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ESTUDIOS BÍBLICOS ELA:


REMANDO CONTRA LA
CORRIENTE
(1RA PEDRO)
STANFORD ORTH
A menos que se indique lo contrario,
todas las citas bíblicas están tomadas de la
versión Reina-Valera 1960
© 1991 por
EDICIONES LAS AMÉRICAS, A.C.
Domicilio: Prol. Reforma 5514,
72130 Puebla, Pue., México
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Todos los derechos reservados
Prohibida la reproducción parcial o total
ISBN 968-6529-00-4
CONTENIDO
1. ¡Hostilidad!
(1 Pedro 1:1–5)
2. Sometidos a prueba
(1 Pedro 1:6–12)
3. ¡Santidad!
(1 Pedro 1:13–21)
4. El Pueblo de la Palabra
(1 Pedro 1:22–2:3)
5. Piedras Vivas
(1 Pedro 2:4–10)
6. Extranjeros y Ciudadanos
(1 Pedro 2:11–17)
7. Las Pisadas del Pastor
(1 Pedro 2:18–25)
8. El Matrimonio que Vive Sabiamente
(1 Pedro 3:1–7)
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9. El Triunfo
(1 Pedro 3:8–22)
10. El Tiempo que Resta
(1 Pedro 4:1–11)
11. Sorpresa
(1 Pedro 4:12–19)
12. Gracia para los Humildes
(1 Pedro 5:1–14)

1 PEDRO
ENTE TIENE EL DEBER DE LA SUMISION AUNQUE SUFRA EL CREYENTE QUE SUFRE POR SU BUENA CONDUCT
CIAS 2:11–3:12 BENDECIDO
3:13–4:19
aciones para dar buen testimonio en el mundo 2:11–12 Si el cristiano hace el bien, triunfará 3:13–22
nos han de someterse a las autoridades 2:13–17 No ha de temer, sino confiar en Dios 3:13–17
el Señor 2:13 Jesucristo sufrió injustamente y triunfó 3:18–22
jueces 2:14 El creyente ha de tener una nueva conducta 4:1–6
s no cristianos no murmuren 2:15 Porque murió al pecado 4:1
emos servir a Dios 2:16–17 Para hacer la voluntad divina 4:2–3
a de someterse a su amo 2:18–25 Para testificar a los no creyentes 4:4–6
o aun cuando sufrimos injusticias 2:18–20 El creyente ha de tener una buena conducta a la luz de la ven
o seguir el ejemplo de Jesús 2:21–25 4:7–11
ges han de sujetarse el uno al otro 3:1–7 Andar con Dios 4:7
e ha de vivir pacíficamente 3:8–12 Amar a los creyentes 4:8–9
Servir a Dios 4:10–11
La conducta trae consecuencias 4:12–19
El sufrir por obedecer 4:12–14
El sufrir por desobeceder 4:15–19

1
¡Hostilidad!
1 Pedro 1:1–5
Corría el año 64 d.C. en la ciudad de Roma. Ese verano, un incendio destruyó gran
parte de ella. Muchos creían que el mismo emperador Nerón era responsable del siniestro.
Sin embargo, para evitar el odio del pueblo, el soberano culpó de la tragedia al pequeño
pero creciente grupo de los llamados cristianos, dando inicio así a una época de tremenda
persecución contra ellos a todo lo largo y ancho del imperio romano.
Hasta entonces, el cristianismo se había considerado como una secta procedente del
judaísmo, religión que las autoridades toleraban. No obstante, fue precisamente en esa
época que el movimiento tomó su identidad singular y fue terminantemente prohibido. De
repente, los creyentes empezaron a ser considerados como criminales, lo que provocó olas
de represión y persecución por causa de su fe.
En tales circunstancias, el apóstol Pedro sintió la necesidad de escribir esta carta. Los
destinatarios se hallaban muy lejos de Roma porque eran habitantes de Asia Menor.
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Probablemente por eso todavía no experimentaban la persecución en forma grave, pero sí


eran objeto de hostilidad y burlas por parte de sus coterráneos. El escritor les advierte que
tendrían que soportar sufrimientos mayores.
Pocos años después, tanto Pablo como Pedro fueron ejecutados en la misma ciudad
imperial a consecuencia de las persecuciones de Nerón.
AUTOR Y FECHA
El escritor se identifica en el primer versículo como “Pedro”. El contenido de la
enseñanza también manifiesta que él es el legítimo autor porque se asemeja a los mensajes
que dio en el libro de los Hechos. Asimismo, algunos pasajes de la carta muestran que
conoció personalmente la vida de Jesús.
Algunos han argumentado que es imposible que Pedro, que era pescador en Galilea y
que no había tenido ninguna educación formal, se expresara en lenguaje tan rico y estilo
literario tan elevado. No obstante, había predicado y enseñado en el mundo griego por
muchos años antes de enviar la carta. Además, es muy factible que Silvano (5:12) no
solamente fuera el mensajero que entregó la misiva, sino que también fuera su secretario y
posiblemente contribuyera a la redacción de la misma.
La carta fue enviada aproximadamente por el año 63 o 64, tal vez un poco después del
inicio de las persecuciones de Nerón.
Se conocen más datos acerca de las experiencias y personalidad de Pedro que de los
demás discípulos de Jesucristo. Es provechoso estudiarlas en los evangelios y darse cuenta
de su posición de liderazgo. Era el vocero de los apóstoles y mostraba entusiasmo y lealtad
para Jesús y su misión.
No obstante esto, es evidente que no había comprendido lo que Jesús enseñaba sobre el
sufrimiento y no aceptaba que el Señor tuviera que padecer ni que sus seguidores tuvieran
que sufrir. No fue sino hasta después de la resurrección que Pedro manifestó una
comprensión más clara del propósito redentor de Jesucristo mostrando un valor
extraordinario. Había sido profundamente transformado. Al escribir esta carta ya tenía
treinta años de experiencia en el ministerio por lo que habla con gran madurez acerca de los
padecimientos en la vida de los cristianos.
Después del concilio de Jerusalén (Hechos 15), el Nuevo Testamento no menciona
mucho acerca de las actividades de Pedro. Probablemente trabajó en Asia Menor, en las
zonas que se mencionan en 1:1, Ilegando a Roma en los últimos años de su vida.
SITUACION HISTORICA
Primera de Pedro está dirigida a los cristianos que vivían en cinco de las provincias
romanas (1:1) situadas en lo que ahora es el país de Turquía y la misiva debía hacerse
circular entre todas las congregaciones de esa región
El contenido indica que los destinatarios no estaban experimentando persecuciones
insoportables y que todavía las autoridades locales premiaban la buena conducta. Sin
embargo, Pedro les advierte de persecuciones futuras más serias. De esto entendemos que
posiblemente los cristianos de Roma ya sufrían el furor de Nerón pero la ola de represión
no había Ilegado a las provincias lejanas donde vivían los recipientes de este mensaje.
En 5:13, Pedro manda saludos de los que están en “Babilonia”. A través de los siglos se
ha discutido si se refería esa ciudad específicamente, la cual estaba situada al margen del
Río Eufrates, o a la Roma imperial. En épocas posteriores, algunos Ilamaron a ésta última
con el nombre de la primera. Si Pedro escribe desde Roma y las persecuciones ya habían
comenzado en esa capital, esto explicaría que Pedro usara la palabra como una clave para
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que no se supiera dónde estaba. Sabemos que vivió en Roma los últimos años de su vida
donde según las tradiciones, murió crucificado cerca del año 67 d.C.
PROPOSITO Y TEMA DE LA CARTA
El autor se dirige a creyentes que estaban bajo presión por parte de la sociedad en que
vivían. Además, sabía que la situación empeoraría por lo que les escribe para enseñarles
como debían conducirse bajo esas circunstancias difíciles. Cuando uno vive en un ambiente
hostil, la prioridad es sobrevivir y tratar de actuar y hablar de tal manera que se evite en lo
posible el peligro. Es un desafío muy grande honrar a Dios en medio de circunstancias
adversas. Junto con estas instrucciones va el propósito de animarles.
HOSTILIDAD > SUFRIMIENTO > GLORIA
Con lo anterior en mente, analiza la relación que existe entre el sufrimiento y la gloria,
haciendo hincapié en la agonía de Cristo y la victoria que resultó de ella. La carta relaciona
la doctrina cristiana con la conducta del creyente basándose en el ejemplo del Hijo de Dios
y enseña que el padecimiento es normal y algo que debe esperarse. La conducta santa y
paciente que nuestro Señor demostró en medio del tormento es el modelo que debemos
seguir. Después de las penas, Dios promete victoria y gloria a los que sufren por su nombre.
ORGANIZACION DEL LIBRO
Después de un breve saludo (1:1–2), el autor desarrolla su enseñanza en cuatro etapas.
En primer lugar, Pedro enseña que el cristiano que sufre debe recordar y tener la
certidumbre de que en el futuro, recibirá grandes bendiciones.
A continuación incluye una sección de exhortaciones acerca de las responsabilidades de
quienes experimentan la hostilidad de los demás. El énfasis está en que el creyente necesita
ser humilde y tratar de seguir haciendo el bien a los que están en su contra.
La tercera sección afirma que el creyente no debe ser acusado de mala conducta, sino
por el bien que hace y que ha de sentir gozo por ello, sabiendo que Dios le dará bendición
porque padece por ser cristiano. La carta termina con una serie de instrucciones para los
líderes, los jóvenes y la congregación en general.
Salutación 1:1–2
I. El creyente que sufre debe recordar su esperanza y ministerio. 1:3–2:10
II. El creyente tiene el deber de permanecer sumiso aunque sufra injusticias. 2:11–3:12
III. El creyente que sufre por su buena conducta será bendecido. 3:13–4:19
IV. El autor explica los deberes de una comunidad que pasa por pruebas. 5:1–11
Conclusión 5:12–14
VIVA SEGURO EN UN MUNDO INCIERTO 1:1–5
Los versículos 1–2 del primer capítulo son la salutación y es en donde se identifican al
autor y los destinatarios. Asimismo se describen las circunstancias problemáticas en que
vivían quienes reciben la carta. Generalmente, dispersión se refería a los judíos que desde
los tiempos del exilio en Babilonia vivían fuera de Palestina. Pero aquí se refiere a todos los
cristianos (judíos y gentiles) esparcidos por las cinco provincias romanas del norte de Asia
Menor.

¡PENSEMOS!
Cuando una persona viaja a un país extranjero, ¿Cuáles
son los factores que le hacen sentir inseguro? ¿Qué cosas le
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pueden ayudar para que se sienta tranquilo, aunque esté


lejos de su hogar o país?

Rechazados por el mundo (v. 1).


Los judíos cristianos habían sido literalmente expatriados y tenían que vivir lejos de su
nación. De la misma manera, a todos los creyentes nos pasa lo mismo en lo espiritual.
Primera de Pedro 2:11 y Hebreos 11:13 enseñan que somos “extranjeros y peregrinos en la
tierra” porque vivimos lejos de nuestra patria celestial en donde se encuentra nuestra
verdadera ciudadanía.
Por esa razón, tenemos que habitar en medio de una sociedad que no nos acepta; en un
mundo que no ofrece seguridad. Todo cristiano está expuesto a los caprichos de otros y a
peligros e injusticias de parte de los que no honran a Dios. Cristo dijo: “Si el mundo os
aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el
mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por
eso el mundo os aborrece” (Juan 15:18–19).
Escogidos por Dios. (v. 2).
El creyente no encuentra su identidad y sentido de pertenencia en el mundo que lo
rodea, pero tiene la seguridad de que Dios lo ha seleccionado para ser de él y darle una
ciudadanía en el cielo. Cuando se siente sólo y perdido dentro de la gran masa de una
sociedad que no lo entiende y que está en su contra, debe recordar que Dios se fijó en él, lo
escogió y lo amó; es un tesoro que el Señor ha tomado para sí mismo.
Este versículo especifica los pasos sobrenaturales que el Altisimo dio con el fin de
salvarnos, indicando que cada una de las personas de la divina Trinidad participó en ese
proceso.
1) El Padre seleccionó al individuo para salvarlo: fue elegido según la presciencia de Dios.
2) El Espíritu Santo nos apartó para el Padre Celestial y obró para llevarnos a creer en Cristo
iniciando el proceso de santificación.
3) El resultado de la obra del Padre y del Espíritu, es que el individuo respondió al llamado a
la salvación y obedeció a ese llamamiento (1:22).
4) La sangre de Jesucristo se “roció”, o derramó en su muerte para limpiar o perdonar los
pecados.
ESPIRITU SANTO JESUCRISTO
Apartados Perdonados
La presciencia de Dios no sólo enseña que él sabía de antemano quien sería salvo. En la
Biblia esto significa que así lo decidió desde antes de la creación del mundo (2
Tesalonicenses 2:13–14, Efesios 1:4–5; compare la palabra “conocer” en Amós 3:2, Hechos
2:23 y Romanos 11:2). Es un misterio que no se comprende totalmente, porque las
Escrituras enseñan también que el individuo necesita oír el evangelio y confiar en Cristo
como su Salvador. No fue el hombre el que tomó la iniciativa para buscar a Dios, sino que
él nos buscó primero. Siempre hay que recordar que la salvación comenzó con el Creador y
depende únicamente de él.
El creyente se siente maravillado, con actitud de gratitud y adoración cuando se da
cuenta de que es objeto especial del amor y selección del Rey del Universo y porque las
tres divinas personas intervienen realizando una serie de obras esenciales para que cada
individuo llegue a conocer a Cristo. Sólo por esta maravillosa obra de la gracia de Dios
puede un hombre o mujer pertenecer al Señor y llegar a ser ciudadano del cielo (Filipenses
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3:20). Por eso debemos sentirnos seguros y animados aun en medio de la hostilidad que
encontramos en el mundo.

¡PENSEMOS!
Lea los versículos 3–5 y busque las respuestas a las
siguientes preguntas: ¿Qué derecho tiene el creyente de
recibir una herencia? ¿Qué impulsó a Dios a salvarnos?
¿Dónde está la herencia? ¿Cuándo la recibiremos? ¿Qué nos
asegura la herencia?

Hechos hijos de Dios (v. 3).


Esperanza es una palabra clave en este versículo. El que está en peligro y se siente
inseguro e intranquilo, la necesita urgentemente. Esta cualidad no da lugar a dudas, como la
persona que dice “Espero que así sea”. La esperanza como se usa en la Biblia es algo
concreto que Dios ha prometido y por lo tanto, respalda y es segura. Puesto que el Señor
afirma esto, entonces cada cristiano puede sentirse maravillosamente optimista con respecto
al futuro. Si el presente no nos ofrece seguridad y optimismo, entonces necesitamos esperar
algo bueno en los días que vendrán. ¡El cristiano tiene un porvenir maravilloso! Enseguida
veremos por qué.
Pedro alaba a Dios en el versículo 3 porque él hizo un milagro especial. Nos hizo nacer
de nuevo cuando confiamos en Jesucristo como nuestro Salvador. Su enorme compasión
condescendió con los necesitados y decidió regenerarnos (Juan 3:7, 2 Corintios 5:17). Esta
misericordia es amplia y suficiente para cubrir cualquier necesidad del hombre o la mujer
por más pecadores que sean.
Pedro habla de la resurrección de Cristo como el único medio de la salvación; además
por su muerte nos dio nueva vida. Eramos esclavos del pecado, pero gracias al sacrificio y
resurrección de nuestro Redentor, obtuvimos una nueva existencia.
Hechos herederos. (v. 4)
Nacer en la familia del Padre Celestial tiene consecuencias positivas. Entre ellas se
encuentra la de que nos convertimos en herederos de Dios. ¿Cuál es la herencia del
creyente? En primer lugar, una personalidad distinta, porque llegaremos a ser como él (1
Juan 3:2); además, participaremos de su gloria (Romanos 8:29–30); recibiremos vida eterna
(Marcos 10:17) y el reino de Dios (1 Corintios 15:50). Nuestros cuerpos resucitarán
(Filipenses 3:20) y por último, Pablo dice que “todo es vuestro” (1 Corintios 3:21–23). Esta
herencia no puede ser destruida, es incorruptible, no tiene defecto, porque es
incontaminada, no se consume ni se gasta con el tiempo, es inmarcesible.
Preservados por el poder de Dios (v. 5).
El versículo anterior subraya la permanencia de la herencia que Dios nos ha reservado,
en este, Pedro afirma que el poder divino nos protege para que lleguemos a gozar de la
herencia prometida. El creyente está circundado, rodeado, como si fuera por una compañía
de soldados. El poder del Creador pone un cerco alrededor de sus hijos con el fin de
preservarlo de cualquier poder que trate de destruir su relación con su Señor. El futuro del
cristiano y su herencia son tan seguros que Pablo dice que ya hemos sido glorificados
(Romanos 8:30). Lo único que falta es la revelación pública de nuestra gloria la cual será
manifestada.
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Un hombre de Dios exclamó, “¿Quién puede quejarse de los problemas durante el viaje
si el camino se dirige a casa?” Viajar por un país extranjero tiene sus peligros, amenazas y
produce nerviosismo, pero el cristiano está seguro en el poder del Padre Celestial. No tiene
nada que temer ni dudar porque el Altisimo lo ha escogido. La Santa Trinidad intervino
para redimirlo y está esperando la herencia gloriosa que recibirá cuando llegue a su patria y
hogar celestial. ¡Tiene una grande esperanza y optimismo!

¡PENSEMOS!
¿Qué experiencia o problema difícil hace que usted se
sienta inseguro? ¿Es posible que se haya concentrado más en
el problema que en Dios? ¿Le ayuda recordar que él le salvó
y que usted es un amado hijo de él? ¿Cuál es la bendición
futura que le da a usted más confianza y gozo? ¿Qué puede
hacer ahora para agradecer al Rey del Universo esta
seguridad?

2
Sometidos a Prueba
1 Pedro 1:6–12
El siglo XX ha traído intensos sufrimientos a muchas vidas y familias. La violencia de
los conflictos armados, el terrorismo, la delincuencia y la opresión matan y aplastan a los
seres humanos. Por su lado, los terremotos, erupciones volcánicas, tempestades e
inundaciones causan daños materiales y personales incalculables. La enfermedad provoca
debilidad, dolencia y luto y todos padecemos por diversos motivos, ya sea por sueños
irrealizados, fracasos que no pueden olvidarse o relaciones familiares destruidas. La vida
humana es dura y dolorosa, a tal punto, que algunos dudan de la existencia de Dios.
¿Puede el humano comprender el significado de todas estas penas? ¿Qué postura debe
tomar cuando se presentan? ¿Qué actitud ha de tener un cristiano cuando pasa por una
experiencia negativa?
El pasaje mencionado se tratará en dos secciones. Los primeros versículos enseñan que
el Señor tiene un propósito muy específico al permitir las tribulaciones en la vida del
cristiano. Además, el apóstol Pedro habla de las emociones positivas que debemos sentir a
pesar de los padecimientos.
En los últimos tres versículos, el autor introduce el misterio del sufrimiento y gloria que
se aprecia en la vida del Jesucristo. El interés que los profetas y ángeles tienen en este
acontecimiento debe hacer que el hijo de Dios agradezca la maravilla de la salvación que
Cristo provee.
1:6–9 Las pruebas refinan la fe.
1:10– La gloria sigue al sufrimiento.
12
¡PENSEMOS!
Medite cuidadosamente en los versículos 6–9. ¿Qué
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emociones encuentra en ellos? ¿Cuál es el propósito real de


las pruebas que pasa el cristiano? De esta figura, ¿qué se
puede aprender con relación al proceso de refinar nuestra
fe? ¿Cuáles son los detalles en esta porción que le ayudan a
tener la perspectiva correcta de las aflicciones?

