin del electrón, o el semihipnótieo
trance de Kekule quien, mirando el fuego, "vio" llamas que
tomaban la forma de serpientes que se mordían ia cola y que
lo ayudarían a establecer la estructura cíclica del benceno,
etcétera,26 La comprensión de la actividad científica exige por
lo tanto que no confundamos el método en su forma canónica
con los pasos efectivos que da ia ciencia para crecer; que
reconozcamos la necesidad de inventariar las distintas fases
de ia construcción de conocimiento científico -en particular
aquellas ligadas a los procesos de invención, descubrimiento

24
y eonsírücción de nuevos paradigmas— recurriendo a distin-
ciones irreductibles a pasos o regias metodológicas sencillas
y finalmente vacías
Ello no obstante, cualquier discusión que se precie sobre
la ciencia no puede pasar por alto la naturaleza de la
explicación científica, sus pasos constitutivos y las razones
de su irreductibilidad a la metodología en el sentido tradicio-
nal de la palabra.

4. La explicación científica

No importa si no entienden estas teorías. En


reaiidad-como dice Sábato—ei pensamiento científi-
co parece tener mayor poder cuanto menos se io
comprende. Por eso suele decir: —¡Qué bien que
habla este hombre...! No aicanzo a entender ni una
soia de sus palabras.
Alejandro Dolina, Crónicas del Ángel Gris

Nuestra inclinación por formular preguntas que requieren


una explicación como respuesta forma parte de la tradición
occidental greco-judeo-cristiana . ¿Qué debe ocurrir para
que digamos que cierto fenómeno o situación ha sido expli-
cado?, ¿qué sucede en la vida cotidiana para que un
observador describa ia respuesta a una pregunta como una
explicación?: que se esté proponiendo una reformulación de
una situación particular de nuestra vida práctica, que dicha
reformulación de nuestra vida práctica sea aceptada por e!
interlocutor como una reformulación válida para su propia
vida práctica.
Las explicaciones que damos a los niños aportan nume-
rosos ejemplos de respuestas que son satisfactorias para
e//os» La vida cotidiana revela cómo el observador es el que
acepta o rechaza una afirmación como una reformulación
válida de cierta situación si satisface sus criterios implícitos
o explícitos de aceptabilidad.
Cada manera de escuchar del observador, que constituye
un criterio de aceptación de reformulaciones explicativas,
define un dominio explicativo, que incluye a todos aquellos
observadores que aceptan las mismas explicaciones para
sus respectivas vidas prácticas. Nunca escuchamos en un

25
vacío, siempre aplicamos algún criterio particular de acepta- f
bilidad a lo que percibimos/pensamos.
Cada uno de los dominios explicativos se define por el
criterio de validación que utiliza el observador para aceptar
una repuesta-reformulación como una explicación en el
dominio considerado. Hay tantos dominios explicativos como
criterios de aceptabilidad aplicables por un observador. Al
mismo tiempo, cada dominio explicativo constituye un domi-
nio de acciones que un observador considera legítimas en
cierto aspecto de su vida práctica por estar sustentadas por
explicaciones que él acepta en dicho dominio.
A la vez, cada dominio explicativo, al especificar un
dominio de acciones legítimas en la vida del observador,
especifica también un dominio cognitívo. La intersección
entre dominios cognitivos —entre el hacer y el saber de
diferentes observadores—da Jugara la coordinación consen-
súa! de las acciones; esto nos permite describir dominios de
existencia compatibles entre sí. Finalmente, no hay un
fundamento que dé cuenta de la elección de Jas premisas
básicas que constituyen un dominio explicativo. En cierto f
sentido, puede afirmarse que se trata de una cuestión de >
preferencia \e todos
den conceptualizarse como diferentes dominios de operacio- í
nes coherentes en la vida práctica del observador que cada j
uno vive como diferentes dominios de explicaciones o dife- í
rentes dominios de acciones, es decir, diferentes dominios f
cognitivos. La ciencia no es por lo tanto, sino uno de esos I
dominios cognitivos. f
Se trata de un dominio peculiar de explicaciones acerca de f
la vida práctica que se define y constituye por la aplicación, \r parte
ción de las explicaciones: el criterio de validación de la f
explicación científica. Ser científico supone aceptar dicho ¡
criterio de validación. ¡
Los científicos naturales aceptan una proposición dada j
como explicación científica de determinada situación o fenó- f
meno solamente si describe un mecanismo que produce esa i
situación o fenómeno como consecuencia de: j
1) especificación del fenómeno por explicar a través de la j
descripción de lo que el observador debe hacer para expe-
rimentarlo;

26
2) proposición, en la vida práctica del observador, de un
mecanismo que, como consecuencia de su operación, dé
lugar a la experiencia del fenómeno por ser explicado;
3) deducción, a partir del mecanismo propuesto en (2), de
otros fenómenos, y de las operaciones que el observador
debe realizar en su vida práctica para experimentarlos;
4) experiencia concreía por parte del observador de los
fenómenos adicionales deducidos en (3) al realizar, en su
vida práctica, aquellas operaciones que—también de acuerdo
con lo que fue deducido en (3)- permitirán generarlos.

Sólo cuando se satisfacen estas cuatro condiciones, el


mecanismo propuesto en (2) como un mecanismo generador
que da lugar al fenómeno especificado en (1) —como conse-
cuencia de su operación—, se convierte en una explicación
científica de este fenómeno para el observador reconocido
como científico.
En tanto la ciencia surge como un dominio explicativo a
través de la aplicación del criterio de validación de las
explicaciones científicas, la ciencia, como dominio de expli-
caciones y afirmaciones es válida únicamente para la comu-
nidad de observadores que aceptan y usan para generar sus
explicaciones ese criterio particular. La ciencia es -constitu-
tivamente— un dominio de reformulaciones de la vida prácti-
ca, con elementos de esa vida práctica en una comunidad de
observadores, y como tal es un dominio consensúa! de
coordinaciones de acciones entre los miembros de esa
comunidad. Es por ello que los científicos son mutuamente
reemplazables en el proceso de generación de explicaciones
científicas.27

Síntesis

Resumiendo:

•la problemática de la explicación no se reduce a la


cuestión metodológica acerca de los criterios válidos para el
dominio científico. Lo "explicable" pertenece a muchos domi-
nios, no siendo la comunidad de ios observadores científicos
la única capaz de legitimar respuestas. De allí que en muchos
momentos históricos explicaciones que hoy ya no resultan
válidas científicamente cumplieron una importante función

27
social y fueron creídas y/o veneradas por ios miembros
letrados e ilustrados de la población; [
• el método es una construcción histórica. No existen |
descripciones ni algoritmos definitivos que puedan agotar en |
forma mecánica y acontextual los interrogantes que nos 1
hacemos; j
• uno de ios dominios mas significativos para el cual se ¡
exigen explicaciones es el surgimiento de la novedad. Lo |
rutinario, repetitivo, previsible se acomoda fácilmente a las |
explicaciones que han resultado exitosas en el pasado. Lo í
nuevo, lo inesperado, lo peligroso, ío aleatorio, lo distinto i
exige, empero, criterios no rutinarios, distinciones no utiliza-- í
das previamente, cambios de paradigmas, miradas alter- \.
>
Para que haya una actividad que produzca resultados
definitivos, duraderos, acumulativos es necesario que exis-
tan procedimiento de decisión estandarizados y repetitivos
cuya aplicación sistemática sea previsible y exitosa.
. Denominamos método científico a tal procedimiento, siendo
uno de sus principales subproductos generar de minadas de
explicaciones científicas. Un examen atento de la evolución
histórica efectiva de la ciencia muestra hasta qué punto ésta
muchas veces "avanza" contra el método y no a su favor.
Atentos a esta evidencia: ¿es posible dar cuenta en una
forma que no sea meramente metafórica, narrativa y ex-post
facto, del surgimiento de la novedad en la práctica científica?
¿Existe una lógica del encubrimiento científico?, ¿Es posi-
ble anticipar la emergencia de io imprevisible en el curso de
ia actividad científica? •

28
5. La creación de novedad
¿ No debe llamarse vida lo que puede estar latente en
un disco, io que se revela si tunciona la máquina del
fonógrafo, si yo muevo una llave? ¿Insistiré en que
todas las vidas, como ios mandarines chinos, depen-
den de botones que seres desconocidos pueden
apretar? Y ustedes mismos, ¡cuántas veces habrán
interrogado a! destino de los hombres, habrán movido
las viejas preguntas: ¿adonde vamos? ¿en dónde
yacemos, corno en un disco músicas inauditas, hasta
que Dios nos manda nacer? ¿No perciben un para-
lelismo entre los destinos de ios hombres y de las
imágenes?
Adolfo Bioy Casares , La invención de Mórel

Para alcanzare! objeto de! conocimiento, e! sujeto realiza una


serte indefinida de aproximaciones mediante su accionar,
logrando un descentramiento mayor a medida que accede a
la objetividad que va construyendo, lo que se evidencia tanto
en el pasaje de la infancia a la adultez,como en la propia
historia de la ciencia.
Hace mucho tos cuerpos celestes seguían a los hombres
—la estrella que guiaba a ios Reyes Magos—; en la época de
Gopérnico y Newton se creían universales los relojes y los
metros. Pero ei objeto, conocido a través de la acciones debe
ser reconstituido y reorganizado. Las experiencias no se leen
como un simple acto de copiado, sino que se asimilan a
esquemas dei sujeto, introduciendo muchas veces elemen-
tos que "no existen" como datos empíricos. Cada reconstruc-
ción que se hace del objeto es una aproximación que no nos
garantiza nunca la perfección absoluta. Y sin embargo cada
generación es capaz de transformar lo real y de generar
resultados tecnológicos y prácticos cada vez mas eficientes.
En las interacciones sucesivas y reiteradas que realiza-
mos con el medio y con los otros, podemos hacer infinitas
combinaciones que provocarán modificaciones en nuestras
interacciones y en la consiguiente reconstrucción del mundo.
Reconstruimos un objeto cuando reacomodamos nuestros
esquemas y estructuras mentales a las nuevas perturbacio-
nes que nos afectan.
Este reacomodamiento implica una novedad, porque si
bien a veces los objetos con los que interactuamos son los
mismos, en ia medida en que se produzcan reconstrucciones

29
i-
fr
<"

endógenas de las estructuras del sujeto, eí reprocesamiento


de !o que percibimos se realiza de una manera nueva.
Nuevas formas de uso de un objeto crean nuevas situaciones
en las que varía el contexto a partir del cual pensamos o
vislumbramos hechos.
A veces podemos "ver" donde antes no "veíamos" abso-
lutamente nada. Es revelador comprobar que en muchos
casos se necesita un largo tiempo para reconocer patrones
que luego, a partir del hallazgo de la novedad, resultan
obvios.
Cuanto más afianzados estamos en un paradigma, mayor
.dificultad tenemos para realizar asociaciones inhabituales.
Habría que desaprender los aprendidos y tratar de recuperar
la ingenuidad del niño para poder escapar de las asociacio-
nes estándar.

Un ejemplo de creación científica

Escribimos libros porque nuestros hijos no se intere-


san por nosotros. Nos dirigimos a un mundo anónimo |
porque nuestra mujer se tapa los oidos cuando le I
hablamos. |,
Milán Kundera. El libro de la risa y el olvido |!

La teoría de la evolución por selección natural suele ser ¡


presentada como un excelente ejemplo de descubrimiento j
científico producto de un vuelo de la intuición. Charles Darwin [
refiere de qué modo influyó en su pensamiento el Ensayo ¡
sobre la población de Thomas Malthus, para quien toda ¡
población crece más rápidamente que sus medios de susten- í
to, lo que trae como consecuencia que muchos miembros de [
la población sean incapaces de hallar alimento. ¡i
Darwin estudió el razonamiento de Malthus y se dio cuenta [
de que esto implicaba que algunos animales, los que fueran [
más aptos, sobrevivirían en esta competencia por el alimen- r
ío. Por lo tanto, dichos animales traspasarían sus caracterís- ¡
ticas a su descendencia. De este modo, la población iría |
evolucionando: í

Tres principios darán cuenta de todo: (1) nietos como los [


abuelos, (2) tendencia a pequeños cambios, especialmente en [
lo tocante a cambios físicos, (3) gran fertilidad de los padres, en *
proporción al sustento.28 I

30

a>
P

I
También es interesante contrastar la concepción evolu-
cionista acerca del origen de la vida con la prevaleciente en
la época, que se fundaba en la Biblia. Una de las consecuen-
cias de la interpretación literal de aquella teoría según la cual
Dios creó los cielos, la Tierra y todos los seres vivos, era que
dicha creación era definitiva y perfecta, y, por lo tanto, no
sujeta a cambios. De este modo, la discusión sobre la
evolución, no sólo era innecesaria, sino que también consti-
tuía una blasfemia. Eran muchos en ios círculos científicos
los que no aceptaban esta ortodoxia, y Darwin conoció a gran
número, de ellos durante sus estudios en Edimburgo y en
Cambridge. Darwin sostiene en su autobiografía que no
obtuvo beneficio alguno de la educación formal, alcanzó, sin
embargo, una excelente formación, y al abandonar la Univer-
sidad conocía bien las ciencias modernas.
En 1831 Darwin ocupó el puesto de naturalista en el navio
Beagíe , que se disponía a realizar un viaje de cinco años
alrededor del mundo, prestando especial atención a las
costas de Sudamérica. Durante el viaje adquirió ia informa-
ción que dio lugar a su teoría de la evolución.
Así, Darwin ya se sentía inclinado a creer en la evolución
cuando emprendió el viaje. Y tal idea se fue robusteciendo
durante la travesía. El viaje llevó su pensamiento hacia la
teoría de la selección natural por diversas vías. Llegó a
convencerse de que realmente tendría lugar la evolución y se
dio cuenta de que las especies podían variar sus caracterís-
ticas aun cuando el ambiente se mantuviera constante. Todo
lo relativo a la evolución ocupó un lugar central en su mente
durante esos años con lo cual tuvo oportunidad de ajustar y
modificar las ideas.
Tras su regreso a Inglaterra, emprendió dos importantes
tareas: la organización del material recogido durante el viaje
y una reflexión sistemática sobre la teoría evolucionista. A lo
largo de los quince meses siguientes, su pensamiento expe-
rimentó grandes cambios, y una teoría de la cual había
echado mano (la de las mónadas) fue convirtiéndose en la
teoría de la selección natural.29
La noción de selección natural no se originó con Darwin.
Se admitía que los organismos desviados tenían menor
posibilidad de supervivencia, ya que eran menos aptos. Se
creía en la selección natural como "escoba de la naturaleza",
un proceso que limpiaba las imperfecciones de la naturaleza
(sentido negativo de la selección). En todo caso la novedad

31
introducida por Darwin consistió en admitir el sentido positivo
de ia selección. Darwin conocía el fenómeno de la selección
artificial de los criadores de animales, mediante la cual los
hombres buscaban crear especies dotadas de característi-
cas especiales. A pesar de que es posible establecer un
paralelismo entre el papel humano en la selección artificial y
la lucha por la supervivencia en ia selección natural, cuando
comenzó a teorizar sobre ello, no le resultó tan obvio.
Más que provocar un gran salto de la intuición, la lectura
de Malthus fue sencillamente el último paso de un largo
proceso durante el cual se fueron reacomodando y reestruc-
turando los conocimientos bajo la influencia de los nuevos
datos y dificultades lógicas que fueron surgiendo. Además,
la intuición que Darwin tuvo al leer a Malthus no surgió de la
nada: fue preciso que sus concepciones cambiaran antes de
que estas teorías pudieran provocarle alguna modificación.
Malthus por sí solo no transformó la cabeza de Darwin, en
Darwin mismo íwvo lugar un proceso de resignificación de los
conceptos que dio espacio a la influencia malthusiana.

