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n que
I son
la psi-
érme-
íenos.
DEPRESIÓN Y TRASTORNOS BIPOLARES 5
érdida
úsión:
nes; 7)
roneo. 5.1. Características clínicas de ios trastornos afectivos.
5.1.1. Descripción de los trastornos afectivos.
5.1.2. Criterios diagnósticos,
5.1.3. Epidemiología y evolución.
5.2. Efectos de los tratamientos en los trastornos afectivos.
5.2.1. Los resultados a largo plazo de los trastornos afectivos, y
las cinco «erres» de los tratamientos antidepresivos.
5,2.2, Búsqueda de subtipos de depresión para predecir la res-
puesta a los antidepresivos.
5.2.3. Las buenas y las malas noticias de los tratamientos anti-
depresivos.
5.2.4. Tratamiento longitudinal del trastorno bipolar.
5,2.5. Los trastornos afectivos a lo largo del ciclo vital: ¿Cuándo
empiezan a funcionar los antidepresivos?
5.3. Bases biológicas de la depresión.
5,3.1. Hipótesis monoaminérgica.
5.3.2. Neuronas monoaminérgicas.
5.3.3. Los antidepresivos clásicos y la hipótesis monoaminér-
gica.
5.3.4. Hipótesis de los receptores de neurotransmisores.
5.3.5. Hipótesis monoaminérgica de la expresión génlca.
5.3.6. Hipótesis neuroquininérgica de la disfunción emocional.
os
5.4. Resumen. LU
0£
O
a.
QÜ
C/5
O
z
A lo largo de este capítulo el lector alcanzará un conocimiento básico so- O
i—
147
da también noradrenalina, o NA), la dopamina (DA) y la serotonina (llamada
< también 5-hidroxitriptamina, o 5HT). También trataremos brevemente de los
neuropéptidos relacionados con la sustancia P. Todo ello permitirá comprender
o los conceptos farmacológicos subyacentes al uso de fármacos antidepresivos y
z estabilizadores del humor, que serán tratados en los capítulos siguientes.
o Las descripciones clínicas y los criterios para diagnosticar los trastornos
9 afectivos sólo serán mencionados de pasada. El lector deberá consultar fuentes
o especializadas para esta materia. En este capítulo se describirá cómo el descu-
brimiento de varios antidepresivos ha tenido un gran impacto sobre los crite-
os rios diagnósticos de la depresión y cómo ha modificado la historia natural y el
o curso de esta enfermedad. El objetivo de este capítulo es poner al lector al co-
y rriente de las ideas actuales sobre los aspectos clínicos y biológicos de los tras-
tornos afectivos, preparándolo para comprender cómo funcionan los diversos
antidepresivos y estabilizadores del humor.
148
TABLA 5.1 Percepciones populares de la enfermedad mental
C/3
LU
71 % Debida a debilidad emocional.
65% Causada por malas influencias parentales.
45% Por culpa de la víctima; podría librarse de ella.
o
o.
43% Incurable. co
Consecuencia de conductas pecaminosas. co
35% O
10% Tiene bases biológicas; concierne al cerebro.
"3
149
TABLA 5.2. Criterios diagnósticos para un episodio depresivo mayor según el DSM-IV TABLA 5.:
<
o A) Cinco (o más) de los siguientes síntomas han estado presentes durante un mismo pe- A) Un perío
ríodo de dos semanas, y representan un cambio en relación con el funcionamiento pre- o irritablí
vio; al menos uno de los síntomas es 1) estado de ánimo deprimido, o 2) pérdida de re hospit
interés o placer. Nota: no incluye los síntomas que son claramente debidos a una do- B) Durante i
o lencia médica general, delirios incongruentes con el estado de ánimo o alucinaciones. mas han
2 1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, que se ma- sentes en
o nifiesta por informes subjetivos (por ejemplo, sentirse triste o vacío), o mediante 1. Auto
observaciones hechas por otros (por ejemplo, parecer a punto de llorar). Nota: en 2. Nece
niños y adolescentes, puede ser estado de ánimo irritable. sólo
I
o
2. Disminución marcada del interés o del placer en todas, o casi todas, las activida-
des la mayor parte del día, casi todos los días (manifestada por informes subjeti-
Está
Fuga
y vos u observaciones hechas por otros). Disti
Q.
3. Pérdida de peso significativa no debida a dieta, o ganancia de peso (por ejemplo, un nos {
cambio de más del 5 % del peso corporal en un mes), o disminución o aumento del 6. Aum
apetito casi todos los días. Nota: en niños, fracaso en ganar el peso esperado. bajo,
4. Insomnio o hipersomnio casi todos los días. 7. Impl
5. Agitación o retardo psicomotor casi a diario (observable por otros, no simples sen- acan
timientos subjetivos de inquietud o de enlentecimiento). discr
6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días. Los sínto
7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva o inapropiada (que puede ser deli- D) La altera
rante) casi todos los días (no simples autorreproches o culpa por estar enfermo). rioros mí
8. Disminución en la habilidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi todos en las reí
los días (por informes subjetivos u observados por otros). daño hac
9. Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo miedo a morir), ideas suicidas recu- Los síntc
rrentes sin un plan específico, intentos de suicidio o un plan específico para suici- (por ejen
darse. médica g
B) Los síntomas no cumplen los criterios de episodio mixto. están clai
C) Los síntomas causan angustia clínicamente significativa o deterioro en ocupaciones so- rapia elec
ciales u otras áreas importantes de funcionamiento. tico de tr
D) Los síntomas no son debidos a efectos fisiológicos directos causados por una sustan-
cia (por ejemplo, sustancia de abuso, medicación u otro tratamiento) o a una afección
médica general (por ejemplo, hipertiroidismo).
E) Los síntomas no pueden ser explicados mejor por una situación de duelo (por ejemplo,
después de la pérdida de un ser querido), los síntomas persisten más de 2 meses o se ID de atenci
caracterizan por un marcado deterioro funcional, preocupación mórbida con senti- gativas; el c
mientos de desvalorización, ideación suicida, síntomas psicóticos o retraso psicomotor. ísticas conc
:dad; y las <
-i estómagc
otros países. Se remite al lector a estas referencias para cuestiones específicas
en relación con los criterios diagnósticos aceptados actualmente.
Para nuestros objetivos es suficiente reconocer que los trastornos afecti-
vos son, en realidad, síndromes. Es decir, son grupos de síntomas, de los que
sólo uno es una anomalía del estado de ánimo. Desde luego, la cualidad del es-
tado de ánimo, el grado de cambio respecto al estado normal (hacia arriba, en
la manía, o hacia abajo, en la depresión) y la duración del estado de ánimo
anormal son características importantes de un trastorno afectivo. Pero, además,
los clínicos deben evaluar las características vegetativas como el sueño, el
apetito, el peso y el impulso sexual; las características cognitivas como el gra-
150
DSM-IV TABLA 5.3. Criterios diagnósticos para un episodio de manía según el DSM-IV
Oí
smo pe- A) Un período claro de estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo
;nto pre- o irritable, de al menos una semana de duración (o de cualquier duración si se requie- <
—I
rdida de re hospitalización). O
una do- B) Durante el período del estado de ánimo alterado, tres (o más) de los siguientes sínto- o.
taciones. mas han persistido (cuatro, si el estado de ánimo es sólo irritable), o han estado pre- CQ
co
ic se ma- sentes en un grado significativo: o
Z
mediante 1. Autoestima excesiva o grandiosidad. Oí
Nota: en 2. Necesidad de dormir disminuida (por ejemplo, se siente descansado después de O
sólo tres horas de sueño).
activida- 3. Está más hablador de lo normal o se siente impelido a seguir hablando.
s subjeti- 4. Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que los pensamientos están acelerados. z
5. Distracción (por ejemplo, la atención se ve fácilmente atraída por estímulos exter- co
LLÍ
;mplo, un nos poco importantes o irrelevantes). Oí
Q.
nento del 6. Aumento de la actividad dirigida a una meta (bien socialmente, o bien en el tra-
do. bajo, en la escuela, o sexualmente) o agitación psicomotora.
7. Implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial para
iples sen- acarrear consecuencias dolorosas (por ejemplo, comprar desenfrenadamente, in-
discreciones sexuales o inversiones financieras absurdas).
C) Los síntomas no cumplen los criterios de un episodio mixto.
