INTRODUCCION
Las enseñanzas de la Biblia acerca del pecado presentan un profundo panorama doble: la
profunda depravación de la humanidad y la incomparable gloria de Dios. El pecado
ensombrece todos los aspectos de la existencia humana, seduciéndonos desde el exterior como
un enemigo y forzándonos desde el interior como parte de nuestra naturaleza humana caída. En
esta vida conocemos el pecado íntimamente; con todo, permanece extraño y misterioso.
Promete libertad, pero esclaviza, produciendo anhelos que no podemos satisfacer. Mientras
más luchemos por escapar de sus garras, más inextricablemente nos ata. La comprensión del
pecado nos ayuda en el conocimiento de Dios; sin embargo, es lo que distorsiona el
conocimiento, incluso de nosotros mismos. Con todo, si la luz de la iluminación divina puede
penetrar su oscuridad, no sólo podemos apreciar mejor esa oscuridad, sino también la luz
misma.
Vemos la importancia práctica que tiene el estudio del pecado cuando notamos su
seriedad. El pecado es contrario a Dios. Afecta a toda la creación, incluyendo a la humanidad.
Aun el pecado más pequeño puede acarrear un castigo eterno. El remedio al pecado es nada
menos que la muerte de Cristo en la cruz. Las consecuencias del pecado abarcan todo el terror
del sufrimiento y la muerte. Por último, la oscuridad del pecado exhibe la gloria de Dios en un
contraste marcado y terrible.
El estudio del pecado es difícil. Es repulsivo, porque se centra en la burda fealdad del pecado
abierto y extendido, y el sutil engaño del pecado personal y secreto. La sociedad postcristiana
de hoy reduce el pecado a sentimientos o acciones, ignorando o rechazando por completo la
maldad sobrenatural. Lo más insidioso de todo, es que el estudio del pecado es frustrado por la
naturaleza irracional del pecado mismo.
2
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
La historia de la raza humana aparece en las Escrituras primariamente como la historia del
hombre en un estado de pecado y rebelión contra Dios y del plan de redención de Dios para
llevar al hombre de regreso a la comunión con él. Por tanto, es apropiado considerar ahora la
naturaleza del pecado que separa al hombre de Dios.
Podemos definir el pecado de la siguiente manera: El pecado es no conformarnos a la ley moral
de Dios en acciones, actitudes o naturaleza. Lo definimos aquí en relación con Dios y su ley
moral. El pecado incluye no solo las acciones individuales tales como robar o mentir o matar,
sino también las actitudes que son contrarias a las actitudes que Dios requiere de nosotros. Esto
lo vemos ya en los Diez Mandamientos, los cuales no solo prohíben acciones pecaminosas sino
también actitudes erróneas: «No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su
esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca» (Éx 20:17).
Quizá la mejor definición del pecado no está en Romanos sino la que aparece en 1 Juan
3:4, donde dice: “El pecado es infracción de la ley.” Cualquier otra cosa que sea el pecado, en
su centro mismo es una infracción de la ley de Dios. También puesto que “toda injusticia es
pecado” (1 Juan 5:17), toda injusticia quebranta la ley de Dios. Por eso David confiesa:
“Contra ti, contra ti solo he pecado” (Salmo 51:4; véase Lucas 15:18, 21)
¿De dónde viene el pecado? ¿Cómo entró en el universo? Primero, debemos afirmar
claramente que Dios no pecó, y que no se le puede echar la culpa del pecado. Fue el hombre
quien pecó, y fueron los ángeles los que pecaron, y en ambos casos lo hicieron adrede y
voluntariamente. Culpar a Dios por el pecado sería blasfemar en contra del carácter de Dios.
«Sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos»(Dt 32:4).
La Biblia hace referencia a un suceso que tuvo lugar en un remoto y tenebroso mome
nto, situado más allá de la experiencia humana, y en el cual el pecado se convirtió en una
realidad.2 La serpiente, una criatura extraordinaria, ya estaba confirmada en la maldad an
tes de que “entrase el pecado en el mundo” a través de Adán (Romanos 5:12; véase Géne
sis 3). En otros pasajes encontramos a esta serpiente antigua como el gran dragón, Satanás
, o el diablo (Apocalipsis 12:9; 20:2). Este ser fue pecador y asesino desde el principio (J
3
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
Las Escrituras nos enseñan también que hubo otra caída: Adán y Eva fueron creados
“buenos” y colocados en el idílico huerto del Edén, donde disfrutaban de una estrecha
comunión con Dios (Génesis 1:26–2:25).
