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23/6/22, 22:04 El principio de la jurisdicción universal a la luz del carácter ius cogens de ciertos crímenes internacionales

Título: El principio de la jurisdicción universal a la luz del carácter ius cogens de ciertos
crímenes internacionales
Autor: Bariffi, Francisco J.
País: Argentina
Publicación: El Derecho - Constitucional, Tomo 2006, 338
Fecha: 18-05-2006 Cita Digital: ED-DCCLXVIII-787

Sumarios

1. Introducción. – 2. La jurisdicción universal a la luz de la categoría ius cogens de ciertos crímenes


internacionales. – 3. Las doctrinas ius cogens, obligaciones erga omnes y la responsabilidad internacional
del Estado. 3.1. La doctrina de las normas ius cogens. 3.2. La doctrina de las obligaciones erga omnes.
3.3. La responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos. – 4. Análisis crítico de la tesis
relativa a la obligatoriedad de ejercer la jurisdicción universal en virtud del carácter ius cogens de ciertos
crímenes internacionales. 4.1. La teoría de la jurisdicción universal. 4.2. El carácter ius cogens del crimen
internacional. 4.3. El crimen internacional y la responsabilidad del Estado. 4.4. El crimen internacional y
las obligaciones erga omnes. – 5. Conclusiones.

El principio de la jurisdicción universal a la luz del carácter ius cogens de ciertos crímenes
internacionales

El presente artículo intenta describir una apreciación doctrinaria –ahora también presente en algunas
sentencias nacionales e internacionales–, que pretende inferir a partir del carácter ius cogens de ciertos
crímenes internacionales, una serie de efectos que se traducen en obligaciones, entre la que se
encontraría la obligación de ejercer la jurisdicción universal. El autor se sitúa en una postura crítica por
considerar que no existen bases legales para sostener dicha afirmación, intentando demostrar los
verdaderos alcances del efecto ius cogens y de las obligaciones erga omnes. Asimismo se intentan develar
las diferentes esferas legales que abordan los aspectos relativos a la responsabilidad internacional del
Estado por un lado, y a la responsabilidad penal individual ante la comisión de un crimen internacional
por el otro. De este modo aunque exista una zona de encuentro entre, el carácter ius cogens de una
norma, la obligación erga omnes y el crimen internacional, tal vinculación es improcedente cuando
saltamos de la esfera Inter-estatal al campo del derecho penal internacional, cuyo objetivo primordial es
la represión de individuos y no de Estados.

Introducción

Del llamado “período clásico del derecho internacional” (1674-1918), al derecho internacional moderno,
podemos distinguir diferentes fases de evolución en lo que respecta a la formación de normas y estándares
internacionales. En un principio, el derecho internacional se basó en un sistema concebido como un
conjunto de normas prohibitivas emergentes de dos fuentes básicas, la costumbre y el tratado, en donde la
medida de la obligación se establecía sobre la base del deseo de cada Estado de obligarse.

La institucionalización de la Sociedad Internacional y el nacimiento del derecho internacional moderno


provocaron un gran cambio en el sistema clásico de bilateralismo expandiendo las fuentes del derecho e
intentando otorgarle a la Asamblea General de las Naciones Unidas, un cierto poder de legislar(1). Sin
embargo, no fue hasta fines de los años 60 cuando el debate y la introducción del concepto de ius cogens
puso en jaque a la concepción clásica del derecho internacional.

Colateralmente a la irrupción de las normas imperativas en el derecho internacional, surge de la


jurisprudencia internacional el concepto de obligaciones erga omnes. Si a la idea de ius cogens, –esto es la
imposibilidad de modificar ciertas normas por la simple voluntad de dos o más Estados–, le agregamos la
idea de obligaciones erga omnes, –esto es la existencia de obligaciones de los Estados hacia la Comunidad
Internacional–, entonces nos encontramos frente a un sistema donde la concepción clásica de bilateralismo
se ve claramente trastocada, y donde es posibles la génesis de obligaciones al margen del consentimiento
e inclusive a la oposición del Estado en el proceso de formación de una norma.

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Sin ánimo de dar por zanjado el debate en torno a la aceptación del concepto de ius cogens y de las
obligaciones erga omnes, este trabajo se centra en una segunda fase de discusión, es decir, el alcance de
ciertas obligaciones en el orden internacional actual. Más concretamente, se intentará analizar una línea
de iustificación jurídico-filosófica que pretende deducir a partir del concepto de normas ius cogens ciertos
efectos jurídicos entre los cuales se encuentra el deber por parte de los Estados de ejercer la jurisdicción
universal para perseguir y condenar a los autores o infractores de ciertas conductas consideradas lesivas a
la Comunidad Internacional.

Este trabajo se estructura en tres partes. En una primera parte se describirá la teoría sobre el carácter ius
cogens de la jurisdicción universal, sus principales defensores y sus fundamentos. En una segunda parte se
hará una breve exposición sobre los conceptos de ius cogens, de obligaciones erga omnes, y de la
responsabilidad internacional del Estado. Por último la tercera parte se dedicará a analizar los
fundamentos expuestos en la parte primera desde una perspectiva crítica.

La jurisdicción universal a la luz de la categoría ius cogens de ciertos crímenes internacionales

Una parte de la doctrina, considera la existencia de una teoría independiente respecto de la jurisdicción
universal en relación con el carácter ius cogens de ciertos crímenes internacionales. Es importante aclarar
que lo que esta tesis defiende no es el carácter ius cogens de ciertos crímenes, –situación que da por
entendida–, sino que de dicho carácter se generan obligaciones erga omnes entre la que se encuentra la de
ejercer la jurisdicción universal. Otra importante aclaración reside en distinguir el concepto de
jurisdicción universal del llamado principio aut dedere aut iudicare. Aunque algunos autores confunden o
asimilan ambos conceptos considerando al principio aut dedere aut iudicare como una forma de
jurisdicción universal(2), los últimos trabajos publicados sobre el tema distinguen claramente entre una
concepción amplia “jurisdicción universal absoluta” y una concepción restringida “jurisdicción universal
relativa”(3).

Siguiendo esta línea de pensamiento opinamos que se trata de instituciones diferentes, puesto que
mientras en el caso de la jurisdicción universal absoluta nos hallamos básicamente bajo el derecho
consuetudinario, en el caso del principio aut dedere aut iudicare o jurisdicción universal relativa, nos
hallamos en el campo de las obligaciones inter partes emergentes de un tratado(4). Por lo tanto, el
presente análisis se centra en la figura de la jurisdicción universal absoluta a pesar de que una opinión
minoritaria de la doctrina encuentre también al principio aut dedere aut judicare como parte del ius
cogens internacional(5).

Para el profesor Cherif Bassiouni “los crímenes internacionales, que pertenecen a la categoría de ius
cogens, constituyen una obligatio erga omnes y su represión es inderogable. Las obligaciones jurídicas que
se imponen a los Estados debido a este estatuto jurídico superior son: el derecho de enjuiciar o de
extraditar; la imprescriptibilidad de ese tipo de crímenes; la exclusión de cualquier clase de inmunidad,
incluido el nivel de jefes de Estado; la imposibilidad de que la defensa arguya el principio de obediencia a
las órdenes superiores (salvo para invocarlo como atenuante de sentencia); la aplicación universal de estas
obligaciones, tanto en tiempos de paz como en tiempo de guerra; la inderogabilidad de las mismas en
‘estado de emergencia’ y, por último, su jurisdicción universal”(6).

Con respecto a la consecuencia de reconocer un crimen internacional como de ius cogens, la pregunta
principal es si dicho status establece obligaciones erga omnes entre Estados, o simplemente les otorga
ciertos derechos a proceder contra los autores de dichos crímenes. Para Bassiouni “el ius cogens confiere
deberes y no derechos facultativos; si no fuera así, el ius cogens no constituiría una norma obligatoria del
derecho internacional” (...) “Por encima de todo, el hecho de reconocer que un crimen pertenece a la
categoría de ius cogens impone a los Estados la obligatio erga omnes de no conceder la impunidad a los
autores de tales crímenes(7).

Resulta de gran importancia en el desarrollo de esta teoría la forma en la cual un crimen llega a alcanzar
la categoría de ius cogens. Explica Bassiouni que algunos crímenes afectan los intereses de la Comunidad
Internacional en su conjunto mediante la amenaza a la paz y la seguridad, y perturbando la conciencia de
la humanidad. Si ambos elementos están presentes en un determinado crimen, entonces puede concluirse
que dicho crimen es parte del ius cogens. Esencialmente, un crimen que alcanza la categoría de ius cogens
está caracterizado de forma explícita o implícita mediante una política o conducta estatal, sin importar si
se manifiesta por comisión o por omisión. Se pueden señalar adicionalmente tres elementos a tener en
cuenta al momento de determinar si un crimen a alcanzado la categoría de ius cogens. El primero se
encuentra relacionado con la evolución histórica del crimen, el segundo relacionado al número de Estados
que ha incorporado el crimen al derecho interno, y el tercero relacionado con el número de
procesamientos de dicho crimen tanto a escala nacional como internacional(8).

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Sin embargo, según aclara Bassiouni, “ius cogens y obligatio erga omnes no son dos caras de la misma
moneda”. El carácter ius cogens de un cierto crimen es el que genera la obligación erga omnes, no
obstante, esta obligación no es la causa o condición para la inclusión de un crimen en la categoría de ius
cogens(9). Finalmente, este autor reconoce que el derecho internacional criminal no contiene ninguna
norma que explícitamente caracterice a un cierto crimen como de ius cogens, y la práctica de los Estados
no se corresponde con lo escrito por la doctrina. “La brecha entre las expectativas legales y la realidad es
aún demasiado vasta”(10).