Transición

Vemos pues desde distintos ángulos y a la luz de diversos


tamices que la actividad científica es un proceso polimórfico,
y a veces también perverso. Que en su seno conviven lo alto
y lo bajo, lo metódico y lo intuitivo, lo altruista y lo egoísta, lo
mejory lo peor de cada uno de nosotros. Es cierto que existen
controies y jerarquías, pero también conviven en su interior
ia policía y la exclusión. Mientras que este capítulo estuvo
orientado a echar algo de luz sobre la otra cara de la ciencia
—aunque permaneciendo aún bastante cercanos de las
lecturas internalistas y de la problemáticas más tradicionales
de la explicación—, en el próximo seremos un poco menos
cautos y nos dedicaremos de lleno a analizar las difíciles pero
no menos evidentes relaciones que existen entre ia ciencia
y los poderes.

í
i

32
Notas

I 1. Aunque solemos jactarnos de que un campesino del primer


I mundo de fines del siglo XX disfruta de una calidad de vida
¡ superior a la de un rey del siglo XIX, estamos muy lejos de
í entender la paradoja de una sociedad de la frugalidad que,
\a de los problemas de desigualdad e inequidad
J que supone la concentración de riquezas en pocas ma-
¡ nos, supo regular su crecimiento al punto tal de trabajar
I menos para no tener que trabajar más. En su interesante
i trabajo Stone Age Economice (New York Aldine 1972),
¡ Marshall Sahlins muestra como los bosquimanos kung del
I desierto deí Kallahari o los aborígenes austra-
I líanos—considerados desde la publicación de la Antropo-
¡ logia Económica de Herskovitz en 1958 como los más
í pobres de los pobres de la Tierra— no lo fueron tanto, y en
| todo caso lo que quisieron serfue resultado de un proyecto
í de vida -obviamente sobredeterminado ecológicamente:
¡ "(•••) 'a gente más primitiva de la Tierrra tiene pocos
! bienes, pero no es pobre. La pobreza no es disponer de
í una cantidad pequeña de bienes, ni tampoco tan solo una
| relación entre medios y fines; es sobre todo una relación
[• entre personas. La pobreza es un estatus social. Como tal
I es un invento de la civilización. Ha crecido con ésta, prime-
[ ro como una distinción envidiosa entre clases y, mas im-
; portante aun, como una relación tributaria (op.cit, p.38)".
í 2. Para estudios pioneros acerca de la consolidación de este
i estilo cognitivo consúltense, entre otros: E.J Dijksterhuis-
!' The mechanization ofthe world picture, Oxford Universiíy
r Press, 1969; Paolo Casini El universo máquina., Barcelo-
na: Martínez Roca, 1971; Philip Wiener & Aaron Noland
Roots of scientifio thought. A cultural perspectñve. New
$ York: Basic Books, 1957; W.C. Dampier A History of

33
science and its relation to philosophy and religión. Cam-
bridge University Press, 1968. Para enfoques mas am-
plios véase Aífred North Whitehead Aventura de las ideas.
Buenos Aires: Fabril, 1961, Trabajos recientes donde se
estudian la evolución y los impasses a los que ha llevado
el desarrollo del estilo cognitivo científico pueden consul-
tarse en Jerome R.Ravetz Scientific knowledge and its
social problems. New York: Oxford Univ. Press, 1979 y
David Knight The age of science. The scientífíc world-view
in the nineteenth century, New York: B. Blackwell, 1988.
A veces conviene tomar por guías a los baqueanos mas
inesperados. Recordemos si no este diálogo ejemplar:
"—Cuando uso una palabra —dijo Humpty Dumpty en un
tono más bien desdeñoso— significa exactamente jo que
quiero, ni mas ni menos. —La cuestión es —dijo Alicia—
si uno puede hacer que las palabras signifiquen tantas
cosas diferentes. —La cuestión es —dijo Humpty Dumpty—
quién es es el que manda, y eso es todo," (Lewis Caroll
Alicia del otro lado del espejo , Cap.6.) Para un estudio
minucioso de cómo construir consenso y fabricar aliados
logrando que las palabras signifiquen ciertas cosas y no
otras en el campo duro de la bioquímica y la biología,
véase Bruno Latour & Steve Woolgar La vida de ios
laboratorios. Madrid: a aparecer, 1993. Jugando a este
juego de las palabras es que Joseph Needham pudo
escribir sus voluminosos tratados acerca de la ciencia y
ios científicos en China (véase, para una síntesis, Dentro
de los cuatro mares. El diálogo entre oriente y occidente.
Madrid: Siglo XXI, 1975).
identificar al primer científico es como identificar ai primer
ser humano, a la primer sociedad o al primer animal. No
se trata de buscar un acontecimiento o una fecha divisoria
de aguas, sino de dar cuenta de un proceso ininterrumpido
en el que ciertas actividades realizadas por un grupo de
individuos pueden llegar a identificarse gradualmente
como actividades científicas. Mucho mas útil que dedicar-
se a ia búsqueda de los orígenes es construir series de
mediaciones que permitan pasarsín continuidad de un do-
minio a otro de ia actividad humana. Para un estudio con-
ceptual de las series consúltese Gilíes Deieuze La lógica
del sentido. Barcelona: Paidós, 1988 Para un estudio
detallado de series "concretas" véase de Gilíes Deieuze &
Félix Guattari Mi!Mesetas. Madrid: Pretextos, 1988. Para

34
Í dos notables ejemplos de la interpenetración entre las
| series materiales y las simbólicas véanse los guiones-
j libros -provenientes de series de televisión— de Kenneth
¡ Burke: Connections. Boston: Little, Brown, 1978 y The day
\ un/verse changed. Boston: Littíe, Brown, 1985.
j 5. Véanse, entre otras referencias, Marie Boas The scientific
\ London Fontana 1970; Herbet Butterfield
¡ Los orígenes de la ciencia moderna. Madrid: Taurus,
I 1971: Richard S.Westfall La construcción de la ciencia
I moderna. Barcelona: Labor, 1980.
I 6. Una historia del largo plazo de la ciencia muestra el flujo y
reflujo de teorías, conceptos, estrategias, perspectivas.
Lo que generaciones de científicos consideran verdadero
j es desacreditado por otro puñado no menos convencido
[ de adherentes a otras teorías y enfoques. Como comple-
| mentó al análisis contingente de los hechos y de las
| teorías, Gerard Holton en Ensayos sobre el pensamiento
¡ científico en ¡a época de Einstein. Madrid: Alianza 1983,
j propone elaborar un análisis "thematico" de la ciencia
I buscando los presupuestos fundamentales, las nociones,
f los términos, los juicios metodológicos y las decisiones
¡ que no se derivan, ni tampoco son reductibles, ya sea a la
observación, ya al razonamiento analítico formal. La
problemática de los themata no es privativa de la ciencia
experimental moderna. Posee antecedentes ejempíifica-
dores en la Teogonia de Hesíodo y en e! Génesis bíblico.
La continuidad que existe entre la cosmogonía milesia y
!a cosmología evolucionista actual es una continuidad
"thematica" y no de contenido o de método. Así como
existe una ruptura paradigmática entre ambas perspecti-
vas, existe una no menos fuerte continuidad "thematica".
7. Para un examen sumamente rico en detalles e interpreta-
ciones del lento y irreversible giro que fue desde un
enfrentamiento con la naturaleza para arrancarle sus
secretos a principios de la modernidad, hasta llegar a una
comprensión más plena de la continuidad entre hombre y
naturaleza véase Keith Thomas Man and the natural
world. A history of the modern sensibility. New York:
Pantheon Books, 1983.
8. Para un panorama general sobre este período consúltense
Alberto Psala Isaac Newton. Scienza e filosofía. Torino
Einaudi, 1969; Thomas S.Kuhn The copernican revolu-
tion. Planetary astronomy in the development of western

35
thought. Harvard Uniyersity Press, 1957; John D. Bernal
La proyección del hombre. Historia de la física clásica.
Madrid: Siglo XX!, 1975.
9. Para una primera aproximación a la obra de este autor
consúltese la antología que se publicó con motivo del
quinto centenario de su nacimiento V.V,A.AA//cp/ás Co-
pemico 1473-1973. Buenos Aires, Siglo XXI, 1973.
10. La de la madurez es una metáfora orgánica peligrosa, si
la hay. Así como decimos que ciencia y progreso van dq
ía mano, asociamos madurez a inevitabiíidad en e! desa-
rrollo. Pero no hay ninguna ineviiabilidad en el desarrollo
de la ciencia occidental, ni en las innovaciones sociales o
tecnológicas que caracterizan nuestro presente, De lo que
no cabe duda es de que innovaciones, teorías y construc-
ciones sociotécnicas no emergen en el vacío ey existen
relaciones de coproducción significativas entre los miem-
bros de unas y otras series. La noción de "compuerta
evolutiva", algo así como "válvula de las venas, o crema-
lleras unidireccionales" del decurso evolutivo e histórico
hacen referencia a esta irreversibiíidad. Una vez que el
lenguaje articulado aparece es tan fuerte su ventaja
comparativa que ninguna otra especie podrá competir con
la humana. Pero el lenguaje humano no era inevitable,
como tampoco ¡o eran la ciencia, la democracia, o la fe.
11. En el universo recién descubierto un solo Belén apenas
parecía suficiente:"{...) ia iglesia vio el peligro desde lejos
y envió a Giordano Bruno, e! primer evangelista de la
infinidad de mundos a hacerle frente" (Lynn Whyíe Tecno-
logía medieval y cambio social. Buenos Aires: Paidos»
1973.). La historia de las turbias relaciones entre Iglesia
y Ciencia deberá reescribirse nuevamente. No es tan
cierto que la Iglesia se opuso sistemáticamente a todo
"progreso" científico —como quiere hacernos creer el
archipositivista Andrew D.Whiíe La lucha entre et dogma-
tismo y la ciencia en el seno de la cristiandad [1896],
México: Siglo XXI, 1972- ni tampoco lo es que los
científicos siempre estuvieron exentos de practicar Sos
cerrados dogmatismos que suelen achacarle a los hom-
bres de la Iglesia. Para reflexiones complementarias
acerca de la resistencia cognitiva de la inquisición a
aceptar la Nueva Ciencia y el Nuevo Método y sus formas
de combatirlos consultar: Cario Ginzburg El queso y los
gusanos. Madrid: Muchnik, 1982; Virgilio P.Crespo inqui-

36
[ sicJán y control ideológico en la España del siglo XVI.
I Madrid: Taurus, 1983; Ronaid H.Bainton Servet, ef hereje
I perseguido (1511-1553). Madrid: Taurus, 1973.
I 12. Los dos grandes temas de la sociología de la civilización
\n siendo: ¿por qué surgieron las ciudades-estado y
¡ no seguimos siendo tribus?, ¿por qué hubo indusírializa-
j ción y ciencia y no seguimos siendo campesinos y anal-
fabetós? Fenómenos de este alcance sólo pueden ser
descriptos de múltiples formas paralelas. Denominamos
complementar/edad de fas descripciones a la suma de
dichas interpretaciones. Así las cosas, es comprensible
qué sigan existiendo hipótesis contradictorias acerca de
los orígenes de fa ciencia moderna. En un eje que tiene por
extremos él continuismo y el discontinuismo más radica-
les, un extremo es ocupado por A.C.Crombie (1974) quien
sostiene que la ciencia moderna tiene su origen profundo
y su inspiración conceptual en el terreno medieval. Otros
historiadores igualmente iníernalistas de la ciencia sostie-
nen una posición diametralmente opuesta. Asi Alexandre
Koyré (1980) considera que la novedad de la combinación
"teoría -»- experimento" que encontramos en Galiieo y
Newton es irreductible a ¡a tradición medieval. Lo que
ambos autores comparten, empero, es su presunción de
que la revolución científica fue una revolución de estricto
corte intelectual. Oponiéndose a ambos, numerosos au-
tores de inspiración materialista ven la revolución cientí-
fica como la respuesta a ia modificaciones profundas en
la estructura económica y socíaf (Berna!, 1967).
13. En la Antigüedad, las categorías sociales superiores no
trabajaban y el trabajo en cuanto tal era considerado una
actividad despreciable, reservada a las clases bajas de la
población. A partir de los siglos V y VI a. de C., en los
circuios ideológicos de Grecia, nacieron "prejuicios" tales
como que los filósofos no debían preocuparse por los
bienes materiales y que la filosofía no debía interesarse
por los conocimientos que ayudan á acumular riqueza
—ideas que, bajo formas semejantes, se han mantenido
hasta hoy. Estos prejuicios se tradujeron en el desprecio
hacia las artes y oficios mecánicos, así como hacia las
personas cuyas ganancias provinieran de trabajos mate-
riales. Al desarrollarse la esclavitud, la población libre, en
proporciones cada vez mayores, se alejaba de la actividad
productiva. Para una introducción a la problemática del

