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EL JUDAÍSMO DEL SEGUNDO TEMPLO

1. El nacimiento del Judaísmo, el exilio babilónico y el segundo Templo de Jerusalén


en la época Aqueménida.-
A la hora de abordar la cuestión de la historiografía judía1, hay que tener en cuenta que
el Antiguo Testamento como fuente básica para su documentación, nos relata una historia larga
y fascinante, que va desde la creación del mundo hasta la época helenística, sin embargo, nos
deberíamos preguntar ¿Qué podemos considerar como historiografía?. En ella, aparecen muchos
mitos auténticos como la Creación, el diluvio o el paraíso terrenal; leyendas como la de los
patriarcas, Moisés o del profeta Balaam; historias noveladas como la de José, Sansón, Saúl,
David o Salomón; o ficciones tardías como la del escriba Esdras. En algunos pasajes del Éxodo
se pueden encontrar ecos de tradiciones antiguas, en conjuntos narrativos donde el gusto por el
relato (literatura) es inseparable de la voluntad de afirmar una tesis (ideología), como resulta
evidente en los libros de Samuel y de los Reyes, siendo en éstos últimos donde se advierte la
presencia, de una verdadera obra historiográfica de tipo analístico (GARBINI, 2002, 217).
Por tanto, desde un punto de vista histórico, no se puede hablar de una concepción
histórica bíblica (veterotestamentaria2) y de una idea central del pensamiento histórico judaico;
en todo caso, resulta más adecuado hablar, de la visión histórica de un libro determinado o de un
conjunto de libros que, en su forma actual, se concibieron como un conjunto unitario. Por ello,
al pretender elaborar un plan histórico unitario, en los ciclos narrativos que van desde Abraham
hasta Josué, es un objetivo que únicamente han conseguido los teólogos, puesto que el relato es
teológico y no histórico. Cuando el pensamiento religioso se identifica con la política, como
ocurre, por ejemplo, con los profetas, resulta extremadamente difícil delimitar la religión de la
historia.
Por ende, hay que tener en consideración que los relatos que figuran en la Biblia hebrea
son cualquier cosa menos históricos, y por tanto es ocioso buscar en ella una “idea histórica”.
(GARBINI, 2002, 221).
El nacimiento del judaísmo, está ligado a la aparición del pueblo de Israel, que
basándose en el Antiguo Testamento, detallaba la interacción del citado pueblo que se
consideraba como “elegido”, en virtud de un pacto con su Dios, Yavé, para que llevara a cabo
sus planes divinos. Toda una compilación muy compleja, que como se ha referido
anteriormente, se caracterizaba por una fuerte motivación y contenido ideológico.

1
Cabe recordar, que “fuera de lo que se encuentra en la Biblia, apenas sabemos nada de la historia
judía, algunos textos asirios y babilonios, la inscripción moabita de Mesha y unos pocos textos hebreos
citan algunos nombres de reyes y algunos sucesos entre los siglos IX y VI a. C., generando la literatura
judeohelenística a partir de Alejandro Magno algunas noticias más detalladas” (GARBINI, 2002, 37).
2
Perteneciente o relativo al Antiguo Testamento.

