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TEMA 5: EL CALIFATO ABBASÍ (750-945)

1. EL MOVIMIENTO ABBASÍ

Aprovechando el estallido de varios conflictos sociales y étnicos por los cambios que estaba
experimentando el califato, en 750 la revolución abassí sustituyó la dinastía omeya por otra. Causas de la
revolución:

- Problema de legitimidad de los omeyas, que no eran considerados por todos los musulmanes como
dignos jefes del Islam.
- Deseo de igualdad de los conversos (muladíes).
- Las creciente carga fiscal
- La desintegración de la administración del califato omeya por la sustitución de Damasco por otras
capitales.
- Modificación de las alianzas tribales que apoyaban a los omeyas.

Los abasíes se declararon descendientes de un tío de Mahoma cuya familia apoyó a Alí y se refugió en
Palestina. Estuvieron primero en Cufa y después en Jurasán (provincia iraní), donde fueron atrayendo a
opositores a los omeyas. Entre ellos estaba el predicador Abu Muslim, quien reclamaba la vuelta a la pureza
con un líder justo, agrupando a una parte de la población y creando un ejército. Sin embargo, fue ejecutado
por Marwan II, pero la revolución se contagió a Cufa, donde fue proclamado califa el abasí Abu-l-Abbas al-
Saffah (el sanguinario), quien derrotó y exterminó a los omeya junto al río Zab (750).

2. EL GOBIERNO ABBASÍ (750-945)

Una vez se hizo Al-Saffah (750-754) con el poder, eliminó a los grupos disidentes (chiíes, sirios y otros que
apoyaban a los omeya) y se hizo con el apoyo de los generales del bando omeya. Le sucedió su hermano
al-Mansur (754–775) quien, temiendo el poder de su tío en Jurasán, mandó ejecutarlo y se aseguró la
lealtad de otros jefes guerreros, aplastando las revueltas que la ejecución había causado, por lo que se
convirtió en un símbolo de la resistencia iraní frente a los árabes.

A pesar de todo ello, Al-Mansur no consiguió apaciguar los movimientos religiosos que sacudían el imperio:

- Rawandíes del Jurasán (Persia): pretendían adorar al califa como un dios siguiendo la tradición
persa. Causaron un motín en palacio al no conseguirlo.
- Jariyíes del Magreb, sofocadas con expediciones militares. También hubo expediciones contra
Bizancio
- Chiítas: unidos en torno a dos hijos de Alí, se hicieron fuertes en Basora y Medina hasta su derrota
por tropas abasíes.

La disidencia al sunnisno que sacudía el imperio era fuerte en Cufa, por lo que en 762 decidió construir una
nueva capital, Bagdad, en la que se acantonó el ejército jurasaní.

Los siguientes califas se centraron en la organización administrativa, centralizando las funciones y


aumentando los ingresos fiscales. Así, durante el califato de Harun al-Rashid (786–809), el período abasí
alcanzó su mayor esplendor económico, científico y cultural. Al mismo tiempo, se enfrentó con el Imperio
Carolingio por el control de las rutas comerciales en el Mediterráneo y los jariyíes devastaron Armenia y
Azerbaiyán, tomaron Mosul. Dado que comenzaron a resurgir tendencias nacionalistas y conflictos entre
musulmanes y muladíes, Harun al-Rashid dividió el califato entre sus hijos: Al-Amin gobernaría sobre Iraq,
Siria y el Magreb, mientras que al-Mamun ocuparía el Jurasán, previo juramento de fidelidad a su hermano.

A su muerte, ambos hermano se enfrentaron, siendo ejecutado Al-Amin. Con el objetivo de ganarse las
simpatías de los chiitas, Al-Mamun decidió nombrar heredero a un descendiente de Alí pero que no era
miembro de su familia. El gesto no funcionó y se desencadenó una guerra civil y la ruptura con la
aristocracia persa, su apoyo hasta entonces, retornando la capital a Bagdad.

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En el plano religioso, Al-Mamun intentó imponer el mutazilismo, según el cual:

- la fe se debe entender y explicar razonadamente.


- rechaza la predestinación y el antropomorfismo de Alá.
- espera la llegada del imán justo (mahdi) que instauraría una sociedad justa y buena.

No obstante, el intento de al-Mamun de tomar las riendas teológicas del Islam fracasó y fueron los ulemas
quienes dictaron los criterios doctrinales a seguir.

Todas estas controversias, junto a las revueltas sociales, debilitaron al ejército jurasaní, su principal apoyo.
Su sucesor, Al-Mutasim (833 – 842), se rodeó de una guardia fiel de turcos (mamelucos) como defensa.
Esta guardia fue ganando peso en el califato, hasta llegar a asesinar a califas que tomasen medidas que les
perjudicaran y nombrar califas que satisficieran sus demandas, lo que provocó la anarquía en el califato.

