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Estoy tratando de elaborar un proyecto sobre la Ley de Transparencia y acceso a la información pública, pero un proyecto académico personal, no por el conducto de la
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Palabras claves: Nulidad de Actos administrativos. Acto normativo, estado de derecho, Rama
Ejecutiva, Poder Público.
Abstract. This bibliographical research, based on written and electronic sources, presents the
study of the Special Theory of Administrative Act in Colombia and in particular the revocatoria of
administrative acts. The Administrative Act is the normative act that for general rule the
administrative officials of the State emit it, at national, departmental level, Distrital and municipal;
for exception, they emit it the other servants of the State belonging to the other branches of the
public power (legislative and judicial), those “control organisms” fiscal (Comptroller of Republic)
and Disciplinary (Procurator of State and Defense of the Town), those “electoral organisms” and
particular people when some and other public functions.
Key words: Revocatoria of administrative acts. Normative Act. Rule of law, Executive Branch,
Public Power.
____________________________
(*) Docente TC, Titular de Derecho Público en la Universidad de Nariño (Pasto-Colombia). Abogado en
1982, Magister en Derecho de la USTA-UDENAR, 1994. Doctor en Derecho Administrativo de la
Universidad de Navarra (Esp.), 1986. Doctor en Derecho de la Universidad de Lleida (Esp.), 1999.
Tratadista de Derecho Público, Par Académico de Maestrías y Doctorados del MEN-SACES. Web:
http://akane.udenar.edu.co/derechopublico. Correo: lriascos@udenar.edu.co
LA REVOCATORIA DIRECTA DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS
EN EL DERECHO COLOMBIA
Revocar, gramaticalmente significa "dejar sin efecto" algo; deshacer de la misma forma
como se hizo alguna cosa. Aplicando estos conceptos al derecho administrativo sustantivo, se
tiene que la revocatoria, significa hacer dejación de los efectos jurídicos que pudiera tener un
acto catalogado de administrativo, bien por parte del funcionario que lo expidió inicialmente, o
por el inmediato superior jerárquico.
Entonces, revocar un acto administrativo es dejarlo sin efecto jurídico alguno cuando
queda incurso en alguna causal prefijada en el ordenamiento jurídico y es declarada por un
funcionario estatal investido de “autoridad” y control sobre sus propias actividades o gestiones
administrativas, de oficio o a solicitud de parte interesada: titular del acto o de terceros con
intereses jurídicos.
De lo anterior se puede deducir, que la revocatoria es: (i) una prerrogativa legal para
enmendar sus propios actos administrativos, por parte de las “autoridades” estatales o las
personas particulares con función administrativas; (ii) la revocatoria se puede presentar en
forma oficiosa (actividad unilateral de las “autoridades” estatales) o a instancia de parte
(ejercida como medio de impugnación en vía administrativa por el titular o interesado en el
acto); (iii) las “autoridades” estatales pueden revocar sus actos si se dan las causales previstas
en la ley; y, (iv) se puede ejercer la facultad revocatoria en cualquier momento, incluso cuando
se ha acudido a la jurisdicción contencioso administrativo por el titular o interesado.
El artículo 93 del C.P.A., y C.A., confirma lo ut supra comentado, pero precisa que la
revocatoria de actos administrativos (objetivos o subjetivos, pues la norma no hace distinción
alguna), deberán ser revocados, en cualquiera de los siguientes casos: (i) cuando sea
manifiesta su oposición a la Constitución o a la ley; (ii) cuando no estén conformes con el
interés público o social, o atenten contra él; y, (iii) cuando con ellos se cause agravio
injustificado a una persona.
13.2. Principales reformas del C.P.A., y C.A., de 2011 sobre la revocatoria directa
En síntesis plateamos cuáles son estas reformas que en el transcurso del presente
capítulo profundizaremos:
Por deducción se entiende que sí procederá la revocatoria, a pesar de haberse interpuesto los
recursos administrativos ordinarios, cuando se presente la posibilidad de solicitar la revocatoria
por las causales segunda y tercera del artículo 93 Ibídem y cuando no haya operado la
caducidad del medio de control judicial que procediera contra el acto administrativo respectivo.
El artículo 95-1º ibídem, a diferencia del artículo 71 del C.C.A., que establecía que la
revocatoria podía cumplirse en cualquier tiempo, “inclusive en relación con actos en firme o aun
cuando se haya acudido a los tribunales contencioso administrativos, siempre que en este
último caso no se haya dictado auto admisorio de la demanda”. En el nuevo Código, tomando
los conceptos en sentido positivo, sostiene que la revocatoria de los actos administrativos
_______________________
En el inciso 2º del artículo 95 ibídem, a diferencia del inciso 2º del artículo 71 del C.C.A.,
que fuera adicionado por la Ley 809 de 2003, que establecía: “En todo caso, las solicitudes de
revocación directa de los actos administrativos de contenido general y las que se refieran a
aquellos de contenido particular y concreto en relación con los cuales no se haya agotado la vía
gubernativa o no se haya admitido la demanda ante los tribunales contencioso administrativos
dentro del término de caducidad de la acción de nulidad y restablecimiento del derecho,
deberán ser resueltas por la autoridad competente dentro de los tres (3) meses siguientes a su
presentación”. En el nuevo Código, omite la mayor parte del contenido de este inciso, pues
tanto en el inciso 1º del artículo 95, como en el artículo 94, sobre la improcedencia de la
revocatoria ya se aclara, al mencionar genéricamente actos administrativos en los cuales están
los objetivos y subjetivos. Si es evidente la diferencia, cuando el nuevo artículo sostiene que las
solicitudes de revocatoria se deberán resolver “dentro de los dos (2) meses siguientes a la
presentación” y no tres. La disminución del término es para que no se ponga en peligro la
caducidad del medio de control judicial respectivo (resarcitorio de 4 meses) y para igualar el
término de “silencio administrativo” de los recursos ordinarios que opera como se sabe en dos
(2) meses. Esto último por deducción de la lectura del artículo, no porque así lo diga la norma.
La norma expresamente manifiesta que no habrá silencio administrativo de revocatoria directa
en la parte in fine del artículo 96 ibídem.
Esperamos que en la práctica jurídico administrativa del país esa extensión sea
aprovechada por los sujetos involucrados en la revocación de actos administrativos, pues
poderes de rezago revocatorio de la Administración Pública o a instancia de parte dentro del
ambiente jurisdiccional, parecerían innecesarios, sí la los sujetos involucrados en un proceso
judicial ya echaron todas sus cartas antes y en el proceso (notificación del auto admisorio de la
demanda) para provocar una revocación oportuna e idónea del acto objeto de impugnación.
