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“Universidad Tecnológica de los Andes”

“Facultad de Ciencias Jurídicas Contables y Sociales”

Escuela Profesional de Derecho .


Asignatura: DERECHO PROCESAL III.
Tema:
“DECLARACIÓN DE DESAPARICIÓN, AUSENCIA O MUERTE
PRESUNTA”

“RECONOCIMIENTO DE RESOLUCIONES JUDICIALES Y LAUDOS


EXPEDIDOS EN EL EXTRANJERO”

Docente: Dra. Carmen Natalia GIBAJA ZAPATA .

Alumnos: Luis Albert Miranda Tovar

Karolay Benedicta Rojas Gamarra

Carlos Enrique Quispe Gonzales

Cusco-Perú

2022
Contenido
DECLARACIÓN DE DESAPARICIÓN, AUSENCIA O MUERTE PRESUNTA....2
INTRODUCCION..................................................................................................2
LA DESAPARICIÓN.............................................................................................3
LA (DECLARACIÓN JUDICIAL DE) AUSENCIA.................................................5
LA (DECLARACIÓN JUDICIAL DE) MUERTE PRESUNTA................................7
RECONOCIMIENTO DE RESOLUCIONES JUDICIALES Y LAUDOS
EXPEDIDOS EN EL EXTRANJERO.................................................................10
INTRODUCCION................................................................................................10
RECONOCIMIENTO DE DERECHOS ADQUIRIDOS EN EL EXTRANJERO
.........................................................................................................................11
COMPETENCIA..............................................................................................11
PRESUNCIÓN RELATIVA.............................................................................12
EXCLUSION....................................................................................................13
ENTREGA DEL EXPEDIENTE.......................................................................13
Bibliografía..........................................................................................................15
DECLARACIÓN DE DESAPARICIÓN, AUSENCIA O MUERTE PRESUNTA

INTRODUCCION

En los Códigos Civiles de 1836,1852 y 1936 se había regulado el régimen de la


ausencia y la muerte presunta, aunque no diferenciando claramente las etapas.
El Código Civil de 1984 considera dos etapas tratándose de la ausencia: a)
desaparición, y b) declaración de ausencia. (Libro I, Título VI). Fernández
Sessarego afirma que se trata de una innovación sistemática en nuestra
normatividad civil y que obedece en "alguna medida a una inspiración nativa";
no obstante, reconoce las influencias externas, como lo veremos en el
desarrollo del presente ensayo.

Es importante señalar la posición singular que tiene este cuerpo de leyes


frente a la legislación comparada ya que regula la declaración de muerte
presunta en el mismo título que trata de la muerte real (Título VII). Asimismo,
es pertinente hacer notar la explicación dada por la Comisión Revisora en la
Exposición de Motivos, tratándose de la muerte presunta: "Esta regulación se
hace aún más necesaria si se tiene en cuenta el agreste territorio patrio, la
circunstancia de que en nuestro País se producen cada cierto tiempo desastres
naturales y la eventual situación de operaciones bélicas".
LA DESAPARICIÓN 
Es el primer grado de la ausencia. Es un caso ordinario. El hecho que una
persona no sea hallada, que deje de estar presente donde habitualmente se le
encontraba (domicilio, familia, trabajo, círculo de amistades, etc.) sin tenerse
noticia alguna sobre su paradero, origina una situación de incertidumbre. No se
trata de un simple no estar, como es habitual en una persona que se aparta
cotidianamente de su residencia por diversas razones o motivos (ir a su trabajo,
a la escuela, de compras, hacer un viaje de turismo, negocios, salud, irse de
paseo o a un espectáculo), estos casos no son de desaparición.

