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ABSTRACT: Over the classic insurance model, where the policy holder take out
insurance with a lawful insurance agency, peer-to-peer insurance is the most disruptive
business model in front of that, where digital platform user´s overlook the insurance agency
and take on his rol. In this paper, we will analyze the legal status of these platforms.
1. Introducción
Cuando se habla de Derecho de Seguros pocas veces puede comenzarse un artículo con
expresiones del tipo “el avance de las tecnologías de la información y la comunicación han
permitido…”, pues la industria asegurativa apenas ha experimentado cambios relevantes
en los últimos cuarenta años.
Como consecuencia de ese estancamiento, de la creciente aceptación de la economía
colaborativa y combinado además (ahora sí) con el rápido avance de las tecnologías
digitales, ha surgido un nuevo mercado de seguros que prescinde por completo de la figura
de la entidad aseguradora. Es lo que se conoce como peer-to-peer insurance (P2P I.) o
seguros entre pares.
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Alejandro Zornoza
A través de este modelo de negocio son los propios usuarios de la plataforma de seguros
P2P quiénes cubren sus coberturas de manera colaborativa.
No es temerario afirmar que el mercado asegurativo entre pares es un mercado
emergente, si bien su actividad comercial empezó su andadura en 2010. A pesar de los años
transcurridos, la literatura jurídica, fiscal o económica sobre el peer-to-peer insurance es
prácticamente inexistente. Quizás, debido a que el desarrollo de una economía colaborativa
precisa de un medio-largo plazo para resultar competitiva frente al resto de agentes del
mercado, y no es hasta que llega ese momento que un nuevo elemento merece atención para
los estudiosos.
El presente trabajo no tiene más pretensión que poner de relieve la existencia de una
alternativa real a los seguros tradicionales, sentando las bases para el análisis del impacto
que este creciente fenómeno plantea para la óptica jurídica al diagnosticar y tratar el
comportamiento de los operadores de seguros P2P, dedicando especial atención a las
consideraciones económicas y empresariales con el fin de atesorar un adecuado enfoque de
la materia.
2. Qué es el P2P I
El P2P I. es un sistema asegurativo en el que son los propios tomadores del seguro
quienes, de manera colaborativa, emplean el importe de sus primas para constituir un
fondo grupal y con ellos cubrir los gastos ocasionados por los siniestros de otros tomadores.
El objetivo es obtener un ahorro en las primas que los tomadores pagan anualmente a las
compañías aseguradoras, de modo que cuanto mayor es el grupo, menos capital hay que
invertir en el fondo grupal.
Es un modelo many-to-one, en el que encontramos una pluralidad de tomadores
dispuestos a cubrir las contingencias de un solo, por lo que para que el P2P I. funcione los
integrantes del grupo deben tener un perfil de riesgo similar. De esta manera, se reducen
las posibilidades de que las cantidades del grupo se lapiden en unos pocos usuarios de alta
siniestralidad en perjuicio de aquellos otros que tienen una actitud más responsable.
En muy poco tiempo, el mercado del P2P I. ha evolucionado en dos direcciones
claramente diferenciadas; por un lado, tenemos un modelo colaborativo de dos niveles, en el
que la plataforma está integrada tanto por tomadores como por entidades aseguradoras.
Por otro lado, encontramos un modelo desintermediado en el que son los propios usuarios
quienes ejercen la labor aseguradora, prescindiendo radicalmente de la entidad.
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¿Cómo catalogar entonces a las plataformas P2P I.? La cuestión no es baladí, pues en
función de la respuesta sabremos cuáles son los derechos de los usuarios y las obligaciones
de la plataforma.
