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23/6/22, 22:04 La Corte Europea de Derechos Humanos y el principio de Jurisdicción Penal Universal en materia de genocidio

Título: La Corte Europea de Derechos Humanos y el principio de Jurisdicción Penal Universal


en materia de genocidio
Autor: Perez Curci, Juan I.
País: Argentina
Publicación: El Derecho - Revista de Derecho Penal, Tomo 2008, 31
Fecha: 10-08-2008 Cita Digital: ED-DCCLXX-412

Sumarios

1. Introducción. – 2. Reseña de los hechos e inicio del procedimiento ante el derecho interno alemán. – 3.
El recurso de la Corte Europea de Derechos Humanos. – 4. La sentencia de la Corte Europea de Derechos
Humanos. – 5. Conclusiones.

La Corte Europea de Derechos Humanos y el principio de Jurisdicción Penal Universal en materia de


genocidio

I. Introducción

El presente trabajo no busca mayor pretensión que analizar someramente una reciente sentencia de la
Corte Europea de Derechos Humanos, por medio de la cual deja sentada su novedosa doctrina en cuanto a
la compatibilidad del prinicipio de jurisdicción penal universal con la normativa de la Convención Europea
de Derechos Humanos.

Previamente al análisis de la sentencia mencionada, creo conveniente formular algunas consideraciones


respecto del principio de jurisdicción penal universal, postulado que, día a día, suma adeptos y
detractores por partes iguales.

La jurisdicción universal, a diferencia de la jurisdicción nacional, confiere a los tribunales nacionales de


cualquier país la competencia para reprimir crímenes internacionales tales como crímenes de lesa
humanidad, crímenes de guerra y genocidio, independientemente del territorio en el cual se haya
cometido el hecho y la nacionalidad del perpetrador o la víctima. La jurisdicción universal es, por lo tanto,
y desde la perspectiva del concepto aplicado, un fenómeno relativamente reciente y desconocido, no
siendo una meta en sí misma, sino una herramienta para la obtención de justicia en el caso concreto, sea a
nivel nacional o internacional, y para procurar de ese modo que hechos violatorios a conductas tipificadas
en instrumentos internacionales permanezcan impunes.

Los principales instrumentos internacionales que elencan los crímenes punibles en virtud del ejercicio de
la jurisdicción universal son los siguientes: a) La Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura,
Tratos Crueles, Penas Inhumanas o Degradantes; b) Los Convenios de Ginebra de 1949 (incluido los cuatro
convenios y los dos protocolos de 1977) y; c) La Convención para la Prevención y Sanción del delito de
Genocidio. En el caso puntual de esta última Convención, a diferencia de los otros instrumentos
mencionados, ésta no hace referencia a la jurisdicción universal sino que declara que el delito podrá ser
juzgado por el tribunal en cuyo territorio el acto fuese cometido, o ante la Corte Penal Internacional que
sea competente respecto a las Partes contratantes que hayan reconocido su jurisdicción(1).

Finalmente, huelga señalar que el derecho consuetudinario asume un rol preponderante en lo que atañe a
la aplicación del derecho internacional penal y la jurisdicción universal, ya que gran parte de las
obligaciones codificadas en los instrumentos mencionados forman parte del derecho consuetudinario
internacionalmente reconocido, fuente principal y vinculante del derecho internacional general(2). Sin
embargo, el proceso codificatorio de la costumbre internacional provocó una tendencia a conferir mayor
preponderancia a los tratados internacionales en el campo del derecho penal internacional, sobre todo, a
partir de la creciente precisión normativa que éstos poseen en cuanto a la tipificación de las conductas
punibles por la jurisdicción penal universal.

Habiendo formulado estas breves consideraciones, me abocaré entonces al análisis exhaustivo de la


sentencia de la Corte Europea de Derechos Humanos y la doctrina por ésta proclamada.

2. Reseña de los hechos e inicio del procedimiento ante el derecho interno alemán
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En la sentencia del 12 de julio de 2007 en el caso Jorgic c/Alemania (recurso n° 74613/01), la Corte
Europea de Derechos Humanos(3) (en adelante “La Corte”) tuvo que abordar, entre otros temas, la
cuestión referente a la compatibilidad del principio de jurisdicción universal respecto del crimen de
genocidio con algunas disposiciones de la Convención Europea de Derechos Humanos (en adelante CEDH).

El recurso fue presentado por Nicola Jorgic, ciudadano de Bosnia-Herzegovina de origen serbio, quien
residió, desde el año 1969 hasta 1992 en Alemania y que, posteriormente, regresó a Doboj, su ciudad
natal. Al momento de la interposición del recurso, Jorgic se encontraba cumpliendo una pena de prisión
perpetua en la ciudad de Bochum (Alemania).