Doctrina española define a la desaparición como “una ruptura de hecho


inicialmente entre el medio social en que se mueve una persona y esta
persona, dudándose incluso de su existencia actual”. Se agrega que esta
institución “ciertamente es típica de ciertos momentos históricos, generalmente
de guerra y post-guerra”. Atendiendo a la realidad peruana, esta situación
también se presenta en etapas de agitación política, ora un terrorismo
injustificado, ora un gobierno totalitario e impuesto por la fuerza.

Por su parte, Cabanellas indica que “la desaparición constituye una de las
fases de la ausencia, justamente la que pone en marcha todo el dispositivo
legal que puede conducir incluso a la declaración de muerte y la sucesión
universal de una persona”. La desaparición muchas veces ocurre en
circunstancias tales como un naufragio, un hecho de guerra, peligro inminente
para la vida, de los cuales, pasado cierto tiempo sin recibir noticias del
desaparecido, lo más probable es que haya fallecido.

Para considerar a una persona en la condición de desaparecido se requiere


que ella no se encuentre en el lugar de su domicilio y que, simultáneamente, se
carezca de noticias sobre su paradero. En esta eventualidad, que se
caracteriza por ser una situación de hecho, el juez del último domicilio del
desaparecido o el del lugar en que se encuentren sus bienes, es competente
para proveer a la designación de un curador interino, salvo que el desaparecido
tenga representante con facultades suficientes.
Doctrina portuguesa opina que el derecho faculta la toma de medidas
tendientes a evitar los perjuicios surgidos de la falta de administración de los
bienes de la persona ausente, así como de la imposibilidad de gestionar las
relaciones de las que el ausente era sujeto (activo o pasivo).

Doctrina ecuatoriana advierte que los términos desaparición y ausencia se


relacionan con la presunción de muerte, ya que, para que exista una
declaración de muerte presunta, previamente debe existir una condición
imprescindible, que es la ausencia o desaparición del individuo.

Los elementos de la desaparición son, en resumen:

a) la falta de presencia en el lugar de domicilio o residencia.

b) la ignorancia del paradero de la persona o carencia de noticias.

c) la inexistencia del representante con facultades suficientes.

Por tanto, concebimos a la desaparición como aquella situación de hecho (y


una de las tres fases de la ausencia) que se verifica con el alejamiento de una
persona de su domicilio o residencia por un determinado lapso de tiempo (por
más de 60 días) y sin que se tenga noticias o información de su paradero y/o
dónde se pueda encontrar y que además no cuente con un representante con
facultades suficientes para hacerse cargo de los bienes que deje mientras su
estado de desaparecido esté pendiente.

Finalmente, cabe mencionar que el hecho de la desaparición termina con el


regreso del desaparecido a su domicilio, o con la obtención de noticias
indubitables sobre su paradero y, para los efectos de las consecuencias
jurídicas contempladas en nuestro sistema jurídico, con el nombramiento de
representante o mandatario con facultades suficientes. También culminaría
cuando se emite la declaración de ausencia o cuando se ha declarado la
muerte presunta o confirmado la muerte. Por supuesto, el fin de la
desaparición, es un problema distinto al relativo de la curatela interina, la cual
culminará cuando el juez revoque el nombramiento.
LA (DECLARACIÓN JUDICIAL DE) AUSENCIA
De acuerdo con un sector de la doctrina nacional la ausencia propiamente
dicha es el segundo grado de la ausencia y constituye un caso extraordinario.
Es la no presencia de la persona en su domicilio, existiendo un estado de
indecisión, inseguridad e incertidumbre acerca de su existencia, no sabiendo si
está vivo o muerto, siendo el transcurso del tiempo un elemento fundamental
para su determinación. Coviello apunta que el domicilio constituye una relación
positiva de la persona con su lugar mientras que la ausencia es la relación
negativa. El estar es seguridad, el no estar inseguridad.

En el mismo sentido, otro sector de la doctrina nacional señala que tratándose


de la declaración de ausencia, la mayoría de los autores se refieren a ella como
el segundo periodo de la institución de la ausencia, en la cual adquiere su
sentido técnico. Dicha declaración de ausencia se configura, en síntesis:

a) por la desaparición.

b) la incertidumbre sobre la existencia (por el transcurso del tiempo).

c) la resolución judicial.

