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Las fronteras semánticas del cuidar:

análisis de los sentidos asignados a esta práctica

1. Introducción

Nuestro interés por profundizar en la semántica del cuidar se debe a que hemos
encontrado una fragmentación y un desbalance epistémico entre las conceptualizaciones
que se han realizado sobre el cuidado y las implicancias sociales, políticas, económicas
y de género que involucran su ejercicio. La mayoría de los manuales, publicaciones e
investigaciones dedican pocas líneas en delinear al cuidado como objeto de estudio,
frente a las consecuencias que han generado en nuestra sociedad los modelos
tradicionales de cuidado. No obstante, coincidimos con estas perspectivas en que es
necesario consolidar al cuidado como como un espacio del saber para fortalecer,
desarrollar, implementar, incentivar y mejorar las políticas públicas vinculadas al
ejercicio de esta práctica:

[…] el abordaje de la problemática del “cuidado” en general, consiste precisamente en


instalar su análisis y estudio como “campo” del conocimiento y de regulación por parte de
la legislación y de las políticas públicas. […] Precisamente, el déficit que se presenta es
mayúsculo en tanto el cuidado en sí mismo no ha sido objeto de atención […] (Pautassi,
2007: p 9)

Un supuesto que trabajaremos a lo largo del presente capítulo, es que existe la


creencia de un cierto consenso social sobre el sentido que tiene la palabra esta palabra.
Tal creencia ha dado por resultado la suspensión, o por lo menos el debilitamiento, de
los debates sobre las fronteras semánticas que presenta dicho término en la
contemporaneidad. En pos de reinstalar este debate, el presente escrito desarrollará un
trabajo de articulación entre:

 las lecturas y avances científicos que se han realizado en esta dirección en las
últimas décadas;
 los estudios empíricos que hemos realizado para identificar y delinear las
significaciones sociales que existen sobre el cuidado de personas mayores.

La propuesta analítica no se resume en una mera discusión gramatical sobre los


usos de una palabra, sino más bien consiste en una invitación a ocuparnos de la
densidad simbólica-imaginara que envuelve a todo lo real y en promover espacios de
debate sobre áreas que se han vueltas opacas al pensamiento.
2. Revisión sobre las principales conceptualizaciones sobre el cuidado

La Real Academia Española (RAE) señala que la palabra cuidar deriva


etimológicamente del antiguo coidar, y este del latín cogitāre: pensar, meditar, dirigir y
ocuparse. En una primera acepción se lo vincula con discurrir o reflexionar, pero existen
otras acepciones derivadas:

 Poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo;


 Asistir, guardar, conservar (cuidar a un enfermo, la casa, la ropa; de la
hacienda, de los niños);
 Mirar por la propia salud, darse buena vida;
 Vivir con advertencia respecto de algo, (no se cuida de la maledicencia)
 Proteger algo o alguien del daño o desgaste.

También es un término que se lo suele vincular con la cura, los lazos de amor y
de amistad, porque connota un modo de cuidado con desvelo, entrega y preocupación
por quien depositamos nuestros afectos.

En el discurso científico social hemos detectado que por la palabra cuidar se hace
referencia a una gran diversidad de cuestiones. Desde la mirada de Regina Waldow, se
relaciona con cierta inquietud que nos genera el otro a quien decidimos prestarle cierta
atención:

[…] interés, afecto, importarse, proteger, gustar, significa cautela, celo, responsabilidad,
preocupación. El verbo cuidar específicamente asume la connotación de causar inquietud,
entregar la atención al otro […] (Waldow, 1998:24).

Es un acto mediante el cual una persona asume la responsabilidad de atender a


otra persona que tiene una necesidad. Es decir, es un compromiso que implica la
realización de una serie de actividades que pretenden proporcionar cierto estado de
bienestar bio-psico-social:

[…] se entiende todo un conjunto de actividades orientadas a proporcionar bienestar físico,


psíquico y emocional a las personas y es un componente básico en la construcción social
del género que repercute directamente en la identidad y en las actividades que realizan las
mujeres […] (Valle Murga, 2003:41)
[…] Designa a la acción de ayudar a un niño o a una persona dependiente en el desarrollo y
el bienestar de su vida cotidiana. Engloba, por tanto, hacerse cargo del cuidado material que
implica un “trabajo”, del cuidado económico que implica un “costo económico”, y del
cuidado psicológico que implica un “vínculo afectivo, emotivo, sentimental […]
(Batthyány, 2010:21).
Actividades que requieren de cierta competencia técnica para coordinar las
complejas acciones necesarias para garantizar cierto estado de bienestar:

[…] tanto personales, profesionales, institucionales como sistémicos. Se exige para ello una
competencia técnica profesional, con un conocimiento epistemológico de la profesión del
cuidado (por excelencia enfermería) pero también de la humanitas del ser humano en sus
distintos niveles (somático, fisiológico, dimensiones psicológicas, sociales, espirituales...).
Por ello, cuidar a un individuo es una tarea no fragmentaria, se refiere a un todo holístico
[…] (Salas Iglesias, 2006:74)

En términos ideales, se propone que quien asuma este encargo debe transitar
previamente por una serie de pasos que le permitan delimitar, de manera clara, roles y
expectativas. También es necesario que exista alternancia en el ejercicio de dichos roles
para evitar el agotamiento:

“La responsabilidad del cuidado no se improvisa, sino que se requieren pasos previos que
tienen que ver con la asignación de roles y especialmente de su intercambiabilidad. Cuando
los roles son fijos es difícil iniciar los cambios precisamente en los momentos más difíciles,
es decir, cuando surgen problemas vinculados a la enfermedad y especialmente al deterioro
que origina la edad. Es más fácil un cuidado dependiente del placer por acompañar a una
persona que aquel que se deriva de la obligatoriedad […] (Valle Murga, 2003:51)

Se reconoce que estas acciones presentan una doble dimensión: corporal y


afectiva. La primera, alude a todas aquellas cuestiones materiales involucradas en el
cuidado de una persona, por ejemplo, las tareas de alimentación y/o higiene. La segunda
dimensión, alude a todas aquellas cuestiones inmateriales que se producen en una
relación de cuidado, por ejemplo, las distintas sensaciones, experiencias y vivencias que
se experimentan al cuidar:

“Por cuidados podemos entender la gestión y el mantenimiento cotidiano de la vida y de la


salud, la necesidad más básica y diaria que permite la sostenibilidad de la vida. Presenta
una doble dimensión “material”, corporal –realizar tareas concretas con resultados
tangibles, atender al cuerpo y sus necesidades fisiológicas– e “inmaterial”, afectivo-
relacional –relativa al bienestar emocional […] los cuidados ponen en el centro tanto la
dimensión afectivo-relacional –componente subjetiva, imprevisible, irreductible a
momentos o tareas concretas y preestablecidas–, como lo más carnal de la experiencia
vivida. Una vez se tienen en cuenta estos aspectos, aparece la posibilidad de que “una
misma actividad pueda tener para algunas personas sustituto de mercado (si los ingresos lo
permiten) y, en cambio, para otras sea totalmente insustituible […] (Pérez Orozco, 2006:10-
1)

Algunas visiones sostienen que la dimensión afectiva es determinante en la


construcción de una relación de cuidado. En esta línea, se ubican los planteos de
Torralba Roselló (2000) quien, desde una perspectiva aristotélica, vincula las prácticas
de cuidado con conceptos como: compasión, confianza, confidencia y consciencia:

[…] La compasión, como tal, consiste fundamentalmente, en percibir como propio el


sufrimiento ajeno, es decir, en la capacidad de interiorizar el padecimiento de otro ser
humano y de vivirlo como si se tratara de una experiencia propia. […] La compasión no es
la empatía, pues la empatía es espontánea, una especie de comunión anímica que se
establece por casualidad entre dos seres humanos que comparten un mismo talante. Sin
embargo, la compasión es virtud, pues es un hábito cuyo ejercicio perfecciona moralmente
a la persona que lo cultiva, le aproxima al otro y esta proximidad al sufrimiento ajeno es
requisito indispensable para la conducta ética. […] (Torralba Roselló, 2000:136)

En sintonía con estos planteos, y desde el campo de la enfermería, Salas Iglesias


(2006) distingue el cuidado competente del personal:

[…] El primero entiende el cuidado de manera fragmentaria, al cuidado de todos y cada uno
de los elementos que integran la corporeidad humana, y requiere de unos conocimientos de
orden anatómico y fisiológico, precisa de personal tecnificado y especializado. Mientras
que el personal, se apoya en el competente, pero se amplía con cuidados empáticos de tipo
individual, el trato afectivo, la sensibilidad, la complicidad personal, la confidencia, la
proximidad de orden ético, exigiendo grandes dotes comunicativas y conocimientos de
índole psicológico, de un determinado talante moral, un ethos profesional. […] (Salas
Iglesias, 2006:74)

A esta diferenciación, Milton Mayeroff agrega que un cuidado competente y


satisfactorio está conformado por ocho componentes, a saber: conocimiento, ritmos
alternados, paciencia, sinceridad, confianza, humildad, esperanza y coraje (Mayeroff,
1971:24).