37
so
saber/hacer en la Antigüedad consúltese Alvin Gouldner
Enter Plato. Classicai Greece and the orígins of social
theory. New York, Basic Books, 1965. La idea de que el
trabajo manual es degradante y el trabajo pagado humilla
a quien lo realiza, sobrevivió a la caída del mundo antiguo
y quedó viva a lo largo de toda la Edad Media. La contrarre-
forma empezó a revertir esta situación. La lectura de El
burgués de William Sombart (Madrid: Alianza, 1977) o La
teoría de la clase ociosa de Thornstein Veblen (México:
FCE, 1944), muestra cuan diferentes son las concepcio-
nes modernas del trabajo, el ocio, la utilidad y el lucro de
las antiguas y, consiguientemente, las diferencias nota-
bles que existen entre sus respectivos estilos cognitivos.
14. Uno de los grandes aportes de las ciencias sociales a
nuestra autocomprensión del presente fue la aparición de
nuevos enfoques historiográficos —derivados de la escue-
la francesa de Anales— hasta llegar a las monumentales
sumas acerca de la vida cotidiana en la historia coordina-
das por Georges Duby (ed.) Historia de la Vida Privada 10
t. Madrid: Alfaguara, 1991 y Georges Duby (ed.) Historia
de las mujeres 10 t. Madrid: Alfaguara, 1992
15. La novedad del método radica antes que en una innova-
ción absoluta salida de la nada, en la recombinación de
elementos fragmentariamente preexistentes (Stephen
Touimin & June Goodfield El descubrimiento del tiempo.
Buenos Aires: Raidos, 1968; Robert Blanché El método
experimental y la filosofía de la física. México FCE, 1972).
Debemos a los antropólogos cognitivos haber enunciado,
si no las explicaciones precisas que hicieron posible el
surgimiento de la nueva ciencia, al menos las condiciones
generales que permiten entrever la posibilidad de un
cambio en las ideas y los paradigmas:"(...) la sociedad no
es sencillamente un modelo que ha seguido el pensamien-
to clasificador; son las divisiones de la sociedad las que
han servido de modelo para el sistema de clasificación.
Las primeras categorías lógicas fueron categorías socia-
les; los primeros órdenes de objetos fueron órdenes de
seres humanos dentro de los cuales se integraban dichos
objetos. El núcleo del primer sistema natura! no es el
individuo, sino la sociedad" (Durkheím y Mauss, 1963:82).
16. Para un estudio acerca de la emergencia y desarrollo de
la probabilidad véase lan Hacking The emergence of
probabüiy. Cambridge University Press, 1975. Una pro-

38
fundización y actualización de esa perspectiva se encon-
trará en su trabajo más reciente La domesticación del
azar. La erosión del deíermínismo y el nacimiento de las
f ciencias del caos. Barcelona: Gedisa, 1991. Tanto Hac-
; king como Foucault, por caminos paralelos y convergen-
j tes, han contribuido más decisivamente al establecimien-
[ to de una biopoíítica: "(•••) ¡a biopolítica presenta el rasgo
I corriente de una carpeta de riesgo, esto es, que casi al
j mismo tiempo extremos opuestos se presentan como
| horrendos peligros (hoy es el invierno nuclear y el efecto
| de invernadero). El 'problema de la población' denota
| tanto la explosión demográfica de otros pueblos como la
{ tasa excesivamente baja de nacimientos de nuestro pro-
[ pió pueblo. Durante ei siglo XIX en Francia el propio pueblo
I eran los franceses y los otros eran los alemanes y los
í ingleses. En Prusia, los otros eran los judíos. Hoy los otros
!- son el tercer mundo. En la Inglaterra victoriana tardía, los
otros eran la clase trabajadora" (op.cit pp.46/7).
17. Para una muestra sumamente insuficiente pero impres-
cindible acerca del papel de lo cuantitativo en la formación
de nuestras categorías cognitivas y sociales consúltense,
entre otros: Cario Cipolla docks and culture 1300-1700.
New York: W.W.Norton, 1978; Witold Kuia Las medidas y
ios Hombres. México: Siglo XXI, 1980; Thomas Krump
Theanthmpologyofnumbers. Cambridge Universíty Press,
1992.
18. Demostrando el flujo y reflujo de las opiniones públicas
hoy la ciencia provoca desencanto y desilusión en vez de
la fascinación o simpatía que su exposición pública —en
ferias, teatros, salones de conferencia, véase Daniel
Raichvarg Science et spectacie París: Editions 4, 1993—
arrracaba a principios de siglo. Desde el refugio masivo en
el esoterismo hasta las críticas sociológicas y retóricas de
los poderes de la ciencia, son variados ios ángulos desde
los cuales esta práctica ve amenazada a fines del siglo XX
su monopolio cognitivo tan dificultosamente construido.
19. Consideremos, finalmente, para comprender la profunda
relación entre teoría y práctica, a uno de los personajes
más importantes de la revolución científica de! siglo XVII:
Gaíileo Galilei, quien culturalmente encarna con frecuen-
cia la ciencia como actividad teórica. En general se olvida
es que Gaíileo, además de profesor era ingeniero, y que
estaba estrechamente ligado a una tradición de prácticos.

39
No es casuai. además, que sus actividades se desarrolla-
ran en dos ciudades: Florencia y Venecia, que fueron
centros comerciales particularmente activos. El arribo de
Galileo a Venecia tiene una profunda significación histó-
rica: éf encarna ia necesidad de un huevo saber. Es muy
posible que lo que movió a los venecianos a contratar a
Galileo como profesor de matemáticas en Padua haya
sido su talento para los inventos. Galilea no sólo reconoció
su deuda con los técnicos, sino que patentó varios inven-
tos, por ejemplo un aparato para medir la expansión de los
líquidos, una balanza hídrostática para medir la densidad
de objetos preciosos y un instrumento de cálculo que
llamó compás militar. Por otra parte, en su obra científica
demostró un realismo que cabe legítimamente relacionar
con el realismo propio de la sociedad que fo rodeaba.
Incluso, en una de sus obras más importantes, Conside-
raciones y demostraciones matemáticas sobre dos nue-
vas ciencias, las intenciones prácticas son indisociabíés
de las discusiones teóricas. Galiieo es la coronación del
desarrollo de una nueva sociedad, de una época en que
se creía que el hombre podía actuar. La ciencia moderna,
en lugar de contemplar la naturaleza, intentó, y lo logró,
ser eficaz, transformándola en su beneficio. La ciencia
moderna, repitámoslo, es ía unión del cerebro con ías
manos, la alianza de la teoría con la práctica. Es el fruto
de una sociedad donde ios prácticos tomaron éí poder.
Galileo murió en 1642, año en el que nació Sir Isacc
Newton. Esta aparente coincidencia biográfica provee la
mas esplendorsa continuidad que pueda imaginarse entre
dos de los mas grandes titanes que ayudaron a forjar el
espíritu y ía letra de la ciencia moderna.
20. Curiosamente fue el mismo Newton el acuñadorde ía feliz
frase "es privilegio de la secta darle su nombre al error".
21. Para una exposición magistral de este proceso consúlte-
se Hya Prigogine & Isabeile Stenghers.La Nueva Alianza.
Metamorfosis de ¡a ciencia, Madrid, Alianza Universidad,
1983.
22. Es conocida la expresión de Albert Einstein Dios no Juega
a los dados con el universo. Para un excelente trabajo en
el cual se ponen de manifiesto ias muchas pieles y capas
que constituyen al científico —y al místico- consúltese "La
naturaleza de la realidad. Conversación entre Rabindra-
nath Tagore y ei profesor Albert Einstein, en la tarpe del

40
14 de julio de 1930, en la residencia del profesor en
Kapuíh" en ia cual Einstein termina auíorreveíándose más
religioso que ef propio Tagore.
23. El tiempo no existiría, e! conocimiento sería completo, no
quedaría lugar para e! azar. La euforia del poder de
predicción reinó en e! interior de esta fortaleza determinis-
ta que parecía haber pulverizado ef azar a golpes de
ecuaciones diferenciales. Eppur desarrollos más recien-
tes muestran hasta qué punto esta pretensión de exorcí-
sar el azar, cuaí retorno de lo reprimido, no habría de durar
eternamente, Véanse entre otros John Briggs & F.David
Peat Turbulentmlrror. An illustratedguide to chaos theory
and the scíence of whoieness. New York: Harper & Row,
1990 y James Gíeick Caos. La creación de una ciencia.
Barcelona: Seix Barra!, 1988. Estos temas serán retoma-
dos y ampliados en ei capítulo 8 cleí presente libro.
24. Existen toneladas de libros y colecciones íntegras de
revistas en los que estas cuestiones se analizan y discuten
con mayor vehemencia y meticulosidad que cualquier
resultado de un partido de fútbol o una elección política.
Para la formulación canónica de estos probiemas recúrra-
se a! archieSásico Karl Popper La lógica de la investigación
científica. Madrid: Tecnós, 1974 o Mario Bunge Epistemo-
logía. Curso de actualización, Barcelona: Seix Barra!,
1980. Una evaluación general de esta problemática desde
una óptica internalista se hallará en Frederick Suppe (ed.)
The structure of scie.ntif/c theor/es. University of Illinois
Press, 1979. Gran parte de ia discusión acerca de la
validación de teorías pasa por ia aceptación o no del
realismo y las ventajas/desventajas de ios enfoques
instrumentaiistas y/o constructivistas. Una evaluación de
estos temas se encontrará en James T.Cushing et ai
Science and reality. Recent work in the phiio$ophy of
science. University of Notre Dame Press, 1984 y en Paul
M.Churchland & Clifford A,Hooker (eds.) ímages ofscien-
ce. (Essays on realism and empiñcism. The universiíy of
Chicago Press, 1985
25. Consúltese ^i panorama brindado por Joseph Lesee
introducción histórica a ¡a filosofía de ¡a ciencia. Madrid:
Alianza, 1976.
26. Para una confrontación amena entre objetívistas y cons-
tructivistas consúltese el diálogo presentado en Larry
Laudan Science and relatívism, Some key contmversies

41
in thephilosophyofscience., Universityof Chicago Press,
1990.
26. Sobre la creatividad pueden consultarse: R.M.Roberts
Serendipíty. Accidenta! discoveríes in science. NY: John
Wiley ands Sons 1989; J.Diebold The innovators. The
discoveríes, inventions and breakthroughs of our time.
NY: Truman Talley, 1990; Roberí W.Wiesberg CreatMty.
Beyond the myth of genius. New York: W.H.Freeman,
1993.
27. Como e! criterio de validación de las explicaciones
científicas no implica ni requiere la suposición de un
mundo objetivo independiente de lo que eí observador
hace, las explicaciones científicas no caracterizan, deno-
tan ni revelan un mundo objetivo e independiente del
observador.
28. Darwin no siempre progresó regularmente hacia la teoría
definitiva, primero tuvo que abandonar y modificar sus
ideas inicíales. Además, estuvo fuertemente influido por
las ideas de otros. Darwin nació en 1809 y murió en 1882.
Durante su larga vida publicó muchos libros y artículos,
además de El origen de fas especies. Su abuelo, Erasmus,
fallecido antes de nacer Charles, había desarrollado una
teoría de ia evolución basada en la herencia de los
caracteres adquiridos. Independientemente de Darwin,
Jean Baptiste Lamarck propuso una teoría muy similar,
conocida hoy por evolución lamarckiana. Así, el problema
de la evolución !e resultaba familiar ai joven Darwin, ya que
no sólo su abuelo había escrito sobre el tema, sino que
probablemente los miembros de su familia lo trataron con
frecuencia. Para mas información: MichaelRuse. Thedar-
winian revolution. Science redin tooth andc/aw. University
of Chicago Press, 1979; M.T.Ghiselin El triunfo de Darwin.
Madrid: Cátedra, 1983: P.Bowler El eclipse del darwinis-
mo. Teorías evolucionistas antidarwínistas en las déca-
das en tomo a 1900. Barcelona: Labor, 1985. I
29. Para estudios detallados acerca de la psicología de la I
creatividad en el caso darwiniano véase Howard E.Gruber I
Darwin on man. A psychological study of scientific creati- j
vity. The University of Chicago Press. 1981. Parte de este |
trabajo se apoya en el estudio de trabajos pocos conocí- I
dos de Darwin contenidos en Metaphysics materíalísm & \ evo

42
Capítulo VHl
EL PARADIGMA POSNEWTONÍANO

Lo simple no es nunca sino ío simplificado.