La ausencia requiere por tanto de una expresa declaración judicial que tiene
como importante consecuencia la entrega de la posesión temporal de los
bienes del ausente a quienes serían sus herederos forzosos al tiempo de
dictarla. La declaración de ausencia presupone la existencia de dos elementos.
De una parte, que se presente, el caso de una desaparición, es decir, de una
situación de hecho. De la otra, el transcurso del tiempo que, en este caso, es
de dos años contados a partir de la última noticia que se tuvo del desaparecido.

Por tanto, concebimos a la ausencia como aquella situación extraordinaria que,


en primer lugar, presupone la desaparición, en segundo, que haya pasado un
lapso de tiempo mayor, (2 años) y tercero, de una declaración judicial. Luego
de la cual, la posesión de los bienes del declarado ausente pasa a sus
herederos forzosos y su manejo a un administrador común.

La declaración judicial de ausencia tiene como efecto que el juez al dictarla


otorga la posesión temporal de los bienes del ausente a quienes serían sus
herederos forzosos, es decir a las personas indicadas en el artículo 724 del
CC. Nos referimos a los hijos y demás descendientes, a los padres y demás
ascendientes y al cónyuge. El patrimonio, en este caso, es manejado
normalmente por un administrador común, el que está autorizado, previa la
reserva que debe constituirse según lo dispuesto en el segundo apartado del
artículo 51, a distribuir entre los que serían los herederos forzosos del ausente
los saldos disponibles de los frutos de sus bienes. El juez, en situación de
notoria necesidad o utilidad, puede aún autorizar al administrador judicial a
enajenar o gravar los bienes del ausente en la medida de lo indispensable.

El derecho supone que el ausente está vivo. No existen evidencias ni indicios


del deceso. Sin embargo, de forma antelada se beneficia a sus herederos en
razón de que son los llamados a proteger en mejor forma los intereses
económicos del ausente y, junto a ello, garantizar el patrimonio en cuestión
que, de confirmarse la muerte, se les transmitirá en forma definitiva.

Si bien ante la constatación del hecho de la desaparición, conforme a las reglas


del artículo 49, nuestro ordenamiento otorga a cualquier persona que tenga
legítimo interés, o al ministerio público la facultad de solicitar judicialmente la
declaración judicial de ausencia. Cabe anotar, entonces, que ante la
verificación del hecho puede declararse la ausencia, esto es, no
necesariamente se hace efectiva dicha situación.

De conformidad con el artículo 59, cesan los efectos de la declaración judicial


de ausencia por:

1. Regreso del ausente.

2. Designación de apoderado con facultades suficientes, hecha por el ausente


con posterioridad a la declaración.

3. Comprobación de la muerte del ausente.

4. Declaración judicial de muerte presunta.

En los dos primeros casos, se procede a la restitución del patrimonio a su


titular, en el estado en que se encuentre. En los dos últimos se procede a la
apertura de la sucesión.
LA (DECLARACIÓN JUDICIAL DE) MUERTE PRESUNTA
De acuerdo con una doctrina peruana, es el tercer grado de la ausencia y el
definitivo. Es la declaración de inexistencia de la persona, un caso extremo
frente a su no presencia que amerita el dársela legalmente por muerta.

Se determina en supuestos genéricos:

– A falta del cadáver.

– El cadáver no pueda ser reconocido.

– Exista certeza de su muerte.

Históricamente hablando, la primera regulación sistemática sobre la


declaración de muerte presunta -también denominada declaración de
fallecimiento, ausencia con presunción de fallecimiento o presunción de muerte
por desaparecimiento- la hace el Código Civil alemán (BGB), que prevé dicha
declaración tanto para el caso de ausencia prolongada de una persona, cuanto
para el de su desaparición en circunstancias de peligro grave para la vida.

