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La acusación contra Sócrates

Apología (Platón): Sócrates es culpable de indagar de manera


impertinente las cosas subterráneas y celestiales, y de hacer más
fuerte el argumento más débil y enseñar a otros estas mismas cosas.

Memorabilia (Jenofonte): Sócrates es culpable de no creer en los


dioses en que la ciudad cree y de introducir otras cosas demoníacas
nuevas y también es culpable de corromper a los jóvenes.

Las nubes (Aristófanes):


Estrepsíades: ¡Qué loco estaba entonces, cuando expulsé a los
dioses a causa de Sócrates! Querido Hermes, perdóname, por la
charlatanería perdí la cabeza, y hazte mi consejero, si debo iniciarles
un juicio con escrito de acusación contra ellos.
¡Que alguien me traiga una antorcha encendida!
¿Para aprender qué ultrajaban a los dioses y examinaban las
asentaderas de la luna? Persigue, pega, golpea, sabiendo que
ofendían a los dioses…
La mayéutica de Sócrates (Platón, Laques)

Sócrates

Tratemos por lo pronto, Laques, de definir con exactitud lo que


es el valor; después examinaremos los medios de comunicarle
a estos jóvenes, en cuanto sea posible, ya sea por el hábito,
ya por el estudio. ¿Di, pues, qué es el valor?

Laques

En verdad, Sócrates, me preguntas una cosa que no ofrece


dificultad. El hombre que guarda su puesto en una batalla, que
no huye, que rechaza al enemigo; he aquí un hombre valiente.

Sócrates

Muy bien, Laques, pero quizá por haberme explicado mal, has
respondido a una cosa distinta de la que yo te pregunté.
Definiendo la virtud en términos universales

Sócrates

He aquí por qué te decía antes que había sido yo causa de que no
hubieses respondido bien, porque yo te había interrogado mal,
puesto que quería saber de ti lo que es un hombre valiente, no sólo
en la infantería, sino también en la caballería y demás especies de
armas; y no sólo un hombre valiente en todo lo relativo a la guerra,
sino también en los peligros de la mar, en las enfermedades, en la
pobreza y en el manejo de los negocios públicos; y lo mismo un
hombre valiente en medio de los disgustos, las tristezas, los temores,
los deseos y los placeres; un hombre valiente, que sepa combatir sus
pasiones, sea resistiéndolas a pie firme, sea huyendo de ellas,
porque el valor, Laques, se extiende a todas estas cosas.
El cuerpo como cárcel del alma (Platón, Fedón)

Los hombres ignoran que los verdaderos filósofos no


trabajan durante su vida sino para prepararse a la muerte;
y siendo esto así, sería ridículo que después de haber
proseguido sin tregua este único fin, recelasen y temiesen,
cuando se les presenta la muerte.
Rafael Sanzio, La escuela de Atenas, ca. 1511, Museos Vaticanos
La naturaleza del alma (Platón, Fedro)

Decir cómo es el alma requeriría de una larga explicación, pero diremos


a qué se parece: a una yunta alada con su auriga. Los caballos y
aurigas de los dioses son todos ellos buenos, mientras que los de los
demás son mixtos. Por lo que a nosotros se refiere, hay un conductor
que guía un tronco de caballos, de los cuales uno es bello y hermoso,
pero el otro es lo contrario. Así, el manejo resultará arduo…
El alma que es perfecta y alada surca los cielos y gobierna el cosmos,
pero la que ha perdido sus alas va a la deriva, hasta que se agarra a
algo sólido donde se asienta, así se hace con cuerpo terrestre que
parece moverse a sí mismo por causa de aquélla. Este compuesto,
cristalización de cuerpo y alma, se llama ser vivo.
El conocimiento es recuerdo (Fedro)

Y nunca el alma que no haya contemplado la verdad puede tomar


figura humana. Conviene en efecto que el hombre atienda a lo que
le dicen las ideas, yendo de muchas sensaciones a aquello que se
concentra en el pensamiento. Esto es, por cierto, la reminiscencia
de lo que vio en otro tiempo nuestra alma, cuando iba de camino
con la divinidad. Por eso es justo que sólo la mente del filósofo sea
alada, ya que en su memoria encuentra, en la medida de lo
posible, aquello que siempre es, lo que es en realidad.
El varón que haga uso de tales recuerdos, iniciado en las
ceremonias perfectas, sólo él será perfecto. Apartado así de
humanos menesteres y volcado a lo divino, es tachado por la
gente de perturbado…
La inutilidad de la escritura (Fedro)