LAS PRUEBAS REFINAN LA FE 1:6–9


Los versículos 3–5 tenían como objeto animar a los lectores dándoles la seguridad de
que Dios tiene reservado para ellos un futuro de grandes bendiciones, las cuales recibirán
cuando se cumpla la etapa final de la salvación al estar con Jesucristo. Según eso, el
creyente ha de tener esperanza y vivir con optimismo porque cree en el cumplimiento de las
grandes promesas divinas.
El versículo 6 comienza diciendo que esa esperanza proporciona gran alegría y de ahí
hasta el 9, continúa describiendo las emociones que palpitan en el corazón del cristiano.
No es fácil para el humano sentir optimismo y alegría en medio de las tribulaciones. La
vida trae penas, dolores y desilusión. Pero los autores bíblicos, como Santiago en su
capítulo 1:2–4, nos instruyen diciendo que podemos regocijarnos aun en medio de ellas.
¿Cómo es esto posible? ¿Por qué es razonable?
Pedro afirma en este pasaje varias verdades acerca de las penas de los creyentes.
Cuando comprendemos estas enseñanzas, entonces aprendemos la perspectiva bíblica para
fortalecernos en medio de los problemas. Descubramos con el apóstol Pedro cómo debemos
ver tales contrariedades.
Las tribulaciones son temporales (v. 6).
Por un poco de tiempo es la expresión que el apóstol usa. También Pablo habla de “esta
leve tribulación momentánea” (2 Corintios 4:17). A nosotros esos momentos pueden
parecernos demasiado largos y algunas personas sufren toda la vida, pero Dios y su pueblo
tienen otra perspectiva acerca del tiempo, porque la eternidad de gloria y bendición
permanece para siempre. En contraste, nuestras aflicciones tienen poca duración.
Recordemos cuando éramos niños y nuestros padres prometían llevarnos a pasear.
¡Aunque sólo faltaban cinco días, nos parecían un año! La madurez espiritual y el
conocimiento de la Palabra de Dios nos proporcionan la perspectiva divina que nos asegura
que en la eternidad seremos sanos y fuertes, que estaremos seguros, tranquilos, sin tener
que derramar lágrimas ni sentir dolor.
No todas las aflicciones duran toda la vida. Dios sabe lo que necesitamos y cuánto
podemos soportar. El conoce cuándo se ha cumplido su propósito en nosotros.
CUANDO PASAMOS POR UNA PRUEBA
DIOS ESTA EN CONTROL
TANTO DEL TERMOSTATO COMO DEL RELOJ
Las tribulaciones son necesarias (v. 6).
Si Dios permite una prueba, es porque es imprescindible. El no desea que suframos sin
propósito; más bien está llevando a cabo sus maravillosos y eternos designios para nuestro
bien, para el de otros y para su gloria. El creyente está en la “escuela de Dios”; nos está
forjando para que seamos como su Hijo y transformando día con día para que mostremos al
mundo cómo es su divina persona. En otras palabras, nos está preparando para llegar al
cielo.
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Pablo escribió en Romanos 8:28 que para los creyentes “todas las cosas les ayudan a
bien”. Recordemos el pastel que prepara la madre o la esposa. Utiliza en su elaboración
varios ingredientes que aisladamente no tienen buen sabor como la harina, el polvo de
hornear y la manteca. Otros sí son apetitosos, como el azúcar y la fruta. De la misma
manera son las experiencias que Dios diseña para sus hijos. Algunas son agradables y otras
amargas. ¡Pero todas contribuyen para hacer un “pastel” bello y sabroso cuando sale del
horno!
Las tribulaciones son difíciles (v. 6)
El lenguaje de Pedro demuestra que él sentía junto con los destinatarios el dolor de las
pruebas que estaban pasando; sabía cuán pesadas eran y que podían causar además de
trastornos físicos y materiales, angustia mental y emocional. El autor conocía lo penoso,
doloroso y deprimente que pueden ser los problemas que enfrentamos.
Todavía podía recordar el miedo y vergüenza que sintió la noche en que negó a su
Señor; los azotes y amenazas que sufrió por parte del concilio. Traía a la memoria la prisión
y el peligro de muerte en que se había encontrado. Sí, Pedro había experimentado en carne
propia lo que es sufrir por Jesucristo, pero había aprendido a ver todo desde el punto de
vista divino y de la eternidad.
Las tribulaciones son variadas (v. 6).
Como los múltiples colores del arco iris son diferentes, así es la gama de problemas.
Impactan el cuerpo, la mente o las emociones. Pueden afectar a nuestro matrimonio, a los
hijos, la familia o a los amigos. A veces producen cambios difíciles en el trabajo, los
estudios o los proyectos y sueños personales. En ocasiones ponen en peligro la vida,
provocan soledad, nos incapacitan o debilitan.
Estos nos enseñan que no debemos sorprendernos de ninguna experiencia, aun la más
inesperada. Dios sabe lo que necesitamos para cumplir sus propósitos. Tampoco debemos
comparar nuestras experiencias con las de otras personas aunque a veces nos parezca que
ellos no padecen problemas tan difíciles como nosotros, pero el Señor conoce a cada
persona y sólo él sabe lo que puede sufrir ahora o en el futuro. El calendario de problemas y
causas de sufrimiento varía.
El humano siempre sueña con el momento en que sus pruebas terminen y pueda vivir
tranquilo. Dios no promete la desaparición de ellos por completo, sino que los ejemplos en
la Biblia muestran que las dificultades son una circunstancia normal para los humanos.
Cuando termine una prueba, puede comenzar otra. Pero de distinta naturaleza, porque se
nos dice que pasaremos por “diversas pruebas”.
Las tribulaciones refinan la vida espiritual (v. 7).
Lo que purifica al oro es el crisol. El encargado o “acrisolador” calienta el oro en una
caldera hasta hacerlo líquido. Poco a poco, la llamada “escoria”, lo que no es oro, sube a la
superficie. Con cuidado y paciencia, va quitando todo lo que flota. Después, observa
atentamente el metal hasta que no quedan materiales contaminantes y la superficie brilla
con claridad.
Dicen que cuando el oro es cien por ciento puro, el acrisolador puede ver su propia
imagen reflejada en él porque se asemeja a un espejo. Job dijo tocante a Dios, “Mas él
conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job 23:10).
¡Qué bella esta comparación del acrisolador con Dios y la comparación del oro con la
fe! El Creador está depurando pacientemente nuestra fe. No es fácil, porque se requiere que
el creyente pase por el fuego de las pruebas y las tribulaciones.
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Pero, ¡vale la pena! Pedro dice que la fe es más valiosa que el oro. El oro perecerá, pero
la confianza en Dios trae resultados eternos. La fe produce la alabanza divina, la gloria y la
honra para nosotros y para Jesucristo cuando regrese en gloria. Ignacio, un líder cristiano de
la antigüedad, fue encarcelado por su fe en Cristo pero llamó a sus cadenas “perlas
espirituales”.
Las pruebas en la vida del cristiano tienen un propósito, aunque en el momento de
sufrirlas tal vez no lo entendemos a la perfección. Sin embargo, nos está haciendo mejores
personas. La tribulación revela la debilidad, y el carácter se transforma porque éstas nos
obligan a acercarnos al Señor y a depender más de él. Dios desarrolla nuestra fe por medio
de ellas.
En medio de las tribulaciones el cristiano ha de amar a Cristo (vs. 8–9).
Al estudiar este pasaje, el creyente debe sentir con Pedro todas la emociones que él
describe. En el versículo 2 afirma que es un ser muy especial y privilegiado, porque Dios lo
escogió para la salvación. En el versículo 3 habla de que tiene una bendita esperanza por
ser hijo de Dios. Más adelante habla de gozo (v. 6) porque su herencia está bien segura.
Después, en el mismo versículo, menciona la aflicción, pero ésta no debe quitarnos la
felicidad.
El autor expresa el afecto que siente por Jesucristo, un amor que los lectores tenían
aunque nunca habían visto al Señor en carne, pero Pedro sí. Jesús le había preguntado tres
veces “¿Me amas?”, y cada ocasión afirmó su amor para el Señor (Juan 21:15–17). El
apóstol había pasado por una prueba de su fe y había negado a Jesús. Después se había
arrepentido con muchas lágrimas. Porque había pasado por la prueba ahora amaba mucho
más a su Salvador. Pocos días después, en el día de Pentecostés, demostró gran valor y fe
cuando se atrevió a predicar a las multitudes. Su fe se había fortalecido y su amor para
Jesús crecía.
La alegría que Pedro menciona es muy intensa y fuerte: un sentimiento interno,
profundo, inexpresable y glorioso. Según el versículo 8, este mismo gozo lo experimenta la
persona que confía (creyendo) en Jesucristo aún en medio de las aflicciones de la vida. El
versículo 9 dice que el creyente que confía, que ama a Cristo y que goza esta relación
profundamente, está experimentando el resultado (fin) de su fe. Es un fruto de la nueva vida
que tiene en Cristo.
Los versículos 8 y 9 enseñan que los cristianos podemos saborear y disfrutar por lo
pronto una muestra de la gloria que gozaremos en la presencia del Señor. Las claves son
que debemos:
1) amar a Jesucristo,
2) confiar en él,
3) regocijarnos y
4) apropiarnos (obtener) todo lo que la salvación nos provee.
No solo esperamos el futuro glorioso; ahora podemos empezar a experimentar el gozo.
¡Dios decide qué experiencias vamos a pasar; nosotros decidimos cómo vamos a pasarlas!
“UN POCO DE FE LLEVA EL ALMA AL CIELO,
PERO MUCHA FE TRAE EL CIELO AL ALMA”
Carlos Spurgeon
¡PENSEMOS!
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¿Qué tipo de tribulación está usted experimentando?


¿Cómo debe manifestar su fe en Cristo durante ella? ¿Cómo
cree que Dios está fortaleciendo su fe por medio de este
problema? Si usted no ve el propósito de la prueba, ¿cómo le
ayudará la fe? ¿Siente amor por el Señor y alegría a pesar de
la aflicción? ¿Qué tiene que ver la fe con el experimentar
esas emociones positivas? ¿Qué debe hacer usted para “traer
el cielo a su alma”?

DESPUES DEL SUFRIMIENTO, VIENE LA GLORIA 1:10–12


Pedro magnifica la grandeza de la salvación en varias maneras. Es grande porque Dios
nos escogió de antemano (v. 2). En segundo lugar, porque nos da una esperanza segura (vv.
3–5). También porque hace que el creyente se regocije en Dios y ame a Cristo aun en medio
del sufrimiento (vv. 6–9). En los versículos 10–12, el escritor agrega otra enseñanza que
muestra lo extraordinario de la salvación. Los mismos profetas del Antiguo Testamento
deseaban comprender lo que profetizaban sobre ella pero su conocimiento era limitado.
Aun los ángeles del cielo desean conocer las grandes obras que Dios planea.
Los profetas anunciaban que el Mesías traería bendición al mundo (v. 10).
Estos voceros del Antiguo Testamento recibieron de Dios muchas profecías acerca de
Jesucristo. Sin embargo, no entendían el significado de todo lo que escribían. Esto hizo que
se dedicaran a estudiar atentamente las promesas divinas y las Escrituras, porque querían
entender la bendición que el Mesías traería al mundo. Sin embargo, seguían con muchas
dudas.
Los profetas no entendieron por qué había de haber sufrimiento antes de
la gloria (v. 11).
Pedro habla aquí de un tema específico que esos mensajeros no comprendieron. Dios
les revelaba profecías sobre el sufrimiento del Siervo de Dios. Sin embargo, otras profecías
decían que el Mesías sería un personaje poderoso y victorioso. Lo cual les hacía
preguntarse: “¿En qué tiempo y en qué clase de circunstancias podría el Mesías ser una
persona sufrida y a la vez victoriosa?”
En Lucas 24:25–27, Jesús habló con los discípulos en el camino a Emaús. Les expuso
este mismo tema para que entendieran que el Mesías tendría que sufrir y después ser
glorificado: “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su
gloria?” Aun así, no captaron en toda su magnitud que Cristo vendría por segunda vez para
manifestar su gloria.
Los profetas escribieron para nosotros (v. 12).
¡Qué privilegio saber que Dios inspiró a los autores del Antiguo Testamento para que
sus escritos y sus profecías fueran de bendición para nosotros! Por supuesto, sirvieron de
base para que los que vivían en aquellos tiempos entendieran lo que sucedía. Sin embargo,
Pedro dice que hay enseñanzas que no les fueron reveladas pero nosotros sí las entendemos
y podemos aprovecharlas.
También el apóstol Pablo subraya que el Antiguo Testamento tiene mucho que decirnos
(Romanos 15:6, 1 Corintios 10:1–11). Menciona que los acontecimientos sucedidos a la
nación de Israel: “…estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para
amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios
10:11).
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Note el importante papel que juega el Espíritu Santo en la tarea de traernos las
enseñanzas divinas. En el versículo 11 Pedro dice que fue él quien estaba en los profetas
comunicando a través de ellos las enseñanzas acerca de Cristo. Además, sabemos que los
guiaba cuando anotaban las palabras del Antiguo Testamento para que no se equivocaran en
ningún detalle (2 Pedro 1:21, 2 Timoteo 3:16). Y el versículo 12 señala que esa divina
persona estaba en los que predicaban el evangelio en el tiempo de Pedro, iluminando su
entendimiento y capacitándoles para comunicar la verdad. Dios supervisó todo el proceso
de llevar su mensaje a los hombres.
Pedro añade un dato más que nos hace apreciar el privilegio que tenemos de conocer a
Cristo y de entender tanto los sufrimientos como la majestad del Mesías. No sólo los
profetas anhelaban descubrir este secreto, ¡también los ángeles del cielo querían saber este
misterio!
Es interesante ver en otros pasajes bíblicos que los ángeles están observando las obras
de Dios (1 Corintios 4:9, Efesios 3:10). Aun ellos desconocían lo que Dios planeaba. Los
ángeles se daban cuenta de que algo maravilloso iba a pasar, pero no se les había dado a
conocer.
No obstante, por la gracia de Dios, ¡nos tocó a los cristianos entenderlo! Aprender que
el Hijo de Dios vino del cielo y que sufrió y murió por nosotros. Además, sabemos que
regresará en gloria y poder para juzgar a los hombres y para reinar sobre el mundo.
El sufrimiento y la gloria
Estos tres versículos (10–12) introducen una enseñanza que es muy clave. Necesitamos
captarla para apreciar el gran impacto que tiene esta primera carta de Pedro. La
encontremos muchas veces en ella. La enseñanza es esta: los cristianos experimentamos
primero el sufrimiento, y después disfrutamos la gloria. El ejemplo de Jesucristo lo
confirma:
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él
sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. (Hebreos 12:2)

SUFRIMIENTO > GLORIA


Sucede lo mismo en la vida del creyente. La cruz viene antes de la corona; la tierra
antes del cielo; el sacrificio antes del triunfo; la guerra antes de la victoria. Cuando Dios
permite las penas, hemos de confiar y esperar en él, porque al fin traerá la victoria y la
tranquilidad.

¡PENSEMOS!
¿Recuerda usted alguna vez en que haya experimentado
primero lo difícil y después, como resultado, lo bueno?
¿Cómo influyen los versículos 10–12 en su actitud hacia el
Antiguo Testamento? ¿hacia Jesucristo? ¿hacia la salvación?
¿hacia las pruebas?

Piense en varias razones por qué el creyente puede


regocijarse en medio de las tribulaciones ¿Qué nuevo
descubrimiento hizo usted en los versículos 6–12? ¿Quién fue
quien le comunicó el evangelio de Jesucristo? ¿Le ha dado
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las gracias?

¿Con quién debe usted compartir el evangelio? Ore con


otro cristiano para que el Señor le ayude a compartir las
buenas nuevas con esa persona. Según el versículo 12,
¿Quién le capacitará para hecerlo?

3
¡Santidad!
1 Pedro 1:13–21
“Las actitudes determinan las acciones”. Este lema es muy adecuado para introducir
estos versículos. Enfrentarse a una sociedad hostil requiere tener actitudes correctas y una
conducta que sea congruente. Este párrafo continúa desarrollando uno de los temas tratados
anteriormente, el de la esperanza, que se menciona en los versículos 3, 13 y 21.
Por otro lado, a partir de aquí el estilo del autor varía. Previamente no había dado
exhortaciones directas, pero ahora comienza una serie de mandatos. También cambia la
intención de su escrito al introducir el párrafo con las palabras “por lo tanto”. Con esto
quiere decir que después de las enseñanzas dadas, las exhortaciones que siguen están bien
fundamentadas porque el creyente ha recibido muchas bendiciones de Dios y su futuro está
asegurado. Además, el Padre Celestial está supervisando las pruebas que sufre. Es lógico
que el hijo que cree responda con las actitudes y conducta que glorifiquen al Altísimo.
En este pasaje, los tres mandatos principales señalan tres divisiones:
v. 13 Esperad por completo en la gracia.
vv. 14–16 Sed también vosotros santos.
vv. 17–21 Conducíos en temor todo el tiempo.
Algunas otras responsabilidades y conceptos giran alrededor de cada uno de estos
imperativos. Además, Pedro incluye varias enseñanzas para incentivar al creyente a
obedecer los mandatos divinos. (En el próximo capítulo seguiremos viendo otros
mandamientos que pertenecen a la misma serie, en 1:22 y 2:2).
¡ESPERAD! 1:13
Antes de dar el mandato “esperad”, el autor nos advierte de una responsabilidad, la cual
provee la clave para entender todo el pasaje: ceñid los lomos de vuestro entendimiento
Esta expresión era una figura conocida en aquella cultura donde se usaba la toga como
prenda de vestir. Para trabajar, caminar o correr, el hombre la levantaba y aseguraba con el
cinturón, permitiéndole así tener más libertad de movimiento. Entonces, esto significa:
“preparen su mente para la acción”. “¡Analicen, reflexionen, mediten, cuiden cómo piensan
y qué actitud deben tomar!”. A lo largo del pasaje, Pedro lista los temas que deben ocupar
nuestros pensamientos y determinar nuestra conducta. Este mandato implica que, para vivir
con esas cualidades, se requiere atención, aprendizaje y razonamiento.
En contraste con los creyentes, el versículo 14 dice que los hombres sin Cristo viven en
un estado de ignorancia. Todos éramos así antes de recibirlo como Salvador, íbamos
navegando por la vida en tinieblas y falta de sabiduría. Lejos de ser una fe diseñada para los
que no piensan, el cristianismo ilumina y enseña al hombre. Vivir una vida que agrade a
Dios requiere de estudio e inteligencia.
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El versículo 18 comienza con la palabra “sabiendo”. Este vocablo subraya el hecho de


que el creyente ha de conocer mucho acerca de Dios, de Jesucristo, de sí mismo, del mundo
en que vive, de la salvación y muchos otros temas; que ha de mantener su mente alerta y
despierta para captar cuál es la voluntad de Dios. Además necesita sentir los móviles
divinos y saber aprovechar los recursos espirituales que Dios le ha dado.
Es posible también que Pedro comenzara con este mandato sobre el entendimiento para
advertir al lector que es necesario razonar con cuidado para comprender todo lo que el autor
quiere decir en este párrafo.

¡PENSEMOS!
Medite cuidadosamente en los versículos 13–21. ¿Cuáles
son las distintas actitudes que el creyente debe manifestar?
¿Cuáles son los incentivos para obedecer a Dios? ¿Cómo se
describe Dios en los versículos 16, 17, 21? ¿Por qué es el alto
costo de nuestra salvación una motivación para reverenciar
a Dios? ¿Cuáles versículos incluyen de nuevo los temas de
sufrimiento y gloria?

Otro mandato aun más específico en cuanto a nuestra actitud es: sed sobrios. La idea es
“ser disciplinado, controlado y estable”. No sólo se trata de evitar las sustancias que
embriagan, sino ser congruente y moderado en las actitudes, en el hablar, en nuestras
reacciones y conducta. La sobriedad requiere tener prudencia y restringir el uso del poder,
los derechos y los privilegios.
Esperad por completo es el concepto central del versículo 13. A pesar de vivir en una
sociedad enemiga, el creyente ha de vivir en una actitud de optimismo permanente. Su
conducta, reacciones hacia sus opositores, y relaciones con todos han de ser gobernados por
esta cualidad.
No es un optimismo sin razón. Confiamos fervientemente en la venida de Jesucristo y
las bendiciones que ella traerá. Este acto glorioso marcará el fin de nuestros sufrimientos y
de la oposición del mundo, trayendo el castigo contra los que oprimen a los desvalidos y el
inicio del nuevo orden mundial.
SED SANTOS 1:14–16
Ser santos como hijos obedientes v. 14
¡Un hijo obediente regocija el corazón de su padre! Y el padre que es recto y da buen
ejemplo a sus hijos hace más probable que sus descendientes también obedezcan. “De tal
palo, tal astilla” es el refrán que Pedro expresa en estos versículos.
Ser santos para no volver a vivir como antes v. 14
Vemos dos posibles estilos de vida del creyente en los versículos 14 y 15.
1) la vida gobernada por los mismos deseos que teníamos antes de ser cristianos (v. 14) y
2) la santidad que transforma todo aspecto de la vida (v. 15).
El creyente ha de escoger el segundo estilo de vida porque Dios es santo. En el
versículo 14, el verbo no os conforméis se refiere a no permitir que seamos moldeados por
las persistentes presiones que vienen dentro de la persona; aquellos anhelos que son
provocados por un mundo carente de normas absolutas de moralidad.
Esta forma de vida se describe como deseos personales (v. 14)ignorancia (v. 14) y
vanidad (v. 18). Una vana manera de vivir significa una vida sin plan ni propósito, que no
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logra llegar a ningún buen resultado. ¡Qué desilusión vivir una existencia que no tiene
metas estipuladas por Dios o que nosotros quisiéramos cumplir! Es una vida
completamente inútil.
“SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO”.
Ser santos para imitar a Dios vv. 15–16
La mejor opción es la vida de santidad. Santo significa ser “diferente”, “separado de lo
inmundo e impuro”, “devoto a Dios y sus propósitos”. La más fuerte motivación para serlo
es que Dios mismo, quien nos salvó, es santo. El es nuestro Padre y es santo. Por lo tanto,
hemos de ser imitadores de él.
Algunas religiones enseñan que el hombre ha de llegar a ser un dios, pero esta es una
doctrina contraria a la Biblia. Sin embargo, ser como Dios, llegar a tener las cualidades
morales que él tiene, sí es bíblico.
Por su parte, el apóstol Pablo enseña acerca de esto diciendo que la meta del Creador es
que el creyente sea conformado a la imagen de su Hijo Jesucristo (Romanos 8:29, 2
Corintios 3:18). También escribió a la iglesia de Galacia diciendo que anhelaba que nuestro
Redentor fuera formado en ellos (Gálatas 4:19). Este proceso se desarrolla durante toda la
vida del cristiano. El apóstol Juan prometió que “cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). Entonces, se entiende que
Dios perfeccionará esta obra en el creyente cuando Cristo venga.
CONDUCIOS EN TEMOR 1:17–21
Estos cinco versículos giran alrededor de este mandato específico. El temor al Altísimo
ha de influir en la conducta de cada creyente. Pedro provee seis razones por las cuales
debemos temer a Dios.
Porque él es nuestro Padre y será nuestro juez. v. 17
Pedro continúa utilizando la figura de hijo a padre para describir la relación entre el
creyente y Dios. Pero ahora añade que él también será nuestro juez.
El apóstol razona diciendo que tenemos el privilegio de tener comunión con nuestro
Padre Celestial. Un hijo confía en su padre terrenal y lo obedece. Asimismo, Dios es el Juez
que evalúa nuestra obra y conducta. Tanto la sumisión al Padre como el respeto al Juez
deben motivarnos a mostrar profunda reverencia hacia su divina persona.
¿Cuál es el temor del que Pedro habla? Se puede decir que es reverencia, poner especial
cuidado en hacer lo correcto. Es no querer entristecer el amor que Dios tiene para nosotros
y hacer algo que no le agrade.
Debemos evitar caer en el extremo de creer que Dios sólo es un juez que reside lejos y
envía castigos cuando el hombre peca o en el de estar tan seguros del amor, que creamos
que puede tolerar nuestro pecado.
Por un lado, hemos de confiar en el amor paternal que Dios tiene para nosotros,
sabiendo que él desea nuestro bien, pero que a la vez nos exige obediencia y evalúa
nuestras acciones y cuando es necesario, aplica medidas serias para encaminarnos de nuevo
hacia la obediencia. Como hijos de Dios hemos de tener seriedad en cuanto al pecado y lo
que significa llevar una vida de santidad. ¿Estamos interesados en llegar a ser conformados
a la imagen del Hijo de Dios?
Recordemos las circunstancias por las que pasaban los destinatarios de esta carta.
Sufrían la oposición de una sociedad que no los aceptaba. Necesitaban apoyo, ánimo y
esperanza. Pedro comenzó dándoles enseñanzas para animarlos y para que entendieran el
propósito de las pruebas. Sin embargo, los creyentes a veces piensan que si experimentan
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penas y dolor, entonces Dios ya no espera la obediencia. Sienten que él se hace tolerante en
estas situaciones y no espera mucho de su pueblo. En el versículo 7, Pedro afirma que las
pruebas han de refinar la fe. Sin importar las circunstancias, Dios sigue esperando la
obediencia y el crecimiento espiritual. La carta de Primera de Pedro ofrece mucha fortaleza
para los creyentes que sufren. Pero comunica mucho más que esto; bosqueja las actitudes y
estilo de vida que los creyentes han de tener cuando viven en una sociedad hostil.
¿Serán juzgados los que han confiado en Cristo para la salvación? Sí, pero no será un
juicio para determinar si tienen derecho a ser salvos. Cuando uno cree en él como su
Salvador personal, Dios perdona sus pecados y lo hace su hijo para siempre porque Cristo
recibió el castigo por nuestros pecados (1 Pedro 2:24, Romanos 5:1–10).
Sin embargo, Romanos 14:10–12 y 2 Corintios 5:9–10 enseñan que seremos juzgados
con respecto al servicio que hicimos para él. Cada uno recibirá la recompensa apropiada.
Dios examinará, no sólo lo que ha hecho, sino también el corazón y los móviles.
También evalúa a sus hijos a cada momento con objeto de tomar las medidas
adecuadas. Cuando alguien se sale de sus veredas, lo disciplina para volverlo al camino de
santidad. Hebreos 12:5–11 enseña que esto es evidencia del amor del Padre Celestial para
con sus hijos.
El versículo 17 asevera que Dios no tiene favoritos. Espera que todos seamos santos.
No concede a ninguno licencia para pecar. Obedecer al Creador en determinada ocasión no
nos da el derecho a pecar en otra.
Porque Dios nos rescató de la vida antigua v. 18
Al final del versículo 17, Pedro llama a los creyentes peregrinos, dando la idea de
“expatriados” en 1:1 y “extranjeros y peregrinos” en 2:11. ¡Somos viajeros en este mundo y
nada más! No pertenecemos al mundo de pecado, rebeldía y egoísmo, sino al cielo y a
Dios, nuestro verdadero Padre.
El versículo 18 reitera que pertenecemos a Dios porque él nos redimió y rescató de una
vida vana que no nos conducía a un destino bueno y saludable. Nos salvó de una existencia
inútil y del mundo para hacernos ciudadanos del cielo.
¿TE CONDUCES COMO CIUDADANO DEL MUNDO
O COMO PEREGRINO EN EL?
Pedro reconoce de nuevo la influencia que ejercen los padres en los hijos. En los
versículos 14–16 afirmó que el que cree en Dios debe seguir el ejemplo de su Padre en el
cielo. Aquí explica que la vida del incrédulo muestra una conducta que a menudo, ha
recibido de sus padres. Es un conjunto de hábitos, ideas, valores, principios, y costumbres
que aprendió de sus antecesores. Esto no lo disculpa. Cada uno es atraído hacia el pecado
por su propia naturaleza y todos somos responsables de nuestras propias acciones.
Porque la muerte del Hijo de Dios fue el precio de nuestra salvación v. 19
La reverencia para Dios se basa también en el conocimiento de la redención. La
maravilla de todo lo que él hizo para obtener nuestra salvación nos motiva a respetarlo por
sobre todas las cosas.
En primer lugar, rescatarnos del pecado le costó a Dios un precio infinito: la sangre de
Cristo, que simboliza que nuestro Señor tuvo que morir. Es un precio mucho más alto que
el oro. Jesucristo es el cumplimiento perfecto de la figura del cordero que era inmolado en
el Antiguo Testamento. Es el único humano que no tuvo pecado y por eso, su sacrificio por
nosotros fue aceptable y efectivo. “Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero” (2:24).
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En los tiempos bíblicos, muchas personas que vivían en el Imperio Romano eran
esclavos; sólo podían lograr su libertad si alguien pagaba el precio estipulado a su amo.
Algunas veces el mismo esclavo ahorraba todo lo que podía para comprar su libertad. Se
sabe de casos en que junto con su amo, iba al templo pagano donde un sacerdote había
guardado los ahorros y pagaba a su dueño. En un acto solemne, el precio era entregado y el
esclavo quedaba libre.
El humano nunca puede comprar su libertad porque es pecador. Cristo es el cordero sin
mancha, el único sacrificio eficaz por el cual el hombre puede ser librado de la esclavitud.
¡Este sacrificio hecho en nuestro favor debe motivarnos a reverenciar y obedecer a nuestro
Padre!
Porque Dios diseñó la salvación desde la eternidad. v. 20
Jesucristo y los creyentes están en primer plano en el drama de la historia. El
Todopoderoso determinó en la eternidad pasada que su Hijo viniera a pagar el precio de
nuestra salvación. Mucho después, según el perfecto calendario divino, fue enviado al
mundo en el momento exacto. El amor de Dios desde la eternidad, que incluye el sacrificio
de su Hijo debe movernos a obedecerlo.
Porque la salvación fue autenticada por Dios. v. 21
Dios autenticó la salvación por medio de dos grandes evidencias. En primer lugar,
resucitó a Cristo de la muerte. Este asombroso acto es el milagro más grande del
cristianismo y una admirable manifestación del poder divino porque comprueba que Jesús
es el Hijo de Dios y que su muerte fue el único medio eficaz para vencer el pecado y a
Satanás.
En segundo lugar, Pedro dice que Dios glorificó a Jesucristo. La resurrección fue el
primer paso, después lo hizo ascender al cielo y sentar a su diestra (Efesios 1:19–23),
dándole autoridad sobre todo poder. Además, lo hizo cabeza de la Iglesia. Cristo glorificado
muestra que nuestra salvación es una realidad.
Porque nuestra fe y esperanza están en él. v. 21
La última característica de nuestra redención es un resultado práctico y personal. Dios
mismo es la base firme de confianza y esperanza.
Este estudio comienza y termina con la mención de esperanza: “Por tanto, ceñid los
lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os
traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (v. 13). “…y mediante el cual creéis en Dios,
quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en
Dios” (v. 21).
Los creyentes atribulados necesitan esperanza. No pueden sentirla ni tener optimismo a
menos que confíen en la única persona que es inmutable y fiel. Confiamos en Dios porque
Jesucristo nos salvó por su muerte en la cruz. Nos rescató del pecado y de la vida inútil que
llevábamos. Todo esto es seguro y ha sido comprobado. Por ello, vivamos cada día para
agradar a nuestro Creador y Padre.
CONDUCIOS EN TEMOR TODO EL TIEMPO
DE VUESTRA PEREGRINACION.
¡PENSEMOS!
Revise los mandatos de los versiculos 13, 15 y 17. ¿Cuál
es el que más falla en obedecer? Según el pasaje, ¿cuáles son
los eventos pasados y futuros que nos dan esperanza?
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¿Siente usted esperanza y optimismo en este momento? Si