Gastón Bachelard

1. Los mandamientos de la simplicidad

El mundo que nos rodea exhibe una gran diversidad fenomé-


¡- nica. Nuestros sentidos son bombardeados por una variada
¡ gama de estímulos que debemos organizar (distinguir, selec-
| cionar, codificar) con el fin de vivir y sobrevivir en un entorno
f pletórico de demandas y propuestas.
Para la ciencia clásica, tal "complejidad" era tan solo
aparente y los fenómenos, por más diversos que fueran,
i debían ser explicados a partir de algunos principios simples
y de leyes generales. De esta manera, se tenía la certidumbre
de que el universo funcionaba como una máquina de preci-
sión cuya realidad se volvía inteligible a partir de la
experimentación, la atribución causal y el descubrimiento de
las leyes naturales que regirían el orden de este gran reloj
universal.1
Cuando Galiíeo en sus obras afirma que ciertos procesos
pueden ser desprendidos de su conexión con la totalidad de
la naturaleza, para así ser definidos y desarrollados matemá-
ticamente, está manifestando esta actitud en cuanto a la
j cognoscibilidad de la naturaleza. De la misma forma Newton
; prescribió reglas para mostrar cómo lo que era apareníemen-
l te complejo era reductible a ío simple:

Regla primera: para explicarías cosas naturales, noadmitirmás


causas que las que son verdaderas y bastan para la explicación
de aquellos fenómenos. Dicen los físicos: la naturaleza no hace
nada en vano, y vano es ío que ocurre por efecto de mucho,
pudiendo realizarse con menos. La naturaleza es simple y no
prodiga las causas de las cosas. Regla segunda: por consi-
guiente, en cuanto sea posible, hay que adscribir !as mismas

119
causas a idénticos efectos. Verbigracia, a la respiración de ios I
hombres y de los animales, a la caída de las piedras en Europa f
y América, a ía reflexión de la iuz en !a tierra y en los planetas, I
Regla tercera: las propiedades de Tos cuerpos que no pueden i
ser aumentadas ni disminuidas deben ser tenidas por propieda- f
des de todos ioscuerpos. [C!t por Losee 19.J |

Durante casi dos sigíos estas normas sencillas y esqué- |


máticas rigieron el impensado de generaciones dé cíeníífi- ¡
eos. Tal edad gloriosa de ia ciencia está llegando en estos j
momento a su ífn.2 f

Cuestionando ia organización modernista


de la percepción

Vaie mas pasar por loco hablando de las cosas de


Dios, que pasar por sabio hablando de las cosas de I
este mundo |
Louis Caüiaux j
i
f
jí.

La creciente racionalización de ía vida moderna -como lo |


demostró eximia y desesperanzadamente Max Weber— está |
signada por la colonización creciente de iodos los espacios f
de la cotidianeidad por ía presencia avasalladora de la ciencia [
y ía tecnología. Convertida en un organizador perceptivo y ¡
productivo, el espacio/tiempo de la modernidad sucumbió a i
ios influjos modernizantes de \ ciencia,3 ;
E! bienestar material creciente, ía masticación del con- j
sumo, la hedonización de las necesidades, ios usos regular |
dores de la guerra, eíc,, se fueron entrelazando en forma |
subterránea -lo que no excluyó fases graves de conflictos—, ;
dando forma a un mundo progresivamente "gobernable", en j
el cual, aunque resultó imposible eliminar la alienación, fue al [
menos pensable pretender relegaría al desván de los falsos í
problemas,4 [
Las crisis (económica, política, social, de seguridad, etc.) j
deshicieron las seguridades tan laboriosamente conquista- |
das a lo largo de ios siglos anteriores. Las crisis no sólo \n la
mundo capitalista sino también, y rnuy especialmente, la
endeblez que se escondía detrás de fas pretensiosas afirma-
ciones vociferadas por una ciencia positivista, que se auto-
proclamaba omnipotente, objetiva y definitiva,5

120
Desde hace varias décadas, corriendo en paralelo con
múltiples dudas, experiencias de ío más variadas están
erosionando, progresiva e implacablemente, a su vez, las
nociones epistemológicas más preciadas heredadas del
siglo pasado -cuna de! proyecto científico moderno—, entre
ías cuales descuellan la objetividad, la neutralidad avalorati-
va, la causalidad linea!, ia verdad íranshisíónca, etcétera.
Sí aquí importa echar alguna luz sobre !a crisis episte-
mológica de ia imagen newíoniana de la ciencia es porque la
puesta en cuestión de estas categorías básales del pensa-
miento científico y de !a epistemología moderna es indi-
sociabíe de la crisis del proyecto de la modernidad.7
Este cuestsonamiento comenzó a evidenciarse en la física
de principios de siglo, cuando los esquemas racionales,
abstractos, rígidos y aníirrelacionales heredados del newto-
nianismo fueron corroídos sucesivamente por las revolucio-
nes relativista primero y por la cuántica poco después. Hasta
ese entonces todo evento físico individual debía subordinar-
se a las representaciones abstractas del espacto y el tiempo,
elementos constitutivos del sensorio divino mediante los
cuales el Señor-Arno disciplinaba la totalidad del universo
según su propio designio finalista. La razón clásica se
convirtió, así, dos veces en natural y absoluta:

Puesto que e!ía vaie en sí y por sí, sin referencia a nada externo,
discipíi-nando todos Jos fenómenos sin ser, a su vez, modificada
por ellos; porque expresa ia legalidad naturaí del pensamiento
y, al mismo tiempo, !a legalidad intrínseca a la naturaleza y al
universo. •[Gargani, 1933; 10.]

El principal motivo por el cual ia racionalidad clásica


asumió esta fisonomía autoritaria y monopóiica poco tenía
que ver con la verdad y mucho, en cambio, con una violenta
aspiración a crear un orden absoluto y definitivo de segu-
ridad. Esta estrategia pro-segL/r/daofconfiguró la racionalidad
humana, como una naturaleza tanto bajo la forma de leyes
naturales del pensamiento, cuanto como estructura objetiva
del mundo.
Se logró así fragmentar en mil pedazos la experiencia
humana, generándose una serie de oposiciones y dicoto-
mías entre las distintas partes de una totalidad indiferencia-
da. Emergieron de este modo las célebres bi-particiones de
la modernidad: pensamiento/mundo externo; mente/lengua-

121
V

L.
je; espacio/masa, entendidas como divisiones de lo real,
cuando no son sino ei producto de nuestra capacidad de
producir distinciones (Von Foerster, 1986).
Uno de los principales corolarios de este proyecto episte-
mológico fue la tendencia a obligar a que toda cognición
particular adquiriera su legitimidad a partir de su contribución
al "sistema de la ciencia". Para saber algo —sostenía eí
apotegma clásico hoy bajo ataque de Ja crítica posmodernis-
ta y posnewtoniana— había que saberlo todo.
Esta máxima adquiría fuerza de ley en aquellas áreas que
servían de sostén a todo el proyecto de la ciencia moderna:
especialmente la lógica y las matemáticas. Asi, el "principio
de completitud" de Frege, exigía que el área de un concepto
fuese rigurosamente delimitada, a través de definiciones
estrictas que albergaran sin excepción ios objetos matemá-
ticos dentro de categorías disjuntas.
Paralelamente, Georg Cantor dotó a los números na-
turales de una realidad y una legalidad mas poderosa que la
de los mismísimos objetos físicos con la sorprendente exi-
gencia de que el conjunto de los números enteros debía
existir como una totalidad infinita actual. Aliado al programa
logicista, Dedekind, mientras tanto, definiría al álgebra, el
análisis y la aritmética como partes de la lógica obedientes a
las puras leyes del pensamiento. |
Todos esos desarrollos convergerían en el realismo lógico I
de un Gotlob Frege y un Bertrand Russell, quienes no |
temieron sostener que ei matemático crea la teoría materna- f
tica en tan escasa medida como el geógrafo crea los mares,
Se tratara de las proposiciones indistinguibles del mobiliario
en un George Moore, o de la subsistencia objetiva de las
constantes lógicas, las clases y las funciones preposiciona-
les en el primer Russell, en esta apoteosis realista de |
principios del siglo xx, asistimos a una concepción según la í
cual la conducta intelectual solo debe expíicitar un orden j
preconstituido en algún mundo platónico de las ideas, siendo [
e! lugar privilegiado donde ejercer esta actitud contemplativa ¡
el mundo matemático . |.
Para ser trazada la línea recta, de algún modo ya debía ¿
estar trazada. Resumido de un plumazo el "drama religioso" (
del pensamiento moderno consistió precisamente en haber i
encamado ios instrumentos cognitivos, lingüísticos, lógicos \ ma

cesos. Sus principales mentores serían los predicadores de

122

>,
í
una verdad que traduce un mundo en proposiciones, en el
cuaf todo esta lógicamente decidido y nada, o casi nada, se
deja a ios procesos constructivos del saber. Lo que primero
hará agua en el casco de las matemáticas, terminará de
hundir el barco de ios fundamentos en e! campo de la física.
A principios del siglo xx, ia teoría de la relatividad puso en
crisis el modelo clásico de !a racionalidad científica al definir
las nociones de tiempo, espacio, velocidad, longitud, en
relación con los sistemas físicos locales de referencia. Las
representaciones relativistas de las propiedades mecánicas
de los cuerpos en relación con los sistemas de referencia
refutaron el esquema clásico de la simultaneidad universal de
los eventos definidos respecto de un sistema de referencia
absoluto y privilegiado?
La teoría relativista fijó así una nueva forma de ra-
cionalidad, definiendo toda noción dentro de una red de
relaciones físicas y no —como sucedía en la física clásica—
sobre la base de una metanorma lógica. Desde ei punto de
vista filosófico, la teoría relativista privó a! espacio de la física
clásica de su carácter divino.
A través de sucesivas acotaciones, ai prolíferar los con-
traejemplos que desdijeron verdades inmutables y eternas,
con el implacable acoso al determinismo, el acontecimiento
indeterminado y s/r?gu/arhízo su reaparición como organiza-
dor central del saber posmodernista y posnewtoniano.10
La desabsolutización de las categorías epistemológicas
del programa posnewtoniano implicó simultáneamente, el
retorno de la historia, la imprevisibiüdad, e! indeterminismo,
la subjetividad, etc., en su doble dimensión tanto de objetos
de análisis como de enfoques.
El abandono de las categorías absolutas, a la vez que
reveló la imposibilidad de la racionalidad discreta de cubrir
exhaustivamente el espacio social, implicó romper con la
presencia sorda del siglo xvm en nuestro pensamiento.11
La crisis de la ciencia dio por tierra con el último baluarte
de ia seguridad. Ya no quedan lugares privilegiados a priori
a partir de los cuales re-construir el mundo. Los intentos
carnapiano o russeliano de situar ese origen incuestionable
en la lógica, en los enunciados observacionales puros o en
los qualias de la sensibilidad no tuvieron mejorfortuna que los
experimentados en los siglos anteriores por las formas de la
intuición o las categorías del entendimiento.

123
Los ¡imites de ¡a concepción newtoniana
de ¡a ciencia
Una idea entera se cambia porque una palabra se
trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una
reinita adentro de una frase que no la esperaba y que
laobedectó.
Pablo Neruda, La palabra

A partir de !a crisis de la concepción normativa y legislativa de


la ciencia clásica -con la consiguiente reapropíación y reva-
lorización del rol del observador™,t2 ya no estamos reducidos
a optar entre una ciencia que vuelve aí hombre un extraño en
un mundo desencantado, y una anticrencia irracional é
impotente. <
La ciencia de las últimas décadas ya no es la misma que 4

!a ciencia clásica. El tiempo asociado a la evolución biológica


o ai de las sociedades no es el mismo que eí que describía f *
el movimiento de ios planetas o eí péndulo ideal. Estarnos en • • c
la actualidad en un punto de convergencia de las tentativas f *
de abandonar el mito newtoniano, sin por ello renunciar a [ £
comprender ia naturaleza. En vez de exorcizar el misterio f £
porque somos incapaces de comprenderlo, ahora empeza- \s a esta
Predecir cuáles serán los próximos pasos que daremos, f €
adoptar un proyecto de vida para evitar la intemperie del | c
futuro, organizamos una rutina a fin de evitar los "imprevís- i £
ios", planificar una política pública para combatir lo inespera- [ c
do: he aquí aigunas de las modalidades utilizadas por los I c
hombres siguiendo e! modelo déla ciencia clásica para evitar * fc
ios efectos angustiantes de ío desconocido y lo azaroso. {
En la modernidad, ei conocimiento científico ha sido *
encargado no sólo de explicar el estado de las cosas y de ; r
aislar las supuestas causas que provocaron tai o cual fenó- f *(
meno, sino también e! garante de pronosticar dadas ciertas I &
condiciones cuáles habrían de ser ios efectos subsiguientes, | e
el próximo estado de ánimo, ía fecha de una próxima f n
revolución, etcétera. f
Sin embargo, ya desde .fines del siglo x¡x, ia ciencia se ha |
visto obligada a buscar refugio en explicaciones probabais- J
ticas, a tomar en cuenta el rol creador deí azar, haciendo de
la predicción una actividad científica que ya ño puede cobi-
jarse bajo marcos teóricos deíermsm'sticos, motores de la |
historia.

