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El Imperio Romano y los Hebreos

La tradición judía sostiene que los romanos eran


descendientes de Esav, el belicoso hermano de Yaakov.
por Rav Ken Spiro

Antes de contar la historia de cómo llegó a su fin la segunda mancomunidad de Israel a manos del
Imperio Romano, demos un paso atrás en el tiempo y averigüemos quiénes eran los romanos y cómo se
convirtieron en una potencia capaz de desafiar a los poderosos griegos.

Roma comenzó como una ciudad-estado en el año 753 AEC. La fundación de la ciudad es relatada en
una famosa leyenda:

Era práctica común de los pobladores de las riberas del río Tíber mantener "vírgenes puras"; ellos creían
que estas vírgenes eran las responsables de su destino. Las jóvenes debían permanecer puras y
castas; si una de ellas se descarriaba, su castigo era ser enterrada viva.

De acuerdo a la leyenda, en el siglo 8 AEC una virgen pura, llamada Rea Silvia, descubrió que estaba
embarazada. Pero no había quedado embarazada por culpa propia; había sido violada por el dios Marte.

(Aquí tenemos una historia familiar, que precede a la cristiana por unos 800 años. Una mujer que tiene
una relación física con un dios, ergo est, como dicen en latín, continúa siendo virgen pero da a luz).

Rea Silvia dio a luz a dos mellizos, Rómulo y Remo, pero el rey local —celoso del estatus cuasi divino
de los mellizos— hizo que los arrojaran al río Tíber. Pero los mellizos flotaron milagrosamente hacia la
costa, fueron amamantados por una loba y luego fueron criados por un pastor.

Cuando crecieron, estos niños fundaron la ciudad de Roma sobre siete colinas, por sobre el río Tíber,
cerca del lugar en donde habían sido rescatados. (Luego, Rómulo mató a Remo y se convirtió en el dios
Quirino).

Interesantemente, la tradición judía mantiene que los romanos eran los descendientes de Esav, el
pelirrojo y belicoso hermano gemelo de Yaakov. El judaísmo llama a Roma "Edom" (otro nombre que
recibe Esav en Génesis 37:1), palabra proveniente de la raíz hebrea que significa tanto 'rojo' como
'sangre'. Cuando veamos más adelante la relación entre los judíos y los romanos, veremos que los
romanos fueron los herederos de la visión del mundo de Esav.

República romana

Si avanzamos unos cientos de años desde el tiempo de Rómulo, encontraremos que cerca del año 500
AEC, los residentes de Roma derrocaron a la monarquía que los gobernaba y establecieron una
república legislada por un senado. Siendo una oligarquía, el senado estaba formado por hombres de
clase alta y terratenientes, llamados "patricios".

Al igual que toda civilización antigua sana y fuerte, los romanos salieron a la guerra para expandir su
esfera de dominio. Las ambiciones romanas se encontraron con los cártagos, quienes tenían una
mentalidad similar, y se desató una larga batalla titánica, más conocida como “Las Guerras Púnicas”,
que duraron desde 264 a 146 AEC y que terminaron con la victoria romana.
Luego, los romanos continuaron conquistando Grecia y las colonias griegas, y se convirtieron por tanto
en el gran poder del Mediterráneo. Los romanos heredaron en gran parte la visión griega del mundo; a
su cultura le llamamos greco-romana porque —a pesar de que Grecia y Roma eran dos pueblos,
civilizaciones y culturas diferentes— los romanos se veían a sí mismos como los herederos culturales de
los griegos.

Posteriormente en la historia romana, muchos romanos se veían a sí mismos, literalmente, como la


reencarnación de los griegos. Los griegos tuvieron influencia en la arquitectura romana y en gran parte
de la visión romana del mundo sobre muchos aspectos. Pero los romanos también hicieron sus propias
contribuciones.

Roma era una sociedad mucho más conservadora y patriarcal que la griega. Los romanos eran también
muy trabajadores y extremadamente organizados, lo que los hizo maestros en la formación de imperios.