Este tipo de ofertas en vigencia del C.C.A., de 1984 era impensable, pues no se
extendía la oportunidad de la revocatoria sino hasta antes de decidir el auto admisorio de la
demanda, por un lado; y de otro, constituía regla general en el derecho administrativo, que en
vía administrativa o mal llamada gubernativa, no se pude perseguir y obtener indemnización de
daños o perjuicios. Obviamente, la oferta como la posible admisión de oferta de los titulares o
interesados en el acto se da en el curso de un proceso judicial y es el juez administrativo quien
la acepta y decide y entonces se descarta que sea en vía administrativa, pero sí entendemos
que esta oferta se genera porque no se revocó el acto impugnado oportunamente hasta antes
del auto admisorio de la demanda, se deduce que esta oferta y posible aceptación de
indemnización de daños y perjuicios producidos con el acto son nada más ni nada menos que
los coletazos positivos y de extensión de la malograda vía administrativa de revocatoria.
“Sí el juez encuentra que la oferta se ajusta al ordenamiento jurídico, ordenará ponerla
en conocimiento del demandante quien deberá manifestar si la acepta en el término que se le
señale para tal efecto, evento en el cual el proceso se dará por terminado mediante auto que
prestará merito ejecutivo, en el que se especificarán las obligaciones que la autoridad
demandada deberá cumplir a partir de su ejecutoria”.
(i) Actos Subjetivos expresos y fictos. Se especifica que los actos subjetivos: “escritos o
fictos”, o mal llamados presuntos en otros artículos del nuevo Código, pueden ser objeto de
revocación, siempre que se reúna unos requisitos de forma y de fondo previos. En artículo 73 y
74 del C.C.A., hacía referencia genérica a los actos administrativos e incurría reiteradamente
para referirse por excepción a los “actos presuntos” y omitía la mención a los “actos fictos”. En
uno y otro caso, eran actos que reconocían derechos constitucionales y legales y que a partir de
la Constitución de 1991, se potenciaron cuando se comenzó a hablar de derechos
fundamentales reconocidos, limitados, restringidos o revocados por estar previstos en actos
administrativos escritos o fictos y en los cuales en casos exceptivos también cabía la acción de
tutela para proteger, garantizar o recuperarlos 143;
(ii) Consentimiento previo, expreso y escrito 144. La condición sine qua nom, a priori para
poder proceder a la revocatoria de actos subjetivos se aclara innecesariamente que debe ser
previa. Esto por cuanto la llamada “autorización expresa y escrita” que hacía referencia el
artículo 73 del C.C.A., para revocar un acto subjetivo, se entendía que debe ser previa, pues las
“autoridades” que iban a revocar un acto administrativo debían recibir esa autorización escrita
del titular del acto antes de la revocación que es lo lógico. El artículo 97-1º ahora solicita que el
“consentimiento” del titular debe ser: “previo, expreso y escrito”, máxime que esta clase de
actos crean derechos a sus titulares que para la doctrina y jurisprudencia no duda en llamarlos
“adquiridos” y por eso las garantías que establece la ley para que no puedan deshacerse
fácilmente los actos subjetivos 145;
(iii) “Acción de lesividad” frente a la negativa del titular del acto para dar su
consentimiento. “Si el titular niega su consentimiento y la autoridad considera que el acto es
contrario a la Constitución o a la ley, deberá demandarlo ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo”. Si bien el contenido del inciso 2º del artículo 97 es nuevo, en doctrina y
_____________________________
(143) Corte Constitucional en Sentencia T-277-2010, manifestó: “No obstante, cuando las
actuaciones de la Administración resultan en la amenaza o en la vulneración grave y evidente de
derechos fundamentales, que exigen una acción rápida por parte del juez constitucional, la acción
de tutela resulta procedente, tras realizar un análisis al caso concreto”. Reiterado en la Sentencia
T- 215 de 2006.
(144) El Consejo de Estado, en sentencia de 3 de noviembre de 2011, sostuvo: “Este
consentimiento es, pues, una condición sin la cual no le está permitido a la Administración
revocar directamente un acto administrativo de esta clase, bien sea de oficio o a solicitud de
parte. Cuando se habla de expreso, quiere decir que haya una manifestación externa por parte
del titular en el sentido inequívoco de que da su consentimiento para que el acto sea revocado,
con la sujeción a una formalidad que cabe considerarse como sustancial, como es la de que debe
ser en forma escrita”.
(145) El Consejo de Estado, en sentencia de 9 de Marzo de 2000, al respecto sostiene: “Ahora bien,
como quiera que la estabilidad de los actos administrativos, constituye un presupuesto medular
de la actividad de la administración y de la tutela de los derechos de los administrados, la
revocación directa de los actos administrativos encuentra como límite el respeto a las situaciones
jurídicas que el acto haya creado, es decir, que los derechos adquiridos en virtud del acto, limitan
la facultad revocatoria de la administración. De esta manera, en armonía con la presunción de
legalidad del acto y con la seguridad jurídica que de aquella deriva para los particulares, la
doctrina y la jurisprudencia han destacado la improcedencia de revocar un acto, de los efectos
anotados, sin el consentimiento previo y expreso del titular de esa situación o derecho
reconocido”.
jurisprudencia esto era lo que en forma reiterada manifestábamos, como opción para aquellas
“autoridades” estatales que no obtenían la autorización o consentimiento del titular del acto para
revocarlo por las vías legales. Como éstas autoridades estatales no podían quedarse cruzadas
de brazos o manifestar Ad impossibilium nom obligatio, debían proceder a demandar su propio
acto en “acción de lesividad” originaria de la doctrina ius administrativa ibérica.
(iv) Actos subjetivo por medios ilegales o fraudulentos. El artículo 97-3º del C.P.A., y
C.A., a diferencia del artículo 73-2º del C.C.A., que establecía que podía ser revocado un acto
administrativo subjetivo, “sin el consentimiento expreso y escrito del respectivo titular”, “si se
dan las causales previstas en el artículo 69, o si fuere evidente que el acto ocurrió por medios
ilegales” 146. En el actual Código, se parte de una lógica jurídica diferente, pues no procede a
revocar el acto con o sin consentimiento del titular del acto como sucede en el C.C.A, pero con
consentimiento, sino que procede a demandar su propio acto en “acción de lesividad” o medio
de control judicial de nulidad” simple (artículo 137 C.P.A., y C.A.), ante la jurisdicción
contencioso administrativo, “sin acudir al procedimiento previo de conciliación y solicitará al juez
su suspensión provisional.