Haciendo un poco de derecho comparado, según el artículo 126 del Código


Civil Belga, la declaración judicial de muerte puede ser pronunciada por el
tribunal de familia a solicitud de cualquier persona interesada o del fiscal
público siempre y cuando se cumplan cuatro condiciones de forma
acumulativa. Primero, que ningún certificado de defunción haya sido emitido.
Segundo, que la persona haya desaparecido en circunstancias naturales que
amenazaran su vida. Tercero, que su cuerpo no haya sido recuperado, ni
identificado. Y finalmente, cuarto, que exista certeza de su muerte en vista de
las circunstancias.

Doctrina nacional define la declaración de muerte presunta como aquella


resolución judicial por la cual, verificada la ocurrencia de ciertos hechos
expresamente señalados en la ley, se tiene por muerta presuntamente a una
persona, del mismo modo que si se hubiera comprobado su muerte, mientras
no sea destruida la presunción.
Por tanto, entendemos por muerte presunta a la tercera y última fase de la
ausencia en la cual se procede a la declaración judicial de la muerte de una
persona cuando haya pasado un largo lapso de tiempo sin tenerse noticias de
su paradero (10 años); o un lapso de tiempo menor si se tratara de un anciano
(5 años); el mismo tiempo que la ausencia (2 años) si el alejamiento se
produjera en circunstancias constitutivas de muerte o finalmente cuando
existiera plena certeza de su deceso en aquellos casos en los que el cadáver
no pueda ser encontrado ni identificado.

Para el ponente del libro de personas, el artículo 63 del CC, contempla tres
hipótesis sobre la base de las cuales cabe la declaración de muerte presunta a
solicitud de cualquier interesado –o sea de quien tenga legítimo interés
económico o moral- o del Ministerio Público en representación de la
comunidad. La muerte presunta supone necesariamente la falta del cadáver,
excepto en el caso que de existir, no pueda ser reconocido, no obstante lo cual
hay certeza de la muerte.

La declaración de muerte presunta no requiere la previa declaración de


ausencia. Los efectos jurídicos, son todos los de la muerte.

Al ser los efectos jurídicos de la declaración judicial de muerte presunta los


mismos que los de los de la muerte, corresponderá, en virtud del 660 del CC, la
transmisión de los bienes, derechos y obligaciones (apertura de la sucesión)
del de cujus a sus sucesores.

CONCLUSIONES

La ausencia ha estado presente a lo largo de la historia, y siempre se le ha


relacionado a tiempos violentos como aquellos ocurridos durante las guerras,
revoluciones, gobiernos totalitarios, etc. Sin embargo la trascendencia de la
ausencia ha desembocado en su extensión a otros ámbitos tales como el
séptimo arte (El Naúfrago), la literatura (la odisea), el derecho (que la regula en
los diversos códigos civiles del mundo), entre otros.

La desaparición, la ausencia y la muerte presunta son hechos jurídicos que


tienen como característica común el paso del tiempo y el que constituyan las
tres fases de la «Ausencia» (desaparición, ausencia y declaración de muerte
presunta).

La ausencia, al igual que otras instituciones del derecho civil (muerte,


nacimiento, prescripción, caducidad, ocupación, nacimiento, etc.), es un hecho
jurídico que produce efectos una vez que determinados requisitos previstos por
la ley se verifiquen.

En el caso de la desaparición, se requiere que la persona no se encuentre en


su domicilio por un determinado periodo de tiempo y además que no se tengan
noticias de su paradero.

En la ausencia propiamente dicha, se requiere que previamente la persona


esté en calidad de desaparecido, haya pasado un lapso de tiempo mayor y
además de una sentencia judicial que declare su ausencia.