La presentación recursiva centró su principal pretensión sobre la competencia de los tribunales alemanes
para ejercitar su jurisdicción en lo atinente a los actos de genocidio cometidos en la región de Doboj entre
mayo y setiembre de 1992. En virtud de la comisión de tales actos genocidas, el recurrente fue arrestado y
condenado a prisión preventiva en su regreso a Alemania, el 16 de diciembre de1995.

En la sentencia del 26 de setiembre de 1997, la Corte de Apelaciones de Dusseldorf, en virtud de lo


expuesto por el art. 220, párrafo 1° a 3° del Código Penal alemán, había condenado a Jorgic
encontrándolo culpable del delito de genocidio y condenándolo consecuentemente a la pena de prisión
perpetua.

Apelada que fuera la sentencia por la defensa de Jorgic, la Corte de Apelaciones, previa aceptación de la
competencia en virtud de lo normado en el art. 6, párr. 1° del Código Penal alemán, manifestó que el
procedimiento penal había sido legítimamente instruido bajo la jurisdicción alemana, fundando dicha
aceptación en la presencia de misiones humanitarias y militares alemanas en Bosnia-Herzegovina y, aunado
a ello, en virtud de la residencia que poseía el incuso en Alemania desde hacía más de 20 años, incluso
habiendo sido arrestado en territorio alemán.

Al mismo tiempo, la Corte de Apelaciones señaló que, el derecho internacional no se econtraba facultado
para impedir el ejercicio de la competencia de los tribunales alemanes en lo concerniente al juzgamiento
de Jorgic, ya que ni el art. 6(4) de la Convención sobre Genocidio(5) (firmada el 9/12/1948), ni el art. 9
del Estatuto del Tribunal Penal internacional para la ex Yugoslavia(6) excluyen la competencia del Estado
alemán para entender en el juzgamiento por la comisión de un acto de genocidio perpetrado, por fuera de
su territorio, por un extranjero contra otro extranjero.

La sentencia fue finalmente confirmada por la Corte Federal de Justicia alemana el 30 de abril de 1999 y,
el 12 de diciembre de 2000, la Corte Constitucional de ese país rechazó un recurso de constitucionalidad
presentado por la defensa de Jorgic, confirmando, consecuentemente, las aseveraciones de las instancias
inferiores en mérito al principio de jurisdicción universal.

3. El recurso ante la Corte Europea de Derechos Humanos

La defensa de Jorgic, al momento de presentar su recurso por ante la Corte de Estrasburgo sostuvo que,
sobre la base de la norma de derecho internacional general que prescribe la obligación de no intervención
en los asuntos internos de un Estado, los Tribunales alemanes no se encontraban facultados para juzgar y
condenar a un ciudadano extranjero, con residencia fuera del territorio alemán, por un acto de genocidio
cometido en territorio no alemán contra víctimas no alemanas.

En esta inteligencia, la asistencia letrada del incuso señaló que, el principio de la jurisdicción universal
invocado por los Tribunales alemanes y reglado en el art. 6, párrafo 1 del Código Penal alemán, no se
encuentra internacionalmente reconocido para los casos de genocidio ya que, el art. VI de la Convención
sobre Genocidio, afirma que “sólo los tribunales del Estado en cuyo territorio se ha cometido el crimen o
un tribunal internacional tienen competencia para juzgar el crimen de genocidio”.

Por consiguiente, y según lo prescripto por la Convención supra mencionada, los tribunales alemanes
habrían ejercitado arbitrariamente su jurisdicción en el caso de autos y, consecuentemente, la detención
del recurrente sería violatoria de los arts. 5, párr. 1 (a) (derecho a la libertad y a la seguridad), y art. 6,
párr. 1 (derecho al debido proceso), ambos de la CEDH.

El gobierno alemán, por su parte, confirmó su legítimo derecho a ejercer la competencia cuestionada,
argumentando que los tribunales alemanes, con el fin de ejercitar su jurisdicción y respetando el principio
de no intervención en los asuntos internos de otro Estado, tal y como previsto en el art. 6, párr. 1° de su
Código Penal, reputaron como condición de aplicabilidad la existencia de un legitimate link entre los
crímenes perseguidos y el Estado alemán, circunstancia que tuvieron por demás probada.

En este caso concreto, la conexión radicaba en el hecho que Jorgic había vivido durante muchos años en
Alemania, de hecho, todavía se encontraba inscripto en el Registro Civil alemán y, al mismo tiempo, había

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sido arrestado en territorio alemán. Del mismo modo, otro de los motivos enumerados por el gobierno
alemán versó sobre su participación en las misiones humanitarias y militares efectuadas en Bosnia-
Herzegovina. Aunado a ello, el gobierno alemán resaltó que, en estricta aplicación del art. 7, párr. 2, ap. 2
del Código Penal alemán, su país había ejercitado la propia jurisdicción ya que, ni el Tribunal Penal para la
ex Yugoslavia ni el Estado de Bosnia-Herzegovina habían solicitado la extradición del imputado.

