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Sócrates
Laques
Sócrates
Muy bien, Laques, pero quizá por haberme explicado mal, has
respondido a una cosa distinta de la que yo te pregunté.
Definiendo la virtud en términos universales
Sócrates
He aquí por qué te decía antes que había sido yo causa de que no
hubieses respondido bien, porque yo te había interrogado mal,
puesto que quería saber de ti lo que es un hombre valiente, no sólo
en la infantería, sino también en la caballería y demás especies de
armas; y no sólo un hombre valiente en todo lo relativo a la guerra,
sino también en los peligros de la mar, en las enfermedades, en la
pobreza y en el manejo de los negocios públicos; y lo mismo un
hombre valiente en medio de los disgustos, las tristezas, los temores,
los deseos y los placeres; un hombre valiente, que sepa combatir sus
pasiones, sea resistiéndolas a pie firme, sea huyendo de ellas,
porque el valor, Laques, se extiende a todas estas cosas.
El cuerpo como cárcel del alma (Platón, Fedón)
Un hombre que haya vivido bien podrá regresar a gozar de una nueva
existencia en su estrella de origen. Aquel cuya vida fue un fracaso
volverá a reencarnarse en forma de una mujer. Si persiste en seguir por
el mal camino, su próximo nacimiento será en el cuerpo de algún
animal, de acuerdo con las malas tendencias que haya demostrado.
Allí mismo de donde partió un alma no vuelve antes de diez mil años, ya
que no salen alas antes de ese tiempo, a no ser que se haya filosofado
sin engaño o se haya amado a los jóvenes con filosofía. En el tercer
período de mil años, si han elegido tres veces seguidas la misma vida,
vuelven a cobrar sus alas. Las demás almas, si embargo, cuando
acaban su primera vida son llamadas a juicio y, una vez juzgadas,
cumplen sus penas en prisiones subterráneas o son elevadas por la
justicia a alguna región celeste. Y pasado un milenio, deben elegir cómo
venir a su segunda existencia: puede ocurrir entonces que un alma
humana venga a vivir a un animal, y el que alguna vez fue hombre se
pase, otra vez, de animal a hombre.
Sócrates y los daímones (Platón, Banquete)
Según Protágoras:
El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en
cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.
Según Gorgias:
Nada existe.
Si algo existiera, no podría ser conocido por el hombre.
Si algo existente pudiese ser conocido, sería imposible
expresarlo con el lenguaje a otro hombre
Aristóteles, Tratado sobre las Ideas