En el caso de la muerte presunta, no se requiere la declaración de la ausencia,


sino que haya pasado un largo periodo de tiempo sin tener noticias del
paradero de la persona alejada de su domicilio cuyo plazo se verá reducido si
se tratara de un anciano, existan circunstancias constitutivas de peligro de
muerte, o cuando exista certeza de su muerte.
RECONOCIMIENTO DE RESOLUCIONES JUDICIALES Y LAUDOS
EXPEDIDOS EN EL EXTRANJERO

INTRODUCCION
El reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales extranjeras es un tema
de interesante discusión jurídica, que ha merecido un tratamiento distinto en el
tiempo y en las principales legislaciones rectoras del Derecho Internacional
Privado. Para que las sentencias emitidas en el extranjero tengan validez para
el Perú deben ser reconocidas por los tribunales judiciales peruanos mediante
el procedimiento de Reconocimiento de Sentencias Extranjeras (“exequátur”),
cumpliendo los requisitos que señala la legislación peruana. El procedimiento
puede realizarse directamente por el interesado ante el Poder Judicial peruano
o por intermedio de un apoderado, el cual debe ser autorizado mediante un
poder por escritura pública.

En cualquier caso, para iniciar el trámite se requiere:

1.- Copia del íntegro de la sentencia legalizada y traducida al castellano, de ser


el caso;

2.-Copia certificada del Documento Nacional de Identidad del solicitante.


RECONOCIMIENTO DE DERECHOS ADQUIRIDOS EN EL EXTRANJERO
El código civil en el articulo 2050 regula el reconocimiento de derecho
adquiridos en el extranjero como: “Todo derecho regularmente adquirido al
amparo de un ordenamiento extranjero, competente según las normas
peruanas de Derecho Internacional Privado, tiene la misma eficacia en el Perú,
en la medida en que sea compatible con el orden público internacional y con
las buenas costumbres.”

Según el profesor Pillet, sería otro de los objetos del Derecho Internacional
Privado, asegurar de un país a otro el respeto de los derechos regularmente
adquiridos por un sujeto determinado, conforme a su ley competente. Este
numeral 2050 supone que una persona ha adquirido en un país determinado,
sea un derecho particular, sea una situación jurídica completa, que puede a su
vez ser fuente de un conjunto de derechos, y habrá que determinar hasta qué
punto esta persona puede reclamar en los otros países los derechos o la
condición jurídica adquirida. El Código Civil patrio lo permite con una atingencia
principal: el derecho no puede ser contrario al orden público y a las buenas
costumbres. (GARCIA CALDERÓN, 1964)

COMPETENCIA
El Código Procesal Civil menciona a cerca de la competencia en el artículo
837:

“El proceso que se refiere el Título IV del Libro X del Código Civil, se interpone
ante la Sala Civil de turno de la Corte Superior en cuya competencia territorial
tiene su domicilio la persona contra quien se pretende hacer valer.

Se aplican al proceso de reconocimiento de laudos arbitrales extranjeros las


Disposiciones Generales de esta Sección, en todo lo que no se oponga a la
Ley General de Arbitraje.”

En lo que respecta a la competencia de los jueces también hay que diferenciar


entre la competencia para sentencias judiciales extranjeras y para los laudos
arbitrales expedidos en el extranjero. En efecto, el inciso 5 del artículo 8 de la
Ley de Arbitraje señala que “para el reconocimiento de laudos extranjeros será
competente la Sala Civil Sub especializada en lo Comercial o, en su defecto, la
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia del domicilio del emplazado o, si el
emplazado no domicilia dentro del territorio peruano, del lugar donde tenga sus
bienes o ejerza sus derechos. (Moreyra, 2016)

