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Curso: Trauma, disociación y apego desorganizado.

Capítulo 3: El apego desorganizado


Docente: Inés Di Bartolo
Quiero contarles un caso. El caso es de una niña de 10 años. Esta niña tenía su
grupo de amigas en el colegio. Muy unido. Muchos programas juntos. Salidas
los fines de semana. Una muy habitual era salir y quedarse a dormir en pijama
party donde una de las niñas. Había una casa muy hospitalaria que recibía las
niñas con frecuencia y todas se sentían muy cómodas y era muchas veces la
casa anfitriona, para este grupo de 8 o 9 amigas.
De una forma casual, una de las madres empezó a tener ciertas sospechas de lo
que sucedía en esta casa. Y a partir de algunas anotaciones de una de las
chicas, que era su hija, empezó a indagar empezó a preguntar y encontrar que
el padre de dicha casa, abusaba sexualmente de todas las niñas, cuando iban
de visita. Esto se venía sucediendo desde hace algún tiempo.
A partir de que algunas de las niñas hablaron entre ellas y también con sus
madres, el tema se abrió. Además comunicaron a la mama esposa de este
señor abusador que rápidamente le pidió a este señor que se fuera de la casa y
tomó ciertas acciones. A mí me interesa contrales lo que sucedió con la hija de
este abusador. Ella también estaba entre las niñas abusadas, de una forma más
frecuente, muy grave y muy habitual. Esta niña seguía hablando de su papá en
términos muy cariñosos y muy valorativos. En el colegio, en literatura, esta
chica citaba a su papá y algunos comentarios que él le había hecho sobre estos
libros que estaba leyendo. Lo hacía de una forma admirativa porque su papa
sabía tanto, que desde niños los había hecho leer y les había contado lo
fabuloso que era el mundo literario.
Por supuesto que sus amigas ahora, con todo abierto, se sentían muy
confundidas, ofendidas y enojadas, porque ella seguía defendiendo a un papá
que ya sabía cuánto había dañado, no solo a ella sino que a todas las otras
chicas. Esta es la manera en que organizaba una experiencia tan
desorganizante.
Es la forma que encuentra el cerebro para organizar une experiencia tan
contradictoria y difícil de entender, que no hay otra forma. En términos de lo
que son las estructuras mentales, nosotros lo estudiamos como lo que se llama
“el apego desorganizado”. Esa forma peligrosa de modelo mental sobre las
figuras de apego. Es un modelo que, en esencia, está determinado por la
contradicción. Lo definió así, hace muchos años, una investigadora, Mary Main,
porque encontraba en las investigaciones de niños, en situaciones de estrés,

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reacciones que eran incomprensibles. Niños que al separarse de una figura de
apego, y al estresarse por la separación, cuando se reencontraban, salían
disparados hacia el otro extremo de la habitación. O que querían encontrarse
con esa figura de apego en esa prueba tan fabulosa que es la prueba de la
situación extraña, de Mary Ainsworth, pero que cuando se reencontraban,
mostraban signos visibles de estrés mayor.
Al principio no podía entender de qué se trataba, hasta que Mary Main
encontró la manera de dar sentido a una conducta tan confusa. Y el sentido era
poder integrar, en forma contradictoria, una información. Eso se hace
solamente con una fractura y es mostrando, alternativamente, dos maneras
diferentes de guardar la información sobre el apego. Esa figura que me ataca,
es la misma que me protege. Entonces, en el momento de enfrentar el contacto
con esa figura de apego, necesario, porque el estrés está levantado; son
conductas contradictorias.
Quiero contarles cómo empezó la clasificación del apego desorganizado. Mary
Main era una alumna que estudiaba con Mary Ainsworth y se dedicaba a
codificar las pruebas en las que se veían las reacciones de las niñas de 1 año
frente al estrés que les producía esa separación de 2 minutos, de la prueba de
la situación extraña. Las niñas mostraban conductas que podían clasificarse en
patrones muy claros; seguro, evitativo y ambivalente. Pero había un grupo,
bastante grande de filmaciones, que no podían clasificarse en ninguno de esos
tres grupos. Entonces quedaban apartadas de todas en un grupo que se
llamaba “CC”. Ese grupo era de “Can not Classify”. Cannot clasify, porque no
podían clasificarlas, no se podía entender lo que sucedía en esa situación.
Como describí antes, a veces estos niñitos esperaban en la puerta, por donde la
mamá se había retirado, sin embargo al aparecer la mamá; se iban gateando o
caminando hacia el lado opuesto, o quedaban frizados, o caminando hacia
atrás, en vez de caminar hacia adelante.
La idea superadora que tuvo Mary Main, fue comprender que esto expresaba
una actitud internalizada que era muy contradictoria hacia la figura de apego.
Y que era tan contradictoria, porque obedecía a impulsos contradictorios,
impulsos irreconciliables. La figura de apego es una figura hacia la que nos
volvemos biológicamente, en momentos de estrés.
Estamos impulsados, toda nuestra genética nos impulsa a buscar en nuestra
figura de apego cuando nos sentimos angustiados, asustados, en peligro,
precisados de consuelo y protección.
Pero ¿Qué hacer cuando es esta misma figura la que promueve una situación
de estrés? Es una situación que no tiene solución. Y ahí es donde acuñó, Mary
Main, el término de “Dilema insoluble” porque es un dilema sin solución, un
terror sin solución, es un efecto negativo que no se puede resolver. No se
puede resolver a partir de la presencia de la figura de apego, pero, estamos
impulsados hacia la figura de apego. Además, muchas veces esa figura de

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apego nos ha resuelto situaciones, nos ha sido sostén, nos ha sido consuelo.
Pero muchas veces ha sido también, quien ha sido la fuente del terror.
En ese dilema insoluble queda atrapado el niño que ha tenido este tipo de
experiencias y se configura un patrón de apego que es bien reconocible que se
denomina “desorganizado”. ¿Qué es lo más característico de este patrón? La
contradicción. La confusión. Acá, vamos entendiendo un poco mejor, el sentido
de esa película de terror, que hablábamos al principio. Por dentro vivimos en
un mundo de terror sin solución. Porque es como está armado este director,
este procesador nuestro, que se formó tan tempranamente a partir de estas
experiencias traumáticas y negativas. No le permite a este niño estructurar de
cuál es el sentido completo del protocolo interno a seguir en estos momentos
que se produce. Hay un protocolo contradictorio que nos acerca y que nos
aleja. Que lo busca y lo repele. Entonces se queda trabado. En esto que lleva a
la fragmentación y a la disociación.
Podemos medir el apego desorganizado en todas la edades, gracias a diversos
instrumentos que se ha ido elaborado en el marco de la teoría del apego.
Podemos ver cómo los niños pueden elaborar historias, con muñecos, cuando
les proponemos, por ejemplo, que resuelvan una historia, que contiene una
situación de estrés, y les proponemos un inicio fijo en una historia, por ejemplo
que el muñequito que protagoniza la historia se lastime y sangre, y le pedimos
que la resuelva lúdicamente, a través de los muñecos.
Encontramos que en esas historias, empiezan a aparecer elementos, no
solamente contradictorios, si no también bizarros. También fantásticos,
también catastróficos. Se pierde la distancia simbólica, empiezan a aparecer
una serie de factores que nos alertan sobre la presencia de modelos muy
confusos y de la activación de estados de alerta muy primarios en esos niños,
cuando se activa el estrés. Estados desregulados que activan aspectos muy
primarios, muy pobres, de la personalidad.
Más adelante en la vida de las personas, tenemos otros instrumentos.
Nuevamente vamos a mencionar a Mary Main, una pionera investigadora, que
logró y encontró la manera de medir este modelo mental desorganizado en la
adultez. Y lo hizo a través de la organización de los relatos, de las personas
estudiando la organización de los relato de las personas en el marco de un
cuestionario sobre sus experiencias y sus experiencia vinculares tempranas. Lo
que magistralmente podemos observar a partir de la codificación de esta
entrevista es, cómo las personas cuentan la historia de su historia, utilizando
ciertos elementos que nos pueden indicar la fragmentación o la integración.
Esas dos cualidades tan básicas cuando estamos pensando en trauma
desorganizado, disociación.
Algunos indicadores expresan toda esta problemática profunda de la
integración y la disociación y son aspectos bastante claros que podemos
activar a partir de la entrevista y que tienen consecuencias concretas en
nuestro comportamiento. Yo quiero contar otro caso. Esta es una mujer que me

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contó a loo largo de entrevistas que me narra las experiencias de su niñez, las
experiencias con sus figuras de apego. Me hablaba de una manera positiva de
su padre; que la había protegido, que ella era la hija favorita, que la había
tratado con cuidado y con cariño, que le había proporcionado un sentimiento
de bienestar a lo largo de su crecimiento. Y mientras íbamos avanzando en la
entrevista, llegamos a una pregunta en la que le plantee si había tenido de niña,
muy directamente, si había alguna experiencia que hubiese sido traumática, a
lo que ella me contestó que sí. Y es que mi padre abusaba sexualmente de mí.
Esto fue muy sorprendente para mí porque llevábamos más de 40 minutos
conversando sobre sus experiencias infantiles y me había hecho dicho en
forma detallada cómo había sido la relación con su papá, sin embargo no había
mencionado esto, esto aparecía como “fuera del relato”. Esto es una expresión
de la disociación. Son partes injertadas que no están en comunicación con el
resto. Como si hubiera una parte “aparte”, y que solamente se activa de ese
modo, cuando le hice la pregunta en forma directa; me la contestó. Pero con el
resto parecía seguir funcionando.
Quiero agregar a este ejemplo, algo que ilustra muy bien lo que es el
funcionamiento disociado. Yo abordé también a la hija de esta mujer. Entonces
tuvo que traerla, varias veces a mi consultorio, para que yo pudiera verla. Y la
tercera vez, cuando abrí la puerta para recibir a la niña, ante mi inmensa
sorpresa, encontré que la persona que traía a la niña, que en ese momento
tenía 8 años; era su abuelo. Era el padre de esta mujer que , sabía yo, ya me lo
había contado; había abusado de ella. Es decir que esta mujer entregaba,
permitía, que su hija de 8 años, estuviera a solas con un abusador.

Tenemos que preguntarnos, por qué lo hacía. Y tenemos que respondernos por
qué lo hacía, desde todo esto que estamos comprendiendo que es la
disociación. Esta mujer no ponía, voluntaria o intencionalmente a su hija.
Cuando ella permitía que su hija estuviera a solas con su padre, no estaba
activada esa parte que ella guardaba del abuso, es como si ella cerrara esa
parte y quedara aislado ese recuerdo. Entonces, evidentemente ponía muy en
riesgo a su hija, porque no estaba integrado el recuerdo de que este hombre,
abuelo de su hija, había sido un padre que había abusado de ella.

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