124
La capacidad de predicción—consubstancial con ía ciencia
clásica— exige orden y estabilidad, pero nuestras sociedades
modernas y posrnodernas sólo conocen Sa experiencia del
desorden cotidiano: por lo tanto sóío metodologías científicas
que incorporen en su sistema explicativo elementos aleato-
rios pueden tener alguna capacidad de anticipación.14
La ciencia clásica se instaló en torno a la idea de que la
complejidad deí mundo era aparente y de que los fenómenos
podían (y debían) ser resueltos en términos de principios
simples y leyes generales, Así la complejidad era la apa-
riencia, mientras que la simplicidad era la naturaleza misma
de lo real. Denornirnarnos "paradigma de simplicidad" a esta
i particular visión del mundo en la cual una operatoria basada,
i fundamentalmente, en los principios de reducción y disyun-
Í ción funciona como garantía de inteligibilidad de la naturale-
¡ za,
; La disyunción consiste en el divorcio sistemático entre el
sujeto observador y e! objeto obsen/ado, y en la separación
de dicho objeto de su entorno/contexto, en donde fue cons-
tituido como tal, en su interacción con ios demás elementos
4 del sistema global -ya sea éste físico, biológico, antropoló-
gico o social.
Cuando en la primera parte de este libro distinguíamos
formas, objetos, seres, de un fondo, no hablábamos de poner
en disyunción, es decir, de separar, cortar y aislar ai objeto
de su entorno y de su observador, conceptualizante. Operan-
; do de esta forma se habrían ocultado las interacciones
;. organizadoras de los elementos constituyentes de una uní-
i dad, aunque se facilitara e! conocimiento simple y mensura-
í ble de ía composición de! objeto en cuestión.
; Eí pensamiento reductor, por su parte, concede estatusde
'j "verdadera realidad" no a las totalidades sino a las medidas,
I no a ios seres y a lo que existe sino a ios enunciados
1 fprmaíizables y matematizables. Los fenómenos se reducen
\ sus elementos constituyentes más simples, permitiendo,
j entonces, ia medición, clasificación y cuantificación de la
\a y la sociedad.15

125
2, Camino del paradigma de complejidad

Yo no sabía que iba a tener que construir un reino


entero. Partí con la necesidad de coleccionar pala-
bras de papá en un lugar seguro. Las fui trasladando
al dormitorio que iba construyendo en mi interior...
Algunos hijos le construyen a su padre una tumba. Yo
le construí un palacio para alojarle las sombras
sonoras de sus manos a medida que me las ofrecía.
Ariel Dorfman, Máscaras

A partir de múltiples desarrollos que incluyen, entre otros, a


la teoría de la relatividad, la termodinámica, la cibernética,
etc., se está revolucionando la visión del universo y de
nosotros mismos, y estamos asistiendo, a Ja emergencia de
un paradigma posnewtoniano, un paradigma de complejidad.

El advenimiento de la termodinámica

La termodinámica conceptualizó ei concepto de irreversibüi-


daddel tiempo postulando una dirección bien definida en ei
comportamiento de los sistemas. La nueva ciencia fue
aceptada al principio dentro de la familia de la física como un
ente extraño y molesto, pero en el curso de los últimos cien
años el concepto de tiempo ha ingresado progresivamente
en numerosas disciplinas.16
Hoy los modelos termodinámicos se han convertido en
insumos estratégicos para la comprensión general del cam-
bio. La biología ha sido su área de mayor incidencia. Ello se
debe a que si bien, por un lado, los sistemas vivientes son los \e para

jidad en todos sus niveles organizacionaies, por el otro, el [


carácter irreversible del tiempo es también ío que más los (
afecta. |
Entender la posibilidad de lo viviente en un universo cuyas \s tiend

destruirlo, se convirtió en el gran enigma del siglo xx. Resol- [•


verlo llevaría a replantear no sólo la sistematización del |
sistema del conocimiento sino también las propias bases que [
lo hicieron posible y los horizontes de reflexión a partir de los [
cuales cuatrocientos años de determinismo, de hegemonía ¡

126
de ía tísica» de omnipotencia de un estilo cognitivo y de reduc-
ción de los esquemas interpretativos a los existentes en la fí-
sica, habrían de experimentar profundos cuestionamientos.
La termodinámica confrontó el problema de la lógica de lo
viviente17 desde sus propios cimientos a partir de los dos
principios fundamentales que rigen el conjunto de las trans-
í formaciones físico-químicas en el seno de los sistemas
observables.
El primer principio afirma la conservación de la energía
total de un sistema en el transcurso de las transformaciones.
Un sencillo ejemplo ilustra esta afirmación: el trabajo que
mueve a un automóvil más las pérdidas —en forma de calor
por ejemplo— equivalen a la energía química de la combustión
de la nafta liberada en el interior de los cilindros del motor.
El segundo principio, en su versión original, describe la
evolución de un sistema aislado —que no intercambia materia
ni energía con el exterior. Existe una magnitud llamada
• entropía, que sólo puede crecer durante el desarrollo de
cualquier transformación de energía de modo tal que, trans-
{ currido un tiempo suficientemente largo, alcanza un valor
!. máximo que caracteriza el estado final de equilibrio termodi-
S námico.
¡ La entropía es la cantidad termodinámica que mide el nivel
de degradación de la energía en un sistema. Según el
segundo principio, todo fenómeno está acompañado nece-
I sanamente de un aumento de entropía en el seno del sistema
I que lo rodea. El segundo principio se convierte así en una ley
; de desorganización progresiva y los sistemas que la obede-
, cen no pueden regresar a su estado inicial.18
i Tomemos una escultura griega y dinamitémosla. Cuando
i el polvo y los gases se disipen, descubriremos sin sorpresa
I unos pedruzcos apenas reconocibles. Obviamente se trata
5' de la misma materia que antes veíamos organizada bajo la
£ forma estatua, pero desorganizada ahora de un modo muy
[ distinto al orden anterior. Sometamos a continuación a los
j escombros a idéntica prueba. Ver reaparecer la estatua del
[ polvo de la segunda explosión nos dejaría atónitos. Hay ante
| nosotros, en cambio, unos cascotes aun mas pequeños y
í: deformados. La desorganización ha seguido su curso. El
[,. proceso es irreversible. Por más que hagamos explotar los
|; cascotes una y otra vez es imposible volver a reconstituir la
|í. estatua inicial —el proceso va desde el orden hacia el caos y
no a! revés.

127

8}
De la complejidad física
a ¡a complejidad organtéacionaf

Los detalles surgen con más claridad a medida que


se vueh/e a trazar !a curva fracta!, dijo ian Malcorn,
Michae! Crichíon, Parque Jurásico

A pesar del naturalismo con que el razonamiento se viste


para pensar las relaciones causales, comprensibles bajo ía
forma canónica de un antes que siempre precede a un
después, lo cierto es que en eí territorio biológico —y mucho
mas aun en eí psico-social— la dirección de ia flecha del
tiempo aparece, a menudo, "indebidamente" invertida. En
este terreno eí caos puede llegar a ser organizador.19
El desarrollo embrionario, ia maduración orgánica, la
evolución de las especies y el aprendizaje no-dirigido, son
ejemplos de procesos cuya dinámica parecería estar te/eco-
mandada por un estado final, que no existe hasta tanto no
se liega a él, y que debería -de acuerdo con los preceptos de
la causalidad atemporal— estar desprovisto de toda capaci-
dad de atracción.
Historiadores y psicólogos se enfrentan con situaciones
similares: ¿o acaso la decisión crucial de un gran hombre o
el acontecimiento que marca el p»jnío de inflexión en donde
ia historia se parte en dos, no se vuelven inteligibles sólo a
posterior/, cuando lo que importa ya ha quedado atrás.
después de que eí acto/síntoma o la crisis han arrasado, sin
que fuera previsible o advertibJe que ello debería suceder, la
estructura anterior? Nuevamente, donde debería haber un
orden preexistente nos encontramos con nuevas formas de
orden impuestas por un observador.
Yendo en contra de la preceptiva termodinámica, acepta-
mos la inversión de la flecha del tiempo. Esto no significa
violar las leyes de ia física sino complementarlas. Para ello
hay que hacer una importante distinción. Esta inversión se
puede decir a! menos de dos modos muy distintos, para lo
cual sirve de excelente ejemplo la contrastación entre el
aprendizaje animal y el humano. Los casos en ios que el
animal "aprende" y aquel en e! que e! chico aprende, signados
ambos por la inversión de la flecha del tiempo y por una
supuesta contradicción de los preceptos termodinámicas
son harto distintos.
En el primer caso, el entrenador aprenderé menos estu-

128

r
t
diando eí estado final -e! hábito inducido— del cual conoce
desde eí comienzo todos los pasos que lo han inducido, que
analizando las dudas, ios atajos y las variaciones seguidas
por el anima! a fin de incorporar un nuevo comportamiento
experimental.
Muy otro es e\o de! aprendizaje humano, porque aquí
—sin descartar la existencia de una interacción o acople con
el medio— lo aprendido no es mera ingestión de una forma
presente de antemano en el entorno, sino que resulta de una
interacción productora de novedad y de diferenciación y, por
eíío mismo, imprevisible hasta para el mismo entrenador.^0
Salvo el envejecimiento y ía muerte, que son absoluta-
mente irreversibles, numerosos fenómenos biológicos pre-
sentan características análogas a las del aprendizaje huma-
no testimoniando, al ojo y a Ía mente advertidos» el adveni-
miento de una propiedad inapresabie dentro del paradigma
de simplicidad: la complejidad.2^
La supuesta antinomia leyes de la física vs leyes de la
biología, ía complementariedad de los rasgos de libertad y de
autonomía que caracterizan lo viviente pueden entenderse a
partir de esta redefinición de la complejidad aportada por el
nuevo paradigma.
La termodinámica de los procesos irreversibles prueba
que, bajo ciertas condiciones, y sin violar la ley de hierro de
Garnot-Kelvsn-Cíausius, la materia puede autoorganizarse
produciendo estructuras dotadas de una aparente finalidad,
de complejidad creciente.
La termodinámica de los procesos irreversibles analiza los
sistemas vivientes como estructuras estables alejadas del
equilibrio. Cuando los sistemas se alejan mucho del equilibrio
abandonan el régimen linea! -continuo y estable- para entrar
en un régimen no-ünea!. En éste aparecen discontinuidades
e inestabiiidaes: el estado estacionario compatible con las
condiciones que impone el ambiente ya no es único y las
fluctuaciones espontáneas, que antes volvían el sistema a
nuevos estados estables, ei no-equílibrio, se convierte en
fuente de orden.

K
b.

fr 129

8%
Emergencia
de las transdisciplinas

Se mueve gente extraña, hoy, en e! mundo de la


cultura. Gente que no cree realizar delitos de lesa
majestad al preguntarse si, por casualidad, hubiese
; alguna relación entre e! más reciente descubrimiento
; científico concerniente a la fibrilación cardíaca y un
telefilm americano. Gente que imagina la existencia
de curiosas relaciones entre una sofisticada novela
de vanguardia y un vulgar tebeo para muchachos,
gente que entrevé cruces entre una futurista hipóte-
sis matemática y los personajes de un film popular.
Ornar Calabrese, La Era Neobarroca

Alrededor de 1930 emerge la problemática posnewtoniana,


trandisciplinaria y procomplejidad al surgir desarrollos con-
vergentes, que van a permitir analizar la organización de los
sistemas complejos, tanto biológicos como sociales. Es el
momento de advenimiento de la Teoría General de los
Sistemas (TGS), que intenta dar cuenta de los sistemas
biológicos sin caer en las posturas mecanicistas y vitaiistas
dominantes.
Ludwig von Bertalanffy (1901-1972), iniciador de los
desarrollos en !a TGS, se dio cuenta de que la organización
de los sistemas vivientes podía ser simiiar a dar cuenta de!
surgimiento de otros tipos de organizaciones complejas para
los cuales seguramente existirían modelos generales de
organización.22
La idea de sistema no es nueva. Desde hace mucho
sabemos que las interacciones entre el Sol y sus planetas
forman un sistema, es decir un conjunto organizado. La idea
de organización tampoco es novedosa ya que estuvo desde
el siglo xvni en el corazón de la problemática de la biología, que
distinguía lo orgánico de lo inorgánico, y en el siglo xix,
consideraba ai cuerpo en tanto que organismo. La novedad
aportada por la teorización sistémica es la consideración de
la organización en cuanto tal.
La complejidad sistémica se pone de manifiesto en el
hecho de que e! todo posee cualidades y propiedades que no
se pueden encontraren las partes tomadas aisladamente, e
inversamente, en e! hecho de que las partes poseen cualida-
des y propiedades que desaparecen bajo el efecto de las

130
constricciones organizacionales del sistema. Un todo organi-
zado dispone de propiedades que no existen en las partes
que lo componen. Se trata de propiedades emergentes que
poseen la importante propiedad de poder retroactuar sobre
sus propias condiciones de formación.23
Otro organizador conceptual que ha contribuido a dar
jerarquía explicativa a la teoría general de los sistemas ha
sido la noción de sistema abierto. Es decir de sistemas que
interaccambian materia, energía —y eventualmente— infor-
mación con el universo exterior, o sea que se alimentan de
i materia y energía.
I Todo sistema que trabaja, en virtud del segundo principio
j de la termodinámica, tiende a disipar su energía, a degradar
[ sus constituyentes, a desintegrar su organización y, por lo
| tanto, a autodestruirse. Para preservar su vida es necesario,
f pues, que pueda alimentarse, regenerarse, etc., extrayendo
'. del exterior la materia/energía que necesita.
De este modo, vivir es a la vez sufrir la degradación
¡ ininterrumpida de las moléculas de nuestras células, de las
: células de nuestro organismo, para lo cual debemos producir
| una regeneración/reproducción ininterrumpida. Un sistema
[ abierto es un sistema que alimenta su autonomía, pero
i reforzando su dependencia del medio exterior. Contraria-
[ mente a la oposición simplificadora entre una autonomía sin
!' dependencia y un deterninismo dependendiente sin autono-
l- rnía, solo se puede concebir la noción de autonomía en
i relación a la idea de dependencia.
:; Así como la TGS surgió desde la biología, la Cibernética
| se desarrolló alrededor de los años 1940 para dar respuesta
| a demandas e interrogantes de naturaleza ingenieril. Norbert
| Wiener (1894-1964), el fundador de la disciplina, publicó su
I obra seminal Cibernética o acerca del control y la co-
l municación en el hombre y el anima! en 1948. Su punto de
i partida fue el desarrollo de misiles Tierra-aire a los que quería
f dotar de finalidad.24
I Para la máquina cibernética lo importante no es tanto el
i balance energético como la función de la máquina y su
*: finalidad. Uno de los grandes logros de la cibernética fue
I definir la búsqueda de un objetivo dentro de una relación
| causal —si bien se trataba de una causalidad circular— y en la
cuaí el objetivo surge como consecuencia de la organización
del sistema. De este forma se produjo el pasaje de la
teleología a la teleonomía, es decir se pudo plantear que los

131

..(W«
fe.:
objetivos no son consecuencia de ía existencia de causas
finales, sino que la organización particular del sistema opera
en función del logro de ciertos objetivos.
La retroalimentaciónes un concepto central dé la ciberné-
tica, y su acuñación produce una revolución conceptual que
rompe con la causalidad lineal, haciendo posible ía paradoja
de un sistema causal cuyo efecto repercute en la causa
modificándola. Aparece así la noción de lazo o bucie causal
(feedback}.
Un ejemplo de lazo causal simple tiene lugar cuando el
efecto del aumento de temperatura en la habitación, produ-
cido por la caldera, determina a través del termostato, que la
calefacción se apague. En semejante sistema, la retroacción
reguladora produce la autonomía térmica del conjunto calen- i,
tado, en relación con las variantes externas de la temperatu- }
ra. En este ejemplo aparecen ios dos conceptos claves de la
cibernética: retroacción y comunicación.
La máquina cibernética es una máquina que reélabora la
información. De aquí la importancia que tuvo la cibernética en
relación con lo social: por una parte permito la utilización de
máquinas haciendo posible una segunda revolución industrial
que amplificó las capacidades inteligentes y de dirección de
procesos, así como la primera revolución industrial amplificó
la fuerza física de! hombre.25
Por otra parte, la cibernética brindó elementos conceptua-
les para entender la sociedad en su conjunto corno una orga-
nización donde la comunicación juega un rol fundamental:

La existencia de la ciencia social se basa en ia capacidad dé


tratar un grupo social como una organización y no como una
aglomeración. La comunicación es el cemento que forma las
organizaciones. [Wiener, 1988.]