Por un lado se debe destacar que una plataforma de P2P I. queda, categóricamente,
fuera del actual texto de la Ley 20/2015, de 14 de Julio, de ordenación, supervisión y
solvencia de las entidades aseguradoras y reaseguradoras –LOSSEAR-). Con base en los
artículos 3, 6 y 27 LOSSEAR, una entidad aseguradora es aquella que revistiendo alguna
de las formas legales previstas (sociedad anónima, sociedad anónima europea, mutua de
seguros, sociedad cooperativa, sociedad cooperativa europea o mutualidad de previsión
social) desarrolle, conforme a lo dispuesto en la Ley o por la legislación de otro Estado
miembro, actividades de seguro directo de vida o de seguro directo distinto del seguro de
vida, actividades de reaseguro, operaciones preparatorias o complementarias de las de
seguro que practiquen las entidades aseguradoras y reaseguradoras y actividades de
prevención de daños vinculadas a la actividad aseguradora.
Como se ha mencionado, el objeto social de las entidades aseguradoras debe ser
exclusivo y debe consistir en el desarrollo de actividades de seguro.
El punto de divergencia entre una entidad aseguradora al uso y una plataforma de P2P
I. es que la plataforma no pretende desarrollar una actividad aseguradora, sino sólo
convertirse en el punto de encuentro en el que los usuarios desarrollarán, por sí mismos, la
actividad de asegurarse unos a otros. Nada impide que una plataforma de seguros P2P I.
ofrezca espacio a usuarios que quieran agruparse para compartir seguros de vida o seguros
de no vida, es decir, la exclusividad de ejercicio de la actividad no encuentra óbice legal en
el caso de los seguros entre pares.
Por tanto, el requisito objetivo del objeto social exclusivo ya no se cumple en las
plataformas estudiadas y, en efecto, quedan automáticamente excluidas del ámbito de
aplicación de la LOSSEAR.
La razón por la que las plataformas de seguros no encajan en la legislación actual es
porque se pierde de vista el hecho de que, aunque la actividad de la plataforma se
desarrolla en el ámbito del mercado asegurativo, no estamos ante una entidad aseguradora,
sino ante un prestador de servicios muy diferente. Concretamente, ante un prestador de
servicios de la sociedad de la información, de los que encuentran amparo en la Ley 34/2002
de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (LSSICE).1
En efecto, la LSSICE entiende por servicio de la sociedad de la información todo aquel
servicio prestado a título oneroso, a distancia, por vía electrónica y a petición individual del
destinatario, y el prestador de servicios es aquel que proporciona un servicio de los
encuadrados en la definición anterior.
No debería resultar complejo dilucidar como el funcionamiento de una plataforma de
seguros P2P encaja en el contenido de este concepto: se presta un servicio a través de
Internet, por precio cierto y dirigido a consumidores.2 De manera que las plataformas de
P2P I. quedan sometidas a las disposiciones de la LSSICE, especialmente a las obligaciones
previstas en los artículos 10 a 12.bis, y a las disposiciones 23 a 29 sobre la contratación por
vía electrónica.
El extremo más acusado de los negocios digitales participativos o colaborativos es
__________
1
Ley 34/2002, de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico, BOE núm. 166, de 12 de
julio de 2002, págs. 25388 a 25403.
2
Se debe anotar que la actual versión consolidada de la LSSICE maneja aun, de manera expresa y por remisión, el concepto de
consumidor contenido en la derogada Ley 26/1984, de 19 de julio, General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios. Este
hecho no merece más mención que el saber que, a pesar de la falta, debe entender a los efectos de la LSSICE, el concepto de
consumidor actual del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, que en su redacción más reciente dada por el apartado uno del artículo
único de la Ley 3/2014, de 27 de marzo, por la que se modifica el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias, establece que deben entenderse por consumidores o usuarios las personas
físicas que actúen con un propósito ajeno a su actividad comercial, empresarial, oficio o profesión, así como las personas jurídicas y
las entidades sin personalidad jurídica que actúen sin ánimo de lucro en un ámbito ajeno a una actividad comercial o empresarial.
