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ANEXO PRÁCTICO: MODUS OPERANDI DE UN CONTADOR-PARTIDOR

Quiere darse, con este anexo, satisfacción a una petición cursada por varios de
los usuarios del curso de formación on-line. Solicitan, en concreto, una serie de pautas
de actuación para cuando a uno le cabe en suerte ejercer el cargo de contador-partidor
ante las operaciones particionales de una herencia.

Lo que sigue no tiene pretensiones de cientificidad, que es inútil en un enfoque


que de manera deliberada se quiere eminentemente práctico, y que presentará tantas
variantes cuantos casos reales haya, puesto que no hay ni un solo caso de la realidad que
sea idéntico a otro. Sólo se exponen una serie de consideraciones, extraídas de la
experiencia y el sentido común, que siempre han de ser tomadas a beneficio de
inventario, y recicladas desde el superior criterio de la persona concreta que tiene el
cargo de contador, que es quien conoce con inmediatez la índole de los conflictos que
tiene por delante y la condición, psicológica y económica, de los sucesores llamados a
ser los protagonistas del tema que tiene entre manos.

I.- Diferencias esenciales entre un cargo de contador partidor testamentario y otro


que sea por designación judicial o notarial

Una primera advertencia debe ser hecha. La posición y contexto en que se


mueve un contador-partidor testamentario no son los mismos que los que son
predicables de un contador que ha resultado designado por insaculación en el seno de un
procedimiento judicial de división de herencia o de un expediente de jurisdicción
voluntaria llevado ante Notario.

En el primer supuesto lo usual es que el contador haya tenido una relación


estrecha y de confianza con el testador, bien por amistad, bien por haber sido el abogado
cercano que le ha asistido en algunos de sus asuntos. Por tal razón, el contador en este
caso es lo normal que ya algo sepa de la consistencia de la herencia que deja el testador,
de los problemas personales que tienen sus sucesores, de los riesgos jurídicos que
pueden comportar actos o negocios hechos por el testador antes de morir. Eso le da un
conocimiento previo de la situación que sin duda le abrevia las tareas de aproximación
al asunto.

Por el contrario, para un contador-partidor que resulte designado judicial o


notarialmente, el asunto le será por completo nuevo. Vendrá a conocer los bienes de la
herencia, el testamento si lo hay, los protagonistas y los problemas que hay de todo tipo
poco después de aceptar el cargo, cuando el Juzgado o el Notario que lleva el
expediente le pongan en conocimiento de toda la documentación que obre en autos o en
el expediente.

Para esta modalidad de contador insaculado, la práctica usual está generalizando


el que se solicite, tan pronto se haya aceptado el cargo en debida forma, una provisión
de fondos, con cargo a la herencia, modulada conforme a las normas orientativas del
Colegio de abogados, una vez que se haya tenido noticia del importe, aproximado, a que
asciende el activo de la herencia a partir.

Es cierto que en muchas ocasiones puede no ser conocido aún el avalúo


definitivo, puesto que pueden estar pendiente de hacerse las distintas tasaciones de los
bienes o incluso de resolverse las impugnaciones u objeciones que las distintas partes
promuevan contra tales valoraciones, pero, dado que es sólo una provisión de fondos, no
tiene por qué ser una cantidad exacta, pudiendo, por ejemplo, perfectamente solicitarse
un importe de 7000 o de 10.000 euros, a cuenta de lo que resulten ser los honorarios
definitivos que ya sí serán calculados con exactitud sobre la base de los valores que
hayan quedado firmes en el procedimiento.

La conveniencia de pedir la provisión radica en minorar el riesgo de trabajar en


el vacío. Siempre son procedimientos que, como casi todos los civiles, están disponibles
para las partes, por lo que –y más en estos de división de herencia- siempre cabe una
terminación anormal del procedimiento por acuerdo, transacción o satisfacción
extraprocesal, y verse el contador en dificultades para poder cobrar por las molestias,
preocupaciones o trabajos que haya llevado parcialmente a cabo, puesto que cuaderno
particional por él elaborado, y que haya puesto fin al procedimiento, no ha habido.
De hecho, no son infrecuentes los casos en que, al pedirse tal provisión, el
procedimiento queda paralizado, porque no hay fondos líquidos en la herencia o éstos
están intervenidos, y las partes se niegan a anticipar, de manera personal, los importes
correspondientes. Son casos en que el procedimiento se ha interpuesto como medida de
fuerza para sentarse a negociar en mejores condiciones, para lo que la petición de la
provisión, precisamente, sirve de acicate.