(146) El Consejo de Estado, en sentencia de marzo 31 de 2011, al respecto sostuvo: “La Corte
Constitucional a través de Sentencia C-835 de 2003, aclaró que para darse la revocatoria del acto
administrativo de reconocimiento prestacional aún sin el consentimiento del titular del derecho,
debe tipificarse la conducta como delito, aunque no concurran los demás elementos de
responsabilidad penal, de tal manera que si se reconoció la prestación con fundamento en
documentación falsa o se halla comprobado el incumplimiento de requisitos, basta con que sean
constitutivos de conductas tipificadas por la ley penal”.
jurídica interesada deberá presentar un memorial petitorio que reúne los requisitos de un
derecho de petición cualquiera (artículo 5º y 13 ibídem) y en el que se concreta la solicitud de
revocatoria directa ante el servidor del Estado (“autoridades” estatales), o ante las personas
particulares con función administrativa. Ese memorial de revocatoria se estructura como un
recurso administrativo especial tácito, pues los recursos administrativos ordinarios (reposición,
apelación y queja), tienen regulación legislativa expresa (artículos 74 a 82 ibídem).
En tal virtud, no se puede ni se debe asimilar, ni menos observar por un mismo hilo
conductor la forma de inicio ni las decisiones, efectos y consecuencias jurídicas que se tomen
como resultado de la revocatoria del acto y la de los recursos ordinarios. Son diferentes, y por
eso la revocatoria no hace parte de la llamada “vía gubernativa”, aunque el recurso
extraordinario se desenvuelva en la vía o sede administrativa.
Resulta discutible la posición, el tratadista Eustorgio Sarriá 148, cuando manifiesta que la
revocatoria es un recurso extraordinario, entre otras razones, porque “sólo procede cuando, no
habiéndose hecho uso de la vía administrativa y, consecuencialmente, habiéndose perdido
_______________________
La revocatoria ex officio realizada por los servidores del Estado, las “autoridades”
estatales o personas particulares con función administrativa, las cuales previamente han
expedido un acto general u objetivo o, bien particular o subjetivo, descartan de plano la
actuación o entremetimiento de las personas indeterminadas o las personas determinadas:
interesadas, titulares del acto o terceros interesados, según fuere el caso y circunstancias.
Esta forma de revocatoria, en uno y otro caso, se caracteriza precisamente porque motu
proprio el emisor o autor del acto administrativo decide dejar sin efectos jurídicos un acto, que
encuentra es contrario al Ordenamiento jurídico, desconoce el interés general o causa grave
perjuicio a una persona. Se diferencia, la revocatoria de actos objetivos de la revocatoria de
actos subjetivos, en que en ésta última, el emisor o autor del acto debe contar obligatoriamente
con el “consentimiento previo, expreso y escrito” del titular del acto, para proceder a extinguir
jurídicamente el acto impugnado. Ese análisis lógico jurídico lo hace, una vez el acto
administrativo ha entrado a la vida jurídica, a través de la notificación pues se trata de un acto
subjetivo que crea, modifica o extingue derechos de carácter personal o concreto.
La primera actuación desarrollada será comunicar en forma directa a las personas que
pudieran resultar afectadas con dicha iniciación. Luego, se citará por correo a los “terceros
determinados” e “indeterminados”, que pudieran estar directamente interesados con las resultas
de la decisión y para que hagan valer sus derechos. Si no fuere posible por este mecanismo, se
hará mediante una publicación en un diario de amplia circulación nacional o local, según el caso
(artículos 28, 14 y 15 del antiguo C.C.A.).
La decisión final o acto revocatorio que se produce tras este breve procedimiento administrativo
de revocación, deberá contener como toda resolución administrativa, unos requisitos de forma y
de fondo mínimos, máxime si involucra derechos o interés legítimo de las partes. En tal virtud, el
acto revocatorio, contendrá la resolución de todas las cuestiones planteadas.
_____________________
(150) SANTOFIMIO, Jaime, Ob, ut supra cit., p. 254
Si la decisión final se notificará directa y personalmente al interesado, o a su representante o
apoderado en la forma prevista en el artículo 44 del antiguo C.C.A., y si no fuere posible aquella
y una vez, se han agotado todas las diligencias que imposibiliten dicha notificación, se
procederá a la notificación por edicto en las condiciones previstas en el artículo 45 ibídem. A los
terceros que hayan intervenido en las actuaciones de revocatoria ex oficio del acto, creemos
debe notificárseles en forma personal o por edicto, según el caso. En cambio, si no han
intervenido, se “ordenarán publicar la parte resolutiva, por una vez, en el Diario Oficial, o en un
medio oficialmente destinado para estos efectos, o en un periódico de amplia circulación en el
territorio donde sea competente quien expidió las decisiones” (artículo 46 ibídem.)
Este tipo de revocatoria oficiosa, es la que se conoce como revocatoria stricto sensu en
el derecho ibérico, pues es realizada por el servidor del Estado o persona particular con función
administrativa superior jerárquico de quien emitió el acto administrativo.
En cuanto, a los aspectos de forma y de fondo, trámite, contra qué actos administrativos
procede y de qué aspectos especiales se debe tener en cuenta en la revocatoria de actos
subjetivos, este tipo de revocatoria por parte del Superior Jerárquico, guarda similitud con la
revocatoria de actos producida oficiosamente por el funcionario emisor-autor del acto.
______________________
(151) ENTRENA CUESTA, Rafael. Curso de derecho Administrativo. Ed., Tecnos, 7ª ed., Vol. I.,
Madrid, 1982, p. 242.
(152) PENAGOS, Gustavo. Vía Gubernativa, acciones contencioso administrativas. Ediciones
Librería el profesional. Bogotá, 1988, p. 17.
13.4.2. La revocatoria por “legalidad”, por oportunidad y por equidad, están
reguladas puntualmente en el C.P.A., y C.A.
Todo funcionario estatal o persona privada con función pública (artículo 2-1º C.P.A., y
C.A.), está legitimado para expedir actos administrativos, pero a la vez, lo está para revocarlos
si se presenta una cualquiera de las causales de revocatoria previstas en el artículo 93 ibídem.
Este privilegio de creación (hacer) y de revocabilidad (deshacer) de los actos administrativos es
una constante en el nuevo Código, con sus límites y auto-límites de forma y fondo.