Por último, encontramos la perspectiva de Fisher y Tronto que piensan el cuidado


ya no desde un marco de un sujeto en situación de vulnerabilidad, sino como una serie
de actos que le permiten a todo ser humano vivir en el mundo:

[…] El cuidado es una actividad específica que incluye todo lo que hacemos para mantener,
continuar y reparar nuestro mundo, de manera que podamos vivir en él tan bien como sea
posible. Ese mundo incluye nuestros cuerpos, nuestro ser, y nuestro ambiente, todo lo cual
buscamos para entretejer una compleja red del sostenimiento de la vida […] (Fisher y
Tronto, 1990).

En este mismo sentido, se encuentra la postura de Rosario Aguirre, quien desplaza


al cuidado de una mirada micro, es decir, de la relación cuidador-cuidado, para sumar
una perspectiva macro que destaca la función social que cumple en la reproducción de
la vida:

[…] El cuidado es un componente central en el mantenimiento y desarrollo del tejido


social, tanto para la formación de capacidades como para su reproducción. El cuidado
comprende actividades materiales que implican dedicación de tiempo y un involucramiento
emocional y afectivo y puede ser realizado de forma remunerada o no […] (Aguirre, 2011:
19).

En nuestra revisión hemos detectado un territorio de disputa entre dos visiones


acerca de la dependencia humana. Existe una visión reduccionista del ser humano que
instala una falaz dicotomía entre dependencia-autonomía, es decir, entre quienes reciben
un servicio de cuidado y quienes lo brindan. Los primeros considerados seres frágiles y
vulnerables imposibilitados de resolver por sí mismos situaciones concretas y cotidianas
de la vida diaria. Los segundos, personas sin fisuras capaces de resolver y atender sus
propias necesidades y de los demás:

“En todo caso se supone una situación de dependencia en dirección fija. El cuidador o
cuidadora que sólo cuida, el dependiente, que sólo recibe cuidados. No se concibe que
todos en toda relación somos a la vez cuidadores y objeto de cuidados, curadores y objeto
de cura.” (2003: 3)” (Pérez Orozco, 2006:12)

La segunda visión, reconoce en la dependencia un factor constitutivo de nuestra


condición humana. Determinante, que nos sitúa ineludiblemente en relaciones de
interdependencia a lo largo de nuestra vida. Por ende, desde esta perspectiva, es
imposible que el sujeto esté por fuera de relaciones de cuidado.

“Las necesidades de cuidados están íntimamente ligadas a la idea de dependencia.


Satisfacer una necesidad requerida por una dependencia significa de hecho realizar
cuidados […] la dependencia humana –de mujeres y hombres– no es algo específico de
determinados grupos de población, sino que es la representación de nuestra vulnerabilidad;
es algo inherente a la condición humana, como el nacimiento y la muerte […] La
dependencia no es una situación excepcional causada por razones de edad o enfermedad, ni
un resultado de decisiones o actuaciones individuales. Todos y todas somos
interdependientes. […] (Carrasco, 2009: p. 178-9).

En síntesis, esta revisión bibliográfica pone en evidencia que, las dificultades


que ha encontrado el cuidado del cuidado para consolidarse, como objeto de interés
epistémico, se deben a la gran diversidad de fenómenos sociales que atraviesan, tales
como: la identidad social de las personas involucradas en una relación de cuidado, las
configuraciones vinculares que emergen en dicha relación, los contextos sociales en los
que se inscriben las prácticas de cuidado, los factores económicos que regulan su
ejercicio, por mencionar algunos. Ante esta dificultad, algunas perspectivas, sostienen
que es necesario situar al cuidado en un territorio epistémico transfronterizo:

[…] La forma en que se definen los cuidados varía considerablemente de unos estudios a
otros. Carol Thomas ha destacado su transversalidad y enorme complejidad por las
múltiples dimensiones que operan en los cuidados: la identidad social de quien cuida, de la
persona cuidada, la relación personal entre la persona que cuida y la cuidada, la naturaleza
del cuidado, el ámbito social en el que se ubica la relación, el carácter económico de la
relación de cuidado y el contexto institucional en que se ejerce (Thomas, 1993). La
especificidad de los cuidados radica en que se encuentran en un territorio transfronterizo
[…] (Daly y Lewis, 2000)