Habiendo convertido al comportamiento animal en un subca-


pííulo de la teoría de las máquinas, los científicos quisieron
generalizar aun mas sus metáforas. Ese paso, que no tardó
en darse, consistió en adscribirá los órdenes supuestamente
finalistas de la naturaleza, una sintaxis igualmente finalista,
dando lugar a las máquinas naturales, al convertir ai DNA en
el equivalente del programa de una computadora.
A partir de los desarrollos de la termodinámica, la TGS y
la cibernética se abren nuevas posibilidades conceptuales. Él
enirecruzamionto de la física y ja biología permite dar

132
; fundamento para la idea de autonomía. Por fin comenzamos
í a aceptar que ef hombre es un ser a la vez físico, biológico,
cultura! y psíquico.
Para realizar esta torsión teórica necesitábamos invocar
\s principios epistemológicos inexistentes en la ciencia
clásica. Hubo que recurrir pues a:
i

! * un principio de complejidad física que concibe las


[ relaciones dialógicas de orden, desorden y organización;
I * un principio de complejidad organizada para comprender
j. qué es la emergencia, qué es la retroacción, qué es la
' recursión
í «un principio de complejidad lógica que concibe el vínculo
í entre autonomía y dependencia.
f
i Al mismo tiempo necesitamos un "nuevo método" adecúa-
I do a esta nueva práctica de la ciencia. Un método simplifica-
¡ dor sólo puede concebir causalidades exteriores, es incapaz
da aprehender una causalidad interior, pone en disyunción lo
físico y lo biológico de lo antropológico, reduce lo complejo a
lo simple; no puede concebir la organización y mucho menos
la autoorganización.

orden a la organización
¿Cuál es ía estructura que une al cangrejo con la
langosta, y a !a orquídea con la primavera? ¿Y qué es
ío que une a los cuatro conmigo? ¿Y a mi con
ustedes?¿Y a nosotros seis con la ameba, por un
lado, y con el esquizofrénico internado, por el otro?
Gregory Baíeson, Espíritu y Naturaleza

idea de orden remite a ios conceptos de estabilidad,


constancia, regularidad, repetición. La diversidad de los
í'
r hechos puede simplificarse hasta encontrar estas ideas.
Situando la organización como columna vertebral de toda
teoría sobre los objetos y los seres, e! paradigma de !a
complejidad muestra la imposibilidad de aisiar las unidades
simples en ia base del universo físico.
Necesitamos pues un principio de inteligibilidad que vincu-
le el conocimiento de los elementos o partes de los conjuntos
o sistemas. Tomar como eje analítico y conductor ia organi-

133
zación, la eliminación de la contradicción, lo dinámico o el
cambio, como hacía el paradigma newtoniano, se vuelve un
error metódico. Todos ios sistemas -en particular ios vivien-
tes— se aumentan de sus propias tensiones y antagonismos.
El concepto de organización es impensable fuera de la
diaiógica orden/desorden, es decir ia complejización de la
idea de orden. La idea enriquecida de orden requiere dialogar
con ia idea de desorden, o sea con ias agitaciones, ías
dispersiones, Jas colisiones.26
Las irregularidades y ias inestabilidades que la ciencia
clásica pretendía hacer desaparecer en su afán matematiza-
dor reaparecen en esta reconcepiualización. Las perturba-
ciones, los choques, los encuentros aleatorios, ios acciden-
tes, los ruidos y ios errores se vuelven de este modo objeto
y sujeto de análisis.
Sin embargo, el desorden no solo se opone al orden, sino
que coopera con él en la construcción de ia organización. El
proceso de desorganización participa así del proceso de
reorganización. El sistema sobrevive en un constante movi-
miento de desorganización y reorganización.
El desorden opera en dos dimensiones concurrentes: (a)
coopera con el orden en la construcción del sistema organi-
zado; (b) amenaza ia estabilidad del sistema. Así, por un lado,
ios elementos de desorganización participan de la organiza-
ción. Es por ello que para que haya comunicación es impres-
cindible que haya ruido, y que para que haya generación es
imprescindible que haya corrupción. Por otra parte, ios
fenómenos desorganizadores se convierten en fuerza de
cambio de un sistema a otro más complejo.
La creación de novedad resulta de ia relación devenida
caótica entre orden/desorden. El paradigma complejo se
vislumbra, entonces, como un paradigma intrínsecamente
cambiable, un sistema en permanente mutación, un eterno
viaje hacia ninguna parte y hacia todas al mismo tiempo. |
r

134
t La incorporación del azar
l Cuando Juan regresaba a su lecho
| no sabía, oh alma querida
I que en la noche lluviosa y sin techo
| ío esperaba el amor de su vida,
I y las causas lo fueron cercando,
t cotidianas, invisibles,
! y el azar se le iba enredando,
I poderoso, invencible.
¡ Silvio Rodríguez, Causas y azares
i

I Para la ciencia clásica, la existencia de fenómenos azarosos


[ estaba íntimamente ligada al desconocimiento del observa-
dor. Si algo no encajaba correctamente, era simplemente
porque el sujeto observante ignoraba las relaciones efectivas
y ocultas que habían producido el fenómeno.
Si en algúnn momento hipotético desapareciese toda
ignorancia sobre la naturaleza y el cosmos, se vería que
ambos son una gran máquina en la que cada engranaje
funciona con reglas lineales sin que se produzca ningún
evento aleatorio. El paradigma de complejidad introduce los
fenómenos desorganizadores (azarosos) como co-constitu-
yentes de la organización.
I Lo relevante no es si el universo está ordenado o desorde-
I nado, sino los grados decerteza (los tipos de teorías) con que
! distinguimos al universo. Así, para el nuevo paradigma no
I existe lugar donde no haya desorden y azar. El desorden está
f en la energía, en el tejido subatómico del universo. El azar es
I, inseparable de la evolución de nuestro universo:

I las propiedades que se creía que formaban parte de las cosas


^ se revelan ser propiedades del observador. Tómese como
k' ejemplo los parecidos semánticos del desorden:,el rumor, la
*: jmprevisibiiidad,elazar,Olosdelorden: laleyjaprevisibilidad,
la necesidad. Los segundos términos de ambas tríadas, el azar
y la necesidad, estuvieron asociados hasta tiempos recientes
con los modos de operar de la naturaleza. Pero, desde un punto
de vista constructivista, la necesidad deriva de la capacidad de
|; hacer deducciones infalibles, mientras que el azar deriva de la
incapacidad de hacer inducciones infalibles. O sea: el azar y la
necesidad reflejan algunas de nuestras capacidades e incapa-
cidades, y no las de la naturaleza. [Von Foerster, 1984.]
kV

El paradigma de la complejidad no busca expulsar lo azaroso,

135
sino que. mas bien, intenta incoporario como elemento
creativo. Incorporar lo azaroso implica, también, dejar de
lado la idea de un sujeto de conocimiento capaz c|e conocer
y manipular todo, Lo azaroso forma parte de una dimensión
subjetiva que es impredecible o relativamente indetermina-
ble.
El universo no puede ser racionalizado totalmente: hay
algo que es irraeiqnalizable. Pero ¿qué es la racionalidad? Es
lo contrario de Ja racionalización, aunque proceda de la
misma fuente: es el diálogo con lo irracionalizado, incluso con
lo irracionalizable.27
El azar convive, en lucha permanente, con la necesidad,
El azar construye. Con la aceptación del paradigma de la
complejidad, la inventiva, ía creatividad, la libertad dejan de
estar excluidas del campo de la ciencia. Ahora eí corazón
misterioso de la vida, la creación, la libertad, se halla en el en-
cuentro entre el principio organizacionafy e! evinió aleatorio.

De la causalidad lineal a la causalidad g/rcu/ar

La repetición de estas líneas aporta oro;


Ei cerco de este círculo en el sueío
trae remolinos de viento, tempestades, trueno y
centella.
Marlowe. £-7 doctor F&ustQ

Para Ja ciencia clásica todo fenómeno que existe en el tiempo


presente es el resultado de algún fenómeno dei pasado, A0í,
todo efecto es el resultado de una causa que lo precede. La
causalidad es entonces un proceso linea!. A cada efecto íe
corresponde una única causa-. I
En el paradigma de ia complejidad, en donde todos los
elementos iníeractúan desorganizando- y reorganizando aJ
sistema al mismo tiempo, desaparece la certidumbre en una
causalidad lineal y es reemplazada por una causalidad
circular en la que tanto la causa precede al efecto corno el
efecto a la causa. Es decir: los efectos retroaíímentan a su
misma causalidad meíarnorfoseándose asi en causa de ai
mismos
Las posibilidades do explicación a partir.de una causalidad
compleja y circular, pueden potenciarse a partir de los
siguientes apotegmas:

136
— las mismas causas puoden conducir a efectos diferentes
y/o divergentes;
— causas diferentes pueden producir sos mismos efectos;
~~ pequeñas causas pueden acarrear efectos muy grandes
y viceversa;
—• algunas causas son seguidas de efectos contrarios
(causalidad invertida);
— ios efectos de causas antagonistas son inciertos.

Esta reiativizacíón y compfejlzación de la relación causal


reíativiza y compiejiza todos los determinismos. Es cuestio-
nada asimismo, entonces, la certeza de que ios fenómenos
en e! presente van a producir fenómenos en el futuro, y de que
ésos fenómenos se pueden prever.

Hacía una filosofía posnewtoniana

I El individuo que difiere de sus pares


que perturba o escandaliza a su larniüa o sociedad
sueie ser calificado de insano, acusado de enferme-
dad mentai y perseguido como enfermo.
Este acto de psiquiatría llena necesidades importan-
tes.
JuanGelman, Relaciones

Dentro del universo newtoniano, las filosofías cartesiana y


kantiana alcanzaban y sobraban para legitimar conceptual-
mente lo que tenía derecho propio dentro de los continentes
de la mecánica, ía óptica o la dinámica. Las aperturas
realizadas en la termodinámica, la auíoorganización, etc.
obligan, por su parte, a repensar no sólo la función y la
naturaleza, sino el mismo sentido de la actividad filosófica.2"
La novedad relativa de ios planteos teóricos actuales
resalía en su confrontación con las concepciones epistemo-
lógicas tradicionales, correlativas de la ciencia clásica. Desde
hace ya mas de un cuarto de siglo el pensamiento filosófico
y epistemológico se debate ante una alternativa difícil y
dolorosa: o bien se subordina a ios resultados obtenidos en
un dominio restringido del conocimiento, dentro deí cuai sólo
son válidos los preceptos epistemológicos extrapolados a
partir de los resultados de la física, con lo cual se aseguran
el determinismo, la causalidad y la predictibilidad» dejándose
a un lado Sa novedad, la variedad, ía invención, el desorden.

137
o bien se revisa ia relación ambigua que existe entre ciencia
y epistemología general, ampiiandose el dominio de ios
"observables", incluyendo a muchos de ios "incognoscibles"
mencionados en el párrafo anterior, pero perdiendo al mismo
tiempo la certeza y ia seguridad.23
La crisis de la epistemología normativa tradicional —epíto-
mizada en el popperianismo y sus revisiones— es un síntoma
del derrumbe de la concepción estática, ahistórica y fosiliza-
da de Ja razón. Una epistemología acorde con los desarrollos
actuales de la ciencia abierta, debe ser ella misma una
epistemología abierta, capaz de validar todos ios tipos de
experiencias humanas: los procesos i ni e rm sientes, infre-
cuentes, etcétera.
La ampliación del continente epistemológico no se limita
a multiplicar los tipos de conocimiento científicos existentes
englobándolos bajo algún nuevo enfoque teórico: biología,
cibernética, teoría de la información, o lo que fuera.
Además de un cambio de ¡a mirada, necesitamos encua-
dres epistemológicos que den cuenta tanto de la experiencia
sensible cuanto de la extrasensoriaí, de ios sistemas deter-
ministas cuanto de ios sistemas normativos.30 Un corolario de
los desarrollos en dirección de esta epistemología abierta es
que debemos evitar trabajar con conceptos estables.
Por todo lo visto anteriormente no cabe sino afirmar:

«lo simple no es la base de reducción de la complejidad


biológica
• el fenómeno humano no es el único portador de la
complejidad en un universo de naturalezas simples. No
debemos reducir lo complejo a !o complicado.

La complejidad y la generatividad son complementarías.