A partir de 870 las tendencias eparatistas triunfaron, surgiendo poderes locales que, debido a la debilidad
del califato, tuvieron que ser aceptados a cambio del reconocimiento y del pago de un tributo. Los hijos de
al-Mutawakil, al-Mutamid (870–892) y al-Muwafaq, consiguieron hacerse reconocer califa y jefe de las tropas
turcas, respectivamente. Al-Muwafaq, que también controlaba la administración, consiguió importantes
victorias contra los Tuluníes en Egipto y contra los Zanyíes, un grupo de esclavos negros que se habían
revelado en Mesopotamia. A pesar de las dificultades, los sucesores de al-Mutamid realizaron las últimas
conquistas para el Islam en Oriente y recuperaron Egipto, Siria y el norte de Mesopotamia.

La crisis final de los abasíes se extendió entre 908 y 945, en el que se sucedieron varios califas. Los
problemas económicos fueron cada vez más acuciantes, provocando abusos en la recaudación y la
consiguiente agitación social. En medio del caos, con la figura del califa desprestigiada, el poder efectivo en
manos de los guardias turcos y la administración central anquilosada, surgió la dinastía de los Buyíes, que
en 946 entró victoriosa en Bagdad y se hizo con el poder, dejando al califa como figura decorativa, que tuvo
que aceptar los hechos.

ADMINISTRACIÓN: incorpora elementos de los sasánidas. Los califas abasíes se apoyaron en:

- miembros de su linaje, entre los que distribuyó cargos militares y tierras confiscadas a los omeyas.
- clientes, la mayor parte jurasaníes, para los que reservaron cargos en la admón. central y provincial
y tenerlas bajo su control. Fueron apartados por Harun al-Rashid para evitar su oposición a la
división del califato entre sus hijos.

La Admón. central se componía de secretarías con un visir al frente. A partir del s.IX habrá un gran visir o
chambelán, con funciones similares a la de un primer ministro. Las principales secretarías eran diplomacia o
chancillería, correos y finanzas (tributación).

La Admón. provincial contaba con un intendente que supervisaba a los funcionarios del catastro, del libro de
cuentas y el archivo.

Los impuestos eran tres:

- limosna legal (zakat), que se transformó en un diezmo sobre la producción de la tierra, el ganado
o los productos comerciales.
- capitación (yizya) para los no musulmanes.
- impuesto territorial (jaray), adscrito a todas las tierras, independientemente de la religión del
propietario.

Además, el califa contaba con tierras propias, monopolios industriales y comerciales, impuesto de aduanas,
el quinto del botín de guerra, confiscaciones, derechos sobre las herencias.

La justicia se delegaba en los cadíes o jueces, nombrados o destituidos por él o por el cadí mayor de
Bagdad. Debían ser expertos en derecho islámico (fiqh) y su cargo tenía un matiz religioso.

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ECONOMÍA: la base de la economía era la agricultura. Predominaba el secano, regado con agua de pozos
y lluvia, y rotación de cultivos y barbecho. En algunas zonas se usaban el riego mediante canales
administrados por técnicos estatales. La innovación fue la introducción de nuevas especies: de estación
corta (espinaca, berenjena) o que permiten dos cosechas anuales (arroz, algodón, melón, sorgo y caña de
azúcar); y nuevos frutales (naranjos, plataneros).

En cuanto a la propiedad de la tierra, había cuatro regímenes:

- individual, escasa salvo en Arabia y Mesopotamia.


- comunitaria:
+ cultivadas por aparceros al servicio de las autoridades de la comunidad o cedidas a
particulares en usufructo perpetúo (iqta) a cambio de que la tierra produjera y un diezmo o
servicio militar en frontera.
+ en usufructo de sus antiguos propietarios dimmíes (judíos, cristianos, no árabes…), que
pagan a cambio el jaray.
- en “manos muertas” (waqf, habus), cuyas rentas eran para obras pías o asistenciales (mezquitas,
hospitales, fundaciones militares o madrazas).

La ganadería era de animales de monta para transporte y la guerra.

La artesanía e industria existía en las grandes ciudades, especializadas regionalmente donde estaba la
materia prima. Los oficios se distribuían en los zocos por calles. El comercio a larga distancia fue clave en la
propagación de productos de un lado a otro del califato, a través de las rutas que confluían en Bagdad (ruta
de la seda y rutas transaharianas). El Estado recaudaba impuestos sobre los productos y sobre algunos
estableció monopolios.

RELIGIÓN: los abasíes fomentaron los estudios religiosos, surgiendo nuevas especialidades (tafsir,
comentarios del Corán). El interés por preservar la lengua árabe libre de influencias de las lenguas de los
pueblos conquistados intensificó los estudios de gramática y lingüística en esta lengua. Se creó la escuela
de transmisores de la tradición (hadiz) para compilar la tradición oral nómada, los relatos de la vida del
Profeta y sus compañeros y las enseñanzas de los primeros líderes.

Aunque la mayor parte de la literatura era religiosa y coránica, también se cultivaba la poesía palaciega,
ensalzando al Califa, su relación con el pueblo o las conquistas musulmanas.

Al mismo tiempo se desarrolló la ley islámica (sharia) como forma de vida guiada por Dios, tomando las
disposiciones legales y adaptándolas al código ético del Corán (regulaciones rituales, normas para las
relaciones sociales y la teoría de la organización del Estado), a cargo de las escuelas de derecho islámico.
Hubo varias:

- Escuela hanafí, fundada por Abu Hanifa (s.VII-VIII), la más antigua, tolerante y abierta a la
interpretación. Fue la seguida por los Abasíes.
- Escuela malikí, de Malik ibn Anas (s.VIII), basada en el derecho consuetudinario de la Medina de
tiempos de Mahoma, primaba el bien común de la comunidad islámica. Predominaba en Al-Andalus
y Magreb.
- Escuela shafií, de al-Shafii (s.VIII-IX), mezcla las dos anteriores. Utilizó la jurisprudencia para
eliminar las interpretaciones arbitrarias.
- Escuela hanbalí, de Ahmad ibn Hanbal (s.VIII-IX). Pequeña y muy conservadora de la sunna.
- Escuela chiíta o yafarí, creada por el sexto imán chiíta Yafaq al-Sadiq en Irán, Irak, el Líbano y la
India. No pertenece a la sunna y tiene rasgos propios (permite impuestos especiales, etc).

El arte y la arquitectura se utilizaron como representación y propaganda del poder. Los palacios de Bagdad
reutilizaron piezas de los palacios de épocas anteriores. La literatura y la poesía también se utilizaron como
propaganda para ensalzar a los califas. El complejo ceremonial de la corte, tomado de los sasánidas,
reforzaba esa idea de poder.

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Los musulmanes cultivaron las ciencias (matemáticas, medicina) tomando ideas conceptos de la cultura de
antigua helena e hindú.

3. DECADENCIA DE LOS ABASÍES Y MOVIMIENTOS SECESIONISTAS.

Causas del fraccionamiento del califato:

- Unidad basada en la vinculación directa al califa, no territorial, por lo que dependía de su autoridad y
prestigio.
- Gobernadores sujetos al califa, por lo que cuando no cumplían las obligaciones de enviarle tributos
y hombres, el califa tenía que utilizar la fuerza para recuperar la dependencia.
- Merma de ingresos del califa por la concesión de territorios a cambio de servicio militar (iqta’), ya
que no generaban impuestos.

Esta desmembración no supuso una reducción de su poder o una crisis.

Durante los s.IX y X la pauta era la misma: el gobernador de la provincia conseguía un favor del califa, poco
a poco reducía las obligaciones que le debía (dejar de enviar impuestos para utilizarlos en la provincia) y
cuando se le deja de mencionar en la oración del viernes se hacía pública la separación. Entonces,
establecía su propia dinastía y capital hasta que sucumbía a manos de otra dinastía vecina o el califa
retomaba el control.

AGLABIES (800-909): Harun al-Rashid otorgó Ifriqiya a título hereditario a los Aglabíes a cambio de un
tributo anual y el reconocimiento del califa en la oración del viernes. Su nombre procede de al-Aghlab,
comandante del ejército. Su hijo Ibrahim I se declaró independiente y fijó la capital en Qayrawan. Los
aglabíes conquistaron Sicilia (831) a petición de sus habitantes para expulsar a los bizantinos y desde allí,
saquearon Roma (846), ocuparon Malta (868) y recaudaron tributos de varias ciudades costeras italianas.
Sin embargo, las luchas contra rebeliones religiosas, beréberes rebeldes y bizantinos causaron su
decadencia, cayendo finalmente a manos de los Fatimíes de Egipto.

TULUNÍES (868-905): Egipto se separó del califato por obra de su gobernador Ahmad ibn Tulun, hijo de un
esclavo turco, apoyado por ejército y el pueblo. Pacta con el califa disponer de las rentas a cambio de un
tributo y del reconocimiento en la oración de los viernes. Instauró su capital al norte de Fustat y conquistó
Siria y Palestina. Finalmente, el territorio fue reconquistado por el califa de Bagdad.

FATIMÍES (909-1171): eran chiítas de la vertiente ismailí. Ubayd Allah se autoproclamó “el Enviado” ( al-
mahdi) y emir de los creyentes. A partir de 909 conquistó el territorio aglabí y avanzó hacia el este con el
objetivo de hacerse con el trono califal, pero ni bereberes ni sunníes aceptaron su liderazgo por chocar con
la tradición malikí del Magreb.

Tras firmar un pacto de no agresión con los bizantinos, al-Muizz conquistó Egipto (969) y fundó El Cairo,
donde puso su nueva capital. Desde allí, se autoproclaman califas y se enfrentan a los abasíes,
conquistando Damasco y Mosul, y a los Omeyas andalusíes en el Magreb. Su mayor esplendor se dio bajo
los reinados de al-Aziz (975-996) y al-Hakim (998-1021), quien destruyó el Santo Sepulcro.

El pueblo egipcio no acepto el chiísmo de sus gobernantes, quienes fomentaron las misiones religiosas,
pero siempre sufrieron disensiones religiosas (creación de la comunidad drusa). Consiguieron controlar La
Meca y Medina, pero Siria y Palestina se perdieron en poco tiempo (Jerusalén en 1071 y Damasco en
1076). También el Magreb se distanció y Sicilia cayó en manos normandas y Trípoli en dinastía locales
bereberes.

En lo que sí triunfaron los fatimíes fue en consolidar la sucesión de padres a hijos en el califato. Cuando el
califa era menor de edad, se creaba una regencia familiar. El cargo de visir fue ganado peso, generalmente
a cargo de un sunní o cristiano copto o armenio.

Las causas de su declive son:

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- el poder del ejército, que imponía y quitaba visires según la facción dominante.
- luchas internas en el ejército por su composición heterogénea (turcos, sudaneses, bereberes, etc).
- cismas religiosos y contradicciones en la doctrina política (líder chií al frente de una población
mayoritariamente sunní).
- Sucesión de malas cosechas y sequías, que provocaron revueltas.

A mediados del s.XII ya sólo controlaban Egipto y Saladino eliminó la dinastía.

OMEYAS DE AL-ANDALUS (756-1031): el Emirato omeya andalusí nunca formó parte de las posesiones
abasíes. Tras el fin del califato omeya de Damasco (756), Abderramán I se refugia en al-Andalus y aglutina
a los descontentos para proclamar su independencia política del califato abasí y crear su propia dinastía.

No obstante, hubo varias revueltas por:

- cuestiones fiscales
- problemas étnicos y religiosos
- enfrentamiento entre los primeros invasores y los llegados posteriormente y con mozárabes.
- tendencias separatistas de ciertas regiones

Algunas revueltas fueron lideradas por mozárabes y muladíes, llegando a controlar partes del emirato
durante periodos de tiempo.

Abderramán III (891-961) se proclamó califa (929), frente a fatimíes y abasíes. Sometió uno a uno los focos
disidentes y dominó a los reinos cristianos. Su sucesor al-Hakam II (961-976) destacó como mecenas de las
artes, reuniendo una biblioteca y ampliando la mezquita de Córdoba. También defendió las fronteras frente
a los cristianos.

El reinado de Hisham II (976-1009) comienza con la regencia de su madre y Almanzor, quien realizó
expediciones militares contra los cristianos del norte. Puso en los principales cargos militares y
administrativos a esclavones (esclavos eslavos comprados y educados por Almanzor) y bereberes de su
confianza. A su muerte, su hijo heredó el cargo de chambelán del califa, pero cuando su hermano menor,
Abderramán Sanchuelo (segundo hijo de Almanzor) pretendió que el califa Hisham II lo eligiera como
sucesor al trono, estalló una guerra civil (la fitna de Al-Andalus), que llevaría a la disgregación del califato en
los llamados reinos de Taifas (1031).

Los reinos cristianos en la Península Ibérica: tras la derrota de los godos en Guadalete (711), los
musulmanes ocuparon la Península en varias campañas, concentrándose en puntos estratégicos. El resto
del territorio conservó las leyes, religión y costumbres que en la época visigoda a cambio de un tributo. No
obstante, la zona del Duero, frontera entre el reino cristiano de Asturias y el emirato musulmán quedó
deshabitado por las razzias de unos y otros. Los cristianos se refugiaron en:

- Asturias protegidos por las montañas y desde allí consolidaron su dominio por la costa
cantábricahasta que tuvieron fuerzas para empezar su expansión hacia el sur.
- En los Pirineos surgieron condados de resistencia protegido por las montañas y el reino franco. Con
el tiempo se unieron y se expandieron tímidamente hacia el sur.
- En Pamplona se creó un reino al amparo de los Banu Qasi, familia que controlaba desde tiempos
romanos la zona de Zaragoza y con la que estaban emparentados sus reyes.

La crisis del emirato cordobés en el s.IX por las revueltas de los muladíes facilita la expansión hacia el sur
de esos núcleos cristianos, que repueblan el valle del Duero y consolidan su dominio fortificando la frontera.
Esto atrae a cristianos de la zona musulmana (mozárabes).

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