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TRASLADO DE NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES.

Por Néstor E. Solari.

I. INTRODUCCIÓN.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio, iniciado el 19 de marzo de 2020,


consecuencia de la pandemia del COVID-19, ha provocado consecuencias y efectos en los
distintos órdenes de la vida.

En lo que respecta a la comunicación y contacto de los NNyA con sus progenitores o


referentes afectivos, ha sido motivo de distintas resoluciones, intentado reglamentar dichas
comunicaciones personales entre las partes involucradas.

Desde el originario régimen cerrado, en donde no se permitía el traslado del NNyA para
dicho contacto personal, se ha llegado –luego de más de 40 días- a la nueva Decisión
Administrativa DECAD-2020-703-APN-JGM, del 1 de mayo de 2020.

Destacamos, previo a todo tratamiento, que se mantiene inalterada la falta de


participación del niño, niña y adolescente, en todas estas circunstancias excepcionales, de modo
que no se indica, en ninguno de los preceptos administrativos, la participación del niño, niña o
adolescente en la toma de decisiones y criterios adoptados.

II. LA DECISIÓN ADMINISTRATIVA.

La nueva decisión administrativa, pasa de un sistema de prohibición de traslado a un


sistema más flexible, permitiéndose el contacto personal de los NNyA con sus progenitores o
referentes afectivos, en la medida y alcance que seguidamente veremos, y del cual haremos
algunas reflexiones.

El art. 1° consigna: “A fin de garantizar el derecho de niñas, niños y adolescentes a


mantener relaciones personales y contacto directo con progenitores o referentes afectivos en
los términos establecidos por la Convención sobre los Derechos del Niño y el Código Civil y
Comercial de la Nación, incorpórase al listado de excepciones al cumplimiento del “aislamiento
social, preventivo y obligatorio” y a la prohibición de circular, a las personas involucradas en los
siguientes supuestos: a) traslado de niños, niñas y adolescentes, al domicilio del otro progenitor
o progenitora, o referente afectivo, siempre que ello sea en el interés superior del niño, niña o
adolescente; b) si se trata de una familia monoparental, el progenitor o la progenitora podrá
trasladar al niño, niña o adolescente a un domicilio de un referente afectivo, siempre que ello
sea en el interés superior del niño, niña o adolescente”.

A su vez, el art. 2° indica: “Se encuentran habilitados para realizar los traslados previstos
en la presente cualquiera de los progenitores o progenitoras, o referente afectivo, que esté
conviviendo con el niño, niña o adolescente durante el “aislamiento social, preventivo y
obligatorio” regulado por decretos Nros. 297/20, 325/20, 355/20 y sus eventuales prórrogas. El
traslado podrá realizarse UNA (1) vez por semana. Las personas alcanzadas por este artículo
deberán portar completa la declaración jurada aprobada por la resolución N° 132/20 del
Ministerio de Desarrollo Social”.
III. OTRA MIRADA.

No es ocioso destacar que no obstante haberse cambiado la terminología sobre la niñez


en los últimos años, adecuándose a los postulados de la Convención sobre los Derechos del Niño
y normas concordantes, lo cierto es que, en esencia, legislativamente se mantiene una mirada
“adultocéntrica” y no desde una perspectiva de los derechos del niño.

Queremos decir: el cambio no debe ser solamente terminológico sino,


fundamentalmente, de contenido.

Nos explicamos. Adviértase que la resolución objeto de nuestro comentario, comienza


por destacar lo preceptuado en el Código Civil y Comercial –responsabilidad parental- y no,
como debe ser, de la ley 26.061, de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y
Adolescentes. En ningún momento se cita el marco normativo de la ley 26.061, que es la que
debe regir la esencia y el contenido de la cuestión que estamos tratando. De lo contrario, la
referencia de la Convención sobre los Derechos del Niño adquiere un matiz abstracto y formal
para su debido cumplimiento.

En definitiva, en el orden interno, la ley 26.061 es la que reglamenta los derechos del
niño y no el Código Civil y Comercial de la Nación que, en todo caso, refiere a los derechos del
niño desde otra mirada, como sería la cuestión que nos convoca, desde la perspectiva de la
responsabilidad parental.

En verdad, si el objeto de la misma es el contacto y comunicación entre NNyA y


progenitores o referentes afectivos, la mirada debe poner el acento en el derecho del niño y no
un derecho de los terceros que ostentan tal facultad. Sin perjuicio de que los progenitores, en
ejercicio de la responsabilidad parental, gocen de tales derechos, lo que resulta indiscutible.

