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Ficha de cátedra Nº 18
Trastornos mentales y Psicofarmacología
Jesica Custodio y Viviana Mandich
Índice
1. Concepto de trastorno mental 2
2. Esquizofrenia 3
2.1 Características generales 3
2.2 Neurobiología de la esquizofrenia 4
3 Trastornos Depresivos 8
3.1 Características generales 8
3.2 Neurobiología de la depresión 8
4 Trastornos de Ansiedad 10
4.1 Características generales 10
4.2 Neurobiología de la ansiedad 12
5 Psicofarmacología 14
5.1 Conceptos generales 14
5.2 Sistemas Moduladores 15
5.3 Fármacos con efecto antipsicótico 16
5.4 Fármacos con efecto antidepresivo 18
5.5 Fármacos con efecto ansiolítico 21
6 Conclusiones 24
7 Bibliografía 25
1
En las próximas líneas se desarrollarán principios y nociones generales de ciertos
trastornos mentales tales como la esquizofrenia, los trastornos depresivos y los
trastornos de ansiedad, abordando sus bases neurobiológicas y los principales
psicofármacos que se utilizan en su terapéutica.
Ha de tenerse en cuenta que, al tratarse de un texto introductorio, el objetivo es
presentar una primera aproximación al tema que facilite abordar luego bibliografía que
desarrolle estos conceptos con mayor especificidad.
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Por otro lado, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM)
en sus sucesivas ediciones, postula un concepto de trastorno psiquiátrico un tanto vago
e impreciso, al incorporar a la noción de enfermedad múltiples conductas y estados
psicológicos. Para el DSM 5, se trataría de un síndrome caracterizado por una alteración
clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el
comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos
psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental.
Habitualmente, los trastornos mentales van asociados a un estrés significativo o una
discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes.
En la actualidad, la psicopatología evolucionista, en un intento por superar a los
modelos categoriales, plantea una nueva forma de conceptualizar a los trastornos
mentales como conductas adaptativas en su origen, pero desajustadas en el individuo
que las padece. Mientras que, por su parte, tanto el DSM como la CIE (Clasificación
Internacional de Enfermedades) al hacer referencia a los trastornos mentales como
entidades discretas, establecen límites entre normalidad y anormalidad.
En lo sucesivo, se desarrollarán características generales y aspectos de la neurobiología
de los siguientes trastornos mentales: Esquizofrenia, Trastornos Depresivos y
Trastornos de Ansiedad.
2. Esquizofrenia
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Presenta gran heterogeneidad respecto a las características clínicas, severidad y curso, lo
cual dificulta la exploración de la neurobiología subyacente. La información actual
indica que factores genéticos, ambientales e influencias del neurodesarrollo,
contribuirían a su desarrollo.
Se puede identificar en este trastorno la presencia de los siguientes síntomas:
Síntomas Positivos (presencia de conducta anómala) Delirios. Desorganización
conceptual. Comportamiento alucinatorio. Excitación. Grandiosidad.
Desconfianza. Hostilidad.
Síntomas Negativos (ausencia de conducta normal) Embotamiento afectivo.
Retraimiento emocional. Contacto pobre. Retraimiento social. Pasividad. Apatía.
Dificultad en el pensamiento abstracto. Falta de espontaneidad y fluidez en la
conversación. Pensamiento estereotipado.
Síntomas Cognitivos: Disminución en la velocidad de procesamiento de la
información, déficit en la memoria de trabajo, déficit atencional.
Síntomas Afectivos: Ansiedad, depresión, ideación suicida.
Dificultades Sociales: No comprenden chistes ni metáforas, tienden a
comprender literalmente. Alteraciones en la prosodia. Alteraciones en la
cognición social (entendida como el conjunto de procesos que permite saber que
piensan, creen y sienten las otras personas). Alteración en la utilización y
percepción de las emociones.
Alteraciones anatómicas:
Se ha documentado a través de estudios post mortem y estudios con neuroimagenes:
-Disminución del volumen craneal (lo cual implica disminución del volumen cerebral,
de la sustancia gris en general y específicamente disminución del volumen de los
lóbulos frontales y temporales).