En la misma línea de pensamiento el profesor Kenneth Randall afirma que “el derecho internacional ha
distinguido tradicionalmente las doctrinas erga omnes y ius cogens de la jurisdicción universal, siendo las
dos primeras destinadas a declarar la responsabilidad del Estado, mientras que la última tendiente a
establecer la responsabilidad individual (...). Estas doctrinas sin embargo, pueden utilizarse en forma
subsidiaria para apoyar el derecho de los gobiernos para ejercer la jurisdicción universal sobre individuos
criminales (...). Es decir, cuando son cometidas por individuos, las violaciones de obligaciones erga omnes
y de las normas perentorias pueden ser castigables bajo el principio de la jurisdicción universal (...)
Claramente, las violaciones de obligaciones erga omnes y normas de ius cogens afectan a todos los
Estados, al margen de si éstas fueron cometidas por los gobiernos, por los Estados, o por individuos.
Aunque discutiblemente ambigua, esta situación invita al apoyo por un tipo de actio popularis que
habilitaría a cualquier gobierno para vindicar los derechos comunes a todos (...) De esta manera, pueden
usarse las doctrinas erga omnes y ius cogens para sostener el derecho de ejercer la jurisdicción universal
por parte de todos los Estados de procesar a aquellos individuos que cometan crímenes
internacionales”(11).

Por su parte el Tribunal Internacional Penal para la ex-Yugolavia (TIPY), en el caso “Furundzija”, al
referirse a las consecuencias de la violación de normas de ius cogens, sostuvo que: “todo Estado se
encuentra legitimado para investigar, procesar y sancionar o extraditar a individuos acusados de tortura
que se encuentren presentes en el territorio bajo su jurisdicción”(12). La postura del TPI parece dar fuerza
a la tesis esbozada más arriba, aunque es importante aclarar que el Tribunal está haciendo referencia a
una “facultad” y no una “obligación”, así como parece referirse a la modalidad de jurisdicción universal
relativa, comúnmente llamada principio aut dedere aut judicare(13). En el ámbito domestico, en el caso
“Pinochet” en el Reino Unido, Lord Browne-Wilkinson sostuvo que “el carácter ius cogens del crimen
internacional de tortura justifica que los Estado asuman la jurisdicción universal sobre este crimen en
cualquier lugar donde se haya cometido. El derecho internacional establece que los crímenes que han
alcanzado el carácter de ius cogens puedan ser perseguidos por cualquier Estado, puesto que se trata de
criminales respecto de los cuales la humanidad y todas las naciones poseen un interés común en su captura
y enjuiciamiento”(14). En la jurisprudencia argentina más recientemente el juez federal Gabriel R. Cavallo
adhiriendo y citando los argumentos de Bassiouni sostuvo que “la existencia de un derecho imperativo (ius
cogens) no se reduce sólo a que constituye un límite a la validez de los tratados que contengan cláusulas
contrarias a su contenido. Este es uno de sus efectos pero no el único. La vigencia de un derecho de esa
naturaleza impone, asimismo, obligaciones a los Estados que integran la Comunidad Internacional”(15). En
las investigaciones iniciadas en Bélgica contra el Primer ministro Ariel Sharon, también se hizo referencia a
la relación del carácter ius cogens del crimen internacional y la jurisdicción de los tribunales belgas para
juzgarlo(16).

Como veremos más adelante, el razonamiento de esta teoría permite conectar el reconocimiento por parte
de la Comunidad Internacional de ciertos crímenes que alcanzan la categoría de ius cogens con la
obligatoriedad de ejercer la jurisdicción universal, sin necesidad de verificar el carácter consuetudinario
de este último principio(17). Es decir el principio de la jurisdicción universal no sería en rigor una norma
sino simplemente una obligación emergente de la categoría de ius cogens del crimen que le da origen. Si
bien nos situamos en una postura crítica frente a este razonamiento, debemos reconocer en conformidad
con Broomhal que “la fundamentación que sostiene la idea de ius cogens, podría brindar coherencia a la
continua evolución del derecho internacional penal puntualizando hacia una visión del derecho
internacional emergente que incorporaría como una parte integral la protección de derechos
fundamentales”(18).

Las doctrinas ius cogens, obligaciones erga omnes y la responsabilidad internacional del Estado

3.1. La doctrina de las normas ius cogens

Por mucho tiempo y como consecuencia del retroceso de la teoría del derecho natural, y el ascenso del
positivismo jurídico, el derecho internacional se desarrolló bajo el estricto convencimiento de que el
poder de los Estados de celebrar tratados internacionales era en principio ilimitado(19). El derecho
internacional estaba concebido como un conjunto de normas dispositivas –ius dispositivum– creadas por los
Estados en tratados bilaterales o multilaterales. La irrupción de ideas humanistas y la necesidad de
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garantizar la paz pronto evidenciaron la necesidad de contar con un conjunto de principios o normas de
carácter perentorio que garantizasen un mínimo de estabilidad y seguridad jurídica a un débil y poco
efectivo derecho internacional.

Lejos de ser un simple aspecto más del derecho internacional, el debate en torno a la existencia de un
derecho perentorio trae consigo la eterna disyuntiva entre derecho natural, y positivismo jurídico(20). No
es de extrañar por lo tanto que esta cuestión se haya planteado como uno de los temas más difíciles y
escabrosos en los debates de la Comisión de Derecho Internacional (CDI) que dieron como resultado el
borrador del convenio sobre el derecho de los tratados (hoy Convenio de Viena de 1969) cuyo art. 53
recoge el concepto de ius cogens del siguiente modo:

“Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebración, esté en oposición con una norma imperativa
de derecho internacional general. Para los efectos de la presente Convención, una norma imperativa de
derecho internacional general es una norma aceptada y reconocida por la Comunidad Internacional de
Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada
por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter”.

Hoy día el debate sobre la existencia de normas ius cogens parece haber sido superado, y la discusión gira
en torno no ya de su fundamento sino de su contenido, así como de sus consecuencias jurídicas(21). La
idea de ius cogens sólo puede ser fundamentada bajo la existencia de una Comunidad Internacional. El
criterio para estas normas consiste en el hecho de que ellas no existen para satisfacer las necesidades de
los Estados individuales, sino los intereses supremos de la Comunidad Internacional en su totalidad(22). Por
ello, una considerable mayoría de Estados es requerida, superando las diferencias culturales e
ideológicas(23).

En palabras del profesor Acosta Estévez, “las normas de ius cogens son unas normas jurídico-
internacionales superiores a la voluntad individual de los Estados, que son aceptadas y reconocidas por la
Comunidad Internacional en su conjunto, derivando de un consenso general de los Estados referido a
ciertos valores jurídicos, no siendo susceptible de acuerdo en contrario y que sólo podrán ser derogadas
por otras normas posteriores que tengan el mismo carácter”(24).

Si bien la Convención de Viena dejó abiertas numerosas cuestiones, la doctrina(25) y la jurisprudencia(26)


internacional han establecido criterios de identificación, así como han identificado casos cuyo carácter ius
cogens resulta hoy día prácticamente incuestionable. Como criterio de identificación del contenido, lo que
le da el carácter de ius cogens a una norma es la naturaleza del tema con el cual trata. Es decir que, el
concepto ius cogens está basado en la aceptación de principios y valores superiores dentro del sistema que
en ciertos aspectos se asemeja a la noción de orden público o la política pública del orden legal
doméstico(27).

Los casos más aceptados respecto de su carácter de ius cogens han sido; la prohibición del uso de la
fuerza, las normas sobre genocidio, el principio de no-discriminación racial, los crímenes contra la
humanidad, y las normas sobre la prohibición del tráfico de esclavos y piratería. En menor medida también
se ha sostenido el carácter ius cogens del principio sobre la soberanía permanente sobre los recursos
naturales, y el principio de autodeterminación(28).

Si nos atenemos a una interpretación estricta del Convenio de Viena, podríamos afirmar que deviene “nulo
todo tratado que, en el momento de su celebración esté en oposición con una norma imperativa de
derecho internacional general”. Como consecuencia de ello según al art. 71 “las partes deberán: a)
eliminar en lo posible las consecuencias de todo acto, que se haya ejecutado basándose en una disposición
que esté en oposición con la norma imperativa de derecho internacional general, y b) ajustar sus
relaciones mutuas a la norma imperativa de derecho internacional general”, situación asimilable según el
profesor de Hoogh a una restitutio in integrum(29).

Es definitiva, la consecuencia principal del carácter ius cogens de una norma es la de anular los efectos de
un tratado celebrado en oposición con una norma imperativa de derecho internacional general. Se trata de
un caso de nulidad absoluta ab initio que excluye toda divisibilidad de las disposiciones del tratado y
respecto a la cual la aquiescencia (y la renuncia al derecho de alegarla) queda asimismo excluida(30).

Sin embargo, las consecuencias del carácter ius cogens de ciertas normas se han expandido más allá del
derecho convencional, principalmente en materia de Responsabilidad de los Estados(31). Si un Estado está
obligado a actuar de acuerdo con las normas de derecho perentorio, cualquier violación de esta norma
genera la responsabilidad de dicho Estado(32). Pero no se trata de un tipo de responsabilidad general, sino
de un régimen especial cuyas consecuencias devienen más severas y dentro de las cuales, en el caso del
presente trabajo, intentamos establecer si la obligación de ejercer la jurisdicción universal se encuentra
incluida.