Puesto que no eran divinos, y eran capaces de pecar, necesitaban depender continuamente
de Dios. De igual manera, necesitaban comer habitualmente del árbol de la vida.5 Esto queda
indicado por la invitación que les hace Dios a comer de todos los árboles, incluso el árbol de la
vida, antes de la caída (2:16), y su fuerte prohibición después de ésta (3:22–23).
De haber obedecido, habrían podido ser dichosamente fructíferos y se habrían desarrollado
para siempre (1:28–30). Otra posibilidad habría sido que, después de un período de prueba,
alcanzaran un estado de inmortalidad más permanente, por medio de un traslado al cielo
(Génesis 5:21–24; 2 Reyes 2:1–12) o por medio de un cuerpo resucitado en la tierra (véase los
creyentes, 1 Corintios 15:35–54).
Dios permitió que el Edén fuese invadido por Satanás, quien tentó astutamente a Eva
(Génesis 3:1–5). Haciendo caso omiso de la Palabra de Dios, Eva cedió ante su anhelo de
belleza y sabiduría, tomó de la fruta prohibida, se la ofreció a su esposo, y comieron juntos
(3:6). La serpiente había engañado a Eva, pero Adán parece haber pecado a sabiendas (2
Corintios 11:3; 1 Timoteo 2:14; la aceptación tácita de Dios en Génesis 3:13–19).
Posiblemente, mientras que Adán había oído directamente de Dios el mandato de no comer del
árbol, Eva lo oyera solamente a través de su esposo (Génesis 2:17; véase 2:22). Por
consiguiente, Adán era más responsable ante Dios, y Eva era más susceptible a los engaños de
Satanás (véase Juan 20:29). Esto podría explicar la insistencia de las Escrituras en el pecado de
Adán (Romanos 5:12–21; 1 Corintios 15:21–22), cuando en realidad fue Eva quien pecó
primero.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes de la ley, había pecado
en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. Romanos 5:12-13
La base de toda esta comparación es esta, que estos dos hombres se establecen como
dos estirpes o raíces, por lo que de uno viene, el pecado por naturaleza, y del otro viene
la justicia por gracia…Así pues, el pecado no entró en nosotros siguiendo los pasos de
nuestro padre, pero tomamos la corrupción de él por herencia.
“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos”
(Romanos 5:19).
Este texto muestra lo paralelo entre Adán y Cristo. Nos dice que ambos la condena y la
justificación son los resultados directos de las acciones de estos dos hombres. Toda la
humanidad fue “hecha”, “constituida” o “formada” como pecadores. El Dr. Lloyd-Jones
señaló: “Pablo no dijo que en Adán todos fueron constituidos pecaminosos, sino que somos
constituidos pecadores”
4
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
Estaba en lo cierto al decir que no solo somos pecaminosos, que sí somos. Pero que somos
pecadores. Por nuestra naturaleza, heredada de Adán, somos pecadores – pecadores en nuestra
propia naturaleza, en nuestros propios tendones y huesos, en nuestra vida mental y espiritual –
en todo lo que está dentro de nosotros – somos pecadores. Adán pecó, y por su acción él
constituyó, o hizo, a todo ser humano después de él un pecador por naturaleza.
Mira a tu alrededor. ¿Conoces a alguien que no es un pecador? Por supuesto que no.
Entonces ¿cómo se convirtieron en pecadores? “Porque así como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores”.
Algunas personas piensan que el pecado de Adán fue una cosa “pequeña”, muy pequeña
como para haber hecho a toda la humanidad pecaminosa. Pero también parece que la decisión
de un viejo agricultor Canadiense de venir a Estados Unidos era una cosa pequeña. Sin
embargo, su “pequeña” acción dio lugar a que toda su descendencia fuera “hecha” Americana.