En efecto, no podrán ser revocados los actos por el funcionario que los expidió, o por el
superior jerárquico, cuando estos no sean violatorios del ordenamiento jurídico vigente
(Constitución, Leyes, Decretos-leyes, Decretos legislativos y actos administrativos nacionales,
seccionales y locales), cuando no sean conformes o no atenten el interés público o social; o
cuando no causen agravio injustificado a un persona. Igualmente, no podrán ser revocados los
actos subjetivos mediante el privilegio de la discrecionalidad regulada, cuando no se haya
conferido “consentimiento previo, expreso y escrito del titular” del acto (artículo 97 ibídem),
puesto que en nuestro derecho administrativo, toda decisión (de carácter subjetiva u objetiva),
por regla general, debe ser motiva y ajustada a los objetivos y fines previstos en el
ordenamiento jurídico vigente.
Por ello, la revocatoria en el derecho colombiano tiene un fundamento legal mixto que
involucra ingredientes de nulidad (causal primera, llamada: “Revocabilidad por legalidad”); de
revocabilidad propiamente dicha (causal segunda, llamada. “Revocabilidad por oportunidad”) e
introduce adicionalmente, una solución de equidad (en términos del artículo 32 del Código Civil)
–causal tercera: llamada: “Revocatoria por equidad natural”--.
Finalmente, la revocatoria en el derecho colombiano, tiene un matiz doble de nacimiento
que para algunos autores 153, les ha valido catalogarla como de naturaleza jurídica duplex. En
efecto, la revocatoria puede iniciarse a instancia de parte interesada y por ello, calificada como
“recurso extraordinario” ejercitado en vía administrativa --tal como lo denominaba el Decreto
2733 de 1959--; pero también, la revocatoria podrá iniciarse ex oficio, en dos eventos: (i) por
parte del funcionario emisor-autor, como un “mecanismo directo de la administración para
salvaguardar el ordenamiento jurídico”; y, (ii) por parte del superior jerárquico, con los mismos
objetivos y fines de la revocatoria anterior (típica revocatoria del derecho español).
El principio de legalidad surgió en el derecho francés. André de Laubaderé, considera que “las
autoridades administrativas están obligados a ceñirse a la ley o, más exactamente, a la
__________________________
En este punto son válidos los argumentos vertidos en la Parte Primera de la Obra, al
mencionar la vulneración del ordenamiento jurídico: básicamente de las normas
constitucionales y legales en forma directa, por indebida aplicación o interpretación del derecho,
por aplicar normas constitucionales o ilegales que se hallan derogadas por el legislador
ordinario (Congreso) o extraordinario (Gobierno Nacional), o han salido de la vida jurídica por
haber sido declarados inexequibles mediante sentencia judicial que hace tránsito a cosa
juzgada por la Corte Constitucional.
Según el artículo 93 del C.P.A., y C.A., los actos administrativos pueden ser revocados
por las mismas autoridades que los hayan expedido o por sus inmediatos superiores jerárquicos
o funcionales, de oficio o a solicitud de parte, cuando “no estén conformes con el interés público
o social, o atenten contra él”.
Por eso, el interés general o de la colectividad está presente en todas las actividades o
gestiones estatales. Cuando un servidor del Estado, sea cual fuere la rama, órgano u organismo
al que esté vinculado o adscrito, emite un acto administrativo, sabe que además de los atributos
o características que dimanan del éste, como la ejecutoriedad, ejecutividad, presunción de
constitucionalidad y legalidad, la tangibilidad y/o intangibilidad (según sea acto objetivo y
subjetivo) y la vocación jurisdiccional, el acto administrativo debe cumplir una finalidad general
que es el interés colectivo o comunitario que está inmerso en aquél.
Este elemento finalistico o teleológico de los actos administrativos, tal como analizamos
ut supra, es característico de todo acto administrativo, sea de carácter general o de ámbito
personal o concreto, pues al dictarse un acto administrativo lleva consigo la carga de dicha
finalidad in esencia en su contenido: para el bien de la comunidad o colectividad donde éste se
_____________________
(156) ENTRENA CUESTA, Rafael. Curso de derecho… Ob., ut supra cit., p. 205
aplica, y a la vez impregna sus efectos jurídicos. Sí es de carácter objetivo los efectos jurídicos
serán erga omnes. Sí es de carácter subjetivo, los efectos jurídicos son inter alios o inter partes.
Sin embargo, en uno y otro caso, la finalidad prima facie de todo acto es que va dirigido a la
comunidad al interés general o colectivo, así parezca que los actos subjetivos sólo interesan a
su destinatario.
13.5.2.1. El “interés general” en el ámbito del derecho público reflejo hacia el acto
administrativo
Ahora bien, cuando de la “aplicación de una ley expedida por motivos de interés público
o interés social, resultaren en conflicto los derechos de los particulares por la necesidad de ella
reconocida, el interés privado deberá ceder al interés público” (artículo 58, constitucional). Si
bien primigeniamente el predicamento constitucional ha sido tradicionalmente aplicable al
“derecho fundamental de la propiedad” (Sentencia T-506-92); hoy por hoy, se aplica a la
generalidad de derechos y deberes constitucionales y actividades y gestiones estatales,
siempre que se hallen en controversia los intereses particulares y públicos (“intereses del
afectado e intereses de la comunidad”) y siempre que para equilibrar dicho conflicto se logre
paliar la posible desigualdad que ello genere, tal como la indemnización en el caso de
expropiación.
Igualmente, cuando se presenta una controversia entre la “integridad del espacio público
y por su destinación al uso común,... prevalece sobre el interés particular” (artículo 82,
constitucional). Entendiendo, por espacio público el conjunto de inmuebles públicos y los
elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza,
por su uso o afectación, a la satisfacción de las necesidades urbanas colectivas que
trascienden, por tanto, los límites de los intereses individuales de los habitantes (artículo 5º, Ley
9ª de 1989); así como las áreas públicas (calles, vías, parques, zonas verdes, etc.).
En todos estos casos, cuando se halle el conflicto el espacio público, éste prevalecerá
sobre el interés particular, como cuando se impone “mecanismos de cierre”, “obstrucción”,
“invasión” u “ocupación” en vías, calles generales o peatonales, “sin detrimento de las
libertades de trabajo, empresa y reunión, los cuales deben ejercerse de tal forma que no
lesionen otros derechos y de conformidad con las restricciones que impone el ordenamiento
urbano a cargo de las autoridades municipales” (Sentencia T-518-92, Septiembre 16 y
Sentencia T-398-97, Agosto 25). El equilibrio de los dos intereses en este caso, se plantea en
principio, con base en los límites y auto-límites que deben observar los derechos fundamentales
cuando se hallen en conflicto: el límite de derechos iguales: mi derecho va hasta donde
comienza el de los demás; el límite de los derechos de los otros, aun no siendo de igual rango
(ámbito de los derechos de origen constitucional, legal o normativo); los límites del propio
interés público con prevalencia sobre el interés particular; y los límites sociales, culturales,
políticos y económicos que se imponen en una sociedad determinada y determinable. Ningún
derecho fundamental es absoluto.