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siempre aquel que se refiere al régimen de responsabilidad. Los modelos P2P basan su
ideología en el poder de las masas y la colaboración, de manera que los usuarios de estos
servicios tienden a ser personas con un fuerte carácter social e integrador. Pero ello no
obsta para que aparezcan perfiles fraudulentos en las redes que sólo persiguen el beneficio
propio y no el colectivo.
Cuando esto sucede, podríamos considerar que las plataformas de seguros no asumen
ninguna responsabilidad si, por ejemplo, uno de los tomadores de un grupo no hace
puntualmente su desembolso, o abusa del sistema dando un gran número de partes que
debe cubrir necesariamente el fondo grupal, hasta el punto de que las pérdidas para el resto
de los miembros es mayor que la ventaja perseguida. Como he planteado al tratar el tema
del objeto social exclusivo, las plataformas de seguros son simples puntos de encuentro para
tomadores de seguros, y de ello puede deducirse que en nada se compromete la plataforma
con los tomadores, pues los partes deben cubrirlos los usuarios. Pero no podemos olvidar
que, si un usuario ha accedido a una plataforma de seguros, es porque esa plataforma le ha
consentido el acceso, y de ese acceso consentido mantengo que sí es posible derivar un
régimen de responsabilidad de la plataforma.
El acceso a la plataforma por parte del usuario se hace previa solicitud de éste y
posterior al examen de riesgo; la plataforma no sólo comprueba la identidad real del sujeto,
sino que además realiza una valoración del índice de siniestralidad del usuario para poder
atribuirle una categoría de riesgo determinada. Esta valoración y el acceso permitido
producen un efecto de generación de confianza.
La reputación y honorabilidad de los prestadores de servicios de la LSSICE es
equiparable a la de las personas jurídicas tradicionales, pues el hecho de que su actividad
sea digital no enturbia este aspecto. Casi al contrario, podríamos decir, pues la reputación
digital de una empresa con base tecnológica es uno de los elementos intangibles más
valiosos de un prestador de servicios.
Los usuarios de una plataforma acuden a ella por su reputación digital, basándose en
las recomendaciones de otros usuarios. El prestador de servicios de la LSSICE genera, de
manera inevitable, una confianza en los usuarios con los que se relaciona que se convierte
en fortaleza frente a potenciales clientes. La generación de confianza no debe considerarse
un mero elemento colorista, sino todo lo contrario: en el ámbito de Internet, la reputación
digital es un factor clave y determinante para exigir la responsabilidad de una empresa
ante determinados incidentes.
Aquellos que llegan hasta una plataforma de seguros P2P lo hacen, bien porque el
mercado asegurativo tradicional les resulta demasiado gravoso, bien porque aspiran a un
modelo de seguros más social y menos corporativista. Sea como fuere, la credibilidad de una
plataforma de P2P I. pasa por una política de control de acceso adecuada y un índice de
abuso por tomadores fraudulentos lo más bajo posible, lo que se traduce en una aventajado
posicionamiento de la plataforma en el mercado respecto de sus competidores, y en
consecuencia, en un incremento del nivel de responsabilidad que les es exigible, justamente
por disfrutar de dicha venta; para los usuarios, cuánto mayor es el prestigio de una
plataforma mayor es también la diligencia debida que se le atribuye.
En tanto que generador de confianza, una plataforma se debate entre la obtención de
un número fluido de participantes en el mercado y la creación de confianza mediante el
acotamiento al acceso. En ambos supuestos el punto de partida es el mismo: el acceso
permitido. Debe quedar suficientemente probado que la admisión a la plataforma ha sido
adecuada a los criterios de acceso, de un lado, y si esos criterios han sido objetivamente
suficientes, de otro. Este escenario nos lleva irremediablemente a la siguiente cuestión;
¿deben considerarse los procesos de acceso sinónimos de garantía, aval o recomendación de
la idoneidad de un usuario? Por más que las plataformas de seguros P2P puedan insistir en
sus condiciones de contratación que no se responsabilizan de los perjuicios generados por un
usuario, yo defiendo que sí son responsables en tanto que generadores de confianza, pues la
admisión a la plataforma se adecúa a los criterios de acceso que la propia plataforma
dispone.
