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Universidad Nacional de Colombia

Teorías del poder


Mara Antonia Monroy Bohórquez

Reseña crítica: Eje de legitimidad, violencia y génesis estructural (Bourdieu, Arendt,


Marx, Kropotkin)

1) Introducción y definición de ejes

Los ejes analíticos que se trabajarán durante esta reseña serán la Legitimidad y el Estado,
dado que los autores, según la lectura que he hecho, encuentran similitudes o, al menos,
necesidad de los dos, para la creación del poder mismo; en caso de no ser necesidad, podría
también referirse a evolución.

2) Legitimidad y poder

2.1) Síntesis

2.1.1) Legitimidad para Arendt

Dentro de las primeras páginas del segundo capítulo, Arendt explica que “el poder no
necesita justificación, siendo como es, inherente a la verdadera existencia de las comunidades
políticas; lo que necesita es legitimidad” (Arendt, 2015, pág. 71). También menciona que en
la ciencia política hemos cometido un error fatal al momento de tratar como sinónimos
muchos conceptos, entre esos la fuerza, la el poder, o la autoridad misma; de allí que se
devuelva a revisar lo que los atenienses o romanos entendían por poder: no era lógica de
mando-obediencia, sino que traducían “el poder (...) como la constitución jurídica y de
consentimiento para formar un buen gobierno y dejar atrás el dominio hombre sobre hombre”
(Arendt, 2015, pág. 55). Así, la legitimidad no es sino tan sólo el conjunto del asentimiento
colectivo que le es brindado al Estado y que lo reviste de poder.

2.1.2) Legitimidad para Bourdieu

Al igual que Arendt, aunque no precisa sobre la definición exacta de legitimidad, Bourdieu
nos habla de que “los símbolos son los instrumentos por excelencia de la “integración social”,
en tanto que instrumentos de conocimiento y comunicación, hacen posible en consensus
sobre el sentido del mundo social que contribuye fundamentalmente a la reproducción del
orden social” (Bourdieu, 2000, pág. 92) instaurado por fracciones de la sociedad dominantes
sobre las dominadas. Es de allí que podemos extraer que la legitimidad se encuentra definida
por aquellos que tienen el poder de enunciar y ser parte de la fracción dominante y el silencio
-o falsa conciencia- de la fracción dominada.

2.1.3) Legitimidad para Kropotkin


De manera parecida a su teoría inspirada por Darwin, la legitimidad para Kropotkin es un
concepto evolutivo: de “la división de la sociedad en dos clases hostiles habría llevado a la
formación del Estado y la ley, mediante la cual los legisladores habrían ido subordinando e
incorporando poco a poco las costumbres de convivencia a los “mandatos destinados a
asegurar la existencia externa de la desigualdad”, con el propósito de obtener legitimidad”
(Kropotkin, 1977, como se citó en Múnera, 2014). La legitimidad es entonces, la invención
de los legisladores para mantener la dominación, naciendo así de un lugar posterior al Estado
mismo.
2.1.4) Legitimidad para Marx

Aun entendiendo que no es debido, a partir de la negación sobre la legitimidad, recobraré la


definición de la misma hecha por Marx: entre “el poder moderno es todo lo contrario de la
supresión del dominio del hombre por el hombre (...) sería el dispositivo capaz de mantener la
desigualdad y las funciones de mando y obediencia en un contexto donde ya no es posible
remitirlas a una jerarquía natural de las almas” (Rametta, 2005, pág. 295) y “el poder
moderno, que se supone legítimo por estar constituido sobre la igualdad que excluye al
dominio del hombre sobre el hombre, por eso mismo estaría privado de cualquier legitimidad
desde el momento en que sea revelado como función y factor de una desigualdad que le
permite al hombre dominar al hombre”(Rametta, 2005, pág. 295) podemos entender que no
existe la legitimidad como momento previo a la formación del Estado, y que tampoco de allí
se desprende su poder. Ahora bien, en caso de que existiera, no sería más que un mito
fundacional que tiene como objetivo el mantenimiento de la desigualdad entre clases con la
generación del Estado moderno mismo.

2.2) Análisis comparado entre Arendt, Bourdieu, Kropotkin y Marx sobre la legitimidad

Existe una clara distinción entre la primera autora y el resto de ellos; ni Bourdieu, ni
Kropotkin ni Marx piensan en la legitimidad como un suceso previo, o si quiera existente en
la formación del Estado. Cuando Arendt relata que el poder del Estado recae en la legitimidad
(consenso previo), da por sentado que en algún momento de la formación previa del Estado
moderno, tal y como lo conocemos, los ciudadanos libres aceptaron el acuerdo,
posteriormente traducido a derecho positivo, e hicieron parte de él. Allí empieza la primera
aspereza por limar, al menos con Marx.

Karl o como me gusta a mí llamarlo, esposo trofeo de Engels, quien entiende que el poder
como relación material del poder, no asimilaría de manera alguna el olvido que Arendt haría
para poder hablar de sujetos “libres” capaces de tomar decisiones sobre las leyes creadas para
la existencia misma del Estado. Para esbozar en dos ramas la crítica absoluta de Marx,
Rametta tiene dos ejes fundamentales: en primer lugar, no se nos puede olvidar que para
Marx, la soberanía necesita de la expropiación de las capacidades de decisión y capacidad de
acción política del individuo, lo que implica armar al Estado con toda esta politización que le
ha sido arrebatada a la Sociedad previamente (Rametta, 2005). En segundo lugar podemos
encontrar que el Estado como campo necesario para la interacción entre clases, necesita al
individuo desprovisto de cualquier bien más allá de su capacidad de trabajo, despojado de
cualquier medio de producción y ojalá de propiedad privada, sin ningún remedio más que
atender a las normas estatales y de mercado. Bajo estas dos premisas, la capacidad “libre” de
asociación para la formación de legitimidad y posterior soberanía del Estado que defiende
Arendt, no serían más que un mito o un cuento de terror para niños.

La respuesta de Bourdieu o Kropotkin para Arendt, sería en términos generales, muy parecida
a la que encuentra Marx, así que no ahondaremos mucho en el tema.

Aún cuando hay opiniones encontradas entre los tres autores masculinos, hay un ente
específico al que, si mal no entiendo, achacan el mito de legitimidad: el campo jurídico. Para
Bordieu, quien rechaza una mirada objetivista e interna del derecho y estructuralista externa
(Morales, 2000), este hace “parte del espacio social en la que los distintos agentes pelean por
el monopolio para decir qué es el derecho” (Morales, 2000, pág. 64) y en palabras de
Rametta, Marx dice que “el legislativo, en lugar de ser la realización acabada de lo universal
en la forma de la ley, no sería más que la reiteración en el interior mismo de la disposición del
Estado, de la fractura y la oposición entre lo universal y lo particular, entre el Estado y la
sociedad” (Rametta, 2005, pág. 294).

Podríamos decir que las visiones sobre lo jurídico entre los dos autores son
complementariedades de sus visiones: para Bourdieu las estructuras estructuradas y
posteriormente estructuradas no se mantienen por sí solas, pues sería sucumbir a la ilusión
idealista que consiste en tratar las producciones ideológicas como totalidades autosuficientes
y auto-engendradas susceptibles de un análisis puro y puramente interno (semiología). Estas
estructuras necesitan de la comunicación, ideologías y del fraccionamiento de la sociedad
para mantenerse vigentes y “legítimas” para poder seguir reproduciendo las jerarquías que
sirven a los intereses capitalistas y estatales. Allí es donde entra y sirve Marx: ¿cómo
nacieron y se mantienen - además de la comunicación- estas estructuras vigentes y legítimas?
Como mencionamos anteriormente, por un lado encontramos la despolitización de la
Sociedad para el recubrimiento de poder legislativo tan sólo en el Estado; por otro lado, ese
mismo Estado es el que se encuentra defendiendo el territorio del Capital y a los dueños de
los medios de producción, pues necesita ciudadanos con la “libertad” plena para vender su
fuerza de trabajo y sostener así el modelo económico que mantiene esa distancia.

El problema esencial con Kropotkin es que, a diferencia de sus colegas, habla más desde lo
que define la antropología del hombre, y la legitimidad la toca una vez, al hablar que es un
mito necesario para la conformación del estado. Sin embargo, sí menciona que en la división
existente entre el Apoyo Mutuo y la Autoafirmación del Individuo, podemos encontrar el
origen jurídico del Estado: el egoísmo como resultado del espíritu de la rutina es el creador de
la institucionalización de las leyes y los legisladores.

2.3) Comentario crítico sobre legitimidad

La legitimidad ha sido, creo yo, un invento o un mito fundacional para la creación del estado
moderno, necesario considero para la consolidación de las naciones por la necesidad de
identificar a sus ciudadanos bajo un mismo territorio, y hacernos supuestos partícipes de esta
conformación es de un valor incalculable para la soberanía que el estado necesita para existir.
Es por lo mismo que podemos encontrar casos de separación de esta noción de unión y
legitimidad, como lo menciona Arendt en distintas ocasiones históricas; uno de estos casos
sería País Vasco, el cual requiere ser parte distinta de España dado que no hay motivaciones
específicas de identidad bajo la cual sus ciudadanos se quieran recoger y la legitimidad es un
hecho dado por sentado desde el Estado mismo, más no por sus integrantes.

Esto tan sólo por mencionar un caso muy conocido, pero el Estado requiere, como dijo Marx,
de nociones aún más estructurales para funcionar y podemos escoger un ejemplo aún más
cercano para ello; nuestra Carta Magna Colombiana abre con el preámbulo que menciona:

“en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea


Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la
unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la
justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico,
democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y
comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana decreta,
sanciona y promulga la siguiente” Constitución Política de Colombia, 1991

La necesidad de conceptualizar al ciudadano como un individuo libre, capaz de ejercer y


tomar decisiones sobre su vida es fundamental para esta construcción, pero Marx tiene razón
al afirmar lo siguiente: la libertad tal y como nos la muestra tiene características
fundamentales: nos hace “libres” claro, pero de los medios de producción para que la única
fuente de sostenibilidad de la clase obrera sea la fuerza de trabajo, necesaria para la clase
burguesa, creando así relaciones estructurales verticales y asimétricas de poder (Múnera,
2014). Su contraparte, la clase burguesa, que en el caso colombiano retoma desde los
libertadores, es la generadora de este campo de juego, que con el tiempo llamaremos sistema
capitalista, y es la cual genera las condiciones de juego, siendo al tiempo legisladores, dueños
de los medios de producción e incluso posiciona sus ideales en los salones de clase bajo
estatutos de Ministerio de Educación. Toda esta gran máquina llamada Estado no sólo ejerce
poder, sino dominación, y como si fuera poco, se atribuye con esa “legitimidad” el monopolio
de la violencia para ejercer sobre aquellos desprovistos de poder político.

Bourdieu a mí parecer rescata definiciones más gnoseológicas, bajo las cuales, como
mencioné anteriormente, se basan en la repetición de la repetidera, y mantienen, con las ya
existentes estructuras estructurantes, como lo son el arte, la religión o la lengua el status quo
necesario para la prolongación del poder del Estado (Bourdieu, 2000). Allí podrían encontrar
un suelo en común con Kropotkin, cuando este asegura que la transformación de moralidad a
leyes y a Constitución Política, no es más que la traducción de la producción cultural de los
sentidos sociales y societales, que no son heredados, sino repetidos en una suerte de espíritu
de rutina, que junto a las determinaciones sociales negativas terminan construyéndose como
Estado mismo.
3) Estado y poder

3.1) Síntesis

3.1.1) Estado para Arendt

En oposición a Weber, Arednt no piensa al Estado como “el dominio de los hombres sobre
los hombres basado en los medios de la violencia legitimada, es decir, supuestamente
legitimada” pues estaría igualando los términos Poder y Violencia, cuando su verdadera
búsqueda es hablar de la violencia en términos de instrumento, y en cuanto instrumento, ser
parte del Estado y su poder, no tan sólo su definición. Para la definición del Estado, me valgo
de los argumentos presentados en la página 56: Es el apoyo del pueblo -la opinión- lo que le
da el poder a las instituciones. El Estado es tan sólo la prolongación de ese consentimiento
(Arendt, 2015)

3.1.2) Estado para Bourdieu

Para Bourdieu el Estado es la representación misma del poder simbólico, el cual enmarca la
lucha en la que están implicadas diferentes clases por imponer la definición del mundo social,
puede ser a partir del monopolio de la violencia, los instrumentos de conocimiento y la
realidad social (Bourdieu, 2000)

3.1.3) Estado para Kropotkin

Gracias a la aberración de este autor por el concepto de Estado, podemos interlocutar con él
conceptualizando al Estado como la asociación antinatural de los individuos, que guiados
más por el instinto de supervivencia individual han sido sometidos a un poder estatal de
búsqueda de centralidad del poder, el cual no permite la realización de intereses de
comunidad para su armonía (Múnera, 2014)

3.1.4) Estado para Marx

En términos específicos, Marx define al Estado como una forma derivada de la subsunción
del proceso laboral, como forma de dominación social basada en configuraciones
determinadas de apropiación de plusvalí, pues todas las relaciones de soberanía y
dependencia derivan de la específica relación jurídica y propietaria de dominio y servidumbre
que genera el modo de producción capitalista (Rametta, 2005, pág. 305)

3.2) Análisis comparado entre Arendt, Bourdieu, Kropotkin y Marx sobre Estado

Por primera vez en esta reseña Arendt y Kropotkin están de acuerdo con un tema: El poder
del Estado emana única y exclusivamente de sus miembros, no es algo otorgado por nadie
más, ni por estructuras, como más adelante encontraremos en Bourdieu. Arendt es muy
enfática en definir el poder en términos de la “capacidad humana para actuar
concertadamente y esta no es propiedad del individuo, sino que pertenece al grupo y existe
mientras se mantenga unido” (Arendt, 2015), idea reforzada por el escritor ruso cuando
menciona que lo natural es la asociación como especie para alimentar el instinto de
sociabilidad (Múnera, 2014) de donde emanaría el poder, el cual desafortunadamente ha
desencadenado históricamente en la formación del Estado moderno, pero que en todo caso no
es la única respuesta y está lejos de ser la mejor opción para la convivencia humana.

Una vez más Marx y Bourdieu estrechan sus lazos al definir al Estado mismo tan sólo como
estructura de dominación. Para el sociólogo, por ejemplo, es importante resaltar que todo este
poder estatal emana de las ideologías vendidas a las fracciones de sociedad, “las cuales sirven
de intereses particulares que tienden a presentar como intereses universales, comunes a la
totalidad del grupo” (Bourdieu, 2000, pág. 93) y que se revisten con lo que Marx llama la
despolitización de la Sociedad, o lo que para Bourdieu menciona como desmovilización (o
falsa conciencia) de las clases dominadas y así se permite la legitimación del orden
establecido de jerarquías y distinciones (Ídem, 93). El estado termina siendo, a manera casi
burda, la repetición de la repetidera de un mito que necesita una estructura económica y
política de individualización para mantenerse con vida.

Ahora bien, creo que ese es probablemente el planteamiento más interesante: la necesidad del
modelo económico que permite y necesita la existencia del Estado; nos tocaría devolvernos al
planteamiento del primer eje: todos los autores andarían con los pelos de punta hablando con
Arendt, porque aún cuando plantea diferenciaciones fundamentales dentro de la ciencia
política respecto al poder, no sale de la narrativa liberal que sostiene la necesidad del Estado
y su legitimidad; no es tan sólo no puesta en duda sino reivindicativa con ello. Allí empezará
mi comentario crítico

3.3) Comentario crítico sobre Estado

Tratando de hilar entre el comentario crítico sobre legitimidad y la mirada liberal de Arendt,
podemos encontrar que Kropotkin, por ejemplo, no encuentra la necesidad del Estado, pues el
anarquismo, a través de la ayuda mutua logra dos objetivos, que incluso dentro de una mirada
liberal no suenan tan desprovistos de cordura: la felicidad del individuo y la gentileza de la
comunidad. No es necesario recurrir otra vez a explicar la razón por la cual Marx y Bourdieu
no encuentran lógica en esta postura, pero sí creo que hay un abordaje sobre el poder del
Estado que considero importante rescatar de Arendt:

Ya dejamos claro que el poder es distinto a la violencia, que esta es tan sólo un instrumento
de control, pero Arendt da un paso más y nos demuestra que es una relación inversamente
proporcional: el Poder de cualquier estado recae sobre el número de asociados (y el
consentimiento que ellos puedan brindar) y puede prescindir de la violencia; caso contrario
de la violencia, pues su peso recae en los instrumentos y prescinde de la cantidad de personas
con una opinión o una conciencia que la apoye (Arendt, 2015)
Respecto al caso colombiano de construcción de estado y poder, habrían aspectos debatibles,
pero sí creo que el poder es al tiempo legitimidad y violencia, e incluso los “mini-estados”
creados dentro del mismo Estado colombiano son una muestra de ello: así denomino a las
organizaciones militares y políticas no gubernamentales, podemos ver el ejemplo de las
guerrillas o los grupos paramilitares en la zona del país; existen parte de ellas que usan la
legitimidad impuesta en ellas por campesinos, pequeños trabajadores o comunidades enteras
que creen en la ideología política para actuar; otras que tan sólo necesitan de la intimidación
o la violencia desde el inicio para impartir orden; las dos tienen un poder absoluto en las
regiones donde ejercen, y en definitiva dejan desprovisto al estado central de cualquier
capacidad de decisión.

4) Comentario crítico global

Quiero comenzar pidiendo disculpas por la calidad de esta reseña, pues queda menos de una
hora para entregarla y quiero tocar muchos puntos; no lo lograré y perderé el hilo varias veces
así que perdón al monitor. Otra nota: Extrañé el trabajo de Spinoza y Hobbes por la
comparación tan grandiosa que es el Estado y la Iglesia, así que por lo mismo, este
comentario intentará ser una comparativa entre Estado-legitimidad-Iglesia.

Retomando la Constitución Política Colombiana, ahora mismo quiero enfatizar en la


necesidad de Dios dentro de la carta. Muy de la mano con lo que ha señalado en todo el texto
Bourdieu, las producciones ideológicas no son totalidades autosuficientes ni autoengendradas
(Bourdieu, 2000), están llenas del poder simbólico constitutivo y tan bien representado como
lo es la Iglesia Católica para nuestro país: frente al mundo somos un país laico, pero de la
Virgen María nunca nos bajamos incluso para investir de poder a nuevos representantes de la
democracia; todo esto debido a la constitución de la Iglesia como parte de la clase dominante
que hemos permitido dentro de la nación. El clero nunca ha estado alejado del poder, de
hecho para muchos autores dentro de las ciencias sociales es el representante primero del
mismo, y son todavía pieza fundamental para mantener la falsa conciencia de la clase
dominada para que la estructura estatal pueda seguir existiendo.

Me saltaré a Arendt y a Kropotkin, a la primera porque no menciona mucho el tema, mucho


más allá de reconocer, de pronto a la Iglesia como la portadora del reconocimiento de quienes
le obedecen y es aquella que exige respeto a la entidad misma. A Kropotkin dado que así
como Bakunin, la encuentran responsable de la fallida tesis de una “maldad originaria” que
luego es traducida en la constitución del estado para desintegrar la solidaridad y volver al
hombre esclavo de esta estructura. Marx no dista mucho de esta concepción.

Creo que como politóloga siempre encuentro una forma para volver a hablar del origen del
poder, el cual para mí tiene un punto de partida obvio: la creencia y la amenaza. Así como
mencioné unos párrafos atrás, creo que la legitimidad y el Estado necesitan de las dos, y no
hay mejor ejemplificación de esto que la Iglesia, ese ha sido su camino toda la vida.
5) Análisis de la película “La princesa Mononoke”

Dependiendo del autor, hay varias maneras de encontrar crítica la película de La Princesa
Mononoke; podríamos hablar desde Arendt, cuando hablando de poder, tenemos que entender
que no es en ningún momento igual a violencia; de hecho Miyazaki, en la dirección de la
película, con la pelea final entre humanos, jabalíes y lobos deja muy claro que el poder no
emerge de quien más violencia ejerza sino que está constituido por la voz con la que todos se
encuentren más conformes, como lo es la del príncipe, a quienes recurren animales, hombres
y dioses para que emerjan nuevas formas de convivencia.

Desde Marx y Kropotkin, podríamos hablar sobre la necesidad de destrucción del Estado que
por la dominación del territorio y el acaparamiento de los medios de producción se han visto
en la tarea de ejercer dominación/poder sobre otras comunidades. Sin embargo, desde
Kropotkin hay una propuesta mucho más clara durante toda la historia de la película:
primero, en la Aldea de Acero existe ya una comunidad bajo la cual todos son partícipes de
las decisiones y no han sido despojados de la individualidad (preservación del individuo) que
les pertenece, sino que es la misma la que potencia su trabajo en comunidad (preservación de
la especie), cosa que se replica también en las mismas comunidades de animales.

Desde una visión muy personal y para ser honesta, Bourdieu no alcanza el nivel crítico al que
apunta Miyazaki con esta producción; ni yo el de Bourdieu para analizarlo acá.

Bibliografía

Arendt, H (2015) Sobre la violencia, Madrid: Alianza, pp. 48-76

Bourdieu P. (2000), Sobre el poder simbólico, en: Bourdieu Pierre, Poder, Derecho y Clases Sociales,
Bilbao; Desclée de Brouwer, pp. 87-100

Kropotkin P (2005), El apoyo mutuo. Un factor de la evolución. Santiago de Chile: Institutos de


Estudios Anarquistas, pp. 3-32 y 188-235

Morales, C. (2000) Pierre Bourdieu: la realidad no visible de la realidad formal, en: Bourdieu Pierre y
Teubner Gunther, La fuerza del derecho, Bogotá: Uniandes/Instituto Pensar/Siglo del Hombre, pp.
59-80

Múnera, L (2014) Antropología anarquista, Estado y poder (Bakunin y Kropotkin) en: Gomez-Muller,
Alfredo (Dir) Anarquismo; lo político y la antipolítica, Bogotá: Desde abajo, pp. 95-111

Rametta, G y Merlo M. (2005) Poder y crítica de la economía política en Marx, en: DUSO Giuseppe,
El Poder. PAra una historia de la filosofía política moderna, México: Siglo XXI, pp. 293-312

La princesa Mononoke. Director: Miyazaki Hayao. País: Japón. Año: 1997

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