Vemos la capacidad organizativa de los romanos en todas las esferas:

La vemos en sus proezas de ingeniería: Donde sea que miremos dentro de los territorios que fueron
dominados por los romanos, encontraremos acueductos, caminos, fortificaciones y muros que continúan
erigidos hasta hoy en día. Eran increíbles constructores y tenían un conocimiento asombroso del arte de
la construcción.

La vemos en su gobierno y en su ley: Institucionalizaron un sistema de ley que fue utilizado en toda la
cuenca del Mediterráneo.

La vemos en su capacidad para administrar y recolectar impuestos.

Y, sobre todo, la vemos en su capacidad para ir a la guerra y conquistar de manera sistemática: La


conquista y construcción del imperio fueron las proezas más grandiosas de la organización romana.

Conquista romana

Los romanos revolucionaron las tácticas de guerra. A diferencia de los griegos, ellos no reclutaban
simples ciudadanos. El ejército romano se convirtió en el primer ejército profesional del mundo. Sus
soldados recibían dinero por luchar y hacían carrera en el ejército durante toda la vida. Ser soldado de
Roma no era sólo un trabajo, era un estilo de vida y un compromiso que duraba veinticinco años. El
lema romano fue plasmado en una famosa frase de Julio César, el más grandioso general romano: Veni,
vidi, vici, 'Vine, vi, conquisté'.

Dado que podían construir una carrera luchando, los soldados romanos estaban extremadamente bien
entrenados y eran muy disciplinados en batalla. También estaban extremadamente bien equipados. El
arte de la guerra era perfeccionado gracias a entrenamientos tácticos constantes y a disciplina y
tecnología militar de punta. Esto le dio a los romanos una ventaja militar sin precedentes en la historia
humana.

En lugar de las grandes y torpes falanges griegas que eran incapaces de moverse con velocidad, los
romanos crearon lo que llamaron legiones, cada una de las cuales estaba subdividida en 10 grupos más
pequeños y ágiles. La legión se convirtió en la unidad básica del ejército romano. Los romanos tenían
entre 24 y 28 legiones, cada una con más de 5.000 hombres y con un número igual de tropas auxiliares,
mayormente infantería con un poco de caballería.

La estructura organizacional de las legiones le dio a los romanos una tremenda flexibilidad en el campo
de batalla. Las unidades más pequeñas (grupos) que formaban cada legión podían maniobrar
independientemente de formas que la falange griega jamás habría podido.
Así es como los romanos destrozaron a los griegos; simplemente los mataron al igual que mataban a
todos los que encontraban.

Esto nos muestra otro factor clave de la cultura romana. A pesar de ser un pueblo muy sofisticado, los
romanos eran también muy brutales; probablemente fueron la civilización más brutal de toda la historia.

Su brutalidad puede ser vista obviamente en sus tácticas de guerra. Eran un pueblo increíblemente
agresivo, un pueblo con una ambición aparentemente desenfrenada por conquistar todo. (Esto encaja
con el entendimiento judío de que los romanos eran descendientes de Esav, quien había sido dotado
con el poder para dominar físicamente, mientras que su hermano mellizo, Yaakov, había sido dotado
con el poder para dominar espiritualmente).

Pero lo más sorprendente es que su brutalidad también podía ser vista en sus formas de
entretenimiento. Los romanos construyeron anfiteatros en 200 localidades distintas a lo largo de todo el
imperio, y en estos pasaban el día comiendo, relajándose y viendo a personas ser grotescamente
asesinadas (la práctica era extremadamente popular y el Emperador Augusto se jacta en sus Actas de
que durante su reino, pelearon 10.000 hombres en los juegos y fueron asesinadas 3.500 bestias
salvajes).

Esto nos da una lección muy interesante sobre la historia humana. A menudo encontraremos que las
culturas más sofisticadas, a pesar de sus sofisticados sistemas legales, eran las más brutales. Lo
puedes ver en Roma y luego en muchas otras, siendo la más reciente la Alemania nazi.