II. Estudio en profundidad de los antecedentes del caso.-

Tratándose de un contador partidor designado, es absolutamente perentorio, una


vez recibida la partición, llevar a cabo un estudio en profundidad de todos los
antecedentes del caso que obren en autos o en el expediente notarial. Así, es bueno
recalcar la edad del difunto, si dejó testamento o no y ,si lo dejó, estudiar a fondo sus
disposiciones, familiarizarse con los bienes que conforman las propuestas de inventario,
los valores posibles que les serán adjudicados, si dejó viud@ o no –ver la edad que éste
o ésta tiene, lo que puede tener importancia a la hora de valorar los frecuentes
usufructos que se han de constituir por la partición-, cuántos sucesores deja y quiénes
son, y las operaciones jurídicas previas a su fallecimiento que puedan suscitar dudas.

No está de más, en estos casos, estudiar a fondo los escritos de parte que hayan
sido ya presentados, para ver exactamente dónde están las dificultades y diferencias
entre los sucesores que motivan que se haya judicializado o llevado a la Notaría la
partición. No está de más aquí desarrollar un sexto sentido psicológico para intuir cuáles
son los puntos emociones débiles de cada parte, así como sus respectivas fortalezas.

Tampoco está de más el indagar un poco sobre quiénes son los letrados a
quienes se les ha encomendado la dirección técnica de cada una de las partes. Será
siempre buena noticia descubrir que hay amistad o relación afable con algunos, que no
habrá de ser confundida con la imparcialidad que debe presidir la confección de las
tareas, pero que facilitará sin duda las comunicaciones. Y podrá incluso pedirse opinión
sobre tales abogados a compañeros de ejercicio (para saber si tienen un perfil
combativo, o negociador, etc…).
También, obviamente, el contador-partidor testamentario, aunque se le
presupone un previo conocimiento básico del asunto, deberá ahora, tras aceptar el cargo,
profundizar en el estudio concreto de todos los perfiles técnicos del asunto.

Es más, cada vez es más extendido que, tratándose de un contador-partidor


testamentario, no haya precipitación en aceptar. Como vengo repitiendo, estos cargos en
relación con operaciones particionales a menudo llegan a ser una trampa, que aboca al
contador a decisiones muy difíciles, riesgos jurídicos y tributarios considerables, y
afrontar perspectivas indudables de enemistades profundas e insanables con sucesores y
abogados.

Por tal razón, el designado por el testamento es normal que antes de aceptar haga
un estudio somero, en particular, para conocer las dificultades concretas que va a tener
que resolver y, sobre todo, el trasfondo emocional que puede atormentar a esta herencia.
En ocasiones, cuando, por ejemplo, se detecta un gravísimo problema de índole fiscal,
que va a provocar consecuencias desastrosas o, sobre todo, cuando las relaciones entre
los sucesores están envenenadas y hay aspectos jurídicos delicados (colaciones a
efectuar, transmisiones posiblemente en fraude de legítima, impugnaciones
testamentarias, etc…), puede ser conveniente no aceptar el cargo. A menudo una
retribución, aunque sea opípara, no merece la pena ser cobrada, si puede luego existir un
riesgo grande de responsabilidad personal profesional por mala decisión, o si la
partición va a ser impugnada, o si van a quedar como secuelas odios que permanecerán.
Es algo que la sensibilidad, olfato y posiblemente grado de experiencia de cada abogado
ayudará a valorar.

Si, tras la valoración consiguiente, se ha aceptado el cargo, el contador hará bien


en tener presente las posibles cuitas, afrentas o quejas que tenga in pectore cada sucesor,
para saber siempre qué debe hacer para no exacerbar las sensibilidades y prevenir por
dónde le pueden venir los golpes.