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3.2. La doctrina de las obligaciones erga omnes

El primer pronunciamiento explícito del concepto de obligaciones erga omnes se remonta al famoso dictum
de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el caso de la Barcelona Traction Company. En dicha sentencia
el tribunal señaló:

“33. [...] Se debe establecer, en particular, una distinción esencial entre las obligaciones de un Estado
hacia la Comunidad Internacional en su conjunto, y las que nacen respecto a otro Estado en el campo de la
protección diplomática. Por su propia naturaleza, las primeras conciernen a todos los Estados. Habida
cuenta de la importancia de los derechos involucrados todos los Estados puede decirse que tienen un
interés jurídico en su protección; las obligaciones en cuestión son obligaciones erga omnes.

34. Estas obligaciones derivan, por ejemplo, en el Derecho Internacional contemporáneo, de la puesta
fuera de la ley de los actos de agresión y del genocidio, como también de los principios y reglas
concernientes a los derechos fundamentales de la persona humana, comprendiendo en ellos la protección
contra la práctica de la esclavitud y la discriminación racial. Algunos de los correspondientes derechos de
protección se han integrado en el Derecho Internacional general [...]; otros, son contenidos en
instrumentos internacionales de carácter universal o casi universal”(33).

Es decir que existen claramente en derecho internacional dos tipos de obligaciones, esto es las
obligaciones erga omnes y las demás obligaciones de derecho internacional entre las que se encuentran,
por ejemplo, las emergentes de las relaciones diplomáticas. Por ello, resultan de gran importancia las
consecuencias atribuidas por la Corte a las obligaciones hacia la Comunidad Internacional en su conjunto.
“En vistas a la importancia de los derechos involucrados todos los Estados puede decirse que tienen un
interés legal en su protección”.

A pesar de que estas observaciones podrían llevarnos a la conclusión de que los Estados no necesitan estar
en posesión de un derecho para demandar la ejecución de una obligación erga omnes, la correcta lectura
en opinión del profesor de Hoogh es que la Corte considera que el derecho puede estar en posesión de
otros Estados más que en aquellos que pueden exigir la ejecución de las obligaciones correlativas porque
han sufrido la violación de sus derechos. Por ello, las observaciones del párr. 35 del dictum deben
interpretarse como que disponen, “no que otros Estados no requieren establecer sus derechos a
comprometerse en la protección de obligaciones erga omnes, sino que no se requiere el sufrimiento de una
lesión directa a sus derechos”(34).

En una postura diferente sobre la misma cuestión el profesor Simma en su Curso de la Haya señala que
negar la capacidad a otro Estado o a la Comunidad Internacional de reaccionar ante las obligaciones
sustantivas emergentes del derecho internacional de los derechos humanos generaría como resultado que
dichas obligaciones permanezcan no ejecutables bajo el derecho internacional. En este sentido, si bien no
se puede hablar de una actio popularis internacional, la CIJ en el caso de la “Barcelona Traction” parece
permitir excepciones a este principio en el caso de violaciones de normas erga omnes, lo suficiente como
para convertir a los más importantes intereses comunes ejecutables(35). También en una postura similar
Miaja de la Muela ha señalado que es indudable que la CIJ ha querido aludir a una auténtico derecho
subjetivo, y no ha una prorrogativa susceptible de incluirse en la supuesta categoría intermedia entre los
intereses y los derechos(36).

Quizás el punto más confuso del dictum lo encontramos en el párr. 91 cuando sostiene:

“[...] Más particularmente con relación a los derechos humanos, a los cuales se ha ya referido en el
párrafo 34 de esta sentencia, debe notarse que éstos también incluyen la protección de la denegación de
justicia. Sin embargo, a escala universal, los instrumentos que receptan derechos humanos no confieren al
Estado la capacidad de proteger a las víctimas de la infracción de dichos derechos independientemente de
su nacionalidad”(37).

En opinión de Jorgensen los derechos de protección internacional pueden ser divididos en dos categorías:
aquellos que son conferidos mediante instrumentos internacionales de carácter universal o cuasi-universal
y aquellos que parecen haber entrado en el cuerpo del derecho internacional general. La Corte parece
estar diciendo que mientras los primeros confieren capacidad a los Estados de proteger a las víctimas de la
infracción independientemente de la nacionalidad, los últimos no lo hacen al menos que un instrumento
específico disponga otra cosa(38).

Otro punto de discusión gira en torno a la identificación de las obligaciones erga omnes. Más allá de los
ejemplos mencionados por la CIJ, la doctrina y la jurisprudencia poco han aportado respecto de otros
posibles candidatos. En un interesante estudio Ragazzi ha analizado los ejemplos establecidos por el
dictum y ha reconocido cinco criterios de identificación. (1) los cuatro ejemplos del dictum se refieren a
obligaciones estrechamente definidas, (2) todos los ejemplos son de obligaciones negativas, (3) los cuatros
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ejemplos son de obligaciones y deberes en el sentido estricto (de hacer o no hacer), (4) todos los casos son
de obligaciones derivadas del derecho internacional general de carácter ius cogens y codificadas en
tratados de aceptación generalizada, y por último (5) se tratan de obligaciones que receptan los objetivos
políticos de nuestro tiempo, esto es, la preservación de la paz y el respeto de los derechos humanos que
reflejan los valores morales, por sobre todo de la vida y la dignidad humana(39).

Parte de la doctrina opina que los conceptos de ius cogens y erga omnes están relacionados al punto de
constituir dos caras de la misma moneda(40). De este modo la identificación de las obligaciones erga
omnes resulta más sencilla puesto que se trataría de los efectos que generan las normas de ius cogens.
Para otra parte de la doctrina la relación es jerárquica mediante círculos que se sobreponen(41), donde
existe una pequeña y precisa zona de encuentro entre la norma de ius cogens, la obligación erga omnes y
el crimen internacional. Por último algunos han defendido la independencia de estas teorías(42). Teniendo
en cuenta la última redacción del proyecto de la CDI en materia de Responsabilidad Internacional de
Estado por hechos internacionalmente ilícitos (Proyecto CDI 2001), así como los diferentes comentarios de
los relatores especiales, perece que la CDI se ha volcado por la primera de las opciones. No obstante éste y
otros temas relacionados a la responsabilidad del Estado por hechos ilícitos se discutirán en el siguiente
apartado.

3.3. La responsabilidad del Estado por hechos

internacionalmente ilícitos

Como adelantamos más arriba, el “efecto ius cogens” de una norma no sólo genera la nulidad de un
tratado celebrado en contrario, sino que sus efectos parecen extenderse más allá del derecho
convencional en especial en materia de responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos.

El derecho internacional relativo a la responsabilidad internacional de los Estados, ha siempre intentado


diferenciar las violaciones generales de normas internacionales, de aquellas normas que han alcanzado la
categoría de ius cogens. De este modo, desde el mismo comienzo de los trabajos de codificación en
materia de responsabilidad de los Estados los diferentes relatores designados por la CDI han coincidido en
diferenciar dos tipos claros de responsabilidades emergentes de hechos ilícitos por parte de los Estados.
Un primer tipo de infracción de normas de primer grado constituidas por normas de derecho internacional
que establecen obligaciones cuya violación da lugar a la responsabilidad internacional, y un segundo tipo
de infracción de normas de segundo grado que establecen las consecuencias jurídicas de la falta de
cumplimiento de las obligaciones establecidas por normas de primer grado(43).

Si bien la distinción entre dos regímenes de responsabilidades tuvo posturas contrarias, nada ha generado
más polémica en los trabajos de codificación de la CDI que la introducción en el texto del Proyecto de los
conceptos de “delito internacional” y “crimen internacional”, haciendo alusión en el primero de los casos
a las infracciones de primer grado, mientras que en el segundo de los casos a la referencia a las
infracciones de normas de segundo grado. La más certera muestra de la mencionada polémica es la
desaparición de ambos conceptos de la última redacción del Proyecto(44).

¿Cómo conectar la idea de norma ius cogens y de obligaciones erga omnes –conceptos netamente
relacionados con el Estado como sujeto de derecho–, con la idea de jurisdicción universal –concepto
netamente relacionado al individuo como sujeto de derecho–? La respuesta parece encontrarse en la idea
del “crimen internacional” entendido de conformidad con las estipulaciones del antiguo artículo 19
(Proyecto CDI 1969[45]). Sin embargo, y al margen de las connotaciones del concepto en sí mismo, ¿se
podría hablar de un crimen cometido por el Estado?, o más complejo aún ¿se podría hablar de
responsabilidad criminal del Estado?

La actual redacción del Proyecto CDI 2001 no deja duda alguna sobre la postura de la CDI con respecto a la
relación entre el régimen agravado de responsabilidad internacional (antiguamente llamado “crimen
internacional”), y las normas ius cogens. El capítulo III del la Parte II que engloba los arts. 40 y 41 se
denomina “violaciones graves de obligaciones emanadas de normas imperativas de derecho internacional
general”, y el primero de los preceptos mencionados establece:

1. El presente capítulo se aplicará a la responsabilidad internacional generada por una violación grave por
el Estado de una obligación que emane de una norma imperativa de derecho internacional general.

2. La violación de tal obligación es grave si implica el incumplimiento flagrante o sistemático de la


obligación por el Estado responsable(46).

