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Para el humanismo el hombre no es un ser esclavo de sus instintos e ideas reprimidas, como lo hace
ver el psicoanálisis, ni una máquina programable desde el entorno que los conductistas puedan
manipular. Para la Psicología Humanista el hombre es libre, autodeterminado; su comportamiento y
su visión del mundo son altamente subjetivos e importan en la terapia. El sujeto visto por un
humanista es esencialmente bueno y se desarrolla gracias a su afán de realización. Algunas
concepciones claves de los humanistas:
• El hombre tiene una tendencia innata a la autoactualización: lo que Carl Rogers, otro de los
padres fundadores del movimiento, llamó tendencia formativa. Implica que el ser humano, después
de tener cubiertas unas necesidades primarias básicas (de nutrición, seguridad, etc) intentará
desarrollar su mejor versión de sí mismo, llegar a su mayor potencial.
• De forma innata el hombre el hombre es bueno: con una tendencia natural a ser sano y
mantener relaciones interpersonales significativas.
Como toda corriente psicológica, el humanismo no solo tiene una concepción teórica sobre lo que le
rodea, sino que, partiendo de ese marco explicativo, crea métodos terapéuticos orientados a aliviar a
sus clientes. Porque sí, para el humanismo la persona que acude a un terapeuta no es un paciente,
sino un cliente con el que se relacionará casi de igual a igual. Varias son las terapias surgidas d e la
Psicología Humanista, como la terapia centrada en la persona de Carl Rogers y otras no
directamente humanistas, pero sí inspiradas en este paradigma, como la terapia gestáltica y las que
surgen desde la psicología positiva. En la actualidad, el famoso coaching bebe directamente del
humanismo. Entre los principios esenciales de la terapia humanista clásica están:
• Respeto por los valores culturales del cliente y por su libertad de expresión.
• Explorar los problemas del cliente de forma auténtica y colaborativa, de manera que se le
ayude a ganar en conciencia sobre sí mismo y en responsabilidad.
• Explorar las expectativas y metas del cliente, incluyendo lo que espera obtener del proceso
terapéutico.
• Clarificar el rol de ayuda del terapeuta, sin interferir en la autodeterminación del cliente.
La Psicología Humanista ha llegado a nuestros días como un enfoque inspirador, pero con marcadas
limitaciones. Entre estas:
• Conceptos muy poco objetivos y, por lo tanto, difíciles de demostrar a través del método
científico.
Abraham Maslow y su famosa pirámide de necesidades humanas. En ella establece una jerarquía
con distintos niveles de las necesidades y motivaciones, partiendo de las más básicas (fisiológicas),
hasta llegar a la cúspide donde se encontraría la autorrealización (impulso por convertirse en lo que
uno es capaz de ser): concepto creado por Maslow al considerar que cuando el ser humano ha
satisfecho todas sus necesidades es cuando llega a un estado de desarrollo de su impulso vital.
Cualidades que tienen las personas autorealizadas según Maslow: son 14 “valores del ser”:
1. Fluir o ser felices: Mientras mas hábiles seamos haciendo la actividad seremos mas felices.
2. La vida como un proceso: Cada instante hacemos elecciones . Podemos hace una elección
progresiva o Regresiva. Es progresiva si nos orientamos a la seguridad; Sera regresiva si nos lleva
al miedo o a defendernos.
3. La evolución: El ser humano se actualiza, se contruye dia a dia. Ocurre una actualización se
sus propias potencialidades o habilidades. Esto se ve propiciado por el aprendizaje y cuando
invertimos en nuestra propia educación o capacitación.
4. Ser honestos: Descubrir quienes somos, cuales son nuestrs metas, nuestros valores, que nos
gusta y que no. Este aspecto esta relacionado con el quinto aspecto, la responsabilidad.
5. La responsabilidad: Cada vez que somos responsables hay una realización de nosotros
mismo. El hacernos respo0nsables de nuestro comportamiento y nuestras ideas nos da un
sentimiento de ser capaces de tomar nuestras propias desiciones y de hacer lo correcto.
Fenomenología
Tal principio husserliano presenta una semejanza con la regla básica de Freud para el análisis, regla
según la cual el paciente debe verbalizar espontánea y libremente todo lo que se le ocurra, sin
vergüenza, culpa o ansiedad, lo que, según Ellenberger, tiene una similitud con la propuesta de
Husserl de una contemplación imparcial de los fenómenos.
El mismo autor traza aún otras analogías: así como el paciente que asocia se ve inhibido por las
resistencias (que el analista traducirá como transferencia, defensas, etc), quien aplica el método
husserliano tampoco llega nunca a una completa observación o reducción del fenómeno, de manera
que el ideal de total objetividad es sólo una tendencia que no alcanza a cumplirse nunca.