III.- Resolución de las vías de comunicación con los interesados o sus abogados.-
Una cuestión práctica que puede llegar a ser importante es la de aclarar el modo
en que se va a mantener comunicación con los interesados.

Tratándose de un contador partidor insaculado, dado que habrá letrados


encargados de la defensa de las distintas partes, la prudencia aconseja que tales
comunicaciones se hagan con tales abogados, y preferentemente por el cauce moderno
del correo electrónico.

Así es cómo, a mi juicio, deben pedirse aclaraciones a las partes sobre


determinados extremos, o solicitud de documentos complementarios, o puesta en
conocimiento de riesgos fiscales, o así se pueden dar traslado de peticiones que algunas
partes cursen, no formuladas como escritos dirigidos al juzgado, a fin de que el resto de
partes siempre puedan alegar cuanto a su derecho pueda interesar. Ha de actuarse con
suma probidad en este plano, siempre teniendo en cuenta que no puede darse
preferencia a ninguna de las partes (ni tan siquiera cuando el abogado sea amigo), ni
facilitarse información a algunas que no sea común, o que se hurte a otras, y minimizar
todo lo posible los tratos o comunicaciones que sean particulares. Hay que extremar la
imparcialidad y no privar de ninguna facultad de actuación a ninguna de las partes. La
igualdad de trato debe presidir la actuación del contador. Y han de evitarse
comunicaciones de las que quede rastro que denoten familiaridad, amistad o simpatía.

Tratándose de un contador-partidor voluntario aconsejo que desde el primer


momento de contacto con los interesados se recaben sus direcciones de correo y sus
teléfonos de contacto. Si alguno tiene abogado, la relación deberá entablarse
preferentemente con él, algo que casi siempre será mucho más correcto y fácil.

Las reuniones personales con interesados concretos habrán de ser la excepción.


A ser posible, las reuniones habrían de ser colectivas.

También aquí deberán extremarse las medidas de imparcialidad, trato igualitario


y evitación de medidas o gestos de amistad, deferencia individualizada, etc…

Son terrenos en que el contador debe extremar la prudencia para evitar incurrir
en posible causa de remoción, y que no puede olvidarse, dado que lo habitual es que el
contador tenga también previo conocimiento, relaciones o amistad con todos o algunos
de los sucesores (en la medida en que lo tenía con el causante).

IV.- Redacción de hoja de encargo o presupuesto por el contador testamentario.-

Ya hemos dicho que un contador judicial o notarial tiene este problema casi
siempre resuelto, puesto que se acepta la aplicación de los Baremos de honorarios
orientadores del Colegio profesional.

Sin embargo, en relación con el contador-partidor testamentario el asunto puede


ser problemático, como hemos visto en los materiales primigenios del curso. Dado que
por la ley omnibus, no puede entenderse norma vinculante lo que exponen las normas
orientadoras del colegio, si el testamento no ha establecido el importe de la retribución
(aspecto que cada vez con más frecuencia se contempla), es sumamente prudente dejar
este particular claro desde un principio.

Casos he visto en que el abogado, tras hacer la partición, intenta hacer el cobro
de los interesados, con quien ha mantenido un trato afable y se lleva la sorpresa de que
se niegan al pago (todos o, de manera más frecuente, algunos de ellos, con más
problemas económicos personales, o que han quedado enemistados o resentidos), no
habiendo él tenido la precaución de incluir como deuda en el pasivo de la herencia sus
propios honorarios. Si no hubo comunicación previa de tales honorarios y una
aceptación, cuanto menos tácita de los mismos por los interesados, la reclamación de los
honorarios puede convertirse en una pesadilla. Pues no puede aplicar el procedimiento
especial de jura de cuentas, y debe acudir a una reclamación de cantidad, que podrá
serle impugnada por excesiva, unilateral, no consensuada, etc…