Todo procedimiento de exequátur busca que se reconozca una decisión


expedida por tribunales extranjeros para luego de lograr su homologación,
poder ejecutarla en territorio nacional. Es evidente, que, por un principio
elemental de territorialidad, las sentencias tienen valor solo en el país en el que
se dictaron, por lo que se requerirá una declaración de los jueces competentes
nacionales para incorporarla a nuestro ordenamiento y darle fuerza jurídica
obligatoria, es por ello que será potestad de cada Estado, el regular los
requisitos y procedimientos para que así ocurra. Así, habrán sentencias
extranjeras que versan sobre materias que serán imposibles de reconocer, sea
porque violentan el orden público internacional o porque se tratan de materias
de competencia exclusiva de los tribunales peruanos en donde la legislación
peruana no acepta la injerencia de otro juez, salvo el nacional, como puede ser
el caso de los derechos reales sobre bienes inmuebles situados en el Perú, o
aquellos supuestos en donde el juez extranjero no haya sido competente según
los principios generales de competencia procesal internacional. (Moreyra,
2016)

PRESUNCIÓN RELATIVA
El Código Procesal Civil menciona a cerca de la presunción relativa en el
artículo 838:

“Se presume que existe reciprocidad respecto a la fuerza que se da en el


extranjero a las sentencias o laudos pronunciados en el Perú. Corresponde la
prueba negativa a quien niegue la reciprocidad.”

Este principio de la reciprocidad es el sustento del reconocimiento de


sentencias judiciales en nuestro país desde el Código de Procedimientos
Civiles de 1912, en sus artículos 1155 al 1168, y de la doctrina del Derecho
Internacional Privado, no así de los laudos. Es por ello que el CC exige que la
reciprocidad se pruebe, a lo que el CPC ha respondido con la inversión de la
carga de la prueba, estableciendo una presunción relativa de reciprocidad por
lo que quien niegue la reciprocidad deberá probarla y no quien la afirme. Es
decir, que quien solicite el exequátur no deberá probar la existencia de una
reciprocidad legislativa ni afirmativa de parte del país de donde proviene la
sentencia que desea sea homologada. La parte demandada es quien deberá
probarlo para lo cual deberá acompañar la legislación de dicho país en ese
sentido o decisiones de la judicatura negando fallos judiciales de los tribunales
peruanos o revisando el fondo de lo decidido. (Moreyra, 2016)

EXCLUSION
El Código Procesal Civil menciona a cerca de la exclusión en el artículo 839:

“No requiere seguir este proceso la actuación de exhortos y cartas rogatorias


dirigidas por jueces extranjeros que tengan por objeto practicar notificaciones,
recibir declaraciones u otros actos análogos, bastando para ello que la solicitud
esté contenida en documentos legalizados y debidamente traducidos, de ser el
caso”

Es claro que se trata de una cooperación procesal de carácter internacional


entre los Estados, para lo cual no se requiere de exequátur alguno. La
tramitación de exhortos, cartas rogatorias o suplicatorias o deprecatorias tienen
por objeto efectuar notificaciones, emplazamientos o citaciones, recibir
manifestaciones de partes, o tomar declaración a testigos, recabar y obtener
información, solicitar documentación, realizar diligencias, como inspecciones
oculares, cotejos, entre otros a personas que se encuentran fuera del lugar
donde se encuentra la sede del proceso judicial. (Moreyra, 2016)

El procedimiento o tramitación formal se realiza de acuerdo a las normas


procesales de cada Estado. Normalmente, el trámite es el siguiente: el Poder
Ejecutivo (Ministerio de Relaciones Exteriores) de un Estado parte recibe la
solicitud de exhorto de otro Estado parte y lo transmite al órgano jurisdiccional
competente para su diligenciamiento conforme a la ley interna que sea
aplicable. Una vez cumplido el exhorto o carta rogatoria, el órgano jurisdiccional
dejará constancia de su cumplimiento y lo remitirá al ejecutivo, el cual
certificará su cumplimiento y enviará la correspondiente documentación al
Estado requirente, y este lo remita al órgano jurisdiccional que originalmente lo
solicitó. (Moreyra, 2016)
ENTREGA DEL EXPEDIENTE
El Código Procesal Civil menciona a cerca de la entrega del expediente en el
artículo 840:

