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RELACIÓN DE AYUDA Y COUNSELLING

Profª. Dra. Mercedes Lupiani Giménez. Universidad de Cádiz (UCA)


Prf. Dr. Fco. J. Gala León. Universidad de Cádiz (UCA)
1.- INTRODUCCIÓN
La interacción entre las diversas CC de la Salud es lógica, eficaz y necesaria, pero esta
relación se hace especialmente estrecha en el caso de la Enfermería y la Ps. de la Salud (o CC
Psicosociales o de la Conducta, Aplicadas a la Salud), de hecho –como indica Polaina-Lorente-
“La enfermera opera siempre sobre el comportamiento (…) sin conducta no hay Enfermería
posible, ni atención a los pacientes, ni cuidados y asistencia a los enfermos. La conducta media
todas y cada una de estas relaciones, constituyendo como un eje sobre el cual gira toda la
intervención terapéutica, asistencia y profesional realizada por la enfermera”.
Esta interacción descrita es especialmente destacada en la relación enfermera-
paciente, en la que –como nos dice el CIE- “la consecución de un contexto psicosocial
apropiado (…) es algo tan importante como la competencia en las técnicas de asepsia”; ahora
bien, como en toda interacción, la relación es biunívoca, inspirándose no en pocas ocasiones la
Ps. de la Salud en la praxis enfermera.
Un ejemplo claro de lo dicho lo tenemos en la relación terapéutica denominada también
de Ayuda o “relación cara a cara” que es definida como “un proceso interpersonal en el que
una persona ayuda en el proceso de desarrollo y crecimiento de la otra”. Precisamente esta
Relación de Ayuda, eje principal de los cuidados es, según varios autores, uno de los orígenes
–si no el principal- de las Técnicas de Counselling que, a su vez, también se proyecta hacia
los cuidados, especialmente en el proceso y campo de acción conocido como “Cuidar al
Cuidador” .
2.- CONCEPTUALIZACIONES
2.1.- La relación de Ayuda –anteriormente definida- es, obviamente, de forma
indefectible una RELACIÓN INTERPERSONAL (de ahí que también se la conozca como “cara
a cara”) e implica un proceso de crecimiento personal; tiene una estructura y evolución de
acuerdo con un proceso determinado; es cualitativa y cuantitativamente distinta de una
“relación social” y, para su desarrollo, se requiere competencias en Habilidades Sociales,
trabajándose siempre de acuerdo con objetivos terapéuticos…
2.2.- El Counselling. Pero la definición, vista anteriormente, de la Relación de Ayuda y
sus características, arriba descritas, fundamentan también una de las aplicaciones actuales de
la Ps. de la Salud –la relación Personal Sanitario-Enfermo y/o Cuidador (P.S.-E y/o C)- que no
es otra que el “COUNSELLING” anglicismo que se traduce como “consejo”, “consejo asistido”
o –sin ambages- “Relación de Ayuda” y que alude a una forma profesional de prestar ayuda en
la relación P.S-E y/o C cuyo objetivo es mejorar la salud del enfermo, de forma integral y cuidar
también del P.S.
El propio Prof. Bayés reconoce que el concepto de counselling es un concepto relativamente
nuevo en la literatura psicológica que pretende describir una forma profesional peculiar de
prestar ayuda. En todo caso se intenta definir un concepto cuyos elementos claves son:
1. Objetivo final: mejorar la salud del usuario. 2. Objetivo intermedio: cuidar al profesional y/o
cuidador/a. 3. Método: adquisición de habilidades y conocimientos para la relación profesional-
usuario especialmente en situaciones de angustia o estrés por una o ambas partes. 4.
Protagonistas: a) El Profesional, facilitando conocimientos, alternativas, herramientas,
técnicas, entrenamiento; b) El usuario, conduciendo su propio proceso, sus cambios
comportamentales y el logro de su salud y, 5. Ideas-marco asociadas: a) La salud como
derecho, no como obligación; b) La salud como proyecto para y por la persona; c) Cuanto más
confortable esté el profesional mejor podrá cuidar a los usuarios.
Su importancia es especialmente importante en las patologías o condiciones de salud que
producen una gran repercusión social, cultural y ética y que trascienden el aspecto biológico
como el caso de las Dependencias y, en general, de las Demencias.
En el Counselling el primer gran beneficiado es el profesional y/o el cuidador/a. Las habilidades
que éste adquiere con dicha tecnología le permiten trabajar más confortablemente y con mayor
eficacia con los usuarios, maximizando su nivel de competencia al menor coste emocional
posible.
3.- RELACIÓN DE AYUDA, “COUNSELLING” Y CUIDADOR
Como ya se ha dicho, el objetivo final común de ambas “técnicas” es su especial
aplicación al marco de los CUIDADOS Y LOS/AS CUIDADORES/AS.
Los cuidados y, por ende, todas las praxis “atencionales” y/o “sanadoras” tienen su
origen en los albores de la humanidad, desde que aparece la FIGURA MATERNAL… por ello,
todos los autores referencian el instinto maternal como elemento motivador último para el
cuidado de los que sufren y están enfermos y, por asimilación, para el cuidado de los que los
cuidan; llegando a asociar la naturaleza de los cuidados a la condición femenina.

