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Ella buscaba por todos lados.... ¿En sus alitas estaría esa luz?
¿O en su panza tal vez? No encontraba el botón que prendiera esa
luz... y todas las noches se quedaba solita en su casa, le daba
vergüenza salir, ¿que iban a decir si ella no era igual a las demás?
Además, tenía miedo, porque sin su luz se sentía desprotegida.
Una noche, desde su casita vio pasar a 2 niños, que parecían estar
perdidos y asustados. Se acercó y les dijo: - hola! ¿Están paseando
por aquí solos?
- No, dijo uno de ellos. Estábamos con mamá y papá, pero nos
metimos a jugar en el bosque y nos perdimos. Yo soy Facu, y
ella es Cami, mi hermana. Estamos muy asustados. ¿Nos
podrías ayudar a volver con nuestros padres?
- ¡Oh cuanto lo siento! - Respondió la luciérnaga. ¡Yo me llamo
Lola, y por supuesto que voy a ayudarlos! ¡Quédense conmigo,
juntos vamos a encontrar a sus padres, y de paso pueden
acompañarme también, que estoy en una búsqueda, ¡no
encuentro mi luz por ningún lado!
- ¡Si! Nosotros podemos ayudarte también, respondió Camila.
Entre los tres será más fácil encontrar lo que buscamos
En ese momento, paso una oruga, los saludo y les dijo: - ¡Hola!,
sin querer escuche lo que dijiste Lola, ¿cómo es eso que no
encuentras tu luz?
- Es que yo tengo una falla… dijo la luciérnaga. No tengo luz
como las demás luciérnagas
- ¡Oh! ¡Qué hermoso es!! Dijeron los tres, mirándolo con asombro
- Muchas gracias, dijo el jazmín. Si quieren puedo mostrarles como
me muevo, como abro mis flores para que las abejas puedan tomar
mi néctar y así hacer juntos una danza muy hermosa.
Los perritos les dijeron que podían ayudarlos, pero antes le pidieron
un favor: quizá ellos podían ayudarlos también, a ver dónde habían
escondido su hueso.
- “Eres una genia Lola!” ¡Dijeron los perritos! ¡Es que nunca
recordamos donde escondemos los huesos! Y se largaron a reír
todos a carcajadas
- “Veo un barco allá a lo lejos”, dijo Facu. Seguro nos podrá llevar
hasta la otra orilla
Lola se posó sobre una flor, y justo en ese momento un sapito dio un
brinco tan alto que la asustó.
- “Ups! Perdón”, le dijo el sapo. No quise asustarte. Es que me
encanta saltar en el estanque. Hola a todos, yo soy Pepe, el
sapo
- “No hay problema”, respondió la luciérnaga. Y los hermanos
lo saludaron con una sonrisa
- “¿Tu podrías ayudarnos?” Dijo la luciérnaga. Yo estoy
buscando mi luz, y ellos, a sus padres. Encontramos muchos
amigos que nos han ayudado, pero estamos un poco tristes,
porque falta poco para que caiga el sol, y aún yo no logro
encontrar mi luz y estos pequeños hermanitos siguen
perdidos. Va a llegar la noche y todas las demás luciérnagas
prenderán sus hermosas luces, y yo, otra vez me quedare
sola y triste, sin luz. Y ellos, una noche sin su familia que debe
estar muy preocupada, buscándolos
- “No se aflijan” – respondió el sapo. Yo les enseñare mi
postura. Me ayuda a fortalecer las caderas y las rodillas.
¡Quizá eso les demás fuerzas para seguir! ¡Nunca se den por
vencidos!
- “¡Los invito a que saltemos y juguemos un rato, como si todos
fuéramos sapitos! ¿Qué les parece?,” dijo el sapo
- “¡Siiiii!!” ¡Respondieron todos! Y empezaron a saltar y saltar,
poniendo cara de sapo inflando bien los cachetes. ¡Que
divertido!!!
- “¡Gracias sapito!!!” Dijo la luciérnaga. Nos diste mucha alegría
y ganas de seguir con nuestro camino
El viaje fue muy hermoso, podían ver desde arriba como todo se
hacía más pequeño. Los árboles, las flores, las casas…El cielo era
más azul y casi podían tocar a las nubes. Era como estar dentro de
un sueño.
- “Por supuesto que sí!, respondió el gato. Es muy fácil, apoyen sus
rodillas en el piso como si armaran una mesita. Luego deben arquear
su espalda para arriba y para abajo, en movimientos lentos. Cuando
estamos contentos sonreímos y miramos para adelante. Cuando
estamos enojados nos miramos el ombligo y erizamos todos los pelos
- “¡Que linda la postura del gato” – dijo Cami, me encanta!
Ya que están más relajados, dijeron las tortugas, los invitamos a que
se recuesten boca arriba. Con las manos para arriba y los ojos
cerrados. Si escuchan atentamente van a hacer una meditación muy
hermosa, para que puedan descansar muy profundo y mañana
tengan sus energías renovadas y positivas.
Esa noche salió a volar feliz, las demás luciérnagas le dijeron - ¡Te
extrañamos mucho! ¡Por fin volviste a alumbrarnos con esa luz tan
especial, tan única que tienes!
Allí comprendió todo. Ella siempre había tenido esa luz que tanto
buscaba. Todos podían verla menos ella. Fue cuando decidió
escuchar a su corazón y creer en sí misma, que pudo ver lo que
siempre tuvo en su interior.
Entendió que ella no tenía que ser como nadie. Ni como el árbol, ni
como el perro, ni como el sapo o las tortugas, ni como ningún otro
animal.
Se dio vuelta y vio una bellísima mariposa, sus alas eran de color
azul, verde y celeste, era tan hermosa que se quedó boquiabierta, no
podía creerlo
Hasta que recordó las palabras de la oruga: - “No te quedes solo con
lo que tus ojos ven. Mira para adentro. Escucha a tu corazón”
- “¡Ahora que veo mi luz tan brillante los podré ayudar mucho
más a buscar a sus padres iluminando el camino! dijo Lola, y
con un chiflido llamo a todas sus amigas luciérnagas que
vinieron al instante y se formó una nube enorme de luces,
parecía un arco iris en el medio de la noche, eran miles de
luciérnagas alumbrando el bosque. Como millones de
linternas luminosas. Entre todas, todo será más fácil- dijo.
Facu y Cami sonrieron agradecidos.
FIN