\ ser deli- i La alteración del estado de ánimo es lo suficientemente grave como para causar dete-
enfermo). rioros marcados en el funcionamiento laboral, en las actividades sociales habituales o
casi todos en las relaciones con otros, o para necesitar hospitalización con objeto de impedir el
daño hacia sí mismo o hacia otros, o bien hay características psicóticas.
idas recu- Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia
para suici- (por ejemplo, sustancias de abuso, medicación u otro tratamiento), o a una afección
médica general (por ejemplo, hipertiroidismo). Nota: los episodios seudomaníacos que
están claramente causados por un tratamiento antidepresivo somático (medicación, te-
rapia electroconvulsiva o fototerapia) no deben ser tenidos en cuenta para un diagnós-
íC iones so-
tico de trastorno bipolar I.
ma sustan-
1a afección
jr ejemplo.
do de atención, la tolerancia a la frustración, la memoria y las distorsiones ne-
meses o se
con senti- gativas; el control de impulsos, como el suicidio y el homicidio; las caracte-
)SÍcomotor. rísticas conductuales como la motivación, el placer, los intereses y la fatigabi-
lidad; y las características físicas (o somáticas), como los dolores de cabeza o
de estómago y la tensión muscular (tabla 5.4).
specíficas
151
5.1.3. EPIDEMIOLOGíA Y EVOLUCIóN
<
o En la década de 1990, los criterios diagnósticos de la depresión empeza-
ron a aplicarse cada vez más para describir la epidemiología y la evolución de
los trastornos afectivos, de forma que los efectos de los tratamientos pudieran
o ser mejor evaluados. Las cuestiones clave son: ¿cuál es la incidencia del tras-
9 torno depresivo mayor frente al trastorno bipolar?; ¿cuántas personas presen-
o tan esta afección en el momento presente, y cuántas a lo largo de su vida?; ¿es-
S* tán siendo identificados y tratados los individuos con trastornos afectivos?, y,
Oí
de ser así, ¿cómo? Y también, ¿cuál es el resultado de ese tratamiento?; ¿cuál
o es la evolución natural de su trastorno afectivo sin tratamiento, y cómo se ve
y afectada por éste?
Q.
Las respuestas a estas preguntas apenas están empezando a producirse (ta-
blas 5.5 a 5.10). Por ejemplo, la incidencia de la depresión se sitúa en torno al
5 % de la población, mientras que la del trastorno bipolar es aproximadamen-
te del 1 %. Así, actualmente en Estados Unidos hasta 15 millones de indivi-
duos padecen depresión y otros 2 o 3 millones sufren trastornos bipolares. Por
desgracia, sólo alrededor de una tercera parte de los individuos con depresión
están en tratamiento, debido no sólo a la falta de reconocimiento por los pro-
fesionales de la atención sanitaria, sino también a que los individuos suelen
concebir su depresión como un tipo de deficiencia moral, que es motivo de
vergüenza y se debe ocultar. Con frecuencia los individuos creen que podrían
mejorar simplemente si «se esforzaran más en superarse». La realidad es que
la depresión es una enfermedad, no una elección, y resulta tan debilitante so-
cialmente como la enfermedad arterial coronaria y más debilitante aún que la
diabetes mellitus o la artritis. Además, hasta un 15 % de los pacientes grave-
152
TABLA 5.6. Factores de riesgo para la depresión mayor
Muerte temprana z
de los padres Asociación posible. en
LU
Ü£
Q.
153
TABLA 5.10. El coste oculto de la depresión mayor no tratada
ü
Mortalidad:
De 30.000 a 35.000 suicidios por año.
Accidentes fatales debidos al deterioro de la concentración y la atención.
Muerte debida a enfermedades que pueden ser una secuela de la depresión (por ejemplo,
o abuso del alcohol).
9 Morbilidad del paciente:
o Intentos de suicidio.
Accidentes.
Enfermedades resultantes.
Pérdida de trabajo.
O Fracaso en la carrera profesional o en la escuela.
o Abuso de sustancias.
Costes sociales:
Familias disfuncionales.
Absentismo.
Disminución de la productividad.
Lesiones relacionadas con el trabajo.
Efectos adversos sobre el control de calidad en el lugar de trabajo.
Hasta épocas recientes se sabía muy poco sobre lo que pasaba si no se tra-
taba la depresión. Ahora se cree que la mayoría de los episodios de depresión
no tratados duran de 6 a 24 meses (fig. 5.1). Quizá sólo en un 5 o 10 % de los
casos no tratados los episodios se prolongan durante más de 2 años. Sin em-
bargo, la propia naturaleza de esta enfermedad incluye episodios recurrentes.
Muchos individuos que se someten por primera vez a tratamiento tienen una
154
EPISODIO DE DEPRESIÓN
LU
RECUPERACIÓN Cá
ESTADO O REMISIÓN
DE ÁNIMO O
NORMAL
CO
O
•z.
ce
O
DEPRESIóN
co
Tiempo LU
6-24 meses ce
a.
FlG. 5.1. La depresión es episódica, con episodios no tratados que duran habitualmente
;ntre 6 y 24 meses, seguidos de recuperación o de remisión.
ESTADO
NORMAL RESPUESTA
RESPUESTA
DEPRESIóN
155
< REMISIÓN .RECUPERACIÓN
o
2
o
o;
o
y Continuación
4-9 meses
Mantenimiento
1 año o más
O)
a.
TIEMPO
una puntuación clínica global que indica que el paciente ha mejorado mucho o
muchísimo. El término remisión, por su parte, se utiliza cuando prácticamente
todos los síntomas han desaparecido, y no sólo el 50 % de ellos (fig. 5.3). El
paciente no sólo está mejor, sino realmente bien. Si esto dura de 6 a 12 meses,
se considera que la remisión es ya recuperación (fig. 5.3).
También se utilizan dos términos que empiezan por la letra «R» para des-
cribir el empeoramiento en un paciente con depresión: recaída y recurrencia. Si
un paciente empeora antes de que se dé una remisión completa, o antes de que
la remisión se haya convertido en recuperación, se habla de recaída (fig. 5.4).
Sin embargo, si un paciente empeora unos meses después de la recuperación
completa, se habla de recurrencia. Las características que predicen la recaída
con mayor certeza son: 1) múltiples episodios previos; 2) episodios graves; 3)
episodios de larga duración; 4) episodios con rasgos bipolares o psicóticos, y 5)
recuperación incompleta entre dos episodios consecutivos, denominada también
«recuperación interepisódica escasa» (tabla 5.11).
El curso longitudinal del trastorno bipolar también se caracteriza por nu-
merosos episodios recurrentes, algunos de ellosvpredominantemente depresi-
TABLA 5.11. Principales factores de riesgo de un episodio recurrente de depresión
156
, RECAÍDA RECURRENCIA
o
o.
m
co
O
2
Di
O
I—
a.
Mantenimiento
1 año o más
a.
LU
Q
TIEMPO
FIG. 5.4. Cuando la depresión vuelve antes de que se dé una remisión completa de los sín-
iomas o dentro de los primeros meses posteriores a la remisión de los síntomas, se deno-
mina recaída. Cuando la depresión vuelve después de que el paciente se haya recuperado,
se denomina recurrencia.
DEPRESIóN
FIG. 5.5. El trastorno bipolar se caracteriza por diversos tipos de episodios de trastorno afec-
tivo, incluyendo la depresión, la manía, episodios de manía en menos grado, denominada hi-
pomanía, e incluso episodios mixtos en los que la manía y la depresión parecen coincidir.
157
CICLOS
<
o S\ S\ ÁRIDOS
o
2
o
ESTADO
DE ÁNIMO ««—» gmmmm
NORMAL \ /
¡£
o
y
co
O.
DEPRESIóN
' \
12 meses
FIG. 5.6. El trastorno bipolar se puede convertir en ciclos rápidos, con al menos cuatro
cambios entre manía, hipomanía, depresión o episodios mixtos en un período de 12 meses.
Esta es una forma de trastorno bipolar especialmente difícil de tratar.
158
Di
ESTADO DE
áNIMO O
NORMAL \ Ci-
ca
CO
DISTIMIA O
z
Oí
O
t—
52
Oí
DEPRESIóN
Q
> LU
2 + años
a.
FIG. 5.7. La distimia es una forma de depresión crónica de baja intensidad que dura más
de 2'años.
1\\
DEPRESIóN \¿
ante se Ha-
le los casos
"Tí
i
N.»
2 + años 6-24 meses
FIG. 5.8. La depresión doble es un síndrome caracterizado por oscilaciones entre episodios
de depresión mayor y períodos de recuperación parcial o de distimia.