Tot le dice al faraón sobre las letras: “este conocimiento hará


más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha
inventado como fármaco para la memoria”. Pero el faraón
replica: “tú, padre de las letras que eres, les atribuyes dones
contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que provocarán
en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria,
ya que fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde
afuera, a partir de caracteres ajenos y no desde dentro y a
través de sí mismos. Apariencia de sabiduría es lo que
proporcionas así a tus alumnos, no la verdad”.
El ciclo de las reencarnaciones (Timeo, Fedro)

Un hombre que haya vivido bien podrá regresar a gozar de una nueva
existencia en su estrella de origen. Aquel cuya vida fue un fracaso
volverá a reencarnarse en forma de una mujer. Si persiste en seguir por
el mal camino, su próximo nacimiento será en el cuerpo de algún
animal, de acuerdo con las malas tendencias que haya demostrado.

Allí mismo de donde partió un alma no vuelve antes de diez mil años, ya
que no salen alas antes de ese tiempo, a no ser que se haya filosofado
sin engaño o se haya amado a los jóvenes con filosofía. En el tercer
período de mil años, si han elegido tres veces seguidas la misma vida,
vuelven a cobrar sus alas. Las demás almas, si embargo, cuando
acaban su primera vida son llamadas a juicio y, una vez juzgadas,
cumplen sus penas en prisiones subterráneas o son elevadas por la
justicia a alguna región celeste. Y pasado un milenio, deben elegir cómo
venir a su segunda existencia: puede ocurrir entonces que un alma
humana venga a vivir a un animal, y el que alguna vez fue hombre se
pase, otra vez, de animal a hombre.
Sócrates y los daímones (Platón, Banquete)

Les contaré el discurso sobre Eros que oí un día de labios de una


mujer de Mantinea, Diotima, que era sabia en ésta y otras muchas
cosas. Según ella, Eros es un gran daímon y, como tal, está entre la
divinidad y los mortales.
La sabiduría es una de las cosas más bellas y Eros es amor de lo
bello, de modo que Eros es amante de la sabiduría y por ser amante
de la sabiduría está entre el sabio y el ignorante…
Es preciso que quien quiera ir por el camino recto comience por
dirigirse a los cuerpos bellos, para pasar luego a un solo cuerpo: la
belleza que hay en cualquier cuerpo es afín a la de los otros, siendo
así una gran necedad no considerar una y la misma la belleza que
hay en todos los cuerpos. Y a continuación debe considerar más
valiosa la belleza que hay en las almas […] generando
razonamientos que hagan mejores a los jóvenes, contemplando
entonces la belleza que reside en las normas de conducta y en las
leyes y, luego, también en las ciencias, reconociendo que todo lo que
es bello se halla emparentado… hay pues una belleza en sí, de la
que todas las cosas bellas participan de manera tal que el nacimiento
y muerte de éstas no la afectan…
El símil de la línea, Platón, República
La definición del político (Platón, Político)

Quien posee el saber –y recordemos que éste es el verdadero


político– hará en su acción personal una cantidad de cosas en virtud
de su arte, sin preocuparse para nada de las normas escritas, cuando
le parezcan mejores otras reglas frente a las que él ha redactado y
enviado por carta a personas que se hallan lejos.
Diferencias “naturales” entre los hombres
(Platón, República)

Vosotros, ciudadanos del Estado, sois todos hermanos. Pero la


divinidad, cuando os moldeó, puso oro en la mezcla con la que se
generaron aquellos capacitados para gobernar, siendo de tal forma
del más alto valor; plata en los auxiliares; hierro y bronce en los
campesinos y demás artesanos. Y si alguien, a pesar de todo,
desafiara el orden establecido los jueces lo condenarán a muerte.
El “relativismo” de los sofistas

Según Protágoras:
El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en
cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.

