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Material de Estudio Unidad I
Material de Estudio Unidad I
Leer y escribir son dos actividades indispensables en la vida de cada ser humano. En la
década del setenta tomaba el leer solamente como el pronunciar las palabras respetando
la distribución silábica y los acentos dando una debida entonación, así mismo el
aprendizaje textual del texto, lo cual era considerado signo de éxito. Por lo tanto, el
producto de la lectura era el centro de interés del aprendizaje. Hoy de acuerdo con los
nuevos enfoques y de acuerdo con Daniel Cassany et al (1998) lo que importa es
interpretar lo que vehiculan las letras impresas, construir un significado nuevo en
nuestras mentes a partió de estos signos, aquí el proceso de la lectura es el centro de
interés del aprendizaje.
Mortimer J. & Charles van Doren, (1996: 18) nos señala que desde el momento en que
cualquier tipo de lectura supone una actividad, toda lectura es, en cierto grado, activa.
La lectura totalmente pasiva es imposible, pues no podemos leer con los ojos inmóviles
y el cerebro adormecido. Si bien es cierto que la lectura puede ser más o menos activa,
pero cuanto más activa, tanto mejor. Un lector es mejor que otro en proporción a su
capacidad para una mayor actividad en la lectura y con un mayor esfuerzo. Es mejor
cuanto más exige de si mismo y del texto en sí.
Para estos autores (1996: 18) se considera que leer y escuchar equivalen a recibir
comunicación de alguien dedicado activamente a darla o enviarla. En este caso, el error
radica en suponer que recibir comunicación es como recibir una bofetada o una
herencia, o la sentencia de un tribunal de justicia. Por el contrario, quien lee o escucha
podría compararse con el jugador que recoge la pelota en el béisbol.
“Recoger la pelota es una tarea tan activa como lanzarla o batearla. El jugador que la
lanza o la batea son el emisor en el sentido de que su actividad inicia el movimiento de
la pelota. El que recoge la pelota o el defensa es el receptor en el sentido de que su
actividad le pone punto final, y ambos son activos, si bien sus actividades difieren. Si
existe algo pasivo, es la pelota, lo inerte que se pone en movimiento o que se detiene,
mientras que los jugadores son activos, pues se mueven para lanzar, batear o recoger. La
analogía con la escritura o lectura resulta casi perfecta. Lo que es escrito y leído, al igual
que la pelota, constituye el objeto pasivo común a las dos actividades que comienzan y
completan el proceso. Podríamos llegar llevar esta analogía un poco más lejos. El arte
de recoger la pelota equivale a la destreza para recoger cualquier de lanzamiento.
Paralelamente el arte de leer consiste en la destreza para recoger todo tipo de
comunicación lo mejor posible.”
• El estado inicial de la lectura lo constituye el patrón gráfico del texto, es decir, los
grafemas agrupados en conjuntos discretos que forman las palabras escritas.
• Procesos periféricos de carácter perceptivo que permiten formar una representación
abstracta de los signos gráficos que componen las palabras.
• Procesos intermedios de carácter lingüístico que a partir de la representación abstracta
de los signos gráficos, permiten reconocer las unidades léxicas que integran un
enunciado y efectuar el análisis de su estructura sintáctica, lo que lleva a asignar a cada
constituyente gramatical un papel sintáctico y efectuar una interpretación del significado
de dicho enunciado.
• Procesos centrales de naturaleza semántica – pragmática, que integran la información
contenida en cada enunciación a fin de formar una representación global del significado
del texto.
• Como resultado de la actuación coordinada de los procesos anteriores, el estado final
de la comprensión lo constituye la representación o modelo mental de la situación a la
que el texto evoca.
Ahora bien, para la representación mental del significado es preciso que activamente, el
lector utilice su conocimiento en interacción con el texto, de modo que integre con
coherencia lo expresado por el escritor con lo que ya conoce al respecto. En esta parte
es importante que el lector utilice sus conocimientos sobre la forma de las palabras, su
significado, las reglas gramaticales, las formas literarias de los textos, así como la
interacción previa acerca del mundo y de la interacción entre las personas.
Toda esa información es almacenada en la memoria a largo plazo del lector, donde
finalmente lo conocido se integra juntamente con la información extraída a partir de la
lectura del texto en un modelo mental situacional.
El fin último del lector al realizar el acto de la lectura es interactuar con el texto para
extraer su significado e integrarlo con el conocimiento previo del lector.
Teun Van Dijk señala que las macrorreglas están controlados por estructuras cognitivas
denominados esquemas y las superestructuras. Los esquemas son unidades de
información de carácter general que representan las características prototípicas de
objetos, situaciones y hechos. Durante la lectura los esquemas son activados por las
metas del lector, el contexto y la información del propio texto. Las superestructuras
representan las formas fijas de organización global que caracterizan a muchas clases de
discursos, usados frecuentemente y consisten en conjuntos de categorías funcionales y
reglas que especifican el orden de aparición. Las superestructuras por ejemplo de un
cuento, vienen a ser introducción, complicación, resolución evaluación y moraleja.
Modelos Mentales.
Un modelo mental es un modelo interno de una situación descrita por una oración que
se deriva de una representación proposicional (la representación proposicional contiene
tanto la información sintáctica como el significado individual de las letras) a través del
uso de inferencias basadas en el conocimiento general del mundo. La estructura está
implícito en el propio modelo mental, es decir, que se deriva del procesamiento
semántico, de la situación a la que se refiere el texto, y no del mismo texto (Jonson-
Laird, 1983; van Dijk y Kintch, 1983). De ahí que se diga que si el lector no descubre el
referente del texto, su comprensión fracasa y el recuerdo es escaso, aun cuando las
palabras y las frases sean inteligibles por si mismas (Bransford y Jhonson, 1973).
En cuanto a la realización de inferencias, los modelos mentales señalan que éstas no se
derivan de las propiedades lingüísticas del texto, sino que es el lector reorganizando y/o
combinando sus aportes, el que obtiene las relaciones emergentes mimetizando la
estructura de los objetos o sucesos que representa (Jonson- Laird, 1983). Por tanto, la
construcción de un modelo mental del discurso se lleva a cabo a medida que va
procesando la información que contiene el texto o discurso (Glemberg, Meyer y
Lindem, 1987); en ese sentido, una propiedad característica de los modelos mentales es
que incluyen más información que la del propio texto contiene en relación con los
objetos, acciones y representaciones descritas. En el curso de la comprensión, las
representaciones proposicionales construidas en el análisis lingüístico dan lugar a un
proceso de traducción que concluye en la formación de un modelo mental del discurso
(van Dijk y Kintch, 1983; Perrig y Kintch, 1985). Este proceso de traducción concluye,
de acuerdo con Jonson- Laird (1983), en la activación de alguno de los procedimientos
que se reseñan dependiendo del conocimiento previo que se activa en el curso del
procesamiento, de las inferencias que se extraen en la base del texto y del conocimiento
previo, de la referencia de las expresiones y del contexto que se representa en el modelo
de discurso vigente.
La teoría supone que en curso del desarrollo y la adquisición del lenguaje lo que el
sujeto adquiere son las condiciones de verdad de las expresiones, es decir, la forma en
que contribuyen a las condiciones de verdad de las oraciones que se componen. La
teoría interpreta el proceso de acuerdo con una semántica de condiciones de verdad de
las oraciones que la componen. La teoría interpreta el proceso de acuerdo con la
semántica de las condiciones de verdad asociada al uso de las expresiones lingüísticas
en un contexto. Las propiedades semánticas de una expresión son propiedades
emergentes de sus condiciones de verdad (Jhonson- Laird, 1983).
Modelo de Contexto.
c) Experiencias cotidianas. Los modelos de contexto son una forma específica de los
modelos de la experiencia cotidiana. Desde la mañana cuando uno despierta (y nos
damos cuenta de quiénes somos, dónde estamos, qué estamos haciendo, etc.) durante
todos los actos/ eventos del día hasta que nos dormimos por la noche. Así, mientras
estamos conscientes, permanentemente construimos modelos mentales de la situación
en la que nos ubicamos (de nosotros mismos, de otra gente, del tiempo, del lugar, de los
actos, etc.). (van Dijk:2004:49)
d) Relevancia. Un modelo de contexto no representa todos los aspectos personales o
sociales de la situación comunicativa, sino solamente los aspectos que en un momento
dado son relevantes para cada participante.
g) Estructura. Según van Dijk (2004) el contexto tiene una estructura esquemática más
o menos fija, también por razones cognitivas los lectores tienen que construir modelos
muchas veces cada día, y una estructura más o menos fija o prototípica que ayuda a
construir modelos concretos (con información concreta y específica) sobre cada
situación comunicativa.
Los modelos de contexto sirven en general para que los educandos al momento del
proceso lector tengan una representación adecuada y relevante del texto que están
leyendo. Por lo tanto, los modelos del contexto o contexto, controla la producción y
comprensión del texto o discurso, de tal manera que su interpretación sea adecuada o
apropiada a la situación interpersonal o intrapersonal. Además el contexto controla
sobre todo la producción de las estructuras discursivas que pueden variar con la
variación del contexto: selección del tópico, estilo, el formato general, etc. Finalmente,
existen algunas estructuras gramaticales independientes del contexto como gran parte de
la fonología, sintaxis, semántica. Por ejemplo, el artículo definido en español siempre
precede al nombre.
Macroestructura semántica
La Macroestructura Semántica se sitúa en un doble plano de estudio; por un lado, forma
parte del modelo de conocimiento, hasta el punto de ser esencial para el mismo, ya que
manifiesta a la vez la comprensión y producción de discursos, y del pensamiento en
general; de ahí en papel cognitivo de la Macroestructura en la elaboración de textos. Por
otra parte en la elaboración misma intervienen mecanismos lingüísticos y gramaticales
(“claves discursivas para seleccionar la macroestructura), así como macrorreglas, que
organizan significados e interpretaciones, a través de nociones como tópicos y de las
relaciones semánticas que se dan en el discurso. La macroestructura ha sido motivo de
estudio de disciplinas como la lingüística, la ciencia del texto y la ciencia cognitiva, así
como la teoría de la literatura y la crítica literaria.
Concepto de Macroestructura.
Así mismo la Macroestructura semántica define la coherencia global del discurso, sin
que ello implique una coherencia lineal indicada en el nivel microestructural. En otras
palabras, existe un nivel de coherencia lineal que viene marcado por la microestructura
y un segundo nivel de coherencia, global, que es el que nos proporciona la
Macroestructura. Hasta tal punto que, si sólo si no es posible construir una
macroestructura para un discurso, puede decirse que es coherente globalmente. (van
Dijk, 1980b/1987:45)
Como bien lo señala Kincth, (1982: 782) cuando un individuo entiende de un discurso,
realiza principalmente un trabajo de síntesis de un texto porque tiende a reducir la
información presente ( en todos sus detalles) y, haciéndolo, construye la estructura de
síntesis que podemos llamar macroestructura. En ese sentido un concepto o una
estructura conceptual (una proposición) pueden llegar a convertirse en tópico de
discurso, si organiza jerárquicamente la estructura conceptual (proposicional por tanto)
de la secuencia.
Por su parte Teun van Dijk (1977c/1984:204) precisa que la macroestructura de una
secuencia de frases es:
“… una representación semántica de algún tipo, es decir, una proposición vinculada por
la secuencia de proposiciones que subyacen al discurso”.
(o parte de él). Añade más adelante que, para que una secuencia con esta propiedad es
coherente respecto a un tópico o, más ampliamente, respecto a una macroestructura.
Macrorreglas
En este mismo marco de la macrorregla, van Dijk (1980ª:82) admite una doble
supresión: la débil (weak deletion) y la fuerte (strong deletion), por cuanto que llega a
suprimir detalles localmente relevantes. Se trata, pues, de suprimir condiciones, sucesos,
componentes normales, o consecuencias