La lectura de esta norma nos da la pauta sobre la forma de identificar las consecuencias de ciertas
violaciones específicas al derecho internacional mediante la referencia de dos criterios. En primer lugar, se
trata de violaciones de obligaciones de normas perentorias de derecho internacional general, y en segundo

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lugar las obligaciones involucradas son en sí mismas graves, con relación a su escala o carácter(47). La
actual redacción ha omitido en relación con el viejo art. 19 la referencia a la necesidad de que la violación
haya sido reconocida como tal por la Comunidad Internacional en su conjunto. En otras palabras el hecho
de que la violación de una norma de ius cogens se califique como violación grave depende tan sólo de la
intensidad de tal violación y no de cuál sea la norma concreta violada(48).

Por su parte el art. 41 nos establece las consecuencias que se derivan de una violación grave. Del primer
párrafo surge el deber de cooperar para poner fin, por medios lícitos a la violación, mientras que del
segundo párrafo surge el deber de no reconocer dicha violación como lícita, y de no prestar ayuda o
asistencia para mantener dicha situación. Por último el tercer párrafo deja a salvo las consecuencias que
una violación a la que se le aplique el capítulo III, pueda generar según el derecho internacional
específico(49).

En definitiva, además de la consecuencias que se establecen para toda infracción de una obligación de
derecho internacional general (las obligaciones de cesación y no repetición del art. 30, y de reparación del
art. 31), una infracción grave del art. 40 implica además, que las obligaciones del Estado responsable
enunciadas pueden existir con relación a otro Estado, a varios Estados o a la Comunidad Internacional en
su conjunto, según sean, en particular, la naturaleza y el contenido de la obligación internacional violada y
las circunstancias de la violación (art. 33, párr. 1º).

Análisis crítico de la tesis relativa

a la obligatoriedad de ejercer la jurisdicción

universal en virtud del carácter ius cogens

de ciertos crímenes internacionales

4.1. La Teoría de la jurisdicción universal

Se entiende por jurisdicción universal la teoría o principio mediante el cual se permite a un órgano
jurisdiccional ejercer su competencia criminal para investigar, juzgar y castigar ciertas conductas
consideradas como lesivas a la Comunidad Internacional, sin necesidad de poseer vínculo alguno con la
nacionalidad del autor (competencia ratione personae), o con el lugar de comisión de los hechos
(competencia ratione loci)(50).

El Principio 1° sobre los fundamentos de la jurisdicción universal de los Principios de Princeton sobre
Jurisdicción Universal(51) la define como la jurisdicción penal basada únicamente en la naturaleza del
crimen, sin consideración del lugar de comisión, la nacionalidad de acusado o condenado, la nacionalidad
de la víctima, o cualquier otra conexión con el Estado que ejerce dicha jurisdicción.

En sentido similar también ha sido definida como la habilidad de la Corte de un Estado de juzgar personas
por crímenes cometidos fuera de su territorio y que no están vinculados con el Estado por la nacionalidad
del sospechoso o de la víctima o mediante un daño a los propios intereses nacionales(52). El principio de la
universalidad provee a cada Estado de jurisdicción sobre una cierta categoría limitada de infracciones
generalmente reconocidas como de interés universal, sin consideración del lugar de la infracción y de la
nacionalidad del infractor y de la víctima(53).

No obstante tratarse de una clase más de jurisdicción penal extraterritorial, la jurisdicción universal en los
términos descriptos en el presente trabajo, se diferencia considerablemente de los vínculos clásicos(54)
puesto que, mientras estos últimos son una consecuencia del derecho soberano de cada Estado de decir,
interpretar y aplicar sus normas penales no sólo dentro de su territorio sino en ocasiones fuera del mismo,
en el caso de la jurisdicción universal su mandato proviene de un consenso universal que no sólo prescinde
del derecho de soberanía sino que en cierta medida acomete contra el mismo.

El hecho de que frecuentemente haya habido confusiones entre el principio de la jurisdicción universal con
otros principios de base extraterritorial como el principio de representación o el principio de protección,
así como el hecho de que en ocasiones se han establecido formas de jurisdicción que no pueden clasificar
como ninguna de las mencionadas anteriormente, nos indica que “la dificultad de categorizar estas
diferentes formas de jurisdicción criminal extraterritorial legislativa puede probablemente ser explicada
por el hecho de que no siempre poseen una sólida base teórica”(55).

De este modo no debe confundirse el principio de la jurisdicción universal con aquellos principios que
suelen tener aplicación extraterritorial como el principio real o de protección o de defensa(56). Son
asimilables en que ambos permiten al Estado ejercer su jurisdicción criminal sin que importe el lugar en
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donde fue ejecutado el hecho ni la nacionalidad de su autor o autores(57). Se diferencian en su


fundamentación ya que el principio de defensa atiende sobre todo a la naturaleza del bien jurídico
agredido por el crimen. Existe una relación directa entre la nacionalidad de los bienes protegidos y el
Estado agredido, hecho que le confiere por lo tanto, un interés exclusivo en la persecución de los autores.
En otras palabras, la fundamentación del principio de protección se la puede encontrar en el derecho a la
legítima defensa.

De lo hasta aquí dicho, podemos identificar los elementos básicos que constituyen la jurisdicción universal.
Se trata por lo tanto, de: (1) el ejercicio de competencia penal de un tribunal nacional, (2) con
prescindencia del lugar del crimen o de la nacionalidad del autor o de las víctimas, (3) sobre cierto tipo de
crímenes especiales, y (4) en representación de intereses universales por sobre los intereses propios.

4.2. El carácter ius cogens del crimen internacional

El primer punto a considerar reside en determinar el carácter ius cogens de ciertas conductas consideradas
cómo crímenes internacionales, que se caracterizan por proteger a los dos bienes más esenciales para el
orden y la moralidad internacional, como la vida y la dignidad humana. Si bien la idea de delicta iuris
gentium se remonta al sistema clásico de derecho internacional, el reconocimiento y codificación de los
crímenes internacionales se produce básicamente con el nacimiento de las Naciones Unidas. A las entonces
existentes penalizaciones de la esclavitud, la piratería, los crímenes de guerra, y el uso de la fuerza
injustificado, pronto se incorporaron los crímenes contra la humanidad, el genocidio, el apartheid, la
tortura, el terrorismo, la discriminación racial, el secuestro y toma de rehenes, los crímenes de la aviación
civil y marítimos, el tráfico de estupefacientes, tráfico de armas, tráfico y venta de órganos humanos,
tráfico de seres humanos, etcétera(58).

Asimismo, la expresión de crimen internacional suele dar lugar a confusiones, debido a su doble
significado. En una primera acepción y tal como hemos mencionado anteriormente, el crimen internacional
puede significar la violación de normas imperativas de ius cogens internacional por acción u omisión de los
órganos y agentes estatales, implicando una responsabilidad acentuada del Estado cuyas consecuencias
rebasarían las de los ilícitos tradicionales. Mientras que en un segundo sentido puede significar la violación
grave y a escala amplia de derechos humanos (o de otros intereses fundamentales de la Comunidad
Internacional) traducida en tipos penales desencadenantes de la persecución de los individuos
responsables como autores, cómplices y encubridores, sean o no agentes del Estado(59).

A pesar de las aproximaciones terminológicas, existen evidentes e importantes diferencias entre los dos
tipos de infracciones señaladas anteriormente. A modo de ejemplo podemos señalar las diferencias
relativas a los sujetos involucrados, al tipo de pena impuesta, o al derecho aplicable, entre otras. Sin
embargo, cuando se afirma que nos encontramos ante un crimen que ha alcanzado la categoría de ius
cogens ¿a qué tipo de infracción nos estamos refiriendo? Todo parece indicar que tal referencia es a los
crímenes internacionales en sentido estricto, es decir, a conductas tipificadas por el derecho internacional
que han alcanzado la categoría de ius cogens como los crímenes de guerra, el genocidio y la tortura. Este
tipo de infracciones son crímenes porque han sido tipificados como tales por un tratado o por el derecho
consuetudinario, independientemente de que hayan o no alcanzado la categoría de ius cogens. En cambio
el crimen internacional, en el sentido de infracción grave de una norma internacional, es crimen siempre y
cuando se trate de una violación de una norma que ha alcanzado la categoría de ius cogens,
independientemente de la materia que regule dicha norma.

En ocasiones se suele atribuir el carácter de ius cogens a una gran porción de las normas internacionales.
No obstante un análisis riguroso a la luz de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, de la
jurisprudencia internacional y de la práctica de los Estados, parece indicar un catálogo sumamente
escueto. Si esta postura la aplicamos a los crímenes de derecho internacional, la lista se reduce a los
llamados core crimes, es decir los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad, el crimen de
genocidio y el crimen de agresión(60).

La consideración de los cuatro tipos de crímenes mencionados anteriormente como de ius cogens si bien
encuentra un gran respaldo en la doctrina internacionalista, no parece ser confirmada del mismo modo por
la práctica estatal. No obstante, el punto más polémico no surge del carácter ius cogens de la norma, sino
de su efecto. De hecho coincidimos en afirmar el carácter ius cogens de los crímenes de guerra, del crimen
de agresión, de la tortura, y del genocidio. Sin embargo en nuestro punto de vista, dicho carácter sólo le
otorga a la norma un triple efecto. En primer lugar supone la imposibilidad de celebrar tratados que
impliquen la comisión de alguno de estos crímenes, en segundo lugar implica la afectación de dicha
prohibición a todos los Estados, y en último lugar la violación de una norma de ius cogens es considerada
una violación grave que da lugar a una responsabilidad estatal agravada.

