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DIPLOMADO

PRÁCTICA Y LITIGACION ESTRATEGICA EN EL PROCESO CIVIL


MODULO III

FACILITADOR

JULIO MATOS

TEORÍA GENERAL DE LA PRUEBA

Tomado del libro Introducción al Estudio del Derecho (tercera edición, 2022), autor Julio
César Matos

Nociones generales de la prueba. ¿Qué es probar en derecho? En un sentido general, probar


es demostrar la verdad o falsedad de algo; es llegar a la certeza de una cosa o hecho. Así las
cosas, las pruebas pueden ser definidas como los diferentes procedimientos empleados
durante el desarrollo de la instancia para convencer al juez sobre la veracidad o falsedad de un
acto o hecho jurídico.

La prueba es la única vía que verifica la existencia de un derecho determinado y la que lo hace
útil y necesario, ya que los hechos no son de conocimiento del juez, pero sí el derecho. Por
tanto, las partes litigantes tienen que agenciarse los medios, esto es, las pruebas legales, para
tratar de demostrar en el tribunal de su verdad. La teoría de las pruebas la aporta, por una
parte, el derecho común, incluso para los asuntos de otras materias, y por la otra, los
deferentes derechos procesales. En efecto, son las reglas procesales las que reglamentan la
administración de las pruebas, la forma en la cual deben producirse.

Cada división del derecho tiene sus reglas de forma y de fondo sobre los principios rectores de
las pruebas. Sin embargo, su teoría es facultad del derecho civil. Por consiguiente, el Código
Civil contiene reglas que valen como principios en la teoría de la prueba. El Código de
Procedimiento Civil consagra normas para la administración de las pruebas en asuntos civiles,
y el Código Procesal Penal, para los asuntos penales.

El derecho laboral, al igual que el administrativo y registral, tienen sus propios códigos, leyes y
estatutos para la administración de las pruebas, pero en todo caso el derecho civil es
supletorio. En definitiva, las reglas y principios de las pruebas del derecho civil son las que
predominan al momento de ser incorporadas al proceso dentro de la instancia,
independientemente de cualquier litis judicial.

La carga de la prueba. Dentro del marco del derecho civil, le compete a la parte demandante
el fardo de la prueba, en vista de que es ella que ha ejercido una acción tendiente a obtener
alguna cosa que no tiene, ya sea un pago, ya sea la entrega de un objeto o el goce de un bien,

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es quien está obligada a probar la existencia del crédito reclamado o su derecho real sobre la
cosa, es lo que el derecho romano clásico llama “actori incumbit probatio”. La sustentación
legal de este principio lo plantea el párrafo primero del artículo 1315 del Código Civil, el cual
expresa: “El que reclama la ejecución de una obligación, debe probarla”.

El segundo párrafo del mismo artículo dice: “Recíprocamente, el que pretende estar libre,
debe justificar el pago o el hecho que ha producido la extinción de la obligación”. Este
ordenamiento legal permite al demandado probar un hecho liberatorio de su obligación. Por
tanto, él debe aportar sus pruebas para que las pretensiones solicitadas por la parte
demandante sean rechazadas.

En ciertas circunstancias determinadas, la ley dispensa al reclamante de toda prueba. En tales


situaciones, el litigante solamente tiene que probar que se encuentra en el caso previsto por la
ley y, esta circunstancia resulta de hechos evidentes que no son cuestionables o discutibles. En
tales circunstancias, se dice, entonces, que existe una presunción legal en su favor.

Objetos de la prueba. Básicamente existen tres aspectos que pueden ser objeto de debate
judicial:

a) La regla legal. En ciertos casos es necesario demostrar o probar la regla de derecho que
debe aplicarse en un determinado litigio. En tal situación, el togado debe entonces demostrar
la existencia de la regla jurídica que sea favorable para su cliente, sobre todo cuando se trata
de un punto de derecho controvertido, el cual la opinión jurisprudencial no se ha pronunciado.

b) Un hecho material. En sentido general, los hechos materiales se pueden probar por todos
los medios posibles, en razón de que no es posible obligar al que lo alega procurarse una
prueba escrita de lo acontecido.

c) Un acto jurídico. A diferencia del hecho jurídico, los actos jurídicos, por regla general,
pueden ser sometidos el régimen de las pruebas pre-constituidas o a priori. El que alega la
ocurrencia de tal acto jurídico tiene que procurarse una prueba establecida con anterioridad,
que generalmente es un documento.