El legislador de 1984, ahora ratificado por el legislador de 2011, al instituir como causal
tercera, el agravio injustificado a una persona, pensó en puntualizar más aún la vulneración del
ordenamiento jurídico vigente in genere instaurado para toda clase de acto administrativo,
cuando desconozca, atente o quebrante derechos o intereses legítimos pre-constituidos a éste,
pues no otra cosa se entiende el énfasis que se hace en la causal tercera, pues suficiente
hubiese sido con la instauración de la causal genérica de vulneración del ordenamiento jurídico
prevista en el primer literal del artículo 93 del C.P.A., y C.A.
(157) YOUNES MORENO, Diego. Curso elemental… Ob., ut supra cit., p. 175
objetivo, creador de situaciones jurídicas abstractas o generales. Solo en estos casos podrá
entrarse a revocar por parte de la autoridad administrativa el acto administrativo, sin que se le
oponga los condicionamientos restrictivos para poder hacerlo dentro de la discrecionalidad
regulada de que dispone, como “el consentimiento previo, expreso y escrito del titular”, previstos
en el artículo 97 del C.P.A., y C.A., para los actos exclusivamente subjetivos.
Ahora bien, si analizamos literalmente la causal tercera del artículo 93 del C.P.A., y C.A.,
debemos concluir que “agravio” es sinónimo de ofensa y de perjuicio; y en tal virtud, el agravio
es “la ofensa con que se hiere la dignidad, honra o fama” de las personas; o también, agravio
“es el perjuicio causado a alguien en sus derechos o intereses”. “Injustificado” es aquello que
“no es conforme a la justicia o a la equidad”, o que “no es equitativo o imparcial”. En tales
eventos, la causal tercera nos plantea una compleja pero delimitada opción para la “autoridad”
estatal, órgano autónomo e independiente o persona particular con funciones administrativa
cuando se encuentre frente a un acto administrativo que causa ofensas o perjuicios no
conformes a la justicia o la equidad para entrar a revocarlos por así disponerlo la ley. Este acto
administrativo que causa agravio injustificado a una persona, genéricamente sería un acto
violatorio del ordenamiento jurídico o “acto ilegal” si vulnera normas jurídicas inferiores a la
Constitución, pero con una aclaración y es que específicamente sería un acto que lesiona,
afecta, desconoce o cercena un derecho constitucional o legal, o un interés legítimo de una
persona en forma inequitativa o imparcial frente a las demás personas que pudieran
encontrarse en la misma situación.
Quizá por el ello, el Consejo de Estado, al revisar judicialmente un “acto ilegal” que
previamente había sido revocado en vía administrativa por el funcionario que lo expidió en
forma tardía, consideró que ello no era óbice para que el perjudicado con dicho acto pueda
acudir a la jurisdicción contencioso administrativa para solicitar se le indemnice los daños y
perjuicios ocasionados con el acto revocado, a través de la acción de reparación directa y no
por medio de la acción de nulidad y restablecimiento del derecho como alegó la entidad
demandada.
Más aún, el alto Tribunal de lo contencioso administrativo, fue enfático en sostener que
la “acción de reparación directa es procedente para obtener la indemnización de perjuicios
causados por un acto administrativo ilegal revocado en sede administrativa”, bien sea cuando el
particular afectado haya solicitado la revocatoria del mismo, o bien cuando la propia
Administración Pública procede a revocar por estar incurso en la causal tercera del artículo 69,
C.C.A. –hoy artículo 93 del C.P.A., y C.A.,--
Es el derecho común el que más ha profundizado sobre la responsabilidad de las
personas jurídicas y naturales, que causan daños o perjuicios a una otra con sus acciones u
omisiones, mediante la celebración contratos o negocios jurídicos (Códigos Civil y Comercial), o
aún mediante la comisión de hechos ilícitos con dolo o culpa (artículo 2341 y ss., del C.C.).
La revocatoria tiene por objeto hacer desaparecer de la vida jurídica un acto con efectos
retroactivos o ex tunc, si la causal por la cual se procedió a su extinción es la violación del
ordenamiento jurídico vigente (causal primera del artículo 93 ibídem), o con efectos hacia el
futuro o ex nunc, si la causal invocada es el desconocimiento del interés público o general, o el
agravio injustificado a una persona (causales 2ª y 3ª, ibídem).
En tal virtud, el acto subjetivo “expreso o ficto” que haya creado o modificado una
situación jurídica de carácter particular y concreto o reconocido un derecho de igual categoría,
no podrá ser revocado sin el consentimiento previo, expreso y escrito del respectivo titular
(artículo 97-1º ibídem).
También, el término: “directa”, podría tratarse de una especie del género que tiene la
propia Administración Pública Estatal, para revocar con carácter general sus actos con carácter
oficioso. Y, entonces: ¿se considera revocatoria “indirecta” la que es a instancia de parte?
Parece que ese no es el origen del término. El término hace referencia a la posibilidad de sacar
de la vida jurídica un acto administrativo por parte del servidor del Estado (emisor o superior
jerárquico) de forma oficiosa o a instancia de parte, en sede administrativa, sin que medie
autoridad judicial o ninguna otra, siempre y cuando se den las causales de revocación del acto y
los requisitos previstos en la ley.
Son aplicables a la revocación, entre otras normas jurídicas: (i) los relativos a los
principios constitucionales y legales del procedimiento administrativo, previstos en el artículo 3º
del C.P.A., y C.A., tales como el debido proceso, igualdad, imparcialidad, buena fe, moralidad,
responsabilidad, transparencia, publicidad, coordinación, eficacia, economía y celeridad. Los
trámites, diligencias y audiencias del procedimiento previstos en los artículos 34 a 43 ibídem; (ii)
En el trámite y diligencias del procedimiento de revocación, se “garantizarán los derechos de
audiencia y defensa” (parágrafo único del artículo 97 ibídem) de la persona interesada, terceros
o titular del acto administrativo impugnado en revocatoria; (iii) la previa tipificación de las
causales generales de revocabilidad de actos administrativos objetivos, subjetivos y mixtos
(artículo 93 ibídem) y causales específicas para los actos administrativos de carácter particular
y concreto (artículo 95 y 97 ibídem), previstas en el nuevo Código de 2011, o en las leyes
especiales V.gr. la Ley 797 de 2003 158 y la Ley 734 de 2002 159; y finalmente, el sometimiento a
un procedimiento administrativo revocatorio, autónomo e independiente.
