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EL CAUTIVERIO DE BABILONIA Y SU REPERCUSIÓN EN LA FE DEL

PUEBLO ISRAELÍ

Los momentos más esplendorosos de un pueblo mayoritariamente si deja una memoria


digna de estudio pero en el caso del pueblo de Israel no es así, debido a que desde un
primer momento se ha dicho ser el pueblo de la “Tierra Prometido”, aunque esto no es
así ya que en la actualidad este pueblo todavía sigue su identidad como nación y los
límites de su territorio.

La cautividad del pueblo israelí a manos de Babilonia corresponde a unos de los peores
periodos de la historia de este pueblo. Establecidos en este punto ya era la segunda vez
en su historia que les dependería de su territorio, producido por el rey Nabucodonosor
II.

Desde finales del siglo VI a.C. los babilonios habían empezado a influenciar al pueblo
judío ya que se les impuso altos impuesto y estaban muy vigilados por su afinidad al
pueblo egipcio, lo que provocó la primera salidad de estos a tierras babilónoicas. 

En el contexto de conquista y afirmación del imperio neo-babilónico, éstos, bajo el


reinado de Nabopolasar, habían dominado con rotundidad Asiria (612 a. C) y (aunque
de manera momentánea) Egipto y sus alrededores. Sería en torno al año 586 a.C cuando
la mala estrategía de Sedecías (rey de Israel) de establecer una alianza con Egipto,
provocará que el nuevo rey neo-babilóino Nabucodonosor II, destruya la ciudad de
Jerusalem y condene a todos sus ciudadanos al destierro. La ciudad de Jerusalem será
vaciada e incluso las clases rectoras e intelectuales, junto con sacerdotes y conocedores
de la ley judía y de los textos sagrados, marcharon a Babilonia  principalmente. El
destierro desfavorece al ámbito religioso, ya que el culto y las creencias entran en
declive debido a la sensación de abandonó por parte de la divinidad, este pensamiento
producirá que los judíos se dediquen sobre todo a las actividades comerciales, aunque
cierta parte de la población si seguirá manteniendo la fe y el culto, siempre y cuando
estas eran respetadas por las autoridades babilónicas. En este contexto se pone en tela de
juicio la obra de Ezequiel la cual dicta que Yavhé ha permitido el destierro, la
destrucción de la ciudad y el templo como consecuencia de los errores cometidos.

Es ahora, en estos momentos de inmerso dolor y confusión, cuando se plantean


verdaderamente los problemas del credo judío y la necesidad de revisarlos para
reconducir la situación de Israel En este momento es cuando Ezequiel, adquiere el papel
protagonista y se establece como el líder de todo el proceso renovador. La creencia en
Ezequiel de que el mismo Yahvé juzgaría a todos por su mala conducta, daría paso a la
responsabilidad individual , y dejaría atrás los procesos de juicio colectivo del pueblo
israelita, 
Ya el propio Ezequiel, señalará con total rotundidad los que para él, han sido
responsables directos de la catástrofe: los sacerdotes, nobles adinerados y falsos
profetas. Es ahora, una vez que ya ha dejado clara cuál es su visión de los hechos,
cuando se dedicaría a predicar palabras de consuelo a un pueblo que dolorido, no
renuncia a ellas, sino que las escucha con atención y espera ansioso la revelación de una
nueva alianza  con Yahvé.
El destierro dado en Babilonia, sobre todo centrado en el dolor y sufrimiento, provocará
la renovación y revisión que provocará que el pueblo de Israel sea bien visto a los ojos
de su dios y puedan volver a su tierra. La razón por la que los judiós aguantaron el
destierro en Babilonia fue en todo caso por figuras como la de Ezequiel que
protagonizaron, el refugio en la fe y la salvación.

 El dogma sobre el que estaba sustentado el Estado y el culto, habría recibido un golpe
mortal, ya que consistía en la seguridad de la elección eterna de Sión (morada de
Yahvéh) y sus promesas de crear una dinastía que no tendría fin. Israel descansaría
segura y rechazando amonestaciones proféticas, confiaban en la intervención de Yahvéh
que en un futuro debería traer al descendiente de la casa de David

La fé de Israel afrontó con éxito la prueba, siempre afrontando las dificultades


impuestas, los profetas encontraron la manera de realizar un examen espiritual a su
pueblo para así mantenerse firmes ante la adversidad. Los mismo profetas empiezan a
preparar el camino para la formación de una nueva comunidad, caracterizada por su
adhesión al eje tradición-ley.

Es en estos años del siglo VI a. C, cuando se llevará a cabo la recopilación y selección


de los escritos de los profetas que darán como resultado la compilación de los libros
proféticos. Las leyes que regían la vida religiosa y que formarán el llamado Código
Sacerdotal (en el que se reflejaba también las prácticas del Templo de Jerusalén), serán
codificadas en una estructura definitiva en estos años de exilio.

El código sacerdotal es una de las cuatro fuentes que según la escuela de Wellhausen,
constituye el Pentateuco. Según Wellahusen, la redacción del Pentateuco adquirió su
forma actual a través del ensamblaje de cuatro documentos: junto con las narraciones E
(de tradición Elohista), J (de tradición Jahvista) y D (de tradición Deuteronomista), nos
encontramos con una cuarta, la tradición del Código Sacerdotal (a la que nos referimos
como P,del alemán Priesterkodex, cuya traducción viene a decir el libro del sacerdote).

Este caso de la tradición del Código Sacerdotal es una clara muestra de la capacidad
renovadora que impulsada desde el dolor y la tragedia del destierro, lleva a Israel a
reformar todo su cómputo de leyes y de normas para hacer purificar sus pecados del
pasado, sabedores del castigo infringido por Yahvéh. La fuerza y la solidez de la cultura
hebrea, que supo aguantar el sufrimiento y el dolor de dejar atrás su tierra, su Templo y
su vida en común.

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