Condición general para la admisión de cualquier medio de prueba. Las pruebas deben
rendirse durante el juicio y en virtud de las formalidades establecidas por la ley. Es necesario
que se puedan discutir y controlar en el desarrollo del proceso judicial. Es por ello que el juez
no puede tomar en cuenta lo que haya podido ver o conocer personalmente por fuera del
proceso. Por consiguiente, sólo debe tomar en consideración las pruebas aportadas por las
partes litigantes.

Tipología de las pruebas. Los medios de prueba. Dentro de un proceso judicial, el juez puede
convencerse o ser convencido sobre la cuestión que se plantea por tres formas diferentes: 1.
Comprobando por sí mismo un hecho material. Cuando se trata de hacer comprobaciones
materiales con objetos muebles, éstos pueden ser llevados al tribunal que está conociendo del
caso y presentarlos en la audiencia. Por ejemplo, en materia penal cuando el ministerio
público presenta el cuerpo del delito.

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En materia civil o laboral, los documentos pueden presentarse en la audiencia y ponerse a la
vista del juez. En materia inmobiliaria, en caso de que se trate de verificar el estado de un
inmueble, el juez debe trasladarse a donde esté ubicado dicho inmueble. Esta parte está
reglamentada por la Ley núm. 108-05, sobre Registro Inmobiliario y por el Código de
Procedimiento Civil (arts. 41, 42, y del 295 al 301).

Estas inspecciones son necesarias tratándose de cuestiones sobre servidumbre, deslinde, daño
entre inquilinos y propietarios vecinos, entre otros.

2. Llegando a la verdad por medio del razonamiento, partiendo de hechos que son conocidos.
Cuando la verdad no puede comprobarse directamente por el juez, es posible, entonces,
descubrirla por el razonamiento, estableciendo una relación entre los hechos conocidos y el
hecho que se discute o se alega (art. 1349 del C. Civ.). A esta prueba se le llama presuncional,
la cual será estudiada, al igual que las otras, más delante de este capítulo.

3. Por medio de testimonio de otras personas, que afirman la verdad. En caso de que el hecho
discutido no haya dejado huellas materiales, es difícil, para el juez, encontrar la verdad, ya sea
por un examen directo, o por medio de las presunciones. Igual sucede en el caso de que las
pruebas materiales del hecho no puedan ser apreciadas directamente por el juez. En estos
casos, el juez debe basar su decisión sobre la afirmación de una o varias personas que
comparecen ante él a decirles la verdad. Esta es la prueba testimonial.

El Código Civil, en sus artículos del 1317 al 1369, contempla cinco medios de pruebas, las
cuales son: la prueba escrita o literal, la testimonial, las presunciones, la confesión y el
juramento. El descenso a los lugares y el peritaje son medios de pruebas reglamentas por el
Código de Procedimiento Civil, así como otros asuntos procesales relativos a la administración
de la prueba testimonial, la confesión y el juramento. La doctrina ha dividido los medios de
prueba en dos:

a) Las pruebas pre-constituidas o a priori. Estas son los escritos redactados a los fines de
prevenir una controversia de tipo legal. Por consiguiente, las pruebas a priori son producidas
por las partes antes de la existencia de alguna litis. Por ejemplo, el contrato de alquiler o de
compraventa.

b) Las pruebas a posteriori. Estas surgen dentro del desarrollo del proceso litigioso. Por
ejemplo, la testimonial, las presunciones, los indicios judiciales, la confesión y el juramento.
Asimismo, constituyen pruebas a posteriori, todas las comprobaciones materiales practicadas
directamente por el juez o peritos designados por la justicia, entre otras.

La prueba escrita. La prueba literal o escrita es aquella constituida por escritos, sean estos
públicos (actos auténticos) o privados, como las cartas, contratos, pagarés, recibos, gráficos,
etc. Generalmente, la escritura es la vía empleada para preparar una prueba de cara al futuro.
Por consiguiente y con excepción a los registros (art. 1331 del C. Civ.), la prueba pre-
constituida (como el contrato) es siempre literal. Los documentos destinados a ser usados
como prueba son llamados, unas veces actas, otras, títulos o simplemente actos jurídicos, que
es la terminología que nos parece más apropiada porque incluye a las dos anteriores. La
prueba escrita o documental se clasifica en dos: actos auténticos y actos bajo firma privada.

