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Caries en edades tempranas

1- La caries de la infancia temprana (CIT)

Las caries son consideradas como las enfermedades orales más comunes en los infantes; todo el
personal de salud relacionado (pediatras, odontólogos, estomatólogos, médicos generales, entre otros)
puede brindar apoyo mediante evaluaciones, educación y recomendaciones para prevenir las
consecuencias que estas le acarrean a los niños, tanto a nivel físico como psicosocial y económico, de
manera que estos puedan recibir a tiempo los cuidados que requieran (Gavazzi y Hofling, 1995).

Cabe subrayar que una de las formas más agudas de caries es la conocida como caries de la infancia
temprana (CIT) la cual se puede presentar en lactantes y niños en edad preescolar. Sus principales
causas son las diversas prácticas inapropiadas de alimentación, lo que genera caries dental progresiva
en las superficies bucal y lingual de los dientes deciduos maxilares y mandibulares (Barberia y Boj,
2002).

Por otro lado, Rahman (2007) precisa que:

La caries dental (cavidades de los dientes) es una de las enfermedades más comunes de la
infancia. Se produce cinco veces más a menudo que la siguiente enfermedad más común, el
asma (CDC, 2000). La Caries de la Primera Infancia, o “caries del biberón”, es la que se
produce en bebés, niños de entre 1 y 2 años de edad, y niños en edad preescolar, y puede
producirse a una edad tan temprana como los 6 o 12 meses de edad. (p.36).
Según Montero, López y Castrejón (2011) “La caries de la infancia temprana (CIT) es una forma
particularmente destructiva de las estructuras dentarias que afecta principalmente a niños menores de
tres años de edad” (p.96), por lo que cabe señalar lo expuesto por Contreras, Valdivieso y Cabello
(2008), quienes manifiestan que “La promoción de la salud bucal en los tres primeros años de vida es
importante para conservar la salud oral y prevenir la caries dental” (p. 29). Así mismo, Rahman (2007)
plantea lo siguiente:

Los dos peores problemas de salud bucal son las caries y las enfermedades de encías; estas
son las enfermedades más comunes y menos tratadas. Para muchos niños, las enfermedades
dentales presentan un problema a la hora de comer, dormir, hablar, jugar, aprender y
sonreír. Son también las responsables de que los niños pierdan millones de horas escolares
al año; en especial los niños de familias con bajos ingresos y los niños de color; los cuales
tienen poco acceso a cuidados dentales de prevención y por lo tanto son los más
vulnerables. (Rahman, 2007, p.35).
Además, Boyer (2007) también afirma que “Para muchos niños la caries puede ser severa y puede
afectar el comer, dormir, hablar, jugar y estar preparado para la escuela” (p.5). Por su parte, Escobar,
Ramírez, Franco, Tamayo y Castro (2009) destacan lo siguiente:
La caries dental constituye la enfermedad crónica más prevalente en niños (DHHS, 2000),
está presente desde los primeros años de vida, y por su carácter crónico avanza con la edad
si no se hacen esfuerzos para controlar su progresión (Crall, 2006). Niños con problemas
severos de caries dental en edades tempranas tienen un peso corporal por debajo del ideal y
efectos adversos sobre el crecimiento (Sheiham, 2006), al parecer relacionados con
alteraciones en los patrones de alimentación y sueño. Así mismo, se han reportado
consecuencias negativas en la autoestima del menor y en la percepción de bienestar y
calidad de vida por parte de sus padres (Chen y Hunter, 1996; Acs, Shulman, Ng y Chussid,
1999; Low, Tan y Schwartz, 1999; Thomas y Primosch, 2002; Filstrup et al., 2003; Feitosa,
Colares y Pinkham, 2005; Malden, Thomson, Jokovic y Locker, 2008). (p.21).
1.1- ¿Cómo se reconoce la caries?

Según Rahman (2007) “La apariencia de las caries depende de cuán avanzada esté” (p.36). Del mismo
modo, señala lo siguiente:

La primera señal de desmineralización (disminución de calcio en el diente) es un color


blanquecino sin brillo a la altura de la encía.
Un borde amarillo, marrón o negro alrededor del cuello del diente indica que la
desmineralización ha producido caries.
La caries está en estado avanzado cuando los dientes no son más que unas protuberancias
negruzcas. (p.36).
1.2- ¿Cómo se desarrollan las caries?

Según Rahman (2007) “Los mutantes estreptococos y las especies lactobacilos que pueden producir
ácido láctico son los causantes de las caries” (p.36). Adicionalmente, indica lo siguiente:

Las caries pueden pasar de una persona a otra. Los niños no nacen con estas bacterias, pero
las reciben por contagio a una edad muy temprana. Normalmente la bacteria se pasa de la
madre o del proveedor de cuidado de niños a través de la saliva cuando se comparten
cepillos de dientes, cubiertos, vasos o chupones (chupetes) que se han «limpiado» con
saliva. (Rahman, 2007, p.36).
De igual forma, Rahman (2007) señala que los principales factores que intervienen en la aparición de
caries son cuatro: “Dientes susceptibles, bacterias que producen ácido; hidratos de carbono (líquidos
dulces, jugos, leche artificial para lactancia) fermentados; y el tiempo (cuánto tiempo o con qué
frecuencia están los dientes expuestos al azúcar)” (p.36). Cuando estos factores se combinan “Crean un
medio ambiente para que la bacteria se multiplique rápidamente y produzca ácidos que lentamente
disuelven los minerales de los dientes, y producen caries” (Rahman, 2007, p.36).

