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Un Gran Milagro- El navegante

Tenía apenas 5 años cuando comenzaron mis deseos por ser navegante. Estaba en mi casa aquel
sábado con mi hermana y mi madre, contemplando el bello paisaje que podía reflejarse a través de la
ventana. Mi padre nos interrumpió avisando que ya estaba la cena. Llegamos corriendo debido a que
teníamos mucha hambre. Había unos deliciosos fideos sobre la mesa que mi padre había preparado, y
mientras cenábamos charlábamos sobre lo ocurrido en el día. Fue justo en ese momento, cuando mi
madre nos relato sobre lo que se había enterado por el cajero del supermercado:
-Un amigo le contó como fue su intento por visitar las Islas Hébridas (que quedan en Escocia). ¡Pasó
aproximadamente 2 meses en barco, y recorrió lugares paradisíacos, islas ocultas, y selvas peligrosas!
Según él, había sido su meyor logro.
Interrumpí su relato - ¡Que buena historia mamá! ¿Puedo ser navegante también?
-Claro que si Manuel, estoy segura de que serás el mejor navegante
- Lo seré mamá, lo sé ¡Te lo prometo!
-No mientas. Agregó mi hermana Clara – Tú no crees eso
-¿Qué te hace pensar eso de tu madre? Ella no va a mentir. La regaño mi padre.
-Muy bien niños ya es muy tarde - dijo mi madre - vayan a dormir, mañana será un buen día…

Y así fue, o… al menos para mí, ese y muchos otros días mientras anhelaba con ansias crecer para
poder ser el mejor navegante, como le había prometido a mi madre.
En la escuela, habíamos hecho una representación teatral demostrando lo que queríamos ser una vez
que seamos grandes. Mi representación fue sencilla. Con un barco de cartón y un disfraz de marinero,
fingí que estaba en los mares más peligrosos, y misteriosos del planeta. Luego volvía a mi ciudad y
les contaba a todos sobre mi experiencia. Al final todos aplaudieron y me sentí muy alagado.