Aunque el citado artículo, titula “Efectos”, refiriéndose a las posibles eventualidades que
pueden presentarse con la iniciación y la decisión que recaiga en el procedimiento
administrativo de revocación, no parece afortunada dicha titulación, porque el texto de la norma
citada, lleva a conclusiones diferentes según los doctrinantes que la analicen.
Para Miguel González Rodríguez 160, el mentado artículo debe analizárselo desde la óptica
_________________________
(158) El artículo 19 de la Ley 797 de 2003, “Por la cual se reforman algunas disposiciones del sistema
general de pensiones previsto en la Ley 100 de 1993 y se adoptan disposiciones sobre los
Regímenes Pensionales exceptuados y especiales”, el artículo 19, establece unas causales
especiales para la revocatoria de los actos administrativos sobre “pensiones reconocidas
irregularmente”. “Los representantes legales de las instituciones de Seguridad Social o quienes
respondan por el pago o hayan reconocido o reconozcan prestaciones económicas, deberán
verificar de oficio el cumplimiento de los requisitos para la adquisición del derecho y la legalidad
de los documentos que sirvieron de soporte para obtener el reconocimiento y pago de la suma o
prestación fija o periódica a cargo del tesoro público, cuando quiera que exista motivos en razón
de los cuales pueda suponer que se reconoció indebidamente una pensión o una prestación
económica. En caso de comprobar el incumplimiento de los requisitos o que el reconocimiento se
hizo con base en documentación falsa, debe el funcionario proceder a la revocatoria directa del
acto administrativo aun sin el consentimiento del particular y compulsar copias a las autoridades
competentes”. El artículo fue declarado exequible en forma condicional, porque se entiende, que
los “motivos que dan lugar a la hipótesis revocatoria del artículo 19 no pueden entenderse de
manera indeterminada, aislada, ni al margen del debido proceso”. Y también, “en el entendido
que el incumplimiento de los requisitos o que el reconocimiento se hizo con base en
documentación falsa, se refiere siempre a conductas que estén tipificadas como delito por la ley
penal” (C-835-2003, C-1094-2003).
(159) Según el artículo 124 de la Ley 734 de 2002, “Código Único Disciplinario”, expone las causales
de revocatoria de los actos administrativos sancionatorios definitivos: “fallos” disciplinarios
condenatorios y absolutorios. Son: 1. Infringir manifiestamente las normas constitucionales,
legales y reglamentarias en que deba fundarse; y 2. Cuando se vulneren manifiestamente los
derechos fundamentales. Estas dos causales, en el fondo son una sola. En este punto, la
sentencia C-014-2004, declaró exequible. Mi trabajo. El derecho Administrativo sancionador
disciplinario en la Docencia…Ob., ut supra cit., p. 619, ss.
(160) GONZALEZ R., Miguel. Código contencioso administrativo. Ed. Jurídica Wilches, Tomo I,
Bogotá, p. 297 a 298
casual más que desde el punto de vista literario jurídico. En tal virtud, expone varios casos:
Primero, si el acto favorece a una parte y perjudica a otro. En este evento, a quien se revocó un
acto que le favorecía podrá acudir ante la jurisdicción para reclamar su derecho sin cortapisas.
Segundo, Cuando la revocatoria es parcial a las pretensiones del solicitante, éste podrá acudir a
la jurisdicción por aquello de que no ha sido resuelto totalmente en su favor.
Para Libardo Rodríguez 161, la norma pretende evitar que la revocatoria se constituya en
un mecanismo jurídico provocador indefinido de reclamaciones ordinarias mediante las
acciones. Es decir, que los términos para el ejercicio de las acciones se cuentan a partir de la
notificación o publicación del acto cuya revocación se solicitó y no a partir de la petición de
revocación ni de la decisión que se tome para resolver dicha petición. Pese a ser jurídica la
interpretación, en la práctica consolida una situación ambigua, pues si de lo que se trata es de
demarcar a partir de qué momento se cuenta el término de caducidad de las acciones
contencioso administrativas, ésta norma no es la más indicada, pues bien y en forma expresa y
concisa el artículo 164 del C.P.A., y C.A., nos expone una a una las acciones judiciales
administrativas, el término y la forma de contar la caducidad correspondiente no sólo a actos
administrativos (como parece parcialmente apuntar el autor citado) expresos o fictos o
“presuntos”, sino a todas las actuaciones administrativas manifestadas en hechos, operaciones
administrativas, omisiones, vías de hecho, contratos estatales, etc. Por estas razones la
ubicación de la norma sería desafortunada.
Sin embargo, si solo tomamos en cuenta que la norma por su ubicación se refiere a los
posibles efectos que tiene la revocatoria desde su iniciación y luego con su decisión, podemos
connotar que en la iniciación los efectos serán de imposibilidad de ejercitar los recursos
ordinarios administrativos que son los únicos que no resueltos en el término de dos (2) meses
por la administración estatal, generan el silencio administrativo negativo (artículo 94 y 84,
respectivamente C.P.A., y C.A.). Igualmente, que los efectos jurídicos de la revocatoria ex tunc
(retroactivos) y ex nunc (hacia el futuro), según se trate de la revocatoria por violación del
ordenamiento jurídico vigente (causal 1ª ) o se trate de la revocatoria por oportunidad o mérito o
por agravio injustificado (causales 2ª y 3ª del artículo 93 ibídem), tienen la virtualidad de dejar
en plena libertad al titular de un derecho o interés legítimo para acudir ante la jurisdicción
contencioso administrativa, según le desfavorezca total o parcialmente su situación jurídica
concreta o personal, pues en caso contrario, si le favorece o se trata de acto administrativo
objetivo y salvo que cause agravio o perjuicio a terceros, la expectativa de acudir a la vía judicial
sería nula o inútil.
En este último caso, la decisión final o acto revocatorio por su naturaleza jurídica cierra
toda vía de reclamación en sede administrativa, y consecuentemente la abre en la vía
jurisdiccional a discrecionalidad de la persona interesada o administrado que resultaren sus
derechos vulnerados, desconocidos, restringidos o modificados por una decisión revocatoria de
la administración que se toma sin el lleno de requisitos de ley, según sea acto objetivo o
subjetivo (artículos 93, 95 o 97 C.C.A.), o se tome decisiones revocatorias parciales desfavo-
______________________
En este último caso como no puede hablarse de “silencio administrativo de revocatoria”, aun
cuando se utilice la revocatoria como “recurso extraordinario” (artículo 96 in fine, ibídem),
deberá entenderse que la Administración Pública Estatal, órganos autónomos e independientes
o personas particulares con funciones administrativas están actuando con claras “vías de
hecho” al omitir un procedimiento o desconocer un derecho absolutamente que tiene una
persona, y en tales circunstancias, el agraviado con el no pronunciamiento sobre la revocatoria
estará legitimado para acudir a la vía contencioso administrativa con base en la acción de
reparación directa, ante la ausencia de un acto expreso (artículo 140 ibídem).