En lo atinente a la cuestión del ejercicio de la jurisdicción universal respecto del crimen de genocidio, el
gobierno alemán sostuvo finalmente que, el art. VI de la Convención sobre Genocidio prescribe solamente
una obligación mínima a cargo de los Estados contratantes de reprimir dicho ilícito sobre la base del
principio de territorialidad, lo que no excluiría su jurisdicción fundándola en el principio de universalidad,
precepto contemplado por el derecho internacional general mediante el cual se establece la jurisdicción
sobre los crímenes dirigidos contra los intereses de la comunidad internacional toda.

Esta última consideración encontraría sustento, según el gobierno teutón, en la práctica legislativa y
jurisprudencial de los numerosos Estados firmatarios de la Convención de 1948. Por lo tanto, y sobre la
base del derecho internacional general y de las pertinentes normas de la legislación interna alemana, los
tribunales alemanes serían competentes en el sentido del art.5, párr. 1 (a) de la CEDH, y por ende,
“tribunales establecidos por la ley” en el sentido del art. 6, párr. 1 del mismo cuerpo normativo.

4) La sentencia de la Corte Europea de Derechos Humanos

En su decisión, la Corte examinó en primer término la interpretación que los tribunales alemanes hubieron
de conferir al art. VI de la Convención sobre Genocidio, notando que, los Estados Parte de dicha
Convención, no han codificado en dicho artículo el principio de la jurisdicción universal, contrariamente a
lo previsto en los primeros proyectos de Convención.

Del mismo modo, la Corte dejó en evidencia que el art. I de la Convención impone a los Estados signatarios
una obligación erga omnes de prevenir y sancionar el delito de genocidio, cuya prohibición se encuentra
comprendida en las prescripciones del ius cogens o derecho imperativo. Desde esta óptica, resultaría
razonable y convincente la interpretación del art. VI elaborada por los tribunales alemanes, en el sentido
que dicha norma no excluiría la posibilidad que uno de los Estados Parte pudiera ejercitar la jurisdicción
extraterritorial sobre dicho crimen, respondiendo así al objeto mismo de la Convención.

En esta inteligencia argumental, la Corte señaló que la interpretación del art. VI a la luz del art. I de la
Convención se encuentra ampliamente confirmada por la práctica de otros Estados Parte.

Particularmente, la Corte cita la sentencia emanada por la Audiencia Nacional española el 5 de noviembre
de 1998 en el caso Pinochet(7), en la que se interpreta el art. VI de la Convención en los mismos términos
en los que lo hace la jurisprudencia alemana (nótese que la Corte omite citar el último precedente en la
materia, esto es, la sentencia del 26 de septiembre de 2005 dictada por el Tribunal Constitucional español
en el caso del genocidio en Guatemala, en la cual fue contradicha la interpretación precedente del art. VI
de la Convención) (8).

La Corte ha resaltado finalmente que, el Estatuto del Tribunal Penal para la ex Yugoslavia en su art. 9(9).
establece expresamente la jurisdicción concurrente entre los Tribunales internacionales y las Cortes
nacionales, y que el principio de la jurisdicción universal es admitido por la jurisprudencia del mencionado
Tribunal en relación a los casos de genocidio(10).

Si bien el Tribunal de Estrasburgo no desconoce la existencia de una práctica contraria en relación a la


admisibilidad del prinicipio de jurisdicción universal en materia de genocidio –haciendo referencia en
particular al Reino Unido(11)–, se mostró manifiestamente contraria a esta tendencia.

Por todos estos motivos, la Corte Europea de Derechos Humanos entendió que la interpretación de las
normas internacionales respecto del ejercicio concreto de la jurisdicción universal en materia de genocidio
no ha sido arbitraria y, consecuentemente, el recurrente no habría sufrido violación alguna de los derechos
tutelados por la CEDH.

5. Conclusiones

La práctica actual de los Estados demuestra que el ejercicio de la jurisdicción penal universal ha asumido
dos modalidades diferentes. En algunos casos, se ha decidido adoptar el criterio de la jurisdicción
universal absoluta, entendiendo que un juez nacional se encuentra habilitado a iniciar un procedimiento
penal contra un individuo, incluso si éste no se encuentra en el territorio del Estado en el que dicho juez
sea competente (universalidad absoluta).