El primero de los efectos surge de la Convención de Viena de 1969 que establece como hemos visto más
arriba, un procedimiento de nulidad ante la celebración de un tratado que viole una norma de ius cogens.
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Es claro que este efecto ius cogens no nos lleva de modo alguno a la obligación de ejercer la jurisdicción
universal. El segundo de los efectos ius cogens extiende la vinculación de dicha norma a todos los Estados
inclusive a aquellos que no han participado en su gestación. Este efecto que también se verifica en el caso
de la costumbre internacional se diferencia de esta última por la imposibilidad en el caso del ius cogens de
oponerse o modificarse salvo en el caso de surgimiento de una nueva norma del mismo carácter(61).
Tampoco este efecto ius cogens nos conecta el crimen internacional con la obligación de ejercer la
jurisdicción universal salvo claro está que, como hemos insistido, el carácter ius cogens se le atribuya a la
jurisdicción universal y no al crimen en cuestión. Por último le podemos otorgar un tercer efecto al
carácter ius cogens con relación a la responsabilidad de Estado por ilícitos internacionales. Aclarando que
las normas de la responsabilidad del Estado tienen un carácter no vinculante puesto que aún no se han
formalizado en un tratado internacional, podemos afirmar que la violación de una norma de derecho
perentorio importa una violación grave en los términos descriptos en el punto 3.3 del presente trabajo.

Como hemos apuntado anteriormente, el TIPY en el caso “Furundzija”, parece haber hecho uso del
carácter ius cogens de ciertos crímenes internacionales para justificar su jurisdicción sobre la tortura(62).
Sin perjuicio de lo categórico que resultan los términos del apartado 156(63) de la sentencia, consideramos
procedente señalar ciertas observaciones. En primer lugar el Tribunal marca la diferencia entre la
naturaleza no derogable de la norma ius cogens (la prohibición en la comisión del crimen), y las
consecuencias erga omnes (método de aplicación) derivadas de la violación de tal norma(64). De este
modo, el hecho de que un Estado tenga un interés legal en asegurar que una obligación se cumpla, no
necesariamente se traduce en una obligación positiva de juzgar cualquier instancia del crimen en
cuestión(65). En segundo lugar, el Tribunal habla de una “facultad” y no de una “obligación”, aunque
paradójicamente el uso de la doctrina ius cogens se traduce indefectiblemente en un efecto de obligación
erga omnes. Por ello, como sostiene un autor, no resulta aconsejable el salto lógico entre la prohibición de
todos los Estados de practicar la tortura, y la obligación de todos los Estados de perseguir y juzgar
penalmente a todo individuo que haya cometido uno o alguno de los actos de tortura(66).

Asimismo la relación entre crimen internacional y el carácter ius cogens del mismo, ha sido abordado por
otros Tribunales Internacionales. En el caso relativo a la “Orden de Arresto de abril 11 de 2000” la CIJ tras
analizar las alegaciones de Bélgica sobre la improcedencia de la inmunidad de jurisdicción penal sobre la
base del carácter ius cogens de los crímenes alegados, sostuvo que luego de examinar la práctica de los
Estados “era imposible deducir de dicha práctica que exista en virtud del derecho internacional
consuetudinario, alguna clase de excepción a la regla que garantiza la inmunidad de jurisdicción penal e
inviolabilidad de los ejercientes Ministros de Asuntos Exteriores, cuando se encuentran sospechados de
haber cometido crímenes de guerra o de lesa humanidad”(67). En el caso “Al-Adsani” de 2001 la Corte
Europea de Derechos Humanos (CEDH), rechazó el argumento de que no pueda sostenerse la inmunidad de
jurisdicción en casos de violaciones de normas que han alcanzado el carácter ius cogens. Entre otros
argumentos, y por un mínima mayoría el tribunal consideró necesario diferencias la normas materiales de
ius cogens de aquellas normas formales mediante las cuales se ejecutan las normas materiales(68). Más
recientemente la CEDH ha vuelto de confirmar esta tesis en el caso “Kalogeropoulou” de 2002(69).

Si bien estos casos han versado sobre cuestiones relativas a la inmunidad de jurisdicción y no respecto de
la legitimidad de la jurisdicción penal del órgano judicial interviniente(70), los argumentos esbozados
resultan muy instructivos en el sentido de que recogen una doctrina que parece irse afianzando en la
práctica internacional. De acuerdo con esta doctrina al momento de analizar el carácter ius cogens de un
crimen internacional ha de distinguirse entre la norma sustancial (la prohibición de la práctica) y los
aspectos procesales de la misma, (cuestiones relativas a la aplicación de la norma sustancial, como
jurisdicción, inmunidad, prescripciones, penas, garantías judiciales, etc.). No obstante algunos autores
sostienen que si bien es correcta esta distinción, cada norma de ius cogens contiene o presupone una
norma de procedimiento que garantiza su aplicación judicial(71). Es cierto que si se deja la absoluta
discreción al Estado individual de determinar unilateralmente las cuestiones relativas a la aplicación de las
normas sustanciales de ius cogens, éstas pueden y de hecho históricamente ha sucedido, quedar obsoletas
e inoperantes. Sin embargo, como afirma Cassese, “no existe duda de que el Estado Soberano es aún
indispensable –según lo demuestra la anarquía que gobierna a los Estados que carecen de una autoridad
central capaz de proteger los intereses generales de las personas y de ejercer control efectivo sobre las
mismas–, y por ello resulta necesario reconciliar las necesidades del Estado soberano con las exigencias de
la justicia penal internacional”(72). Por ello, el orden jurídico internacional actual, requiere a nuestro
entender, que los aspectos procesales o de aplicación de normas sustanciales de ius cogens –crímenes
internacionales–, sean analizados y considerados de forma independiente, siendo necesario superar los
requisitos esenciales para que cualquier norma pueda ser considerada de ius cogens, para gozar de dicho
efecto(73).

La existencia de la jurisdicción universal de forma convencional o consuetudinaria no surge del carácter


ius cogens de ciertos tipos de crímenes, sino que surge como tal porque se puede verificar su existencia
como norma y no como efecto o consecuencia. En otras palabras, que un acto pueda considerarse

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repudiable universalmente no implica necesariamente la universalidad de jurisdicción para la persecución


de sus autores(74). En definitiva, el reconocimiento de un crimen como internacional por un lado, y las
normas y principios respecto de su persecución y juzgamiento por el otro, transitan por carriles diferentes
aunque paralelos(75).

4.3. El crimen internacional y la responsabilidad

del Estado

Habiendo aclarado la diferencia entre el crimen internacional (hoy violaciones graves de obligaciones
emanadas de normas imperativas de derecho internacional general) y el crimen de derecho internacional,
corresponde en este punto diferenciar la idea de responsabilidad de Estado y la responsabilidad individual.
Quizás la desafortunada formula del viejo art. 19 de distinguir entre crímenes y delitos internacionales,
haya sido la causante de que algunos autores hayan querido ver en las normas de responsabilidad del
Estado un sistema de represión de tipo penal cuando de hecho se trata de un claro sistema de
resarcimiento de tipo civil.

El art. 58 del Proyecto de la CDI 2001 establece:

Los presentes artículos se entenderán sin perjuicio de cualquier cuestión relativa a la responsabilidad
individual, en virtud del derecho internacional, de cualquier persona que actúe en nombre de un Estado.

Esta norma deja claro que el artículo en su totalidad no aborda la cuestión de la responsabilidad individual
en el derecho internacional de ninguna persona que actúe en representación de un Estado. También
clarifica la cuestión que pude inferirse en cualquier caso del hecho de que los artículos sólo abordan
cuestiones relacionadas con la responsabilidad del Estado(76).

Como señala Sunga se puede concluir de la posición que ha adoptado la CDI que el contenido del crimen
internacional (violación grave) se relaciona con la responsabilidad criminal individual sólo en la medida del
tema que abordan, más que en relación a los derechos u obligaciones que confieren o las entidades que
legalmente vincula(77). Por su parte Barboza se pregunta, ¿si un crimen es cometido por individuos, si hay
una relación directa entre esos individuos y la Comunidad Internacional, y si esos individuos son
sancionados, que responsabilidad penal queda para el Estado?(78).

La postura de la CDI de diferenciación de responsabilidad individual y del Estado resulta aún más
coherente en el contexto de sus trabajos de codificación, en la cual se han seguido a lo largo de su historia
dos caminos diferentes. Recordemos que ha sido en el seno de la CDI donde se han gestado importantes
instrumentos internacionales tendientes a buscar la responsabilidad individual cuyo mayor logro ha sido el
establecimiento de una Corte Penal Permanente(79).

4.4. El crimen internacional y las obligaciones

erga omnes

Como hemos visto, el concepto y alcance de las obligaciones erga omnes encuentra su gran sustento en el
dictum de la “Barcelona Traction”. Al respecto Higgins ha sostenido que el dictum es frecuentemente
utilizado como autoridad para más de lo que puede sostener. Se afirma que el mismo dice proveer una guía
para aplicación contemporánea del principio de jurisdicción universal, como si la Corte hubiese afirmado
la jurisdicción universal para cada uno de los crímenes que menciona. Por supuesto, la Corte no hacía nada
por el estilo. Simplemente la Corte sugiere que al respecto de los crímenes mencionados el requisito
restrictivo de nacionalidad no se aplica(80).

Pero utilicemos sin embargo, una postura menos restrictiva del dictum de la Corte y supongamos que las
que tienen carácter erga omnes son las obligaciones emergentes de las normas que prohíben el genocidio,
la agresión o la discriminación racial. Entonces, tendríamos que concluir que la obligación de ejercer la
jurisdicción universal se encuentra receptada en las normas que tipifican cada una de las infracciones
mencionadas en el párr. 34 del fallo.