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Los servicios mercantiles deben prestarse con la diligencia debida de un buen padre de
familia, aumentada en grado por cuanto su actuación, medios e información son siempre
superiores a la de los tomadores que integran un grupo. Dado que son éstos quiénes deciden
si un nuevo miembro entra a formar parte de su pequeña comunidad colaborativa, resulta
innegable que considerarán que si el nuevo usuario ha logrado acceder a la plataforma y se
le ha otorgado una categoría de riesgo similar a la suya, es porque los responsables del
control de acceso de la plataforma han desarrollado diligentemente su labor.
Ahora bien, la realización por el prestador de servicios de la mera conducta exigible no
se agota con la realización de un esfuerzo valorado subjetivamente, sino que su conducta
debe adaptarse para afrontar todas aquellas situaciones que objetiva y racionalmente
puedan ser consideradas previsibles.
Soy consciente de que la valoración del riesgo y el nivel de siniestralidad de un sujeto
determinado es un proceso complejo, arduo e inexacto, pues la información que se maneja
siempre es imperfecta. Pero en el caso de las plataformas de seguros debe perseguirse una
diligencia debida, como mínimo, similar a la de cualquier entidad aseguradora legalmente
constituida.
Para ello, es necesario un adecuado manejo de la información. El problema lo
encontramos en que para la celebración de un contrato de seguro ordinario, la Ley obliga al
tomador a declarar todas las circunstancias conocidas que puedan influir en la valoración
del riesgo. Se exige, en definitiva, una participación activa del tomador en la formación del
contrato de seguro, hasta el punto de que una declaración inexacta de los riesgos puede
suponer la anulación del contrato o su disolución. Se resiente así la posibilidad de exigir
una responsabilidad in eligendo de los usuarios.
Asumiendo la elasticidad y los riesgos de desincentivación por parte de los empresarios
que conlleva un sistema de responsabilidad extracontractual basado en la culpa in eligendo
o in vigilando ante un eventual incumplimiento de los términos de la contratación y
funcionamiento de la plataforma, debemos ser conscientes de que la ausencia absoluta de
responsabilidad genera situaciones de inseguridad jurídica para los usuarios y situaciones
de abuso de posición por las empresas, y en definitiva, se termina alcanzando la misma
desincentivación, pero esta vez por parte del usuario.
4. Conclusiones
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han invertido en reglamentar y unificar no es una tarea que el legislador vaya a evidenciar,
si bien, observando experiencias anteriores como la del peer-to-peer lending, no sería de
extrañar que aun tardase una década en intentar abordarlo, y en mi opinión, erróneamente,
tratase de convertir las plataformas de seguros en entidades aseguradoras.
El error no vendría del intento de dotar al sistema de robustez y garantía jurídica, algo
que es completamente necesario. El error aparecería en intervenir una industria emergente
y diversa para hacerla parte de un mercado al que no quiere pertenecer. Como comentaba
al principio de este trabajo, en los últimos cuarenta años apenas han ocurrido
acontecimientos reseñables en los mercados de seguros; los esfuerzos en estudiar los riesgos
y naturaleza de los ecosistemas digitales, las nuevas tecnologías o los avances biométricos
son los que han llevado a un grupo de usuarios a evidenciar al legislador, situándose al
margen de la Ley, al tomar el origen de un negocio que quedo enterrado bajo unas leyes
férreas y sofisticarlo a través de Internet.
La normativa, como digo, deberá llegar. Y se enfrentará al debate de cómo hacer
converger, en un mismo negocio jurídico, las garantías financieras de las entidades de
seguros, las obligaciones de los prestadores de servicios de la sociedad de la información, y
los derechos de los consumidores y usuarios.
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