1
La creación, los primeros tiempos de la humanidad y el diluvio afectaron a “todo el
mundo”, teniendo como singular importancia para los israelitas, el periodo sucesivo referente a
los Patriarcas, los piadosos y sabios cabezas de familia, como Abraham (considerado para
muchos el padre de los judíos, al recibir de Yavé la orden de asentarse en la tierra de Israel3) que
recorrieron con sus linajes casi la totalidad del Oriente Próximo y de quienes más tarde llegarían
a pensar los mismos israelitas que eran descendientes directos. Nuevamente, los mitos
patriarcales asocian al pueblo de Israel con Babilonia, Alta Mesopotamia, Palestina y Egipto
(KUHRT, 2001, 54). La novelada historia de José, bisnieto de Abraham, ubica a la totalidad del
pueblo israelita en Egipto, donde acaba conociendo la opresión del faraón, siendo liberados de
la misma por Moisés, quien cumpliendo el mandato de Yavé, lo condujo fuera del país en el
conocido episodio del “Éxodo”. Tras la heroica huida siguieron cuarenta años, en los que los
israelitas vivieron en el desierto del Sinaí, siendo en esta fase cuando Moisés (considerado para
muchos como el primer profeta y legislador de Israel) recibió las Tablas de la Ley con los Diez
Mandamientos que formaban parte de la “alianza” que Yavé estableció con su pueblo.
El periodo de la marcha del desierto concluyó con la llegada de la Tierra Prometida, y
su conquista a las órdenes de un nuevo líder, Josué. Una vez establecidos en Israel, la tierra fue
dividida entre las doce tribus, entrando en conflicto mientras duraba dicho proceso de
asentamiento con todos sus vecinos; asmoneos, amalecitas, filisteos y cananeos.

En esa larga lucha por la supervivencia corresponde el periodo denominado de los


“Jueces”, en los que destacados líderes fueron escogidos por Yavé al objeto de liberar a su

3
En ocasiones también denominada, Canaán o Judá.

2
pueblo en los momentos que se vio amenazado, acabando dicha etapa con el nombramiento de
Saúl como rey de Israel. Pasando de una teocracia a una monarquía.
Durante aproximadamente un siglo, la totalidad de Israel fue gobernado por tres
monarcas sucesivos; el mencionado Saúl, David y Salomón, construyendo éste último el
Templo de Jerusalén. Quedando al final de este periodo, Israel dividido en dos estados: el reino
de Israel, al norte, donde se establecería su capital en Samaria, y el reino de Judá, al sur, con su
capital en Jerusalén. En el año 721 a. C. Samaria fue sitiada y finalmente sucumbió bajo el
poder del monarca asirio Salmanasar V, un acontecimiento que supuso el final del reino del
norte, que vio la deportación de sus habitantes y la llegada de otros pueblos foráneos para
establecerse en lo que era ya sólo una provincia asiria administrada por un gobernador asirio. En
cambio, Judá se mantuvo como estado independiente, durante un siglo y medio hasta que en el
año 586 a. C. fue conquistado por los babilonios, comandados por el monarca Nabucodonosor
II, que destruyó el primer templo de Jerusalén, lugar central de la actividad religiosa judía de la
época, saqueando sus casas y deportando al rey de Judá y a toda su corte a Babilonia, en un
periodo denominado el “Exilio de Babilonia” y que supuso un momento decisivo en la historia
del pueblo judío por su exilio y cautiverio, y que además, constituye la primera diáspora judía.

Prisioneros judíos enviados al exilio hacia Babilonia. Relieve neoasirio 4

El exilio babilónico se recuerda para los judíos como un tiempo de tribulación y de


nostalgia por la patria perdida, sin embargo, dicho episodio tuvo unas consecuencias decisivas
en la configuración de la religión y de la identidad nacional judía, ya que si anteriormente a la
conquista de Jerusalén el pueblo hebreo había tendido al politeísmo, los sacerdotes del exilio
elaboraron un pensamiento rigurosamente monoteísta, muy influido por la ciencia
mesopotámica. Mencionar, que durante el exilio de Babilonia, los judíos escribieron lo que se

4
Detalle relieve sobre caliza, perteneciente al Palacio de Nimrud, representa la toma de la ciudad de
Astartu. Datación 730-720 a.C. British Museum.