Entre la máquina y el organismo existen múltiples analogías,
homologías y similitudes. Sin embargo el principio de orga-
nización que rige la complejidad viviente es diferente del
principio que rige el comportamiento de los autómatas artifi-
ciales. Una teoría explicativa de los fenómenos naturales no
puede reducirse a sus componentes cibernéticos.
El funcionamiento de la máquina se presenta como un
intento desesperado de retardar el acrecentamiento irrever-
sible de entropía. Para ello recurre a componentes altamente
fiables. La solución prevista por la evolución para este

138
problema es diametrasmente opuesta: se trata de acrecentar
ei desorden para reproducir su orden.
El principio de orden a partir del ruido esquematiza la
búsqueda de orden a través del desorden tal como sucede a
diario en los organismos naturales. Este principio unifica y
"supera" a los anteriores principios epistemológicos que
rigieron el impensado de ia ciencia moderna.
Para Newton y la mecánica clásica, eí mundo estaba
codificado en caracteres de máquina. Partiendo de regulari-
dades, el objetivo era deducir otras regularidades a partir de
un orden creciente de generalización. El principio subyacente
a estas conquistas de regularidades era del orden al orden.
Las convulsiones que afectaron la física a fines del siglo
pasado obligaron a sustituirlo por una variante epistémica
menos ambiciosa, reformulándolo como principio del desor-
den al orden. Pero, junto con este período estadístico de la
física coexistió a su vez la elaboración de la termodinámica
clásica, desarrollada al amparo de un nuevo principio con-
ductor: del orden al desorden.
La epistemología abierta resume todos los principios
anteriores a la vez que abraza otros nuevos. Para dar cuenta
del funcionamiento de los organismos vivos necesitamos
tanto del principio de incertidumbre —válido a nivel microfísi-
co— cuanto de los principios deterministas que regulan el
comportamiento de los fenómenos a nivel de la banda media.
También debemos incorporar las limitaciones que nos
imponen las leyes de la termodinámica, así como las teorías
que reconcilian las tendencias hacia la desorganización
creciente del universo, con el mantenimiento del orden y la
creación de formas nuevas.
La autoorganización de lo viviente manifiesta dos propie-
dades definitorias, aparentemente antitéticas e inconmensu-
rables:

• la identidad como capacidad de auto-mantenimiento a


través de las operaciones y procesos que lo viviente mismo
produce ;
* la diferenciación creciente —complejización/complexifi-
cación— que lo viviente exhibe en su historia evolutiva a lo
largo de sus interacciones con su entorno son —en forma
combinada— condiciones necesarias y suficientes para la
definición de lo viviente, y no cabe pensarlas en forma
independiente una de la otra.

139
Uno de ios aspectos centrales de la nueva ciencia ha sido
la reintegración de) observador dentro de sus propias des-
cripciones. El itinerario por el que han pasado tanto ias
ciencias físicas y biológicas como las disciplinas transversa-
les (cibernética, teoría general de ios sistemas) ha provocado
una crítica radical de ias ideas ciásicas de omnisciencia y de
lugar fundamental de la observación.
El ideal regulativo de una "conciencia plena" y total es
paradojal. La historia de la ciencia moderna puso de manifies-
to las limitaciones de ia relación conciencia/conocimiento.
Cada nueva toma de conciencia produce nuevas zonas de
sombra, y la sombra no es sólo aqueíio que permanece fuera
de ia luz sino lo que se produce en el centro mismo del foco
luminoso.31
A cada aumento dei conocimiento corresponde un au-
menlo de ia ignorancia, y a nuevos tipos de conocimiento
corresponden nuevos tipos de ignorancia. El universo cate-
gorial de la ciencia no es ni unitario ni homogéneo ni está dado
de una vez para siempre, y ei conocimiento y la ciencia no se
construyen por expansión hasta llegar a los límites que serían
dados naturalmente.

140
Notas

1. La presencia de estos modelos mecánicos es sumamente


pregnante en el imaginarlo colectivo. La fascinación del
hombre por las máquinas es tan antigua como el propio
mito de Narciso. Los intentos de simular el comportamien-
to humano acudiendo a autómotas provienen de la anti-
güedad -y no derivan de la era de la computadora. Para
un inventario de estas preocupaciones consúltense: John
Cohén Les robots humains dans le mythe et dans la
\ Paris: Vhn, 1968; Mario G.Losano Historias de
automatos. Da Grecia clasica a belie epoque. San Pablo:
Compañía das Letras, 1992,
i 2. Como lo testimoniara Holton (1983) los themata del
| mecanicismo y el organicismo escanden distintos mo-
t mentos de la historia de la ciencia. Lo que está llegando
| a su fin —tal vez para volver a recomenzar— es la primacía
Í moderna de! mecanicismo. Una de las novedades de
¡ nuestra época es, probablemente, !a capacidad de toíe-
I rancia respecto de la coexistencia de ios opuestos. Pro-
bablemente haya íugartanío para una ciencia mecanicísta
coma para una ciencia organicista. Para una lectura
híbrida o integracionista en este sentido consultar Ha-
raway (1991).
3, En su obra seminal La ética protestante y el espíritu del
capitalismo. Barcelona: Península, 1979. Para sendas
interpretaciones de su polifacética trayectoria consúlten-
se Arthur Mitzman Jaula de Hierro. Una interpretación
histórica de Max Weber. Madrid: Alianza, 1976 y Reinhard
Bendix Max Weber. Buenos Aires: Amorrortu, 1970.
4. La literatura de ciencía-fícción exhibe numerosos ejemplos
de la desaparición del conflicto social a manos de una
tecnología de la gestión perfecta y de una naturaleza
humana domesticada —si es necesario esobre la base de
drogas como el célebre soma de Un Mundo Feliz. Más
difícil de entender son las teorizaciones de los profetas
neoconservadores a /a Fukuyama cuando proclaman el
fin de la historia y, consiguientemente, la desaparición de
los conflictos y ios disensos. Un breve repaso del mapa-

141
mundi debería hacerlos sonrojar de vergüenza. Cada vez
hay más, no menos, conflictos, cada vez hay más, no
menos, secesiones y cambios de límites y fronteras, cada
vez hay más, y no menos, diferencias entre ios que tienen
y los que no tienen.
5. La epistemología contemporánea -como cualquier otro
grupo de proposiciones— hilvana un sistema de creencias.
Dicho sistema está sutilmente entretejido con la estructu-
ra social a través de relaciones de poder, de estrategias
y conflictos de los actores sociales, profesionales, corpo-
rativos y políticos. Parafraseando a Durkheim, "la episte-
mología es la sociedad'. La crisis epistemológica es,
entonces, un síntoma más —a la vez que un precondicio-
nante— de las crisis social, política y económica encade-
nadas. Es imposible entender el papel del científico
(social) en un mundo en transformación si se pasa peralto
la multidimensionalidadde las crisis: económica, de racio-
nalidad, de legitimación y de motivación. Véase especial-
mente Jürgen Habermas Legitimationcrisis. Boston: Bea-
con, 1975.
6. Véanse especialmente los capítulos 5 y 6 de este mismo
libro para una crítica de estas categorías. Además de las
referencias anteriores consúltense asimismo: Martin Ho-
His & Steven Lukes (ed.) Rationality and relativism. The
MIT Press, 1982; Ernán McMullin (ed.) Construction and
constraint. The shaping ofscieníifíc ratíonalíty. University
of Notre Dame Press, 1988; Andrew Ross Strange Wea-
ther. Culture, science and technoíogy in the age of iimits.
New York: Verso, 1991;
7. Deudores que somos de sistemas de pensamiento y de
esquemas categoriales generados en el corazón de la
modernidad, es importante que exploremos en qué con-
siste esta "condición moderna" que los europeos y los
norteamericanos ven disolverse ante sus ojos, y que
quizás en nuestras orillas no haya terminado nunca de
emerger. El ingreso a esta polémica, antes que como
renovado testimonio de parasitismo ideológico, debe ver-
se como lo que también es: un urgente desafío que puede
permitir la elaboración de nuevas formas de pensar y de
practicar la amenazada convivencia social. Por ello, la
reflexión de la problemática de la modernidad/posmoder-
nidad a la luz de las cuestiones y ios problemas específi-
cos de la periferia permite formular interrogantes larga-

142
mente silenciados. ¿Son ios valores de la modernidad
universales y transhistóricos?, ¿es reemplazable una
racionalidad erosionada y cuestionada por la historia y el
antietnocentrismo, sin caer en manos de una posraciona-
lidad no menos imperialista y ahistórica que la sustentada
por los pensadores de la modernidad?, ¿es posible pasar
por alto los marcos temporales y espaciales dentro de tos
cuales surge y se marchita ía modernidad?, ¿no revela su
agotamiento, también, un fracaso originado en su imposi-
bilidad de reconocer las múltiples alteridades que se han
resistido a su hegemonía castradora y destructora? Estos
interrogantes figuran engarzados a otros que también
sobrevienen no bien nuestra condición latinoamericana es
releída desde el lugar en el que la polémica tiene lugar: ¿se
puede imaginar el surgimiento de valores posmodernos
irreductibles a los generados por la experiencia europea
modernizante?, ¿estarnos asistiendo a ía proliferación de
valores, actitudes y metamorfosis de la sensibilidad que
encuentra, en nuevos movimientos, y en actores sociales
distintos a los tradicionales, ¡a satisfacción de demandas
sociales frente a las que los agentes pol íticos tradicionales
se yerguen impotentes y superados? Referencias obliga-
das sobre el tema son: George Balandier Le detour.
Pouvoir et modernite. París: Fayard, 1985; Antonio Cam-
pillo Adiós al progreso. Una meditación sobre la historia.
Barcelona: Anagrama, 1985; Jean-Francois Lyotard La
condición post-moderna. Madrid: Cátedra, 1984.
8. Las tendencias intelectualistas de la modernidad encontra-
ron en el proyecto de formalización de la matemática un
nicho privilegiado. Desde la axiomatirzación de la geome-
tría, pasando por el proyecto hilbertiano y recalando
finalmente en los intentos de reducir las matemáticas a la
lógica, por diversos dominios se extendió la fantasía de
una logización del lenguaje y .del saber. Para una enume-
ración de estos programas consúltese Stephan Kómer.
Introducción a la filosofía de las matemáticas. México:
Siglo XXI, 1968; para una interesante crítica del idealismo
matemático véanse Maurice Frechet Las matemáticas y
lo concreto.México: UNAM, 1958; Jean T Dessanti Les
idealités mathematiques. París: Seuil, 1968 y Jean Pierre
Changeux & Alain Connes Matíere a pensee. Paris: Odile
Jacob, 1989. Para una aproximación cultural a la relativi-
dad de las matemáticas véase Morris Kline Mathematics.

143
: í
The ¡oss of'certainty. New York: Oxford Univ. Press, 1980.
9. Una bibliografía básica sobre ei tema incluye Albert
Einstein Notas autobiográficas. Buenos Aires: Alianza,
1984; Leopold Infeld. Einstein. Su obra y su influencia en
nuestro tiempo. Buenos Aires: La Pléyade, 1973; ASbert
Einstein et al. La teoría de la relatividad. Madrid: Alianza,
1973; Banesh Hoffmann La relatividad y sus orígenes.
Barcelona: Labor, 1985. Un boceto biográfico se encon-
trará en G.J.Wiíhrow- Einstein, e! hombre y su obra,
México: Siglo XXI, 1982. Para un derrapaje de la relativi-
dad en e! misticismo inteligente véase Bob Toben Space-
Time and Beyond. New York: Duííon, 1975. Dos obras en
las que se conjugan la dimensión científica de la relativi-
dad con sus soportes culturales son Edwin Schiossberg
Einstein & Beckett. A record of an imaginary discussion.
New York: Links, 1973; John Brockman Einstein, Gertrude
Stein, Wittgenstein e Frankenstein. Reinventando o Uni-
verso. San Pablo: Companhia das Letras, 1988.
10. La mutación paradigmática que anida en el corazón de la
ciencia moderna tuvo consecuencias de largo alcance
para una reflexión renovadora tanto sobre los métodos y
los objetivos de la ciencia como sobre ei propio del
proyecto de la modernidad. Véanse los números especia-
les de la revista Communications sobre Uevenement (n-
18, 1971); La nature de ¡a société (n922. 1974); La not/on
de críse (nQ25, 1976).
11. Nunca hay rupturas definitivas: véase nota 2. Qué es
anacrónico y qué es contemporáneo pertenece antes a
una geometría de la mirada que a una estática de ios
sólidos. La revista Traversos, revista del Centro Pompi-
dou, encara precisamente en dos números monográficos
recientes la problemática de lo anacrónico y lo contempo-
ráneao (1992).
12. Se puede periodizar una teoría del observador de acuer-
do con la siguiente secuencia: (a) momento de la objeti-
vidad dada; (b) momento de la objetividad criticada; (c)
momento de la objetividad construida. Véase e! "Homena-
je a Von Foerster" coordinado por Stuart Umpleby en un
número especial de la American Society for Cybernetics.
13. E! reencantamiento no-mítico de la naturaleza dibuja con
claridad algunos temas antes reprimidos que ahora re-
aparecen diáfanamente: el tiempo, ai que la ciencia
clásica describía como reversible, ligado únicamente a la