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Actos auténticos. Son aquellos documentos otorgados por un funcionario u oficial público en
el ejercicio de su cargo y con las solemnidades exigidas por la ley. El artículo 1317 del Código
Civil define el acto auténtico de la siguiente manera: “Es acto auténtico el que ha sido
otorgado por ante oficiales públicos, que tienen derecho de actuar en el lugar donde se otorgó
el acto, y con las solemnidades requeridas por la ley”.

Son muy numerosos los oficiales públicos que tienen derecho para redactar documentos
auténticos: los notarios, los oficiales del estado civil, los oficiales de la policía judicial que están
facultados para levantar actas relativas a su actuación, los alguaciles, los secretarios de los
tribunales y los agrimensores, cuando han sido autorizados por la dirección regional de
mensuras y catastro territorialmente competente para hacer trabajo de mensuras, entre otros
oficiales públicos.

Las partes a intervenir en un acto pueden optar por la forma auténtica o privada. Ahora bien,
para la redacción de ciertos actos, la ley ordena a que se realicen, para que tengan validez, de
forma auténtica. Por ejemplo, deben hacerse mediante actos auténticos los siguientes: la
hipoteca convencional, las capitulaciones matrimoniales, el inventario de bienes, las
particiones entre ascendientes y descendientes, la subrogación consentida por el acreedor, el
contrato de prenda sin desapoderamiento, las donaciones, entre otros.

En virtud de lo establecido por el artículo 1317 del Código Civil, el documento es auténtico
siempre y cuando sea redactado por un oficial público competente y capaz de hacer
certificaciones. Del análisis de este artículo se infiere que tres son las condiciones para que un
acto auténtico tenga validez:

1. Calidad del oficial actuante. Esta se determina por un nombramiento proveniente de la


autoridad correspondiente.

2. Competencia del oficial público. La competencia del oficial que instrumenta el acto se
determina en razón de la materia y del lugar. En razón de la materia es que ciertos actos sólo
pueden ser instrumentados por un oficial público que la ley determina. Por ejemplo, la
donación es instrumentada por un notario público; el matrimonio se oficializa por un oficial del
Estado Civil. Todos los actos auténticos son solemnes, porque en su instrumentación
interviene siempre un oficial público con autoridad para ello. En razón del lugar, es que el
oficial público solo puede actuar dentro de los límites territoriales que ha sido autorizado para
ejercer su ministerio.

3. Los requisitos de los actos. De forma general, los requisitos que debe contener un acto
auténtico son la fecha, el lugar donde es preparado, las generales de las partes
comparecientes, la sustancia del acto y la firma de las partes y del oficial público que lo ha
instrumentado. El más común de los actos es el notarial. El carácter de este acto resulta de las
prescripciones establecidas en el artículo 1317 del Código Civil y del artículo 16 de la Ley núm.
140-15, sobre el Notario, del 07 de agosto de 2015. La copia certificada de un acto auténtico
equivale a la original y se obtiene por una expedición del oficial público. La copia certificada
que contenga promesas de pagar dinero periódicamente o en época fija constituye un título
ejecutorio, en virtud de lo establecido en el artículo 545 del Código de Procedimiento Civil.
¿Cuál es la fuerza probatoria del acto auténtico? En principio, la persona que presenta un

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documento auténtico aparentemente regular no está obligada a probar su autenticidad, en
razón de que dicho documento da fe absoluta, porque está redactado, firmado y sellado por
un oficial público competente.

Estos elementos exteriores bastan para que el acto auténtico tenga la fuerza probatoria como
tal. Sólo con una demanda en inscripción en falsedad puede destruirse la fe del cual está
revestido un acto auténtico. Esta cuestión resulta de los artículos 214 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil. El acto hace fe en virtud de su regularidad, por su fecha, y por su
contenido relacionado con las declaraciones emanadas del oficial público que ha
instrumentado el acto. Sin embargo, en cuanto a las declaraciones de los comparecientes,
únicamente hace fe hasta prueba en contrario.

Actos bajo firma privada. El documento o acto bajo firma privada emana de la persona
privada que lo ha creado de forma libre y ajena al cumplimiento de obligaciones propias de un
cargo público u oficial. La firma por parte de los que lo han acordado es lo que le imprime
validez. Por regla general, la ley no impone ninguna forma determinada para la elaboración de
los documentos bajo firma privada.