Según Gorgias:
Nada existe.
Si algo existiera, no podría ser conocido por el hombre.
Si algo existente pudiese ser conocido, sería imposible
expresarlo con el lenguaje a otro hombre
Aristóteles, Tratado sobre las Ideas

Los argumentos de los platónicos no demuestran lo que se


proponen, a saber, que hay Ideas, sino que demuestran que hay
algunas cosas aparte de las particulares y sensibles. Pero no
forzosamente se sigue que, si hay algunas cosas aparte de las
particulares, ellas sean Ideas; hay en efecto, aparte de las
particulares, cosas comunes, de las que por cierto se ocupan las
ciencias.
Aristóteles, Política

Sócrates defiende la tesis según la cual la ciudad debe


hacerse unitaria. Sin embargo, la ciudad es por naturaleza
cierta pluralidad: una ciudad no resulta de individuos
semejantes. La ciudad es, en efecto, una cierta multitud de
ciudadanos. Un ciudadano se define por participar en las
funciones judiciales y en el gobierno.
En general, la convivencia y la comunidad en todas las cosas
humanas resultan difíciles, pero el hombre es por naturaleza
un animal político y, por eso, aun sin tener necesidad de ayuda
recíproca, los hombres tienden a la convivencia.
Aristóteles, Ética a Nicómaco

Consideramos suficiente lo que por sí solo hace deseable la vida y


no necesita nada y creemos que tal es la felicidad. En efecto, la
felicidad la elegimos por sí misma y nunca por otra cosa, mientras
que los honores, el placer y la inteligencia podemos elegirlos por sí
mismos, pero sobre todo los deseamos a causa de la felicidad. Y
decir que la felicidad es lo mejor parece ser algo unánimemente
reconocido, pero es deseable exponerlo con mayor claridad. Acaso
esto se consiga teniendo en cuenta cuál es la función específica del
hombre: una actividad del alma que implica a la razón, que se lleve
a cabo según la virtud, puesto que cada uno se realiza bien según
su propia virtud (areté), durante una vida entera. La felicidad
necesita también de los bienes exteriores: es imposible hacer el
bien cuando uno no cuenta con recursos.
Aristóteles, Ética a Nicómaco

Ahora bien, si la felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud, se


tratará de la virtud más excelsa, que en el hombre es la correspondiente
a su mejor parte: el intelecto, lo más divino que hay en nosotros. Así, la
felicidad será la actividad contemplativa.
La vida de acuerdo con el otro tipo de virtud [ética] es feliz de una
manera secundaria, ya que las virtudes de acuerdo con esta virtud son
humanas: la valentía, la justicia y las otras que practicamos
recíprocamente en los contratos, servicios y acciones que siguen lo que
conviene a nuestras pasiones. Y así la virtud ética queda asociada con
el cuerpo, pero la virtud de la mente está separada.
Aristóteles, Metafísica

Todos los hombres por naturaleza desean saber.


Los animales tienen por naturaleza sensación y, a partir de ésta,
en algunos se genera memoria y en otros no. Pero en los
hombres la experiencia se genera a partir de la memoria: una
multitud de recuerdos del mismo asunto acaban por constituir la
fuerza de una única experiencia.
El arte y la ciencia, a su vez, se generan cuando a partir de
múltiples percepciones de la experiencia resulta una única idea
general acerca de casos semejantes. Así los hombres de
experiencia conocen los hechos, pero no el por qué, mientras
que los hombres de ciencia conocen el por qué, esto es, la
causa.
Aristóteles, Metafísica

Una vez descubiertas múltiples artes, unas dedicadas a hacer


frente a las necesidades y las otras a pasarlo bien, se inventaron
las que no se orientan ni al placer ni a la necesidad,
primeramente en aquellos lugares en que los hombres gozaban
de ocio. La sabiduría se ocupa de las causas primeras y de los
principios.
Aristóteles, Metafísica

Las entidades son las primeras de las cosas que son, y si


todas fueran corruptibles, todas las cosas serían corruptibles.
Es imposible que se generen o destruyan ni el movimiento ni
el tiempo (que es la medida del movimiento). Y ha de haber un
principio tal que su entidad sea el acto, pues si fuera potencia,
podría no actuar y sin acción no hay movimiento ni por ende
tiempo. Ese principio debe ser inmaterial.
Todas las cosas están ordenadas a un fin último que las
mueve, en tanto que amado y siendo él mismo inmóvil, pero
estando en acto: es algo que existe necesariamente y es
perfecto, y de un principio tal penden el universo y la
naturaleza. Su actividad es la que nosotros somos capaces de
realizar sólo intermitentemente: el pensar.
De lo dicho resulta evidente que existe una cierta entidad
eterna, inmóvil y separada de las cosas sensibles.
Aristóteles, Metafísica

El ser se dice de muchas maneras: cuantas son las maneras,


tantas son las significaciones del ser. Así, de los predicados
unos significan qué es, mientras otros cualidad, cantidad,
relación, hacer o padecer, dónde y cuándo.

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