3. Significaciones sociales sobre el cuidado de personas mayores


3.1. El proceso de identificación de los significantes:
En el año 2013 se diseñó la Escala Valorativa del Cuidar (ECV) que permitió,
entre otras cuestiones, la identificación de las significaciones que las personas le
otorgan al cuidado de personas mayores. En primera una instancia, se realizó un pre-test
de cien casos, seleccionados de manera azarosa, en el que se les solicitó a los
participantes que mencionaran las palabras con las cuales asociaban la palabra cuidar.
Los resultados de este trabajo preliminar posibilitaron identificar siete términos
asociados a la palabra cuidar (significantes que incluyen a otros). La tabla I muestra
dichos resultados:

Tabla I
Identificación de las Fronteras semánticas del cuidar (Pre-Test)
Proteger Amar Atender Ayudar Dar Ocuparse Acompañar
Mantener
Evitar Darle Estar con
Cariño calidad de Contener Dedicarse
enfermedades vida esa persona
vida
Evitar Pensar en
Querer Prevenir Bienestar Tiempo Aconsejar
Otros Sentidos

problemas el otro
Tomar Prestar Responsabili Estar
Preservar Amparar Afectos
medidas atención dad pendiente
Algo de Hacerse
Vigilancia Felicidad Asistir Valorar
uno cargo
Conocer
Asilar Respetar Colaborar Solidario
los riesgos
Tratar
Controlar
bien

Este trabajo preliminar permitió alcanzar un punto de saturación (Berteaux,


1999), de siete conceptos asociados a la palabra cuidar: proteger, amar, atender, ayudar,
dar, ocupación y acompañar. Los cuales, posteriormente, fueron cotejados con técnicas
cualitativas (entrevistas semi-estructuradas y grupos de discusión) que cargaron de
sentido estos resultados. Fruto de esta articulación, cuantitativa y cualitativa, se han
elaborado las siguientes definiciones sobre estos significantes:

 Proteger: es la preservación, la vigilancia y el control sobre aquellas situaciones


problemáticas que se pueden presentar en una situación de cuidado. Para que una
conducta sea protectora debe incorporar la perspectiva del otro a quien se dirige
esta acción. Aquellas acciones que anulen al otro la posibilidad de auto-
determinación sobre los destinos de su vida, independientemente de la situación en
la que se encuentre, y vulneren su condición de sujeto de derecho no pueden ser
consideradas protectoras:

“Que este bien, quererla, tenerla y tener la responsabilidad de saberla cuidar.


Siempre estoy abierta para saber mejor, pero cuidarla es protegerla, que este
feliz, que esté cómoda con los años que tiene. Ella ha sido una mujer que sufrió
mucho porque perdió dos hijos. Entonces, todas esas cosas quiero retribuirle.”
(Entrevista a familiar de persona mayor con cuidado domiciliario, mujer)
“Para mi cuidar es proteger, es mantener algo bien, algo o alguien en este caso,
bien en forma integral.” (Familiar de persona mayor con cuidados domiciliarios,
varón)

“Defendes a alguien. Cuidar tiene que ver con defender a alguien, es defender lo
propio, tu familia, amigos, a alguien lo defiendes y lo cuidas.” (Grupos de
discusión con jóvenes de 15 a 21 años, varón)

 Amar: en sentido amplio alude a una modalidad afectiva mediante la cual el sujeto
que brinda servicios de cuidados puede alojar subjetivamente a la persona mayor y
empatizar con las circunstancias que lo acompañan. Basado en el reconocimiento
de su singularidad:

“Contener, proteger, acompañar con calidad y decoro. Tratando a la persona


anciana como un ser humano. Siempre de dirigirse con el nombre, con el que
más utiliza. Se me viene la palabra amor, porque hay que tener vocación y amor
para hacer esta tarea” (Entrevista familiar de persona mayor con cuidados
domiciliarios, Varón)
“Cuidar es hacerse cargo de la persona que tenés, en este caso sería mi marido,
lo tengo que cuidar en todos los aspectos, físico, psíquico, mental. […] Es amar,
es quererlo como yo lo quiero y hacer que él tenga la mejor calidad de vida
posible, sé que es una enfermedad horrible la que él está pasando, pero creo que
la ciencia ayuda mucho, porque la medicación ayuda. Creo que despegarlo del
vínculo afectivo le haría peor, por eso pienso que el geriátrico y esas cosas
(suspira), es muy frío, creo que no todo es lo mismo.” (Entrevista familiar de
persona mayor con cuidado domiciliario, mujer)
“El cuidado tiene que estar siempre humanizado. La diferencia está entre un
cuidado profesional y uno no-profesional. La diferencia está en los lazos que
podés tener en uno y en otro. En el cuidado profesional hay lazos que te unen al
otro que se construyen en el quehacer. Por ello, la relación profesional también
tiene que ser una relación amorosa. No podes no amar al otro y no
comprometerte con su cuidado. El cuidado humanizado es una redundancia, el
cuidado es humanizado.” (Entrevista a Formadora en cuidados gerontológicos)