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-Dilatación ventricular (ventrículos laterales y 3º ventrículo).
-Ensanchamiento de surcos y cisuras (frontotemporal y temporoparietal).
-Disminución del metabolismo en el prefrontal.
-Patología en el sistema límbico (reducción del tejido y citoarquitectura alterada).
-Patología talámica (reducción del volumen, pérdida celular).
-Ausencia de asimetría estructural normal en algunas regiones corticales.
Alteraciones histológicas:
Se ha reportado una disposición anormal de poblaciones celulares que llevarían a
establecer un patrón de conexiones sinápticas atípico entre la corteza prefrontal y el
sistema límbico. Se halló evidencia de células piramidales desorganizadas, carentes de
organización uniforme, dando lugar a una falta de polaridad celular y a conexiones
sinápticas anormales. Estas alteraciones han sido postuladas como uno de los
condicionantes de la sintomatología esquizofrénica.
Las alteraciones neuroanatómicas y citoarquitectónicas presentes en el cerebro de los
esquizofrénicos serían muy anteriores a la aparición de síntomas, ya que estarían
presentes desde los inicios de la vida, pudiendo reflejar problemas genéticos y de
desarrollo.
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Los tratamientos antipsicóticos, al reducir la transmisión dopaminérgica, a menudo
causan sintomatología extrapiramidal similar a la del Parkinson. A su vez, los fármacos
antipsicóticos típicos, como la clorpromazina, actúan antagonizando los receptores
postsinápticos D2 de dopamina. Sin embargo, estos fármacos son más efectivos para
tratar la sintomatología positiva que la negativa.
A su vez, una de las vías importantes en el córtex prefrontal es la vía aferente
dopaminérgica que proyecta desde el área tegmental ventral. Su alteración interfiere en
el rendimiento de tareas cognitivas en animales de laboratorio, y esto lleva a pensar que
una alteración de esta vía dopaminérgica estaría implicada en algunos de los síntomas
de la esquizofrenia.
Sin embargo, dado a que un porcentaje de pacientes con esquizofrenia no responden a
los psicofármacos dopaminérgicos, comenzaron a plantearse otras hipótesis como, por
ejemplo, la hipofrontalidad. Al realizar pruebas (que en sujetos sanos llevarían a activar
esta área), los sujetos esquizofrénicos muestran una falta de activación de la corteza
prefrontal, concretamente de la región dorsolateral.
Se ha propuesto que una lesión en el área prefrontal dorsolateral sería la responsable de
la hipofunción de la vía dopaminérgica mesocortical, que daría cuenta del deterioro y
alteración del funcionamiento cognitivo en la esquizofrenia. Esta lesión afectaría la
regulación cortical de tipo inhibitorio sobre la vía dopaminérgica mesolímbica
convirtiéndola en hiperfuncional, explicando los síntomas positivos de la enfermedad.
Esta hipótesis se sustenta a partir de la hipofrontalidad detectada a través de estudios
con tomagrafias por emisión de positrones y el aumento del flujo sanguíneo observado
en la región frontal, tras la administración de agonistas dopaminérgicos.
Otro enfoque de la teoría dopaminérgica propone que la hipofunción de la dopamina en
la corteza prefrontal es la responsable de algunos de los síntomas prodrómicos antes de
la primera fase aguda, y de los síntomas deficitarios de la esquizofrenia. El estrés, que
forma parte de los aspectos clínicos de la recaída, sería el responsable de esta
disminución funcional de la dopamina. De hecho, el estrés aumenta la respuesta
dopaminérgica, y podría tener un efecto neurotóxico sobre los sistemas de
catecolaminas de la corteza prefrontal.
A su vez, la hipofrontalidad es un indicador de la disfunción severa de los lóbulos
frontales, que justamente correlaciona con sintomatología negativa y con el déficit
cognitivo que es permanente (presente incluso antes y entre los episodios psicóticos
siendo a menudo una de las características más limitante de esta patología).