3
conoce como el “Talmud5 de Babilonia” (Talmud Bávli), mientras que los judíos todavía
establecidos en Judea hicieron lo mismo al confeccionar el “Talmud de Jerusalén” (Talmud
Yerushálmi), ambos manuscritos representaron las primeras manifestaciones de la Torá6 en
forma escrita, siendo actualmente el Talmud de Babilonia el utilizado por las comunidades
judías. Por todas estas circunstancias, a su vuelta a Jerusalén a partir del año 521 a. C., los
exiliados establecieron un nuevo modelo religioso y político que ha marcado todo el devenir del
pueblo judío hasta nuestros días.
Y es que, el imperio neobabilónico no se mantuvo durante mucho tiempo. Tras la
muerte de Nabucodonosor, su decadencia fue rápida, con un paulatino desmoronamiento de la
organización política, con manifiestas desavenencias de la monarquía con los sacerdotes de
Mardük, el dios imperial de Babilonia. Así, cuando Ciro II “El Grande”, rey aqueménida de
Persia, conquistó Babilonia en el 539 a. C., los persas sucedieron a los babilonios como
principal poder imperial en el Próximo Oriente. En contraste con sus antecesores asirios y
babilonios, los persas aqueménidas se presentaron ante sus súbditos como un nuevo poder
benevolente, preocupado no sólo por la recaudación de impuestos sino también con el
mantenimiento de la paz y el orden a través del imperio. Los territorios anteriormente
administrados por asirios y babilonios fueron reestructurados en un sistema de satrapías y
provincias; reforzándose los gobiernos locales; construyendo nuevas vías y sistemas de
comunicación; y, lo más significativo para los judíos; los pueblos desplazados y exiliados
fueron alentados a retornar a sus países ancestrales para restablecer los cultos locales, y las
instituciones políticas para desempeñar papeles de apoyo en esa nueva concepción del imperio.
De forma genérica se puede afirmar que los reyes persas respetaron las tradiciones y las
características de los pueblos sometidos con cierta benévola tolerancia (NOTH, 1966, 277), y
Ciro II, en particular, ordenó mediante un importante decreto la reconstrucción del Templo de
Jerusalén, todo un acto de reparación, que además, ordenaba la restitución y devolución al
nuevo edificio de los valiosos utensilios del anterior santuario real que Nabuconodosor se había
llevado como botín a Babilonia.
Así, los cimientos del segundo Templo de Jerusalén en la época Aqueménida, fueron
colocados enseguida por orden Ciro II, sin embargo, los trabajos se vieron pronto
interrumpidos, la situación de Jerusalén y las tierras que lo rodeaban era tan mísera y
desalentadora que nadie mostraba excesivo entusiasmo para la reconstrucción del templo. Fue
con la llegada al trono en el año 522 a. C. del monarca aqueménida Darío I cuando se produjo
un nuevo impulso, motivado por una nueva repatriación de exiliados judíos y el nombramiento

5
El Talmud es una obra escrita que recoge las principales discusiones rabínicas sobre leyes judías,
tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas
6
Para el judaísmo la Torá es la ley, es el texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo
israelita, constituyendo la base y el fundamento del judaísmo.