Por tanto, aconsejo que desde tempranas fases se comunique un presupuesto, con
todas las cautelas del mundo, para no perder ningún salto, y que resulte comunicado en
debida forma (esto es, de manera que pueda ser probada) a todos los interesados, a fin
de que expongan objeciones o reparos en tiempo oportuno. He aportado a este curso un
sencillo ejemplo de lo que podría ser un escrito de este tipo.
A su vez, dejo ya indicado que será prudente a la hora de confeccionar el
inventario incluir adecuadamente en el pasivo el importe de tales honorarios, a fin de no
recibir posteriormente la crítica de que se trata de una deuda sobrevenida que, por
negligencia, el contador no ha incluido en el cuaderno (con las dificultades que ello
puede comportar, además, en un apartado puramente técnico: sobre si de ella responden
los legatarios de parte alícuota, por poner un ejemplo).

En los casos en que el terreno se vea propicio –las relaciones entre sucesores no
son tirantes, hay clara liquidez en la herencia-, puede el contador comunicar que va a
cargar determinados gastos en la herencia (tasaciones, para desplazamientos, etc…) o
incluso tomar a cuenta una provisión de fondos moderada.

V.- Aspectos que por precaución debería un contador verificar

Una vez aceptado ya el cargo, el contador debe examinar y, en su caso, obtener:

· certificado de defunción del difunto.


· Pedir certificado de últimas voluntades.
· Obtener copia autorizada del último testamento (en ocasiones, puede ser útil
pedir copias simples de testamentos anteriores: para interpretar determinados extremos
del testamento anterior, por ejemplo).
· Certificados bancarios de las posiciones del causante. En su caso, puede y debe
pedir extractos de los movimientos de los últimos meses, para ver las posibles salidas de
dinero que hayan acontecido. En algunas comunidades autónomas, aún suele la
administración tributaria exigir que tales certificados consignen en mayor saldo habido
en tales cuentas en el último año (como modo de detectar si ha habido salidas
importantes de patrimonio, que deban contemplarse como adiciones de patrimonio a los
efectos tributarios)
· Papeles técnicos de los vehículos a nombre del causante.
· Notas simples de los inmuebles titulados, total o parcialmente, por el causante.
· En su caso, pedir una nota de índices del causante, para ver si tiene inmuebles
en otras partes (de herencias, familiares, etc…).
· Debe obtener los recibos de IBI del último año de todos los inmuebles.
· Si el causante es partícipe de fondos de inversión o tiene cuentas de valores,
debe hallar el valor liquidativo de los valores o de la participación al momento del
fallecimiento.
· Pedir la última declaración de IRPF del causante y, si tributaba por Impuesto
de Patrimonio, pedir copia de la última declaración. Puesto que es una fuente
fundamental para conocer los datos de que dispone Hacienda sobre el cliente, y para
conocer todas las posibles fuentes de renta y posibles elementos del activo relicto.
· Ha pedir certificado de seguros, para ver si pudiera existir alguna
indemnización pagadera en vinculación a la muerte del causante.
· Facturas o recibos por los gastos de las exequias, para en su caso poder deducir
de la base imponible del impuesto de sucesiones.
· Si en el caudal aparecen participaciones o acciones en sociedades, que no son
cotizadas, debe el contador por prudencia solicitar los últimos documentos contables de
las mismas o certificados del valor de las mismas al tiempo del fallecimiento, con
expresión exacta del número de acciones y participaciones, serie, valor nominal, y otras
circunstancias.

Dependiendo de las circunstancias de cada caso, puede tener que hacerse con las
llaves de la casa, cajones, cajas de seguridad, para intentar que no desaparezcan bienes
que pudieran ahí encontrarse (aunque propiamente hablando las tareas de custodiar los
bienes y ponerlos a recaudo son más propias de un albacea, si lo hubiera designado con
separación: art.902 C.c).

Asimismo, puede quizá pedir localizar las escrituras públicas de adquisición de


los distintos bienes.

Asimismo, puede ser de relieve detectar si hay alhajas, bienes de colección o


muebles de valor y, según las facultades de que disponga el contador, adoptar en
relación con ellos medidas de precaución, o exhortar a que se adopten por quienes
corresponda.