159
En pacientes tratados por depresión,
MEDICACIÓN el 67 % responderán en un plazo de
o 8 semanas (es decir, una reducción de
al menos un 50 % de los síntomas) y
un 33 % no responderán en absoluto.
o
9
o
67 % de respondientes
O DEPRESIóN
O
to
o. 8 semanas
FIG. 5.9. Prácticamente, casi todos los antidepresivos conocidos tienen la misma tasa de
respuesta; a saber, el 67 % de pacientes deprimidos responden a una medicación determi-
nada y el 33 % no responden.
33 % de respondientes
Inicio del
j placebo
67 % de no respondientes
DEPRESIóN • •
m g
8 semanas
160
Durante esta época se desarrolló la idea de que podría haber un subgrupo
de depresivos unipolares que respondiera especialmente bien a los antidepresi-
vos, y otro que no lo hiciera. Se planteaba la hipótesis de que el primer grupo
padecía una forma de depresión grave, incluso una forma de melancolía clíni-
1
O
ca, que tenía bases biológicas y uji elevado grado de incidencia familiar, de na- o.
DÜ
turaleza episódica, y que probablemente respondería a los antidepresivos tricí- <f>
clicos y a los inhibidores de la monoamino oxidasa (MAO). Se postulaba una O
z
segunda forma de depresión, opuesta a la anterior, de origen neurótico y ca- a.
O
racterológico, menos grave pero más crónica, que no respondía especialmente i—
bien a los antidepresivos y que posiblemente se podía tratar mediante psicote-
rapia. A esta forma se la denominó «neurosis depresiva», o «distimia». i
La búsqueda de marcadores biológicos de la depresión, por no hablar de >
z
aquellos que pudieran predecir la posible respuesta al tratamiento antidepresi- O
<s>
vo, ha resultado decepcionante. Actualmente no es posible predecir qué pa- LU
161
TABLA 5.13. Remisión
<
O La remisión se define como una puntuación de menos de 8 a 10 en la escala de depresión
de Hamilton y la impresión clínica global de que el sujeto es normal, y no mentalmente
enfermo.
< Un paciente que presente remisión se puede considerar asintomático.
O Para los clínicos, la remisión constituye un objetivo último más relevante que la respuesta,
9 puesto que significa que el paciente está «bien».
o
S¿ TABLA 5.14. Las buenas noticias en el tratamiento de la depresión
50 % recaída
DEPRESIóN
FIG. 5.11. En los pacientes deprimidos que han presentado una respuesta inicial al trata-
miento con antidepresivos existirá una tasa de recaída del 50 % en el plazo de 6 a 12 me-
ses si se les retira la medicación y se sustituye por un placebo.
162
Continuación de la medicación LLI
<
90 % continúa —I
la respuesta o
Q.
io
O
z:
O
\—
ex
10 % recaída Q
DEPRESIóN UJ
Q.
R G . 5.12. En los pacientes deprimidos que han presentado una respuesta inicial al trata-
miento con antidepresivos existirá una tasa de recaída de alrededor del 10 al 20 % si la
medicación se continúa durante el año siguiente a la recuperación.
1 <50%
2 50-90 %
3 o más >90 %
163
TABLA 5.17. Las malas noticias en el tratamiento de la depresión
< Es común el «agotamiento»: el porcentaje de pacientes que siguen bien durante el período
o de 18 meses posterior a un tratamiento para la depresión con buenos resultados es de-
cepcionantemente bajo, sólo de un 70 a un 80 %.
Muchos pacientes son «refractarios al tratamiento»: el porcentaje de pacientes que no res-
ponden y los que presentan un resultado muy pobre durante la evaluación de seguimien-
g to a largo plazo tras el diagnóstico de depresión resulta decepcionantemente elevado, has-
o ta el 20 %.
S¿ Hasta la mitad de los pacientes pueden no lograr la remisión, incluyendo tanto los que pre-
sentan respuestas «apáticas» como los que manifiestan respuestas «ansiosas».
á
o
y
sólo un año tras la respuesta, a menos que sufran un episodio muy prolonga-
do o grave, sean de edad avanzada, psicóticos o presenten respuesta pero no
remisión. Quienes han sufrido más de un episodio pueden llegar a necesitar
tratamiento con un antidepresivo durante toda la vida, dado que el riesgo de
recaída aumenta rápidamente cuantos más episodios experimenta el paciente
(tablas 5.15 y 5.16). El tratamiento con antidepresivos reduce esos índices de
recaída, especialmente en el primer año después de un tratamiento con bue-
nos resultados (figs. 5.11 y 5.12).
La mala noticia en el tratamiento de la depresión (tabla 5.17) es que re-
sulta bastante común en los pacientes que responden a los antidepresivos que
su respuesta al tratamiento «se agote». Es decir, el porcentaje de pacientes
que dejan de mantener su respuesta durante los primeros 18 meses posterio-
res a un tratamiento para la depresión con buenos resultados es decepcionan-
temente elevado, hasta un 20 o un 30 %. Este «agotamiento» puede ser aún
más probable en pacientes que únicamente han presentado respuesta pero
nunca remisión (esto es, que nunca han llegado a estar bien).
Aunque los ensayos clínicos realizadas en condiciones ideales para perío-
dos de hasta un año presentan un elevado índice de seguimiento y un bajo índi-
ce de abandonos, es posible que eso no refleje lo que ocurre en la práctica clí-
nica real. Así, es posible que la efectividad de los fármacos (en qué medida fun-
cionan en el mundo real) no se aproxime a la eficacia de esos mismos fármacos
(en qué medida funcionan en los ensayos clínicos). Así, por ejemplo, el tiempo
medio de tratamiento con un antidepresivo en la práctica clínica suele ser nor-
malmente de sólo unos 78 días, y no de un año, y ciertamente tampoco de toda
la vida. ¿Cabe imaginar tratar la hipertensión o la diabetes durante sólo 78 días?
La depresión es una enfermedad crónica y recurrente, que requiere un trata-
miento a largo plazo para mantener la respuesta y prevenir las recaídas, exacta-
mente igual que la hipertensión o la diabetes. En consecuencia, la efectividad de
los antidepresivos a la hora de reducir las recaídas en la práctica clínica proba-
blemente seguirá siendo inferior a la eficacia de esos antidepresivos en los en-
sayos clínicos en tanto no se pueda incrementar el seguimiento a largo plazo.
Otra mala noticia en el tratamiento de la depresión es que muchos de los
pacientes que responden al tratamiento nunca presentan remisión (tabla 5.17).
164
TABLA 5.18. Características de la remisión parcial
LL¡
Pacientes con respuesta apática:
Reducción del estado de ánimo depresivo. o
Constante anhedonia, falta de motivación, reducción de la libido, falta de interés, ningún Q.
«entusiasmo». CQ
CO
Enlentecimiento cognitivo y disminución de la concentración. O
Pacientes con respuesta ansiosa: z
Oí.
Reducción del estado de ánimo depresivo. O
Constante ansiedad, especialmente ansiedad generalizada. i—
Preocupación, insomnio, síntomas somáticos.
do
De hecho, algunos estudios sugieren que hasta la mitad de los pacientes que Oí
responden no logran, sin embargo, alcanzar la remisión, incluyendo aquellos LU
Q
con «respuestas apáticas» o con «respuestas ansiosas» (tabla 5.18). El pacien-
te que presenta una respuesta apática es aquel que experimenta una mejora del
estado de ánimo con el tratamiento, pero manifiesta una constante falta de pla-
cer (anhedonia), una reducción de la libido, falta de energía y ningún «entu-
siasmo». El paciente que presenta una respuesta ansiosa, por su parte, es aquel
que manifiesta ansiedad mezclada con depresión, y que experimenta una me-
jora del estado de ánimo con el tratamiento pero mantiene una constante an-
siedad, en especial una ansiedad generalizada, caracterizada por una inquietud
excesiva, además de insomnio y síntomas somáticos. En ambos casos el pa-
ciente está mejor, pero en ninguno de los dos está bien.
¿Por qué conformarse con la plata cuando uno puede intentar conseguir el
oro? Conformarse con una mera respuesta, sea apática o ansiosa, en lugar de
:ratar de lograr la remisión y la salud, puede constituir, en parte, el fallo de los
médicos que prescriben antidepresivos, a quienes se les ha enseñado que el ob-
jetivo final para que la investigación clínica se publique en las revistas y
obtenga el apoyo de los organismos reguladores gubernamentales —como, por
ejemplo, la estadounidense FDA (Food and Drug Administration)— es la res-
puesta, es decir, un mínimo del 50 % de mejora en los síntomas (tabla 5.12).