4
del davida Zorobabel como gobernador sobre Judá. Se trataba de un nieto del monarca Joaquín,
y líder de los judíos exiliados que retornaron a Babilonia, y a quién el profeta recordó de manera
muy especial la necesidad de reconstruir el templo (NOTH, 1966, 284). De esta manera, Darío I
dio permiso expreso para la continuación de los trabajos, y en la primavera de 515 a.C. el
templo quedó terminado, con ello Israel dispuso de un nuevo centro religioso, donde las
tradiciones del Templo de Salomón pudieron ser restauradas.
Es importante resaltar, que al haber perdido Israel su independencia política y vivir su
población alejada de su patria, el referido templo se había convertido en el verdadero centro de
la vida israelita. Israel se había convertido en una gran comunidad religiosa concentrada en su
santuario, situación ésta, que dio lugar a que el elemento sacerdotal de Israel adquiriese una
importancia hasta entonces no había tenido. El primer sacerdote del Templo de Jerusalén, se
convirtió en la cabeza visible de Israel, convirtiéndose en el “sumo sacerdote”. En ese sentido, y
durante los cincuenta años que siguieron a la consagración del nuevo templo, la ley
deuteronómica continuaba en pleno vigor y puesto que no había sido aplicada como ley del
Estado, su validez persistía, aun cuando se disolviese la organización estatal. Su autoridad
procedía de un pacto entre Dios y el pueblo, y por tanto, estaba al margen de los cambios
políticos (NOTH, 1966, 288).
Bajo el reinado, del también monarca aqueménida, Artajerjes, entre los años 471 a.C. y
el 424 a.C, aparecen dos figuras importantes en dicho periodo; Nehemías y Esdras.
El primero de ellos, descendiente de un grupo de exiliados israelitas en Babilonia, había
alcanzado el puesto de copero del rey de Susa, una de las ciudades reales de Persia, lo que le
permitió acceder ante la persona del monarca. Nehemías, conocedor de la situación desesperada
de Jerusalén, con sus muros, puertas y la mayor parte de sus casas en ruinas, se aprovecha de la
benevolencia real para ser enviado allí en misión especial, y ocuparse de la restauración de los
muros de la ciudad. Asimismo, el nombramiento de Nehemías como gobernador,
probablemente significó también la constitución de Judá, como provincia independiente
(NOTH, 1966, 292) y que, hasta entonces, había sido un simple distrito de la provincia de
Samaria, lo que motivó la enemistad de su gobernador, Sanbalat, con Nehemías. Además, en
Samaria también se veía con desagrado la reconstrucción de la antigua ciudad real judea, ya que
su santuario había tenido mucha influencia entre las tribus israelitas y una vez estuviese
reedificada sería un rival indeseable.
A pesar de todo, la muralla de la ciudad quedó terminada, y Nehemías en su calidad de
gobernador, continuó dirigiendo la ciudad de Jerusalén y de la provincia de Judá, introduciendo
una serie de medidas que tuvieron una gran importancia estabilizadora; una de ellas se refiere a
la abolición general de las deudas, obligando a los acreedores a que hiciesen ante el Templo una
promesa formal de amnistiar a todos sus deudores, así como de restituir los bienes hipotecados o
enajenados. También tomó disposiciones contra los numerosos casamientos entre judíos y

5
“elementos” de los vecinos pueblos extranjeros. El resto de reformas, ya de índole religiosa, se
basaron en la reinstauración de la ley mosaica, en particular, respecto al sabbat7, así como la
institución de un sistema de impuestos para el mantenimiento del templo y su culto.
Nehemías fue el último gobernador nombrado por la corte de Persia y su obra tuvo
como principal objetivo la organización de la provincia de Judá. Reconstruyó y repobló el
centro urbano y sede del gobierno, corrigiendo ciertos abusos en el culto dentro del santuario
central, dando cumplimiento a las reformas sociales más urgentes en la provincia.
La información que se dispone en el Antiguo Testamento sobre Esdras, es menor, y
sobre su narración, no es posible ofrecer una explicación histórica (NOTH, 1966, 298). Esdras,
además del título de sacerdote que le correspondía por su cargo en la comunidad religiosa de
Israel, también tenía asignado el cargo de “escriba de la Ley de Dios del Cielo” con una misión
excepcional que consistía en poner en vigor una determinada ley sagrada. Su actividad se sitúa
en Jerusalén, durante el séptimo año de Artajerjes, es decir, en el 458 a.C. Se desconoce de
dónde procede la “Ley de Dios del Cielo” que se hallaba en poder de Esdras, y cual era su
contenido, la opinión más extendida es la que este último llevó a Jerusalén el Pentateuco más o
menos completo, y que por ello tenía una amplia base narrativa, siendo presentada dentro del
conjunto completo de la prehistoria de Israel que en su mayor parte era muy antigua (NOTH,
1966, 302). Sus logros, han de ser entendidos en el más amplio contexto de la política persa de
restauración de las tradiciones locales religiosas/legales, con el fin de lograr la estabilidad social
de las provincias, bajo el encargo de Artajerjes de establecer magistrados y jueces para poner en
práctica y enseñar dicha ley, que fue aceptada como la base constitucional de la vida judía.
Con lo que, la reforma de la comunidad religiosa de Jerusalén debió de efectuarse en
estrecha relación con el recuerdo presente de las grandes intervenciones de Dios en la historia
de Israel, y que era lo que le había posicionado de una forma tan especial entre los otros
pueblos.
Muchos son los especialistas que exaltan la figura de Esdras como fundamental, para
entender el judaísmo que ha llegado hasta nosotros, para J. S. Sanders (1972, 51) “A partir de
Esdras la Torá fue el judaísmo y el judaísmo fue la Torá. No se puede entender nada de lo que
ocurre en el judaísmo desde entonces si no se entiende esta ecuación. Sin ella, poco habría de
comprensible en el Nuevo Testamento”, para Johann Maier (1973, 129) “para el judaísmo
posterior Esdras fue el verdadero fundador del nuevo ordenamiento, un segundo Moisés. El
nombre de Esdras quedó unido indisolublemente a la Torá y a su interpretación”.
Los dos siglos que Israel vivió bajo el dominio persa, tuvieron una importancia
trascendental, pues en ellos se produjeron una serie de reformas, en las más diversas esferas, que
influyeron en su posterior historia, destacando como el culto en Jerusalén adquirió la forma que