Y preguntar por otros posibles bienes, contratos pendientes de cumplimiento, o


deudas que pudieran surgir en cualquier momento (avales, préstamos, etc…). Si el
causante, como es frecuente, tenía un préstamo hipotecario o personal, debe pedir
certificado al banco del saldo vivo pendiente de pago al tiempo de fallecimiento.

Si el contador aúna facultades de administración en el caso concreto, quizá es


conveniente en algunos casos dar instrucciones a los bancos que no se carguen
determinados recibos y, en su caso, dar de baja suministros y servicios, así como
responder a opciones que a menudo pueden emerger durante el periodo de indivisión
(cobrar el dividendo en nuevas acciones o en metálico, emplear alguna ventana de
liquidez, liquidar parte de algunos fondos, etc…).

A su vez, todas las facturas y recibos de los gastos que la elaboración de la


partición vaya generando deben ser conservados adecuadamente, a los efectos de poder
reclamar su debido reembolso, y hacerlos figurar adecuadamente en el pasivo de la
herencia a partir.

VI.- Inicio de las operaciones particionales propiamente dichas.

Una vez con toda la documentación indicada, o con el grueso de ella, el contador
debe hacer una primera aproximación al inventario, en su lado activo y pasivo.

Debe, como ya se ha dicho, tener sumo cuidado con posibles conflictos


tributarios por operaciones hechas por el causante o que puedan generar problemas con
sucesores (salidas patrimoniales a favor de éstos, donaciones colacionables).

Si el causante ha dejado cónyuge viudo, y el régimen económico que tenía el


matrimonio no era el de separación de bienes, es ya sumamente conveniente pulsar y
ensayar cómo se va a hacer la liquidación del régimen, como operación previa, pero
esencial, a la partición en sentido estricto. Ya aquí podrán tenerse en cuenta variables
muy importantes (dejar metálico a la viuda, asignarle si es posible el 100% de la
vivienda familiar en que reside, alternativas que generen un mejor tratamiento fiscal –
pues la liquidación de gananciales o comunidades análogas, como tal, es un acto no
sujeto a gravamen fiscal, cuando se hace en pura igualdad).
Tras ello, ha de afrontarse el problema muy delicado del avalúo. Para ello, es
sumamente conveniente encargar las periciales consiguientes a empresas especializadas.
Las hay en relación con inmuebles, rústicos y urbanos, para empresas, para obras de
arte… La obtención de las valoraciones fiscales suele ser mucho más fácil, puesto que
cada vez están más perfeccionadas las herramientas que las administraciones tributarias
proporcionan.

Para evitar toda sospecha sobre la confección de las valoraciones, es aconsejable


que los encargos se hagan a empresas imparciales, de prestigio. Son de evitar los
encargos a amigos o personas de poca cualificación, aunque se intenten abaratar costes,
para no suscitar sospechas de connivencia o de “instrucciones” dadas para obtener
determinados sesgos en los valores.

VII.- Ensayos para la formación de los lotes.

Una vez en poder del inventario completo y el avalúo, llega la fase muy delicada
de pensar en la posible formación de lotes y modos de adjudicación (directa, por
sorteo…).

Aquí es donde el contador debe desplegar la máxima sensibilidad, para intentar,


si no complacer a todos (lo cual es imposible), al menos no herir sensibilidades
inútilmente. Para ello, hay que tener presente las necesidades o conveniencias que los
sucesores de forma explícita o implícita alberguen, para intentar conciliar el máximo
número de ellas que sea posible.