Aunque los índices de respuesta pueden resultar apropiados para la investiga-
ción, los índices de remisión son más relevantes para la práctica clínica (tabla
5.13). Los pacientes que responden pueden representar la continuidad de la en-
fermedad en una forma más leve, además de un tratamiento inadecuado, dado
que identificar el antidepresivo o la combinación de antidepresivos correctos
para cada paciente incrementará sobremanera la posibilidad de facilitar la ple-
na remisión en lugar de una mera respuesta (tabla 5.19). No intentar lograr la
remisión significa dejar al paciente con un mayor riesgo de recaída, una con-
tinua deficiencia funcional y un constante incremento del riesgo de suicidio
(tabla 5.19). Un paciente que presenta remisión, por su parte, se puede consi-
derar que es asintomático o que está bien (tabla 5.13).
Otra mala noticia es que muchos pacientes se muestran refractarios al tra-
tamiento (tabla 5.17). Es decir, que el porcentaje de pacientes que no respon-
165
TABLA 5.19. Implicaciones de la respuesta parcial en pacientes que no alcanzan
< la remisión
u
-z. Representa la continuidad de la enfermedad en una forma más leve.
Se puede deber a un tratamiento inadecuado en las primeras fases.
También se puede deber a distimia o a trastornos de la personalidad subyacentes.
Lleva a un incremento de los índices de recaída.
g Causa un constante deterioro funcional.
o Se asocia a un incremento de los índices de suicidio.
Los índices de remisión son más elevados con antidepresivos o combinaciones de antide-
presivos que unen la acciones serotoninérgicas y noradrenérgicas, en comparación con
los que sólo tienen acciones selectivas serotoninérgicas.
Corolario: Los pacientes que no responden a un agente de acción única pueden responder,
y eventualmente lograr la remisión, con los agentes de acción dual.
166
En resumen, la evolución natural de la depresión indica que se trata de
una enfermedad que dura toda la vida, en la que es probable que se presenten
recaídas en el plazo de unos meses después de un episodio dado, especial- <
mente si no se ha tratado, o no se ha tratado lo suficiente, o si la administra- I
O
ción de antidepresivos se ha interrumpido, y con propensión a múltiples recu-
rrencias posiblemente evitables mediante un tratamiento a largo plazo con an- o
údepresivos. Los índices de respuesta a los antidepresivos son elevados, pero
ios de remisión resultan decepcionantemente bajos a menos que se reconozca O
la mera respuesta como objetivo de un tratamiento más agresivo, posiblemen-
te mediante fármacos aislados o combinaciones de ellos con mecanismos far-
i
macológicos duales serotonina-norepinefrína cuando los agentes selectivos no
resulten plenamente efectivos. •Q
co
LLI
Oí
Q.
167
curso de la enfermedad crónico y caótico, entrando y saliendo del hospital, con
< episodios psicóticos y recaídas. Hay una preocupación importante porque el
uso intermitente de estabilizadores del estado de ánimo, un seguimiento esca-
o
so y un incremento en el número de episodios hagan que se produzcan aún
más episodios de trastorno bipolar, y con una respuesta al litio cada vez me-
o nor. Así, estabilizar los trastornos bipolares con estabilizadores del humor, an-
2 tipsicóticos atípicos y antidepresivos resulta cada vez más importante no sólo
o para devolver la salud a estos pacientes, sino también para prevenir resultados
i
Oí
a largo plazo adversos.
á
o 5.2.5. LOS TRASTORNOS AFECTIVOS A LO LARGO DEL CICLO VITAL!
y ¿CUÁNDO EMPIEZAN A FUNCIONAR LOS ANTIDEPRESIVOS?
Q-
168
ción de estimulantes y antidepresivos, y se inicie un tratamiento con estabiliza-
dores del estado de ánimo como el ácido valproico o el litio.
Adolescentes. La documentación sobre la seguridad y la eficacia de los 5
antidepresivos y los estabilizadores del estado de ánimo es más abundante para o
o.
los adolescentes que para los niños, aunque no llega al nivel de los adultos.
co
Esto resulta lamentable, ya que con frecuencia los trastornos afectivos se ini- O
cian en la adolescencia, especialmente en el caso de las niñas. No sólo los tras- z
tornos afectivos se inician frecuentemente después de la pubertad, sino que los Oí
niños en los que éstos aparecen en una fase anterior a la pubertad suelen ex- O
perimentar una exacerbación en la adolescencia. La reestructuración sináptica
se incrementa espectacularmente a partir de los seis años y durante toda la ado-
lescencia. El inicio de la pubertad también se da en ese momento del ciclo vi- O
tal. Estos hechos pueden explicar el espectacular aumento en la incidencia de LL¡
Oí
Q.
IR aparición de trastornos afectivos, así como la exacerbación de los trastornos
afectivos preexistentes, durante la adolescencia.
Por desgracia, los trastornos afectivos frecuentemente no se diagnostican
en los adolescentes, en especial si se hallan asociados a una conducta antiso-
cial delictiva o a la drogadicción. Este hecho es lamentable, ya que se puede
perder la oportunidad de estabilizar el trastorno en una fase temprana de su de-
sarrollo y, posiblemente, incluso de prevenir resultados a largo plazo adversos
relacionados con la falta de un tratamiento adecuado si los trastornos afectivos
no se diagnostican y se tratan agresivamente en la adolescencia. El psicofar-
macólogo actual debería mostrarse sumamente receloso y alerta ante la posi-
ble presencia de un trastorno afectivo en adolescentes, ya que los tratamientos
pueden muy bien ser tan efectivos en estos últimos como en los adultos, y qui-
zás resultar más cruciales para preservar el desarrollo normal del individuo.
169
Neurotransmisor
monoaminérgico
<
o El enzima MAO
destruye el
neurotransmisor
o
9
o
Oí
o
y
OL
Bomba de
recaptación
monoaminérgica
FIG. 5.13. Esta ñgura representa el estado normal de una neurona monoaminérgica. Esta
neurona particular está liberando el neurotransmisor norepinefrina (NE) a una tasa normal.
Todos los elementos reguladores de la neurona también son normales, incluyendo el fun-
cionamiento del enzima MAO, que destruye el NE, la bomba de recaptación de NE, que fi-
naliza la acción de la NE, y los receptores de NE que reaccionan a la liberación de NE.
170
El inhibidor de la
MAO bloquea el co
LU
enzima
impidiéndole
destruir al O
neurotransmisor rx
ce
monoaminérgico co
O
z
o:
O
co
LU
fV
CL
LU
O
FK3. 5.15. Los inhibidores de la monoamino oxidasa actúan como antidepresivos al blo-
:a. Esta quear el enzima MAO, impidiendo de esta forma la destrucción de los neurotransmisores
normal. monoaminérgicos y permitiendo, en consecuencia, que se acumulen. Esta acumulación, teó-
el fun- -camente, invierte la anterior deficiencia de neurotransmisores (véase fig. 5.14) y, según la
. que fi- -ipótesis monoaminérgica, alivia la depresión al devolver a la neurona monoaminérgica a
de NE. >u estado normal.
La bomba de
recaptación es
bloqueada por
antidepresivo
171
do a la inhibición de la MAO (fíg. 5.15). Los antidepresivos tricíclicos también
aumentaban los neurotransmisores monoaminérgicos, produciendo un alivio de
<
la depresión debido al bloqueo de las bombas de transporte de las monoaminas
o (fig. 5.16). Aunque la hipótesis monoaminérgica implica, obviamente, una no-
< ción excesivamente simplificada de la depresión, ha resultado sumamente va- i
o liosa para centrar la atención en los tres sistemas neurotransmisores monoami-
o nérgicos: norepinefrina, dopamina y serotonina. Esto ha llevado a comprender
—I
172
Transportador
de tirosina
Oí
PRODUCCIÓN
DE NOREPINEFRINA O
a.
m
cr>
O
«3
>
O
cu.
a.