A. Primera Regla. La primera regla es que la revocatoria procede contra todos los actos
administrativos, como ut supra hemos comentado, siempre que estén incursos en las causales
de revocatoria (artículo 93 del C.P.A., y C.A.). Todos los actos administrativos son tangibles,
salvo las excepciones previstas en el Código de 2011.
Los actos subjetivos sólo son revocables si además de estar incursos en alguna causal
del artículo 93 ibídem, se ha otorgado por parte de su titular “el consentimiento previo, expreso
y escrito” (artículo 97 ibídem).
Estos requisitos son de la esencia para proceder a la revocatoria de actos subjetivos, pues
según la Corte Constitucional, son "razones de seguridad jurídica y de respeto a los derechos
adquiridos o de las situaciones jurídicas subjetivas que han quedado consolidadas en cabeza
de una persona, como también la presunción de legalidad de las decisiones administrativas en
firme, avalan el principio de la inmutabilidad o intangibilidad de los derechos subjetivos
reconocidos por la administración a través de un acto administrativo" (Sentencia T-347-1994).
En efecto, la cosa juzgada administrativa se distingue de la cosa juzgada judicial por dos
aspectos esenciales: a) se trata de una inmutabilidad estrictamente formal -no material- en el
sentido de que nada impide que el acto que tiene estabilidad en sede administrativa sea
después extinguido por el órgano judicial; y b) porque siempre se admite la revocación
favorable al administrado.
Pero lo cierto es que por influencia especialmente de los teóricos alemanes la tesis de la
"cosa juzgada administrativa" fue ganando adeptos sin que se advirtieran mayormente las
transformaciones que se operaban en forma contemporánea en el campo del derecho
administrativo".
En la doctrina moderna, ha sido superado el concepto de Bielsa quien sostenía que "el
acto administrativo es, por principio general, revocable" y hoy se admite la inmutabilidad formal
que implica que la revocabilidad sólo procede en circunstancias de excepción y no procede
cuando viola leyes superiores, como ya ha quedado explicado” (subrayas de la Corte).
13.7.1. Generalidades
En efecto, Miguel González 170, estima que la autorización legal que se solicita al titular
de un acto subjetivo, desconoce el carácter de ejecutoriedad del mismo y destruye la noción de
procedimiento, lo cual puede prestarse a corruptelas en beneficio de uno y en perjuicio de otros,
o de intereses de la comunidad. Por lo segundo, estima que sería poco usual que el titular de un
acto confiera autorización para revocar su acto, cuando éste le beneficia, y en cambio sería
corriente que lo conceda cuando el acto le perjudica.
En cuanto a las razones de oposición por practicidad según el autor citado, debemos
recordar que “la moral administrativa” como la del administrado debe ser una y jamás bilateral.
La propia Constitución, instituye que la Administración pública en todas sus actuaciones,
gestiones y acciones deberá observar, entre otros principios y valores constitucionales, la
moralidad e imparcialidad (artículo 209, constitucional); y, por su parte, el administrado o
particular debe cumplir y respetar el ordenamiento jurídico vigente y recibe del Estado
protección a sus derechos (honra, intimidad, honor, entre otros), libertades y valores
constitucionales (dignidad, libre desarrollo de la personalidad, entre otros) y “oportunidades sin
ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión,
opinión política o filosófica” (Preámbulo, artículos 2,4, 13, 15,16, 21, constitucionales).
Siendo así, por principio los actos subjetivos son irrevocables. Para que sean revocables
por ilegitimidad, se requiere que los actos sean: (i) regulares, (ii) que generen derechos
subjetivos (no a titulo precario), (iii) Notificados, (iv) Sin vicios conocidos por el interesado, (v)
Que la revocación no le favorezca; y, (vi) Que si la revocación le favorece afecte derechos de
terceros.
Por su parte, Guido Zanobini 172, justifica la irrevocabilidad de los actos subjetivos desde el
punto de vista de los auto-límites que tiene la propia administración estatal. En efecto, sostiene:
“la revocabilidad, aunque comúnmente propia de todos los actos administrativos, encuentra una
serie de límites derivados del deber, que a veces incumbe a la administración, de respetar las
situaciones jurídicas que el acto administrativo haya constituido a favor de otros sujetos”
El nuevo C.P.A., y C.A., establece las excepciones en forma expresa para los actos
subjetivos expresos o escritos, como para los actos fictos o no escritos en el inciso 1º del
artículo 97.
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(170) GONZALEZ R., Miguel. Derecho procesal administrativo. Ediciones Rosaristas, Bogotá, 1984,
p. 77
(171) DROMÍ, José Roberto. Revisión del acto administrativo. Ediciones UNSTA, Tucumán,
Argentina, 1981, p. 43
El inciso 3º del artículo 97 establece la tercera excepción a la irrevocabilidad de los actos
subjetivos, aunque no se proceda a revocarlo por quien lo emitió sino a demandarlo ante la
jurisdicción contencioso administrativo, cuando “la Administración considera que el acto ocurrió
por medios ilegales o fraudulentos lo demandará sin acudir al procedimiento previo de
conciliación y solicitará al Juez su suspensión provisional”. En este caso, tal como lo sostiene el
jurista Enrique Arboleda 173, “la autoridad demandante deberá solicitar las medidas cautelares
necesarias para evitar que siga produciendo efectos y que se garantice el pago de los posibles
perjuicios causados al Estado con la ejecución del acto nulo”.
El artículo 97-1º del C.P.A., y C.A., a la vez que establece la regla general de la
irrevocabilidad de los actos administrativos subjetivos expresos o escritos, también dispone la
excepción a la revocabilidad de aquellos actos subjetivos, si tomamos en positivo el
planteamiento inicial de la norma, es decir, cuando el titular del acto otorga el consentimiento
previo, expreso y escrito para revocarlo, sea o no favorable a aquel. La esencia para revocarlo
es el otorgamiento de dicho consentimiento en la forma y condiciones requeridas por la ley.
