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ZURBARÁN
J. Enrique Peláez
Estilo: Barroco
Fecha: 1658
DESCRIPCIÓN:
Aparece la imagen de San Francisco sobre un fondo indeterminado, vestido con el hábito
característico franciscano en actitud de oración con los ojos mirando el cielo. La escena se
completa con una calavera que el santo toca con su mano.
b) Naturalismo en mano y cara que es acentuado por éstos los dos únicos elementos del cuerpo
visible, circunstancia que pone en relación la obra con la producción de El greco.
c) Fondo gris oscuro que realza el carácter intimista que se quiere dar a la escena.
e) Como obra barroca habría que observarla dentro de un todo barroco,(como en todos los
cuadros comentados) esto es, por ejemplo en una iglesia o en la capilla de un convento,
iluminada con la tenue luz de las velas, mientras tal vez se huela a incienso y se escuche una
música religiosa de fondo. Todo ello como es de suponer realzaría su valor místico y se podría
entender muy fácilmente el objetivo de la obra de conmover al espectador quien necesariamente
se vería tentado de imitar al santo y adoptar una actitud de contemplación.
Junto a las anteriores características barrocas, la obra tiene otras que la hacen
típicamente zurbaranesca:
a) Importancia de los valores táctiles en su pintura creando como él solamente supo una calidad
extraordinaria en el tratamiento de las telas.
b) Un realismo extremo en los detalles que ha hecho que algunos estudiosos lleguen a hablar de
hiperrealismo.
c) Utilización de todas las características formales con el fin de poder crear una mística en el
cuadro que logra elevar los sentimientos del que la contempla con lo que se hace eco de lo
expuesto en el Tratado de la pintura sagrada de Federico Borromeo (1625) como pone de
manifiesto Alicia Cámara[2].
Encuadrando la obra en la globalidad de la obra del pintor, ésta habría de ser situada en
sus últimos años en donde en palabras de Tiziana Frati[3] se entra en un periodo más intimista
y melancólico como lo prueba la entonación cromática de sus obras que se decantan por los
tonos grises y oscuros. De hecho si observamos las catorce versiones anteriores de San
Francisco realizadas por el pintor nos daremos cuenta de ello.
Otra de las significaciones que podemos extraer es la del sentimiento que la obra quiere
producir en el espectador tratando de conmoverle (por medio del misticismo y religiosidad del
cuadro) para así de esta forma poder trasmitir mucho más fácil el mensaje.
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[1] Pérez Sánchez, A., Francisco de Zurbarán, El Arte y sus creadores, Historia 16, Madrid,
1993, p.10.
[2] Cámara, Alicia, Introducción a la pintura Española del Siglo de Oro, UNED, 1996, 29.
[3] Frati, Tiziana, Obra pictórica completa de Zurbarán, Noguer, Barcelona, 1976, p. 115.
[5] De La Voragine, Santiago, La leyenda dorada, Alianza, Madrid, 1989, t.2, p. 641.