Y tú estás escuchando este sermón porque él hizo eso hace mucho tiempo. Creo que ves el
punto. “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores”
Ahora, ¿cómo es que el pecado original de Adán nos afecta? El pecado original de Adán
trajo a todos sus descendientes una naturaleza corrupta. El término “el pecado original” se
describe en la Biblia por medio de frases como “y el hombre malo, del mal tesoro” (Mateo
12:35), “el árbol malo” (Mateo 12:33), “del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos” (Marcos 7:21), “corazón de piedra” (Ezequiel 11:19), “designios de la carne”
(Romanos 8:7), “carne” (Romanos 8:4), entre otros. Según el Dr. Shedd el pecado original es
“también equivalente a las frases teológicas naturaleza corrupta, inclinación pecaminosa, mala
disposición, y voluntad apóstata”
John Wesley dijo: “En Adán murieron todos, toda la humanidad, todos los hijos de los
hombres que estaban en los lomos de Adán...cada uno que descendió de él viene al mundo
espiritualmente muerto, muerto para Dios, completamente muerto en el pecado, todo vacío de
la vida de Dios...todo hombre nacido en el mundo ahora lleva la imagen del diablo en el
orgullo y la fuerza de voluntad. Este es entonces el fundamento del nuevo nacimiento – toda la
corrupción de nuestra naturaleza. Por lo tanto es, que, habiendo nacido en pecado, ustedes
deben ‘nacer de nuevo’. Por lo tanto todo aquel que es nacido de una mujer tiene que nacer del
Espíritu de Dios”
De nuevo, el Sr. Wesley dijo: “¿Eres capaz de cambiar tu propio corazón, de todo
pecado…? Para dar vida a un alma que está muerta en el pecado, – muerta para Dios, ¿y viva
sólo para el mundo? No más que tú eres capaz de darle vida a un cuerpo muerto, para darle
vida lo que yace en la tumba. Sí, tú no eres capaz de darle vida a tu alma en ninguna manera,
no más que darle cualquier grado de vida a un cadáver. Tú no puedes hacer nada, más o menos,
en este caso, tú estás totalmente sin fuerzas”
5
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
que por medio del pecado de Adán la muerte se extendió a todos los hombres pues todos
pecaron.
La idea de que «todos pecaron» significa que Dios piensa de nosotros como que todos
pecamos cuando Adán desobedeció, queda aún más recalcado en los dos siguientes versículos,
donde Pablo dice: Antes de promulgarse la ley, ya existía el pecado en el mundo. Es cierto que
el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley; sin embargo, desde Adán hasta Moisés la
muerte reinó, incluso sobre los que no pecaron quebrantando un mandato, como lo hizo Adán,
quien es figura de aquel que había de venir. (Ro 5:13-14)
Pablo nos está diciendo aquí que desde el tiempo de Adán al tiempo de Moisés, las personas no
tenían la ley escrita de Dios. Sus pecados no fueron «tomados en cuenta» (como infracciones
de la ley), pero no obstante murieron. El hecho de que murieron es una buena prueba de que
Dios los consideró culpables en base del pecado de Adán.
La Biblia reconoce este tipo de corrupción: en el Salmo 51:5 David habla de que había sido
concebido en pecado; es decir, su propio pecado se remonta al momento de su concepción. En
Romanos 7:7–24 se sugiere que el pecado, aunque muerto, estaba en Pablo desde el principio.
Más decisivo aún es Efesios 2:3, donde se afirma que todos somos “por naturaleza hijos de
ira”.
La idea de que Dios nos consideró culpables debido al pecado de Adán se sigue
reafirmando aún más en Romanos 5:18-19:
Así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo ( acto
de justicia produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la
desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la
obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.
Pablo está diciendo aquí explícitamente que por medio de la transgresión de un solo
hombre «muchos fueron constituidos pecadores». Cuando Adán pecó, Dios consideró
pecadores a todos los descendientes de Adán. Aunque nosotros todavía no existíamos, Dios,
mirando al futuro y sabiendo que existiríamos, empezó a considerarnos culpables como Adán.
Esto es también coherente con la declaración de Pablo de que «cuando todavía éramos
pecadores, Cristo murió por nosotros» (Ro 5:8). Por supuesto, algunos de nosotros ni siquiera
existíamos cuando Cristo murió; pero, no obstante, Dios nos consideró pecadores que
necesitábamos salvación.