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Más allá del rol de la dopamina, se han hallado otras modificaciones bioquímicas
como: disminución de los metabolitos de la dopamina en el líquido cefalorraquídeo,
aumento de receptores dopaminergicos D2 del cuerpo estriado, disminución de la
expresión del ARNm D2 y D4 en regiones corticales específicas, disminución del
glutamato cortical, aumento de los receptores corticales de glutamato, disminución de
los sitios de captación de glutamato en la corteza del cíngulo, disminución del ARNm
para la síntesis de GABA en la corteza prefrontal y aumento de los sitios de unión
GABA a en la corteza cingulada.
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En la actualidad, se ha evidenciado en la mayoría de los individuos con esquizofrenia la
presencia de un exceso de eventos perjudiciales durante el periodo prenatal y/o
perinatal, la presencia de ciertos signos conductuales y neurocognitivos durante la
infancia y la adolescencia, y rasgos de personalidad esquizotípica. Estos datos sugieren
una alteración patogénica en el neurodesarrollo de estos individuos. Es decir, algunas
personas heredan la posibilidad de desarrollar esquizofrenia, pudiendo activarse a partir
de la experiencia.
3. Trastornos Depresivos
Nivel neuroanatómico:
Tanto las descripciones de pacientes con lesiones cerebrales en áreas específicas como
también las nuevas técnicas de neuroimagen han aportado gran información sobre este
aspecto. La heterogeneidad de la sintomatología en el trastorno depresivo mayor (TDM)
da cuenta de la participación de distintas áreas cerebrales.
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A pesar de que en los últimos años se han localizado múltiples áreas implicadas en la
fisiopatología de la depresión, todavía es escaso el conocimiento sobre cómo funcionan
y cómo se interrelacionan formando diferentes circuitos.
Diversas investigaciones dan cuenta de algunos de los cambios anatómicos y
funcionales más frecuentes en estos trastornos.
Entre los cambios anatómicos, se ha observado una reducción en el volúmen cortical y
subcortical de ciertas estructuras como por ejemplo, el hipocampo (no siendo este
cambio exclusivo de la depresión), la corteza cingulada anterior (más específicamente la
corteza subgenual) y la corteza pre-frontal orbital.
A su vez, también se han reportado cambios a nivel funcional. En líneas generales,
muchos estudios muestran un aumento de actividad en estructuras implicadas en el
procesamiento emocional como por ejemplo la amígdala, la corteza prefrontal orbital y
la corteza subgenual junto con una actividad disminuida en áreas implicadas en la
regulación emocional como, por ejemplo, la corteza prefrontal dorsomedial. A su vez, la
alteración en el funcionamiento de la corteza prefrontal dorsolateral afectaría por
ejemplo la planificación y la toma de decisiones.
Nivel bioquímico
Desde un enfoque molecular, la hipótesis monoaminérgica ha sido el marco conceptual
predominante en relación con el TDM. Esta teoría plantea que la sintomatología se
originaría por una baja disponibilidad de monoaminas en el espacio sináptico. Es decir,
este trastorno respondería a un un déficit de monoaminas en ciertos sitios cerebrales.
Entre las monoaminas principalmente implicadas se encuentran la noradrenalina (NA),
la dopamina (DA) y la serotonina (5-HT).
Los primeros estudios acerca de las bases moleculares de la depresión se remontan al
uso de la reserpina. Se trata de un fármaco antihipertensivo que disminuye las
monoaminas a nivel cerebral (NA, DA y 5-HT). La aparición de la depresión como
efecto no deseado frente al consumo de este fármaco, llevó a pensar que estos
neurotransmisores debían estar implicados en los procesos afectivos siendo uno de los
pilares de la teoría monoamiérgica. Esto implicó un gran desarrollo en el avance de los
tratamientos farmacológicos para la depresión.
También se ha propuesto una segunda teoría que estipula que en la depresión habría un
funcionamiento alterado de los receptores de las monoaminas que respondería a una
disminución de estos neurotransmisores.
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Sin embargo, los estudios actuales dan cuenta de que el TDM no puede ser explicado
sólo a partir de una alteración en la actividad de los sistemas de neurotransmisión.
