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Augusto organiza el imperio

La Roma que él heredó de Julio César era un semillero político de clases rivales y
de contendientes que luchaban por el poder.
Había visto el ascenso de César al poder y la horrible manera en que había
terminado su gobierno.

Augusto transformó gradualmente la estructura del gobierno romano para asegurar


su dominio.

Introdujo un sistema llamado principado: Siguió el antiguo orden republicano el


poder del senado.

En realidad, sometió la república al dominio personal de Augusto.

El principado sólo duró dos años (29–27 a.C.), antes de dar paso al imperio.
La ciudadanía romana
Durante la época en que se escribió el Nuevo Testamento, Roma
dominaba el mundo mediterráneo. Su dominio se extendía por el norte
hasta las fronteras de la Galia (Francia) y la Germanía bárbaras y rodeaba
el mar Mediterráneo. Egipto estaba bajo su dominio, y también las
ciudades del norte de África.

Sin embargo, dondequiera que iban los romanos, llevaban buenos


caminos y obras públicas, funcionarios de gobierno, soldados y algunas
veces colonias enteras de ciudadanos romanos.

A pesar de que se habla de la crueldad romana, los romanos no fueron


conquistadores vengativos. Su objetivo consistía en convertir a los nuevos
súbditos en buenos romanos. Esto era en verdad un desa o, por cuanto el
pueblo conquistado ardía de odio hacia Roma.

El senado romano decidió permitir a cada región un gobierno propio como


la prudencia lo permitiera. En Judea, esto significó que al rey nativo
(Herodes el Grande) se le permitiera gobernar a los judíos. Cuando él
murió, su reino se dividió entre los tres hijos que le quedaban: Felipe,
Arquelao y Herodes Antipas. Los judíos nacionalistas no aceptaron esto, y
finalmente acudieron a César Augusto para abolir la monarquía en Judea.
Esto lo hizo Augusto en el 6 d.C. Aunque Palestina estaba aún llena de
soldados romanos y de cobradores de impuestos, a los judíos se les
permitió manejar sus propias disputas internas.

Roma también consolidó el imperio al conceder la ciudadanía romana a


ciertos individuos que no eran romanos. “Nunca antes ni después—dice el
historiador Will Durant—, se ha custodiado tan celosamente, o se ha
apreciado tan altamente la ciudadanía.” Un hombre que tuviera la
ciudadanía romana tenía vínculos con el grupo selecto gobernante, a
tolerantes leyes de Roma, la persona podía tener doble ciudadanía. Fue
así como el apóstol Pablo pudo disfrutar de los derechos civiles tanto de
Tarso como de Roma.

Los beneficios de la ciudadanía romana eran claros. No se valoraba sólo


por el derecho al voto, Sino también por la protección que ofrecía. Un
ciudadano romano no podía ser atado ni encarcelado sin haber sido
sometido a juicio No podía ser azotado (el método común de obtener la
confesión de un prisionero). Si él pensaba que el gobierno local no le
estaba administrando justicia, podía apelar a Roma.
¡No es extraño que las autoridades romanas de Filipos se estremecieran
cuando supieron que Pablo y Silas no eran sólo un par de agitadores
judios! Estos hombres insistieron en que ellos eran ciudadanos romanos,
lo cual podía ser comprobado mediante una simple revisión de las listas
del censo.

El emperador Claudio ejecutó hombres que afirmaban falsamente tener la


ciudadanía romana. Así que esa no era una afirmación que se podía hacer
con liviandad. No, los filipenses inadvertidamente habían atado, azotado y
encarcelado a ciudadanos romanos, pero Pablo y Silas estuvieron
dispuestos a arreglar el asunto si estaban dispuestos a pedir disculpas.
Pablo sugirió que, puesto que los magistrados los habían echado en la
cárcel, ahora ellos mismos podían sacarlos públicamente.

Con mucho gusto, los magistrados cumplieron con esto, y les rogaron a los
injuriados misioneros que salieran de la ciudad (Hechos 16:12–40).
Más tarde, estando Pablo en Jerusalén, volvió a usar sus conexiones con
Roma. Cuando los gritos de sus enemigos judíos atrajeron a la milicia
romana, ésta lo tomó bajo su protección.
Cuando Pablo supuso que estaba a punto de ser azotado—probablemente
por haber perturbado la paz—, mencionó su ciudadanía romana. Esto no
sólo lo salvó de ser azotado, sino que le garantizó una salida segura de
Jerusalén.

El libro de los Hechos concluye con la afirmación de que Pablo vivió dos
años en Roma bajo arresto domiciliario. Se le permitía predicar y ganar
convertidos. Se dice que el emperador Nerón crucificó a Pedro, como eran
ejecutados siempre los criminales; pero Pablo fue decapitado Esta muerte
se consideraba como más honorable y misericordiosa.

Esa fue la prerrogativa final de Pablo, por haber nacido como ciudadano romano.

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