Es conveniente, si las relaciones entre los sucesores no son agrias, intentar


someter a aprobación o visto bueno los proyectos de partición. Siempre que sea posible,
es aconsejable siempre una partición que pudiera obtener el beneplácito de todos,
aunque contenga imperfecciones, que una partición que suscite la oposición frontal de
alguno o algunos. Puesto que en esta última eventualidad, la llama de la discordia
siempre estará encendida y el contador nunca podrá quedar tranquilo si van a darse
impugnaciones, o posibles reclamaciones futuras de responsabilidad.
Una vez que esté avanzado el proyecto de lotes y su adjudicación, es
conveniente que el contador cuente con el consejo y apoyo de algún notario público
para abordar problemas técnicos específicos que toda partición comporta. Por ejemplo,
es cada vez más frecuente que haya que efectuar operaciones previas para coordinar
Catastro y registro, que obliguen a efectuar excesos o defectos de cabida, incorporación
de bases gráficas a las fincas, inmatriculaciones, o segregaciones y divisiones de fincas.
A menudo, es sumamente conveniente efectuar una división horizontal para poder
materializar la adjudicación de bienes inmuebles en diferentes lotes.

En otras ocasiones, hay aspectos que pulir a los fines de intentar maquillar
fiscalmente determinadas circunstancias o para conseguir una menor tributación para
impuesto de sucesiones.

Particular delicadeza tiene la operación de computación, imputación, colación y


eventual reducción de donaciones o actas gratuitos análogos.

A menudo, por razones de orden interno familiar o fiscales, es conveniente, ante


el caso concreto, ir ideando una dualidad de documentos que completarán la partición a
los efectos civiles. Por una parte, la escritura pública, que será la que se exhibirá ante
terceros (fundamentalmente las Administraciones tributarias), y, por otra parte, un
documento privado entre los sucesores, en los que éstos pueden aceptar las opciones
verdaderas que se han seguido en las operaciones particionales (las valoraciones reales
que se han manejado, los bienes muebles, alhajas u obras de arte que no se han incluido
en la escritura, para no aumentar la carga tributaria, reglas sobre pagos de
compensaciones de valor, indicaciones sobre el dinero B o bienes que se hallen fuera de
España o fuera del circuito bancario, sobre colaciones y condonaciones de deudas,
etc…).

VIII.- Otorgamiento de la escritura.

Una vez que se haya concluido el borrador de partición, o evacuadas todas las
consultas pertinentes al Notario amigo que se tenga, creo que es aconsejable afrontar el
otorgamiento de la escritura pública a la mayor brevedad posible.
La prolongación innecesaria de la indivisión, manteniéndose el contador en el
cargo es una situación que a menudo se convierte en explosiva, por la impaciencia de
algunos sucesores, o por los problemas que puede generar la aparición de alguna deuda
ignota o gastos a afrontar sobre los bienes relictos (reparaciones de importancia en
alguna vivienda, problemas a afrontar en fincas rústicas…). La situación de que los
sucesores deban pagar de su bolsillo mientras aún la partición no se ha terminado suele
ser, en un plano psicológico, una de las situaciones más espinosas a que ha de
enfrentarse un contador, fuente de todo tipo de problemas y enredos.

Como he dicho varias veces, el ideal es conseguir que todos los sucesores
pudieran comparecer en la Notaría, para dar su conformidad a la escritura de partición.
Ello haría respirar con tranquilidad al contador, que sabrá que no van a darse
impugnaciones, ni reclamaciones contra él ni, previsiblemente, van a existir problemas
para el cobro de sus honorarios.

Pero, evidentemente, no siempre es ello posible y el contador debe afrontar, ante


tal circunstancias, su responsabilidad: otorgar unilateralmente, y en virtud de las
facultades que le han sido conferidas, la partición. La escritura es unilateral en sentido
estricto.

Aún es habitual que el contador opte por un acta de protocolización de


operaciones particionales. A efectos de aranceles notariales es irrelevante, puesto que
también en ese caso es un documento de cuantía, pero elaborar el cuaderno el propio
contador evidencia de forma gráfica su trabajo propio, ése que va a ser la base de la
retribución. Si se deja la confección completa de la escritura a la Notaría en todos los
particulares, aunque siguiendo las indicaciones dadas por el contador, se corre a veces el
riesgo de que algún sucesor diga que está pagándose dos veces por el mismo trabajo
(aunque sea una acusación injusta, puesto que el oficial de la notaría siempre va al
dictado de las decisiones que toma el contador).