7
Es el séptimo día de la semana, siendo a su vez el día sagrado de la semana judía. Se observa desde el
atardecer del viernes hasta la aparición de tres estrellas la noche del sábado.

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luego conservó hasta el final de su existencia, convirtiéndose la ciudad, tras la reconstrucción
del segundo Templo, en el centro religioso, no sólo para quienes habitaban en su vecindad, sino
también para todos aquellos que de hallaban diseminados lejos de allí, siendo rechazados todos
los cultos locales que sobrevivían o habían sido creados, por considerarse ilegales o
heterodoxos. Todo ello, revestido de una tipología nueva de culto público, que nada tenía que
ver con los tiempos del monarca David, ahora, con una nueva reorganización de la comunidad
religiosa, en la que ésta última se convirtió en la única veladora del servicio divino.
El periodo persa también resultó importante, por la canonización de determinada
literatura, en ese sentido el Pentateuco no sólo adquirió su forma definitiva, sino que también se
convirtió en un libro sagrado obligatorio para el conjunto de la comunidad judía de Israel.
(NOTH, 1966, 306).

2. Influencia de la historiografía protestante luterana sobre el judaísmo antiguo.-

7
En cuanto a la influencia que ha representado la historiografía protestante luterana en
los estudios sobre el judaísmo antiguo, cabe reseñar que tuvo un influjo significativo debido a
su marcado antisemitismo, que se manifestó en distintas publicaciones. Inicialmente, en su
ensayo de 1523 “Sobre el hecho de que Jesús era judío” denunció las persecuciones cristianas a
los judíos, esperando que éstos se adhiriesen en masa al cristianismo (MESSADIÉ, 2001, 198),
sin embargo, tras no conseguir dicho objetivo, en 1543 publicó “Sobre los judíos y sus
mentiras” uno de los textos antisemitas más virulentos, en el que propugnaba entre otras
acciones, que las sinagogas y escuelas rabínicas fueran incendiadas, sus libros destruidos, y que
las casas de los rabinos fueran arrasadas y sus propiedades y dinero confiscados. Para el
historiador norteamericano Robert A. Michael (2006, 112), especialista en historia de Europa y
antisemitismo; “la obra de Lutero adquirió la categoría de norma bíblica en Alemania, lo que lo
convirtió en el autor más leído de su generación, en parte debido a su estilo tosco y apasionado”.