Otro punto de aparente encuentro entre las obligaciones erga omnes y la jurisdicción universal gira en
torno a la idea de la actio popularis. Algunos autores creen ver en las obligaciones erga omnes el
reconocimiento de una actio popularis a favor de la Comunidad Internacional ejercitable por todos y cada
uno de los Estados. También se ha sostenido la idea de actio popularis como fundamento de la jurisdicción
universal(81).

La idea de una actio popularis proveniente de las obligaciones erga omnes ha sido rechazada por la
CIJ(82). Es cierto como sostiene Schachter que al margen de las obligaciones erga omnes en materia de
derechos humanos, hoy día los Estados tienen ciertos derechos de protestas y buscar la condenas de los
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infractores en el marco de las Naciones Unidas. Pero si esto se trasladará al campo judicial para dan
nacimiento de una actio popularis es aún incierto. Este autor sospecha que los Estados van a dudar en
abrir la caja de Pandora que permita a todos los miembros de la ya numerosa Comunidad de Estados
convertirse en “fiscales” de procesos judiciales en representación de los derechos humanos de todas las
personas(83).

El actual sistema internacional de promoción y protección de los derechos humanos tanto en la esfera
universal o regional, no parece encaminarse hacia un sistema de actio popularis. Signo de ello es recelo
con que los tribunales y órganos de tratamiento de violaciones a los derechos humanos verifican la
legitimación del Estado o de las víctimas. El concepto de obligaciones erga omnes no necesariamente
implica la existencia de alguna clase de actio popularis, aunque asociados en cierto modo, son distintos e
independientes uno del otro(84).

El profesor Rubin, no cree que la fundamentación de la jurisdicción universal pueda sostenerse sobre la
doctrina de las ofensas erga omnes o cualquiera otra forma de jurisdicción universal de base en tratados,
en el derecho consuetudinario basado en la práctica de los Estados, o siquiera en una clara y difundida de
derecho nacional aplicable por analogía el orden jurídico internacional. La única fundamentación de lo que
parece ser un argumento a favor de la jurisdicción universal viene de los publicistas, ni siquiera de los
tribunales. La lógica por parte de los publicistas de sostener la jurisdicción universal o cualquier otra
implicancia mediante el agregado de la palabra erga omnes a todos los hechos conocidos parece de una
extrema vaguedad(85).

Conclusiones

La evolución y el afianzamiento de los conceptos de ius cogens y de obligaciones erga omnes parecen
encontrar cada día menos obstáculos. La aceptación y el reconocimiento por parte de la Comunidad de
Estados de un cuerpo de normas imperativas dependerá –en gran medida–, del alcance y el efecto jurídico
que se les intente dar a las mismas. En general los Estados sólo aceptan obligarse en la medida en que
sepan el alcance y las consecuencias de su obligación.

La teoría de las normas ius cogens dota a la o las normas que reciben su carácter de ciertos efectos
precisos y determinados como la nulidad de los tratados contrarios a dicha norma, la imposibilidad de
derogación por acuerdo de partes, y posiblemente de su violación se genera algún tipo de responsabilidad
del Estado agravada. La asignación infundada de consecuencias al carácter ius cogens de una norma
provoca grandes confusiones y seguramente un efecto contraproducente en la práctica estatal.

El reconocimiento de un crimen como norma de ius cogens implica en principio que la conducta reprimible
no puede ser legalmente cometida por los Estados, imponiendo básicamente una obligación de no hacer.
Excepcionalmente pueden existir colateralmente a la obligación negativa obligaciones de hacer sobre todo
cuando lo que adquiere el carácter ius cogens es un tratado que regula un crimen internacional. Así por
ejemplo en la mayoría de los tratados sobre crímenes internacionales se contempla la obligación de los
Estados de adoptar las medidas legislativas necesarias para asegurar la aplicación de las disposiciones del
tratado.

La jurisdicción universal es una norma de derecho internacional y como tal para adquirir el carácter ius
cogens debe reunir los requisitos establecidos por el art. 53 de la Convención de Viena. La práctica Estatal,
así como la jurisprudencia –tanto internacional como doméstica–, no parecen indicar que la jurisdicción
universal haya adquirido el carácter de ius cogens. Más aún, el Orden Jurídico Internacional actual no
parece indicar que la jurisdicción universal absoluta vaya más allá de ser una norma de fuente
consuetudinaria, de aplicación facultativa, y sobre una clase y cantidad de crímenes determinados.

Ante una misma infracción de una norma de ius cogens, el derecho internacional prevé dos sistemas
diferentes con principios y objetivos diversos que como tales requieren de un análisis independiente. De
este modo la interrelación de los conceptos de ius cogens, obligaciones erga omnes e ilícito internacional
agravado, no puede desde una perspectiva teórica servir de fundamento de un principio que se desarrolla
en el ámbito de la responsabilidad individual con los fines netamente represivos de un sistema penal.

voces: tratados y convenios - constitución nacional - derecho internacional público - organismos


internacionales - crímenes de lesa humanidad - derechos humanos

(1) Cassese, Antonio, International Law in a Divided World, Oxford, Clarendon Press, 1986, págs. 169-199.

(2) Mueller, Gerhard O. W., International Criminal Law, Civitas Máxima, Case Western Reserve Journal of

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International Law, vol. 15, 1983, pág. 1; Enache-Brown Colleen and Fried Ari, “Universal Crime,
Jurisdiction and Duty: The Obligation of Aut Dedere Aut Judicare in International Law, McGill Law Journal,
vol. 43, 1998, págs. 628-629.

(3) [According to the more widespread version, the narrow notion, only the States where the accused is in
custody may prosecute him or her (the so-called forum deprehensionis or jurisdiction of the place where
the accused is apprehended). Thus, the presence of the accused on the territory is a condition for the
existence of jurisdiction (...) Under a different version of the universality principle, a State may prosecute
persons accused of international crimes regardless of their nationality, the place of the commission of the
crime, the nationality of the victim, and even of whether or not the accused is in custody or at any rate
present in the forum State...] en Cassese, Antonio, International Criminal Law, Oxford University Press,
2003, págs. 284-290; por su parte el profesor Reydams distingue entre co-operative general universality
principle”, “co-operative limited universality principle y unilateral limited universality principle
englobando las dos primeras concepciones a la jurisdicción universal relativa, y la última concepción a la
jurisdicción universal absoluta, en Reydams, Luc, Universal Jurisdiction: International and Municipal Legal
Perspectives, Oxford University Press, 2003. págs. 28-42; finalmente el profesor Henzelin distingue entre
“le principe de l’universalité unilaterale”, le principe de l’universalité déléguée” “le principe de
l’universalité absolue, en Henzelin Marc, Le Principe de l`universalité en Droit Pénal International,
Bruylant, Bruxelles: Helbing & Lichtenhahn, 2000.

(4) La diferencia entre ambos principios no reside solamente en el carácter consuetudinario o


convencional, hecho que puede cambiar con la práctica de los Estados, sino también en otros importantes
aspectos como la posibilidad de juzgar in absentia que no sería posible en el caso de la obligación de
juzgar o extraditar, v. Benavides, Luis, The Universal Jurisdiction Principle, “Anuario Mexicano de Derecho
Internacional”, vol. 1, 2001, págs. 32-36; Broomhall, Bruce, Towards the Development of an Effective
System of Universal Jurisdiction for Crimes Under International Law, “New England Law Review”, vol. 35.2,
2001, págs. 401-402.

(5) Bassiouni, Cherif M., Wise, Edward, Aut Dedere Aut Judicare: The Duty to Extradite or Prosecute in
International Law, Martinus Nijhoff Publishers, 1995, págs. 51-69.

(6) Bassiouni, Cherif M., International Crimes: Ius Cogens and Obligatio Erga Onmes, “Law and
Contemporary Problems”, vol. 59.4, 1996, pág. 63; para una versión en castellano v. Bassiouni, Cherif, La
Represión de los Crímenes Internacionales: Ius Cogens y Obligatio Erga Omnes, en “Represión Nacional de
las Violaciones del Derecho Internacional Humanitario”, Comité Internacional de la Cruz Roja, Informe de
la Reunión de Expertos, Ginebra, 23-25 de septiembre de 1997, págs. 29-55.
(7) Ibíd., págs. 65-66.

(8) Bassiouni, Cherif M., The Source and Content of International Criminal Law: A Theoretical Framework,
en “International Criminal Law”, 2ª ed. vol. I, edited by M. Cherif Bassiouni, Transnational Publishers,
1999, págs. 42-43.

(9) Ibíd., pág. 45.

(10) Ibíd., págs. 39-40.

(11) Randall, Keneth C., Universal Jurisdiction Under International Law, “Texas Law Review”, vol. 66,
1988, págs. 829-832; en conformidad Joyner, Christopher C., Arresting Impunity: The Case for Universal
Jurisdiction in Bringing War Criminals to Accountability, “Law and Contemporary Problems”, vol. 59.4,
1999, págs. 169.

(12) “Prosecutor v. Anto Furundzija”, Judgement, IT-95-17/1-T, 10 diciembre 1998, apdo. 156.

(13) V. (nota 3).

(14) Judgment “Regina v. Bartle and the Commissioner of Police for the Metropolis and Others Ex Parte
Pinochet”, 24 marzo 1999, Lord Browne-Wilkinson.

(15) Causa 8686/2000 “Simon, Julio, Del Cerro, Juan Antonio s/sustracción de menores de 10 años” –
Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 4– 6-3-01.