1.3- Factores que influyen en el desarrollo de las caries

Rodríguez, Traviesas, Lavanderas y Duque (2009) manifiestan que “Los factores de riesgo asociados
con la caries dental constituyen una probabilidad medible y tienen un valor predictivo en la prevención
de esta enfermedad que la sitúa como la principal causa de pérdida dentaria” (p.1). En la investigación
de Rodríguez et al. (2009) referente a factores de riesgo asociados con la caries dental en niños, estos
concluyeron que los factores de riesgo que más incidieron en la caries dental de un grupo de 240
infantes fueron la dieta cariogénica y la higiene bucal deficiente.

Se debe agregar que Hidalgo, Duque y Pérez (2008) señalan que “El conocimiento de los factores
relacionados con la formación de la caries dental resulta necesario debido a lo extendido que se observa
este problema de salud entre la población de todas las edades” (p.1). En el caso de los niños, Berkowitz
(2003) indica que esta enfermedad dental se ha relacionado con una higiene bucal deficiente y una dieta
inadecuada.

Autores como Tinanoff y Palmer (2000) señalan que, en niños en edad preescolar, la caries se presenta
como resultado de un conjunto de factores, tales como: la presencia de bacterias cariogénicas en los
dientes (principalmente el Streptococcus mutans), los tipos de alimentos, la frecuencia de exposición a
los mencionados microorganismos y la susceptibilidad del diente. Adicionalmente, Berkowitz (2003)
destaca que la gran mayoría de los padres de niños con caries a temprana edad, tienen la tendencia a
sustituir el agua por otro líquido con propiedades cariogénicas, tales como jugos, fórmulas infantiles,
entre otros, en los biberones.

Por su parte, Van Waes, H., y Stöckli, P. (2002), así como Huntington, Kim y Hughes (2002) subrayan
como factores de riesgo de la caries de la infancia temprana (CIT) los factores socioeconómicos, la
falta o ausencia de limpieza dental, el uso del biberón luego del primer año de vida, alimentar del seno
materno a los lactantes durante la noche, o con algún líquido azucarado mediante un biberón, ya sea
durante la siesta o durante la noche.

Se debe agregar que Vaisman y Martínez (2004) resaltan que son muchos los factores que contribuyen
al desarrollo de caries, como por ejemplo la cantidad y composición de la saliva, los hábitos
alimenticios, la cantidad y calidad de la placa bacteriana, la susceptibilidad superficial del diente, la
concentración de fluoruro en la boca y el contenido inductor y protector de caries en los alimentos.
Como factores externos destacan la frecuencia en la ingesta de hidratos de carbono fermentables y el
factor socioeconómico.

1.4- ¿Cómo se puede prevenir la caries?

Según Rahman (2007) “Se puede prevenir las caries porque son infecciones bacteriales causadas por
una bacteria específica” (p.36). Tanto los padres como los proveedores de cuidados infantiles son
agentes importantes en la disminución del riesgo de aparición de caries de la primera infancia, de la
protección de su sonrisa y de su salud bucal y general; esto se puede llevar a cabo mediante la
reducción del riesgo de transmisión de bacterias, la limpieza de los dientes y tomando ciertas medidas
si el bebé o niño usa biberón (Rahman, 2007). En relación con la reducción del riesgo de transmisión
de bacterias, Rahman (2007) hace las siguientes indicaciones a padres y cuidadores:

-Reduzca al mínimo la presencia de bacterias en su boca cepillándose los dientes,


pasándose el hilo dental y visitando a su dentista con regularidad, especialmente cuando
esté embarazada.
-Para que su saliva no entre en contacto con la del niño, evite compartir cucharas con el
niño, masticar el alimento de su bebé o meterse el chupón (chupete) en su propia boca.
(p.36).
Con respecto a la limpieza de los dientes, se tiene que:
-Limpie los dientes a diario con una gasa limpia y húmeda tan pronto como aparezca el
primer diente. Cuando salgan más dientes, utilice un cepillo pequeño de cerdas suaves.
-Cepille los dientes del niño dos veces al día hasta que aprenda a hacerlo solo (a la edad de
4 o 5 años). Luego continúe supervisando para asegurarse de que el niño usa el cepillo y la
pasta de dientes correctamente.
-Haga que los niños se enjuaguen la boca con agua después de las comidas para que salgan
los restos de alimentos que se hayan quedado entre los dientes.
-Lleve al bebé al dentista cuando le salga el primer diente o cuando cumpla 1 año de edad.
(Rahman, 2007, p.36).
Finalmente, en cuanto a las precauciones con el uso del biberón, Rahman (2007) señala las que se
presentan a continuación:

-Amamante a su bebé- es la opción más sana y los niños que se crían con leche materna
corren menos riesgo de tener caries. Si es necesario el uso del biberón, sáquele el biberón
cuando el bebé no quiera más.
-Nunca permita que el niño se quede dormido con el biberón de leche materna, leche
artificial, jugo o líquidos azucarados en la boca.
-Empiece a enseñarle a beber en taza a partir de los 6 u 8 meses de edad. Quítele el biberón
cuando cumpla el primer año.
-Cuando los niños tengan sed ofrézcales agua en vez de jugos de frutas o bebidas dulces.
(p.36).
1.5- La consulta al odontólogo
Contreras et al. (2008) indican que:
La consulta al odontólogo, por lo general, ocurre muy tarde en los niños, siendo realizada
muchas veces sólo cuando se ha establecido un problema dentario (Marques, De Castro,
Vieira y Schneider, 2002), generalmente cuando el paciente presenta dolor o múltiples
lesiones cariosas, lo cual implica tratamientos complejos a una edad muy temprana. Es por
ello que el mantenimiento de la salud oral del infante es una responsabilidad no sólo del
odontólogo también de los demás profesionales de la salud que atienden niños (pediatras),
médicos generales y enfermeras.
Considerando la precocidad de las consultas del bebé al pediatra, se debe tener en cuenta
que dichos profesionales son los primeros en orientar a las madres de los infantes, es por
ello que pasan a tener una importancia fundamental en la promoción de la salud oral y
prevención de la caries dental así como también en el reconocimiento de pacientes con alto
riesgo de caries dental y principalmente en la derivación a una edad temprana al odontólogo
u odontopediatra hecho que demuestra la importancia de una mayor interacción entre el
pediatra (Ramos, 1999), médico general, enfermera y el odontólogo, en beneficio de la
población infantil. (p.29).
2- Alimentación y su relación con la salud bucal

Giménez (2011) destaca que:

En la actualidad se maneja una amplia variedad de información que revela que los azúcares
son los principales elementos de la dieta diaria que influyen en la prevalencia y el avance
de las lesiones de caries, y si bien existe una relación directa entre este tipo de afecciones y
una alimentación rica en hidratos de carbono, también es cierto que se pueden implementar
diversas estrategias, entre las que se deberán incorporar las relacionadas con el seguimiento
de una alimentación adecuada, y así tomar las medidas necesarias para el control de dicha
enfermedad. (p.12).
De igual manera, Giménez (2011) afirma que “Se debe alentar el hábito de una dieta balanceada basada
en la moderación y en la variedad de alimentos de la pirámide nutricional, además de la higiene y los
cuidados dentales para la salud oral” (p.12). Adicionalmente, infiere lo siguiente:

Por otra parte, al hacer un análisis de la alimentación a través del tiempo, se llega a inferir
que las lesiones dentales pueden ser producto de una nutrición moderna, y es esta misma
modernidad la que incita al cuidado dental a través de las publicidades con todo tipo de
productos de higiene donde, por ser algo costosos, en algunos casos, quedan postergados
para su utilidad en los sectores más desfavorecidos. (Giménez, 2011, p.12).
De acuerdo con Touger (2001), la alimentación y la nutrición son fundamentales para un desarrollo
adecuado de los dientes, en todas y cada una de sus fases. En cuanto a los efectos locales de la ingesta
alimenticia, principalmente de los hidratos de carbono fermentables y la frecuencia con la cual son
consumidos, estos contribuyen en la aparición de caries, mediante su influencia en la producción de
ácidos orgánicos por parte de las bacterias que forman la placa.

2.1- Cariogenicidad de los alimentos y su clasificación

Por lo que se refiere a cariogenicidad, Touger (2001) explica que esta apunta a las propiedades
generadoras de caries dental de la ingesta alimenticia, y que, en función a ello, dichos alimentos se
pueden clasificar en cariógenos, cariostáticos y anticariógenos; de acuerdo con dicho autor, cariógeno
es sinónimo de acidógeno, y esto debido a que cuando un alimento acidifica el pH salival al entrar en
contacto con las bacterias de la boca, favorece las condiciones para la aparición de caries.

Expuesto lo anterior, se presenta a continuación una breve explicación de las categorías según Touger
(2001): los alimentos cariógenos son los que estimulan la aparición de caries, puesto que disminuyen el
pH salival a 5,5 o menos, cuando entran en contacto con la placa bacteriana; dentro de este grupo se
ubican los alimentos que contienen hidratos de carbono fermentables. El siguiente grupo, los alimentos
cariostáticos, son aquellos que no son metabolizados por los agentes microbianos que forman la placa
bacteriana durante 30 minutos, por lo que no contribuyen al descenso del pH salival y, por ende, a la
formación de las caries durante este lapso; algunos de este tipo son huevos, pescados, carnes y aves,
verduras, grasas y gomas sin azúcar. En lo que respecta a la última categoría, dicho autor señala que los
alimentos anticariógenos son aquellos que impiden que las bacterias orales detecten un alimento
acidógeno cuando este se consume por primera vez; dentro de esta categoría se pueden ubicar los
quesos y las gomas de xilitol.

A su vez, Vaisman y Martínez (2004) plantean que no es cosa fácil llevar a cabo una investigación de
la cariogenicidad de los alimentos, por la discriminación de los alimentos, la confiabilidad y validez de
pruebas e instrumentos para probar su potencial cariógeno y la combinación de métodos y su
consecuente aceptación para usarlos o no de manera simultánea. Pero, destacan que el diario dietético y
el registro de 24 horas han sido los más empleados.

2.2- Factores que influyen en la cariogenicidad del alimento

Anteriormente se ha explicado lo que es la cariogenicidad y la clasificación de los alimentos en función


a la misma. Hay que mencionar, además, los factores que influyen en ella. Algunos factores señalados
por Touger (2001) que influyen en la cariogenicidad del alimento son la forma, la consistencia, la
adherencia, la composición nutrimental, la sucesión de la ingesta, la combinación de alimentos, la
duración de la exposición y la frecuencia.

Touger (2001) plantea que la forma del alimento es un factor que influye en el tiempo de retención del
mismo en la boca, lo que directamente afecta el tiempo de la actividad productora de ácido, y, por
consiguiente, en la cariogenicidad. Igualmente, manifiesta que la adherencia de los alimentos depende
de su consistencia y de su estado (líquido o sólido), puesto que líquidos y sólidos tienen una baja y alta
adherencia respectivamente. Por otra parte, destaca la composición nutrimental como contribuyente en
la producción de ácidos, como el caso de los lácteos, que, al poseer calcio y fósforo, son alimentos con
un bajo potencial cariógeno.

Adicionalmente, con respecto a la sucesión con que se consumen los alimentos y la combinación de los
mismos, Touger (2001) ejemplifica el caso del plátano, que a pesar de ser un alimento cariógeno por
ser rico en carbohidratos fermentables, al combinarse con cereales y leche, disminuye su
cariogenicidad. Con respecto a la duración de la exposición del diente al alimento, el mencionado autor
destaca los alimentos almidonosos, los cuales son carbohidratos fermentables que mientras más tiempo
estén en la boca mayor será su cariogenicidad, ya que se ven influidos por la acción de la amilasa de la
saliva. Por último, señala la frecuencia como un factor que influye en la cariogenicidad, ya que esta es
directamente proporcional al número de oportunidades para la producción de ácidos que afectan a los
dientes.

Tinanoff y Palmer (2000) manifiestan que el riesgo de la aparición de esta enfermedad dental es mayor
cuando los azúcares son consumidos frecuentemente y si se mantienen retenidos en la boca por mucho
tiempo.

2.3- Hábitos alimenticios

Los alimentos que causan las caries son los carbohidratos fermentables (azúcares de la fruta, de la leche
y de mesa, almidón cocido como panes y galletas) debido a que son sintetizados por las bacterias orales
y producen los ácidos que originan las caries. Sin embargo, a ello se debe agregar que los hábitos
alimenticios representan el factor principal en la aparición o en la prevención de las caries dentales, por
encima del tipo de alimento (Touger, 2001).

Sin embargo, según Lipari y Andrade (2002) todo alimento que posea carbohidratos es potencialmente
cariogénico, siendo la cariogenicidad un índice o medida de dicho potencial para promover la aparición
de caries dental, mas no un valor absoluto que irrefutablemente indique que un determinado
consumidor desarrollará la enfermedad, puesto que la caries es un problema dental que depende de
múltiples factores.

Montero et al. (2011) en su investigación acerca de la prevalencia de caries de la infancia temprana y


su relación con el nivel socioeconómico familiar, concluyeron que “En la dieta infantil, el consumo de
bebidas gaseosas (refrescos) se asoció con el promedio de dientes deciduos con necesidad de
extracción” (p.101). Vaisman y Martínez (2004) resaltan la importancia de que los niños desde edades
muy tempranas desarrollen hábitos alimenticios cuyos patrones de consumo de azúcar sean adecuados,
puesto que, con el tiempo, se vuelven cada vez más resistentes a los cambios.

Además, Vaisman y Martínez (2004) indican que el control de la dieta alimentaria es, conjuntamente
con la higiene bucal y demás medidas preventivas (como el uso de fluoruros), una estrategia de gran
relevancia en la prevención de la caries. También señalan que, en la actualidad, a pesar de que existe
una gran variedad de almidones procesados y carbohidratos sintéticos que ha elevado la ingesta de
hidratos de carbono, también existen edulcorantes no cariogénicos y alimentos con propiedades
anticariogénicas.
Berkowitz (2003) manifiesta que los hábitos alimenticios están relacionados con la caries dental que se
puede presentar durante los primeros años de vida, conocida como caries de la primera infancia (CPI) o
como caries de la infancia temprana (CIT), debido a que se consumen grandes cantidades de azúcares y
con mucha frecuencia, por medio de la alimentación materna y del uso prolongado del biberón.
Bebidas ricas en sacarosa, glucosa y fructosa forman parte de la composición de jugos, fórmulas lácteas
infantiles y cereales. Dichos azúcares son metabolizados por microorganismos que forman parte de la
placa, y los transforman en ácidos, los cuales desmineralizan el esmalte y la dentina, provocando así el
desarrollo de caries.

Vaisman y Martínez (2004) también destacan que evaluar los hábitos dietéticos es de suma
importancia, sobre todo en aquellos infantes que son susceptibles de desarrollar esta enfermedad dental,
y además, mientras mayor sea la frecuencia de las comidas, mayor es el riesgo de que los ácidos
trabajen, puesto que estos últimos son liberados para trabajar en la dentadura 20 a 40 minutos después
de cada comida, y la caries se desarrolla cuando son más los períodos de ácidos que los períodos de
recuperación, donde ocurre una remineralización dental.

2.4- Alimentos con propiedades anticariogénicas

Autores como Touger (2001) y Vaisman y Martínez (2004) alegan que algunos componentes de los
alimentos, tales como el calcio, el fósforo, las proteínas y grasas contribuyen a la protección contra la
caries. De igual forma, Touger (2001) manifiesta que los quesos naturales son considerados como
cariostáticos debido a que al contar con proteínas, fosfatos y calcio protegen la dentadura mediante la
neutralización de los ácidos de la placa bacteriana.

Se debe agregar que Vaisman y Martínez (2004) señalan como alimentos que producen poco descenso
del pH los siguientes: almendras, pepinos, jamón, caramelos sin azúcar, queso gouda, queso
mozzarella, queso brie, queso suizo, nueces, avellanas, pimentón verde, brócoli y apio.

2.5- Algunas recomendaciones

Giménez (2011) indica las siguientes recomendaciones con respecto a la alimentación y su relación con
la salud bucal:

1) Es importante destacar por parte de los profesionales de la salud oral, los beneficios que
ofrece una alimentación saludable y equilibrada sobre la dentadura, además de la higiene
bucal.
2) Desestimar el uso frecuente de alimentos que suelen ser riesgosos para la salud bucal y
que además no son para nada nutritivos, por ejemplo: chicles, caramelos, gaseosas,
golosinas en general.
3) Utilizar el examen dental de rutina como una evaluación que provea precauciones de
desórdenes alimenticios y de problemas de tejidos blancos. (p.80).
Por otra parte, Vaisman y Martínez (2004) señalan que debido a la influencia que tienen los hábitos
dietéticos y la alimentación del infante en la aparición o prevención de las caries, es imprescindible que
durante el examen clínico se investigue la dieta, principalmente en aquellos niños con alto riesgo de
desarrollar caries y en los que presenten una actividad de caries elevada. Para ello, plantean como
interrogantes de interés la frecuencia de las comidas, las cantidades y concentraciones de sacarosa e
hidratos de carbono fermentables, la eliminación de azúcares y consistencia de los mismos, si consume
o no sustitutos del azúcar y también algún elemento protector y favorable a la dieta anticariogénica.

Además, Vaisman y Martínez (2004) manifiestan que es de suma importancia que los padres
supervisen y controlen el consumo de golosinas y dulces, y que además los niños tengan una dieta
balanceada, haciendo énfasis en la ingesta de alimentos no cariogénicos, pero sin comprometer los
requerimientos desde el punto de vista nutricional para su salud a nivel general. También, dichos
autores apuntan que trae mejores resultados el impartir educación en salud dental a los padres y que
estos fijen rutinas correctas en sus niños desde la infancia, que tratar de modificar malos hábitos
después de ser establecidos.

De igual forma, Vaisman y Martínez (2004) hacen las siguientes recomendaciones a modo de
asesoramiento dietético: en principio, promover una dieta balanceada mediante la combinación y
secuencia de los alimentos y su influencia en la prevención de caries dental; seguidamente las
combinaciones propiamente dichas de los alimentos, en función de disminuir el potencial acidogénico
de los mismos; también establecer como máximo cuatro meriendas diarias, a manera de reducir los
períodos de acidificación del pH salival, sustituyendo alimentos cariogénicos por no cariogénicos entre
las comidas. En ese sentido, también sugieren que se deben seleccionar alimentos que produzcan poco
descenso del pH. Otra recomendación de dichos autores es evitar ingerir dulces entre las comidas y
utilizar sustitutos del azúcar, especialmente considerando al xilitol en forma de goma de mascar.

Boyer (2007) hace las siguientes recomendaciones a los padres para una alimentación sana de sus hijos,
para que estos puedan gozar de un buen estado de salud bucal. Dichas recomendaciones fueron
elaboradas para tres grupos de niños según sus edades. El primer grupo incluye a los bebés de 0 a 12
meses, para los cuales sugiere lo que se plantea a continuación:

-Si el bebé necesita el biberón antes de dormir, dele agua solamente.


-Nunca coloque cosas para sostener el biberón, cuando deba alimentar al bebé. Después de
que salga el primer diente, limite la alimentación del bebé de 3 a 4 horas.
-A los 6 meses, ofrezca jugo y agua en taza.
-Diluya los jugos con agua porque los jugos contienen gran cantidad de azúcar. Limite el
consumo de jugos.
-Si el bebé se alimenta solo con biberón, después de los 6 meses comience a destetar al
bebé y anímelo a tomar en taza. (Rahman, 2007, p.44).
Para el segundo grupo, los niños de 12 a 36 meses, se indican las siguientes pautas:

-A los 12 meses destete al bebé.


-Anime al niño en edad de aprender a caminar a beber solamente en taza.
-Ofrezca meriendas (tentempiés) saludables, tales como: queso, apio, zanahoria, frutas
crocantes, galletitas saladas, yogurt. Ofrezca bebidas tales como la leche y el agua.
-Diluya los jugos con agua porque los jugos contienen gran cantidad de azúcar. Limite el
consumo de jugos. (Rahman, 2007, p.44).
Para la tercera categoría, niños de 3 a 5 años de edad, se recomienda tomar en cuenta las directrices
presentadas a continuación:

-A los 3 años, el niño debe estar completamente destetado del biberón y beber en taza.
-Motive a los niños que beban agua fluorada de la llave, en vez de beber jugos o refrescos,
porque estos tienen poco valor nutritivo.
-Elija meriendas (tentempiés) saludables que tienen poca azúcar.
-Limite las meriendas (tentempiés) de 3 a 4 por día en los niños mayores.
-Limite el consumo de jugos, jugos en cartón y de meriendas (tentempiés) dulces o
pegajosas.
-Después de comer alimentos que promuevan las caries, cepille los dientes del niño, o haga
que se enjuague la boca con agua. (Rahman, 2007, p.44).
3- Higiene oral

Walsh (2007) manifiesta que:

El cuidado bucal diario es una de las cosas más importantes que podemos hacer para
prevenir las caries dentales en la primera infancia. Al prevenir las caries dentales en los
niños, conservamos sonrisas saludables y los salvamos del dolor y trauma del trabajo
dental. La prevención también ayuda a ahorrar a las familias de los niños importantes
cantidades de tiempo y dinero. (p.31).
Luján, Luján y Sexto (2007) señalan que la higiene es un factor de riesgo de aparición de caries dental.
Además, resaltan que son diversos los estudios que confirman que tener una buena higiene bucal
impacta de manera positiva la futura salud dental, así como también destacan que son muchos los
investigadores que han confirmado que una mala higiene bucal se encuentra fuertemente relacionada
con el desarrollo de esta enfermedad dental, razón por la cual se hace necesario corregir los hábitos de
higiene inadecuados para la prevención de las caries. Por ello, resaltan la importancia que tiene la
educación en la prevención de caries, la cual debe iniciar en el hogar con la participación y supervisión
de los padres, y continuar en la escuela mediante el apoyo de maestros y auxiliares. Una de las
prácticas que estos autores recomiendan es el cepillado dental adecuado y la utilización de dentríficos
fluorados.

El cepillado de dientes remueve la placa, mantiene la boca limpia y saludable, y mejora el


aliento del niño y el sentido gustativo. Además, usar pasta dental con fluoruro ayuda a
combatir las caries a la vez que fortifica los dientes. Las investigaciones recientes
demuestran además que el cepillado regular puede ayudar a proteger el corazón de
infección bacterial. (Rahman, 2007, p.34).
En este sentido, Rahman (2007) plantea que “La buena higiene bucal es importante y recomendada
para los niños de todas las edades y desde el momento que aparece el primer diente” (p.34). Así mismo,
resalta la efectividad del cepillado en la remoción de la placa bacteriana:

La placa dental es una película clara, delgada y pegajosa compuesta de bacterias, desechos
de comida y componentes de saliva. La placa se acumula en los dientes y está asociada con
las caries dentales y con las enfermedades de las encías. El remover la placa
mecánicamente con el cepillado es el método más efectivo para la limpieza de los dientes y
la prevención de enfermedades de las encías. (Rahman, 2007, p.34).
Establecer un programa diario de higiene bucal les genera los siguientes beneficios a los niños, según
Walsh (2007):

-Quitar partículas de comida de las encías y los dientes.


-Exponer a los niños a las propiedades del fluoruro de fortalecimiento de los dientes.
-Establecer el cuidado bucal como un hábito diario importante. (p.31).
Se debe agregar que Medina et al. (2006) señalan lo siguiente acerca de los resultados de su
investigación de las desigualdades socioeconómicas en la salud bucal:

Por otro lado, la frecuencia de cepillado dental y los hábitos de higiene bucal han sido
consistentemente asociados a la caries dental, en diversos estudios, (Segovia, Estrella y
Medina, 2005; David, Wang, Astrom y Kuriakose, 2005; Wennhall, Martensson,
Sjunnesson, Matsson, Schroder y Twetman, 2005; Mattila et al., 2005) como en el nuestro
se observa que los sujetos que se cepillan con mayor frecuencia tienen menor riesgo de
presentar caries dental; esta asociación está mediada por la eliminación de la placa
dentobacteriana, que es un factor etiológico de la caries dental. (p.302).
3.1- Algunas recomendaciones

Según Walsh (2007) el tipo de cuidado bucal diario en niños “Depende de la edad y si tienen dientes o
no. Tanto los padres como las personas a cargo del cuidado del niño, necesitan saber qué nivel de
cuidado bucal se recomienda para los niños durante su crecimiento” (p.31).

Boyer (2007) hace las siguientes recomendaciones, tanto para padres como para los cuidadores de los
niños, para mantener los dientes limpios y fuertes en los infantes, en función de tres rangos de edad: de
0 a 12 meses, de 12 a 36 meses y de 3 a 5 años. Para niños de 0 a 12 meses, Boyer (2007) recomienda
lo siguiente:

-Limpie la boca con un trapo limpio y suave o use una gasa desechable, aún antes de que
salga el primer diente.
-Vea si hay manchas blancas o cafés (caries).
-Limpie el chupón (chupete) con agua y no con saliva.
-Evite masticar alimentos antes de dárselos al bebé y no comparta los utensilios de cocina,
cepillos de dientes, etc.
-Los padres pueden masticar chicle de xylitol sin azúcar para prevenir que los gérmenes
pasen a los bebés.
-Demuestre a los padres y proveedores de cuidado de niños dónde y cómo ubicarse para
facilitar el cepillado de dientes de los niños.
-Eduque a los padres sobre la importancia de encontrar un hogar dental: la primera visita al
dentista debe ser al primer año de edad. Provéales una lista de los dentistas locales;
especialmente aquellos dentistas con experiencia pediátrica (…).
-Anime a los padres a que hablen con su médico principal (PCP por su sigla en inglés)
sobre la salud bucal. (p.29).
Para niños de 12 a 36 meses, Boyer (2007) indica lo siguiente:

-Cepillar con cepillo suave.


-Coloque el cepillo a la altura de las encías, en un ángulo de 45 grados. Cepille cada diente
y la lengua haciendo pequeños círculos con el cepillo.
-Cepillar por dos minutos.
-Fíjese si hay manchas blancas o cafés (caries).
-Limpie el chupón (chupete) con agua y no con saliva.
-Los padres pueden masticar chicle de xylitol sin azúcar para prevenir que los gérmenes
pasen a los niños.
-Eduque a los padres sobre los beneficios de las visitas al dentista y el barniz de fluoruro.
-Provéales una lista de los dentistas locales.
-Demuestre a los padres y proveedores de cuidado de niños dónde y cómo ubicarse para
facilitar el cepillado de dientes de los niños.
-Proveer porta cepillos (vea los ejemplos en la página 30).
-Anime a los padres a que hablen con su médico principal (PCP por su sigla en inglés)
sobre la salud bucal. (p.29).
Con respecto a los niños de 3 a 5 años de edad, se tiene que:
-Cepillar con cepillos suaves.
-Reparta bolitas de pasta dental con fluoruro del tamaño de un chícharo.
-Permita solamente al personal a repartir la pasta con fluoruro.
-Coloque el cepillo a la altura de las encías, en un ángulo de 45 grados. Cepille cada diente
y la lengua haciendo pequeños círculos con el cepillo.
-Cepillar por dos minutos.
-Vea que no tenga manchas blancas o cafés (caries).
-Eduque a los padres sobre los beneficios de las visitas al dentista y el barniz de fluoruro.
-Provéales una lista de los dentistas locales.
-Proveer porta cepillos (…). (Boyer, 2007, p.29).
4- Factores socioeconómicos

Para Gavito, Magaña y Fragoso (1998) en países en vías de desarrollo, la caries representa una
problemática de la salud pública, siendo las comunidades de estrato socioeconómico bajo las más
afectadas por esta enfermedad dental, debido, entre otras cosas, a la falta de programas de prevención
enfocados a las mismas. Montero et al. (2011) en su investigación referente a la caries de la infancia
temprana y el nivel socioeconómico familiar, señalan que “Se encontró relación entre la presencia de
caries de la infancia temprana y el nivel socioeconómico familiar correspondiente con la escolaridad
paterna y materna” (p.101).

En este sentido, Medina et al. (2006) en su investigación acerca de las desigualdades socioeconómicas
y su relación con la salud bucal, concluyeron lo siguiente:

Con base en los resultados obtenidos, se observó en general que los niños de menor
posición socioeconómica tuvieron mayor experiencia, prevalencia y severidad de caries
dental, tanto en la dentición temporal como la permanente. Las discrepancias encontradas
de los indicadores de caries a través de las variables independientes de interés ponen en
evidencia las desigualdades sociales en salud bucal entre grupos viviendo en localidades
contiguas. Además, es necesario resaltar el beneficio sobre la salud bucal de los niños de
menor posición socioeconómica que tendría el mejorar el acceso a los servicios de salud
bucal, a través de la reducción o eliminación de barreras. De forma paralela, la salud bucal
podría ser utilizada como un indicador cuando se estudian las desigualdades en salud.
(p.302).
De un estudio realizado por Jensen y Hermosillo (1983) a 4866 niños y adultos pertenecientes a cinco
zonas marginadas de los alrededores de la ciudad de México, se obtuvo que el índice de prevalencia de
caries en niños menores a ocho años de edad era muy elevado, rondando el 95% de niños afectados.

Adicionalmente, Escobar et al. (2009) indican que:

La complejidad del proceso de caries dental en la primera infancia involucra factores


socioeconómicos y culturales tales como pobreza, precarias condiciones de vida, bajo nivel
educativo de los padres, estilos de vida y limitaciones en el acceso y disponibilidad de los
servicios de salud bucal. (Ismail, 2001; Selwitz, Ismail y Pitts,2007; Aida, Ando, Oosaka,
Niimi y Morita, 2008). Estos determinantes explican las enormes diferencias entre grupos y
países (Mouradian, Wehr, Crall, 2000; Antunes, Frazao, Narvai, Bispo y Pegoretti, 2002;
Antunes, Narvai y Nugent, 2004) y hacen que la enfermedad se convierta en un reto mayor
en las poblaciones marginadas socialmente y en desventaja (Petersen, 2005). (p.22).
Cabe destacar que dichos autores, Escobar et al. (2009), llevaron a cabo una investigación para
identificar la magnitud y severidad de la caries dental en niños de 1-5 años del barrio Moravia, un
asentamiento urbano de bajos ingresos de la ciudad de Medellín, Colombia. De la misma concluyeron
que “La población estudiada tuvo niveles de caries dental mayores que otros grupos, aún en la misma
ciudad, lo cual refleja la polarización de la enfermedad en una población marginada con condiciones de
vida precarias” (p.21). Del mismo modo, señalan que “Los resultados muestran que el 77.8% de los
niños entre uno y cinco años de edad tiene experiencia de caries dental; la enfermedad está presente
desde el primer año de vida en un tercio de los niños y afecta al 73.3% a los cinco años de edad”
(Escobar et al., 2009, p.25).

Por otra parte, Córdova, Santa María y Requejo (2010) determinaron la prevalencia de caries y estado
nutricional en 116 niños con edades comprendidas entre 3 y 5 años, pertenecientes a aldeas infantiles
SOS en Chiclayo, Perú. De esta investigación, concluyeron que:

La prevalencia de caries dental hallada (63,79%) puede ser el reflejo de los hábitos de
higiene inadecuados, consumo inadecuado de alimentos, falta de educación, carencia de
medios de saneamiento básico y la falta de atención de los servicios odontológicos,
características de este tipo de poblaciones; ya que el nivel socioeconómico es uno de los
factores que condicionan el estado de salud bucal, haciendo que niños de comunidades de
escasos recursos tengan un nivel significativamente mayor de caries dental que aquellos
niños provenientes de familias con ingresos promedio (Locker, 2000; Mouradian, Wehr y
Crall, 2000; Kanellis, 2003). (Córdova et al., 2010, p.62).
También, Hadad y Del Castillo (2011) realizaron una investigación enfocada en la relación entre los
determinantes sociales de salud desde la perspectiva de la madre (como el ingreso económico, nivel de
educación, empleo, condiciones de vivienda, saneamiento ambiental y acceso a servicios de salud) y la
experiencia de caries dental en una muestra de 30 escolares del Distrito de Canta, Lima. Concluyeron
que existió relación moderada entre los mismos y la aparición de caries en los niños.

Además, González, Sánchez y Carmona (2009) en su investigación enfocada a la descripción de la


ocurrencia de caries en niños preescolares, utilizando como muestra 238 niños con edades
comprendidas entre 3 y 5 años pertenecientes a La Boquilla, Cartagena, obtuvieron que “La prevalencia
de caries fue de 60%, siendo mayor para los niños de 5 años. Los factores asociados de mayor
ocurrencia fueron los padres con escolaridad inferior a secundaria y la experiencia de caries” (p.620).

Así mismo, González et al. (2009) destacan lo siguiente:

En cuanto al riesgo que representan los hogares con padres separados o madre soltera, estos
resultados son similares a los obtenidos por Schwartz (1995) el cual refiere que el
rompimiento del núcleo familiar es un componente de mayor estrés psicosocial y este
puede deberse a muerte de alguno de los padres, separación o divorcio de la pareja,
afectándose el comportamiento de los niños, viéndose reflejado en su salud. En este
aspecto, según Febres (1997) y Finlayson (2007) es característico encontrar en ausencia de
autoridad de los padres mucha manipulación y control, relaciones viciadas, sobreprotección
y descuido. Además, la mayoría de los casos los niños que viven con un único padre
conviven en circunstancias económicas inestables, disminuyéndose la posibilidad de tener
acceso a servicios de salud e invertir en herramientas preventivas. (p.628).
Hay que mencionar que Rahman (2007) considera que los niños más vulnerables a desarrollar caries
dentales son los niños de núcleos familiares de escasos recursos, debido a que no gozan de cuidados
dentales de prevención.

Finalmente, Villalobos et al. (2007) afirman que:

Existe amplia evidencia que sugiere que la posición dentro de la estructura social es un
fuerte predictor tanto de morbilidad como de mortalidad. Además, es aceptada la existencia
de una asociación entre el estado de salud y el estatus social; en general individuos de
mejor nivel socioeconómico disfrutan de mejor salud (Kawachi, 2000; Lynch y Kaplan,
2000) (…) El mecanismo exacto por el cual la salud y la posición socioeconómica se
asocian no es muy claro, debido a que esta última variable es un constructo
multidimensional (Laaksonen et al. 2005). (p.265).
5- Programa “Argentina Sonríe”

El plan “Argentina Sonríe”, anunciado en diciembre del año 2014 por la entonces presidenta de la
República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, estaba direccionado a mejorar la situación de
aquellas personas que en algún momento de sus vidas sufrieron la extracción de una pieza dental, pero
que por su condición socioeconómica no pudieron costearse una prótesis, de manera que muchos de
ellos sufrieron el impacto psicológico y social negativo que ello significaba, así como también una
inadecuada nutrición (Programa Argentina Sonríe: más de 100 pacientes buscan recibir su prótesis,
2015).

El programa tenía como objetivo principal llevar atención bucodental totalmente gratuita hasta los
lugares más recónditos del territorio argentino, cumpliendo así con el derecho a la salud de todos los
ciudadanos. Su nombre “Argentina Sonríe”, se debía a que se esperaba a través de este plan que todos
los argentinos de bajos recursos pudieran sonreír con dignidad. La atención odontológica incluía
limpieza, arreglo de caries, tratamiento de conducto, extracciones y escáner y colocación de prótesis
dentales (Argentina Sonríe, plan nacional de salud bucal gratuito, 2014).

Cabe destacar que dicho programa contaba con una serie de unidades móviles equipadas con tecnología
médica robótica 3D, que viajaban a lo largo y ancho del territorio argentino, llevando a cabo
actividades de prevención, atención y rehabilitación odontológica (Programa Argentina Sonríe: más de
100 pacientes buscan recibir su prótesis, 2015).

De igual manera, el programa también trabajaba mancomunadamente con diversos centros de salud
adscritos al ministerio de Salud de la Nación, conocidos como Centros de Atención Primaria de la
Salud (CAPS) donde se daba inicio a la historia clínica de cada paciente. Luego de que la boca del
paciente estuviera libre de problemas odontológicos como caries o gingivitis, la persona era
considerada como apta para continuar el proceso para la prótesis dental, e iniciar el tratamiento en los
camiones (Programa Argentina Sonríe: más de 100 pacientes buscan recibir su prótesis, 2015).

Las 30 unidades móviles con las que contaba el programa, tenían capacidad para cubrir más de dos
millones de atenciones odontológicas anuales a las comunidades más desfavorecidas de Argentina.
Dicha flota de unidades móviles, estaba distribuida en 10 unidades para rehabilitación, 12 unidades de
primer nivel de atención y 8 unidades de traslado (Argentina Sonríe, plan nacional de salud bucal
gratuito, 2014).

En la actualidad, el programa no se ha eliminado de manera oficial, sino que desde el nuevo gabinete
presidencial se refieren a que los operativos que les otorgaban atención odontológica y prótesis
gratuitas a argentinos de bajos recursos a través de “Argentina Sonríe”, se encuentran suspendidos.
Además, hay más de 2000 argentinos en espera de poder continuar con sus tratamientos odontológicos
y el personal encargado está a la espera de una respuesta oficial (Se nos ríen en la cara: Macri
suspende el Programa Argentina Sonríe, 2016). A continuación, se presenta una infografía acerca del
proceso de rehabilitación bucodental integral, perteneciente al programa “Argentina Sonríe”.

Fuente: Se nos ríen en la cara: Macri suspende el Programa Argentina Sonríe (2016)
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