Portada del libro de Martín Lutero “Sobre los judíos y sus mentiras”. Wittenberg, 1543

En alemán, el término “Wirkungsgeschichte” significa, la historia de los efectos que


tuvieron los escritos antijudíos de Lutero en la teología luterana (BOETTCHER8, 2006, 4), al
respecto, caber señalar que las medidas recomendadas por Lutero se implementaron sólo en el
Electorado de Sajonia. De forma genérica, la ortodoxia protestante luterana antigua de
principios del siglo XVII imponía claras restricciones a los derechos de los judíos, sin embargo
el pietismo de finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, fue en general más tolerante

8
El Rev. Reinhard Boettcher es el secretario de Estudios de Teología y la Iglesia del Departamento de
Teología y Estudios de la Federación Luterana Mundial en Ginebra. Este trabajo fue presentado en el
Simposio Internacional de Teología Cristiana “Holocausto-Shoah: sus efectos en la teología y vida
cristiana en Argentina y América Latina", realizado durante los días 15, 16 y 17 de mayo de 2006, en
Buenos Aires, Argentina.

8
con los judíos lo que provocó la oposición de los teólogos luteranos ortodoxos. El iluminismo
alemán se desarrolló bajo la influencia del movimiento reformado pietista. Ya en el siglo XIX,
el profesor de teología de Berlín E. W. Hengstenberg, que ejerció una vasta influencia en el
protestantismo alemán de su tiempo, se distanció claramente de los últimos escritos de Lutero
sobre los judíos. El historiador alemán Johannes Wallmann, destacado estudioso de los textos
de Lutero, manifestó al respecto «La afirmación de que las expresiones de Lutero de
sentimientos antijudíos han sido de gran influencia y muy persistentes a lo largo de los siglos
después de la Reforma, y que existe una continuidad racista entre el antijudaísmo protestante y
el moderno antisemitismo, está en la actualidad ampliamente extendida en la literatura; desde la
Segunda Guerra Mundial se ha convertido en opinión dominante».
Existe una opinión generalizada entre historiadores, en cuanto a que la retórica antijudía
de Lutero incidió de modo significativo en el avance del antisemitismo en Alemania, y que en
las décadas de 1930 y 1940 proporcionó una excelente base para los ataques del Partido nazi
contra los judíos. Sobre la influencia de Lutero, como claramente precursora del antisemitismo
racista de los nazis, existen diversidad de opiniones para los especialistas, para unos fue
claramente decisiva, mientras que para otros fue limitada. Para el asiriólogo e historiador Jordi
Vidal (2015, 77) si bien Hitler recurrió a la utilización de metáforas despectivas de índole
biológico para atacar a los judíos, basadas en la obra de Lutero “Sobre los judíos y sus
mentiras”, añade que “desde el punto de vista intelectual, tradicionalmente se ha considerado
que el antisemitismo de Hitler se articulaba a partir de la influencia de antisemitas famosos
como Chamberlain, Lagarde, Ford, Günther, el arabista Wahrmund y sobre todo, el escritor T.
Fritsch. También desde la asiriología y los estudios bíblicos, con autores como F. Delitzsch
ofrecieron nuevos argumentos para alimentar el antisemitismo en general y el del propio Hitler”.

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Bibliografía.-

BOETTCHER, R., (2006): “Luteranismo y Shoah: trayectoria y desafíos” en Simposio


Internacional de Teología Cristiana, 15-17 mayo de 2006. Buenos Aires, Argentina.
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LEIPOLDT, J. (1973): “El mundo del Nuevo Testamento”. Ed. Cristiandad, Madrid, pág. 234-
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Webgrafía.-

http://www.worldatlas.com/articles/what-were-the-twelve-tribes-of-israel.html. Mapa con la


ubicación de las Doce tribus de Israel.

http://www.interbible.org/interBible/ecritures/mots/2010/mots_101217.html. Imagen del relieve


neoasirio, referente al envío de prisioneros judíos al exilio a Babilonia.

http://www.wikiwand.com/de/Judenfeindlichkeit. Imagen de la portada del libro se Martín


Lutero “Sobre los judíos y sus mentiras”.

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