(16) No obstante en marzo 6 de 2002, la Corte de Apelaciones de Bruselas limitó considerablemente el


alcanza de la jurisdicción belga, v.: Sharon and Others, Chambre des mises en accusation (para. 7-20).
(17) Se trata de un elemento característico de la concepción amplia de la jurisdicción universal. La
vinculación de la jurisdicción al carácter del crimen comienza a cobrar fuerza en parte de la doctrina a
partir del Proceso de Nuremberg. Tal es el caso del profesor Brand quien defendía la doctrina de la
universalidad de jurisdicción sobre los crímenes de guerra, y explicaba que dicho fenómeno que se había
generado al tener en consideración el crimen en sí mismo en lugar de la nacionalidad de la víctima, la
nacionalidad del acusado o el lugar de los hechos, en Brand G., The Nature of War Crimes Trials and the
Law of War, “British Yearbook of International Law”, vol. 26, 1949, pág. 416.

(18) Broomhall, Towards..., cit. (nota 4), pág. 406.

(19) Pastor Ridruejo, José A., Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones Internacionales, 8ª
ed., Madrid, Tecnos, 2002, pág. 41.

(20) En un artículo publicado en 1966 Verdross sostenía sobre el concepto de ius cogens: [...In the modern
positivist doctrine of international law no settled opinion can be found on this question. Only a few writers
deal with it... The situation was quite different in the natural law school of international law. It starts with
the idea of a necessary law which all states are obliged to observe Christian Wolff and Emeric Vattel
declare, for instance, that nations cannot alter the law by agreement. They distinguish this necessary law
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from the voluntary law created by the presumed, express or tacit will of states], v. Verdroos Alfred, Ius
Dispositivum and Ius Cogens in International Law, “American Journal of International Law”, vol. 60, 1966,
págs. 53-54; Para Pastor Ridruejo es posible conectar la idea de ius cogens con la de derecho natural, v.
Pastor Ridruejo, Curso..., cit., pág. 42; en cambio Diez de Velasco desestima ésta relación, v. Diez de
Velasco Manuel, Instituciones de Derecho Internacional Público, 12ª ed., Madrid, Tecnos, 1999, pág. 69.

(21) En la actualidad prácticamente la doctrina es unánime en la aceptación universal de la categoría de


ius cogens, sin embargo, y previo a la adopción de la convención de Viena de 1969, existían importantes
objeciones; v. Schwarzenberger Georg, International Ius Congens?, “Texas Law Review”, vol. 43, 1965;
Rousseau, Charles, Principes généraux de Droit International Public, París, 1944; Morelli Gaetano, Nozioni
de Diritto Internazionale, Padova, 1951; Guggenheim Paul, Traité de Droit International Public, Genéve,
1953.
(22) Verdroos, Ius Dispositivum..., cit. (nota 20), pág. 58.

(23) Akehurst M. & Malanczuk P., Modern Introduction to International Law. Seventh ed., Routledge, 1997,
pág. 58.

(24) Acosta Estévez José B., Normas de Ius Cogens, efecto Erga Onmes, Crimen Internacional y la Teoría de
los Círculos Concéntricos, “Anuario de Derecho Internacional”, vol. 11, 1995, págs. 6-7.

(25) De forma enunciativa y adicional a la bibliografía citada en el presente trabajo v. Mann F., The
Doctrine of Ius Congens in International Law, Berlin, 1973, Gros Espiel H., Self-Determination and Jus
Cogens, Cassese (ed), 1979, Hannikainen L., Peremptory Norms (Jus Cogens) in International Law, Helsinki,
1988, D’Amato A., It’s a Bird, It’s a plane, It’s Jus Cogens, “Cornell Journal of International Law”, vol. 6,
1990, págs. 1-6, Miaja de la Muela A., Ius Cogens y Ius Dispositivum en Derecho Internacional Público, en
Estudios en Homenaje a L. Legaz y Lacambra, vol. II, 1960.

(26) El concepto de ius cogens ha sido recogido en más de una ocasión por la Corte Internacional de
Justicia (CIJ) en “Reservas al Convenio de Genocidio”, 1951, “Asunto de la Barcelona Traction”, 1970,
“Caso del personal consular y diplomático de EE.UU. en Teherán”, 1979, y en “Asunto de las actividades
militares y paramilitares en y contra Nicaragua”, 1986, v. Mariño Menéndez Fernando, Derecho
Internacional Público (Parte General), 3ª ed., Madrid, Trotta, 1999, págs. 71-72; en decisiones arbitrales
Beagle Channel Arbitration (Argentina v. Chile)”, 1979, “Determination of Maritime Boundary (‘Guinea-
Bissau v. Senegal’)”, 1990, v. Ragazzi Maurizio, The Concept of International Obligations Erga Omnes,
Oxford, Clarendon Press, 1997, pág. 47 y 145-154; y en decisiones de cortes nacionales v. Janis M., An
Introduction to International Law, 2ª ed., Boston, 1993, pág. 65.

(27) Shaw Malcom N., International Law, 4ª ed., Cambridge University Press, 1997, pág. 97.

(28) Brownlie Ian, Principles of Public International Law, 5ª ed., Clarendon Press, 1998, pág. 515.

(29) de Hoogh André, Obligations Erga Omnes and International Crimes; A Theoretical Inquiry into the
Implementation and Enforcement of the International Responsibility of States, Kluwer Law International,
1996, pág. 47.

(30) Mariño, Derecho..., cit. (nota 26), pág. 329.

(31) Gaja Giogio, Jus Cogens Beyond the Vienna Convention, “Recueil des Cours”, t. 172, 1981-III, págs.
290-301.

(32) Jorgensen Nina H. B., The Responsibility of States for International Crimes, Oxford University Press,
2000, pág. 90.

(33) In re “Barcelona Traction, Light & Power Co. (‘Belg. v. Spain’)”, 1970 I.C.J. 4, 33 (Judgment of Feb.
5).

(34) de Hoogh André, Obligations..., cit. (nota 29), págs. 51-52.

(35) Simma Bruno, From Bilateralism to Community Interest in International Law, “Recueil des Cours”, t.
250, 1994-VI, págs. 296-297.
(36) Miaja de la Muela Adolfo, Aportación de la Sentencia del Tribunal de La Haya en el caso Barcelona
Traction (de febrero de 1970) a la Jurisprudencia Internacional, Valladolid, 1970, pág. 73.

(37) In re “Barcelona Traction, Light & Power Co. (‘Belg. v. Spain’)”, 1970 I.C.J. 4, 47.

(38) Jorgensen, The Responsibility..., cit. (nota 32), pág. 95; de Hoogh, ob. cit. (nota 29), págs. 52-53.
(39) Ragazzi, The Concept..., cit. (nota 26), págs. 132-135.

(40) Simma, From Bilateralism..., cit. (nota 35), pág. 300; Mariño, ob. cit. (nota 26), pág. 74.
(41) Acosta Estévez, Normas..., cit. (nota 24), págs. 4-22; Gaja, ob. cit. (nota 31), págs. 295-307.

(42) Ragazzi, The Concept..., cit. (nota 26), pág. 72; Gómez-Robledo, Verduzco A., Extradición en Derecho
Internacional. Aspectos y Tendencias Relevantes, México, IIJ-UNAM, 1996, págs. 13-14.
(43) Yearbook of the International Commission pt. 2. at 71 para 68, 1976, UN Doc
A/CN.4/Ser.A/1976/Add.1(Pt.2).
(44) Cebada Romero Alicia, Los Conceptos de Obligación Erga Omnes, Ius Cogens y Violación Grave a la Luz
del Nuevo Proyecto de la CDI sobre Responsabilidad de los Estados por Hechos Ilícitos, “Revista Electrónica
de Estudios Internacionales”, vol. 4, 2002, págs. 5-10.

(45) Draft Articles on State Responsibility, “Yearbook of the International Law Commission”, vol. II, 1976,
pág. 73.

(46) Comisión de Derecho Internacional: Título y texto del proyecto de artículos sobre la responsabilidad
del Estado por hechos internacionalmente ilícitos aprobados por el Comité de Redacción en Segunda
Lectura. A/CN.4/L.602/Rev.1, de 26 de julio de 2001.

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23/6/22, 22:04 El principio de la jurisdicción universal a la luz del carácter ius cogens de ciertos crímenes internacionales

(47) [A “serious”, breach is defined in paragraph 2 as one which involves “a gross or systematic failure by
the responsible State to fulfill the obligation” in question. The word “serious” signifies that a certain order
of magnitude of violation is necessary in order not to trivialize the breach and it is not intended to suggest
that any violation of these obligations is not serious or is somehow excusable] Commentaries to the draft
articles on Responsibility of States for internationally wrongful acts International Law Commission, Official
Records of the General Assembly, Fifty-sixth session, Supplement nº 10 (A/56/10), chp.IV.E.2, 2001, pág.
279.

(48) Cebada Romero, Los conceptos..., cit., págs. 9-10.

(49) Por ejemplo en material de derecho internacional humanitario, v. Sassòli Marco, State Responsibility
for Violations of International Humanitarian Law, “International Review of the Red Cross”, n´ 846, junio
2002, págs. 401-433.

(50) Recordemos que nos podemos encontrar ante al menos tres tipos o clases de jurisdicción universal y
que en lo que respecta al presente trabajo nos centramos en el concepto de jurisdicción universal absoluta
(v.: nota 3).

(51) Principle 1.1. The Princeton Principles on Universal Jurisdiction, published by the Program in “Law and
Public Affairs”, 2001, pág. 28.