LU
Q
NE (norepinefrina)
173
<
o DESTRUCCION
DE LA NOREPINEFRINA
«£
O
O
—j
O
S*
á
o
y
Q-
COMT
destruye la NE
Transportador de NE
FIG. 5.18. La norepinefrina (NE) puede también ser destruida por enzimas en la neurona
noradrenérgica. Los principales enzimas destructores son la monoamino oxidasa (MAO) y
la catecol-O-metiltransferasa (COMT). La acción de la NE se puede interrumpir no sólo por
enzimas que destruyan la NE, sino también por una bomba transportadora de NE, llamada
transportador de NE, que le impide actuar en la sinapsis sin destruirla. Esta bomba trans-
portadora está separada y es distinta de la bomba transportadora de tirosina utilizada en el
transporte de esta sustancia al interior de la neurona noradrenérgica para la síntesis de NE
(véase fig. 5.57). La bomba transportadora que acaba con la acción sináptica de la NE se
llama, a veces, «transportador de NE», y otras, «bomba de recaptación de NE». Existen di-
ferencias moleculares entre los transportadores de la NE, los de la dopamina y los de las
neuronas serotoninérgicas. Estas diferencias pueden ser explotadas por los fármacos, de
modo que se puede bloquear el transportador de una monoamina independientemente
de otro. El transportador de NE forma parte de la maquinaria presináptica, donde actúa
como una «aspiradora» que barre la NE fuera de la sinapsis, lejos de los receptores sináp-
ticos, y detiene sus acciones sinápticas. Una vez dentro del terminal nervioso presináptico.
la NE puede ser o bien almacenada de nuevo para una utilización ulterior cuando llegue otro
impulso nervioso, o bien destruida mediante enzimas destructores de NE.
aleja de los receptores sinápticos e interrumpe sus acciones sinápticas. Una vez
dentro del terminal nervioso presináptico, la NE puede ser o bien almacenada
de nuevo para una reutilización posterior cuando llegue otro impulso nervioso,
o bien destruida mediante enzimas (fig. 5.18).
La neurona noradrenérgica se regula por múltiples receptores de NE
174
RECEPTORES co
DE NOREPINEFRINA LU
o:
o
CO
o
•z.
O
c¿
co
LU
transportador autorreceptor LV
de NE alfa 2 Q.
presináptico
Receptor alfa 2
postsináptico
FiG. 5.19. La neurona noradrenérgica es regulada por múltiples receptores de NE. Aquí se
sallan representados el transportador de NE y varios receptores noradrenérgicos, incluyen-
io el autorreceptor alfa 2 presináptico, así como los receptores adrenérgicos alfa 1, alfa 2 y
neta 1 postsinápticos. El receptor alfa 2 presináptico es importante porque es un autorre-
:eptor. Es decir, cuando el receptor alfa 2 presináptico reconoce la NE sináptica interrum-
pe la liberación ulterior de NE. Así, el autorreceptor alfa 2 presináptico terminal actúa como
m freno para la neurona noradrenérgica. La estimulación de este receptor (es decir, «pisar
:1 freno») interrumpe la descarga neuronal. Esto probablemente ocurre fisiológicamente
para impedir una sobreestimulación de la neurona noradrenérgica, ya que puede detenerse
ella misma una vez que la tasa de descarga es demasiado alta y el autorreceptor ha sido es-
-_mulado. Los receptores noradrenérgicos postsinápticos actúan generalmente reconociendo
juándo se libera NE por parte de la neurona presináptica, y reaccionan desencadenando una
cascada molecular en la neurona postsináptica, provocando de ese modo que la neurotrans-
misión pase de la neurona presináptica a la postsináptica.
175
autorreceptor
alfa 2
< somatodendrítico
o
LU
O autorreceptor alfa 2
terminal
o
—I
O
y
o.
FIG. 5.20. Aquí se representan los dos tipos de autorreceptores alfa 2 presinápticos. Se ha-
llan localizados tanto en el terminal axónico, donde se les denomina receptores alfa 2 ter-
minales, como en el cuerpo celular (soma) y las dendritas cercanas, donde reciben el nom-
bre de receptores alfa 2 somatodendríticos.
176
O
a.
co
co
O
Z
ce
O
co
LU
CU.
Fia 5.21. Los receptores alfa 2 presinápticos son importantes porque, cuando reconocen
a NE, interrumpen su liberación. Aquí se representa la función de los autorreceptores so-
natodendríticos presinápticos: actuar como freno de la neurona noradrenérgica y, asimis-
no, provocar lo que se conoce como señal reguladora de retroalimentacion negativa. La esr
anulación de este receptor (es decir, «pisar el freno») interrumpe la descarga neuronal.
Esto probablemente ocurre fisiológicamente para impedir una sobreestimulación de la neu-
rona noradrenérgica, ya que la NE puede detenerse por sí misma una vez que la tasa de des-
c»ga es demasiado alta y el autorreceptor ha sido estimulado.
177
<
o
<
o
2
o
¡£
o
y
en
o.
Debilitamiento de la atención.
Problemas de concentración.
Deficiencias de la memoria de trabajo. be
Lentitud en el procesamiento de la información.
Estado de ánimo deprimido.
Retraso psicomotor.
Fatiga.
178
Vías noradrenérgicas LU
5
oQ.
CQ
co
O
•z.
os
O
>—
%
o:
i—
>-
Q
t/5
LU
Q£
Q.
locus
coeruleus
FK3. 5.23. La mayoría de los cuerpos celulares de las neuronas noradrenérgicas del cere-
bro se hallan localizados en el tronco cerebral, en un área conocida como locus coeruleus.
I; te constituye la sede principal de la mayor parte de las vías noradrenérgicas importantes
que median en la conducta y otras funciones como la cognición, el estado de ánimo, las
emociones y los movimientos. Se ha planteado la hipótesis de la disfunción del locus coe-
ruleus como elemento subyacente a aquellos trastornos en los que el estado de ánimo y la
cognición se interrelacionan, como la depresión, la ansiedad y los trastornos de la atención
j el procesamiento de la información.
179
Frontal 1 Depresión
<
<
O
9
o
S*
o
y
Q. FIG. 5.24. Se cree que algunas proyecciones noradrenérgicas desde el locus coeruleus a
corteza frontal son las responsables de las acciones reguladoras de la NE sobre el estado .
ánimo. Los receptores beta 1 postsinápticos pueden ser importantes en la transducción :
las señales noradrenérgicas reguladoras del estado de ánimo en las neuronas diana postí
nápticas.
Frontal 2 Atención
FIG. 5.25. Otras proyecciones noradrenérgicas desde el locus coeruleus a la corteza fron-
tal se cree que median en los efectos de la norepinefrina sobre la atención, la concentración
y otras funciones cognitivas, como la memoria de trabajo y la velocidad de procesamient:
de la información. Los receptores postsinápticos alfa 2 pueden ser importantes en la trans-
ducción de las señales noradrenérgicas reguladoras de la atención en las neuronas dian>
postsinápticas.
180
Corteza límbica
O
cu
CQ
co
O
z
¡v
O
I—
Nivel de energía Agitación Emociones
á
Q
en
FK3. 5.26. La proyección noradrenérgica desde el locus coeruleus a la corteza límbica pue- LLI
de mediar en las emociones, así como en la energía, la fatiga y la agitación psicomotora o a.
el retraso psicomotor.
Cerebelo Temblor
HG. 5.27. La proyección noradrenérgica desde el ZOCMí coeruleus al cerebelo puede me-
*ar en los movimientos motores, especialmente el temblor.
FíG. 5.28. La norepinefrina del tronco cerebral localizada en los centros cardiovasculares
; entróla la tensión sanguínea.
181
Corazón Taquicardia
<
LU
O
9
o
u
Oí
á
o FlG. 5.29. La inervación noradrenérgica del corazón por medio de las neuronas simpáti-
y cas que salen de la médula espinal regula la función cardiovascular, incluyendo la frecuen-
m cia cardíaca, mediante los receptores beta 1.
a.
FIG. 5.30. La inervación noradrenérgica del tracto urinario por medio de las neuronas
simpáticas que salen de la médula espinal regula el vaciado de la vejiga mediante los re-
ceptores alfa 1.
182
transportador
de tirosina
PRODUCCIÓN
DE LA DOPAMINA 5
o
a.
CQ
ÍT>
O
z
ce.
O
Q
co
LL1
ce
a.
DA (DOPAMINA)
FIG. 5,31. La dopamina (DA) se produce en las neuronas dopaminérgicas a partir del pre-
cursor tirosina (tir), que es transportado al interior de la neurona mediante una bomba trans-
portadora activa, denominada transportador de tirosina, y allí convertido en DA, por medio
de dos de los tres enzimas que también sintetizan norepinefrina (fig. 5.17). Los enzimas sin-
tetizadores de DA son la tirosina hidroxilasa (TOH), que produce DOPA, y la DOPA des-
carboxilasa (DDC), que produce DA.