Para el otorgamiento de la escritura, debe tener sumo cuidado el contador en que


en la matriz queden incorporados todos los documentos clave, ésos que van a ser la base
para la liquidación del impuesto, para poder inscribir en el Registro y que justifiquen las
decisiones más importantes que él ha tomado como contador.

Por supuesto, si el contador era judicial o designado en un expediente notarial,


su tarea es bastante diferente. Puesto que él debe confeccionar el cuaderno particional,
para presentarlo al Juzgado o a la Notaría, y luego plegarse a los trámites ulteriores que
la ley procesal previene. Si, una vez dado traslado del proyecto a las distintas partes
personadas, se han suscitado reparos u objeciones, deberá acudir personalmente a la
vista que convocará el Juzgado, a fin de explicar sus opciones y mostrar la viabilidad de
posibles retoques que en la vista podrán resultar como necesarios o convenientes.

Si no ha habido acuerdo en tal vista, y los reparos se dirimen por vía


contenciosa, deberá siempre quedar a disposición del Juzgado para rectificar o
modificar la partición en el sentido que le resulte ordenado por la sentencia firme que
ponga fin a la disensión.

IX.- Actuaciones posteriores al cuaderno.

Por lo general, el contador no tiene por qué encargarse ni de elaborar los


modelos de la liquidación del Impuesto de sucesiones, ni de presentar en el Registro de
la Propiedad la escritura para causar los asientos correspondientes.

Pero en muchos casos el contador prefiere también asumir esos flecos –que en su
caso deben ser adecuadamente retribuidos- para controlar, por así decir, el buen fin de
su trabajo. Actualmente, por lo general, en relación con el Impuesto de incremento de
valor de los bienes urbanos, el propio Notario remite comunicación a los ayuntamientos
concernidos, que pueden activar el proceso de liquidación. Y es factible que el propio
notario presente por vía telemática la escritura en los registros (debiéndose
ulteriormente sólo consolidar el asiento con la presentación física de los documentos).
En determinadas notarías se ofrecen los servicios de gestión –que han de ser retribuidos-
consistentes en la liquidación de los impuestos pertinentes y la presentación a Registro,
lo cual también puede ser una buena opción para el contador.
Como tareas accesorias que pueden surgir tras el otorgamiento de la escritura
puede haberlas muy variadas:

-comunicaciones al Catastro para dar de alta las mutaciones que derivan de la


escritura de partición.
-escritos para corregir los errores o discrepancias catastrales, muy frecuentes por
la no muy alta preparación jurídica de ese organismo.
-escrituras de rectificación, complemento o de adición, ante defectos subsanables
que el Registro haya advertido, o por nuevos bienes o deudas, que hubieran podido
aparecer tras el otorgamiento (cosa para la que el contador está legitimado, siempre que
el plazo de su cargo no haya expirado).
-explicaciones o aclaraciones a los sucesores de las implicaciones de la partición
y las razones de las opciones que eligió el contador al preparar el cuaderno particional.
-verificación de que las entregas de bienes o dinero, las tomas de posesión, los
cambios en los bancos (aperturas de nuevas cuentas, traspasos, etc…) se van llevando
tal y como quedó previsto.
-cobro del final de los honorarios por los trabajos facultativos y reembolso de los
suplidos eventualmente afrontados.

X.- Una consideración final.

Aspecto de enorme importancia psicológica tiene el que hacer un buen trabajo


profesional casi siempre garantiza que todos o algunos de los sucesores le vayan a
consultar en el futuro sobre problemas que aún genere la partición, o que susciten los
bienes que han conformado los distintos lotes. A menudo, de una partición terminada
razonablemente bien, surgen nuevos clientes para el futuro.

Y que, por la singularidad de la materia, que en el imaginario colectivo es una de


las tareas más delicadas que puede llevar a cabo un abogado especialista en Derecho
civil o Derecho privado, el hacer bien una partición es la mejor tarjeta de visita para ir
siendo conocido en una ciudad o en un determinado entorno como un buen profesional
del ramo. Cuando una partición se ha hecho bien, es frecuente que conocidos de los
sucesores aconsejen el nombre del contador para futuras particiones. Es la mejor
fórmula de publicidad que he conocido en este sector.

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