“Terminado el proceso, se entrega copia certificada del expediente al


interesado, manteniéndose el original en el archivo de la sala”

Toda la actividad judicial que se desarrolle para el reconocimiento del laudo o


sentencia está contenida en un expediente. Al finalizar el procedimiento del
exequátur se procede a entregar copia certificada de lo actuado al interesado,
reservándose en el archivo de la sala civil el original. El expediente es
calificado como una actuación administrativa sin carácter contencioso, por ello,
en la doctrina se califica como expediente a todos los actos de jurisdicción
voluntario. (Narváez, 2016)

Véase que en el caso del reconocimiento se entrega copia certificada del


contenido del expediente, a diferencia de las pruebas anticipadas, que se
entregan al solicitante el expediente -en original-, conservándose copia
certificada de este en el archivo del juzgado, a costo del peticionante y bajo
responsabilidad del secretario de juzgado La norma hace referencia a la
entrega de copias certificadas, esto es, la reproducción literal de los
documentos de su original, dejando constancia de la autenticidad de ellos el
secretario de la sala. Esto se explica porque en el supuesto de que se quiera
obtener una copia de lo actuado, se pueda recurrir a los documentos
archivados de esta. (Narváez, 2016)

En el caso del exequátur hay que apreciar dos situaciones contenidas en la


declaración: a) que exista una condena proveniente de una sentencia
extranjera que se busca su reconocimiento en sede nacional; en esa sentencia
el juez extranjero puede haber dispuesto la condena de los gastos procesales;
b) el reconocimiento de la sentencia extranjera en sede nacional genera un
gasto procesal a reembolsar que tiene que ser declarado por la Sala Superior
que hace la labor homologatoria teniendo en cuenta el contenido de la
sentencia homologada, si fuere el caso.

En este último supuesto, la pregunta que surge se vincula con la instancia


donde debe ejecutarse el cobro del gasto procesal derivado del exequátur. Si
este gasto es proveniente de la declaración propia de la Sala frente al
exequátur le corresponderá a la misma Sala como parte del reconocimiento,
pero si ese gasto forma parte del contenido de la sentencia extranjera, cuya
homologación se busca, la ejecución del gasto se hará conjuntamente con el
contenido de las prestaciones acogidas en la sentencia, en el proceso de
ejecución que se promueva a futuro.
CONCLUSION

En ningún caso cabe discutir en el juicio de reconocimiento el asunto de fondo


resuelto en la sentencia extranjera o en el laudo internacional. El debate se
centra única y exclusivamente en los vicios de forma o de "irregularidad" de
tales actos procesales.

Bibliografía
Enrique, B. P. (1991). ausencia y muerte presunta en el codigo civil de 1984.
En 45, derecho pucp N° (págs. 19-70). Lima: Pucp.

friend macias, r., & naveda vera, m. c. (2018). Relacion juridica entre muerte
presunta y la desaparicion forzada segun el codigo civil. quito:
universidad san francisco de quito.

GARCIA CALDERÓN, M. (1964). "Derecho Internacional Privado. Lima:


Ediciones Unidad Estudiantil.

Moreyra, G. G.-C. (2016). RECONOCIMIENTO DE RESOLUCIONES


JUDICIALES Y LAUDOS EXPEDIDOS EN EL EXTRANJERO. En
VARIOS, CODIGO PROCESAL COMENTADO POR LOS MEJORES
ESPECIALISTAS TOMO V. LIMA: GACETA JURIDICA.

Narváez, M. L. (2016). Entrega del expediente. En varios, codigo procesal


comentado por los mejores especialistas tomo v. Lima: Gaceta Juridica.

ROMAÑA, D. B. (1988). Desaparicion, ausencia y muerte presunta 3 años


despues. lima: pucp.

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