(52) Amnesty International, Universal Jurisdiction. The Duty of States to Enact and Implement Legislation,
Sep. 2001, AI Index IOR 53/2001, Chapter One pág. 11.

(53) Randall, Universal Jurisdiction..., cit. (nota 11), pág. 788.

(54) Los vínculos clásicos de competencia penal y cuyo fundamento se encuentra en la idea de soberanía
estatal son: el principio de la territorialidad, el principio de la personalidad activa o pasiva y el principio
de protección o de defensa. Para un mayor desarrollo v. Akehurst Michael, Jurisdiction in International
Law, “British Yearbook of International Law”, vol. 46; 1972-1973, págs. 152-169; “Draft Convention on
Jurisdiction with Respect to Crime”, prepared by the Research in International Law of the Harvard Law
School, American Journal of International Law, vol. 29.3, 1935, págs. 437-601; Fierro Guillermo J., La Ley
Penal y el Derecho Internacional, 2ª ed., Buenos Aires, TEA, 1997, págs. 207-519.

(55) Extraterritorial Criminal Jurisdiction: Report of the European Committee on Crime Problems, Council
of Europe (1990), pág. 16.

(56) [The exercising state acts on behalf of the International community because it has an interest in the
preservation of world order as a member of that community. That state may also have its own interest in
exercising universal jurisdiction, But if those interest were jurisdictionally based, that state would be
exercising its own criminal jurisdiction on the basis of a theory of jurisdiction other that universality, viz.,
extender territoriality, active personality, passive personality, or protected economic interest], Bassiouni
Cherif, M., Universal Jurisdiction for International Crimes: Historical Perspective and Contemporary
Practice, “Virginia Journal of International Law”, vol. 42, 2001, pág. 88.

(57) Fierro, La Ley Penal..., cit. (nota 54), pág. 312.

(58) Bassiouni, M. Cherif, International Criminal Law Conventions and their Penal Provisions, New York
Transnational Pub, 1997; Bassiouni, M. Cherif, International Criminal Law: Crimes, New York Transnational
Pub, 1986.

(59) Remiro Brotóns Antonio, Los Crímenes de Derecho Internacional y su Persecución Judicial, en “El
Derecho Penal Internacional”, Cuadernos de Derecho Judicial, Madrid, 2001, pág. 79.

(60) Bassiouni también incluye en esta lista, al crimen de piratería, la esclavitud, y la prácticas
relacionadas con la esclavitud, [...The legal literature discloses that the following international crimes are
jus cogens: aggression, genocide, crimes against humanity, war crimes, piracy, slavery and slave-related
practices, and torture...], en Bassiouni, ob. cit. (nota 6), pág. 69.

(61) Ragazzi, The Concept..., cit. (nota 26), págs. 58-72.

(62) [Il n`était nullement nécessaire pour la Chambre de recourir á la théorie du jus cogens pour affirmer
sa propre compétence... Il suffisait notamment de rappeler que la Yougoslavie avait ratifié la Convention
de 1984 contre la torture le 10 septembre 1991, que les articles 5º para. 2º et 7º de la Convention en
question prévoient une clause aut dedere aut prosequi et un obligation de poursuivre et que le TPIY
pouvait ainsi parfaitement exercer sa compétence au nom et pour le compte des autres Etats parties à la
Convention], en Henzelin, Le principe..., cit. (nota 3), apdo.págs. 440-1.

(63) [...Furthermore, at the individual level, that is, that of criminal liability, it would seem that one of
the consequences of the jus cogens character bestowed by the international community upon the
prohibition of torture is that every State is entitled to investigate, prosecute and punish or extradite
individuals accused of torture, who are present in a territory under its jurisdiction (...) This legal basis for
States’ universal jurisdiction over torture bears out and strengthens the legal foundation for such
jurisdiction found by others courts in the inherently universal character of the crime...] Prosecutor v. Anto
Furundzija, Judgement, IT-95-17/1-T, 10 December 1998, apdo.: 156.

(64) Prosecutor v. Anto Furundzija, cit., ap. 153.

(65) Naqvi Yasmin, Amnesty for War Crimes: Defining the Limits of International Recognition, International
Review of the Red Cross, nº 851, septiembre 2003, pág. 613.

(66) Asimismo este autor considera posible que el mencionado obiter dictum pueda tener consecuencias
insólitas [comme celle de rendre non seulement inutile, mais encore caduque, la Convention de 1984
contra la torture, du fait que celle-ci va moins loin en ne prévoyant qu`une clause de La Haya aut dedere
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aut prosequi, ainsi qu`une obligation de La Haye de poursuivre], en Henzelin, ob. cit. (nota 3), pág. 441,
nota 1712.
(67) ICJ, Case Concerning the Arrest Warrant of 11 April 2000 (“Democratic Republic of Congo v. Belgium”)
14 febrero 2001, General List nº121, ap. 58.
(68) [...The Court, while noting the growing recognition of the overriding importance of the prohibition of
torture, does not accordingly find it established that there is yet acceptance in international law of the
proposition that States are not entitled to immunity in respect of civil claims for damages for alleged
torture committed outside the forum State...], European Court of Human Rights, case of “Al-Adsani v. The
United Kingdom”, Judgment of November 21, 2001, para. 66.

(69) European Court of Human Rights, case of “Kalogeropoulou et al. v. Greece and Germany”,
Admissibility Decision of 12 December 2002.

(70) Recordemos que, sin perjuicio del objeto del presente trabajo, la teoría descrita en el pto. 2 también
considera entre otras obligaciones emergentes del carácter ius cogens del crimen internacional “la
exclusión de cualquier clase de inmunidad” v.: notas 6-14 y texto conc.
(71) Bartsch Kerstin, Elberling Björn, “Jus Cogens vs. State Immunity”, Round Two: The Decision of the
European Court of Human Rights in the “Kalogeropoulou et al. v. Greece and Germany Decision”, German
Law Journal, vol. 4.5, 2003, pág. 486.

(72) Cassese, International Criminal Law, cit. (nota 3), pág. 446.

(73) Probablemente, algunos aspectos procesales o de aplicación de normas sustanciales de ius cogens,
puedan ser considerados hoy día como integrantes del ius cogens internacional, como el principio de la
doble instancia, la presunción de inocencia, o los principios ne bis in idem, nullum crime sine lege, nulla
poena sine lege, etc. No obstante, otros tantos como los principios que prohíben la inmunidad de
jurisdicción, las amnistías, la prescripciones de los crímenes, así como las reglas relativas al ejercicio de la
jurisdicción extraterritorial, no sólo no presentan una práctica homogénea, sino que en ocasiones dicha
práctica resulta contraria. Tal es el caso de la reciente jurisprudencia internacional en materia de
inmunidades, así como la celebración de tratados bilaterales por parte de EE.UU. a los fines de evitar que
sus ciudadanos sean sometidos a juicio fuera del su territorio o por autoridades ajenas a la administración
norteamericana. De considerar el principio de la jurisdicción universal, y/o el principio aut dedere aut
judicare como parte del ius cogens internacional, entonces estos últimos tratados deberían se
considerados nulos.

(74) [...a war crime is an act directed against the adversary in a war, which confers upon the adversary
whop captures him the right to bring him to trial fro war crime. It does not follow that the international
crime necessarily supports or implies universality of jurisdiction. The substantive criminality and the
jurisdiction over it are two distinct legal conceptions, which in terms of penal legal analysis ought to be
kept apart...] Draper G., “The Modern Pattern of War Criminality”, en War Crimes in International Law, ed.
Dinstein & Tabory, Martinus Nijhoff Publishers, 1996, pág. 155.

(75) [...It seems to be more appropriate to consider both issues as involving two different sets of rules
which do not interact with each other...], en Zimmermann, “Sovereign Immunity and Violations of
International Jus cogens Some Critical Remarks”, Michigan Journal of International Law, Vol. 16, 1995, pág.
438.

(76) Commentaries to the draft articles on Responsibility of States for internationally wrongful acts,
International Law Commission, Official Records of the General Assembly, Fifty-sixth session, Supplement nº
10 (A/56/10), chp.IV.E.2, 2001, pág. 363.

(77) Sunga Lyal S., Individual Responsibility in International Law for Serious Human Rights Violations,
Martinus “Nijhoff Publishers, 1992, págs. 132-133.

(78) Barboza Julio, “International Criminal Law”, Recueil des Cours, t. 278, 1999, pág. 106.

(79) Asimismo, la CDI ha elaborado dos proyectos de Códigos de Crímenes contra la Paz y la Seguridad v.
Draft Code of Offences against the Peace and Security of Mankind, Yearbook of the International Law
Commission, vol. II, 1954; y Draft Code of Offences against the Peace and Security of Mankind, Yearbook of
the International Law Commission, vol. II, 1996.

(80) Higgins Rosalyn, International Law and the Avoidance Containment and Resolution of Disputes,
“Recueil des Cours”, t. 230, 1991-V, págs. 90-91.

(81) Schwelb Egon, Actio Popularis and International Law, “Israel Yearbook on Human Rights, Vol. 2, 1972,
pág. 56.

(82) Benavides, The Universal Jurisdiction..., cit. (nota 4), pág. 30.

(83) Schachter Oscar, International Law in Theory and Practice, Martinus Nijhoff Publishers, 1991, págs.
344-345.

(84) Ragazzi, The Concept..., cit. (nota 26), pág. 212.


(85) Rubin Alfred P., Actio Popularis, Jus Cogens and Offenses Erga Omnes?, New England Law Review, vol.
34:2, 2001, págs. 277/278.

© Copyright: El Derecho

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