La conclusión que podemos sacar de estos versículos es que todos los miembros de la raza
humana estaban representados por Adán en el momento de su prueba en el huerto del Edén.
Como nuestro representante, Adán pecó, y Dios nos consideró a nosotros culpables como
también a Adán. (Un término técnico que se usa a veces en este contexto es imputar, que
significa «atribuir a otro una culpa, delito o acción reprobable».) Dios consideró que la culpa
de Adán nos correspondía a nosotros, y puesto que Dios es el Juez supremo de todas las cosas
en el universo, y dado que sus pensamientos son siempre correctos, la culpa es nuestra
también. Dios correctamente nos imputó la culpa de Adán.
A veces a la doctrina del pecado que heredamos de Adán se le llama doctrina del «pecado
original». Como expliqué anteriormente/o no estoy usando esa expresión.
Si se usa esa expresión, debiera recordarse que el pecado del que se habla no se refiere al
primer pecado de Adán, sino a la culpa y tendencia a pecar con las que nacemos. Es «original»
en el sentido de que procede de Adán, y es también original en que lo tenemos desde el
comienzo de nuestra existencia como personas, pero es con todo del pecado nuestro, no del
pecado de Adán, de lo que se habla. Paralela a la frase «pecado original» está la frase «culpa
original». Esto es ese aspecto de la herencia de pecado de Adán de la que hemos estado
hablando arriba, el concepto de que heredamos la culpa de Adán.
6
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
Cuando nos enfrentamos por primera vez a la idea de que se nos considera culpables por causa
del pecado de Adán, nuestra tendencia es a protestar porque nos parece injusto. En realidad no
decidimos pecar, ¿no es cierto? ¿Cómo entonces se nos puede considerar culpables? ¿Es justo
que Dios así actúe? Podemos decir tres cosas para responder a esto: (1) Todo el que protesta
diciendo que esto es injusto olvida que él también ha cometido voluntariamente muchos
auténticos pecados por los cuales Dios también lo considera culpable. Estos constituirán la
base primaria sobre la que se nos juzgará en el día final, porque Dios «pagará a cada uno según
10 que merezcan sus obras» (Ro 2:6), y «el que hace el mal pagará por su propia maldad» (Col
3:25). (2) Además, algunos han argumentado, «si hubiéramos estado en el lugar de Adán,
también habríamos pecado como él 10 hizo, y nuestra subsiguiente rebelión contra Dios 10
demuestra». Pienso que esto es probablemente cierto, pero no parece ser un argumento
concluyente, porque supone demasiado acerca de lo que podía haber sucedido o no sucedido.
Esa incertidumbre puede que no ayude mucho a aliviar el sentido de que hay injusticia de
algunos.
(3) La respuesta más persuasiva a esta objeción es señalar que si pensamos que es injusto estar
representados por Adán, debiéramos también pensar que es injusto estar representados por
Cristo y que Dios anote a nuestro favor su justicia. Porque el procedimiento que Dios usó fue
el mismo, y eso es exactamente 1o que Pablo está diciendo en Romanos 5: 12-21: «Porque así
como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la
obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos» (Ro 5: 19). Adán nuestro primer
representante, pecó, y Dios nos consideró a nosotros culpables. Pero Cristo, el representante de
todos los que creen en él, obedeció a Dios perfectamente, y Dios nos considera justos. Esta es
sencillamente la manera en que Dios estableció que funcionara la raza humana.
Dios considera a la raza humana como un todo orgánico, representada por Adán como su
cabeza. Y Dios también tiene a la nueva raza de cristianos, a los que son redimidos por Dios,
como un todo orgánico, una unidad representada por Cristo como cabeza de su pueblo.
Sin embargo, no todos los teólogos evangélicos están de acuerdo en que se nos considera
culpables a causa del pecado de Adán. Algunos, especialmente los teólogos arminianos,
piensan que esto sería injusto de parte de Dios y no creen que Pablo lo esté enseñando en
Romanos 5.11 No obstante, evangélicos de todas las denominaciones sí están de acuerdo en
que recibimos una disposición pecaminosa o una tendencia al pecado como una herencia de
Adán.