El o las partes los redactan como mejor les parezca, incluso, pueden encomendar a un tercero
para su redacción, limitándose a firmarlos. Asimismo, las partes pueden constar sus convenios
por medio de la imprenta dactilografía, litografía o fotografía; sólo la firma debe ser
manuscrita, aunque sea a través de un lápiz electrónico o digital (este dispositivo emplea
tecnología inalámbrica, generalmente Blutootht, y puede transferir textos escritos a mano e
interactuar con teléfonos móviles y ordenadores).

No obstante, existen reglas de forma que deben observarse en la redacción de los documentos
tanto públicos como privados. Estas formalidades son dos: la firma y la fecha.

¿Cuál es la fuerza probatoria del acto bajo firma privada? La firma puesta por las partes
otorga al documento su fuerza probatoria. Por consiguiente, un documento desprovisto de
firma no tiene valor probatorio. Durante principio de la Edad Media los documentos no eran
firmados, sino sellados, debido a que muy pocas personas podían leer y escribir. Poco a poco
fue reemplazado el sello por la firma, en la medida en que las personas se alfabetizaban.

El acto bajo firma privada no hace fe de su origen, en vista de que la firma puede ser
contestada por la persona a quien se le opone el acto. En consecuencia, la parte que desee
prevalecerse de ese acto, tiene que recurrir al procedimiento de verificación de firmas
establecido en los artículos 193 al 213 del Código de Procedimiento Civil.

De no existir contestación de firma, entonces el acto se considera como emanado de la parte


que la ha reconocido. La firma puede darse con anterioridad a la redacción del documento.
Constituye entonces una firma en blanco, en razón de que el papel firmado queda en blanco,
hasta que sea elaborado el instrumento o acto en cuestión. Generalmente la redacción del
documento es hecha por otra persona distinta del firmante.

El artículo 407 del Código Penal sanciona a quien abusa de la firma en blanco. De esto se
infiere que estos documentos obligan a su signatario, siempre y cuando no estén afectados por
fraude. Por último, la fecha puesta en un documento es un elemento útil e indispensable

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porque determina el tiempo en que se contrajo la obligación y cuando debe ser cumplida.
Respecto a los terceros, la fecha de un documento privado no tiene ningún valor probatorio.
Por consiguiente, el documento no se les puede oponer, en tanto que la fecha no tenga la
certidumbre necesaria, que adquiere por cualquiera de los medios establecidos por la ley. En
ese sentido el artículo 1328 del Código Civil establece: “Los documentos bajo firma privada no
tienen fecha cierta contra los terceros, sino desde el día en que han sido registrados…”.

Esta restricción impuesta a la fuerza probatoria de los documentos bajo firma privada evita
que se pueda cometer fraude en perjuicio de terceros.

Actos privados carentes de firmas. En ciertas circunstancias es posible emplear como medio
de prueba documentos que no entran en las dos categorías de los actos anteriores (acto
auténtico y de firma privada). La carencia de firma es lo que caracteriza esos documentos,
admitidos excepcionalmente como medio de prueba. Básicamente se distinguen cuatro tipos
de esta categoría de acto: 1) Los libros de comercio. Los comerciantes están en la obligación de
llevar un libro diario y otro de inventario (arts. 8 y 9 del C. Com.).

El primero es para el registro de sus operaciones comerciales diarias, y el segundo, para el


registrar los elementos activos y pasivos de su comercio. Los libros de comercios constituyen
un principio de prueba por escrito para comprobar las actividades diarias y anuales de los
comerciantes. En efecto, el artículo 12 del Código de Comercio estatuye que los libros de
comercio llevados con regularidad, pueden ser admitidos como medio de prueba entre los
comerciantes. Por estar sometidos a reglas de formas, los libros de comercio garantizan su
exactitud y les otorgan, por su solemnidad, autoridad equivalente a la que procura el
juramento a la declaración verbal de la persona actuante.

Este medio de prueba escrito no está firmado, como ya hemos dicho, por la persona a quien se
le opone el contenido sobre el suministro realizado por el comerciante. Es importante hacer
notar que los libros de comercio sólo hacen prueba contra las personas comerciantes y en
provecho de terceros, es decir, que no aplica contra personas no comerciantes en relación a
las operaciones anotadas en ellas (arts. 1329 y 1330 del C. Civ.). 2).

Registros y papeles domésticos. Son todos aquellos apuntes que una persona hace, sea en
hojas, o en registros, para conservar el recuerdo de sus propias operaciones, gastos, entradas,
pagos, etc., así como cualquier otro evento que le interese.