144
medida de! movimiento, a! cua! aquella reducía todo
cambio; la actividad innovadora, a la que ía ciencia clásica
negaba, oponiéndole el autómata determinista; la diversi-
dad cualitativa, sin la cual ni el porvenir ni la actividad son
concebibles. La ciencia actual comienza a escabullirse del
fantasma newtoniano porque ha concluido teóricamente
en la imposibilidad de reducir la naturaleza a la escondida
simplicidad de una realidad regida por leyes universales.
Hay matices y variantes en los intentos de dialogar
"científicamente" con el misterio. Para un muestrario
variado de perspectivas singulares pero convergentes
consúltense: Henri Atlan A tortetá raison. ¡ntercritique de
¡a science etdumythe, Pañs: Seuit, 1986; Franciso Várela
et al. De cuerpo presente Las ciencias cognitivas y la
experiencia humana. Barcelona: Gedisa, 1992; Lawrence
Leshan & Henry Margenau Einstein'sspace& Van Gogh's
sky. Physical realíty and beyond. New York: Coilier, 1982.
14. La tematización de esta irrupción -en vez de la actitud
obtusa tradicional de las ciencias sociales en cuanto a
exoreisarla— es parte de una operación de blanqueo
epistemológico en curso. Entre quienes han contribuido a
balizar este terreno se encuentran George Balandier El
desorden. La teoría del caos y ¡as ciencias sociales. Elogio
de la fecundidad del movimiento. Barcelona: Gedisa,
1989; Salvador Pániker Ensayos Retroprogresivos. Bar-
celona: Kairós, 1987; N.Kathertne Hayles (ed.) Chaos and
order. Compiex dynamics in literature and science. The
University of Chicago Press, 1991; Heinz Pagels The
dreams of reason. The computar and the rise of the
sciences of complexity. New York: Bantam, 1989.
15. No es moneda corriente en la profesión epistemológica
hacer causa común con el irreduccionismo. Hemos visto
en capítulos anteriores que uno de los rasgos distintivos
de la ciencia es es reduccionismo metodológico, ontológi-
co, epistemológico . Es por ello doblemente llamativo y
iaudatario el camino emprendido por Bruno Latour-muy
particularmente su tetráiogo que cierra The pasteurizatíon
of Franca. En esa obra,"Írreductions", Latour destila los
principios básicos de una marcha irreduccionista. De lo
que se trata es de recorrer un trayecto transversal que no
necesita hacer la distinción entre lo que es del dominio de
la razón y lo que es del dominio de la fuerza.
16. Algunos mojones que pueden ayudar a hacer el segui-

145
miento de esta noción son: Stanley Angrist & Loren
G.Hepler Del orden a! caos.Las leyes de la energía y la
entropía. Buenos Aires: Troquel, 1972; Jagith Singh Teo-
ría de la información, del lenguaje y de la cibernética.
Madrid: Alianza, 1972. Para una visión más inclusiva de la
problemática consúltese Erich Jantsch The self-organi-
zíng universe. Scientific and human implications of the
emergingparadigmofevolution. Oxford: Pergamon Press,
1980. Para una extrapolación a las ciencias sociales
véase Nicholas Georgescu-Roegen The entropy law and
the economic process. Harvard University Press, 1971.
Una de las mejores introducciones históricas al tema es
Hya Prigogine & Isabelle Stengers. La nouveile afíiance.
Metamorphose de la science. París: Gallimard, 1979.
17. Véanse, entre otras referencias a este problema central
en la emergencia de las transdisciplinas, Erwin Schroedin-
ger ¿Qué es la vida? Barcelona: Avance, 1976; Frangois
Jacob La logique du vivant Une histoire de l'héredité
París: Gallimard, 1970; Jacques Monod. Le hasard et la
nécessité. Essaisurla philosophie naturelie de la biologie
moderne. Paris: Seuil, 1971; PeterCalow Biológica! ma-
chines. A cybernetic approach to Ufe. Londres: Arnold.
1976; C.H.Waddington et al Hacia una biología teórica.
Madrid: Alianza, 1976 y M.Eigen & P.Schuster The hyper-
cicle. A principie of natural se/f-organization. Berlín: Sprin-
gerVerlag, 1979.
18. Si bien no podemos escapar al uso de las metáforas
—véase la primera parte—, a veces las metáforas nos
aprisionan en exceso. Ello ha sucedido a menudo con los
usos/abusos de la termodinámica en las ciencias sociales,
así como con los otros conceptos básicos de las trandis-
ciplinas. Para un examen crítico de esta problemática
véase Anthony Wilden System and structure. Essays in
communication andexchange. Londres: Tavistock, 1980.
19. Los primeros aportes en esta dirección fueron difundidos
por Heinz Von Foerster a mediados de la década de 1950
-para una reconstrucción meticulosa de esos momentos
véase Steve J.Heims The cybernetics group. Cambridge:
The MIT Press, 1991. Su conocimiento más generalizado
tuvo que esperar la década de 1970 de la mano de los
primeros trabajos de Henri Atlan, Después de un empan-
tanamiento de mas de quince años, muchas de esas
nociones que habían sido más heurísticas que operacio-

146
nales están siendo drásticamente resignificadas gracias
ai uso masivo de los computadoras y !a convergencia de
teorías y enfoques provenientes de los campos más diver-
sos. Para un balance de esta situación —donde se funden
lo contemporáneo con lo anacrónico—consúltese M .Mitchel!
Waldrop Complexity. The emerging science ai the edge of
order and chaos. New York: Simón & Schuster, 1992.
20.Para un observador el comportamiento del niño aparece
más complejo al final del aprendizaje que al principio. En
ambos casos —al igual de lo que sucede con el animal-
habiamos de inversión de laflecha del tiempo. Sólo que en
contraposición con el caso anterior, la misma va en e!
,'•5- sentido de una complejidad creciente y no de la mera
reiteración de un orden invariante.
21. Podemos definir contraintuitiyamente la complejidad
como la longitud de la computación necesaria para produ-
cir un determinado orden. A un nivel superior, puede
medirse la computación como la longitud del algoritmo
utilizado para computar la organización de un sistema.
Obviamente la medida de la complejidad depende en gran
medida del lenguaje utilizado y por lo tanto del sistema
perceptivo del observador. Por ello afirmamos que la
complejidad no es una propiedad de los objetos sino un
criterio de distinción impuesto por el observador (Von
Foerster, 1984).
22. La TGS prometió mucho mas de lo que logró. Y sin
embargo plantó semillas que otros sabrían hacer germi-
nar, Para sendos panoramas donde se hace un rnapeo de
la problemática de la complejidad consúltense Gianluca
Bocchi & Mayro Ceruti La sfida delta compfessitá. Milano:
Feltrínefli, 1986 y V.V.A.A Science et pratique de la
complexité. Actes du colloque de Montpellier Mai 1984.
París: La Documentation Frangaise. En nuestro país se
fundó a fines de 1976 el Grupo de Estudios de Sistemas
Integrados (GESI) del cual los principales redactores de
este libro fuimos miembros iniciadores. Refugio en una
época de ideas de alas cortas, el GESI incubaría muchas
de las operaciones intelectuales en las que estaríamos
envueltos desde entonces. Charles Francois fue el gestor
de la idea y gracias a él nos conocimos. Lamentablemente
el GESI —como muchos otros grupos de discusión de
ideas— nunca pudo remontar vuelo y ensuciarse las
manos con la realidad.

1 47
23, Véase especialmente ías actas dei Simposio de Alpbach
de 1969 publicadas por Arthur Koestler y J.R.Smytbiés ^
bajo el título Beyond reduciíonisñ). New perspectives ¡n y
ttie/ifesciences. Boston: Bacon Press. 1969. dondefigura
el célebre texto "Beyond aíomtsm and hoiism. Thoconcept
of a holon".
24.Para una reconstrucción del contexto social del surgi-
miento de estas ideas -que de acuerdo con Latour ño es
un envoltorio sino el momento co-cohsíiíutivo dé la propia
génesis conceptual- véanse-Steve J. Heims John von
Neumann and Norbert Wiener. From mathematics ío the
technologies offifeanddeath. Cambridge: The MIT Press.
1980 así como VV.AA Histoires dé cybemetique. París:
Cahiers du CREA n-'7. 1985. En su reciente compilación
Von Foorster. Las Sémslfas^ de la c/¿?e/r?e?/ca. Marcelo
Pakman hace interesantes reflexiones acerca de los
momentos constitutivos -y de sus distintas fases de
torsión- de la disciplina.
25 Para una sistematización de estas ideas recurrir a la obra
metodológica de Edgar Mortn. en particular a su suma
inconclusa en cinco tomos La Methode. de los cuaies sé
han publicado tres. Sin embargo, el mejor lugar operacio-
nal en dorvde. sin utilizar la terminología cibernética o
sisíernica. se asiste efectivamente a una operación de
construcción de los opuestos, son los trabajos de Michei
Serres. Desde ios ya legendarios cinco tornos de Mermes.
hasta llegar a sus obras mas recientes como Staíues. Le
coníraí natural y muy especialmente Le íiers-ínstruif.
Paris: Bourin, 1991. la obra de Serres descuelía por su
antiteieologismo.%u tercerismo y su voluntad de mestizaje
e hibridación.
26. Contrariamente a lo que creía el paradigma newtoníano,
el trabajo con la incertidumbre es una incitación a la
racionalidad. Un universo que no fuera más que un orden
no sería un universo racional, sería un universo raciona-
lizado: obedecería a modelos lógicos de nuestro espíritu.
Seria, en ese sentido, un universo totalmente idealista.
27.Contrariamente a lo que creen Habermans y los últimos
filósofos racionalistas, siempre queda un residuo inanali-
zable, opaco, antepredicaíivo a todo anáfisis, pero ello no
nos fuerza, empero, a volvernos místicos, metafísicosv
idólatras:"(...) la no-opacidad, la comunicabilidad total es
una especie de mito métafísico moderno. Implica el riesgo

148
i de una subjetividad modelada sobre las ciencias, y en
j consecuencia ia dominación de una clase de expertos
I sobre otra de ignorantes. Este es el modelo del psicoaná-
^ iisfs (Gíanni Vatíimo Entrevista, Cruces Buenos Aires ns3,
¡ 1993).
f 28. Filosofar hoy es posible ~y vaya sino como. Sin embargo,
' hay muchas maneras de fiiosofar: para una tipología
véanse V.V.A.Á. Che cosa fanno oggi i filosofn Milano:
¡ Bompiani, 1982; Bryan Magee Los hombres detrás de las
$ ¿deas. Algunos creadores de la filosofía contemporánea.
\: FCE, 1986; V.V.A.Á Coilegi de filosofía. Manera
| de hacer filosofía.Barcelona: Tusquets, 1978. Si de teori-
¡ zar se trata, nosotros preferimos en cambio el camino
elegido por Guies Deleuze & Félix Guattari Qu'est-ce que
I la philosophie? París: Minuii, 1991, donde los viellards
I terribles plantean que Ja filosofía no es contemplación ni
i reflexión ni comunicación sino una actividad que crea
| conceptos, siendo su tarea elucidar sus propiedades: la
: pura inmanencia, el plan de inmanencia y los personajes
conceptuales. Se diferencia, por lo tanto, de la ciencia, que
t opera por funciones, sobre el plan referencia' y con
* observadores parciales, y del arte, que opera por percep-
* tos y afectos sobre el plano de la composición de las
figuras estéticas. Aunque si nos apuran un poco la "mejor"
* filosofía la encontrarnos en el cine, en los multi-medios, en
I la computación interactiva y en los esfuerzos por hacer
| "hablar" la imagen. La literatura sobre estos puntos es
I inmensa. Para un panorama consúltese Pierre Levy
{ Uideographie dynamique, Vers une immagination artifi-
| cielle? París: La Decouverte, 1991
f 29. Para un inventario de estas producciones consultar !a
|; revista Leonardo , Journal de la International Socíety for
the Arts, Sciences and Technology. Ya en su 25- año de
publicación Leonardo ha dedicado números especiales a
la Holografía como medio artístico (vol 22 ne3/4, 1989), La
Conecisvidad, el arte y las telecomunicaciones interacti-
vas (voí 24 n92, 1991) las Matemáticas visuales (vol 25
ns3/4, 192), en donde quedan plenamente de manifiesto
la posibilidad de crear en situaciones de alta incertidum-
bre.
30. Dicha expansión de los observables y ios experienciables
se está logrando mediante el diseño de mundos compu-
tacionaies. Se abre aquí otro universo para el cual nece-

149
sitamos urgentemente conceptos y herramientas que nos
ayuden a su asimilación. Difícilmente los encontremos en
Ja lectura de Platón o Kant, pero sí problamente en nuevos
usos de los clásicos. Para una reapropiación experimental
de Aristóteles consúltese Brenda Laurel Computéis as
Theatre. Reading: Addison-Wesley, 1991. Obviamente
estas nuevas formas de mirar y operar suponen trauma-
tismos inenarrables sobre los conceptos básicos que nos
definieron durante siglos o milenios. Uno de los elementos
rnas magullados en este rebote es la propia noción de
identidad. Para un examen preliminarsobre el tema véase
V.V.A.A. Surl'individu. Paris: Seuil, 1987. Una obra útil en
la cual se exploran algunas de las consecuencias plantea-
das por una filosofía de los márgenes, las hibridaciones y
el mestizaje a ía noción de identidad se encontrará en Jean
Bernard et ai Soi et non-soi. Des biologistes, medecins,
philosophes et theologiens s'interrogent. Paris: Seuil,
1990.
31. La nostalgia frente a la perdida de un mundo que nunca
fue —que se contrapone a lo que ya no es— está en el
espíritu de la época. De hecho la polémica modernidad/
posmodernidad no fue, bajo ciertas lectura, sino una
reedición de las viejas querellas entre los antiguos y los
modernos. Curiosamente críticos y deudos se solazan en
el duelo cuando hay tanto por hacer y decir. En este
sentido compartimos la posición de Vattimo —sin necesa-
riamente adherir al pensamiento débil o al nihilismo—
cuando, comentando la aparición de su último libro La
Sociedad Transparente, sostiene: "(...) es como una
apología del mundo de la técnica como suerte de disolu-
ción de las estructuras fuertes del ser, Interpreto por
ejemplo al sistema de la comunicación telemática como un
aspecto de la disolución del ser fuerte. No soy tan descon-
fiado como los pensadores marxistas clásicos o izquier-
distas con respecto ai mundo del capitalismo avanzado.
No es que todo lo que posea esté bien, sino por las
posibilidades ligadas a este tipo de estructuras" (¡bid).

150

También podría gustarte