Otras analogías entre ambos métodos residen en que, en ambos casos lo observado puede ser
utilizado luego para hacer un análisis o estudio, que en la teoría freudiana consiste en hacer
interpretaciones, y en la fenomenología psiquiátrica consistirá en hacer un análisis estructural o
categorial, como enseguida veremos.
También, tanto el fenomenólogo como el analista prestan especial atención a sus propios estados de
conciencia, el último a través del análisis de la contratransferencia, análisis que no es más que la
aplicación de los métodos fenomenológicos. Y finalmente, tanto unos como otros centran también
su atención en los estados de conciencia subjetivos del paciente. Para esta última investigación,
dentro de la fenomenología psiquiátrica se han propuesto tres métodos distintos: la fenomenología
descriptiva, la genético-estructural y la categorial.
Así, Minkowski se propone utilizar su 'análisis estructural' para descubrir el 'trastorno generador' del
cual se puede deducir todo el contenido de la conciencia y los síntomas del paciente. Para el caso de
la esquizofrenia, por ejemplo, menciona como perturbación básica específica la "pérdida del
contacto vital con la realidad".
Con respecto al espacio, la investigación clínica empezaría por registrar la actitud del individuo en
relación al espacio. En la agorafobia y en la claustrofobia se evidencia una experiencia espacial
perturbada, aunque hay otras formas de experimentar el espacio: unos tratan de explorarlo y
conquistarlo, otros de conservarlo y defenderlo, otros de organizarlo y utilizarlo, y otros buscan
delinearlo y medirlo. Hay otras personas que tienden a estrecharse y se contentan con reducidos
espacios vitales. Patológicamente, la estructura espacial vital está en relación con las alucinaciones
y las manías. Merleau-Ponty llega a señalar al respecto que "lo que garantiza a un hombre sano
contra las manías y alucinaciones no es su comprobación de la realidad sino la estructura de su
espacio".
Respecto de la causalidad, por ejemplo los melancólicos la vivencian como determinismo, mientras
que los maníacos como azar, es decir, como completa irresponsabilidad.
Refiere “la conducta del hombre es exquisitamente racional, pues, a efecto de alcanzar los objetivos
que se plantea su organismo, procede con un orden y una sutileza de tal complejidad. Nuestra
tragedia consiste en que nuestros mecanismos defensivos nos impiden apreciar esta racionalidad en
su verdadera magnitud, de tal forma que, en el plano consciente, tomamos una dirección muy
diferente de la que nos obligan a seguirlas exigencias del organismo”.
A Roger le interesaban más las relaciones centradas en la persona, las cuales tenían implicaciones
para cualquier sistema político y social.
Antecedentes intelectuales
Carl Roger creía que al evitar una identificación demasiado estrecha con una corriente conservaba
la objetividad de su propio enfoque. Su teoría de la personalidad se originó gracias a sus
experiencias clínicas.
Sus ideas fueron influenciadas por Otto Rank un de los primero freudianos que se atrevió a disentir
de la ortodoxia psicoanalítica.
Conceptos principales:
En las obras de Carl Roger, es de gran importancia la idea de que las personas se definen a través
de la observación y la evaluación de sus propias experiencias. En su obra teórica más importante,
Roger define los conceptos que conforman la parte medular de su teoría de la personalidad.
- La esfera de la experiencia
Roger decía que cada individuo tenía una esfera de la experiencia, la cual contiene todo lo que
sucede dentro de la envoltura de cada organismo en cualquier momento y encierra la posibilidad de
acceder a la conciencia. Todo esto y de esta forma se comprenden los sucesos, las percepciones y
las sensaciones de las cuales la persona no tiene conciencia, pero podría adquirirla si se concentra
en esos datos empíricos.
Tal esfera de la experiencia es selectiva, subjetiva e incompleta. Ya que está sujeta a limitaciones
tanto de tipo psicológico (aquello de lo que quisiéramos tomar conciencia), como biológico (aquello
de lo que podemos tomar conciencia). Aunque desde el punto de vista teórico la atención está
abierta a cualquier experiencia, se centra en las preocupaciones o intereses más inmediatos, con
exclusión de casi todos los demás. Un ejemplo de la esfera de la experiencia es, cuando tenemos
hambre, ésta esfera se colma de pensamientos relacionados con alimentos y con la forma de
obtenerlos.
- Tendencia a la actualización
Rogers señala que en cada uno de nosotros hay una tendencia inherente a explotar nuestras
capacidades y competencias hasta donde lo permita nuestra estructura biológica. Así como un
vegetal crece para transformarse en una planta sana, y la semilla posee el impulso germinativo para
convertirse en un árbol, el ser humano se ve obligado a transformarse en una persona plena,
completa y autorrealizada
Si bien es cierto el ser humano no nace con una personalidad determinada, en el transcurso de la
vida ésta se le va moldeando y creando con base a las experiencias que vive, además de la
influencia del medio en el que se desenvuelve y de la herencia que adquieren a través del tiempo.