Ahora bien, si ponemos el foco en los progenitores y referentes afectivos tendremos


una mirada que no necesariamente se condice con el derecho del NNyA.

En efecto, aquí en ningún momento se hace referencia a la voluntad del niño, niña o
adolescente, a su participación en la toma de decisiones. Sobre todo, cuando estamos en una
edad etaria próxima a la mayoría de edad –por caso, si se tratara de personas de 16 o 17 años-,
en donde su participación deviene imprescindible para llegar a determinar, eventualmente, el
mentado “interés superior del niño”.

Por todo ello, sugerimos que, en los futuros decretos y resoluciones, en esta materia, se
modifique el eje y la mirada, para determinar ese verdadero y concreto “interés superior del
niño”.

IV. EL CONTACTO Y COMUNICACIÓN PERSONAL.

Una vez aclarado lo anterior, haremos algunas reflexiones en punto al contenido de la


disposición.
Evidentemente, el plazo indicado, esto es, “una vez por semana” restringe la diversidad
de situaciones familiares existentes. Señala un modelo único, consistente en un sistema cerrado
y arbitrario de tiempo preestablecido.

Las distancias, las edades y los deseos del NNyA, la particularidad de los progenitores o
referentes afectivos, el acuerdo del grupo familiar, lleva a que no pueda resultar adecuado
consignar un período determinado y único, dada la diversidad de modelos familiares y sociales
que resultan aplicables.

A mi entender, no debió consignarse un tiempo único, sino dejar librado a las


circunstancias fácticas del caso para otorgarse la correspondiente habilitación.

Esto llevará, seguramente, a que el plazo cerrado motive presentaciones judiciales –con
todos los inconvenientes que ello trae aparejado- para solicitar una autorización judicial con
modalidad distinta, haciendo excepción a la resolución indicada.

Además, colateralmente, con estas medidas cerradas de aislamiento, debemos poner


de resalto las consecuencias psicológicas que provoca en los niños, niñas y adolescentes. Por lo
que el confinamiento no puede quedar librado, ilimitadamente, a la vigencia de decretos de
necesidad y urgencia. El carácter excepcional de las medidas en atención a la salud pública, en
cuanto se suspendió –y ahora permite una vez al mes el traslado para el régimen de
comunicación y contacto personal-, podría haber sido entendible durante su primer período,
esto es, del 19 al 30 de marzo del 2020. Con posterioridad al mismo, ya no puede regirse por
situaciones generales y abstractas de tiempos y autorizaciones cerradas, pues la diversidad de
situaciones existentes impide que la cuestión pueda reducirse a un modelo único familiar y de
las consecuencias del encierro que provoca en NNyA.

Hemos observado los inconvenientes que ha traído la pretensión de que las personas
mayores no sean impedidas de salir de sus hogares, debiendo pedir una autorización especial
en tal sentido. La Convención Internacional de Derechos Humanos de Personas Mayores ha sido
traída al debate para manifestar la inconveniencia de dichas medidas. Y así, se levantó la
pretendida restricción.

Sin embargo, cuando de NNyA se trata, no aparece la Convención sobre los Derechos
del Niño para poner de manifiesto las consecuencias del confinamiento de personas en plena
edad de desarrollo. Otra vez aparece la necesidad de realizar una mirada centrada en la niñez,
para abordar la temática en cuestión.

El Comité de los Derechos del Niño, a propósito de la COVID-19, ha advertido, acerca los
graves efectos físico, emocional y psicológico de la pandemia, en los niños, haciendo un llamado
a los Estados para proteger sus derechos. Entre sus recomendaciones, se encuentra la siguiente:
“Aunque inicialmente se declaró a corto plazo, queda claro que las declaraciones de los estados
de emergencia y/o desastre puede mantenerse por períodos más largos, lo que lleva a períodos
más duraderos de restricciones al disfrute de los derechos humanos. El Comité reconoce que,
en situaciones de crisis, el derecho internacional de los derechos humanos permite
excepcionalmente medidas que pueden restringir el disfrute de ciertos derechos humanos para
proteger la salud pública. Sin embargo, tales restricciones deben imponerse solo cuando sea
necesario, ser proporcionadas y mantenerse al mínimo absoluto.”

Por ello, en atención al interés superior del niño, luego del tiempo transcurrido requiere
analizar y contemplar las distintas realidades que se presentan.
Entiende, en este contexto, que las autorizaciones debieron quedar más abiertas y
flexibles para evitar que se recurra –como seguramente sucederá- a los planteos judiciales al
respecto.

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