no, según este pasaje, ¿Qué le falta para tener esperanza?
¿Qué significa para usted vivir una vida santa en estos dias?
¿Qué actitudes o conducta de su antigua vida le dan
problemas ahora? ¿Cómo puede enseñar a sus hijos a tener
un saludable temor a Dios?

4
El Pueblo de la Palabra
1 Pedro 1:22–2:3
La Palabra de Dios es el instrumento que él utiliza para llevar a cabo sus propósitos en
la vida del creyente. Recordemos que en el versículo 13 Pedro mandó a sus lectores que
prepararan su entendimiento porque uno de los desafíos más grandes para la mente humana
es escuchar y atender lo que el Señor nos dice a través de su Palabra. En este pasaje, junto
con las exhortaciones, el apóstol explica el papel que tiene diciendo que es necesaria para
que el cristiano inicie su vida espiritual y la alimente.
En el capítulo anterior mencionamos que se encontraban tres responsabilidades
principales: “esperad” (13), “sed santos” (14–16) y “conducíos en temor” (17–21). La lista
de mandatos sigue en este pasaje donde veremos dos imperativos más:
1:22–25 Amaos unos a otros.
2:1–3 Desead…la leche espiritual.
Como hizo en el pasaje anterior, con cada mandato Pedro incluye enseñanzas para
aclarar el significado del deber que tenemos como cristianos. Además, sus enseñanzas
tienen por objeto motivarnos e impulsarnos a la obediencia.
EL AMOR FRATERNAL 1:22–25
Jesucristo dijo a sus discípulos que por medio del amor que se tuvieran, “conocerán
todos que sois mis discípulos” (Juan 13:34–35). Entre los hermanos en Cristo es la tarjeta
de presentación o etiqueta que los identifica como tales.
Escribiendo a los que sufrían en medio de una sociedad hostil, Pedro les recuerda que
han de exhibir afecto fraternal. La tensión que viene al experimentar la oposición del
mundo puede unir a los cristianos o puede distanciarlos. El amor se necesita para que se
apoyen y se animen unos a otros en las circunstancias difíciles.
Una manera de predicar la realidad y potencia del evangelio es manifestar afecto,
armonía y apoyo mutuo entre los hermanos. Una comunidad de humanos que muestra amor
es un milagro divino y por fuerza atrae a otros para que reciban a Cristo. Toda persona
desea ser parte de un grupo donde se sienta amor.

¡PENSEMOS!
En el versículo 22, ¿Cuáles son las características del
amor que Dios manda? ¿Nos da Pedro una razón para que
nos amemos unos a otros? ¿Cuál es? ¿Cuál es el efecto de la
Palabra de Dios en el creyente y en sus relaciones con otros?
¿Cuál es el contraste entre el hombre y la Palabra de Dios?
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En su opinión, ¿cuál es la diferencia entre vive y permanece


(v. 23)? ¿Cómo describiría usted la gloria del hombre?
¿Cómo difiere de la gloria de Dios?

El amor brota de la persona redimida (v. 22)


Pedro recuerda a los lectores que sólo la persona que ha experimentado la purificación
de Dios en su vida puede amar a los demás en la forma que se describe aquí.
La obediencia a la verdad hace referencia al acto de creer el mensaje de salvación (1:2).
Creer en Cristo es obedecer el llamado de Dios que nos ha llegado a través del evangelio (v.
25). Asimismo significa ya no tratar de huir del Señor, y dejar de ser independientes y
rebeldes.
Cuando creemos en él, nuestro Salvador perdona nuestros pecados y nos da una nueva
naturaleza. Por eso deseamos amar a los demás, porque pertenecemos a una nueva familia.
Llegamos a tener nuevos parientes, que son los otros cristianos.
El amor fraternal es el que muestran los hermanos debido a que tienen muchas cosas en
común, por ejemplo, en una familia, tienen los mismos padres, comparten la misma casa y
tienen las mismas características e intereses familiares. En lo espiritual sucede algo
parecido. Poseemos la misma naturaleza y al Espíritu Santo que Dios ha puesto en nosotros.
Hemos de compartir los mismos propósitos y la conducta que Dios manda. Estamos
obligados a amarnos mutuamente.
SI ALGUNO DICE; YO AMO A DIOS, Y
ABORRECE A SU HERMANO,
ES MENTIROSO (1 JUAN 4:20)
El amor es fruto del Espíritu Santo (v. 22)
A decir verdad, a menudo es difícil amar a otros creyentes porque no todos tienen
características que atraen. Además, todos poseemos una naturaleza egoísta que lucha contra
la obligación de buscar el bien de otras personas. “El deseo de la carne es contra el Espíritu,
y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis” (Gálatas 5:17).
Sin embargo, el Espíritu Santo vive dentro del creyente y debido a que es Dios mismo,
nos motiva y capacita para amar a los hermanos. “El fruto del Espíritu es el amor…
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre…” (Gálatas 5:22–23). Amémonos los
unos a los otros mediante el Espíritu.
El amor ha de ser sincero (v. 22)
El autor no deja ninguna duda en cuanto al tipo de amor que caracteriza al cristiano. No
fingido significa que no es “hipócrita” o “que usa máscara”. Los actores en el drama griego
usaban éstas últimas para representar su papel. El creyente no ha de amar como quien
participa en una obra teatral.
El amor significa “dar” y “buscar el bien” de otra persona. Pero podemos aparentar
amor cuando deseamos conseguir algo, buscando recibir sin dar. Uno puede engañar para
manipular a otro y cumplir un propósito egoísta como es el de llenar sus necesidades
emocionales.
Para que el amor sea sincero, la persona tiene que haber sido transformada y purificada
por el nuevo nacimiento, por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios.
El amor requiere empeño (v. 22)
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Entrañablemente se refiere a esforzarse con toda la energía que uno tiene. Es un


concepto atlético que significa estirarse al límite de las capacidades. Pedro toma por
sentado que no es fácil hacerlo y que requiere empeño y disciplina. Manifestar el afecto
genuino para los hermanos que conocemos exige que el creyente se entregue en corazón y
alma, y que dependa del poder de Dios.
Para subrayar que es una responsabilidad que exige tener fuerzas sobrenaturales,
debemos entender el segundo vocablo que Pedro emplea. Primero, menciona el amor
fraternal que es el que se manifiesta entre hermanos porque tienen muchas cosas en común
y el segundo amaos unos a otros significa que el amor se debe manifestar aunque la
conducta o cualidades de la otra persona no sean atractivas. Se usa el mismo verbo en Juan
3:16, donde Jesucristo dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Dios ama al mundo, aun a los que se rebelan contra su dominio y desobedecen el orden
y conducta que él estableció. A pesar de la inmoralidad, suciedad e injusticia de los
humanos, el Señor nos ama y anhela que el hombre y la mujer confíen en Jesucristo que
murió para perdonar nuestros pecados y hacernos nuevas personas. El Altísimo es el
modelo que debemos imitar para aprender a querer a quienes no nos atraen. Esto es amor
sobrenatural basado en Dios mismo, por medio de su Espíritu que vive en nosotros.
PURIFICACION Y RENACIMIENTO > AMOR
El amor es motivado por la nueva vida y está anclado en la Palabra
eterna (vv. 23–25)
Los destinatarios de esta carta estaban padeciendo la crítica, la burla y el rechazo de sus
amigos y vecinos. Además de la instrucción para que supieran cómo debían conducirse en
tales circunstancias, necesitaban conocer que hay anclas que son firmes e inamovibles.
Pedro ya mencionó las verdades que el cristiano posee: la elección eterna (v. 2), su
herencia guardada en el cielo (v. 4) y las profecías que Cristo cumplió (vv. 11–12).
También, señaló la santidad del carácter de Dios (v. 16), el sacrificio de Cristo en la cruz (v.
19), su resurrección (v. 21) y su segunda venida (v. 13). Rodeados como estaban de
incertidumbre, necesitaban asirse de lo que es cierto, poderoso y eterno.
A continuación procede a recordarles que existen otros dos fundamentos seguros:
1) La salvación personal que transformó sus vidas y
2) la indestructible Palabra que Dios usó para salvarlos.
Cuando el Todopoderoso salva a la persona, purifica su alma por medio del perdón,
creando una nueva naturaleza en su vida por la presencia del Espíritu Santo. Entonces
debemos rechazar la práctica y las actitudes que no manifiestan amor a los demás y que son
pecado. Veremos una lista de estas en 2:1. Hemos de querer a otros, especialmente a los que
también han nacido en la misma familia espiritual.
La nueva vida comienza con una semilla que Dios siembra en el corazón; esta es la
Palabra de Dios que “es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos”
(Hebreos 4:12) . La semilla, regada por el Espíritu Santo, germina cuando uno la acepta por
fe. Entonces esa simiente brota produciendo la nueva vida espiritual.
Pedro subraya la permanencia de la Palabra de Dios aduciendo que contiene el
evangelio y la pone en contraste con la gloria del hombre, incluyendo todo lo que la
humanidad ha logrado, como las riquezas, la sabiduría humana, los gobiernos, el arte, la
arquitectura, la ciencia y la filosofía. Aunque el Altísimo es quien le ha dado la capacidad
para lograr estas cosas, el hombre se enorgullece de ellas. Es por eso que el Señor dice que
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la belleza y gloria de todo lo humano es perecedero. En cambio, la Palabra de Dios que él


ha puesto en el corazón de los creyentes permanece para siempre, así como la salvación que
ella produce.
EN ESTO CONOCERÁN TODOS QUE SOIS
MIS DISCÍPULOS, SI TUVIEREIS AMOR
LOS UNOS CON LOS OTROS
(JUAN 13:35)
Al llevar a la práctica el principio del amor, debemos volver a estudiar el impacto del
evangelio que Cristo describe en Juan 13:34–35. Los incrédulos deben observar la vida
comunitaria y de afecto que viven los hijos de Dios. Las familias cristianas, los grupos de
estudio bíblico, las damas, los varones y jóvenes de la iglesia deben planear actividades e
invitar a los que no conocen a Cristo para que aprendan que los cristianos mantienen una
relación única y sobrenatural entre ellos.

¡PENSEMOS!
¿Tiene usted la seguridad de que ha nacido de nuevo?
Lea otra vez 1 Pedro 1:18–21 y pregúntese si está confiando
únicamente en el sacrificio de Cristo en la cruz para el
perdón de sus pecados. ¿Qué aprendió usted de los dos
vocablos “amor fraternal” y “amaos”? ¿Ha fallado usted con
respecto a amar y mostrar afecto hacia algún creyente que
conoce? Reflexione sobre los versículos 22–23 para contestar
la pregunta: ¿qué me hace falta para amar a este hermano y
mostrárselo? ¿Está su iglesia creando oportunidades para
que los no creyentes observen el amor entre los cristianos?

HAMBRE ESPIRITUAL 2:1–3


El que lee esta carta debe notar que al iniciar el capítulo dos, el autor continúa tratando
los dos temas que ocupaban su mente en los últimos versículos del capítulo anterior
Estos son:
1) la relación del creyente con otras personas y
2) su relación con la Palabra de Dios.

¡PENSEMOS!
Medite cuidadosamente en 1 Pedro 2:1–3 antes de
contestar estas preguntas. ¿Cuál es la relación de 2:1 con el
tema del amor en el pasaje anterior? ¿Cuáles son las dos
funciones de la Palabra de Dios según 1:23 y 2:2? ¿Qué se
debe rechazar? ¿Qué se debe buscar? Describa en sus
propias palabras cada pecado que hemos de desechar (2:1).
¿Cómo describe Pedro la actitud que cada creyente debe
tener hacia las Escrituras?
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En 2:1, la lista de pecados que el creyente debe evitar son errores que se cometen en la
forma en que se relaciona con otras personas. Son lo opuesto del amor que Pedro mandó en
1:22. El vivir bajo las presiones de una sociedad hostil puede provocar algunas emociones,
reacciones y conductas negativas. He aquí la lista.
Malicia es el impulso interno que quiere hacer daño a otra persona. Engaño significa
literalmente “atrapar con anzuelo o cebo”. Esta palabra habla de mentir o disimular para
despistar y manipular.
Se vio la hipocresía en 1:22 donde se tradujo como “fingir”. Uno que tiene malicia y
practica el engaño desea esconderlo. Se finge ser otra cosa con el fin de ayudar a mejorar la
reputación personal o para conseguir algún beneficio.
Posiblemente Pedro recuerda las envidias de los mismos discípulos (Lucas 22:24–27).
Detracciones habla de acusar y difamar. Se usa al hablar de la conducta de los enemigos de
la fe en 2:12 (murmuran).
En la ceremonia de bautismo, algunos de los cristianos primitivos tenían la costumbre
de quitarse la ropa antigua y ponerse una toga blanca para indicar el cambio en las actitudes
y conducta que resultan de recibir a Cristo como Salvador. Posiblemente Pedro piensa en
esos pecados como si fueran la ropa sucia de la vida anterior que el creyente debe quitarse y
destruir para poder manifestar el amor que se manda en 1:22.
En el versículo 2 se encuentra el último verbo imperativo en la serie que comenzó en
1:13: desead como niños recién nacidos, la leche espiritual. Es importante no entender mal
lo que el autor dice. Pedro se dirige a todos los creyentes, no sólo a los nuevos que a veces
son llamados “niños espirituales”. El autor quiere decir a todo creyente que debe anhelar la
Palabra de Dios con la misma intensidad con que un bebé desea su alimento lácteo porque
es lo único que su naturaleza puede recibir y lo desea con mucha intensidad y frecuencia.
No sólo le gusta el sabor, sino su cuerpo la demanda y su vida depende de ella.
Cada vez que vemos a un bebé llorando porque necesita de la leche materna, hemos de
recordar que cada hijo de Dios debe desear con todo su ser el alimento de la Biblia. La vida
espiritual la demanda y su salud espiritual depende de ella.
ANHELE LA PALABRA DE DIOS DE LA MISMA
MANERA EN QUE UN NIÑO DESEA SU LECHE
El Señor compara su Palabra con otros alimentos, por ejemplo con el pan (Mateo 4:4)
porque es un alimento universal y básico para el diario vivir, y la miel (Salmos 119:103)
porque es dulce y sabrosa. También es el alimento sólido que se necesita para seguir
madurando en la fe (1 Corintios 3:1–4 y Hebreos 5:11–14). Jeremías habló del gozo que
sentía al saborear la Santa Palabra (Jeremías 15:16).
En estos versículos de 1 de Pedro, él afirma varias de sus características:
1) Es alimento espiritual Es para el espíritu lo que la leche para el cuerpo: el sostén esencial
que ha de recibirse con regularidad y frecuencia.
2) Produce crecimiento espiritual y Ileva a la madurez cristiana. Pedro dice que por ella
crezcáis para salvación.
Los versículos 22 y 23 del capítulo 1 indican claramente que los destinatarios ya eran
cristianos. Entonces, entendemos salvación aquí como una progresión en la vida del
creyente. Dios está dando la salvación del poder del pecado. Pedro quiere decir
específicamente que las Escritures proveerán la madurez que necesitan para confrontar la
oposición de los enemigos.
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El versículo quiere decir, “Puesto que ya han saboreado que el Señor es bondadoso,
entonces es razonable que anhelen estudiar su Palabra, lo que hará que su bondad se
manifieste más y más en el creyente”. Es nuestra experiencia del amor divino lo que nos da
apetito por su Palabra. Su benignidad se manifestó cuando nos redimió de nuestros pecados
y en las experiencias diarias porque provee para todas nuestras necesidades.

¡PENSEMOS!
Examine su corazón para saber si su relación con
alguien se caracteriza por alguno de los sentimientos
mencionados en el versículo 1. Haga un plan para
desecharlo. ¿Habrá un pecado que le haya quitado el apetito
por leer y estudiar la Biblia? Piense si en el pasado perdió el
deseo de alimentarse con ella. ¿Cómo lo recuperó? Repase
algunas maneras en que Dios le ha mostrado su bondad.

5
Piedras Vivas
1 Pedro 2:4–10
Algunos dicen que este pasaje es el mejor conocido de toda la carta. El autor emplea
ricas figuras que dan a su enseñanza una belleza poética muy particular. Se recomienda que
lo lea en voz alta haciendo énfasis en la expresión para sentir el impacto de los emotivos
conceptos. Pero después de hacerlo, debe detenerse y meditar en los detalles para captar su
profundidad.
Describe la alta posición y grandes privilegios que tenemos como creyentes. La
variedad de ideas en el pasaje giran alrededor de dos de ellos expresados en los versículos 5
y 9.
2:4–8 Ofrecer sacrificios espirituales a Dios.
2:9–10 Anunciar las virtudes de Dios.
OFRECIENDO SACRIFICIOS 2:4–8
En 2:4 se explica la sencillez de recibir a Cristo como Salvador por medio de la
expresión acercándoos a él. Es tan simple como acercarse con la intención de quedarse con
él y gozar de una nueva relación y comunión. Jesucristo dijo, “Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Hebreos 7:25 enseña,
“por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios…”
“Acercarse a Dios y a Jesucristo” es creer que él es el Hijo de Dios y que Ilevó sobre sí
mismo nuestro pecado y el castigo que merecíamos. Es confiar únicamente en él para ser
salvo eternamente.

¡PENSEMOS!
Acuérdese de alguna vez en que fue escogido para
recibir un reconocimiento. ¿Cómo se sintió? Apunte todos
los títulos que Pedro usa para referirse a los cristianos en el
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pasaje. En el versículo 4, ¿cuáles son los adjetivos que


describen a Jesucristo? En 4–8 ¿Cuáles son tres tipos de
piedra que se refieren a él? ¿Qué aprende usted acerca de
Jesús por medio de estas figuras? En los versículos 6–8,
¿cuál es el resultado de creer en él? ¿De rechazarlo?