En efecto, podrá ser revocado el acto subjetivo realizado por la Administración Pública
estatal o persona privada con función pública, cuando se obtenga el consentimiento previo,
expreso y escrito del titular y el acto se halle incurso en una de las causales del artículo 93
ibídem. Por el contrario, si no se obtiene dicho consentimiento en la forma y condiciones
previstas en el inciso 1º del artículo 97 ibídem, lo legal y lógico, es que la Administración,
demande sus propios actos ante la jurisdicción contencioso administrativo, ante la imposibilidad
de revocar directamente sus actos expresos o escritos, ya que como lo ha sostenido la Corte
Constitucional, en Sentencia T-610-98, quienes expiden esta clase de actos administrativos
subjetivos, siempre pueden demandarlos ante el juez administrativo, mediante la acción de
lesividad o “recurso de lesividad”. Acción o recurso surgido en la doctrina y jurisprudencia
española.
Por su parte, el artículo 84-3º, sostiene: “El acto positivo presunto podrá ser objeto de
revocación directa en los términos de este Código”, es decir, de conformidad con el anterior
artículo.
La excepción de irrevocabilidad de actos subjetivos que plantea esta norma está dirigido
inequívocamente a los llamados “actos presuntos”, fictos o no escritos que se originan tras la
ocurrencia del fenómeno jurídico administrativo del silencio administrativo y en este caso de
carácter positivo.
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(172) ZABONI, Guido. Corso di Diritto amministrativo. 6ª ed., Milán, 1950, p. 415
(173) ARBOLEDA PERDOMO, Enrique. Comentarios al nuevo Código de Procedimiento
administrativo y de lo contencioso Administrativo. Ed. Legis S.A. 2ª ed., Bogotá, 2012, p. 154
Existe silencio administrativo y por regla general de índole negativo, bien tras la
ausencia total de respuesta expresa, escrita y oportuna, por parte de la Administración Pública
estatal o persona particular con función pública, por el transcurso de tres (3) meses, contados a
partir de la presentación certificada de un derecho de petición por parte del interesado o
administrado (silencio administrativo de peticiones o sustantivo); o bien, tras la ausencia total de
respuesta expresa, escrita y oportuna (o “pronta” como dice el artículo 23, constitucional), por
parte de la Administración, por el transcurso de dos (2) meses, contados a partir de la
presentación certificada de los recursos ordinarios administrativos (reposición, apelación o
queja. Artículos 74 y ss., C.P.A., y C.A.). Esta forma de silencio administrativo en nuestro
derecho recibe el nombre de “silencio administrativo procesal o de recursos”. Estas dos clases
de silencio administrativos están previstos en los artículos 44 y 86 ibídem, respectivamente.
Sin embargo, C.C.A., como ahora lo ratifica el C.P.A., y C.A, expone unas reglas
generales para el silencio administrativo positivo: (i) se configura en los casos previstos en leyes
especiales 174, (ii) El silencio de la administración equivale a decisión positiva; (iii ) El término
comienza a contarse a partir del día en que se presentó la petición o recurso; (iv) El acto
positivo “presunto” podrá revocarse, en cualquier tiempo y aun cuando se haya acudido a la
jurisdicción contencioso administrativa, siempre que en este último caso no se haya proferido
auto de admisión de la demanda; (v) Igualmente podrá revocarse el acto positivo presunto
cuando sin el consentimiento previo, expreso y escrito del titular y cuando se halle incurso en
las causales del artículo 93 del C.P.A., y C.A., [“o fuere evidente que el acto ocurrió por medios
ilegales”]; (vi) Cuando se produzca la revocatoria de actos positivos “presuntos”, se ordenará la
cancelación de las escrituras pasadas ante notario público, realizadas de conformidad con el
artículo 85-2 ibídem, y se ordenará iniciar las acciones penales o disciplinarias
correspondientes, si fuere del caso; (vii) Existe un procedimiento para demostrar la ocurrencia
del silencio administrativo positivo y la forma de probarlo. Según el artículo 85 ibídem, la
persona que quiera hacer valer en su favor la ocurrencia del silencio administrativo positivo,
deberá protocolizar la constancia o copia de la petición elevada ante la administración pública o
persona privada con función pública, junto con su declaración jurada de no haberle sido
notificada una decisión dentro del término previsto en las leyes especiales correspondientes. La
escritura así protocolizada produce los efectos jurídicos constitutivos del silencio administrativo
positivo, salvo en casos específicos donde no es necesaria dicha protocolización por la
brevedad del término y porque el Decreto-Ley 2150 de 1995, “Estatuto de anti-trámites” en
Colombia, suprimió algunos diligencias y trámites, como por ejemplo, en materia de
comprobación del silencio administrativo positivo ante las Empresas prestadoras de servicios
públicos domiciliarios (C. de E., Secc. Primera, Sentencia de abril 15 de 1999).
La sentencia la hemos transliterada en los artículos del nuevo Código de 2011, pues
esta sigue vigente en las conclusiones que realizó el Consejo de Estado, salvo lo que aparece
entre corchetes en el numeral (v), que ahora ya no es aplicable la revocatoria de actos
subjetivos presuntos realizado por “medios ilegales o fraudulentos” sino previa demanda judicial
ante el contencioso administrativo.
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(174) El artículo 84 del C.P.A., y C.A., expresa: “Solamente en los casos expresamente previstos en
leyes especiales, el silencio de la administración equivale a decisión positiva.” El jurista Arboleda
Perdomo manifiesta: “Se hace notar que la primera frase del artículo habla de leyes especiales,
indicando con ello que la regla general es la del artículo 83 [es decir, la ocurrencia del silencio
administrativo negativo], y que sólo la excepción puede darse el [silencio] positivo”. Las
anotaciones entre corchetes son nuestras. ARBOLEDA P., Enrique. Comentarios… p. 154
Con estos fundamentos generales para el silencio administrativo positivo, los específicos
se hallan previstos en las leyes especiales, sobre todo en tratándose de los términos de
ocurrencia del silencio, o dicho de otra forma, el lapso de tiempo en el cual debe transcurrir la
ausencia total de respuesta expresa, escrita y pronta por parte de la Administración y la
demostración certificada de la petición inicial presentada por el interesado o administrado y
luego elevada a escritura pública. Lapso o término que varía según la materia objeto de
regulación especial, pues existen términos de silencio administrativo positivo desde 24 horas en
derecho administrativo de policía, sobre solicitud de reuniones públicas, o de quince (15) días,
sobre solicitudes peticiones o recursos administrativos presentados ante las empresas de
servicios públicos domiciliarios, hasta términos de años, como en materia tributaria, de un (1)
año, para solicitudes de “recursos de reconsideración” de liquidaciones privadas de renta y
patrimonio.