El pecado es el problema supremo del hombre. Todo pecado viene del perverso dese
o de ponerse a sí mismo en el lugar de Dios, ser el centro y la medida de todas las cosas
. Lejos de conocer su condición pecadora y pérdida, los hombres perdidos se imaginas ser
“básicamente buenos” e menos que Dios en su misericordia les revele la verdadera condi
ción de sus corazones ennegrecidos. El pecado es el supremo problema de la humanidad.
Y aún sigue siendo el supremo problema del Creyente.
El hombre conoce el principio del pecado, pero nadie ha conocido el fin del pecado (
Charles Leiter)
Muchas de las facetas del pecado se reflejan en las características que presentamos a
continuación, extraídas del texto bíblico.
Vemos el pecado como incredulidad o falta de fe en la caída, en el rechazo de la revelación
general por parte de la humanidad (Romanos 1:18–2:2), y en los condenados a la muerte
segunda (Apocalipsis 21:8).
7
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
Todo aquello que no proceda de la fe, es pecado (Romanos 14:23; Hebreos 11:6). La
incredulidad es lo opuesto a la fe salvadora (Hechos 13:39; Romanos 10:9), y termina en el
castigo eterno (Juan 3:16; Hebreos 4:6, 11).
Por último, debiéramos notar que esta definición hace hincapié en la seriedad del pecado.
Nos damos cuenta por experiencia que el pecado es perjudicial para nuestra vida, que nos trae
dolor y consecuencias destructivas para nosotros y para todos los que son afectados por él.
Pero definir el pecado como la falta de conformidad con la ley moral de Dios, es decir que el
pecado es algo más que doloroso y destructivo, que es también malo en el sentido más
profundo de la palabra. En un universo creado por Dios, no se debe aprobar el pecado. El
pecado está en directa oposición a todo lo que es bueno en el carácter de Dios, y así como Dios
necesaria y eternamente se deleita en sí mismo y en todo lo que él es, también necesaria y
eternamente aborrece el pecado. Es, en esencia, la contradicción de la excelencia de su carácter
moral. Contradice su santidad, y tiene que aborrecerlo.
8
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal.” “No queréis
venir a mí para que tengáis vida.” “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le
trajere.” Las emociones son trastornadas y pervertidas. Algunos corazones arden con odio y
enojo constantemente; otros están atormentados día y noche por miedos sin sentido. Las
multitudes se ríen de cosas que debieran hacerles llorar, mientras otros se echan a llorar sin
ninguna razón aparente. Tales son los profundos y penetrantes trastornos de la personalidad
humana causados, directa o indirectamente por el pecado.
9
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
pedazo de pan. El pecado volvió a los ángeles en demonios; convierte a hombres en “animales
irracionales.” El pecado es degradante.
Condenación y muerte
Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cr
isto Jesús Señor nuestro. Rom 6:23
La muerte no es castigo para los creyentes. Pablo nos dice claramente que «ya no hay ninguna
condenación para los que están unidos a Cristo Jesús» (Ro 8:1). Toda la pena de nuestros
pecados ya ha sido pagada. Por consiguiente, aunque sabemos que los creyentes mueren, no
debemos ver la muerte de los creyentes como castigo de parte de Dios o de alguna manera
resultado de una pena que se nos aplica por nuestros pecados. 1 Es cierto que la pena del
pecado es muerte, pero esa pena ya no se aplica a nosotros; no en términos de muerte física, ni
en términos de muerte espiritual o separación de Dios. Todo esto ha sido pagado por Cristo.
Por consiguiente, debe haber otra razón diferente del castigo por nuestros pecados para poder
entender por qué mueren los creyentes.
Muchas de las facetas del pecado se reflejan en las características que presentamos a
continuación, extraídas del texto bíblico.
10
La Doctrina del Pecado en Romanos y Gálatas
Bibliografía
Justificación y Regeneración. Charles Leiter)
Teología Sistemática. Wayne Grudem
Doctrina del hombre. Paul Washer
Teologia sistematica Una perspectiva pentecostal. Stanley M. Horton.
Sermón: El Pecado Original. R. L Hymmer
Teología biblica y sistemática - Myer Pearlman
11