183
<
u DESTRUCCIÓN
UJ
DE LA DOPAMINA
o
—I
transportador
o dopaminérgico
A
w«
(X
o
y
O.
FIG. 5.32. La dopamina (DA) es destruida por los mismos enzimas que destruyen la nore-
pinefrina (véase fig. 5.18), denominados monoamino oxidasa (MAO) y catecol-O-metil-
transferasa (COMT). La neurona dopaminérgica tiene un transportador presináptico (bombe
de recaptación) que es único para dicha neurona, pero que trabaja de forma análoga al
transportador de NE (fig. 5.18).
184
RECEPTORES
DOPAMINÉRGICOS
s
o
transportador Ci-
ca
dopaminérgico
m
O
Z
O
%
cu.
-Q
LU
a.
autorreceptor
presináptico
Éste origina una ralentización del flujo de impulsos nerviosos a través de la neu-
rona serotoninérgica (fig. 5.38). Cuando la 5HT es detectada en la sinapsis por
los receptores presinápticos en los terminales axonicos, esto ocurre a través de
un receptor 5HT1D, también llamado autorreceptor terminal (fig. 5.39). En el
caso del autorreceptor terminal 5HT1D, la ocupación de este receptor inhibe la
liberación de 5HT (figs. 5.39 a 5.42). Por otra parte, los fármacos que bloquean
el autorreceptor 5HT1D pueden provocar la liberación de 5HT (fig. 5.42).
La neurona serotoninérgica no sólo tiene receptores de serotonina locali-
zados presinápticamente, sino que también posee receptores noradrenérgicos
presinápticos que regulan la liberación de serotonina (figs. 5.36 y 5.43 a 5.46).
transportador
de triptófano
<
PRODUCCIÓN
o DE SEROTONINA
zLLi
co Q
so
LLI
2
o
u
Sí
O
o
co TRIPTÓFANO
Q-
I 5HT (SEROTONINA)
£
FlG. 5.34. La serotonina (5-hidroxitriptamina [5HT]) es producida mediante enzimas una
vez que su precursor, el aminoácido triptófano, ha sido transportado al interior de la neuro-
na serotoninérgica. La bomba de transporte del triptófano es distinta a la del transportador
de serotonina (fig. 5.35). Una vez transportado al interior de la neurona serotoninérgica, el
triptófano es convertido en 5-hidroxitriptófano (5HTP) por el enzima triptófano hidroxilasa
(Tri OH). El 5HTP es convertido en 5HT mediante la descarboxilasa de aminoácidos aro-
máticos (AAADC). La serotonina es entonces almacenada en vesículas sinápticas donde per-
manece hasta ser liberada por un impulso neuronal.
186
DESTRUCCIÓN
DE SEROTONINA O
CL
m
<s>
O
z
¡x
O
transportador
serotoninérgico
Q
en
LLi
Oí
a.
Fie 5.35. La serotonina es destruida por el enzima monoamino oxidasa (MAO) y con-
vertida en un metabolito inactivo. La neurona 5HT tiene una bomba transportadora presi-
náptica selectiva para la serotonina, denominada transportador serotoninérgico, análoga al
jansportador de NE en las neuronas NE (fig. 5.18) y al transportador dopaminergico en las
neuronas DA (fig. 5.32).
rotonina. Así, la norepinefrina puede actuar no sólo como freno sino también
como acelerador de la liberación de serotonina (tabla 5.22 y figs. 5-47 y 5.48).
Los sitios anatómicos de control noradrenérgico de la liberación de sero-
tonina se muestran en la figura 5.47, e incluyen el «freno» en los terminales
axónicos de la corteza y el «acelerador» en los cuerpos celulares del tronco ce-
rebral. Esto se muestra de forma esquemática en la figura 5.48.
Inhibitorias:
Interacciones axoaxónicas (axones noradrenérgicos con terminales axónicos serotoninér-
gicos).
Heterorreceptores alfa 2 inhibidores (retroalimentación negativa).
«Frenos».
Excitatorias:
Interacciones axodendríticas (axones noradrenérgicos con cuerpos celulares y dendritas
serotoninérgicos).
Receptores alfa 1 excitatorios (retroalimentación positiva).
«Aceleradores».
187
< RECEPTORES
o SEROTONINÉRGICOS
transportador
serotoninérgico
o
9
o
¡£
o
y
co
Q-
heterorreceptor
alfa 2
5HT3 f celí
5HTX
5HT4
5HT2C
Los receptores 5HT postsinápticos, como los 5HT2A (fig. 5.49), regulan
la transformación de la liberación de 5HT del nervio presináptico en neuro-
transmisión en el nervio postsináptico (fig. 5.50). Los receptores 5HT2A. ~o
5HT2C y 5HT3 se consideran subtipos de receptores serotoninérgicos postsi-
nápticos especialmente importantes, ya que están implicados en las diversas
188
Di
3 <¡
O
Q.
ca
O
•z.
&.
O
1
ÍT)
LU
FlG. 5.37. Los receptores presinápticos 5HT1A son autorreceptores localizados en el soma
celular y en las dendritas, por lo que se les llama autorreceptores somatodendríticos.
i ha desa-
; de 5HT,
ileculares.
1 receptor
¡rgico alfa
ólo por la
íoninérgi-
ninérgicos
¡esignados
esináptica
. regulan
n neuro- FIG. 5.38. Los autorreceptores somatodendríticos 5HT1A representados en la figura ante-
5HT2A, rior (fig. 5.37) actúan detectando la presencia de serotonina y provocando la supresión del
»s postsi- flujo de impulsos neuronales de 5HT, representado aquí en forma de actividad eléctrica dis-
diversas minuida.
189
RG. 5.40. Aquí se representan las consecuencias de estimular un autorreceptor terminal -: :
5HT1D. El autorreceptor terminal de la figura 5.39 está ocupado aquí por 5HT, originando
el bloqueo de la liberación de 5HT, tal como se representa también en la figura 5.41.
190
to
LLl
Oí
O
o.
CD
s
Di
1
I—
>
LU
Q-
or, pero
«recep-
FIG. 5.41. Aquí se representa la dilatación del autorreceptor terminal 5HT1D al ser esti-
mulado por la serotonina. El autorreceptor terminal de la figura 5.40 está ocupado aquí por
5HT, causando el bloqueo de la liberación de 5HT.
terminal FIG. 5.42. Si un fármaco bloquea un autorreceptor terminal 5HT1D presinaptico, éste fa-
iginando vorece la liberación de 5HT al no permitir que la 5HT bloquee su propia liberación. Se es-
ira 5.41. tán ensayando algunos antagonistas 5HT1D en el tratamiento de la depresión.
191
<
o serotonina
O
9
o
Di
á
o ^ 4
y norepinéfrina
co
FiG. 5.43. Aquí se representan los heterorreceptores presinápticos alfa 2 en los termina-
les axónicos serotoninérgicos. ncas i
FIG. 5.44. En esta figura se representa cómo la norepinéfrina puede funcionar como fre-
no para la liberación de serotonina. Cuando se libera norepinéfrina de las neuronas nora-
drenérgicas cercanas, ésta se puede difundir a los receptores alfa 2, no sólo a los de las
neuronas noradrenérgicas, sino también, como aquí se muestra, a los mismos receptores en
las neuronas serotoninérgicas. Al igual que en su acción sobre las neuronas noradrenérgi-
cas, la ocupación de NE de los receptores alfa 2 en las neuronas serotoninérgicas inte-
rrumpirá la liberación de serotonina. Así, la liberación de serotonina puede ser inhibida no
sólo por la serotonina, sino también, como aquí se muestra, por la norepinéfrina. Los re-
ceptores alfa 2 de una neurona noradrenérgica se denominan autorreceptores, pero los
receptores alfa 2 de las neuronas serotoninérgicas reciben el nombre de heterorreceptores.
—
192
norepinefrina
o:
\ <¡
• f receptoi serotonina O
Q.
CQ
co
O
z
O
¡
LLl
termina- FIG. 5.45. Otro tipo de receptor noradrenérgico presináptico en las neuronas serotoninér-
gicas es el receptor alfa 1, localizado en los cuerpos celulares y en las dendritas.
como fre-
onas nora-
tos de las
;eptores en
radrenérgi-
gicas inte-
inhibida no FIG. 5.46. Aquí se representa cómo la norepinefrina puede actuar como ayuda, o «acele-
na. Los re- rador», en la liberación de serotonina. Cuando la norepinefrina interactúa con el receptor
I, pero los alfa 1 somatodendrítico en las neuronas serotoninérgicas, incrementa la liberación de sero-
receptores. tonina.
193
<
Interacciones NE-5HT
o
o
g
o
Qí
o
o
</}
coeruleus
FIG. 5.47. Aquí se representan dos tipos de interacción de la norepinefrina con la seroto-
nina. En el tronco cerebral, una vía desde el locus coeruleus al rafe interactúa con los cuer-
pos celulares serotoninérgicos de éste y acelera la liberación de serotonina. Asimismo, una
segunda vía noradrenérgica a determinadas áreas de la corteza cerebral interactúa con los
terminales axónicos serotoninérgicos de ésta y frena la liberación de serotonina.
194
LU
<
I
O
Cu
o
O
i—
%
0¿
Q
LU
O.
FIG. 5.48. Representación esquemática tanto de las acciones excitatorias como de las ac-
ciones inhibitorias de la norepinefrina en la liberación de serotonina. Es la misma acción
que se muestra en la figura 5.47.
feríeos 5HT3 y 5HT4 también pueden regular el apetito, así como otras fun-
ciones gastrointestinales como la motilidad gastrointestinal (fig. 5.59). Jun-
tando todas estas vías y sus funciones, un hipotético síndrome de deficiencia
de serotonina (tabla 5.23) podría incluir depresión, ansiedad, pánico, fobias,
obsesiones, compulsiones y ansia de comer.
195
<
o
O
2
o
%
cu
o
y
Q-
-:G. 5.51. 1
irea del cere
FIG. 5.49. Un receptor regulador postsináptico clave es el receptor 5HT2A.
G. 5.52.
iportantes
FIG. 5.50. Cuando el receptor 5HT2Apostsináptico de la figura 5.49 es ocupado por 5HT,
provoca la transducción de los impulsos neuronales en la neurona postsináptica mediante la K¡. 5.53.
producción de segundos mensajeros. • udar a ce
196
Vías serotoninérgicas C/5
LU
O
en
tr>
O
Z
Di
O
ex
LU
a:
CL
FIG. 5.51. La sede de los cuerpos celulares de las neuronas serotoninérgicas se halla en el
área del cerebro denominada núcleo del rafe.
FIG. 5.52. Las proyecciones serotoninérgicas desde el rafe a la corteza frontal pueden ser
importantes para regular el estado de ánimo.
Trastorno obsesivo
Ganglios básales Acatisia/agitación compulsivo
FIG. 5.53. Las proyecciones serotoninérgicas desde el rafe a los ganglios básales pueden
ayudar a controlar los movimientos, así como las obsesiones y compulsiones.
197
Áreas límbicas Ansiedad
<
u
zLU
<sy
LU
1 í P ~$-h±.
O
2
o ^"—-"í \ | J l
^ ^
o FIG. 5.54. Las proyecciones serotoninérgicas desde el rafe a las áreas límbicas pueden es- FIG.
y tar implicadas en la ansiedad y el pánico. las n
CO
O- pues,
Hipotálamo Apetito/bulimia
FIG. 5.56. Las neuronas serotoninérgicas de los centros del sueño del tronco cerebral re-
gulan el sueño, especialmente el de ondas lentas.
198
Médula espina! Disfunción sexual
co
LU
o
a.
co
CO
o
Z
O
FiG. 5.57. Las neuronas serotoninérgicas que descienden por la médula espinal pueden ser
en es- las responsables del control de determinados reflejos espinales que forman parte de la res- Q
CO
puesta sexual, como el orgasmo y la eyaculación. LU
£V
Q.
• oá 1 o
O 1r r * 7 O
1 /"« /
J
íito y la FlG. 5.58. La zona de activación quimiorreceptora del tronco cerebral puede mediar en el
vómito, especialmente a través de los receptores 5HT3.
Intestino Retortijones/diarrea
J /
FIG. 5.59. Los receptores periféricos 5HT3 y 5HT4 del intestino pueden regular el apeti-
rebral re-
to, así como otras junciones gastrointestinales como la motilidad gastrointestinal.
199
5.3.3. LOS ANTIDEPRESIVOS CLÁSICOS Y LA HIPÓTESIS MONOAMINÉRGICA
<
o Los primeros antidepresivos que se descubrieron provenían de dos clases
de agentes: los antidepresivos tricíclicos, así llamados porque su estructura
química tiene tres anillos, y los IMAO, o inhibidores de la MAO, denomina-
o dos así porque inhiben el enzima MAO, que destruye los neurotransmisores
monoamínérgicos. Cuando los antidepresivos tricíclicos bloquean el transpor-
o tador de NE, aumentan la disponibilidad de NE en la sinapsis, ya que la bom-
200
Debido a estas y a otras dificultades, el núcleo de las hipótesis sobre la etiolo-
gía de la depresión empezó a desplazarse de los propios neurotransmisores co
LU
monoaminérgicos a sus receptores. Como veremos, las teorías contemporáneas Oí
3
han pasado de los receptores a los eventos moleculares que regulan la expre- o
o.
sión génica. Cü
co
o
es:
5.3.4. HIPóTESIS DE LOS RECEPTORES DE NEUROTRANSMISORES O
Funcionamiento normal
FIG. 5.60. La hipótesis del receptor monoaminérgico en la depresión postula que algo no
funciona en los receptores de los principales neurotransmisores monoaminérgicos. De
acuerdo con esta teoría, una anomalía en los receptores para los neurotransmisores monoa-
minérgicos conduce a la depresión. Tal alteración en los receptores de los neurotransmiso-
res puede estar causada por un agotamiento de los neurotransmisores monoaminérgicos, por
anomalías en los propios receptores o por algún problema con la transducción de la señal
del mensaje del neurotransmisor desde el receptor a otros acontecimientos posteriores. Aquí
se representa la neurona monoaminérgica normal, con la cantidad normal de neurotransmi-
sor monoaminérgico y la cantidad normal de receptores monoaminérgicos funcionando co-
rrectamente.
201
<
o
0
2
o
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FiG. 5.62. Las consecuencias del agotamiento del neurotransmisor monoaminérgico, del
estrés o de alguna anormalidad heredada en el receptor del neurotransmisor, podrían pro-
vocar que los receptores postsinápticos se regularan al alza de forma anómala (indicado
mediante el círculo rojo). Esta regulación al alza u otra disfunción del receptor se halla hi-
potéticamente vinculada a la causa de la depresión.
203
des endocrinas como el hipoparatiroidismo (déficit de la hormona paratiroi-
< dea), el seudohipoparatiroidismo (déficit de los receptores paratiroideos, pero
niveles de hormona paratiroidea normales), y seudo-seudohipoparatiroidismo
u (deficiencia en la transducción de la señal que lleva a un estado clínico de hi-
LLl
poparatiroidismo a pesar de los niveles normales de hormona y de receptor).
(D Quizá se da una situación parecida en la depresión, debida a un supuesto
2 problema en los eventos moleculares distales al receptor. Así, los sistemas de
o segundo mensajero que llevan a la formación de los factores de transcripción
1 intracelular que controlan la regulación génica podrían constituir el sitio del
funcionamiento deficitario de los sistemas monoaminérgicos. Este es el tema
á de una gran parte de la investigación actual sobre la potencial base molecular de
o
y los trastornos afectivos. Esta hipótesis sugiere alguna forma de deficiencia
Q. molecularmente mediatizada en las monoaminas, distal a las propias mono-
aminas y sus receptores, a pesar de los niveles aparentemente normales de
monoaminas y del número de receptores monoaminérgicos.
Un mecanismo candidato que se ha propuesto como el sitio de un posible
defecto en la transducción de la señal de los receptores monoaminérgicos es el
gen específico del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF). Normal-
mente, el BDNF sustenta la viabilidad de las neuronas cerebrales, pero en con-
diciones de estrés el gen del BDNF es reprimido (fig. 5.63), lo que lleva a la
atrofia y a la posible apoptosis de las neuronas vulnerables del hipocampo
cuando se interrumpe el suministro de BDNF (fig. 5.64). Esto, a su vez, lleva
a la depresión y a las consecuencias de los episodios depresivos repetidos, al
saber, que cada vez hay más episodios y menor respuesta al tratamiento. Esta
posibilidad de que el tamaño de las neuronas del hipocampo disminuya y su
función se deteriore durante la depresión se ve confirmada por diversos estu-
dios recientes basados en la tecnología de obtención de imágenes, que mues-
tran una reducción del volumen cerebral de las estructuras afectadas. Esto da
pie a una hipótesis molecular y celular de la depresión coherente con un me-
canismo distal al receptor de neurotransmisores y que implica una anormali-
dad en la expresión génica. Así, la vulnerabilidad inducida por estrés dismi-
nuye la expresión de los genes que fabrican factores neurotróficos como el
BDNF, fundamentales para la supervivencia y la función de neuronas clave
(fig. 5.63). Un corolario de esta hipótesis es que los antidepresivos actúan in-
virtiendo este proceso, haciendo que se activen los genes responsables de los
factores neurotróficos (véase el capítulo 6).