Nivel neuroendócrino:
Varios estudios han demostrado que en el TDM hay una desregulación en la respuesta
de estrés con alteraciones significativas en el funcionamiento del eje endócrino
Hipotálamo-Hipofiso-Adrenal (HHA). Estos pacientes presentan una hiperactividad de
este eje, lo cual implica un aumento del factor liberador de corticotrofina (CRF), de
adenocorticotrofina (ACTH) e hipercortisolemia.
La actividad del eje HHA está controlada por determinados circuitos cerebrales, que
incluyen al hipocampo (que ejerce una influencia inhibitoria sobre la síntesis del CRF
en el núcleo paraventricular del hipotálamo) y a la amígdala. El cortisol, mediante su
efecto sobre el hipocampo y el hipotálamo, activa un mecanismo de retroalimentación
negativa que detiene el funcionamiento del eje. Se ha demostrado que concentraciones
elevadas de cortisol sostenidas en el tiempo pueden dañar las neuronas del hipocampo.
Esto conlleva a una reducción de la retroalimentación negativa sobre el eje HHA que
mantiene elevada la actividad del cortisol, causando a su vez, mayor daño hipocampal.
Este deterioro a nivel del hipocampo contribuye a las alteraciones cognitivas de la
depresión. Actualmente, sigue siendo tema de debate si la alteración del eje HHA sería
una causa primaria o secundaria de la depresión.
4. Trastornos de Ansiedad
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En este sentido, la ansiedad es una respuesta adaptativa al tratarse de un sistema de
alarma, un mecanismo de defensa que prepara y protege al organismo frente a amenazas
o riesgos potenciales. Esta respuesta adaptativa incrementa el estado de alerta, favorece
la capacidad de reacción a los estímulos y a su vez, mejora la habilidad para responder a
ellos. Este tipo de ansiedad, de intensidad moderada, presenta relación con el estímulo
que la genera y motiva conductas de afrontamiento efectivas.
in em ar o puede con ertirse en ansiedad patoló ica alterando el uncionamiento
normal cuando se enera ante est mulos inadecuados o inexistentes, cuando resulta
despropocionada ante una determinada situación (intensidad) y/o cuando se prolonga
demasiado (persistencia en el tiempo).
Por lo tanto, si bien la ansiedad genera una serie de manifestaciones físicas y psíquicas
que , puede
superar la capacidad adaptativa de la persona dando lugar a trastornos de ansiedad (TA).
En estos casos, la ansiedad genera malestar significativo con síntomas que afectan en el
plano físico, psicológico y social.
Los TA se encuentran entre las patologías mentales más prevalentes, siendo a su vez
mayor en mujeres que en hombres.
u etiolo a es multi actorial de ido a que interact an actores ioló icos psicoló icos
y sociales entre otros su ez la presencia de actores de ries o y actores protectores
median la expresión de estos trastornos.
En la Tabla 1 se muestran los trastornos mentales que en el DSM 5 ha reunido bajo el
concepto de TA.
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Más allá de las diferentes características y las particularidades en la presentación clínica
propia de cada trastorno, entre los síntomas nucleares comunes al espectro de los TA se
encuentran el miedo y la preocupación excesiva.
Estos pacientes presentan patrones cognitivos distorsionados (que justifican las
alteraciones a nivel conductual y a nivel emocional) caracterizados por una
sobrevaloración amenazante de los estímulos y una infravaloración de sus recursos para
afrontarlos.
Algunas manifestaciones clínicas habituales son las alteraciones del sueño, las
dificultades de concentración, la fatiga, la sensación de inquietud, la irritabilidad, la
sensación de “aho o” entre otras
Nivel neuroanatómico:
Tanto las técnicas de in esti ación cere ral como la experimentación con animales por
e emplo estimulación o destrucción de ciertas áreas y administración de sustancias
ansio énicas o ansiol ticas) han permitido identificar regiones del cerebro involucradas
en la ansiedad. os estudios realizados han demostrado que no existe una nica re ión
sino por el contrario numerosos centros ner iosos que participan tanto en la producción
como en la modulación de la ansiedad.
Entre las regiones cerebrales implicadas se pueden mencionar di ersas porciones de la
corteza cere ral el septo lateral la am dala el hipocampo al unas áreas del
hipotálamo la sustancia ris periacueductal el n cleo del ra é dorsal y el locus
coeruleus.
Algunos estudios en animales han demostrado que la estimulación eléctrica de la
am dala, del locus coeruleus o de la sustancia ris periacueductal producen si nos de
ansiedad o erdaderas crisis de pánico. De modo contrario, la lesión de ciertas áreas de
la amígdala produce una disminución de la ansiedad.
studios uncionales en seres humanos resonancia ma nética uncional o tomo ra a
por emisión de positrones han su erido que la am dala y di ersas porciones de la
corteza l m ica se acti an cuando se los somete a situaciones ansió enas, como por
e emplo a est mulos ó icos. En la sustancia gris periacueductal se desencadena la
conducta de escape o inmovilidad.
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l hipotálamo lateral está implicado en la acti ación a ni el simpático. Su estimulación
genera por ejemplo incremento en la frecuencia card aca presión arterial piloerección y
miosis entre otras su ez el n cleo para entricular participa en la acti ación
endocrina.
l c n ulo, el parahipocampo y la corteza prefrontal también participan en la ansiedad.
A la corteza cere ral lle a in ormación de los ór anos sensiti os peri éricos y de
estructuras como el hipotálamo y la am dala.
Luego de experimentada la situación o estímulo ansiógeno, una serie de estructuras
participa en su inhibición tales como el hipocampo, la corteza prefrontal y el septum.
En los TA, desde un punto de vista anatómico, el miedo está intimamente relacionado
con la hiperactivación de la amígdala y la preocupación con el funcionamiento alterado
de los circuitos cortico-estriado-talámico-corticales “circuitos de la preocupación”
Nivel bioquímico:
ni el molecular tampoco parece existir un nico sistema de neurotransmisión
encargado de producir o modular la ansiedad. Tanto en la generación como en la
extinción de la ansiedad participan diversos neurotransmisores como A (Adrenalina), 5-
HT (Serotonina noradrenalina opamina ácido amma-amino-
ut rico) y glutamato.
n l neas enerales se su iere que la ansiedad estar a modulada por la acción del
sistema ér ico que disminuir a lo almente la ansiedad), y el sistema
glutamatér ico que tendr a acciones ansio énicas su ez el resto de los sistemas de
neurotransmisión presentar an sus acciones ansiol ticas o ansio énicas modulando la
actividad de las distintas regiones del cerebro implicadas en la ansiedad.
El desarrollo de fármacos con efecto ansiolítico ha sugerido que en los TA habría una
alteración a nivel GABAérgico y serotoninérgico.
El GABA es el neurotransmisor de acción inhibitoria más importante en el SNC ya que
aproximadamente el 30% de las sinapsis son ér icas. Se trata del principal
neurotransmisor con efecto inhibitorio en el cerebro, reduciendo la actividad de muchas
neuronas. or su parte el sistema serotoninér ico tiene una estrecha interacción con la
adrenalina y la dopamina. Los núcleos del ra é usan como neurotransmisor la
serotonina, mientras que el locus coeruleus estimula, por medio de la noradrenalina, al
sistema límbico.
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Nivel neuroedócrino:
Debido a la conexión entre la amígdala y el hipotálamo, en la ansiedad se produce una
respuesta a nivel endócrino. Se activa el eje HHA y, por lo tanto, se incrementan los
niveles de cortisol. Frente a una amenaza real de corta duración el aumento de cortisol
aumenta la supervivencia. Sin embargo, la activación crónica y persistente de esta
respuesta ante el miedo, puede llevar a largo plazo a comorbilidades médicas.
De igual modo, en virtud de la conexión entre la amígdala y el locus coeruleus, la
activación a nivel simpático da lugar a la respuesta lucha/huida que resulta adaptativa.
No obstante, cuando la respuesta autonómica es repetitiva, es decir es crónica e
inapropiada como sucede en los TA, puede facilitar la aparición de sintomatología.
5. Psicofarmacología
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el efecto terapéutico o cambio conductual buscado. Por ejemplo, el efecto a nivel
molecular de un antidepresivo es inhibir la recaptación de serotonina mientras el efecto
terapéutico es aliviar la depresión.
Por otro lado, los psicofármacos actúan facilitando o inhibiendo la síntesis, liberación,
unión del neurotransmisor al receptor o mecanismos de terminación de la sinapsis. Es
decir, actúan alterando una o más etapas de la sinapsis.
Aquellas drogas que facilitan la sinapsis se denominan agonistas (como por ejemplo los
antidepresivos).
En cambio, aquellas drogas que inhiben la sinapsis se denominan antagonistas (por
ejemplo, la reserpina, la atropina, el curare).
Las neuronas se comunican a través de la sinapsis. Sin embargo, el SNC también cuenta
con otros sistemas de comunicación que se caracterizan por actuar en un tiempo y
espacio prolongado, con conexiones dispersas, difusas, que suministran información
con un patrón de axones extendido, con el fin de realizar funciones reguladoras.
A estos sistemas se los denomina Sistemas Moduladores Difusos, y justamente la acción
de los psicofármacos los afecta dado que se estima que regulan, entre otras cosas
funciones, el nivel de alerta y el estado de ánimo.
Estos sistemas modulan un conjunto de neuronas post-sinápticas en corteza, tálamo y
médula, ya sea aumentando o disminuyendo el volumen y actividad de las funciones
cerebrales específicas. Los sistemas moduladores (SM) son cuatro:
-SM de Serotonina (5HT) que se origina en los Núcleos del Rafe.
-SM de Dopamina (DA) que se origina en la Sustancia Nigra y el Área Tegmental
Ventral. -SM de Acetilcolina (ACH) que se originan en el Complejo Prosencéfalico
Basal, en los Núcleos Septales Mediales, el Núcleo Basal de Meynert y el Complejo
Pontomesencefálotegmental
-SM de Noradrenalina (NA) que se origina en el Locus Coeruleus.
Los SM presentan ciertos principios en común: 1) Cada centro posee una pequeña serie
de neuronas, 2) Las neuronas se originan en el tronco, 3) Cada neurona puede influir en
100.000 post-sinapsis diseminadas extensamente en el SNC, 4) Parecen liberar el
neurotransmisor al espacio extracelular y difunden hacia numerosas neuronas y 5)
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Activan Receptores Metabotrópicos. En la siguiente Tabla (2), se resumen los SM, sus
sitios de origen-destino y sus funciones.
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Años más tarde, se advirtió que el grado en que los fármacos antiesquizofrénicos se
unen a los receptores D2 guarda una alta correlación con su efectividad para suprimir
los síntomas esquizofrénicos. Por ejemplo, hallaron que el espiroperidol que tenía la
mayor afinidad hacia los receptores D2, mostraba los efectos antiesquizofrénicos más
potentes.
Antipsicóticos Atípicos:
La creación de fármacos neurolépticos atípicos (fármacos que no bloquean los
receptores D2) ha puesto en tela de juicio la idea de que los receptores D2 son los
únicos receptores que intervienen en la esquizofrenia. Así, por ejemplo, la clozapina es
efectiva en el tratamiento de la esquizofrenia. Sin embargo, a diferencia de los
neurolépticos convencionales, no tiene una gran afinidad por los receptores D2 y
tampoco produce efectos secundarios de tipo parkinsoniano.
La efectividad de la clozapina y de otros neurolépticos atípicos sugiere, por lo tanto, que
los receptores D2 no son los únicos receptores que intervienen en la esquizofrenia. La
clozapina, por ejemplo, tiene una gran afinidad por los receptores D1, D4 y receptores
serotoninérgicos.
Parece ser que el bloqueo de los receptores dopaminérgicos provoca un cambio
compensatorio lento en el encéfalo, que constituye el factor clave del efecto terapéutico.
Existe una teoría que sostiene que el cambio lento crítico es el bloqueo de la
despolarización de las células dopaminérgicas. Inicialmente, los neurolépticos
incrementan el disparo de las neuronas dopaminérgicas, pero al final, alrededor del
momento en que se manifiestan los efectos terapéuticos, se produce un decremento
general en su disparo. Este descenso es el bloqueo de la despolarización de las células
dopaminérgicas.
Los neurolépticos son más efectivos para el tratamiento de los síntomas esquizofrénicos
positivos (incoherencia, alucinación y delirio) que se suponen están provocados por un
aumento de la actividad neural en comparación con los síntomas esquizofrénicos
negativos (embotamiento afectivo y pobreza expresiva) que estarían provocados por un
decremento de la actividad neural.
18
Si bien en la actualidad existe una importante variedad de antidepresi os la ran
mayor a de estos ármacos tienen como com n denominador re ular los sistemas de
neurotransmisión monoaminér ico.
Más allá del mecanismo, gran parte de los antidepresivos ejercen su acción
incrementando la disponibilidad de monoaminas en la hendidura sináptica,
principalmente NA, DA y 5-HT, ya sea inhibiendo la recaptación llevada a cabo por los
transportadores de esas monoaminas o inhibiendo la acción de las enzimas extra e
intracelulares que las degradan.
Los efectos secundarios de estos ármacos suelen presentarse en los d as si uientes de
iniciar su consumo de ido al aumento de los neurotransmisores implicados or el
contrario el e ecto cl nico de me or a en los s ntomas depresi os suele tardar entre dos
y cuatro semanas. Esto se debe a que este incremento de la disponibilidad de los
neurotransmisores (cambio agudo) produciría de modo diferido cambios adaptativos en
el número y sensibilidad de los receptores, generando la acción antidepresiva. Es decir,
el aumento de la disponibilidad del neurotransmisor produce un cambio en la actividad
de los receptores.
(ATC):
La imipramina fue el primer antidepresivo de este grupo. Se acción antidepresiva se
descubrió cuando se investigaba esta droga para el tratamiento de la psicosis.
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El mecanimos de acción de este grupo de fármacos consiste en inhibir la recaptación de
5-HT, NA y en menor medida de DA. Pero como también tienen efectos bloqueantes
sobre receptores H1 histaminér icos α1 adrenér icos y colinér ico-muscar nicos,
provocan varios efectos secundarios frecuentemente poco tolerables y dependencia. Por
este moti o se suele ha lar de este rupo de ármacos como “inespecíficos o no
selectivos” pesar de sus efectos colaterales, su acción antidepresiva es muy eficaz.
Entre ellos se pueden mencionar la imipramina, la clomipramina y la amitriptilina.
Benzodiazepinas:
Las benzodiazepinas (BZD) son las drogas con acción ansiolítica más utilizadas.
.
Al actuar sólo, el GABA produce la apertura de canales de cloro. Mientras que la
combinación GABA+BZD aumenta la frecuencia de apertura de canales inhibitorios de
cloro (Cl-), con un consecuente aumento del flujo de iones Cl- hacia el interior de la
neurona (no incrementándose ni el cloro que pasa por los canales ni tampoco la
duración de la apertura del canal).
produce un efecto inhibitorio y se traduciría en más inhibición y por lo tanto, en una
mayor acción ansiolítica. En este sentido, las BZD actúan entonces como agonista
ya que la combinación GABA+BZD aumenta la frecuencia de apertura de
canales de cloro a un nivel que no es posible sólo con el GABA. Al unirse al receptor de
GABAA en un lu ar di erente al que se unen las moléculas las acilitan y
potencian la acción hiperpolarizante e inhibidora de este neurotransmisor.
De este modo, aumentando la acción inhibitoria de las BZD en los receptores GABA A
post-sinápticos de la amígdala, se modularían su actividad excesiva en la respuesta de
miedo disminuyéndolo. A su vez, modularían también la excesiva actividad de los
circuitos asociados a la preocupación al reforzar la acción de las interneuronas
inhibitorias.
Algunos estudios sugieren que como los receptores GABAA son sensibles no sólo al
GABA sino también a las BZD podría existir alguna sustancia que actúe como una
“BZD endógena” en el cere ro que a n no haya sido identi icada
Estos fármacos suelen ser el tratamiento de primera elección en etapas agudas y a corto
plazo mostrando una eficacia bien establecida. Sin embargo, utilizarlos de modo
prolongado no está recomendado debido a su potencial adictivo que da lugar a un gran
riesgo de tolerancia y dependencia física/psicológica. Además, la interrupción brusca de
los tratamientos con estos fármacos suele producir síndrome de abstinencia.
Entre las BZD más frecuentemente indicadas se encuentran el diazepam, el clonazepam,
el lorazepam y el alprazolam. Entre los efectos adversos se pueden citar vértigo, ataxia,
22
temblores, disartria, somnolencia, sedación, dificultades para mantener la atención,
cefalea, disminución de la actividad sexual, taquicardia, sequedad de boca, fatiga,
, etre otros.
:
El hecho de que muchos circuitos y neurotransmisores ligados a los TA también estén
implicados en el TDM da cuenta de que algunos antidepresivos también sean eficaces
como ansiolíticos. Por este motivo, ciertos antidepresivos suelen ser fármacos de
primera elección en los TA.
1) (ATC): a imipramina desimipramina y
clorimipramina son los principales antidepresi os tric clicos utilizados en el
tratamiento de los stos ármacos inhi en la recaptación de - de o
de am as se n el ármaco haciendo que las monoaminas permanezcan más
tiempo disponi les en el espacio sináptico lo cual explicar a su acción
antidepresiva. Sin embargo, su acción ansiol tica pro a lemente esté relacionada
con acciones so re los receptores ér icos.
2) (ISRS): stos ármacos
por e emplo la luoxetina presentan acciones antidepresi as y ansiol ticas
posiblemente por el aumento de la acción de la - ya que act an
selectivamente sobre la recaptación de este neurotransmisor. Estos fármacos
tienen alta especificidad contra la ansiedad y escasos efectos adversos. No crean
dependencia.
3) Inhibidores de la recapta (IRSN): la
enla axina ha demostrado ser e icaz para los s ntomas de ansiedad. En
ocasiones, se recomienda su uso cuando el tratamiento inicial con ISRS no ha
sido efectivo.
Agonistas de la Serotonina:
Se trata de fármacos que actúan como agonista selectivo sobre un subtipo de receptor
serotoninérgico (5-HT1A). Exiten 3 tipos de receptores serotoninérgicos 5-HT1, 5-HT2 y
5-HT3. No mostraron ser eficaces en el tratamiento de los TA, excepto la buspirona
(que presenta acción antidepresiva y ansiolítica). Esta droga mostró ser tan eficaz como
las BDZ en su efecto ansiolítico, pero con la ventaja de producir menos efectos
23
adversos. Por ejemplo, no produce ataxia, relajación muscular, sedación ni síndrome de
abstinencia.
Sistema Mecanismo
Fármacos Efecto en la sinapsis
Modulador de Acción
6. Conclusiones
24
que estos conocimientos lleven consecuentemente a lograr mejorías en términos del
tratamiento.
A lo largo de la historia, en el campo de la farmacología, muchas drogas fueron creadas
con un propósito y al ser administradas permitieron observar mejorías o retrocesos en
ciertos síntomas o patologías psiquiátricas, permitiendo luego explorar su mecanismo de
acción (evidenciando un recorrido contrario al esperable).
Por otro lado, es importante remarcar que la etiqueta otorgada a un fármaco (por
ejemplo, un “antipsicótico”) no se corresponde necesariamente con el diagnóstico del
paciente ya que su indicación responde al mecanismo de acción o a la casuística. Tal
como se mencionó, por ejemplo, los trastornos de ansiedad podrían tener como
indicación farmacológica un ansiolítico, un antidepresivo o un estabilizador del estado
de ánimo. Esto da cuenta de que es mucho todavía lo que resta por investigar.
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