Jesucristo es la piedra principal del nuevo templo 2:4


Pedro Ilama a Cristo la piedra viva. La construcción de que habla está compuesta de
seres vivientes que comparten su vida con Dios. El edificio es un templo y Cristo es la
piedra principal. No solamente es viva sino también escogida y preciosa. Estas ideas vienen
del versículo 2:6 donde cita a Isaías 28:16. Jesús fue preparado por Dios para cumplir este
papel especial y su persona es muy valiosa para el Padre.
En la figura del templo, Cristo es la piedra del ángulo que era la primera en colocarse en
una esquina del cimiento de las construcciones. Se ubicaba con mucho cuidado para que
orientara correctamente toda el edificio. A base de esta roca, los albañiles endían sus hilos
para que las paredes quedaran rectas y las esquinas quedaran a escuadra. De la misma
manera, nuestro Salvador es la norma, el maestro y guía para que el edificio espiritual se
construya según el diseño del divino Arquitecto.
El cristiano es una piedra viva en el templo 2:5–6
Se requieren muchas piedras para edificar un templo y los creyentes representan cada
una de ellas. Al recibir al Señor, se van ubicando en su lugar correspondiente. Efesios 2:20–
22 también utiliza esta figura refiriéndose a la iglesia. Cuando uno es regenerado, de
inmediato se une con Jesucristo y con todos los que han vivido en comunión con él desde el
día de Pentecostés (Hechos 2).
Pablo enseña en Efesios 2:21–22 que ese templo espiritual es la morada de Dios. En el
Antiguo Testamento, él habitaba en el tabernáculo y posteriormente en el templo para
manifestarse a su pueblo. Hoy, su presencia especial permanece en su iglesia, la cual es su
templo.
Las figuras que más se usan en el Nuevo Testamento para enseñar sobre la Iglesia son la
familia y el cuerpo. Todos los creyentes son hermanos de la familia espiritual y todos
miembros del cuerpo de Cristo, del cual él es la cabeza.
En el versículo 5, el verbo sed edificados puede ser traducido también “sois edificados”.
Puesto que Pedro se dirige a cristianos, parece mejor entender el verbo como una
afirmación. Cuando se recibe a Cristo como su Salvador personal, cada uno es “edificado”
o colocado en el edificio. La expresión es paralela a la afirmación que se hace en el
versículo 9: sois linaje escogido.
Los creyentes Ilegan a ser dos cosas: casa espiritual y sacerdocio santo, lo cual indica
que:
1) Llegan a componer el templo de Dios en el cual él mora y su pueblo le adora.
2) Llegan a ser sacerdotes que sirven en el templo, alabando y sirviendo a Dios por medio
del ofrecimiento de sacrificios espirituales.
Puesto que somos sacerdotes en el templo de Dios, no es necesario acercarnos a él a
través de un mediador humano. Jesucristo es el único que puede ejercer esa función y no
necesitamos que un religioso o cualquier otro hombre nos represente delante de nuestro
Padre.
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“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre
de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su
carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón
sincero…” (Hebreos 10:19–20)
Antes de la venida de Cristo, el pueblo de Dios ofrecía en el templo sacrificios de
animales y granos. Pero nuestro Redentor se ofreció como el cordero de Dios, el sacrificio
perfecto por nuestros pecados para librarnos de esa obligación. No se necesita ofrecer más
sacrificios para expiar los pecados. Sin embargo, las Escrituras hablan de algunas cosas que
debemos Ilevar a Dios como una ofrenda de adoración y gratitud. Son importantes y a
continuación mencionamos algunas:
Salmo 51:17 La confesión de pecados
Romanos 12:1 La vida entregada a Dios
Romanos 15:16 Las personas que traemos al Señor
Filipenses 4:18 La ofrenda para la obra
Hebreos 13:15 La alabanza a Dios
Hebreos 13:16 El hacer el bien y la ayuda mutua.
Estas ofrendas pueden hacerse en cualquier momento y lugar y debemos tenerlas en
cuenta cada vez que vamos a la iglesia para reunirnos con los demás. ¿Asistimos al culto
sólo para conseguir algo como la enseñanza, la inspiración, el gozo, el ánimo, la sabiduría o
alguna otra bendición? Pero no debemos hacerlo pensando solamente en nosotros mismos,
sino Ilevando ofrendas para ofrecer a Dios tales como la confesión, la alabanza, nuestra
vida, nuestra ofrenda de dinero y personas que hemos guiado a Cristo.
Según el apóstol Pedro, los sacrificios espirituales son aceptables a Dios por medio de
Jesucristo quien es nuestro sumo sacerdote.
En el versículo 6, la cita de Isaías 28:16 trae ánimo al creyente: no será avergonzado
indicando que no se verá desilusionado ni defraudado por haber recibido a Cristo como su
Salvador. Nos sentimos orgullosos porque estamos junto a la piedra principal escogida por
Dios para quien es preciosa. Pedro quería que este pensamiento animara a los creyentes que
vivían en medio de la crítica, la burla y el sufrimiento.
JESUCRISTO ES:
La piedra viva, v. 4
La principal piedra del ángulo, v. 6
La piedra desechada, v. 7
La piedra de tropiezo, v. 8
Los que rechazan el evangelio tropiezan en la piedra que es Cristo 2:7–8
Otros pasajes de la Biblia hablan de nuestro Salvador como la piedra de tropiezo (Isaías
8:14–15 citado en Mateo 21:42–44, Romanos 9:31–33, 1 Pedro 2:8). En especial, los judíos
tropezaron con él, porque no fue el Mesías que esperaban, un majestuoso libertador de la
opresión de Roma. En cualquier época, la percepción que la mayoría de los humanos han
tenido con respecto a Jesús no ha sido la que esperaban. Alguno de sus aspectos, ya sea su
raza, su cultura, su imagen, su debilidad, sus seguidores, sus demandas o su enseñanza han
ofendido a ciertas personas. Como no lo aceptaban, entonces “tropezaron”, rechazando la
vida, perdón y esperanza que Dios les ofrecía a través de él.
PORQUE LA PALABRA DE LA CRUZ ES LOCURA A
LOS QUE SE PIERDEN; PERO A LOS QUE SE
SALVAN, ESTO ES, A NOSOTROS, ES PODER
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DE DIOS (1 CORINTIOS 1:18)


Antes de dejar este párrafo, debemos notar las enseñanzas que animaron a los primeros
lectores y que también deben impactar nuestras vidas.
1) Una idea fundamental del párrafo es que los hombres rechazaron a Jesucristo, pero su
Padre lo aceptó como sacrificio. En esta idea va implícito el deseo del apóstol Pedro de
animar a los lectores; quería darles la perspectiva divina de sus circunstancias difíciles.
Puesto que Cristo fue rechazado por los hombres, era de esperarse que los creyentes
también lo fueran. “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a
vosotros” (Juan 15:18).
2) Además, de la manera en que Cristo es escogido y precioso para el Padre, así los creyentes
han sido elegidos para disfrutar grandes privilegios. El es piedra viva y ellos también.
Aunque los hombres los menosprecien, no deben sentirse avergonzados porque son las
privilegiadas rocas que han sido colocadas al lado de la cabeza del ángulo. Los edificadores
de la sociedad en que viven los cristianos los rechazan, pero Dios los utiliza en su edificio.
3) Además, somos sacerdotes que bajo el mando del Sumo Sacerdote Jesucristo, servimos a
Dios en el templo espiritual ofreciendo sacrificios espirituales. Este ministerio es aceptable
delante de Dios, como lo fue la obediencia de Cristo. Son agradables a él por causa de su
Hijo. Se agregan a estos privilegios todos los otros calificativos que se encuentran en el
versículo 9.
También el párrafo contiene una advertencia para los que no conocen a Cristo. El
versículo 8 amplía lo que significa tropezar. Los que no creen en él, tropiezan en la
palabra, siendo desobedientes. El incrédulo no acepta que Cristo es Dios y que murió por
los hombres. Tampoco admite que es pecador y que solamente por Jesús es posible ser
aceptado por el Altísimo. Desobedece el mensaje porque no responde con fe a la gran oferta
divina. La frase final enseña que el hombre que persiste en su incredulidad, ha sido
destinado a la desobediencia por su rebeldía.
…EL QUE NO CREE, YA HA SIDO CONDENADO,
PORQUE NO HA CREÍDO EN EL NOMBRE DEL
UNIGENITO HIJO DE DIOS (JUAN 3:18B)
¡PENSEMOS!
¿Cómo le fortalece a usted saber que forma parte del
templo de Dios y que es un sacerdote que ofrece sacrificios?
¿Cuál de los mencionados en la lista de arriba necesita usted
ofrecer con más frecuencia? ¿En qué forma ve usted los
resultados de las dos opiniones más comunes acerca de
Jesucristo? Hoy en día, ¿cuáles son los motivos que hacen
que algunos tropiecen en él?

ANUNCIANDO LAS VIRTUDES DE DIOS 2:9–10


Pedro continúa disertando acerca de que tenemos grandes privilegios. Las frases del
versículo 9 tienen un significado especial porque ese fue el nombre con que el Señor Ilamó
al pueblo judío en el Antiguo Testamento (Exodo 19:6, Deuteronomio 7:6).
Ahora sabemos que en la actualidad la iglesia es el pueblo de Dios, y él aplica las
mismas expresiones a los cristianos. Para los gentiles esta era una idea revolucionaria, el ser
identificados con estas frases: linaje escogido, real sacerdocio, nación santa y pueblo
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adquirido por Dios. Estos nombres representan grandes privilegios que solamente los
judíos habían disfrutado.
Linaje escogido v. 9
La nación judía fue elegida con el fin de mediar entre Dios y el resto de la humanidad y
ese era el papel del sacerdote. El deber de su pueblo era manifestar el carácter y las obras
del Altísimo para que todo el mundo lo conociera y se sometiera a él. En algunas épocas la
nación judía cumplió su tarea, pero en muchas otras no fue así. Su mal testimonio hizo que
los gentiles blasfemaran contra Jehová (Romanos 2:24).
Se debe aclarar que Pedro utiliza los conceptos de linaje, sacerdocio, nación y pueblo
que anteriormente se referían a los judíos para designar a los cristianos, quienes pueden ser
llamados así, porque en esta época la iglesia es el pueblo de Dios y su instrumento para
alcanzar al mundo. La iglesia ahora cumple algunas de las funciones que Israel tenía antes
de la venida de Cristo. Sin embargo, no hemos de pensar que la iglesia puede sustituir de
una vez y para siempre a Israel ni tampoco que esa nación se debe confundir con la iglesia.
Cuando Dios complete la formación de su iglesia, volverá a ocuparse de la nación judía
para hacerlos sacerdotes y testigos en el mundo (por ejemplo Romanos 9:11–32 y
Apocalipsis 7:1–8)
Real sacerdocio v. 9
Somos un real sacerdocio porque tenemos la responsabilidad de anunciar las virtudes
de Dios, sus atributos y obras, todo lo que revela su gloriosa excelencia. Pablo enseñaba
que Dios tiene el propósito de que lleguemos a ser conformes a la imagen de Cristo
(Romanos 8:29). Cuando nuestras vidas manifiesten su divino carácter, entonces los demás
conocerán las excelencias de Dios.
Así, los hombres deben reconocer que el Señor de los cristianos es el único Dios
Soberano, Eterno y Salvador de la humanidad. Cuando los creyentes no muestran una vida
santa y no testifican a los demás, entonces fallan como lo hicieron los judíos. El mundo
blasfema de Dios y no cree en él, ni en su Hijo.
Esta misma expresión indica que el Altísimo nos honra con la posición de reyes. En el
Antiguo Testamento, los reyes no podían ser sacerdotes porque éstos tenían que ser de la
tribu de Leví. Los reyes eran de la tribu de Judá. Sin embargo, Pedro dice que somos
sacerdotes pero al nivel de reyes.
Afirmar esto significa varias cosas:
1) Los sacerdotes estaban consagrados al servicio del Rey de reyes y nosotros hemos de
entregarnos también a obedecerlo y servirlo.
2) Los sacerdotes cuidaban su vida personal, espiritual y moral para agradar a Dios. En el
versículo 9, Pedro dice que somos una nación santa y hemos de vivir separados del pecado
y la inmundicia del mundo, pero no aislarnos de los incrédulos sino anunciarles las virtudes
del Padre Celestial. Para hacerlo, ellos tienen que conocernos, observarnos y oírnos. Hemos
de estar en contacto con los hombres del mundo pero no contaminarnos con sus valores y
su mala conducta.
3) No todos los sacerdotes judíos tenían las mismas responsabilidades, pero todos se
identificaban con el sumo sacerdote. Nuestra labor difiere en la manera de servir a Dios,
pero también somos sumisos a Jesucristo, que es la cabeza de la iglesia.
EL CREYENTE ES UN SACERDOTE
QUE OFRECE SACRIFICIOS ESPIRITUALES Y
ANUNCIA LAS VIRTUDES DE DIOS.
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Nación santa v. 9
En el capítulo 1, Pedro exhortó a los creyentes a ser santos porque Dios dice: “Yo soy
santo”. Esto mismo dijo primero a la nación judía y era responsable de obedecer las normas
de la ley de Moisés y demostrar la santidad divina. A través de su vida nacional, su vida
comunitaria y su ética personal, el mundo comprendería que Jehová era el único Señor
santo y verdadero.
Pero en muchas épocas las naciones que los rodeaban sólo veían el pecado del pueblo y
no podían apreciar en ellos el reflejo del carácter de su Creador.
Actualmente, nuestro Padre ha dado a la iglesia el privilegio y la responsabilidad de
cumplir ese propósito, por lo que debe ser santa y reflejar al mundo que el Soberano del
universo es santo y verdadero, para que los hombres crean en él. ¿Impactan al mundo en
esa forma nuestras vidas e iglesias?
Pueblo adquirido por Dios v. 9
Además, somos un pueblo que pertenece al Altísimo. La mayoría de los lectores de esta
carta no eran hebreos. En tiempos antiguos, Dios tenía que decir a los gentiles no erais
pueblo porque no pertenecían a los que había elegido para ser sus representantes en el
mundo. Pero ahora llama a todos los creyentes por igual, sean judíos o no, ahora sois
pueblo de Dios (v. 10). Hemos recibido su misericordia y somos su pueblo (vv. 9–10)
porque Cristo nos compró por su muerte en la cruz. ¡Es maravilloso saber que nos
considera como su pueblo especial!

¡PENSEMOS!
¿Cuál de las frases de los versículos 9 y 10 le motiva
más? ¿Por qué? Apunte una aplicación para su vida.
Repaso: ¿Cuáles son las dos responsabilidades del creyente
que Pedro subraya en los versículos 4–10? (Note los vv. 5 y 9)

Los creyentes de Asia Menor vivían en medio de gente que los odiaba. Pedro les escribe
para animarlos y retarlos. Lo primero que debían recordar era que Cristo también había sido
rechazado por los hombres pero que Dios lo escogió y exaltó, de la misma manera en que a
nosotros se nos hace acreedores de privilegios muy grandes porque hemos sido elegidos
para ser su pueblo y sus sacerdotes.
Pero el apóstol también les deja unos encargos. En primer lugar, han de ofrecer
sacrificios espirituales a Dios. En segundo, tienen que exhibir públicamente que el Señor es
santo, poderoso y misericordioso. Esto se lograría por medio de su conducta y testimonio.

6
Extranjeros y Ciudadanos
1 Pedro 2:11–17
¡El cristiano tiene doble ciudadanía! Por eso tiene responsabilidades tanto celestiales
como terrenales. Pedro aclara que nuestra primera lealtad se debe a Dios. Sin embargo,
debemos seguir en el mundo y no podemos escapar de nuestros deberes por ser miembros
de una sociedad. Uno de ellos es el maravilloso privilegio de ser embajadores de Dios a los
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perdidos, pero siempre llevando un estilo de vida que se caracterice por las actitudes y
conducta de un ciudadano de la patria celestial.
Con el versículo 11, Pedro comienza una nueva división de la carta, la cual se concentra
precisamente en la forma en que debemos vivir como cristianos verdaderos en todas
nuestras relaciones. En este capítulo solamente comenzaremos a estudiar este tema para
continuarlo en los siguientes.
Los versículos 11 y 12 introducen la división. Después se verán pasajes sobre las:
Relaciones con el 2:13–17 Capítulo 6
gobierno 2:18–25 Capítulo 7
Relaciones en el 3:1–7 Capítulo 8
trabajo 3:8–12 Capítulo 9
Relaciones en el
matrimonio
Relaciones
interpersonales
El énfasis en toda la sección es la sumisión del creyente: primero al estado, al amo, al
cónyuge y a otras personas en su contexto. Este concepto se repite en: 2:13, 17, 18, 20, 23;
3:1, 5, 6, 8, 9.
En la sección que nos toca estudiar, vv. 11–17, se encuentran dos párrafos: uno muy
breve de introducción para toda esta división y uno más largo acerca de nuestras
responsabilidades ante el gobierno.
2:11–12 Los extranjeros: Glorificando a Dios en el mundo
2:13–17 Los ciudadanos: Glorificando a Dios ante el estado
LOS EXTRANJEROS 2:11–12
El apóstol apela a los lectores con ternura y fervor diciendo: Amados, yo os ruego. Estas
primeras palabras del versículo 11 muestran la seriedad e importancia que tienen las normas
de conducta que el autor va a enumerar a sus hermanos en Asia Menor.

¡PENSEMOS!
Lea cuidadosamente los versículos 11 y 12. Piense en
varias situaciones que surgen cuando un cristiano tiene qué
vivir como extranjero en un país que no es su patria. ¿Qué
quiere Pedro que hagamos dentro de la sociedad? ¿Cuál es el
motivo para vivir así? ¿Qué hacían los vecinos en contra de
los cristianos que recibieron esta carta?

Antes de iniciar su lista, Pedro identifica a los creyentes como extranjeros y peregrinos.
Sin importar de qué país procedan, no pertenecen a este mundo. Son residentes temporales.
Filipenses 3:20–21 y Hebreos 11:8–16 nos recuerdan que somos ciudadanos del cielo.
No podemos esperar que el mundo nos trate como a los suyos porque no echamos raíces
ni queremos quedarnos en él para siempre, sino que vamos de paso para llegar a otra tierra.
Esta mentalidad nos motiva a ser santos en nuestra relación con el gobierno, nuestro patrón,
cónyuge y la sociedad en general.
Antes de entrar de lleno a su disertación a partir del v. 13, Pedro especifica que tenemos
dos responsabilidades generales.
1) que os abstengáis de los deseos carnales (v. 11) y
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2) manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles (v. 12).
Los deseos carnales pueden ser los que menciona en 4:3, pero también puede referirse a
toda forma de egoísmo que brota de nuestra naturaleza pecaminosa. Por ejemplo, se ve en
esta sección que debemos evitar mostrar un espíritu de rebeldía contra los gobernantes así
como reacciones negativas contra un patrón abusivo. Más adelante, el apóstol habla de
egoísmo en el matrimonio, de la venganza y de los labios que maldicen a otros. Todos estos
son deseos carnales.
Las buenas obras mencionadas en el versículo 12 no deben entenderse sólo como actos
de bondad y piedad hacia los necesitados. Para Pedro incluyen la obediencia a las leyes,
pagar los impuestos, honrar y comprender al cónyuge y mostrar afecto a los hermanos en
Cristo.
Hay tres razones por las cuales debemos conducirnos de esta manera. Una es que somos
ciudadanos del cielo. La voluntad de Dios es nuestra norma y no el ejemplo de la sociedad.
En segundo lugar, la naturaleza egoísta pone en peligro el bienestar espiritual del
creyente porque entabla una guerra contra el alma.
En tercer lugar, el hijo de Dios ha de tomar en cuenta la influencia de su conducta en los
que no conocen a Cristo. Los gentiles en este versículo no se refiere sólo a los no judíos,
sino a todos aquellos que no creen y que hablan contra los creyentes.
Posiblemente los hermanos de Asia Menor eran víctimas, no sólo de la calumnia de sus
vecinos, sino de acusaciones por parte de las autoridades. Algunas veces, los ciudadanos de
un país ven a los extranjeros y los critican porque son diferentes (4:4). Existían muchos
motivos de sospecha contra ellos, posiblemente por razones justificadas como se sugiere en
3:16–17.
Pero habrá un día en que la gracia y salvación vendrán a ellos. El día de la visitación, el
Espíritu Santo actuará en ellos, y tendrán oportunidad de reconocer que la conducta de los
cristianos es buena y que Dios está en ellos. ¡Glorificarán al Altísimo y aceptarán a Cristo!
Se encuentra aquí otro importante principio para nuestra vida de creyentes. No hemos
de aislarnos de las personas que viven a nuestro alrededor porque ellos necesitan
conocernos y observarnos para que sean influenciados por nuestra buena conducta.
¿QUIENES SON SUS AMISTADES
NO CREYENTES?
Debemos permanecer lo suficientemente cerca de ellos para que se den cuenta de
nuestro comportamiento. Mantengamos contacto con familiares, vecinos, colegas y
compañeros que necesitan conocer a Cristo. Acerquémonos y hagamos amistad con los no
creyentes como hizo Jesucristo. No participamos de su pecado, pero los queremos por
causa del Señor.

¡PENSEMOS!
¿Cómo puede el creyente ganar la victoria sobre su
naturaleza pecaminosa? (Compare Gálatas 5:16–17) ¿Por
qué a veces es el buen testimonio más importante que las
palabras? ¿Qué sucede cuando testificamos de Cristo sin
mostrar una buena conducta? ¿Cómo mantiene usted el
contacto y amistad con los que no conocen al Salvador?
¿Qué otras oportunidades podría buscar para cultivar esas
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amistades?

LOS CIUDADANOS 2:13–17


Los creyentes en Jesucristo tienen su ciudadanía en el cielo, pero también tienen
obligaciones civiles en el mundo. El Creador instituyó el gobierno humano para que
guardara el orden y la tranquilidad en la sociedad y se sujetara al Rey de reyes. El estado no
ha cumplido bien este papel en muchas épocas de la historia. Pero todos tenemos que
cumplir nuestras responsabilidades en la sociedad en que vivimos. Entonces, el creyente es
extranjero y a la vez, ciudadano de su país.

¡PENSEMOS!
En el versículo 13 se encuentra la primera mención de
“someterse”. ¿Qué significa para usted este mandato? Según
los versículos 13–15, ¿Cuáles son las razones que lo
justifican? ¿Cómo afecta la salvación a las relaciones que el
creyente tiene con su gobierno? ¿Incluye la voluntad de Dios
oponerse al estado? Piense en ejemplos bíblicos en que los
siervos de Dios resistieron a las autoridades. ¿Por qué lo
hicieron?

La regla es sujetarse (v. 13).


El verbo “someterse” significa literalmente “clasificarse debajo” del rango que tiene
otro. Entonces, el creyente ha de reconocer que las autoridades están por encima de él y que
tienen el derecho de hacer leyes y exigir que se cumplan.
El gobierno debe cumplir con justicia la función que Pedro describe en el versículo 14,
pero en infinidad de ocasiones no es así porque le falta sabiduría o voluntad o porque
permite la corrupción. El escritor y los destinatarios de la carta vivían en el antiguo Imperio
Romano. Había leyes buenas y malas. Los emperadores no se regían por una constitución
que protegiera los derechos del pueblo y sus gobernadores muchas veces actuaban
arbitrariamente. Sin embargo, Pedro ordena sumisión sabiendo que cualquier otra conducta
traería anarquía. Compare la enseñanza del apóstol Pablo en Romanos 13:1–7.
Note que Pedro manda la obediencia a toda institución humana. Así, se amplía la
responsabilidad del creyente para incluir las instituciones educativas, la iglesia u otra
entidad social de la que formemos parte. ¿Cree usted que esta norma se aplica a las
obligaciones financieras? ¿Al código para construcciones? ¿A las normas de tránsito? ¿A
contribuir a la tranquilidad del vecindario?
El apóstol da tres razones (vv. 13–15).
En primer lugar Dios instituyó el gobierno humano y nos manda someternos, entonces
lo hacemos por causa del Señor. Obedecer las disposiciones gubernamentales equivale a
obedecer al Padre celestial. Pero Pedro está diciendo que lo hagamos no sólo por deber,
sino también por devoción al Altísimo.
SI ME AMAIS, GUARDAD MIS MANDAMIENTOS.
EL QUE ME AMA, MI PALABRA GUARDARA.
JUAN 14:15, 23B
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En segundo lugar, hemos de vivir en sujeción porque el gobierno tiene una función dada
por Dios: para castigo…y alabanza. Es así que el estado puede exigir obediencia a las leyes
y mantener el orden en la sociedad.
En tercer lugar, el autor dice que colaborar con el gobier no hace callar la crítica de los
que ignoran la verdad. Como en el versículo 12, Pedro se preocupa por las acciones de los
creyentes porque ésas influyen en la vida y actitudes de los que no conocen a Cristo.
La libertad no es un pretexto (vv. 16–17).
Aparentemente algunos creyentes decían que como eran libres entonces no tenían por
qué servir al estado. Pedro los reprende diciendo que el hecho de haber sido librados del
dominio del pecado los ha hecho siervos de Dios y por lo tanto, tienen que obedecerlo en
este aspecto. Por lo general, desobedecer al gobierno es rebeldía contra el Señor. El
cristiano no vive sin normas ni leyes, ni por encima de las responsabilidades que tiene ante
la sociedad y debe cumplir como los otros ciudadanos.
Los creyentes preguntamos, “¿Qué se hace cuando el gobierno manda algo que Dios ha
prohibido, o cuando prohibe algo que nos ha mandado?” La Biblia provee una guía al
creyente en estos casos. Cuando sucede una contradicción entre lo que dice el Creador y el
gobierno, hemos de obedecer primero al Señor. Esto sucedió cuando las autoridades judías
prohibieron a Pedro y a Juan que enseñaran en el nombre de Jesús, pero ellos respondieron:
“Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hechos 4:19).
También Daniel se opuso a las instrucciones del rey de Babilonia, rechazando la dieta
que les había ordenado porque no respetaba las normas de la ley y era parte de la adoración
a los ídolos (Daniel 1). Es importante observar que Daniel actuaba así porque honraba al
rey y a su administrador. No rechazó todo el plan real para la preparación de liderazgo que
exigía, sino sólo lo que infringía las normas divinas. Tampoco mostró un espíritu rebelde y
soberbio, sino que quería colaborar. Propuso un plan alterno y Dios lo prosperó.
Hoy en día, si un gobierno prohibe la evangelización o el culto, los creyentes han de
cumplir estos deberes a pesar de la ley. Sin embargo, no deben provocar a las autoridades
creando escándalos con una conducta indebida. Tenemos que estar muy seguros de que la
Biblia manda o prohibe una cosa antes de resistir la voluntad del gobierno. No hemos de
insistir en una conducta basada sólo en el deseo o constumbre de los cristianos.
En el capítulo 6, Daniel se encontró de nuevo obligado a desobedecer un decreto. El rey
prohibió la oración a Dios. Con firmeza y valor, el profeta siguió su costumbre de orar a
riesgo de su vida. Pero es muy importante notar que él era un hombre que colaboraba en
todo lo que se le pedía. Su efectividad como funcionario del gobierno, honradez y actitud
en esta ocasión le ganaron el favor del rey Darío (6:3–4). Daniel es buen ejemplo del
creyente que sufre no por haber hecho el mal, sino por obedecer a su Señor.
Compare otros ejemplos en Exodo 1:15–22 y Mateo 2:7–12. El ejemplo mayor es
Jesucristo mismo y Pedro hablará de él al final del capítulo 2.
HONRAD A TODOS.
AMAD A LOS HERMANOS.
TEMED A DIOS.
HONRAD AL REY.
¡PENSEMOS!
Sugiera una manera práctica de obedecer cada uno de
los cuatro mandatos mencionados arriba (2:17). ¿Cuáles son
algunas normas gubernamentales que los cristianos a veces
infringen? ¿Piensa usted que el estilo o tipo de gobierno que
está en el poder en su país afecta nuestra responsabilidad?

¿Qué hizo usted en alguna ocasión en que no estuvo de


acuerdo con las autoridades? Evalúe su conducta a la luz de
las Escrituras.

¿Piensa usted que Pedro deja lugar para que los


cristianos discutan y critiquen las ideas y acciones de quienes
están en autoridad? Piense en algún caso en que un creyente
desobedeció una norma de la sociedad y que afectó
negativamente a los no cristianos.

7
Las Pisadas del Pastor
1 Pedro 2:18–25
1

Este pasaje se dirige a los esclavos del primer siglo. Aunque la esclavitud es repugnante
para el hombre moderno, era aceptada por la sociedad de aquellos tiempos.
Algunos calculan que solo en el Imperio Romano había 60 millones de siervos; esta
práctica permeaba la estructura social y económica del mundo romano. Muchos eran
prisioneros de guerra o habían sido secuestrados y cubrían toda la gama de talentos y
oficios. Además de ayuda doméstica y agricultores, había artesanos, maestros, médicos,
contadores, secretarios y otros con habilidades especiales.
Muchos esclavos se habían añadido a las nuevas congregaciones cristianas. 1 Corintios,
Efesios, Colosenses, 1 Timoteo, Tito y Filemón contienen enseñanzas para los creyentes
esclavos. Algunos pensaban que la libertad espiritual también les daba derecho a ser libres
legalmente, pero Pablo aclara en 1 Corintios 7:20–24 y en Filemón que debían respetar las
leyes establecidas.
Los apóstoles y las iglesias del primer siglo no se dedicaron a luchar en contra de la
esclavitud aunque se sabe de casos en que los cristianos contribuyeron para comprar la
libertad de un miembro de la iglesia. Damos gracias a Dios porque los primeros cristianos
ayudaron a que terminara esa desagradable práctica en el imperio algunos siglos después.
Las instrucciones de Pedro para los siervos continúan haciendo el mismo énfasis en la
sujeción que se estudió en el párrafo anterior. Debían ser respetuosos y colaborar con sus
amos.
En este pasaje, el apóstol vuelve a referirse a Jesucristo como el modelo perfecto de
siervo. De nuevo veremos que los deberes del creyente están relacionados con la doctrina,
especialmente la que trata de Jesús y la salvación (1:2, 3, 10–11, 13, 18–21; 2:4–6).

1Orth, S. (1991). Estudios Bıı́blicos ELA: Remando contra la corriente (1ra


Pedro) (1). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.
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Las enseñanzas principales se desarrollan en dos etapas: las exhortaciones a los siervos
y el ejemplo de Jesucristo.
2:18–20 El siervo aprobado se sujeta aun cuando sufre injustamente.
2:21–25 El siervo ha de seguir el ejemplo de Jesucristo.
EL MANDATO: LA SUJECION 2:18–20
La sociedad del siglo XX es distinta a la del primer siglo de la era cristiana. Damos
gracias a Dios porque las iglesias no tienen miembros que son “esclavos” y que las leyes no
permiten que un ser humano sea propiedad de otro. Sin embargo, existen todavía en nuestro
mundo hombres y mujeres que viven bajo la opresión y la injusticia, que no gozan de los
derechos, opciones y protección legal que se esperan en la actualidad. Al tomar en cuenta
estos problemas contemporáneos se pueden entender mejor las frustraciones, penas y
peligros que enfrentaban los primeros lectores de esta carta.

¡PENSEMOS!
Lea 2:18–25 antes de contestar las preguntas. Puesto que
esta enseñanza era para los esclavos, ¿en qué circunstancias
piensa que podríamos aplicarlas hoy? Según el apóstol
Pedro, ¿cuáles son algunas de las posibles reacciones que se
esperan cuando el patrón trata a una persona injustamente?
¿Cuáles son las razones por las que el creyente debe
sujetarse?

Normalmente uno labora dentro de una estructura en la cual es dependiente de otra


persona. Las normas que los apóstoles dejaron para los amos y los siervos son aplicables a
las relaciones laborales en el día de hoy.
La conducta correcta
El versículo 18 enseña las actitudes y conducta que deben caracterizar al obrero
cristiano: el respeto y la obediencia. Es interesante notar que no se hace la pregunta: ¿quién
tiene derecho sobre mí? sino ¿cuál debe ser mi reacción ante los que tienen autoridad sobre
mí?
La sociedad ha cambiado y los empleados tienen muchas facilidades que los creyentes
de aquel tiempo no disfrutaban. Si los esclavos de la época de Pedro que carecían de
protección legal tenían que obedecer estas normas, cuánto más los que ahora trabajamos
teniendo tantas ventajas y derechos.
Las circunstancias contemporáneas
Los versículos 18–20 aclaran que nuestra responsabilidad al patrón no se limita a los
casos en que él es amable y comprensivo; tampoco se limita a las circunstancias en que sus
órdenes y disposiciones son justas y correctas.
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores
aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?
Porque también los pecadores hacen lo mismo” (Lucas 6:32–33).
Pedro continúa orientando a los creyentes para que obraran correctamente en medio de
una sociedad que no los aceptaba. Les enseñó que debían mostrarse leales y servir con
entusiasmo. En ciertos lugares y circunstancias todavía nuestra conducta puede ponernos en
peligro.
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Se debe reconocer que estos versículos contradicen la doctrina tan popular en la


actualidad en algunas iglesias que afirma que Dios promete prosperidad, salud y bienestar
al creyente que lo obedece y deposita su confianza en él.
OBEDECER + SUFRIR + SOPORTAR
= SER APROBADO
El anhelo preeminente
Esta porción señala que la meta del cristiano es ser aprobado por Dios, aunque no lo sea
por los hombres. El siervo que más merece la aprobación divina es el que colabora y es
paciente aun cuando se le trate injustamente.
Alternativas bíblicas
Habiendo estudiado la exhortación tan clara que da en estos versículos, debemos
considerar algunas cuestiones de ética que no se mencionan.
¿Estamos en libertad de aprovechar cualquier oportunidad que se nos presente para
mejorar las circunstancias de nuestro trabajo? 1 Corintios 7:20–24 dice que sí. ¿Se nos
permite escapar del sufrimiento injusto? Hechos 9:23–25, 28–30 nos da un ejemplo.
A través de los padecimientos, ¿logra Dios resultados provechosos para nuestro
desarrollo como personas? Romanos 8:28 dice que sí y el ejemplo de Pablo lo confirma (2
Corintios 12:9–10).
¿Es correcto orar pidiendo que se nos libre del sufrimiento? El salmista así lo hacía
(Salmos 109:21–31, 116:1–11), pero Dios no siempre contesta como quisiéramos (2
Corintios 12:7–9).
¿Es permitido protestar cuando somos tratados injustamente? Las palabras de Cristo y
de los apóstoles indican que sí: Juan 18:23, Hechos 5:40–42, 23:1–5, 25:8–11.
En el primer siglo, por lo general las leyes no proporcionaban garantías ni recursos para
quienes eran objeto de injusticias. Cuando se desesperaba, a veces la gente protestaba en
una manifestación violenta. Por el contrario, la sociedad actual algunas veces ofrece
alternativas legales que permiten al ciudadano, cristiano o no, la posibilidad de mejorar su
condición. Por ejemplo, existen las garantías del voto, de amparo, de acudir a una asamblea
legal, las negociaciones obrero patronales y la protesta pacífica.

¡PENSEMOS!
¿Recuerda alguna vez haber tenido un patrón áspero o
injusto? ¿Cuáles son las actitudes que normalmente surgen
en estos casos? ¿Cómo manejó usted la situación? Si se
volviera a encontrar en una circunstancia semejante, ¿cómo
cambiaría usted su procedimiento?

EL MODELO: NUESTRO SALVADOR 2:21–25


El hombre no llega a ser cristiano por seguir el ejemplo de Jesucristo sino porque
confiesa que es pecador y acepta que no puede conducirse de manera que agrade a Dios. En
ese acto, tanto el hombre como la mujer reconocen su culpabilidad e impotencia y se
aferran a la gracia y misericordia divinas. Estas, junto con el perdón, están disponibles
porque Jesucristo murió en la cruz, llevando nuestro castigo.
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Cuando una persona llega a ser creyente verdadero, imita al Hijo de Dios, quien es el
ejemplo que le enseña como debe conducirse. Este pasaje revela algunos aspectos de su
comportamiento modelo.

¡PENSEMOS!
Lea y medite en los versículos 21–25 y después conteste
estas preguntas. ¿Encuentra en estos versículos algunos
motivos por los que Cristo no reaccionaba en forma
incorrecta? Según este pasaje, ¿por qué murió Jesús?
¿Cómo afecta su conducta esto, al recordar que usted ya no
es una oveja descarriada, sino que está en el redil? Cuando
los destinatarios abatidos y sufridos leyeron que Cristo es su
“pastor y obispo”, ¿qué deben haber sentido?

El juicio, la sentencia condenatoria, la burla y la crucifixión de Jesús son los actos más
injustos que registra la historia. El fue el único hombre perfecto, santo y obediente a Dios
en todo detalle y había dado evidencias indubitables de su verdadera identidad. Se había
conducido entre los hombres sin cometer pecado, ni siquiera en pensamiento, actitud, o
palabra. Sin embargo, los jueces humanos y pecadores lo condenaron a morir.
Jesús lo soportó todo para dejarnos ejemplo (v. 21)
Nosotros hemos sido llamados por Dios para seguir el ejemplo de Cristo que padeció
con paciencia aun cuando no merecía el sufrimiento. Ejemplo era un vocablo que los
griegos usaban para referirse a las letras bien escritas en los cuadernos de los alumnos en la
escuela. Ellos tenían que copiar las letras exactamente como las de un modelo para
aprender a escribir bien. El cristiano, como buen alumno y discípulo de Cristo, ha de copiar
exactamente su comportamiento para aprender en la escuela de Dios y salir aprobado.
Ninguna injusticia se puede comparar con la que Cristo sufrió. Debe hacernos sentir
vergüenza cuando nos irritamos porque tenemos que padecer una injusticia.
BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN
PERSECUCION POR CAUSA DE LA JUSTICIA
(MATEO 5:10A).
Jesús soportó porque es impecable (v. 22)
Aunque el Señor pasó por todo la presión, amenaza y mal trato del juicio nunca cometió
un acto reprobable o dijo algo pecaminoso. Su conducta y reacciones fueron totalmente
santas y correctas. Este versículo refleja Isaías 53:9.
Jesús soportó porque confiaba en un juez justo (v. 23)
Tal vez a nosotros nos parecería adecuado que el Hijo de Dios manifestara la justa ira
de Dios y destruyera a sus enemigos con una palabra. Pero esto no era la voluntad del
Padre. Su sufrimiento y muerte eran necesarias para proveer la salvación. Nunca maldijo ni
amenazó a sus detractores.
BIENAVENTURADOS SOIS CUANDO POR MI CAUSA
OS VITUPEREN Y OS PERSIGAN, Y DIGAN TODA
CLASE DE MAL CONTRA VOSOTROS, MINTIENDO.
GOZAOS Y ALEGRAOS, PORQUE VUESTRO
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GALARDON ES GRANDE EN LOS CIELOS


(MATEO 5:11–12A).
Jesucristo soportó el sufrimiento porque puso su vista en Dios y confiaba en su juicio
perfecto. De la misma manera, nosotros no debemos buscar el desquite y la venganza. El
juicio de los pecadores le toca al Creador, quien tomará las decisiones justas y no dejará
escapar a ninguno. Compare Romanos 12:17–21.
Jesús soportó por las metas que tenía (vv. 24–25)
Nuestro Señor resistió el sufrimiento y la humillación porque no olvidaba los objetivos
que tenía; padeció hasta lo sumo y murió para llevar sobre sí mismo el castigo de nuestro
pecado (1:18–19) y para que fuésemos librados del dominio del pecado y viviéramos en
rectitud (Romanos 6:1–14).
La frase fuisteis sanados no se refiere a que la muerte de Cristo provee sanidad física
sino la del alma, que viene por el perdón de pecados y la victoria sobre él (Salmos 103:3).
El pasaje que estamos estudiando aclara que el creyente no está exento del sufrimiento.
Dios puede sanar al enfermo como respuesta a las oraciones. Sin embargo, las
enfermedades de Pablo, Timoteo y Epafrodito muestran que a veces es la voluntad divina
que los creyentes padezcan físicamente (2 Corintios 12:1–10).
En el versículo 25, Pedro continúa hablando del propósito de los sufrimientos de Cristo.
No eran porque los merecía, sino porque nuestra necesidad era enorme. Antes de conocer al
Redentor, el hombre se encuentra perdido y descarriado como una oveja, sumido en la
ignorancia, desorientado, en grave peligro de perderse, e impotente para ayudarse a sí
mismo, como la oveja que se describe en Lucas 15:1–7. El pastor tuvo que poner su vida en
peligro para rescatarla. Por eso tenemos un Pastor que nos ha rescatado de la muerte eterna,
que nos alimenta, cuida y protege.
Obispo se refiere a la persona que vela por el bienestar de otros y los supervisa.
Imaginemos el consuelo que los destinatarios sintieron en medio del sufrimiento, al
recordar que tienen un Pastor que los cuida. En 5:1–4 Pedro habla de los ancianos de la
iglesia llamándolos pastores y de Jesucristo como “Príncipe de los pastores”. Si nuestro
Salvador no hubiera sufrido pacientemente, entonces nosotros no seríamos perdonados,
seguiríamos descarriados y sin disfrutar del cuidado del Pastor de nuestras almas.

¡PENSEMOS!
¿Está usted viviendo una experiencia de injusticia?
¿Qué haría Jesús en esa circunstancia? ¿Cuáles de los
propósitos del sufrimiento de Cristo le ayudan a actuar
correctamente bajo la situación que está viviendo? ¿Tiene
usted la seguridad que el Salvador llevó los pecados de usted
en su cuerpo en la cruz? ¿Vive usted para la justicia? ¿Qué
beneficio trae a su vida personal saber que tiene un “Pastor
y Obispo”?

8
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El Matrimonio que Vive


Sabiamente
1 Pedro 3:1–7
El alto índice de divorcios muestra que la fibra que une a nuestra sociedad es muy
frágil. En algunos lugares, hay tantos divorcios como bodas. En realidad, este no es el único
problema, porque muchas parejas mantienen la fachada y permanecen casadas pero sin
unidad en el pensamiento, las metas y los valores. No se conocen realmente y no se apoyan
mutuamente.
La clave para entender estos versículos es observar la relación que tienen con el
capítulo 2. La palabra asimismo con que se inicia 3:1 relaciona el pasaje acerca del
matrimonio con el ejemplo de Jesucristo. El, con paciencia y propósito, se sujetó a los
demás y sufrió para llenar las necesidades de otros. Este es el secreto de un matrimonio
feliz y duradero.
Imitar buenos modelos asegura el éxito en la vida personal y conyugal. Lo triste es que
gran número de personas sólo han visto los modelos de padres y familiares que no pudieron
desarrollar un matrimonio estable y feliz. Muchos ven telenovelas o leen revistas que
reportan las vidas de las estrellas del cine con todos sus altibajos emocionales. Estas
personas no practican los fundamentos del matrimonio cristiano.
Pedro nos recuerda el comportamiento de Jesucristo que es Dios mismo y quien diseñó
el matrimonio, por lo que es el experto en relaciones humanas. La Biblia es el manual del
fabricante que instruye a las parejas sobre el buen funcionamiento de esa institución.
El pasaje tiene dos párrafos dirigidos primero a la mujer y después al varón.
3:1–6 La belleza que necesita la esposa
3:7 La sabiduría que necesita el esposo
LA ESPOSA HERMOSA 3:1–6
Aquí instruye a la mujer en los secretos de la belleza personal, que bien entendida tiene
poder, junto con la obra del Espíritu Santo, para ganar al esposo para Cristo

¡PENSEMOS!
Medite en los versículos 1–6. ¿Cuáles son las
características de la mujer cristiana que pueden ganar a un
esposo que no conoce al Señor? ¿Cuáles son los dos tipos de
belleza que Pedro menciona? ¿Qué caracteriza a cada uno?
¿Cómo se muestra hoy en día el espíritu afable y apacible?
¿Qué aprende la mujer del modelo de Sara? ¿Por qué se
comportaron así las santas mujeres? ¿Cuáles pueden ser
algunos temores de la mujer actual? ¿Cómo puede la
conducta correcta evitar el temor?

La belleza interna impacta al esposo (3:1–2)


En primer lugar, la mujer ha de seguir el ejemplo de Cristo; él mostró fuerza, paciencia
y ternura, aun en medio de circunstancias que amenazaban su vida y controlaba sus
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reacciones para no pecar. Soportó los insultos y mal trato de sus enemigos. Dio su vida por
los demás; es el tierno Pastor y Obispo de las almas.
Pedro instruye a las mujeres acerca de su relación con su esposo, sea creyente o no y
aclara que, para ganar al esposo que no conoce a Cristo, es más importante la conducta que
las palabras (sin palabra). La constante e insistente predicación de la esposa puede alejar al
esposo y endurecer su corazón.
La hermosura de un espíritu colaborador y respetuoso tiende a suavizar al marido. En el
versículo 2, la palabra considerando sugiere que el esposo tiene la oportunidad de observar
detenidamente la diferencia que el evangelio hace en la vida de su esposa.
Note que la exhortación a que las esposas se sometan a sus maridos no sugiere
inferioridad. Cristo no era inferior a quienes lo maltrataron y mataron. Un soldado puede
ser mejor persona que un general. En todos los niveles de la sociedad existe el liderazgo,
pero esto no significa que una persona sea superior a otra. Tanto la mujer como el hombre
fueron hechos a la imagen de Dios; él les dio a los dos el dominio de la creación. Cuando
reciben a Cristo, los dos vienen a ser uno en él.
Y DIJO JEHOVA DIOS: NO ES BUENO QUE EL
HOMBRE ESTE SOLO; LE HARE AYUDA IDONEA
PARA EL (GENESIS 2:18)
Tampoco debemos pensar que la mujer es la sirviente del hombre; ni debe ser
maltratada o explotada porque Dios la creó para complementarlo. Ella es lo que él no puede
ser y hace lo que hace mejor. La Biblia no humilla a la mujer sino que la dignifica como
una persona que ayuda a su marido para que él sea mejor y más efectivo. Para este fin, ella
ha de sentir confianza de expresar sus ideas y deseos. Su marido aprovechará su sabiduría
femenina, conocimientos e intuición.
Ella por su lado, debe apoyar, animar y escuchar a su esposo; no manipularlo ni
engañarlo. Tampoco despreciarlo ni criticarlo porque después de Dios, es la persona más
importante en su vida.
El Señor ha creado el orden en el universo y también en el hogar para que haya unidad
y tranquilidad. Los cónyuges no son competidores, sino socios en la tarea de crear un hogar
que contribuya al bienestar, crecimiento y santidad de la pareja, de los hijos y de otras
personas.
La belleza interna agrada a Dios (3:3–4)
En el primer siglo, la mujer invertía dinero y tiempo para adornarse según se indica en
el versículo 5. ¿Cuáles son las tendencias de la mujer actual al respecto?
La pureza y modestia son cualidades internas que afectan la conducta y el adorno
externo. Pedro no prohibe esto último; más bien enseña que el creyente no debe dejarse
influir por la sociedad en su deseo de atraer la atención a través de la ostentación y la
pompa. El apóstol dice que lo que está adentro es el adorno más valioso e impactante.
La mujer no ha de imitar la corriente de este mundo. Su encanto reside en una actitud
pacífica de cooperación con su marido, sin mostrar rebeldía ni resentimientos.
Es evidente que Pedro no infiere que la mujer descuide su aspecto físico. El vocabulario
que usa indica que es de esperarse que ella busque ser atractiva. Sara, el modelo de
santidad, era una mujer conocida por su belleza y atractivo.
…QUE ENSEÑEN A LAS MUJERES JOVENES A AMAR
A SUS MARIDOS Y A SUS HIJOS, A SER
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PRUDENTES, CASTAS, CUIDADOSAS DE SU CASA,


BUENAS, SUJETAS A SUS MARIDOS, PARA QUE LA
PALABRA DE DIOS NO SEA BLASFEMADA
(TITO 2:4–5).
La belleza interna ha sido comprobada a través de la historia (3:5–6)
Pedro cita los nombres de mujeres de la antigüedad que poseían cualidades
sobresalientes de espíritu y conducta que adornaban sus vidas
En el versículo 5 menciona tres de estas características:
1) santas,
2) esperaban en Dios y
3) sujetas a sus maridos.
“Santa” corresponde a la palabra “casta” que mencionó en el versículo 2. La esperanza
que tenían puesta en el Padre celestial tiene relación con “afable” que usa en el versículo 4.
Este adjetivo describe a la persona que vive tranquila porque acepta la voluntad del
Altísimo para su vida. Aunque las circunstancias, incluso las del hogar, no son lo perfectas
que quisiera, ella pone su fe en Dios para que él llene su vida de gozo y contentamiento.
Sara es ejemplo de sumisión. Si la mujer de hoy la imita, entonces será llamada “hija de
Sara”, así como los que son salvos por la fe son “hijos de Abraham” (Gálatas 3:7).
En el versículo 6, el autor menciona dos cualidades más:
1) “hacer el bien” que significa cultivar y practicar el estilo de vida que este pasaje describe,
y
2) estar sin temor. Esto último significa literalmente estar libre de pánico o agitación y
exhibir serenidad. Esta característica es consecuencia de confiar en su esposo y reconocer
que él es responsable delante de Dios del bienestar del hogar. Como dice el libro de
Proverbios: “…no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo. Y serán
vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie
no tropezará. Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será
grato. No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere,
porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso” (3:21–26)

¡PENSEMOS!
Para la mujer: ¿Cuáles son las cualidades personales en
los versículos 1–6 que usted necesita cultivar más? ¿En qué
formas puede mostrar respeto y admiración a su esposo?
¿Ha de someterse la esposa a su marido aun cuando él no
demuestra amor? ¿Pueden existir circunstancias en las
cuales la mujer no deba obedecer a su esposo? ¿Qué significa
para usted el ser casta y santa? ¿Cuáles son algunos temores
comunes de las esposas? ¿ ?Cómo puede la conducta
correcta evitar el temor? Comparta algo que usted ha
aprendido acerca de la sumisión en su vida matrimonial.

Para el hombre: ¿Qué puede hacer el esposo para hacer


más fácil que su esposa se conduzca en la forma correcta?
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EL ESPOSO SABIO 3:7


Es importante notar que Pedro dedica más espacio a la mujer que al hombre en este
pasaje. No se debe a que el hombre tiene menos necesidad de orientación. En Efesios 5,
Pablo dice mucho más al hombre que a la mujer. Posiblemente Pedro sabía que en aquellas
congregaciones había muchas señoras cuyos maridos no eran creyentes todavía o conocía
que eran rebeldes no sólo en las relaciones con el gobierno y sus amos, sino también en el
hogar.

¡PENSEMOS!
¿En qué debe ser el comportamiento del hombre
semejante al de la mujer? ¿En qué forma puede un esposo
mostrar sabiduría en su relació con su compañera? ¿Qué
significa que la mujer es un “vaso más frágil”? ¿Encuentra
la idea de sumisión en las instrucciones a los hombres? ¿Qué
significa para usted “coherederas de la gracia de la vida”?

El hombre también debe sujetarse


El escritor continúa la misma cadena de ideas. Empezó el versículo 1 diciendo:
asimismo y en el 7 repite: igualmente para indicar que tanto las esposas como los maridos
han de imitar a Jesucristo en el sometimiento y control personal. Ellos deben ejercer su
liderazgo con amor, no buscando su propio bien y comodidad sino el bienestar de su esposa
e hijos; deben entregarse a los que son de su familia y tratar de llenar sus necesidades. Esto
requiere sacrificar sus deseos egoístas y sujetarse a los demás.
El hombre ha de ser sabio
“Vivid con ella sabiamente” significa adquirir conocimientos acerca de la naturaleza y
necesidades especiales de su pareja. También quiere decir que el esposo ajusta su conducta
de acuerdo a ellas y que se adapta a la naturaleza más frágil de la mujer.
El marido no puede disfrutar de autonomía personal. En primer lugar, Dios lo hace
responsable del bienestar de los miembros de su familia y tendrá que rendirle cuentas de
este importante encargo.
En segundo lugar, el esposo acepta el privilegio y el deber de compartir su vida con otro
ser humano y guiar el hogar de manera que haya reciprocidad. El liderazgo del esposo es un
ministerio, de manera que su esposa se siente amada, apoyada y edificada. El debe
dedicarse a servir a los de su hogar administrándolo de tal manera que traiga seguridad,
estabilidad, felicidad y desarrollo emocional y espiritual.
MARIDOS, AMAD A VUESTRAS MUJERES, ASI
COMO CRISTO AMO A LA IGLESIA, Y SE ENTREGO
A SI MISMO POR ELLA (EFESIOS 5:25).
Para comprender a su esposa, el marido necesita involucrarse con ella y sus
preocupaciones, escucharla y dialogar con ella. El matrimonio provee una oportunidad
única de conocer a otra persona, sus gustos, intereses, talentos, temores y ansiedades. La
esposa anhela ser comprendida y
esto le hará sentir segura y amada.
El hombre ha de honrar a su esposa
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Como la esposa ha de respetar a su esposo, también el marido tiene que asignarle una
posición de honor, sabiendo que no es inferior, sino que tiene cualidades personales y
habilidades únicas y valiosas. El esposo le hace sentir que es importante, atractiva y
esencial para él.
Pedro explica que existen dos razones por las que la esposa merece consideración
especial. En primer lugar, porque es más frágil. Es posible que se refiera a que por lo
general, es más sensible y vulnerable emocionalmente. Por ejemplo, se siente
profundamente lastimada cuando no ve afecto, lealtad y apoyo de su esposo.
En segundo lugar, Pedro dice que es “coheredera de la gracia de la vida”. En el
matrimonio cristiano, ambos cónyuges son iguales porque los dos poseen la vida de Dios y
tienen los mismos privilegios delante de él así como la misma responsabilidad de cumplir la
voluntad divina; ambos son siervos del Altísimo.
MARIDOS, AMAD A VUESTRA MUJERES, Y NO
SEAIS ASPEROS CON ELLAS (COLOSENSES 3:19)
¿Cómo respeta y honra el hombre a su esposa? Cuidando su manera de hablar y siendo
cortés; manifestando delante de otras personas su aprecio y respeto. Le asegura su lealtad y
fidelidad, dando evidencias de que la ama y la hace sentir segura y apreciada por medio de
los actos de apoyo, cariño y colaboración.
Un hombre así conserva la comunión con Dios
La relación que se desarrolla en el matrimonio es tan importante como cualquier otra
conducta que Dios nos manda. Tiene muchas repercusiones para la tranquilidad del hogar,
el testimonio a los demás, la unidad de la iglesia, la seguridad de los hijos y el crecimiento
espiritual de los esposos. Además, también afecta nuestra relación con el Señor.
Cuando el esposo no vive sabia y respetuosamente con su mujer, se interrumpe su
comunión con el Altísimo. Desobedecer el patrón divino para el matrimonio es pecado.
Esta desobediencia y rebelión impide la comunicación y oración con el Señor. Mantener la
armonía en el hogar es de suma importancia. El esposo, como líder, es la persona
responsable por mantener el martimonio en el camino correcto. La oración es uno de los
recursos más potentes que él y su esposa tienen.

¡PENSEMOS!
Para el hombre: ¿Qué debe hacer usted para llegar a
comprender mejor a su esposa? ¿Está usted seguro que su
esposa sabe que usted la ama? ¿Que ella siente que usted es
leal y que la apoya? ¿Que usted la considera esencial? ¿Que
aprecia su valor y su atractivo como persona? ¿Cómo podría
mejorar su comunicación y su conducta para que ella sepa
todo esto?

Para la mujer: ¿Cómo puede usted facilitar que su


esposo la conozca mejor? ¿Necesita hacer combios en su
comportamiento y comunicación para que le sea más fácil
amarla y respetarla?

Para ambos: ¿Somos socios o competidores?


¿Contribuye cada uno a que el otro esté más cerca de Dios?
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¿Nos entendemos mejor? ¿Tomamos en cuenta los


sentimientos del otro? ¿Contesta Dios nuestras oraciones?
¿El matrimonio enriquece nuestras vidas? O, ¿estamos
robándonos unos a otros la bendición de Dios?

9
El Triunfo
1 Pedro 3:8–22
El creyente que vive la burla y la crítica y que es acusado injustamente de mala
conducta, no se puede sentir victorioso, sino débil y despreciado en un mundo que lo ve con
odio, y que a veces ejerce el peso de la autoridad sobre él. Los que vieron a Jesucristo a
merced de Pilato, de los líderes judíos y de los soldados romanos lo consideraban débil y
despreciado sin pensar en que el Hijo de Dios estaba por ganar el triunfo más grande de la
historia sobre sus enemigos. Es importante que entendamos lo que es una victoria verdadera
y cómo se puede lograr. Los versículos que vamos a estudiar nos lo dirán.
El lector cuidadoso notará varios elementos en el pasaje.
1) Pedro deja de hablar a creyentes específicos, como a los siervos, y cónyuges para dirigirse
a todos en general.
2) Lo que afirma en este pasaje es la médula de las instrucciones para los creyentes que
sufren la hostilidad de otros.
3) Los versículos 8–17 bosquejan el comportamiento que Pedro pide.
4) Los versículos 18–22 vuelven a tratar la muerte y resurrección de Cristo para enseñarnos
una verdad muy importante.
Básicamente, la exhortación a los creyentes y el modelo de Jesucristo forman las dos
divisiones del pasaje.
3:8–17 El que hace el bien, triunfa.
3:18–22 Jesucristo, el Justo, triunfó.
Es importante captar el mensaje general de la porción que ahora iniciamos. Pedro
enseña una gran verdad: cuando otros se oponen al pueblo de Dios, éste triunfará si
persevera en mantener una conducta correcta y santa. El versículo 12 resume este mensaje
diciendo: “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus
oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal”.
De nuevo, el gran ejemplo es Jesucristo. Jesús fue intachable en toda su conducta y
aunque sufrió, triunfó sobre los enemigos más poderosos que puedan existir.
EL QUE HACE EL BIEN, TRIUNFA 3:8–17
Es imposible pensar que podemos prosperar a largo plazo si obramos mal. Si no nos
conducimos con rectitud, entonces merecemos el mal que nos hacen. No pensemos que
devolver mal por mal hará progresar el evangelio.
Ahora veremos el desarrollo del gran mensaje que Pedro enseña y sentiremos también
el impacto de muchas otras lecciones que se encuentran en estos versículos. Encontraremos
que algunos de ellos contienen problemas de interpretación, pero no debemos perder de
vista la enseñanza práctica.
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¡PENSEMOS!
¿Por qué es importante que los cristianos vivan en
armonía cuando otros están en su contra? Explique en sus
propias palabras cada una de las instrucciones de los
versículos 8 y 9. En 10–12, ¿Cuáles son las promesas para los
que hacen el bien? En el 15, ¿Cuál es la característica que ha
de ser tan evidente que los demás pregunten acerca de ella?
En los capítulos anteriores, ¿Qué ha dicho Pedro sobre la
esperanza? En 14–16, ¿Cuá es el equilibrio que se necesita
tocante a la conducta y las palabras?

El pacificador triunfa 3:8–12


¿Cuál de las características que aparecen en los versículos 8 y 9 es más difícil para
usted? Veamos lo que significa cada una
Un mismo sentir se refiere a la unanimidad de propósitos y pensamientos. Cuando los
cristianos conocen bien los principios que contiene la Palabra de Dios, entonces tienen el
mismo criterio para vivir y trabajar en armonía.
Compasivos es compartir los sentimientos de otros: llorar con los que lloran y gozar con
los que están alegres.
El “amor fraternal” es el que reconoce lo mucho que los creyentes tienen en común: el
mismo Padre celestial, son de la misma familia, están unidos por el Espiritu Santo en un
solo cuerpo y por lo tanto, desean estar juntos, se perdonan los unos a los otros y tratan de
animarse y edificarse mutuamente.
La persona misericordiosa tiene un corazón tierno que se une con el que sufre. La
última palabra en el versículo 8 significa “ser humilde”. Esta idea encaja bien con el tema
de sumisión que ha sido el énfasis desde 2:13.
El versículo 9 enfoca específicamente las reacciones de los cristianos hacia sus
enemigos. Al responder a los demás, tenemos tres opciones:
1) devolver mal por bien,
2) devolver mal por mal o bien por bien
3) devolver el bien por el mal. Posiblemente Pedro está recordando que él había respondido
con violencia cuando arrestaron a Cristo. Aquí, con más entendimiento y madurez, el
apóstol recomienda la tercera opción.
Bendecir a los enemigos implica mucho más que sólo expresar una fórmula de perdón;
es un cambio de actitud de nuestra parte. El creyente ha de pensar en los enemigos como
criaturas de gran valor a quienes Dios ama y desea redimir y rescatar. Por eso no podemos
estar en su contra, sino amarlos y pedir por su bienestar.
La cita del Salmo 34:12–15 apoya lo que Pedro exhorta: controlar la lengua, hacer el
bien, buscar la paz y ser justo. Además la cita enseña la razón: Si el creyente vive en esta
forma, amará la vida y verá días buenos (v. 10). Sólo así Dios estará atento a sus oraciones
(v. 12).
REFRENE SU LENGUA DEL MAL Y SUS LABIOS
NO HABLEN ENGAÑO; APARTESE DEL MAL
Y HAGA EL BIEN; BUSQUE LA PAZ Y SIGALA
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Comenzamos a entender que la bendición y la victoria que Pedro ofrece no trae alivio a
todas las aflicciones. Los días buenos (v. 10) no son días sin problemas, desafíos o
aflicción. Se refiere a que vivimos en paz con nuestro hermano y prójimo. Son los días
cuando estamos en comunión con nuestro Señor y él escucha nuestros ruegos y apoya en
medio de los problemas de la vida.
El que vive con rectitud, triunfa 3:13–14a
La lógica humana hace creer que Dios nos protegerá del mal si le obedecemos. Algunos
predicadores enseñan equivocadamente que si somos dóciles al Señor, tendremos
abundancia y tenemos derecho a ser sanados de nuestras dolencias para vivir sin penas.
PADECER POR LA
JUSTICIA > BIENAVENTURADOS
El versículo 13 no debe entenderse en esa forma porque de inmediato en el siguiente lo
aclara el autor. Los creyentes fieles pueden sufrir el mal precisamente porque practican la
justicia. Hebreos 11:36–40 describe los sufrimientos de muchos fieles. El que padece por
cause de la justicia, es feliz porque obedece a Dios y goza de su comunión y apoyo. ¡Esta es
la clave del triunfo!
Nos pueden lastimar, pero no hacernos daño. Aunque estemos atribulados, andar en la
voluntad del Creador es lo que importa.
El que no teme, triunfa 3:14b–15
Pedro ahora cita Isaías 8:12–14 y el contexto tiene mucha importancia. Acaz, rey de
Judá, se encontraba en un dilema porque su reino estaba siendo invadido por los sirios. El
monarca no quiso aliarse con Israel y Siria los que para vengarse, lo amenazaron con una
invasión. Fue entonces que se vio obligado a buscar el apoyo de Asiria para defenderse.
El profeta Isaías le había advertido al rey que no debía aliarse con los impíos y que
había de confiar en Dios: “…ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad…
Entonces él será por santuario”.
Cuando los creyentes confrontan la crisis, son tentados a ceder al miedo y tomar una
decisión equivocada. Si santificamos a Dios el Señor en nuestro corazón, podemos proceder
sin temor. “Santificar a Dios” es echar nuestras cargas sobre él y vivir para agradarle y
glorificarle. No hemos de temer a los hombres, más bien temer ser desagradables a nuestro
Padre.
NO TEMERLOS > PRESENTAR DEFENSA
El creyente ha de mostrar una esperanza en su vida de tal categoría, que llame la
atención de los incrédulos. Al observarlo, ellos preguntarán cómo es posible ser tan
optimista y estar tan seguro durante las aflicciones. Este es el momento que debemos
aprovechar para explicar que tenemos un futuro asegurado que está en las manos de nuestro
Dios. Repase lo que el auto enseña acerca de la esperanza en 1:3–9, 13.
Cuando damos testimonio, debemos hacerlo sin aspereza, soberbia o arrogancia. Más
bien hagámoslo con respeto y humildad hacia los demás.
El que tiene buena conciencia, triunfa 3:16–17
La expresión buena conciencia se refiere a una tranquilidad interna donde no hay
acusaciones porque hemos seguido la conducta correcta. Probablemente tengamos que ser
afligidos, pero sabemos que no es por algo malo que hayamos hecho, sino por envidia a
causa de nuestro buen comportamiento.
BUENA CONDUCTA > SERAN AVERGONZADOS
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Tanto en los tiempos del escritor como en la actualidad, los creyentes pueden traer
sobre sí el desprecio y odio de los incrédulos, pero siempre deben ser considerados con
quienes los rodean cuando realizan sus actividades y no cometer desórdenes, ruido o
escándalos que interrumpan la tranquilidad y descanso de los vecinos. Deben cumplir las
leyes que regulan sus actividades, las normas de construcción establecidas y todo aquello
estipulado por la ley.
Sólo se justifica la desobediencia a las leyes cuando prohiben algo que Dios manda
específicamente o cuando se nos exige hacer algo expresamente prohibido por la ley divina.
Antes de rebelarse contra las normas humanas, debemos estar seguros de que la Palabra de
Dios no nos deja otra alternativa.
La vida del creyente debe ser tan correcta y agradable que los que no conocen a Cristo
sientan vergüenza por haberlos criticado o maltratado.

¡PENSEMOS!
¿Cuáles son las actitudes de los creyentes que dificultan
lo que Pedro manda en 3:3–9? ¿Por qué piensa que surgen
problemas entre los cristianos cuando son atribulados?
¿Cómo debemos practicar estos mandamientos en nuestra
congregación? Dé un ejemplo de cada una de estas
cualidades.

JESUCRISTO, EL JUSTO, TRIUNFO 3:18–22


Como en los capítulos previos, (1:11, 2:21–25), Pedro insiste en que Jesucristo es el
ejemplo perfecto para imitar en nuestras actitudes, experiencias y acciones. El sufrió como
nadie lo ha hecho y no evitó el odio y crueldad de sus perseguidores. Sin embargo, su
naturaleza era de un pacificador; hacía el bien con toda rectitud; no temía a sus enemigos.
Como consecuencia, Dios le dio el triunfo sobre el pecado y las huestes de Satanás, su
acérrimo enemigo. En este pasaje, el apóstol continúa desarrollando el tema que introdujo
en 1:11 donde menciona “los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrán tras ellos”.
Jesucristo sufrió siendo justo 3:18
En esta sección apreciamos uno de los textos más claros de las Escrituras acerca del
propósito de la muerte de Jesús: Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por
los injustos, para llevarnos a Dios. ¡Qué maravilloso es saber que debido a que no pecó,
nuestro Redentor pudo ponerse en el lugar por nosotros, quienes somos injustos! Murió por
causa de nuestras transgresiones; llevó nuestro castigo sobre sus hombros para darnos
perdón y permitirnos tener comunión con nuestro Padre y pertenecer a él. La salvación es
muy sencilla, pero sumamente profunda; gratis para nosotros, pero costó a Dios un precio
infinito (1:18–19).
Al final del versículo 18, Pedro contrasta la carne y el espíritu de nuestro Salvador.
Murió físicamente, pero su espíritu recibió vida. Tal vez no se está refiriendo a la
resurrección de su cuerpo, sino a la nueva vida que alcanzó en la esfera de su espíritu
después de que había estado separado del Padre a causa de los pecados que llevó sobre sí a
la hora de su muerte.
Cristo padeció siendo justo y por eso, Dios le dio la victoria. Notemos las etapas de ella
a través de estos versículos:
1) fue vivificado su espíritu (v. 18)
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2) fue y predicó a los espíritus encarcelados (v. 19)


3) resucitó (v. 21)
4) ascendió a los cielos y sujetó a los ángeles (v. 22)
Debemos notar cuidadosamente la lógica que sigue Pedro. El Hijo obedeció a su Padre
y por eso, sufrió injustamente. Aceptó sus padecimientos con paciencia y dio buen
testimonio con sus hechos y sus palabras. Como resultado del sufrimiento, se levantó
triunfante sobre la muerte y sus enemigos.
Por lo tanto, si el creyente hace el bien a pesar de las amenazas, peligros y dolor,
entonces también triunfará y verá días más buenos porque los ojos del Señor estarán sobre
él y sus oídos estarán atentos a sus oraciones. Aunque los enemigos se multipliquen y nos
ataquen, no pueden hacernos daño porque pertenecemos a Dios por toda la eternidad.
También nuestro enemigo Satanás será vencido porque Cristo lo derrotó en la cruz.
Jesucristo anunció el triunfo sobre espíritus malos 3:19–21
La interpretación del versículo 19 ha causado muchas discusiones. No queremos entrar
en ellas porque nos harían perder la enseñanza principal.
Nota: Algunos interpretan el versículo 19 diciendo que Cristo predicó a los humanos a
través de Noé, o que lo hizo a través de los apóstoles. Otra interpretación dice que el Señor
predicó a los muertos para darles otra oportunidad de salvación, o para anunciarles su
victoria. Sin embargo, en el Nuevo Testamento el vocablo “espíritu” sin más descripción no
se refiere a seres humanos sino a ángeles. Además, estas otras interpretaciones no
contribuyen en la misma manera al desarrollo de la enseñanza principal del pasaje.
Creemos que se refiere a un anuncio hecho por Cristo después de su resurrección. Los
espíritus encarcelados son ángeles caídos (demonios) que están en prisión por su
desobediencia desde los tiempos de Noé (v. 20, compare con 2 Pedro 2:4–5 y Judas 6–7).
Antes del diluvio, el mundo se había corrompido en exceso y sin duda esos demonios
influyeron en ello.
La muerte de nuestro Redentor venció el poder de Satanás y sus huestes. Para celebrar
su victoria, el Señor fue a anunciarla a los demonios ya encarcelados. Ellos pueden
considerarse las primicias de todos los ángeles caídos, inclusive Satanás y que un día serán
juzgados (Apocalipsis 20:10).
El versículo 21 que habla acerca del bautismo es como un paréntesis pero contiene
pensamientos importantes. La mención de Noé recordó al autor el acontecimiento del
diluvio y lo relacionó con el bautismo.
¿Por qué es el diluvio una figura del bautismo? Las aguas hicieron flotar el arca que
salvó a Noé y su familia porque creyeron en el mensaje de Dios y entrando en ella fueron
salvos. Es por ello que las aguas ilustran la salvación física de Noé de la misma manera que
el bautismo tipifica la salvación espiritual. El autor aclara cuidadosamente que el bautismo
no perdona al hombre.
Es posible que el apóstol viera varias comparaciones entre diluvio y salvación. Somos
salvos de la condenación por medio de la muerte de Jesús así como aquellos se salvaron por
medio del agua. No pudieron escapar del juicio, pero pasaron por él seguros y confiados.
También nosotros morimos con nuestro Salvador y pasamos por el juicio que cayó sobre él
sin ser condenados y llegamos seguros a una vida nueva como hicieron Noé y sus
descendientes.
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A propósito, Noé fue un fiel predicador en medio de un mundo hostil aunque se


burlaron de él y no creyeron en sus advertencias. La mención del patriarca seguramente
animaría a los lectores que estaban pasando por situaciones semejantes. Su ejemplo
también es un estímulo para nosotros, porque fue fiel y justo a pesar de la oposición de un
mundo dominado por las huestes satánicas.
Pedro dice que el bautismo es una aspiración, lo cual significa una promesa, voto o
compromiso. Es un acto que muestra que el individuo ha sido redimido y se compromete a
llevar una vida nueva y transformada. El apóstol recuerda a sus lectores que por medio de
él aceptaron llevar una vida de rectitud. A pesar de los ataques de la sociedad, debemos
cumplir nuestro compromiso.
EL TRIUNFO DE JESUCRISTO:
FUE VIVIFICADO EN SU ESPIRITU. V.18
ANUNCIO SU VICTORIA V.19
RESUCITO DE LA MUERTE V.21
ASCENDIO A LA DIESTRA DE DIOS V.22
LOS ANGELES ESTAN SUJETOS A EL V.22
Jesucristo alcanzó la victoria y está en el cielo 3:22
El último versículo subraya el énfasis que se da en el pasaje. Con expresiones de júbilo,
Pedro describe a nuestro Señor siendo exaltado en los cielos.
Es muy significativo que diga que haya recibido la victoria y autoridad sobre los
ángeles.
Se refiere especialmente a los que han caído y que han luchado para dominar sobre los
reinos del mundo y sobre las almas humanas. Por su muerte en la cruz, Cristo los venció
(Efesios 1:20–21, 2:1–5; Colosenses 2:13–15).
Este énfasis en el pasaje sugiere que los enemigos de los creyentes de la región de Asia
Menor no eran humanos, sino el mismo Satanás con sus huestes tratando de hacerles daño.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales
de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
El escritor asegura a los creyentes que Cristo ha ganado la victoria; no importan las
circunstancias adversas por las que pasemos. ¡Nuestros enemigos ya han sido vencidos!
Cuando vivimos en un ambiente de hostilidad y oposición, es posible reaccionar de
diferentes maneras. En primer lugar la más natural es hacerlo poniéndonos a la defensiva,
respondiendo con aspereza. La segunda posibilidad es mostrar temor,el que nos hace ceder
en nuestras convicciones y ser absorbidos por la sociedad incrédula.
Algunos que leen las exhortaciones del apóstol Pedro pensarían que lo más importante
es soportar con pasividad y paciencia todo lo que pudiera venirnos y esta es la tercera
opción. Sin embargo, no es lo que Pedro recomienda.
La cuarta alternativa es la bíblica. Debemos soportar las pruebas con paciencia sin dejar
de mantener nuestra comunión con nuestro Padre, sabiendo que él ya ganó la victoria sobre
nuestros enemigos. Nuestra conducta debe ser santa y recta para que no seamos criticados.
Los demás tendrán que ver el gozo que sentimos aun cuando pasamos por diversos
problemas y siempre debemos mostrar amor y bondad para con nuestros detractores.
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Una vida así revela una esperanza tan positiva y segura que impacta a quienes nos
rodean. En vez de tener temor, estamos preparados para dar razón de la esperanza que hay
en nosotros en cualquier oportunidad que se nos presente.
Esta es la forma en que podemos vivir y superar las circunstancias problemáticas y
amenazantes. ¡Pase lo que pase, Jesucristo será glorificado!

PENSEMOS!
¿Qué versículo le ha impresionado más del pasaje de
3:8–22? ¿Por qué? Haga una lista de personas que en este
siglo sufrieron por hacer el bien. Imagine una situación en la
cual usted y sus hermanos en la fe podrían sufrir por causa
del evangelio. ¿Cómo reaccionarían? ¿Cómo presentarían
defensa de las buenas nuevas manteniendo una actitud de
humildad y de respeto?

10
El Tiempo que Resta
1 Pedro 4:1–11
Todos pasamos por distintas épocas en la vida, como la niñez, la juventud, después nos
convertimos en adultos jóvenes, pasamos a la madurez y finalmente a la vejez. Cada una de
éstas tiene sus características muy peculiares, debilidades y ventajas, por lo que tenemos
que responder a diferentes desafíos en cada una de ellas.
Al escribir este párrafo, el autor de la epístola estaba muy consciente del correr del
tiempo y de ese fenómeno, por lo que reflexiona acerca de las etapas espirituales de la vida
refiriéndose al tiempo pasado (v. 3) cuando vivíamos sin tomar en cuenta a Dios y del
tiempo que resta (v. 2).
Los creyentes conocían el peligro en que vivían. Probablemente sus vidas no estaban
amenazadas al momento de recibir la carta, pero sabían que de un día a otro sus
circunstancias podían agravarse. Tal vez algunos habían querido permanecer en el
anonimato y esconderse en la sociedad que los perjudicaba. Pero el escritor no quería que
desperdiciaran los años que les quedaban de vida. ¿Qué debían hacer entonces?
Pedro sabía que tenían poco tiempo para recibir a Cristo y que pronto confrontarían al
que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos (v. 5). ¿Serían condenados?
La segunda venida de Jesucristo también preocupaba al apóstol: el fin de todas las
cosas se acerca (v. 7). A la luz de ese acontecimiento, les enseña que urge que los cristianos
hagan ciertas cosas. ¿Cuáles son sus instrucciones apremiantes?
La enseñanza de este pasaje gira alrededor de dos de las etapas en la vida humana.
4:1–6 EL TIEMPO PASADO
4:7–12 EL FIN DE TODAS LAS COSAS
¡PENSEMOS!
Lea y medite en 1 Pedro 4:1–11 antes de contestar las
preguntas. No todos los incrédulos hacen las cosas del
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versículo 3. Pero, ¿por qué se incluyen a todos los hombres


entre los que viven conforme a los deseos de la carne? (v. 2)

¿Cuáles son las cualidades y conducta que hemos de


cultivar a la luz de la frase que dice el fin de todas las cosas
se acerca? ¿Qué piensa usted que significa que “el amor
cubre los pecados”? ¿Cuáles son las dificultades de ser
hospitalario? Busque en los versículos 10 y 11 dos motivos
para ejercer los dones espirituales.

EL TIEMPO PASADO 4:1–6


Pedro echa una mirada hacia atrás y recuerda a los lectores cómo vivían antes de
conocer a Cristo. Estos versículos proveen tres motivos por los cuales deberían rechazar el
pecado del mundo.
Porque Cristo nos salvó del dominio del pecado (v. 1)
El apóstol continúa hablando de Jesucristo como el modelo del creyente y dice que él
padeció cuando murió por los pecados (1:18–19, 2:24, 3:18). Por su muerte terminó con el
pecado porque llevó sobre sí mismo las transgresiones de todos y venció el poder que
tenían sobre nosotros. La nota victoriosa que incluye aquí nos recuerda las afirmaciones
hechas en 3:19 y 22. ¡De una vez por todas, el Señor eliminó toda relación con el pecado!
Nosotros hemos de tomar en cuenta su victoria y no dejar que el pecado nos domine. En
el versículo 1, ha padecido significa “ha muerto” como en Lucas 24:46. Cualquiera que
muere deja de estar influenciado por el pecado.
Romanos 6:2 pregunta, “Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún
en él?” Pablo explica que el creyente murió con Cristo y habiendo muerto para con el
pecado, éste ya no tiene poder sobre él. Pedro lo dice en 2:24b, “para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia”.
El apóstol nos exhorta a armarnos de este mismo pensamiento porque sabe que nuestra
actitud es clave. Tengamos claro que el pecado no tiene por qué dominarnos. Por el poder
del Espíritu Santo podemos rechazarlo. ¿Cree usted esta enseñanza de la Biblia? Si uno ha
recibido a Cristo, ya no está obligado a obedecer al mal. Si protegemos nuestra mente con
esta seguridad, estaremos armados para triunfar sobre las tentaciones.
Porque queremos hacer la voluntad de Dios (2–3)
El apóstol incluye aquí dos marcados contrastes. El primero es entre el tiempo que resta
y el tiempo pasado. Estas etapas deben ser diferentes, ya no podemos permitir el mal. Nos
exhorta a que tomemos decisiones tajantes y definitivas al respecto.
En segundo lugar, el autor contrasta las concupiscencias de los hombres con la
voluntad de Dios. Estas son opuestas, porque el ser humano siempre se rebela contra la
voluntad divina. Antes de conocer a Cristo, vivíamos según los caminos terrenales, pero
desde ese momento en adelante, y por el resto de nuestra vida, debemos buscar hacer la
voluntad del Altísimo.
LOS CONTRASTES
El tiempo pasado El tiempo que resta
Deseos de los hombres Voluntad de Dios
Lo que agrada a los Lo que agrada al Padre
incrédulos Celestial
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Note que los deseos de los hombres incluyen todo lo que éstos buscan en la vida, por
ejemplo: riquezas, poder, influencia, sensualidad prohibida, sabiduría humana, fama, etc.
Todos ambicionan algunas de estas cosas, aunque no participen en actividades como las
mencionadas en el versículo 3, donde el autor hace otra comparación entre lo que agrada a
Dios y lo que agrada a los gentiles. Algunos creyentes eran gentiles, pero aquí se refiere a
los gentiles no cristianos.
Porque debemos testificar de Cristo (4–6)
A menudo las Escrituras abren una ventana para que entendamos la mentalidad de los
que no creen en nuestro Salvador. Para ellos, su estilo de vida les parece normal y nosotros
muchas veces olvidamos cómo éramos cuando no entendíamos el cristianismo, y
considerábamos que sus adeptos eran gentes raras. Algunas veces tal vez hasta nos
burlamos de ellos y los perseguimos.
La conducta del mundo de aquellos tiempos estaba arraigada en la cultura y el
nacionalismo. Los días festivos honraban a los dioses del país o de la localidad. La
celebración incluía el abuso del vino y a veces, ritos de prostitución “sagrada” en el templo.
Por eso, los creyentes tenían que rechazar las invitaciones que se les hacían para cenar
porque las actividades sociales a veces se realizaban en salones adjuntos al templo pagano
donde se servía la carne que había sido ofrecida a los ídolos. En realidad, eran éstos quienes
patrocinaban el evento y recibían la honra de los asistentes.
Fue así como los vecinos empezaron a ver a los creyentes como antisociales o desleales
a la patria. A veces los acusaban de ser ateos porque no adoraban sus imágenes. Sin
embargo, esta podía ser la oportunidad de dar razón de la esperanza que tenían en Dios y
dar evidencia de la transformación de sus vidas.
El versículo 5 recuerda al lector que lo que opinan los incrédulos no es lo importante,
sino lo que Dios juzga. Los vivos son los que vivirán cuando Cristo venga. Los muertos
serán los que habrán muerto cuando él venga. Todos los que no confían en él, estén vivos o
no, confrontarán a Dios y no escaparán a su juicio.
Al contemplar la necesidad y peligro en que se encuentran los no salvos, el creyente
siempre debe pensar como Pedro: tenemos la responsabilidad de llevarles el evangelio de
salvación. En el versículo 6, los muertos son los muertos espiritualmente hablando. El
apóstol subraya esa condición diciendo que ellos opinan que nosotros no pertenecemos a la
sociedad. Pero la realidad de las cosas es que son ellos a quienes les falta llevar una vida
plena.
La necesidad de predicarles el evangelio de Jesucristo para que crean en él, es para que
sólo sean juzgados en carne (v. 6) por el rechazo a los hombres y evitarles la condenación
eterna. Porque cuando los muertos espiritualmente creen, reciben de Dios la vida espiritual.
¡Qué maravilloso! Imagine que los muertos calumnian a los creyentes por llevar una
vida extraña. A su vez, estos últimos les testifican del Salvador; ellos lo aceptan y también
sienten el rechazo de sus vecinos. Pero no les importa porque han sido aceptados por Dios.

¡PENSEMOS!
¿Qué consejos da usted al nuevo creyente en cuanto a su
responsabilidad de estar en el mundo pero de no conducirse
como el mundo? Al reflexionar sobre su propia vida, ¿qué
deseos humanos tienden a reemplazar la voluntad de Dios?
¿Qué debe usted hacer para dar lugar a la voluntad divina
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en estas áreas de su vida? ¿Ha tomado una postura militante


en contra del pecado? Comparta una experiencia de haber
explicado su conducta cristiana a uno que no conoce a
Cristo. ¿Qué cambiaría en su presentación la próxima vez?

EL FIN DE TODAS LAS COSAS 4:7–11


Pedro quiere dejar impresa en la mente del creyente la idea de que su tiempo es limitado
y que debe aprovechar las horas y los días que le quedan para cumplir la voluntad de Dios.
En el versículo 2, Pedro habla del tiempo que resta en la carne, o sea el resto de nuestra
vida en la tierra. También recuerda al lector que lo que los no salvos decidan y hagan ahora,
es de suma importancia para la eternidad (v. 5).
En el versículo 7, insiste de nuevo en el futuro del cristiano. ¿Cuáles son las actitudes y
acciones en que debe ocupar su tiempo de hoy en adelante, hasta que venga el Señor? La
venida de Jesucristo nos motiva a tres cosas:
El fin de todas las cosas puede referirse a la segunda venida de Cristo que dará por
terminado el reinado del pecado en el mundo. O podría referirse a la destrucción de la tierra
y el cielo (2 Pedro 3:10–11).
Lo importante es saber que no tenemos mucho tiempo para tomar las decisiones
correctas y obedecer la voluntad divina en cuanto a la vida y servicio. La tendencia de sólo
sobrellevar las pruebas no es suficiente. Hemos de ser personas santas y útiles para Dios,
aún en medio de las aflicciones.
En el pasaje sigue una lista de deberes que debemos cumplir hasta que Cristo venga. La
primera responsabilidad en la lista es ser sobrios. Esto significa tener una mente estable y
despejada. Lo opuesto es locura.
Hemos de ver las cosas como son realmente y tener propósitos definidos en el vida. No
debemos distraernos en otras doctrinas o metas secundarias ni reaccionar impulsivamente,
sino con control de nosotros mismos, ejerciendo buen juicio y sabiduría en los asuntos
prácticos de la vida. Debemos planear nuestras metas y objetivos, y tomar las decisiones a
la luz de la venida de Cristo, que puede ser pronto.
Ser sobrio es una condición indispensable para poder cumplir la segunda exhortación:
velad en oración. Tal vez Pedro recordaba que él no había podido mantenerse alerta y se
durmió en Getsemaní mientras Jesús oraba. Hemos de estar despiertos y ser disciplinados
en la práctica de la oración.
Antes de seguir enumerando otras responsabilidades, el apóstol sienta las bases
diciendo que debemos andar con Dios, pensar correctamente y orar fielmente.
Nos motiva a mostrar amor a los creyentes (8–9)
En la Biblia, esta es una característica primordial del pueblo de Dios. Amar al Señor es
el primer mandamiento y al prójimo el segundo. También aparece como primero en la lista
del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22). Amar como Cristo es el nuevo mandamiento que él
mismo nos dio (Juan 13:34–35) y es una prueba de que pertenecemos al Creador (1 Juan
3:14, 4:7–8).
El amor es más que un sentimiento. Es una conducta que permea todas nuestras
relaciones con otras personas. Ferviente amor es el que se practica con la energía y entrega
de un atleta. Nos esforzamos con toda intensidad y seriedad para demostrar el afecto hacia
nuestros hermanos en Cristo. Hagámoslo aun cuando nos duela o no nos convenga.
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Pedro reconoce que fallamos y ofendemos pero el amor cubrirá muchos pecados. Esta
idea viene de Proverbios 10:12. El afecto que un cristiano tiene para los hermanos debe
motivarlo a perdonar y a no revelar las faltas ajenas.
Existe algo en la naturaleza pecaminosa que hace que el hombre publique las faltas de
otros. Tener cierta información nos hace sentir importantes y las debilidades de otros hace
que nos sintamos superiores. Tal vez sea porque la desobediencia de otros nos ayuda a
justificar nuestros errores. Sin embargo, primero debemos pensar en la reputación del
hermano, en el testimonio de la iglesia y en la gloria de Dios.
¿CUBRE USTED O REVELA
LAS FALTAS DE SU HERMANO?
Divulgar o compartir con otros la falta de un creyente afecta la relación de él con otras
personas y mancha el testimonio de la iglesia. Nuestro interés debe ser proteger el buen
nombre de la congregación y evitar que lo malo llegue a los oídos de los que no creen en
Cristo porque debido a los errores del pueblo cristiano es que el nombre de Dios es
blasfemado (Romanos 2:24).
Pero, ¿qué se debe hacer para ayudar al hermano que ha caído en pecado? Tenemos la
responsabilidad de ayudarle. Si no somos los indicados para lograr su restauración,
entonces debemos compartir el problema solamente con un líder de la iglesia u otro
cristiano con madurez, para que pueda prestare la ayuda que necesite (Gálatas 6:1, Mateo
18:15–17). Es muy importante seguir las instrucciones de la Biblia para levantar al caído.
Estos procedimientos contribuyen a conservar la unidad en la iglesia y el testimonio del
pueblo de Dios.
Otra manera de demostrar afecto para los creyentes es practicando la hospitalidad. Las
epístolas del Nuevo Testamento indican que los primeros cristianos tenían que cambiar de
residencia con frecuencia. Por ejemplo, vea la extensa lista en Romanos 16 de las personas
que Pablo había conocido en otras ciudades del Imperio romano. En aquel entonces no
existían pensiones ni hoteles adecuados para los viajeros. Proveer hospedaje llegó a ser una
necesidad y una característica de los cristianos.
La ley de Moisés incluía provisión para quienes viajaban. Tanto Jesucristo como los
apóstoles después de él disfrutaron la ayuda de otros. También es un requisito para los
ancianos de la iglesia. Recibir a los demás en nuestro hogar es un privilegio porque a
menudo el huésped trae bendición a nuestro hogar con una enseñanza, un estímulo, un
ejemplo o una gran amistad.
Nos motiva a servir en el poder de Dios (10–11)
Estos versículos hablan de los dones espirituales, que son habilidades que Dios ha dado
a los creyentes para capacitarnos para edificar a los miembros del cuerpo de Cristo en
distintas formas. Otros pasajes que proveen enseñanza sobre los dones espirituales son
Romanos 12, 1 Corintios 12–14 y Efesios 4.
Debemos usar los dones con cuidado. En estos dos versículos, Pedro incluye cuatro
principios sobre el uso de ellos:
Usemos los dones. En primer lugar, Pedro exhorta a que los creyentes sean activos en el
uso del don o dones que Dios les ha brindado; todos tenemos cuando menos una habilidad
para edificar a los demás. Si no los ejercemos en algún servicio a los demás, entonces la
iglesia se debilita. Algunas veces, es el miedo el que nos detiene, o la pereza o la falta de un
compromiso serio con el Señor, o falta de amor para con los de la misma fe. Además, hay
muchas actividades y prioridades que pueden quitarnos el tiempo y energía que debemos
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entregar sólo al Altísimo. Si él me ha dado un valor especial y no lo ocupo, entonces soy


mal administrador de lo que me ha confiado.
EL DON ESPIRITUAL + LA PALABRA DE DIOS +
EL PODER DE DIOS = LA GLORIA DE DIOS
Hablemos según la Palabra de Dios. El versículo 11 exige al creyente que cuide lo que
dice cuando está sirviendo al Señor. Varias de las habilidades requieren comunicación con
los demás. Algunos enseñan o dirigen, otros exhortan, evangelizan y supervisan. Todo
cristiano tiene que comunicarse cuando sirve a los demás. Lo importante es que todo lo que
decimos sea conforme a la palabra divina. La doctrina y las exhortaciones tienen que estar
de acuerdo con la Biblia así como la consolación, el ánimo, la dirección y la supervisión,
las cuales han de ser acordes con el espíritu y métodos que las Escrituras aprueban; ésta
debe ser la guía para toda nuestra comunicación.
Sirvamos en el poder del Espíritu Santo. Significa que debemos depender únicamente
del poder divino. El Espíritu Santo mora en nosotros y nos reparte distintas habilidades,
sabiduría y dirección para que seamos efectivos en el ministerio.
Tener un don espiritual no garantiza que lo usemos con eficacia. La iglesia en Corinto
contaba con todos los dones, pero Pablo decía que eran cristianos carnales porque estaban
destruyendo su iglesia con disensiones, inmoralidad y orgullo.
Para que nuestro servicio en la iglesia dé buenos frutos, debemos dejar que Dios
controle nuestras vidas para que seamos instrumentos útiles en sus manos. El es quien nos
fortalece y el que da los frutos.
“NI EL QUE PLANTA ES ALGO, NI EL QUE RIEGA,
SINO DIOS, QUE DA EL CRECIMIENTO.…
NOSOTROS SOMOS COLABORADORES DE DIOS”
(1 CORINTIOS 3:7, 9)
Trabajemos para glorificar a Dios. Finalmente, Pedro dice que lo que debe motivarnos
a servir al Señor con nuestros dones es buscar su gloria. Muchos cristianos han ejercido sus
habilidades naturales y dones espirituales para ensalzarse a sí mismos, pero éstos no son
para nuestro beneficio sino para el de otras personas y finalmente, para que el Creador sea
ensalzado. Examinemos lo que nos está motivando a servir a nuestro Padre. ¿Estamos
quitando a Dios la gloria que sólo se debe a él?

¡PENSEMOS!
¿Cuál es el obstáculo más grande que le impide tener
una vida de oración? ¿Qué debe hacer para vencerlo? Si
usted supiera del pecado de un creyente, ¿qué debería
hacer? ¿Cuáles son las oportunidades que debemos
aprovechar para hospedar a los creyentes?

¿Es su iglesia una comunidad de amor que muestra


generosidad a otros? Si no, ¿Cómo podría usted influir a
mejorar esto? ¿Qué relación tiene el tema del amor con el de
los dones espirituales? (1 Corintios 13) ¿Cuál debe ser el
próximo paso que dé en su vida para ejercer mejor el don
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que Dios le ha dado?

11
Sorpresa
1 Pedro 4:12–19
La propaganda falsa ha causado muchas sorpresas, pero la Biblia es la única que dice la
verdad. Jesucristo dijo claramente a sus discípulos que los cristianos iban a padecer por
causa de su fe en él: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a
vosotros….Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor.
Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán….Mas todo esto os harán por
causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Juan 15:18, 20, 21).
Por su parte, el apóstol Pablo dijo a Timoteo: “Y también todos los que quieren vivir
piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12).
En este pasaje, Pedro advierte, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha
sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese.
La Biblia no promete que la vida del creyente será fácil. Debemos tener cuidado cuando
testificamos porque el mundo desea encontrar un talismán que les guarde del mal y
nosotros no hemos de dar la impresión de que creer en Cristo resuelve todos los problemas
y nos protege del maligno. Esto sería hacer propaganda falsa.
Por el contrario, las Sagradas Escrituras mencionan que las pruebas vendrán, entre ellas,
la persecución. Las tribulaciones enseñan a los débiles que necesitan depender de Dios,
refinan la fe y pulen el carácter. Cuando soportamos con paciencia las pruebas, se
demuestra la veracidad y el poder del cristianismo.
En este último párrafo que se dedica al tema del sufrimiento se encuentran dos
promesas:
4:12–14 Sufrir por obedecer trae gozo.
4:15–19 No obedecer a Dios trae juicio.
¡PENSEMOS!
Medite con cuidado en los versículos 12–14. ¿Cuál es la
relación que se ve entre 1:7 y 4:12? ¿Por qué piensa usted
que un cristiano se sorprende cuando llegan las aflicciones?
¿Por qué debemos estar gozosos cuando sufrimos? ¿Cuál es
la relación entre el sufrimiento y la gloria? ¿Cuál cree que es
el significado de ser participante de los padecimientos de
Cristo?

SUFRIR POR OBEDECER 4:12–14


El sufrimiento es de esperarse
Es probable que los cristianos gentiles se sorprendieran más que los judíos porque estos
últimos habían padecido por su fe a través de muchas generaciones. Los que vivían en Asia
Menor en esa época habían salido de Palestina por causa de la opresión de sus enemigos.
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Por otro lado, los gentiles que habían venido a las congregaciones estaban
acostumbrados a vivir en una sociedad que toleraba una gran cantidad de dioses y
creencias. El mundo persigue a los judíos y a los gentiles creyentes porque son diferentes y
exclusivistas al no aceptar la existencia de otro dios y saben que Jesucristo es el único
camino para alcanzar la salvación eterna. A veces los enemigos acusaban a los creyentes de
no adorar a ningún dios, porque no tenían imágenes.
Es una mentira que existan otros dioses aparte del Dios de la Biblia. El mundo sin
Cristo basa su vida sobre esta mentira porque adora dioses que el hombre mismo ha
inventado, ya sea que se trate de una imagen, el placer, la ambición, el poder humano o el
materialismo. Por el contrario, el cristiano edifica su vida sobre la verdad, la santidad, la
humildad y el propósito de glorificar al único Señor.
De nuevo Pedro compara las pruebas con el fuego, como en 1:6–7. Este ejemplo sirve
para enseñar lo incómodo de las aflicciones y que el sufrimiento tiene el fin de purificar y
refinar la vida y carácter del creyente en Cristo.
El sufrimiento nos permite tener comunión con Cristo
El versículo 13 (como también 1:6, 8 y Santiago 1:2–3) exhorta al hijo de Dios a
regocijarse cuando sufre. Pedro mismo lo hacía cuando era perseguido: “estaban gozosos
de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hechos 5:41).
El apóstol no quiere decir que el dolor produce gozo. Por ejemplo, Jesús predicó en Juan
16:20–21 diciendo que el dolor de dar a luz a un niño trae alegría después de su nacimiento.
En este versículo el autor señala los beneficios que trae el sufrimiento en la vida del hijo
de Dios (Santiago 1:2–3) uno de ellos es que nos identificamos con los padecimientos de
Jesucristo. El mismo dijo a sus discípulos que sufrirían. Satanás ataca a nuestro Salvador a
través de los creyentes, que son extranjeros y peregrinos en un mundo que sigue al enemigo
de Dios.
Padecer con Cristo no significa que estemos haciendo méritos para alcanzar la
salvación, ésta es resultado de su muerte. Sólo el perfecto Hijo de Dios puede salvar al
hombre. Pero si sufrimos con él, obtenemos el privilegio de tener algo en común con él
(Filipenses 3:10). El sufrió y nosotros lo hacemos porque le pertenecemos a él.
Posteriormente, el sufrimiento trae gloria
Además del privilegio mencionado, seremos glorificados con él cuando regrese a la
tierra (Romanos 8:17–18). Jesucristo dijo: “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es
grande en los cielos” (Mateo 5:12). Pablo afirma que las aflicciones presentes no son
comparables a la gloria futura (2 Corintios 4:17).
PARTICIPAR DEL SUFRIMIENTO DE CRISTO >
PARTICIPAR DE SU GLORIA
El sufrimiento nos trae la fortaleza del Espíritu
Jesús prometió una bendición específica para los que sufrieran en su nombre. Es
probable que Pedro estuviera recordando esa ocasión.
BIENAVENTURADOS SOIS CUANDO POR MI CAUSA
OS VITUPEREN Y OS PERSIGAN, Y DIGAN TODA
CLASE DE MAL CONTRA VOSOTROS, MINTIENDO
(MATEO 5:11)
El creyente necesita la fortaleza de Dios en medio de las pruebas. El Espíritu Santo que
mora en nosotros es el encargado del Soberano del universo para animar, consolar y dar
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valor al cristiano. Los que han sufrido o dado sus vidas por su fe en Cristo testifican que en
los momentos de más peligro, el Señor les ha proporcionado una paz, tranquilidad y
fortaleza que no conocían antes. Asimismo han sentido una fuerza inesperada, un sentido de
privilegio y la gracia necesaria para perseverar en medio del dolor. Esteban supo lo que era
contar con la presencia divina especial cuando testificaba y moría por su fe (Hechos 6:15,
7:54–60).
SUFRIR POR DESOBEDECER 4:15–19
A través de la epístola, el apóstol ha establecido muy claramente que si sufrimos cuando
hemos hecho el bien merecemos la aprobación de Dios. Pero cuando obramos mal y la
sociedad nos critica, se nos opone o castiga, entonces el caso es muy distinto. Una persona
así no merece ser aprobada, sino que merece el sufrimiento que recibe del mundo. Su
conducta mancha no sólo su reputación sino la de la iglesia y la del Señor. Pedro tiene
todavía más que decir acerca de quienes no hacen el bien.

¡PENSEMOS!
Lea los versículos 15–19. ¿Cuáles son los tres grupos de
personas que se mencionan? En los versículos 16 y 19, ¿Qué
debe hacer el que sufre cuando ha hecho el bien? ¿Qué
aprende usted sobre la voluntad de Dios en estos versículos?
Explique en sus propias palabras la advertencia que Pedro
incluye aquí para los que no conocen a Cristo. ¿Cuál es el
significado de “obedecer el evangelio”?

El que sufre como cristiano puede sentir paz y gratitud (4:15–16)


Los versículos 15 y 16 afirman que hay dos clases de creyentes, los sinceros y los que
pueden cometer graves delitos que la sociedad castiga. Entonces, es justo que éstos reciban
la retribución que se merecen.
¿HOMICIDA? ¿LADRON? ¿MALHECHOR?
¿SE ENTREMETE EN LO AJENO?
Además menciona que algunos molestaban a los demás de alguna forma. No sabemos
qué hicieron algunos para entremeterse en lo ajeno. Posiblemente trataban de imponer sus
normas cristianas en las vidas de sus vecinos, o los criticaban y juzgaban. La lección es que
el creyente debe tener cuidado de su comportamiento en la comunidad porque lo que
molesta a los demás llega a ser un obstáculo a que esas personas reciban el evangelio, lo
que provoca que piensen mal de los cristianos en vez de respetar su buena conducta y ser
atraídos al evangelio.
El versículo 16 vuelve a recordarnos que si sufrimos, que sea por causa de nuestra
conducta cristiana. Así no tendremos nada de qué avergonzarnos, sino confiadamente
compartiremos el mensaje de Cristo.
Además de evitar la vergüenza, podemos glorificar a Dios, o sea adorarlo por medio de
una conducta intachable que le agrade. En concreto, la buena conducta y sufrimiento
redundan para la gloria del Altísimo.
El que sufre como cristiano escapa del castigo de Dios (4:17–18)
Las palabras de Pedro en el versículo 17 dejan la impresión de que algunos miembros
de las iglesias de Asia Menor actuaban incorrectamente. La casa de Dios se refiere a la
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iglesia, su pueblo. El autor anuncia que el Señor aplicará la disciplina cuando él crea que ha
llegado el tiempo para que los creyentes se arrepientan de sus pecados y enderecen sus
caminos. El juicio aquí no se refiere al futuro, sino a un juicio inminente. Hebreos 12:5–11
enseña que Dios disciplina a sus hijos.
Cuando sufrimos, hemos de preguntarnos por qué. ¿Sufro por causa del nombre de
Cristo, porque he sido obediente y fiel? O ¿sufro porque he desobedecido? ¿Me han
encontrado culpable los hombres y por eso se oponen al evangelio? ¿Me está disciplinando
Dios para que me arrepienta? Abraham, David y Pedro desobedecieron al Señor y sufrieron
su castigo. ¿Tengo vergüenza porque mi conciencia me condena? O, ¿glorifico al Padre
Celestial porque sufro por ser un cristiano fiel? (v. 16)
El autor toma esa oportunidad para introducir una advertencia dirigida a los que no
conocen a Cristo y al comparar el juicio de los creyentes con el que vendrá al mundo,
indica la seriedad de las consecuencias que trae la desobediencia de los creyentes.
La lógica es sencilla pero impactante. Si Dios disciplina aun a los salvos, entonces los
que no han aceptado el evangelio están en un peligro mucho mayor.
El versículo 18 es una cita de Proverbios 11:31. El texto enfatiza que el cristiano se
salva por la pura gracia de Dios, no por su buena conducta. También pone de relieve que la
persona que no aprovecha la gracia divina no tiene ninguna esperanza.
El que sufre como cristiano debe confiar en Dios y practicar el bien (4:19)
El versículo 19 es un resumen del tema del párrafo anterior. Es muy posible que sea la
voluntad divina que el creyente pase por tribulaciones y aflicciones. Dios no impide que
tengamos problemas porque son necesarios para fortalecer la fe, forjar el carácter y
volvernos a sus caminos. No hemos de sorprendernos cuando viene el sufrimiento.
Las tribulaciones enseñan que la vida está en las manos del Dios Soberano, que somos
débiles porque no tenemos dentro de nosotros mismos la fuerza, la sabiduría y la paciencia
necesarias para confrontar las circunstancias contrarias. Entonces lo único que podemos
hacer es encomendar nuestras almas al fiel Creador.
El apóstol Pablo testificó que él había hecho precisamente esto y estaba completamente
persuadido de que Dios era capaz de cuidarlo y cumplir su voluntad en él (2 Timoteo 1:12).
Este verbo es un término bancario que los griegos usaban cuando depositaban sus valores
para que estuvieran seguros. Pedro dice que en medio de la tribulación debemos depositar
nuestras vidas en manos del Señor, el fiel Creador.
ENCOMIENDEN SUS ALMAS
AL FIEL CREADOR.
Pedro y Juan fueron encarcelados, juzgados y amenazados por las autoridades judías.
Cuando se reunieron con la iglesia oraron diciendo: “Soberano Señor, tú eres el Dios que
hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay.…” (Hechos 4:24). Estaban
seguros de que él es capaz de encargarse de nuestras vidas y proveer a todas nuestras
necesidades. Es un Padre poderoso y amante que nos creó y por ello somos de gran valor
pues somos hechura suya. Podemos abandonarnos en sus manos confiadamente.
La última exhortación resume el mensaje principal de los versículos 15–19: hagan el
bien. El apóstol no quería que fueran sorprendidos como malhechores ni que se hicieran
acreedores al castigo de los hombres y de Dios. Si habían de sufrir, ¡que fuera por obedecer
a su Señor!

¡PENSEMOS!
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Analice las tribulaciones que ha pasado. ¿Ha sufrido


como malhechor, por entremeterse en lo ajeno o por ser fiel a
Dios? ¿Puede testificar de la fidelidad del Señor en ese caso?
¿Cuándo experimentó la disciplina del Altísimo? ¿Qué ha
aprendido de estas experiencias? ¿Puede recordar una
ocasión en que enfrentó la oposición de otros por ser fiel a
sus convicciones cristianas? ¿Alguna vez usted no fue fiel al
Padre Celestial por tratar de evitar la persecución?

12
Gracia para los Humildes
1 Pedro 5:1–14
Pedro termina su carta con una serie de exhortaciones para todos los creyentes. El autor
enfoca tres relaciones de gran importancia, especialmente para los que sufren hostilidad en
el lugar donde viven. El creyente tiene que mantener una relación correcta con los otros
miembros de la iglesia, con Dios y también con Satanás, su verdadero adversario.
El capítulo 5 tiene una conexión lógica y muy íntima con el capítulo 4. El apóstol ha
hablado con gran seriedad a los creyentes. Les ha dicho que tienen que vivir con rectitud;
en 4:17 añadió que estaban en peligro de ser disciplinados por el Señor si no enderezaban
sus caminos.
En toda comunidad cristiana, los pastores son claves porque tienen que orientar a los
creyentes en lo que se refiere a sus responsabilidades, además de animarlos y apoyarlos
cuando desfallecen. Pero sobre todo, deben poner el ejemplo en cuanto a la actitud y
conducta que todos deben seguir. Por eso, el escritor pasa directamente al tema de los
líderes.
Se puede dividir este capítulo en cinco temas: los ancianos, la sumisión a Dios, Satanás,
la promesa del Señor y la conclusión de la carta.
5:1–5 Los ancianos han de pastorear la grey.
5:6–7 El creyente ha de se someterse a Dios.
5:8–9 El creyente ha de resistir al diablo.
5:10–11 Dios perfeccionará al creyente.
5:12–14 La conclusión que anima.
LOS ANCIANOS - PASTORES 5:1–5
Las iglesias del Nuevo Testamento imitaron la costumbre de los judíos de reunirse en
las sinagogas. Los líderes judíos eran llamados “ancianos” porque tenían más madurez y
experiencia que el resto de la comunidad. Las nuevas iglesias también reconocieron como
dirigentes a un grupo de ancianos.
También se les llamaba “obispos”, nombre usado entre los griegos ( 1 Timoteo 3:1, Tito
1:7). El vocablo significa uno que mira, supervisa y vela por el bienestar de la comunidad.

ANCIANO = OBISPO = PASTOR


La función espiritual de este grupo de hombres se ve con más claridad en el verbo
“apacentar” y en el nombre “pastor” (Hechos 20:28, 1 Pedro 5:2). Los miembros son las
“ovejas” y el pastor cuida del rebaño. Esta imagen de los líderes como pastores llegó al
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judaísmo y al cristianismo a través de los profetas del Antiguo Testamento. Los reyes y los
sacerdotes eran los pastores del pueblo judío.
El pastor de ovejas en el mundo del medio oriente tenía importantes tareas: defendía a
los animalitos de sus enemigos naturales tales como lobos y leones; los guiaba a los campos
más fértiles y de vuelta al redil, buscaba el alimento y agua necesarios, sanaba a los
enfermos y buscaba a los perdidos. Es muy instructivo comparar estas funciones con las
responsabilidades de los pastores espirituales.
En esta sección Pedro se dirige al equipo de hombres que tienen el liderazgo de la
congregación sin importar el título que se use para designarlos. Puede incluir al que es
llamado “pastor”, a los que son sus asociados y también a los laicos que a veces son
llamados “ancianos”. Pueden ser personas ordenadas o no.
Lo más significativo es que según el Nuevo Testamento, todos ellos son responsables
del bienestar espiritual de los miembros de su iglesia, son los que pastorean la grey y deben
cumplir con los requisitos que aparecen en 1 Timoteo 3:1–7 y Tito 1:3–9. Asimismo, han de
participar en la enseñanza y dirigir a los congregantes, conforme a los distintos dones
espirituales que tengan.

¡PENSEMOS!
Medite en los versículos 1–7. ¿Qué dice Pedro que le da
autoridad para escribir sobre estos temas? ¿Cuál es la
conducta que los líderes han de evitar? ¿Cómo llevan a cabo
su tarea de apacentar la grey? ¿Encuentra en los versículos 2
y 3 los móviles incorrectos que pueden motivar a un líder?
¿Cuál es la promesa que debe animar a los ancianos
pastores?

¿Cómo deben los líderes y los miembros de la iglesia,


practicar la humildad? ¿Cómo se ve esta característica en el
versículo 7?

El anciano debe andar con Cristo (v. 1)


Pedro halla en su propia experiencia las bases para escribir a los creyentes en Asia
Menor. El presenció los sufrimientos de Cristo y conocía de primera mano que nuestras
aflicciones no son mayores que las de nuestro Señor.
El apóstol ya era anciano y había trabajado duro para guiar y apoyar a los creyentes
porque recordaba claramente que Jesucristo le había encargado: “Apacienta mis ovejas”
(Juan 21:15–17). Cuando estuvo con él en el Monte de la Transfiguración, experimentó la
gloria que será revelada.
Las lecciones que da aquí sobre la humildad reflejan lo que Jesús enseñó a los
discípulos sobre el liderazgo en Lucas 22:24–30 y otros pasajes.
El anciano y el pastor han de estar todos los días en comunión con Cristo. Entonces,
como Pedro, tendrán mucha sabiduría y experiencias para edificar a los demás. El anciano
necesita estar creciendo constantemente en su conocimiento de la Palabra de Dios y de la
doctrina. Ha de ser una persona llena del Espíritu Santo que lleva a la práctica diaria su
conocimiento del Altísimo. Debe ser un ejemplo de madurez espiritual.
El anciano ha de apacentar la grey desinteresadamente (v. 2)
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La prioridad del anciano y el pastor es apacentar la grey. Tiene las tareas de alimentar,
proteger, guiar, apoyar a los débiles y vendar a los heridos.
Además, ejercen un liderazgo de servicio. Antes de ser seleccionados, deben demostrar
el espíritu de servicio que se requiere para cuidar al rebaño. Necesitan tener un corazón de
pastor que piensa primero en las necesidades de la grey y no en su comodidad personal.
1 Timoteo 5:17–18 enseña que algunos de los ancianos recibían sostén económico.
Apacentar la grey requiere tiempo. Cuando la congregación crece, necesita uno o varios
pastores que dediquen más tiempo al ministerio, ya sea parcial o completo. Reciben un
sueldo porque las demandas del mínisterio requieren de todo su tiempo.
El anciano no busca el poder, sino ser ejemplo de la grey (v. 3)
Posiblemente la tentación más grande del líder es acostumbrarse a dirigir y a mandar.
Jesús enseñaba que el liderazgo espiritual no es así.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su
vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
El pastor de ovejas debe caminar delante de ellas para que le sigan. Los miembros de la
congregación harán lo mismo porque verán en él lo que ellos quieren ser, personas
moldeadas por el Espíritu de Dios.
El anciano busca agradar a Cristo, el Príncipe de los pastores (v. 4)
Aun en este último capítulo Pedro sigue desarrollando los temas del sufrimiento y la
gloria. En 5:1 habló de los sufrimientos de Cristo y de la gloria de su segunda venida. Aquí
menciona que el trabajo del anciano pastor es como un sacrificio que se ofrece por los
demás. Después vendrá la corona incorruptible de gloria. El Príncipe de los pastores,
Jesucristo será quien la entregue a los ancianos pastores que se entreguen fielmente a la
tarea de servir como el Señor lo hacía. La meta es seguir su ejemplo y obedecer el
llamamiento que recibimos de él.
El anciano enseña humildad (v. 5)
El ejemplo servicial de los líderes instruye a los jóvenes y a todos los miembros de la
iglesia a ser humildes. El autor ha venido enfatizando el tema de la sumisión desde el
capítulo 2. La frase revestíos con humildad parece reflejar el ejemplo de Cristo cuando se
ciñó con una toalla para lavar los pies de los discípulos (Juan 13:4–17).
Los primeros lectores vivían en una sociedad muy sensible a las distinciones sociales.
La posición significaba mucho: cómo tratar al superior, al inferior y dar a cada uno el lugar
que merecía. En la iglesia, esto debía ser diferente.
Probablemente el sufrimiento había provocado tensiones adicionales. La reacción de los
ancianos no era la misma que la de los jóvenes. La sujeción a las autoridades tal vez era
más fácil para algunos que para otros y diferían en cuanto a cuál era la conducta más
adecuada para los cristianos en cada circunstancia. Estas diferencias pueden crear
problemas entre los creyentes.
La humildad equivale a ser sobrio, modesto y cortés. Es escuchar las opiniones de
todos, evitar el orgullo y la arrogancia. La humildad evita los celos, los resentimientos y las
disensiones. Es confiar en otros, dejar que trabajen y contribuyan con su esfuerzo propio.
Es preocuparse genuinamente por las necesidades de otros.

¡PENSEMOS!
¿Cuál cree que es la tarea más difícil del líder? ¿Cómo
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pueden los miembros de la iglesia hacer más fácil las


responsabilidades de los ancianos, que son pastores de las
ovejas? ¿Para evitar las tentaciones financieras? ¿Para que
no se enseñoreen sobre la grey? ¿Para ser un ejemplo? ¿Qué
debe hacer una congregación cuyos líderes abusan del
poder? ¿Qué deben hacer los líderes cuando los miembros
no quieren seguirlos? ¿Qué cosa aprecia usted más en cuanto
a los líderes de su iglesia? ¿Les ha mostrado
agradecimiento?

SOMETIENDOSE A DIOS 5:6–7


La misma humildad se practica con respecto a Dios. Los primeros lectores
experimentaban la hostilidad de los vecinos y la incertidumbre tocante al futuro. Las
pruebas y los sufrimientos provocan dudas y preguntas. “¿Por qué permite el Señor esto?”
Estas actitudes pueden Ilevarnos a quejarnos, a sentir amargura y al fin, rebeldía contra el
Creador.
El creyente sumiso al Señor acepta su voluntad con humildad. Nuestro Padre Celestial
es sabio y sabe lo que es mejor. La poderosa mano divina es suficiente para protegernos
dentro del horno de prueba o sacarnos de él; él sabe cuándo y cómo exaltarnos. Su tiempo
es perfecto.
Ser humilde es no cuestionar la voluntad del Soberano del Universo ni exigirle de más.
Es confesar aunque no se entienda todo, confiando sólo en él. Es reconocer que no habrá
recompensa inmediata por la fidelidad.
PRACTICANDO LA HUMILDAD
EL LIDER SIRVE A LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.
LOS JOVENES SE SUJETAN A LOS ANCIANOS.
SE SOMETEN UNOS A OTROS.
ACEPTAN LA VOLUNTAD DE DIOS.
DEPENDEN DE DIOS.
RESPETAN EL PODER DEL DIABLO.
Aparte de la rebeldía está la ansiedad. La respuesta a ella es la confianza en el
Todopoderoso. Cuando confrontamos el motivo de la ansiedad la echamos sobre el Señor,
porque él tiene cuidado de nosotros. Compare la exhortación y la promesa de Filipenses
4:6–7.
Pedro dice a los lectores: “No permitan que la ansiedad obstaculice su fidelidad a
Dios”. La meta no es sobrevivir, sino conducirnos con santidad y rectitud dentro de una
sociedad hostil. Queremos impactar a nuestro mundo con el testimonio de la fe y la buena
conducta.
EL VERDADERO ADVERSARIO 5:8–9
El triunfo de Jesucristo sobre los ángeles caídos mencionado en 3:19 y 22 sugiere que
no todo el problema está a la vista de los creyentes. Ellos pensaban que sus adversarios eran
los hombres que los rodeaban.
Pero el escritor vé más allá, recordando que Jesús le dijo, “Simón, Simón, he aquí
Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo”. Pedro falló y negó a Cristo tres veces.
En aquella ocasión, el apóstol estaba también en medio de personas hostiles que le
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acusaban, pero mostró cobardía y cayó. Sin embargo, los enemigos no eran los hombres,
sino que había sido una trampa del diablo.
Es muy significativo que Pedro haya terminado la carta con estas instrucciones sobre
Satanás. Pablo hizo lo mismo en Efesios 6:10–20. Ambos apóstoles definen deberes muy
grandes y difíciles para los creyentes pero son obligaciones que si se cumplen, frustrarán
los propósitos del diablo y fortalecerán a la iglesia. El gran enemigo de la fe pondrá todo
obstáculo para que el creyente no cumpla con ellos y todos tendremos que resistir sus
ataques para poder cumplir la voluntad de Dios.
Pedro fundamenta su exhortación en su propia experiencia. Satanás busca a los que no
lo consideran como adversario y no reconocen su poder. Busca a los autosuficientes, a los
que no piensan con sobriedad ni velan en oración.
La resistencia que hemos de poner es la fe. “La poderosa mano de Dios” es nuestra
única esperanza. Traigamos al Señor toda nuestra ansiedad y debilidad. Sólo él es más
poderoso que el díablo.
Un motivo de ánimo es que el creyente no está solo. Los padecimientos y trampas que
el diablo pone a los lectores de su misiva son los mismos que los creyentes que sufren en
todo el mundo.
LA PROMESA DE DIOS 5:10–11
El cuerpo de la carta termina con esta bendición y doxología. Pedro asevera que Dios,
su gloria eterna y su obra en el creyente son los que lo Ilevan a la madurez completa.
El Altísimo es el dador de toda gracia, el que responde a la necesidad del creyente
incondicionalmente. Su misericordia abunda para toda necesidad y no depende de nuestros
méritos.
Por última vez en la carta se menciona el sufrimiento y la gloria. Note la duración de
estas experiencias. El Creador ha Ilamado al creyente a la gloria que es eterna. Pero el
sufrimiento es pasajero, por un poco de tiempo. Primero la cruz y después la corona.
SUFRIMIENTO BREVE > GLORIA ETERNA
Cuando termine la aflicción, Dios hará su obra perfecta en nosotros. La carta comenzó
con una nota de esperanza y termina con la misma.
La doxología subraya el soberano y eterno reinado de Cristo en el mundo. El Padre
Celestial permitía el sufrimiento de los lectores porque nada sucede sin su permiso; él
controla todo y tiene su mano puesta sobre el termostato de las pruebas y vigila el reloj.
Cuando sea el momento apropiado, quitará la prueba y volverá en gloria para poner fin a
toda la hostilidad del mundo y el sufrimiento de los cristianos.
LA CONCLUSION QUE ANIMA 5:12–14
Las últimas palabras de la carta se escribieron para animar a los creyentes que se
encontraban en un mundo enemigo y hostil
La mención que el autor hace de Silvano los animó mucho pues es muy probable que se
refiera al mismo Silas de Hechos 15:40 y el que se asocia con Pablo en las cartas a los
Tesalonicenses. Silvano era un hombre fiel, conocido por los lectores como un modelo de
obediencia. Es posible que no solamente haya ayudado a escribir esta carta, sino que
también haya sido el portador de la misma. Entonces, su visita sirvió de estímulo para
aquellos hermanos.
Los saludos enviados por otros creyentes en Cristo también les sirvió de consolación.
Generalmente Babilonia se toma como una clave que significa “Roma”. Además, creemos
que Marcos es el mismo que acompañó a Pablo y Bernabé en el primer viaje misionero y el
autor del evangelio de San Marcos (Hechos 12:12, 25; 15:36–39; Colosenses 4:10; 2
Timoteo 4:11; Filemón 24).
Finalmente, Pedro desea que el afecto entre los cristianos y la armonía y tranquilidad en
la congregación sea un motivo de aliento para todos. La manera de demostrarse el amor
depende de las costumbres en cada lugar.
Las manifestaciones de cariño entre los creyentes fortalecen los lazos de la unidad. El
amor recuerda a los creyentes que mientras el mundo los rechaza, en la familia de Dios son
aceptados y apreciados. El afecto afirma a los miembros de la congregación que pueden
contar con el apoyo y las oraciones de los demás en momentos de prueba.

¡PENSEMOS!
¿Cómo puede usted “revestirse con humildad” esta
semana, en relación a una persona difícil? Si los líderes y los
miembros de su iglesia mostraran humildad, ¿cómo
cambiaría esto la vida y el testimonio de su congregación?

Piense en una experiencia en que haya “echado sobre


Dios su ansiedad”. ¿Qué le impide hacerlo con más
frecuencia? ¿Cómo piensa que Satanás está “buscando
devorarlo”? ¿Cómo confronta esta amenaza?

Apunte tres enseñanzas de esta carta que le hayan


ayudado en su vida personal, en su relación con otros
creyentes y en su relación con la comunidad. Escriba
también tres responsabilidades específicas que Dios le ha
dado a través de este estudio. ¿Cuál es su plan para
cumplirlas?
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2Orth, S. (1991). Estudios Bıı́blicos ELA: Remando contra la corriente (1ra


Pedro) (75). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.

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