Esta teoría es que propone una terapia no directiva donde el propio paciente juega un papel activo,
no sólo en su curación sino durante todo el proceso. A diferencia de otro tipo de terapias, es el
paciente el que va a guiar al terapeuta y, es este último el que va a ir acompañándolo con su
escucha.
Por esta misma razón, por esa posición activa que ejerce el paciente durante sus sesiones de terapia,
Carl Rogers dejó de utilizar la denominación paciente -según la definición de la RAE «Dicho de un
sujeto: Que recibe o padece la acción del agente», es decir, un sujeto pasivo- por el cliente, que
colocaría al sujeto en una posición activa.
A su vez, al igual que se trata a la persona como un cliente y no de una manera pasiva, este cambio
de posición también lleva a que el terapeuta se coloque en un lugar diferente frente a su cliente. En
este caso, la propuesta de Carl Rogers es una relación simétrica entre ambos, donde el terapeuta no
está asociado a la figura del que sana sino que se basa en que el cliente tiene la capacidad de tomar
conciencia sobre qué es lo que sucede.
Reflejo
En un primer momento, Carl Rogers no desarrolló ninguna técnica para llevar a cabo esta terapia
sino que era imprescindible el uso de las actitudes propias para poder llevarla a cabo. Más tarde,
desarrollaría uno de los aspectos más importantes, el reflejo.
La técnica más conocida de la terapia de Rogers es el reflejo. Esta técnica consiste en captar el
sentimiento del cliente, qué es lo que se esconde tras sus palabras y devolvérselo sin ningún tipo de
interpretación u opinión personal. Para ello, es importante reutilizar las palabras del paciente, no
todas, sólo a las que le haya puesto más carga emocional.
Por ejemplo:
Lo que se logra con este tipo de respuesta es que el cliente sienta que ha sido escuchado y
comprendido, lo que motiva a continuar hablando y profundizando en un tema sin tener que realizar
ningún tipo de pregunta directiva, es decir, es el cliente el que va profundizando y el terapeuta le
acompaña en el proceso.
A su vez, el cliente toma conciencia de lo que está diciendo y sintiendo a través del reflejo porque
se le devuelve la información tal como la dio, sin añadir ningún matiz personal por parte del
terapeuta.
El reflejo ha de ser algo sentido, no una simple repetición de lo que dice el paciente. La escucha
debe ser real y el terapeuta debe aprender a parar su propio pensamiento para poder estar receptivo
al mensaje que le están transmitiendo, es lo que se conoce como escucha activa.
Rogers recogió las habilidades y requisitos de los que debía constar un verdadero terapeuta. Son tres
cualidades que podrían resultar válidas para cualquier tipo de terapia que se quiera seguir, pero que
no todos los psicólogos y terapeutas tienen -como algo relacionado con su personalidad- ni
desarrollan -las habilidades del terapeuta se aprenden
a. Respeto (aprecio positivo incondicional): Es la aceptación del paciente tal cual es,
preocuparse de manera positiva incondicional hacia el paciente. Es decir aceptación de las
conductas del cliente
b. Congruencia: Ser genuino y honesto con el paciente.(ser genuino su conducta deb igualar a
su experiencia interna)
Rogers define estas tres cualidades como “necesarias y suficientes” ya que si es capaz de llevarlas a
la práctica, no serían necesarias otro tipo de técnicas para ver la mejora del cliente.
Sin embargo, a pesar de que el terapeuta utilice las mejores técnicas, si no tiene estas tres
habilidades la mejora sería mínima, porque una buena relación terapéutica se basará en el respeto, la
empatía y la congruencia.
Carl Rogers consideraba que la personalidad del terapeuta es fundamental en la sanación del cliente,
ya que la mitad de la terapia se basa en el vínculo establecido entre terapeuta y paciente.
Conclusiones:
1. Un estado de congruencia es aquel en el cual las experiencias simbolizadas reflejan las reales e
internas. Al contrario, cuando existe negación o distorsión, hay un estado de incongruencia.
LA RELACIÓN TERAPÉUTICA
Como toda corriente psicológica, el humanismo no solo tiene una concepción teórica sobre lo que le
rodea, sino que, partiendo de ese marco explicativo, crea métodos terapéuticos orientados a aliviar a
sus clientes. Porque sí, para el humanismo la persona que acude a un terapeuta no es un paciente,
sino un cliente con el que se relacionará casi de igual a igual. Varias son las terapias surgidas de la
Psicología Humanista, como la terapia centrada en la persona de Carl Rogers y otras no
directamente humanistas, pero sí inspiradas en este paradigma, como la terapia gestáltica y las que
surgen desde la psicología positiva. En la actualidad, el famoso coaching bebe directamente del
humanismo. Entre los principios esenciales de la terapia humanista clásica están: