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Control N° 2: Marsilio de Padua

Estudiante: Fernando Calderón López

 Importancia y función del pensamiento político de M. de Padua en el contexto del


desarrollo histórico político de occidente.

La importancia es monumental. Trata cuestiones propias de la discusión moderna


acerca de la política y la conformación de la sociedad, cientos de años antes que
Maquiavelo o Rousseau, puesto que el “defensor pacis” está publicado en el año 1324 y
hace afirmaciones acerca de una separación de poderes del Estado, habla acerca de la
democracia directa, sin dejar de lado una posibilidad a una forma de instauración de las
leyes intermedia; y lo que es más radical para la época la clara distinción entre lo que le
compete al Estado y a la Iglesia, con una evidente diferenciación entre lo inmanente y
lo trascendente, algo que incluso bien entrada la modernidad muchos pensadores o
ideólogos de las constituciones de américa, por dar un ejemplo, no tenían del todo claro.

Antes comenzar a profundizar, cabe resaltar que los autores medievales en general, en
las experiencias que poseo con el mundo académico, la cual es limitada, no son mirados
con buenos ojos, sobre todo si se está hablando acerca de las ciencias o acerca de la
racionalidad por sobre la espiritualidad. En este sentido, me parece que en algunas
ocasiones no es lo mejor dividir la historia de la Filosofía en cuatro segmentos tan
cerrados, que encasillan duramente a autores como Marsilio en un ámbito, comúnmente
entendido, como alejado de la racionalidad y que prácticamente en algunos casos,
profesores o profesores ignoran.

En orden de darle un hilo conductor a esta respuesta, iré desarrollando algunos temas
fundacionales acerca de la sociedad sana que Marsilio propone, para luego finalizar
enunciando los impactos en el desarrollo histórico político de occidente.
En primer lugar, la tesis de la cual comienza la teoría política de Marsilio es que la
sociedad puede enfermarse. Por lo tanto, la sociedad debe ser tratada como una ser
vivo, es un ser dinámico, que además tiene alma, que en pocas palabras, el alma es lo
que anima a la sociedad y la hace ser distinta de las demás: La Constitución de un
Estado. En este sentido, el Estado es un todo, un totum en latín, que así como el cuerpo
humano tiene varias partes, el Estado es una multitud de elementos ordenados, es decir,
el Estado se compone de cada individuo ciudadano, que también al ser materia, estos le
darán la singularidad a cada Estado.

En segundo lugar, el fin de la sociedad es la vida buena y la búsqueda de la paz. Es


decir que para que la sociedad esté sana, la paz juega un rol fundamental para el
cumplimiento de la vida buena y de la felicidad de la sociedad y sus ciudadanos. En
este sentido, la sociedad sana se juega en un tríada de elemento que deben estar
presentes siempre, o sea, ninguno de los elementos pueden quedarse cojos. Estos
ámbitos son los siguientes: La paz, el orden social interno y el valor ético. Sobre este
último, Marsilio es clarísimo en decir que la única forma de alcanzar la paz es con la
Ética aristotélica, haciendo de sus principios absolutos, una cosa interesante es que, el
mismo Aristóteles flexibiliza un tanto, pues la ética, al no ser una ciencia categórica o
demostrable se mueve con ciertos rangos que debiesen funcionar o aplicar en el mejor
de los casos. Marsilio es extremo en este ámbito, es más aristotélico que Aristóteles,
incluso más adelante para definir las causas de la ciudad, el autor utiliza las categorías
aristotélicas de principios de ser. Ahora bien, volviendo a los otros ámbitos que
componen la tríada de una sociedad sana, si en un Estado no hay orden social, no hay
paz; por lo que todos deben cumplir con los roles que a cada ciudadano le corresponde,
puesto que según el autor, cada uno nace con la disposición natural de cumplir con un
deber de la mejor manera. En este sentido, hay un justo lugar de cada ciudadano y esta
“justeza”, se entiende como función propia, es decir que cada ciudadano tiene una
actitud natural que explica también la diversidad en géneros de las funciones del
Estado. Además, la “justeza” se relaciona profundamente con el entendimiento de la
justicia para Marsilio. Para sintetizar este párrafo, podemos decir lo siguiente: La paz
supone principios éticos y un orden social, puesto que la paz como fin, depende del
valor ético y del orden social, sin embargo esos dos ámbitos dependen de la paz. En
otras palabras, estos tres ámbitos deben estar en sinergia, puesto que están
correlacionados y son codependientes.

Además, es muy importante mencionar que la felicidad según Marsilio, se alcanza en


una vida suficiente y esta vida buena se alcanza aquí y ahora. La vida en excesos
constituyen problemas para la sociedad, por lo que por ejemplo, no puede haber miseria
extrema o riqueza extrema, la vida suficiente se encuentra en el justo medio.
Nuevamente a Marsilio le surge lo aristotélico acérrimo. Sin embargo, hay que tener la
precaución de no pensar que el autor niega que la felicidad no se pueda encontrar en la
vida eterna ni tampoco que la vida en este mundo está por sobre la otra, también existe
una felicidad que la entrega la religión. Aquí se ve en Marsilio una clara diferenciación
entre que la religión se tiene la función propia de delimitar la vida eterna, lo
trascendente; y por otro lado, la filosofía se encarga de los temas acerca la necesidad de
un Estado, lo inmanente. Esta distinción fuerte entre fe y razón ocurre siglos antes que
Kant o Descartes, por lo que el impacto en la filosofía moderna es evidente; Marsilio
pone a la fe como un acto de la voluntad, la libertad de cada ser humano y por el otro
lado, la filosofía es justificada por razones.

Según Marsilio, el Estado ya no necesita explicarse desde arriba, es decir que la


comunidad civil no es dada o venida de nuestra semejanza con Dios, el Estado viene de
los seres humanos. Esto es tiene una importancia gigante si lo miramos desde el punto
de vista ontológico, puesto que el cristianismo explica el mundo, los seres humanos y
las cosas como venidos desde Dios, como creador de todas las cosas y el universo; a lo
que Marsilio va a responder que no es así, el gobierno civil, es independiente de Dios y
lo trascendental: la comunidad social se da por voluntad de los humanos. En este
sentido, el ser del Estado, es dado por la libertad de los humanos de reunirse y buscar el
bien común en esa comunidad.

En tercer lugar, es necesario hablar acerca de la división de poderes que hace Marsilio a
través de los principios aristotélicos, esto para explicar el ente político: a) Causa Final:
Esta es el bien común, como se mencionaba antes, la felicidad se alcanza en la vía
suficiente del justo medio y en este sentido, no hay sociedad sin causa final, puesto que
no se justificaría la comunidad social y obviamente si se falla en este ámbito la unidad
se enferma y no hay paz; b) Causa Formal: Las leyes son las que delimitan y definen al
Estado, no hay sociedad sin leyes según el autor, estas son las configuradoras del
Estado, donde el cumplimiento de ellas cumplen un rol fundamental en la felicidad o el
bien común, estás leyes sean, divinas, naturales o humanas, donde las últimas vienen de
nosotros mismos y dependen de nadie más, por lo que serán discutidas –sobre esto
volveré más adelante en detalle-; c) Causa eficiente: El agente del de Estado es el
gobernante, el cual no puede estar jamás por sobre las leyes ni tampoco alejarse de un
gobernar por el bien común, en otras palabras la causa eficiente no puede estar por
sobre la causa formal o la causa final, además quién o quiénes conformen la causa
eficiente puede ser discutido de la misma forma que lo será la causa formal; d) Causa
Material: No porque ésta sea mencione último, esta tengo menor importancia, al
contrario, Marsilio le da un carácter fundamental, que a diferencia de la mayoría de sus
contemporáneos no desprecia la materia y la carne, puesto que, la materia es donde
reside el ente y en el caso del ente político, este reside en sus ciudadanos, en las
personas que se dicen ser de un Estado, donde además la causa eficiente se debe.

Todos estos principios son necesarios para conformar el ente político. No subsisten
independientes del otro, en las palabras dichas en clases, todos estos principios tienen la
misma dignidad ontológica. Lo que importa de toda esta clasificación es que si estos
principios están en el justo medio el Estado se encuentra sano y está en paz.

En cuarto lugar, es menester profundizar un tanto en la legislación de un Estado y


responder a las preguntas por quién o quiénes debe hacer las leyes, sobre esto la
respuesta es clara: Las personas, los ciudadanos, ellos están compuestos de materia,
pero en última instancia, independiente de lo accidental de su cuerpo, se compone de
inteligencia y voluntad y a esto es lo que se refiere con libertad. Por tanto, el legislador
es cualquier humano que sea libre y la voluntad de serlo, además, las leyes no vienen
desde afuera y de Dios, sino que, vienen de adentro de la voluntad de las personas que
tienen libertad, que además, Marsilio explicita que estas leyes deberán ser escritas y de
conocimiento público. Marsilio deja claro lo anterior diciendo: “el legislador o la causa
eficiente primera y propia de la ley es el pueblo, o sea, la totalidad de los ciudadanos, o
la parte prevalente de él, por su elección y voluntad expresada de palabra en la
asamblea general de los ciudadanos, imponiendo o determinando algo que hacer u
omitir acerca de los actos humanos civiles bajo pena o castigo temporal” (Marsilio de
Padua, Página 54, parágrafo 3, “Defensor de la Paz”, 2002)

Lo anterior es de una previsión y de una actitud visionaria inmensa, puesto que en el


siglo XIV está hablando de lo que Rousseau denominará siglos después como voluntad
soberana y soberanía popular. Cuando habla de que todos los ciudadanos tienen el
deber de expresarse, y no solo de ser escuchados, esto habla de que Marsilio entiende a
los ciudadanos como agente completamente activos y que deben estar involucrados en
las actividades del gobierno civil. Por otro lado, habla acerca de la parte prevalente, por
lo que tampoco está cerrando la puerta a una democracia representativa, además de una
directa, donde los más aptos legislen y lleguen a consensos. También habla acerca de
sanciones temporales, por lo que se puede inferir que existen sanciones supra
temporales que obviamente entendemos que de ellas se encarga la iglesia, por lo tanto
la iglesia no tiene nada que hacer en la creación de castigos o sanciones que son de
orden civil inmanentes. En este sentido, las leyes siempre podrán modificarse, puesto
que, como se dijo anteriormente, las leyes vienen de las personas y el pueblo es el
elector siempre del gobernante y las leyes del Estado.

Finalmente, para resumir la importancia y función de los impactos en el desarrollo


histórico político de occidente que tiene este texto de Marsilio de Padua, podemos
enunciar lo siguiente: Es un visionario al tratar los temas de separación de poderes del
Estado, sobre la soberanía popular, sobre la noción de voluntad que propone como
centro de lo que deberá ser legislado y más importante aún en mi opinión, que hace una
clarísima distinción entre la filosofía y la religión, el Estado y la iglesia y la inmanencia
y la trascendencia. Además es bastante interesante que un autor de su época sea más
moderno que los modernos venideros siglos después, aun cuando es un aristotélico
acérrimo. Podemos hacer la conexión entre el renacimiento de Italia, que va a rescatar
temas de los clásicos y entre Marsilio que tiene estos escritos y pensamientos siglos
antes.

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