La presentación de estos documentos domésticos no puede ser ordenada por el juez; es


puramente voluntaria y espontánea. También, estos documentos no pueden hacer fe en
provecho de su autor (C. Civ., art. 1331, inc. 1). Por consiguiente, no es posible que alguien
produzca por sí sólo títulos en su provecho y favor. Excepcionalmente, en dos casos los papeles
domésticos pueden hacer fe contra el titular:

1. En aquellos casos que se demuestre un pago recibido.

2. Cuando contienen expresa mención de que la anotación se ha realizado para suplir la falta
de título en favor de aquél en cuyo provecho enuncia una obligación (C. Civ., art. 1331, parte
infine). Estos documentos domésticos pueden servir, no obstante, de prueba entre
coherederos.

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3. Escrito sobre el título por parte del acreedor. Este modo de prueba se encuentra establecido
en el artículo 1332 del Código Civil, y consiste en la anotación practicada por el acreedor en el
margen o dorso de un título que ha permanecido en poder de él.

Este documento, al igual que los antes estudiados en este acápite, no está firmado ni fechado
por el acreedor. Sin embargo, hace fe cuando prueba la liberación del deudor. Sucede lo
mismo respecto a la anotación puesta por el acreedor en el dorso o al margen en el duplicado
de un título o de una carta de pago que está en posesión del deudor. Este principio de prueba
parte de una presunción juris tantum establecida por la ley en aquellas circunstancias de que
un pago se haya realizado.

4. Las tarjas. Consiste en que cada parte anota el suministro y el pago correspondiente y al
finalizar el mes se corta la cuenta para determinar el balance de la deuda. Es un modo de
prueba (en desuso) establecida básicamente para personas iletradas que las emplean para
probar el suministro de algunos alimentos tales como la carne vendida por detalle en las
carnicerías y el pan dentro de las panaderías. Esta figura jurídica está reglamentada en el
artículo 1333 del Código Civil, el cual dice: “Las tarjas correlativas con sus modelos o patrones,
hacen fe entre las personas que tienen la costumbre de usarlas, para demostrar las entregas
que hacen o reciben al por menor”.

Prueba testimonial. El testimonio consiste en la narración que hace una persona llamada
testigo sobre hechos que afirma haber visto, percibido u oído. En el ámbito judicial, el
testimonio constituye un medio probatorio consistente en la narración que, ante el juez y con
las formalidades legales requeridas, realiza una persona ajena a un proceso sobre algún hecho
relativo al mismo. En materia civil, el testimonio tiene lugar por medio de un procedimiento
llamado informativo (Ley núm. 834, arts. 73 al 100).

Cuando el hecho discutido no ha dejado pruebas materiales, resulta casi imposible, para el
juez, convencerse por sí mismo, ya sea mediante un examen directo o por medio de los
indicios. Sucede lo mismo cuando las pruebas materiales de un hecho no puedan ser
apreciadas personalmente por el juez. En tales situaciones, él está obligado a basarse en la
afirmación de una o de varias personas que comparezcan a decirle la verdad de lo que saben
sobre tal hecho.

Las personas cuyas declaraciones o testimonios pueden hacer fe ante el tribunal, se clasifican
en tres tipos: testigos, peritos y partes. El testimonio de las partes se subdivide, a su vez, en
confesión y juramento. En principio, toda persona tiene el deber de rendir el testimonio que se
le requiera y se le llama testigo, el cual se encontraba presente, ya sea por azar o por
invitación de las partes, en la ejecución del acto o del hecho discutido, y que puede, por
consiguiente, certificar al juez de su existencia, formas y resultados. Sin embargo, ciertas
personas, como los abogados, sacerdotes o ministros de cualquier religión, médicos, etc., no
están obligados a declarar sobre los asuntos que se les ha confiado o llegado a su
conocimiento por razón de su ministerio, profesión u oficio.

En sentido general, las declaraciones de los testigos son orales, pero pueden haber testimonios
escritos (documentos auténticos), en los cuales se encuentran certificaciones de hechos
presenciados por el redactor del documento y cuya exactitud garantiza. Por ejemplo, los

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testigos instrumentales que presencian la puesta de firmas de un documento por parte de los
otorgantes ante un notario público. Una forma muy antigua de testimonio escrito lo constituye
el acta de notoriedad, mediante la cual se comprueba un asunto de hecho notorio.

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