 Atender: es poner a disposición de otro nuestros sentidos que faciliten la


identificación de las necesidades y contingencias que se pueden presentar en la vida
del otro:

“Cuidar es atender, mirar, escuchar, sentir lo que le pasa al otro. Es un cúmulo de


sensaciones y de hechos concretos […] Pero sí, cuidar es eso, un poco de estar con el
otro, comprenderlo, disfrutarlo, quererlo, seguir al lado de alguien que de alguna
manera le fue bien en la vida.” (Entrevista familiar de adulto mayor institucionalizado,
mujer)

“Cuidar es atender a alguien que necesita algún punto algo que no puede hacer por sí
mismo, entonces es asistirlo en las necesidades que tenga, en función de la escala de
necesidades. […] Cuidar es… tratar de que la otra persona no se sienta tan desprotegida,
si está en una situación de vulnerabilidad o lo que sea, por una discapacidad, por una
imposibilidad, o por lo que sea, tratar de que proporcionarle lo que necesita para que
pueda vivir lo mejor posible, de pasar por esta etapa de su vida, ya sea en lo físico,
anímico, espiritual o lo que sea.” (Entrevista familiar de persona mayor con cuidado
domiciliario, mujer)

“Cuidar es poder brindar a otro y poder detectar las necesidades que este otro tiene, para
ver cómo con determinadas estrategias, competencias, habilidades y las posibilidades
que uno tiene, satisfacer esas necesidades.” (Entrevista formadora en cuidados
gerontológicos, Mujer)

 Dar: se refiere al ofrecimiento del tiempo personal para la atención de las


necesidades de la persona mayor.

“Cuidar es dedicarle tiempo, darle cariño. De mi parte no se lo pude dar mucho porque
no conviví con ella. Ella no me dio calor de madre. La cuidé en mi casa durante un
tiempo, porque ella no podía estar sola.” (Entrevista familiar de persona mayor
institucionalizada, mujer)

“Es dar al otro lo que necesita. Por ahí muchos me dicen, tendrías que ser más egoísta y
pensar un poquito más en vos, pero yo sé que ahora me estoy privando de una pila de
cosas, pero tiene 96 años, quiero que esos años que le queden que esté bien, que no le
falte nada. Me doy cuenta, por cómo ha sido ella, que debe tener un grado de lucidez y
que lo sufre, por verse así. Que le tiene miedo a la muerte, porque cada vez que le pasa
algo me dice ‘me estoy muriendo’. Entonces, se me hace difícil, pero ante la necesidad
de ella, puede más, de darle todo lo que necesita.” (Entrevista familiar de persona mayor
con cuidado domiciliario, mujer)

“Para mi cuidar es brindar todo de uno. Todo lo mejor, porque hace años que estoy en
esto. Es brindarle todo lo mejor, brindarle todo para poder hacerle bien a la persona y
sentirme mejor yo también. […] Es cuidar como te dije, es dar todo lo mejor de uno y
tratar de ponerse en el lugar de la otra persona. Tratar de poder ayudarlo.” (Entrevista
cuidadora gerontológica formal, mujer)

 Ocuparse: se refiere al compromiso subjetivo de quien brinda los servicios de


cuidado, que garantice la atención de aquellas necesidades que pueden repercutir
negativamente en el curso de la vida de la persona mayor

“Hacerse cargo” (Grupo de discusión jóvenes de 15-21 años, mujer)

“Cuidar es ocuparte del otro desde lo profesional o desde lo afectivo. Es comprometerte


con el otro, es hacerte cargo del otro. Si uno se puede hacer cargo. ¿Qué es hacerme
cargo? Básicamente es tener la mejor formación para brindarle, saber lo que estoy
haciendo, entenderlo como otro, respetarlo […] (Entrevista formadora en cuidados
gerontológicos, mujer)