Unos años después, cuando ya tuve edad suficiente, estuve dispuesto a cumplir mis sueños. Leí
muchos libros sobre navegantes, lo que hacia que mis ideas sobre la navegación aumenten
constantemente.
Se acercaba el día, pronto me convertiría en un verdadero navegante. Mis padres me ayudaron mucho
con el preparativo, la radio VHF (que permite comunicarse con otras embarcaciones), el GPS, el
compás (que proporciona el rumbo y la posición exacta en la que se encuentra la embarcación), y
otros elementos. También alquilamos un barco, pequeño pero cómodo. Mis hermanos decían que no
lo lograría y que desperdiciaría mi tiempo, pero a mi eso no me afectaba en nada, al contrario,
aumentaba mi entusiasmo.
Y al fin llegó ese día tan esperado. Me levanté de un salto de la cama y fui corriendo a terminar con
los preparativos. Revisé unas cinco veces los bolsos, no quería arriesgarme a que algo me faltara. Una
vez que considere que tenía todo fui corriendo a abrazar muy fuerte a mis padres y a mis hermanos
(con más afecto de lo normal) porque sinceramente no sabía cuando los volvería a ver….
Llegué al lugar donde habíamos alquilado el barco y me lo dieron fácilmente. Prepare todas mis cosas
y me subí a él. Contuve las lágrimas de emoción, porque era ese el momento en el que estaba arriba
de mi “primer barco”.
Al principio estaba un poco asustado pero después pensé “Tengo que disfrutarlo, tal vez no vuelva a
subirme a un barco”… aunque sinceramente estaba preocupado de que hubiese una tormenta o algo
así… En fin, me acerque cada vez más a la profundidad de estas aguas tenebrosas y sombrías….
Comenzó a oscurecer debido a que estaba anocheciendo (por cierto la oscuridad en absoluto me
gusta), por lo que me prepare para descansar.
Al salir el sol me levante rápidamente para seguir navegando, en cuanto sentí un ruido muy fuerte.
Mire hacia abajo…nada. Mire hacia mis costados… nada. Miro hacia arriba y veo bellísimas aves
volando en el cielo. Tomo mi cámara y les saco algunas fotos a modo de recuerdo (aunque ninguna
foto puede compararse con las imágenes que guarda la memoria) y continúe el recorrido.
Mas adelante me encontré con unas ballenas, desearía que mi hermana las hubiera visto, ella las
adoraba. Desde chica que Carla tenia un amor intenso por ellas. Una pena no haber podido compartir
ese momento juntos.
Retome mi camino y seguí navegando.
Pasaban los días y yo ya me estaba arrepintiendo de haber decidido hacer esto. Descubrí miedos que
no sabia que tenia (a la oscuridad, a la aproximación de lluvia ¡Hasta a los movimientos bruscos en el
barco!) pero bueno uno tiene que estar preparado para cualquier cosa ¿no es así?
Hoy ya era viernes, yo había empezado a navegar el lunes por lo que pasó casi una semana. Cada vez
estaba mas cerca de cumplirle el sueño a ese Manuel chiquito que tanto lo deseaba (actualmente tengo
23 años) y a al Manuel de ahora quien estaba asustado pero sabia que le gustaría.
Estaba anocheciendo así que me fui a descansar (pero aunque lo intente nunca llego al sueño
profundo)
Amaneció otra vez y extrañamente no encontraba ninguna de mis pertenencias. No entendía que
podía haber pasado. Las busqué una y otra vez, pero para mi decepción no las encontré. No se veía
presencia de ningún otro barco cerca, por lo que llegué a la conclusión de que no me las habían
robado. Dejé de buscar porque ya no tenía esperanza de que aparecieran. Además estaba nublado y no
tenía nada para iluminar. Tampoco sabía que comería ni como me comunicaría con alguien el resto de
mis días...
Ya no sabía que hacer pasaban los días y pude capturar tan solo unos pescados que comí para engañar
al estomago. Sino hacía algo rápido no sé que ocurriría ni conmigo, ni con mi vida.
Ya era miércoles, había pasado más de una semana y yo me estaba muriendo de hambre, y de sed, sin
contar que deseaba poder hablar con mi madre, mi padre y mis hermanos. Hasta a las personas, que
más odiaba extrañaba en ese momento. Quería abandonar el sueño que mas deseaba cumplir y volver
atrás, con todas las personas que conozco y conoceré. Pero ya era muy tarde. No sabia ni en que parte
del océano me encontraba.
Continuaban pasando los días y lamentablemente perdía la esperanza. Ya tendría que haber estado
cerca de las Islas. Pero en cambio me encontraba en el medio del océano sin absolutamente nada ni
nadie a quien acudir.
Mientras buscaba algo para prender fuego y cocinar los peces, encontré unas señales de humo. Tenía
tantas ilusiones. Creía que al usarlas, me encontrarían y rescatarían. Pero todo lo contrario. Nadie vio
nada y todo siguió tal y como estaba.
Pasaban las semanas, y yo ya me veía muerto. De repente escuche un ruido. Algo se aproximaba hacia
mí. Era un barco, muy pequeño. Estaba muy feliz. Se acerco y pude ver que un anciano se encontraba
dentro. Era una persona muy vieja, y a juzgar por su cara, también muy triste.
Le grité ¡Ayuda! y comenzamos a hablar:
-¡Ayuda!- Estoy aquí hace semanas y ya no se que hacer
-Yo estoy aquí hace años-me respondió el anciano
-Dis... disculpe ¿dijo hace años?- dije con la voz temblorosa
-Así es, y me siento muy pero muy mal. He perdido toda mi vida por un tonto sueño que formule
cuando era más pequeño.
Se me heló la sangre.
-¿En verdad? Yo tenía el mismo sueño. Y empecé esto hace un mes
-Voy a decirte algo los primero años tienes esperanza de que algo ocurra. Un milagro. Pero eso
jamás sucede… No quiero asustarte, pero quería que lo sepas
¡Que no quiere asustarme! Esto da más miedo que cualquier libro de terror que pude haber leído.
-Señor ¿Usted cree que yo pueda salvarme?
-Aun sí, si te lo propones. Pero yo ya estoy muy mal, y en unos días moriré aquí.
-¿Cómo te llamas?
-Alberto ¿Y tú?
-Yo Manuel, ¿Hace cuanto tiempo estas aquí?
-25 años
¡¿Quééé?! Toda una vida
-Lo lamento mucho por usted señor…
En ese momento Alberto sacó algo de un pequeño compartimento, era una bengala, la última.
Servia para hacer un gran ruido y llamar la atención de alguien. Juntos la lanzamos hacía el cielo.
Tenía mucha fe en esto.
-Tal vez puedas volver a tu casa- Le dije
-Ojala que si
Paso el tiempo y se acercaron unas personas. Nos vieron y nos preguntaron que ocurría. Nosotros
les pedimos ayuda y ellos nos la dieron. Pero había un pequeño, gran problema…
Entra una persona más en el pequeño barco!
-Tienes que ir tú- me dijo
-No puedo dejarte solo…
-Tienes una vida por delante, yo ya no. Tú familia te espera. La mía ya no se encuentra aquí. No
vale la pena.
-¿Estás seguro?- le grite
-Sube, yo no tengo nada más por hacer.
-Volverán por ti. No te preocupes
Aguantándome las lágrimas subí al barco que me rescató.

Luego de unos días llegue a casa, y volví con toda mi familia. Me hicieron muchas entrevistas
luego de esta experiencia.
Aunque yo no olvidaba al señor que me había salvado la vida. Todos los días prendía la televisión
a ver si pasaba algo, y al fin llegó. Pero no precisamente lo que yo esperaba:
-Encuentran el cadáver de una persona en el medio del océano (Yo sabía perfectamente de quien
se trataba.) Aún están averiguando quien es y si se encuentra su familia. La persona tenía en su
mano una carta dedicada a Manuel:
-Manuel, ya ha llegado el momento de que yo deje esta vida; para cuando los rescatadores
vuelvan yo probablemente ya no estaré aquí. De igual modo no te preocupes, iré a visitar a toda
mi familia, que seguro me espera allí, en el cielo.
Las cosas que yo vi en estos años aquí en el océano, no se comparan con las que hubiese visto
allá en la tierra… En fin, cumplí el sueño que más deseaba, navegar por las aguas.
Gracias Manuel, por un día encontrarme y que todos supieran que yo estaba aquí.
Firma: Alberto
Lloré un largo tiempo. No lo había llegado a conocer mucho pero tenía un gran afecto por él. Le
debo una vida a Alberto (Literalmente). Desde ahora la valoraría mucho más que antes. Porque sé
lo que se siente poder perderla. Él había hecho conmigo “Un gran milagro”. Jamás lo olvidaré…

Ornella Difilippo Lipera.


2do B

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