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Resumen
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Université Paris Ouest Nanterre La Défense. Doctorado Erasmus Mundus de la Unión
Europea: “Cultural Narratives in Literary Interzones”. Università degli Studi di Ber-
gamo (Italia); Universidad Fluminense, Rio de Janeiro (Brasil); Université de Nanterre,
Paris X (Francia). E-mail: lucia.caminada@gmail.com
Abstract
In this article, the proposal is to analyse the conflict that emerges from the
construction of the slaughterhouse’s space as interstitial zone between the
political, the sexual and the sacred. The slaughterhouse of Esteban Echeverría
was written in 1838, but only published for the first time in 1871 by Juan Maria
Gutierrez; therefore, the text was read as a hinge between the conception
of the space were meat is processed associated with the barbarian and as
well that same space it is identified with homosexuality (in the construction
of the Unitarian regarding the sexual and gender aspect, it could be pointed
out one common strategy that characterized the generation of Argentinian
writer from 1837: the feminization of the discourse as a way to be against
the chauvinistic- “Rosista”) and the disease. With this text, the notions of
barbarism, unhealthiness and sodomy were articulated. Unhealthiness it was
considered in that moment as it was concentrated in slaughterhouses and
cemeteries that gathered bodies in decomposition status. The city of Buenos
Aires was invaded for the plagues of the yellow fever and blooded rivers that
were flowing from the slaughterhouses. That why the fact that the tale was
published at that time, the Argentinian cultural analytic paradigms related
with the dualism civilization/barbarism were separated and articulated with
the one of healthy/unhealthy. In The slaughterhouse, the metaphor of the
mix of fluids, liquids, bodies, ethnics and animals was also linked with the
one of the “confused gender” of the man who became “feminine” after the
sodomize from the barbaric torturers. In this article, The Slaughterhouse will
be considered as foundational book of the Argentinian narrative that coin
analytic notions and categories that give place to a pertinent approach at
the moment of theorized the space as hybrid and mixed. Also in the frame
of the Latin-american literature, the slaughterhouse functions as a spatial
E
l Matadero de Esteban Echeverría (1805-1853) ha sido anali-
zado desde varias perspectivas y concepciones. Ante la mirada
de los críticos, se encuentran estudios exhaustivos que tema-
tizan la representación político- social que enfatiza el rosismo y la
oposición entre federales y unitarios en el panorama político argentino,
mientras que otras lecturas afines hacen hincapié en la violencia, lo
popular, el terrorismo político, etc. Aquí decidimos adherir a la crítica
que concibe El Matadero como obra fundacional del relato social en
la literatura argentina. Esto se debe principalmente a que un conjunto
de tensiones y conflictividades particularizan el discurso literario en
aquel momento: “Los textos “unitarios” son puntos neurálgicos en la
constitución de un discurso social- literario que define gran parte de
la narrativa argentina” (Bocco, 1995: 88).
del cuerpo del otro que siempre está politizado, o bien se representan
tensiones entre animalidad/humano2.
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Respecto a las configuraciones que aluden a la animalización, Sarlo y Altamirano
piensan que en el “Mundo primitivo y bestial sus héroes son los jinetes, pialadores,
matarifes, descuartizadores, hombres de a caballo que dominan destrezas por completo
rurales, y mujeres semisalvajes, mulatas, cuyo contacto con las entrañas animales, la
sangre, la grasa, el barro y la carroña las convierte en un coro de harpías que se disputan
los despojos uniéndose en las masas palpitantes, casi efervescentes, de las vísceras
y el barro. El mundo del matadero es, desde la mirada de Echeverría, precultural”
(Altamirano; Sarlo ,1997: 46).
Fiestas/rituales religiosos
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La fecha en la que transcurre la narración no está especificada. Sólo se puede inferir
el momento en donde se sitúa la narración por una marca textual que nos ubica tem-
poralmente: “los sucesos de mi narración, pasaban por los años de Cristo del 183...”
(Echeverría, 2003: 101). Si bien esta cita nos permite anclar la narración alrededor
de esa época, otro dato que brinda el relato, alude a los momentos de tensión entre
federales y unitarios que tiene sentido en torno a la figura de Rosas.
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Resulta importante agregar que Echeverría escribe desde la posición de unitario y
exiliado. Al respecto, Andrea Bocco destaca que “A partir de la obsesión por Rosas y
la Federación, los escritores “unitarios” montan en sus textos una maquinaria de terror
para evidenciar la degeneración de un sistema: el cuerpo de los hombres es violado y
mutilado y, por reflejo, el cuerpo de la patria corre la misma suerte”. Por consiguiente,
la oposición trazada entre víctimas y asesinos “se erige en esta textualidad y conforma
un cuerpo indecente: el del “otro” negado, que debe ser eliminado (Bocco, 1995:84).
Las representaciones de una cultura signada por el exceso, cuyo símbolo bestial es
el matadero de los “federales”, forma parte de la producción literaria antirosista que
intenta exaltar la barbarie representativa del gobierno.
Lo popular-federal
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Romeo César resalta que un aspecto distintivo de la fiesta es que se amalgaman etnias.
El carnaval es la fiesta de todos, multiétnica: facilita intercambios y eliminación de
fronteras. Es importante tener presente la historia de la ciudad: su transformación de
ciudad colonial a metrópoli cosmopolita y multiétnica. Historia en la cual se identifi-
can poderes hegemónicos (europeos), identidades y diferencias étnicas, relaciones y
jerarquías.
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Al igual que en la configuración que los federales hacen de los unitarios en tanto
“plaga” que disemina el mal en la sociedad, esta vez en la construcción federal, la figura
de Rosas y lo que se vincula con su política se manifiesta como mal que se propaga e
invade los territorios. Como dicha construcción no abarca a la alteridad unitaria y por
el contrario, contribuye a la consolidación de la comunidad y el “nosotros”, se puede
leer esta plaga como fuerza hegemónica apoyada en la política rosista que se impone
en todos los sectores de la sociedad que se representa en el relato.
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Con respecto al carácter popular de lo festivo, ampliamos esta idea de la ligazón entre
fiesta política popular y carnaval. Si bien la fiesta popular desde la perspectiva bajti-
niana se separa o más bien traza un mundo paralelo en relación con lo oficial, en El
Matadero, las dos dimensiones se fusionan.
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Cristina Iglesia respecto a la cita considera que “esta mujer, mulata o negra, se mete
el sebo, la grasa de un animal recién carneado, entre las tetas (…) esa frase es la apertura
hacia otro mundo, es el intento de narrarlo desde sus propios códigos” (Iglesia, 1998:
27).
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Los letreros en tanto “símbolo de la fe política y religiosa de la gente del matadero”
instaura un “combate de letreros” (Iglesia, 1998: 28) en la cual se diferencian los letreros
rojos-federales de los negros y blancos de la razón.
La duración que hace que el castigo sea eficaz para el culpable es útil
también para los espectadores: “En un momento liaron sus piernas en
ángulo a los cuatro pies de la mesa volcando su cuerpo boca abajo. Era
preciso hacer igual operación con las manos, para lo cual soltaron las
Reflexiones finales
Bibliografía
ALTAMIRANO, Carlos, SARLO, Beatriz, “Esteban Echeverría: el poeta
pensador”, Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires,
Ariel, 1997, p. 17- 81.
BATAILLE, Georges, El erotismo, Buenos Aires, Tusquets Editores, 1996.