 Ayudar: refiere a todas aquellas acciones y ayudas técnicas que tengan por
finalidad auxiliar a la persona mayor a sortear las dificultades que se pueden
presentar en su vida diaria

“Para mi cuidar es ayudar a la otra persona a que se pueda desenvolver en su vida


diaria. Me pongo mucho en el lugar de la otra persona.” (Entrevista cuidadora
gerontológica formal)
“Para mi cuidar tiene que ver con el respeto a la dignidad humana. Para mí cuidar es
poder brindarse, es tener disponibilidad para el otro, ya sea afectiva, del tiempo, de
creatividad. La creatividad en el cuidador, de que un día haga determinada cosa, que
un día le proponga otra cosa, es fundamental y tiene mucha llegada con el adulto
mayor.” (Entrevista cuidadora gerontológica formal)

 Acompañar: alude a una modalidad vincular donde la presencia de quien brinde


un servicio de cuidado se enmarca en una relación de respeto por la voluntad y
los deseos de la persona mayor.

“Para mi cuidar es atender, querer, respetar, fundamentalmente porque muchas veces no


quieren que se los invada, cuesta, pero sobre todo respetar y querer. […]
fundamentalmente es respetar, respetar al otro en las vivencias y todo. Acompañar
desde todo punto de vista.” (Familiar de persona mayor con cuidado domiciliario,
mujer)

3.2. Estudio cuantitativo sobre los significantes asociados al cuidado de


personas mayores: según grupos de edad, condición socio-económica y sexo

El número total de casos a quienes se les administró la Escala Valorativa del


Cuidar (EVC) fue de trescientos setenta y ocho (N° 378), los cuales fueron
seleccionados siguiendo tres criterios:

 Grupos de Edad: a) 15-29 años; b) 30-44 años; c) 45-59 años


 Condición socio-Económica: a) el 30% de condición socio-económica
vulnerable; b) 55% de condición socio-económica media y c) 15% de
condición socio económica media-alta y alta.
 Género: segmentados en partes iguales

La Tabla II detalla la configuración de la muestra de manera detallada por casos

Tabla II. Configuración de la Muestra


15-29 años 30-44 años 45-59 años
VARON MUJER VARON MUJER VARON MUJER TOTAL
Clase Baja 19 19 19 19 19 19 114
Clase 35 35 35 35 35 35 210
Media
Clase Alta 9 9 9 9 9 9 54
Total 63 63 63 63 63 63 Nº 378

La Tabla III muestra los resultados obtenidos en la asociación de estos


significantes al cuidado de personas mayores en el universo estudiado:

TABLA III.
Porcentaje de asociación de significantes con el cuidado de
personas mayores en la muestra total
Significaciones %
Proteger 27.2%
Ocuparse 23.8%
Amar 20.6%
Atender 10.3%
Ayudar 9%
Acompañar 6.9%
Dar 2.1%
TOTAL 100%

Estos resultados nos permiten realizar las siguientes lecturas:

 Las personas asocian, mayoritariamente, el significante “Proteger” al


cuidado de personas mayores.
 Los significantes Proteger-Ocuparse-Amar tienen un predominio sobre
los restantes en su vinculación con el cuidado de personas mayores.

Si segmentamos estos datos según nuestros criterios de selección –grupo de


edad, condición socio-económica y género-, se observan diferencias en la asociación de
significantes al cuidado de personas mayores. La Tabla IV muestra estos resultados si
se toma en consideración el criterio de grupo de edad:

Tabla IV
Fronteras semánticas del cuidar. Según grupo de edad
Proteger Atender Ayudar Amar Dar Acompañar Ocuparse

15-29 años 25,4% 6,3% 15,9% 15,1% 3,2% 11,9% 22,2%

30-44 años 28,6% 13,5% 4% 19,8% 1,6% 4% 28,6%

45-59 años 28,6% 11,1% 7,1% 27% 1,6% 4,8% 19,8%

Una lectura descriptiva de cada grupo de edad permite decir lo siguiente:

 El grupo de 15-29 años asocia mayoritariamente la palabra cuidar con una


conducta protectora. En su conceptualización del cuidado de personas
mayores utilizan una mayor diversidad de significantes.
 En el grupo de 30-44 años no hay un predominio mayoritario de un
significante en particular, sino una polaridad entre la asociación del cuidado
de personas mayores con Protección-Ocupación.
 En el grupo de 45-59 años no hay un predominio mayoritario de un
significante en particular, sino una polaridad entre la asociación del cuidado
de personas mayores con Protección-Amar
En cambio, si realizamos una lectura cruzada entre los distintos grupos de edad
se pueden hacer las siguientes afirmaciones:

 Las personas, independientemente de su edad, han asociado al cuidado con


una acción protectora de las necesidades de las personas mayores.
 A medida que las personas tienen más edad asignan mayor relevancia al amor
como frontera semántica del cuidar.
 El grupo de jóvenes es quien, a diferencia de otros grupos de edad, utiliza un
mayor número de significantes; mientras que los grupos etarios más
avanzados restringen, con significativas diferencias entre sí, a tres (Proteger,
Amor y Ocuparse) significantes su conceptualización sobre el cuidado de
personas mayores.

Lecturas que nos permiten conjeturar que las diferencias observadas en el modo
de significar el cuidado de personas mayores, está relacionado con el modo en que cada
generación se posiciona ante los temas del envejecer 1 (jubilación, viudez, duelos,
abuelidad). Frente a estos procesos socio-culturares y subjetivos, las personas adoptan
relaciones de proximidad-distanciamiento. La paulatina fijación del significante amor
con el cuidado de personas mayores, a través de las distintas generaciones, muestra que
las posibilidades de empatizar con sus circunstancias se incrementan a medida que nos
encaminamos hacia ellos. Es decir, la proximidad a estas cuestiones incrementa la
posibilidad de reconocer y alojar al otro. Por el contrario, a mayor distanciamiento
generacional sobre los temas del envejecer, la significación del cuidado se fragmenta y
complementa con los otros sentidos brindados. En síntesis, las diferencias observadas
nos permiten conjeturar que el modo en que resuenan los temas del envejecer se ven
reflejados en el modo en que se significa al cuidado.

Si utilizamos como criterio la condición socio-económica para establecer las


fronteras semánticas del cuidar surgieron los siguientes resultados que se muestran en la
tabla IV:

Tabla IV
Fronteras semánticas del cuidar. Según condición socio-económica
Proteger Atender Ayudar Amar Dar Acompañar Ocuparse

1
Para mayor información ver: Zarebski G. (2005). Psicogerontología: Hacia un Buen Envejecer.
159 – 176. Buenos. Aires. Univ. Maimónides
Clase baja 22,6% 12,2% 14,8% 21,7% 2,6% 5,2% 20,9%
Clase
30,1% 9,1% 7,2% 20,6% 1,9% 7,7% 23,4%
Media
Clase alta 27,8% 11,1% 3,7% 18,5% 1,9% 7,4% 29,6%

Una lectura descriptiva por cada condición socio-económica se observa:

 En el grupo de personas en condición socio-económica vulnerable se observa


una multi-referencialidad en la asociación de significantes al cuidado de
personas mayores.
 Las personas en condición socioeconómica media asocian, mayoritariamente,
al cuidado de personas mayores con el significante Protección.
 En el grupo de personas en condición socio-económica media-alta y alta no
hay un predominio mayoritario de un significante en particular, sino una
polaridad entre los significantes Ocupación-Protección en su asociación del
cuidado de personas mayores.

En cambio, si realizamos una lectura cruzada entre los distintos grupos de


condición económica-social se pueden realizar las siguientes afirmaciones

 A medida que la condición económica-social de las personas mejora se


restringe la asociación de los significantes asociados al cuidado de personas
mayores y cobran preponderancia tres de ellos: Proteger-Amar-Ocuparse
 A medida que la condición socioeconómica de las personas mejora, disminuye
la asociación del cuidado de personas mayores con el significante amor.
 A medida que la condición socioeconómica de las personas mejora, hay una
tendencia a entender el cuidado de personas mayores como una ocupación.

Estas lecturas, nos permiten conjeturar que en el modo de significar el cuidado de


personas mayores están influenciadas por los cambios productivos y reproductivos que
se han producido en las últimas décadas con la crisis del Estado de Bienestar. No
obstante, la variación observada en los distintos grupos muestra que no ha repercutido
de igual modo entre ellos. Los resultados obtenidos permiten hipotetizar que las
diferencias observadas en la significación del cuidado de personas mayores estarían
dadas por la posibilidad de acceder a servicios de cuidado, es decir, de delegarlos en
terceras personas. Dos cuestiones nos hacen pensar en esta posibilidad, la disminución
del significante amor y el incremento del significante ocupación a medida que la
condición de las personas mejora. Estas dos cuestiones estarían marcando un mayor
distanciamiento en la capacidad de empatizar y alojar al otro, pero un incremento en al
responsabilidad de ocuparnos de ellos.

Por último, si se utiliza el género de las personas consultadas para analizar los
significantes que han asociado al cuidado de personas mayores, encontramos los
resultados que muestra la Tabla V a continuación:

Tabla V
Fronteras semánticas del cuidar. Según género
Proteger Atender Ayudar Amar Dar Acompañar Ocuparse

Varones 34,4% 10,6% 9,5% 18% 1,6% 4,8% 21,2%

Mujeres 20,6% 10,1% 8,5% 23,3% 2,6% 9% 25,9%

Una lectura descriptiva por género, nos permite realizar las siguientes
afirmaciones:

 En el grupo de varones se observe un claro predominio del significante


Protección, frente a los demás, en su asociación al cuidado de personas mayores.
 En el grupo de mujeres no se observa un predominio de un significante en
particular. No obstante, el cuidado de personas mayores es asociado en primer
lugar al significante Ocupación, luego amor y por último Proteger.

Si realizamos una lectura comparativa entre ambos grupos, encontraremos


diferencias significativas entre ambos que nos permiten realizar las siguientes
afirmaciones:

 Existen variaciones sustanciales en el modo en que los varones y las mujeres


significan el cuidado de personas mayores. Desde la óptica masculina el cuidado
de personas mayores está emparentado con acciones proteccionistas y desde la
visión femenina con ocupación.

Estas lecturas permiten entrever la persistencia de un modelo de cuidados basado


en la división sexual del trabajo, con roles claramente tipificados y enquistados. Es una
visión que distribuye de manera inequitativa las obligaciones y cargas asociados al
ejercicio de esta práctica, en el que se delega, de manera exclusiva, la responsabilidad
de atender las necesidades de otros seres humanos. En el caso de las mujeres, la
polaridad entre los significantes “Ocuparse-Amor” frente al resto, muestra la presencia
del mandato social que establece que las mujeres deben sentir satisfacción por cuidar,
pues es su lugar en el proceso de reproducción social. Es un modelo que promueve y se
fundamenta en la inequidad de género y ha sido una de las estrategias de control y
sometimiento de las mujeres en la cultura patriarcal.

IV. Consideraciones finales: construcción de las fronteras semánticas del cuidar

Tal como se señaló en la introducción, este capítulo pretendía abordar el


desbalance epistémico y la fragmentación existentes en la conceptualización del
cuidado. Se partió del supuesto de que en la contemporaneidad se piensa que existe
consenso social sobre los sentidos asignados a esta práctica. Sostenemos que tal
creencia, ha generado un desbalance y fragmentación en torno a los estudios realizados
sobre este tema y las implicancias sociales, económicas y de género que implican su
ejercicio.

El trabajo analítico realizado en el presente capítulo permite entrever que las


fronteras semánticas del cuidar presentan un grado de complejidad tal que son difíciles
de delimitar. Tanto en la literatura científica consultada como en las investigaciones
realizadas, pareciera existir un cierto consenso en la identificación de los principales
términos que delimitan con el cuidado que lo circunscriben al acto de proteger una vida
humana, de asumir la responsabilidad por los destinos de ese ser humano y que
constituye un acto de amor basado en el respeto y el reconocimiento del otro en su
singularidad

La existencia de este consenso en la identificación de las fronteras semánticas


del cuidar, no significa que todos los sujetos las delimiten del mismo modo. A lo largo
del presente capítulo se ha puesto en evidencia las significativas variaciones que existen
en torno a esta cuestión según el grupo de edad, condición socio-económica y de
género.

Esté punto nos conduce a re-pensar el supuesto del presente capítulo. Para
formular el siguiente, la fragmentación semántica que existe en torno a la
conceptualización del cuidado se deben a que nuestros posicionamientos frente al
cuidado se transforman a lo largo del curso de la vida, está atravesada cuestiones de
género y la condición socio-económica de las personas. Hecho que torna inviable la
posibilidad de alcanzar una conceptualización que aúne todos los sentidos que regulan
al ejercicio de esta práctica. Ello no implica que se deba suspender el debate ético-
jurídico sobre las consecuencias que dichas significaciones tienen en nuestra
contemporaneidad. Lectura que no debiera producir un efecto de clausura en estos
debates, sino más bien produce un viraje analítico hacia nuevas formas de comprender
el cuidado, con apertura a lo novedoso y singular que presenta el hecho de proteger,
hacerse responsable y amar a otro ser humano.

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