En otros casos, el juez nacional se encontraría habilitado a proceder sólo si el presunto criminal se
encontrara en el territorio del Estado en el que es competente (universalidad condicionada) (12).
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En el caso traído a estudio, la Corte Europea de Derechos Humanos se econtró con la obligación de
ponderar la compatibilidad real entre la Convención Europea de Derechos Humanos y el principio de
jurisdicción universal condicionada, reconociendo su concurrencia con las prerrogativas del derecho
internacional general. La Corte no entró en el mérito sobre si sería necesario que el presunto criminal se
encontrara en el territorio del Estado competente al momento en el que se inicia la acción penal, o si sería
suficiente que éste se encontrara en dicho lugar al momento de la elevación a juicio de la causa y con
anterioridad al inicio del debate oral(13), haciendo hincapié en los resultados del proceso sin detenerse en
cuestiones de índole meramente procesal.

Finalmente, y a la luz de las consideraciones precedentemente desarrolladas, me permito señalar que, en


lo que hace al derecho interno, la fijación de reglas relativas a la aplicación espacial de la ley penal
equivaldría a estimar la extensión del imperio de las normas penales de un Estado en un ámbito
geográfico.

En general, un Estado ejerce jurisdicción penal sobre los hechos cometidos dentro de los límites de su
territorio, o por aplicación del principio de la nacionalidad, determinando su competencia en virtud de la
nacionalidad del autor o de la víctima (principio de personalidad activa o pasiva). Pero además de estos
dos grandes principios (territorio y nacionalidad), el ámbito de validez espacial de la ley penal se
determina también por aplicación del principio real o de defensa, que otorgará competencia a un Estado
fuera de sus fronteras cuando se vulnere desde el extranjero un bien jurídico específicamente protegido
del Estado afectado. Consecuentemente, y he aquí el punto de arribo de estas someras consideraciones,
cualquier Estado podrá tener jurisdicción respecto de acciones de “extraordinaria inmoralidad, que
afectan por igual la cultura de todas las naciones de la moderna comunidad internacional”, cualquiera sea
el lugar de comisión de las mismas, la nacionalidad del autor o el bien jurídico violado(14), entendiendo en
consecuencia que, para que el principio de jurisdicción universal sea aplicable, no se requiere el
establecimiento de ningún vínculo entre el autor y el Estado que lo enjuicia(15).

Voces: CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD - COMPETENCIA - DERECHOS HUMANOS

(1) Art. 6 de la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio.

(2) Cfr. Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.

(3) http://www.echr.coe.int/echr/

(4) El art. 6 de la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio dice “Las personas
acusadas de genocidio o de uno cualquiera de los actos enumerados en el artículo III, serán juzgadas por
un tribunal competente del Estado en cuyo territorio el acto fue cometido, o ante la corte penal
internacional que sea competente respecto a aquellas de las Partes contratantes que hayan reconocido su
jurisdicción”.

(5) United Nations Treaty Series, Vol. 78, 1951, pág. 277.
(6) www.un.org/icty

(7) Ver Sison, Gilbert, A King No More: the Impact of the Pinochet Decision on the Doctrine of Head of
State Immunity, 78 Wash. U. L Q. 1583 (2000).

(8) Ver Roth Arriza, N, “Guatemala Genocide Case. Judgment No. STC 237/2005”, en American Journal of
International Law, 2006, pág. 207 y sigs.

(9) El art. 9º, inc.1° del Tribunal Penal para la ex Yugoslavia expresa que “… El Tribunal Internacional y las
jurisdicciones nacionales son simultáneamente competentes para juzgar a los presuntos responsables de
violaciones graves del derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de la ex Yugoslavia a
partir del 1º de enero de 1991”.

(10) Prosecutor c. Tadic, causa N° IT-94-1-AR72, Decision on the Defence Motion for Interlocutory Appeal
on Jurisdiction, del 2 de octubre de 1995, par. 62; Prosecutor c. Furundzija, causa N° IT-95-17/1, sentencia
del 10 de diciembre de 1998, párr. 156.
(11) La Corte, aun no citándola, parece hacer referencia a la opinión de Lord Slynn of Hadley en la
sentencia House of Lords vs. Pinochet, del 25 de noviembre de 1998. Para el texto de la sentencia ver
www.publications.parliament.uk/pa/ld/ldpubns.htm.

(12) Para la práctica de los Estados, ver L. Reydams, Universal Jurisdiction: International and Municipal
Legal Perspectives, Oxford, 2003.
(13) Cassese, A.; Delmas Marty, M, Jurisdictions nationales et crimes internationaux, Paris, 2002.

(14) Soler, S., Derecho Penal Argentino, Buenos Aires, TEA, 1978, t. I, pág.148 y sigs.

(15) Joyner, Christopher C., Arresting Impunity: The Case for Universal Jurisdiction in Bringing War
Criminals to Accountability, 59 Law & Contemp. Probs. 153 ( 1996), 153-172, 17.

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