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3.1.- Significado de la actividad de cuidar.
La RAE atribuye al vocablo “cuidar”: 1º, poner diligencia y atención en la ejecución de una
cosa; 2º, guardar, conservar, custodiar, mantener y, 3º, discurrir y pensar; pero el diccionario
añade que seguido de las proposiciones “a” y “de”, indica: 4º, cuidar a un enfermo, la casa o la
ropa y 5º, cuidar de la hacienda, de los niños. De las dos primeras acepciones se desprende
que cualquier actividad que entrañe la conservación, la custodia, el mantenimiento, así como la
diligencia y atención en su ejecución se denomina “cuidado”, requiriéndose para ello incluso un
proceso de pensamiento (3ª acepción).
Las dos últimas matizaciones vinculan –como ya analizamos antes- a la mujer con el cuidado,
puesto que tradicionalmente ha sido élla quien se ha ocupado de las acciones de ámbito
doméstico, suponiéndola especialmente dotada para cuidar de la casa, de los niños y de la
ropa. De igual modo también ha estado especialmente dotada –de forma innata dirían algunos-
para el cuidado de los enfermos, que en principio queda relegado al mismo nivel.
Con todo ello se puede generalizar que el CUIDAR es una actividad inherente a los seres
vivos, cuya explicación más primitiva y que acompaña su evolución, no es otra que el
INSTINTO DE VIVIR y que, a nivel humano, es el germen de los cuidados –incluso de los
Profesionales Sanitarios- que han evolucionado, como se ha visto a lo largo de la historia,
mediante el desarrollo del pensamiento científico y es que “cuidar es un acto de vida que tiene
por objetivo que la vida continúe y se desarrolle y de ese modo, luchar contra la muerte: la
muerte del individuo, la muerte del grupo, la muerte de la especie”.
Collière define el cuidado (en su libro “Promover la vida”) como un acto de mantener la vida
asegurando la satisfacción de un conjunto de necesidades indispensables, pero que son
diversas en su manifestación. Las diferentes posibilidades de responder a estas necesidades
vitales crean e instauran hábitos de vida propios de cada grupo o persona. El cuidado, pues, se
trata de “un acto individual dado por uno mismo y para uno mismo, en el momento en que la
persona adquiere la autonomía precisa para ello. Igualmente es un acto recíproco que supone
dar a toda persona que, temporal o definitivamente, tiene necesidad de ayuda para asumir sus
cuidados de vida”.
De esta forma el cuidado es un acto de VIDA que se encuentra imbricado en los procesos
culturales del ser humano, ya que la especie se ha perpetuado gracias a una serie de actos
(actividades cuidadoras) que han permitido que la vida se conserve y continúe. Este conjunto
de cuidados abriga dos características fundamentales: una INDIVIDUAL que el individuo se da
a sí mismo, desde que adquiere capacidad para ello, y otra SOCIAL que comienza con las
atenciones que el ser humano recibe desde su nacimiento hasta que llega a ser autónomo;
esta última se hace además extensiva cuando los seres humanos se cuidan entre sí.
Ahora bien, hablar en términos de cuidados Sanitarios es pensar desde una posición
profesional, es decir, con una especificidad funcional reglada y al servicio de la comunidad
“para que la vida continúe”, por ello la identificación de los cuidados supone más una
descripción que una definición debido a la variabilidad del género humano y las distintas
dinámicas vitales que ofrece cada individuo.
Pero ¿qué cuidados nos proporcionamos cotidianamente?, pues ni más ni menos que el
conjunto de actividades que realizamos para mantener y continuar la vida: comer, beber,
eliminar, movernos, descansar, abrigarnos, asearnos, comunicarnos, establecer intercambio
con todo lo necesario para vivir, acciones en suma que tienen que ver con nuestros rituales,
costumbres y creencias… y ¿en qué circunstancias todo esto deviene en cuidados, p. ej. a los
Dependientes o a las personas demenciadas?. Estos cuidados más “especializados” aparecen
cuando la persona no se basta a sí misma para realizar estas acciones y requiere entonces de
un profesional o un/a cuidador/a. Este es el campo de acción y el rol que ejerce el/la cuidador/a
en estas circunstancias que no es otro que el de AYUDA A LA PERSONA, “determinando con
cada una hasta qué punto se basta a sí misma y en qué terreno necesita ser sustituida”.
En suma y a guisa de CONCLUSIÓN podemos decir que los cuidados “especiales” se
identifican al efectuar acciones de custodia, conservación, mantenimiento, atención y diligencia
en el terreno de las actividades cotidianas de los seres humanos cuando éstos no se bastan a
sí mismos, con la finalidad de que continúen, mantengan, aumenten o recuperen su
autosuficiencia –en la medida en que las situaciones lo permitan- a lo largo de su proceso vital,
utilizando y apoyándose en la “Relación de Ayuda” y en el “Counselling”.

BIBLIOGRAFÍA
1.- BIMBELA J: “Cuidando al cuidador. Counseling para Profesionales de la Salud” (2ª edic.).
Escuela Andaluza de Salud Pública. Granada, 1995.

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2.- COLLIÈRE Mª: “Promover la vida. De la práctica de las mujeres cuidadoras a los cuidados
de Enfermería”. Mc Graw-Hill. Madrid (2ª edic.), 2011
3.- LUPIANI M, GALA FJ, GUILLÉN C et al: “La Psicología de la Salud y la relación Enfermera-
Paciente: ¿Relación de Ayuda o Counseling?”, en JM Alberca, 6º Congreso Nacional de
Psicología Clínica y de la Salud. Libro de Actas (pp 31-33). Centro Clínico Los Naranjos.
Málaga, 1998.
4.- NOVEL G: “La relación enfermera-paciente” en G. Novel, T. Yute y Mª D. Miguel.
Enfermería Psicosocial y Salud Mental (pp 217-225). Ed. Masson, S.A. Barcelona, 1995.:
5.- POLAINO-LORENTE A: “Introducción a la Modificación de Conducta para profesionales de
Enfermería”, de P.P.U. Barcelona, 1989.
6.- SANTAMARÍA JM et al: “Apuntes sobre el cuidado”. FUDEN. Madrid, 2008.

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