El Imperio Romano

Mientras que el ejército romano era muy exitoso en el exterior, la república no estaba tan bien en su
interior.

En el siglo 1 AEC, Roma tuvo que lidiar con luchas internas y choques entre clases, de las cuales la
revuelta de esclavos liderada por Espartaco (72 AEC) fue la más famosa. La llamada "Guerra Social"
forzó a Roma a extender la ciudadanía ampliamente, pero de todas formas la república ya estaba
condenada.

El general Pompeyo emergió como un campeón popular y encontró aliados en Craso y Julio César,
formando el primer triunvirato en el año 60 AEC. Pero diez años después, Pompeyo y César se
pelearon, y Julio César terminó convirtiéndose en el amo de Roma y estableciendo las bases del
Imperio Romano.

Este es el punto en el tiempo en que volvemos a la historia de la tierra de Israel.

Los últimos legisladores hasmoneos (de la línea de los macabeos) fueron dos hermanos: Hircano y
Aristóbulo. En medio de una pelea sobre quién de ellos debía convertirse en rey, se les ocurrió pedirle a
Roma que mediase en su disputa. Y así, en 63 AEC, Pompeyo fue invitado con sus tropas a Israel.

Josefo, el gran historiador judío del siglo 1 EC, explica con gran detalle lo ocurrido.

Los romanos fueron, mataron a muchos judíos y convirtieron a Hircano, el más débil de los dos
hermanos, en la marioneta que gobernaría el país.

Esto era parte del sistema romano. Les gustaba legislar por medio de delegados, permitiéndole al
gobernador o rey local que lidiase con los problemas cotidianos de llevar adelante el país, ¡siempre y
cuando se pagara el impuesto romano y se obedecieran las leyes!

La intervención romana en Israel había terminado efectivamente con la independencia judía y llevó a
uno de los períodos más grises de la historia judía. Roma legislaba; no Hircano ni tampoco ningún otro
judío (la autoridad del Sanedrín fue abolida por un decreto romano seis años después de la conquista de
Pompeyo).

El estado independiente de Israel dejó de existir y se convirtió en la provincia romana de Judea.


Pompeyo dividió gran parte de la tierra, dándoles grandes porciones de terrenos a sus soldados como
recompensa por sus proezas en las batallas. Gaza, Yafo, Ashdod y otras ciudades judías eran ahora
parte del mapa del Imperio Romano.

Hircano, a pesar de que podía denominarse a sí mismo 'rey', sólo recibió Jerusalem y unas cuantas
zonas del norte y del sur, pero no podía gobernar ni siguiera esa pequeña área sin pedir autorización del
procónsul romano en Damasco.

El general idumeo Antípatro —jefe de consejeros de Hircano— desempeñó un rol clave en la conquista
romana de Israel. Los idumeos fueron el pueblo que Iojanán Hircano convirtió al judaísmo por la fuerza.

Antípatro, la verdadera fortaleza detrás del débil Hircano, se aseguró por supuesto de posicionar a su
propia familia en el poder mientras tuvo la oportunidad de hacerlo. Continuó guiando a Hircano y,
cuando en el año 49 AEC Pompeyo y Julio César se involucraron en una lucha interna, lo ayudó a elegir
el lado vencedor. Pronto, Antípatro se convirtió en el hombre que estaba en el poder.

Los romanos juzgaron correctamente que este judío que había sido convertido por la fuerza no se
identificaba ni con los valores judíos ni con su nacionalismo, por lo que con él en el poder, el
"monoteísmo militante" no asomaría nuevamente su peligrosa cabeza.

Y pese a que Antípatro no quedó registrado en la historia como un nombre conocido, su hijo Herodes —
que asumió el reinado después de su padre— sí lo hizo. Pese a venir de una familia de convertidos por
la fuerza, que eran judíos sólo nominalmente, Herodes se terminó convirtiendo en uno de los reyes
judíos más famosos.

Él pasó a la historia como 'Herodes el Grande'.

http://www.aishlatino.com/authors/125581528.html

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