204
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de sustancia P
liberación
de sustancia P
FiG. 5.65. Clásicamente se creía que la sustancia P estaba implicada en la respuesta dolo-
rosa, ya que ésta se libera por las neuronas de los tejidos periféricos como respuesta a la in-
ñamación, causando inflamación y dolor «neurógenos». Además, la sustancia P está pre-
sente en las vías espinales del dolor, lo que sugiere que quizá tenga un papel en el dolor
mediado por el sistema nervioso central. Por desgracia, sin embargo, los antagonistas de los
receptores de la sustancia P se han mostrado incapaces de reducir la inflamación o el dolor
neurógenos de muchos tipos en las pruebas con humanos.
por encontrar antagonistas para los tres tipos conocidos de neuroquininas, con
el fin de ver si podrían tener acciones terapéuticas en una amplia variedad de
trastornos psiquiátricos. La sustancia P y las neuroquininas con ella relaciona-
das están presentes en áreas del cerebro como la amígdala, que se cree resul-
tan fundamentales en la regulación de las emociones (fig. 5.66). Las neuro-
quininas se hallan también presentes en áreas del cerebro ricas en monoami-
nas, lo que sugiere un potencial papel regulador de las neuroquininas en los
neurotransmisores monoaminérgicos cuya importancia se conoce ya en nume-
rosos trastornos psiquiátricos y en los mecanismos de acción de muchos fár-
macos psicotrópicos. Así, los antagonistas de las tres neuroquininas importan-
tes se hallan actualmente en fase de ensayo clínico para varios estados de dis-
función emocional, incluyendo la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia. En
los próximos años debería evidenciarse si se puede explotar esta estrategia
207
QL
amígdala y áreas
límbicas
centros centros
dopaminérgicos' tnoradrenérg¡cos
FIG. 5.66. La sustancia P y las neuroquininas con ella relacionadas están presentes en
áreas del cerebro como la amígdala, que se cree resultan fundamentales en la regulación de
las emociones. Las neuroquininas se hallan también presentes en áreas del cerebro ricas en
monoaminas, lo que sugiere un potencial papel regulador de las neuroquininas en los neu-
rotransmisores monoaminérgicos cuya importancia se conoce ya en numerosos trastorne;
psiquiátricos y en los mecanismos de acción de muchos fármacos psicotrópicos.
208
sustancia P
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FlG. 5.67. Aquí se representan las secuencias de aminoácidos para las tres neuroquininas •Q
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sustancia P, neuroquinina A (NK-A) y neuroquinina B (NK-B). La sustancia P tiene 11 uni- LLI
dades de aminoácidos, mientras que la NK-A y la NK-B tienen 10 cada una. Varios de es- a.
tos aminoácidos son los mismos en los tres péptidos.
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L síntesis RG. 5.68. Neuronas que utilizan la sustancia P y receptores NK-1, parte 1. Para las neuro-
neurona nas que utilizan la sustancia P, la síntesis se inicia con el gen denominado pre-protaquiqui-
idos die- nina A (PPT-A). Este gen se transcribe en el ARN, que luego es «editado» para formar tres
íS produ- variantes de empalme alternativas del ARNm: alfa, beta y gamma. Aquí se representan las
resan di- acciones de la versión del ARNm llamada ARNm alfa-PPT-A. Este ARNm pasa a transcri-
DS neuro- birse en una proteína denominada alfa-PPT-A, que es la «abuela» de la sustancia P. Ésta se
convierte, en el retículo endoplasmático, en la «madre» de la sustancia P, denominada pro-
proteínas taquiquinina A (alfa PT-A). Finalmente, esta proteína se recorta aún más en la vesícula si-
n a estas náptica gracias a otro enzima, llamado enzima de conversión, y forma la propia sustancia P.
209
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retículo proteína
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FlG. 5.69. La sustancia P y los receptores NK-1, parte 2. La sustancia P también se pue-
de formar a partir de otras dos proteínas, llamadas beta-PPT-A, aquí representada, y gair-
ma-PPT-A, que se representa en la figura 5.70. Estas proteínas provienen de diferentes va
riantes de empalme del ARNm, pero del mismo gen PPT-A precursor.
210
retículo receptor
endoplasmático proteína NK-1
ARNm y-PPT-A y-PPT-A Oí
empalmada peptidasa
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gen
PPT-A
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RG. 5.70. La sustancia P y los receptores NK-1, parte 3. Aquí se representa cómo se for-
ma la sustancia P a partir de la gamma-PPT-A. Por tanto, la sustancia P se puede formar a
partir de tres proteínas derivadas del gen PPT-A: alfa, beta y gamma-PPT-A (véanse tam-
bién figs. 5.68 y 5.69). Cuando la sustancia P es liberada por las neuronas, prefiere interac-
_¿r selectivamente con el subtipo de receptor neuroquininérgico denominado NK-1 (figs.
68 a 5.70). Sin embargo, existe una discrepancia en el cerebro entre el lugar donde se lo-
caliza la sustancia P y el lugar donde se localizan los receptores NK-1, lo cual sugiere que
J sustancia P actúa preferentemente por neurotransmisión de volumen a lugares alejados de
sis terminales axónicos, en lugar de hacerlo por neurotransmisión sináptica clásica.
:enen de diferentes variantes de empalme del ARNm, pero del mismo gen
?PT-A precursor. A partir de estas proteínas no sólo se puede formar la sus-
Weia P, sino también otra importante neuroquinina, denominada neuroquini-
• A (NK-A) (figs. 5.71 y 5.72). Por tanto, la sustancia P se puede formar a
partir de tres proteínas derivadas del gen PPT-A, alfa, beta y gamma-PPT-A
figs. 5.68 a 5.70), y la NK-A se puede formar a partir de dos de ellas, beta y
¿amma-PPT-A (figs. 5.71 y 5.72).
La sustancia P es liberada por las neuronas y prefiere interactuar selecti-
vamente con el subtipo de receptor neuroquininérgico denominado NK-1
figs. 5.68 a 5.70). Curiosamente, sin embargo, existe una pequeña discre-
pancia en el cerebro entre el lugar donde se localiza la sustancia P y el lugar
¿onde se localizan los receptores NK-1. Esto puede sugerir que la sustancia P
jctúa preferentemente por neurotransmisión de volumen a lugares alejados de
sus terminales axónicos, en lugar de hacerlo por neurotransmisión sináptica
clásica.
La neuroquinina A y los receptores NK-2. La neuroquinina A (NK-A)
; otro miembro de la familia neuroquininérgica de neurotransmisores peptídi-
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212
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NK-2
FIG. 5.72. La neuroquinina A y los receptores NK-2, parte 2. Aquí se representa la for-
mación de NK-A a partir de la proteína gamma-PPT-A. Las proteínas beta y gamma-PPT-
A son las «abuelas» de la NK-A, y su tamaño se reduce del mismo modo que se ha descri-
to para la sustancia P, formando finalmente el neurotransmisor peptídico NK-A. La neuro-
quinina A se une concretamente al receptor NK-2. Al igual que ocurría con la sustancia P,
hay una discrepancia anatómica entre este neurotransmisor y su receptor, lo cual sugiere el
importante papel de la neurotransmisión de volumen no sináptica también para la NK-A.
Sin embargo, la distribución anatómica de la NK-A es distinta de la de la sustancia P, y la
distribución anatómica de los receptores NK-2 es diferente de la de los receptores NK-1.
5.4. Resumen
En este capítulo hemos presentado dos grandes temas psicofarmacológicos:
los trastornos afectivos y los neurotransmisores monoaminérgicos y neuropeptí-
dicos. Hemos descrito las características clínicas, la epidemiología y el curso lon-
gitudinal de varios tipos de depresión, incluyendo el impacto de los tratamientos
en la resolución a largo plazo de los trastornos afectivos. También hemos descri-
213
< retículo
o endoplasmático
ARNm PPT-B
empalmada
ARNm
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2
o
i
c¿
gen
PPT-B
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y
Q.
receptor
NK-3
214