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B. Diagnóstico
1. Los pacientes suelen presentar dolor epigástrico, que a menudo se irradia
hacia la espalda. En ocasiones, la irritación de las enzimas pancreáticas
intraperitoneales provoca signos peritoneales impresionantes que simulan
otras causas de un abdomen agudo. Son comunes la náusea, el vómito y la
febrícula, al igual que la taquicardia y la hipotensión secundarias a la hipo-
volemia. Hipoxemia, insuficiencia renal, hipocalcemia e hiperglucemia son
evidencia de efectos sistémicos graves. La equimosis en el flanco (signo de
Gray-Turner) o la equimosis periumbilical (signo de Cullen) obedecen a la
hemorragia retroperitoneal y son casi siempre manifestaciones de pancreati-
tis grave. Sin embargo, estos signos están presentes en sólo 1 a 3% de casos
y por lo común no se desarrollan hasta 48 horas después del inicio de los
síntomas.
2. Estudios de laboratorio
a. Las cifras de amilasa sérica se elevan a las pocas horas del inicio de los
síntomas y pueden regresar a lo normal durante los siguientes 3 a 5 días.
Las elevaciones persistentes en las cifras por más de 10 días indican com-
plicaciones, como formación de seudoquiste. Sin embargo, no hay
correlación entre los valores de la amilasa y la gravedad. Además, la hi-
peramilasemia puede encontrarse en una gran variedad de padecimien-
tos clínicos entre los que se incluyen insuficiencia renal, obstrucción
intestinal, sialoadenitis y neoplasias malignas.
b. Por lo general, la lipasa sérica se considera más sensible para la en-
fermedad pancreática (95%), y permanece elevada durante un perio-
do más prolongado, lo que resulta útil en pacientes que solicitan atención
más tardía.
c. Las proteínas de fase aguda como la proteína C reactiva (PCR), el
factor de necrosis tumoral alfa (FNT-α, tumor necrosis factor alpha) y la
interleucina 6 (IL-6) pueden medirse como marcadores de gravedad.
d. Las cifras de calcio sérico pueden caer como resultado de su unión con
los ácidos grasos (saponificación o necrosis grasa) que producen las lipa-
sas activadas, así como por la hipoalbuminemia.
e. El panel de la función hepática [aminotransferasa aspártica (AST,
aspartate aminotransferase), aminotransferasa de alanina (ALT, alanine
aminotransferase), bilirrubina, fosfatasa alcalina] debe revisarse para valo-
rar si hay enfermedad biliar paralela, o como etiología de la pancreatitis
(colelitiasis), aunque los valores normales no descartan las causas biliares.
3. Las imágenes radiológicas complementan el interrogatorio y la exploración
física porque ninguna modalidad proporciona un índice perfecto de diag-
nóstico de gravedad.
a. La especificidad de la ecografía (EG) depende en gran medida del ope-
rador. El páncreas no se visualiza hasta en 40% de los pacientes debido
al gas intestinal que se interpone entre el órgano y la sonda ecográfica y a
la constitución del cuerpo. En la pancreatitis aguda, la principal utilidad
de la EG es evaluar el origen biliar del cuadro.
Ingreso
Edad > 55 años
Recuento de leucocitos > 16 000/μl
Glucosa sanguínea > 200 mg/dl
Deshidrogenasa láctica sérica > 350 IU/L
Aminotransferasa aspártica > 250 IU/L
Primeras 48 horas
Disminución del hematócrito > 10%
Elevación del nitrógeno ureico en > 5 mg/dl
sangre
Calcio sérico < 8 mg/dl
PO2 arterial < 60 mm Hg
Déficit de base > 4 mEq/L
Secuestro estimado de líquido > 6 L
Mortalidad
Número de los signos de Ranson Mortalidad aproximada (%)
0-2 0
3-4 15
5-6 50
> 6 70-90
C
alificación del índice de gradación de la gravedad en la TC
Tabla 22-2
(IGTC) basada en las características de la imagen
Mortalidad
Índice Morbilidad pronosticada pronosticada
0-3 8% 3%
4-6 35% 6%
D. Complicaciones
1. La obstrucción del colédoco puede ser consecuencia de una obstrucción
transitoria por inflamación pancreática y edema o de la estenosis del segmen-
to intrapancreático del conducto colédoco. Cuando están presentes, las es-
tenosis a menudo son largas y uniformes (2 a 4 cm de largo) y deben dis-
tinguirse de la enfermedad maligna.
2. Obstrucción intestinal. La obstrucción duodenal puede producirse debido
a inflamación pancreática aguda, reacción fibrótica crónica, seudoquiste
pancreático o una neoplasia. Rara vez el colon puede obstruirse.
3. Las fístulas pancreatoentéricas son resultado del drenaje espontáneo de un
absceso o seudoquiste pancreáticos hacia el estómago, duodeno, colon trans-
verso o árbol biliar. A menudo, son asintomáticas, pero pueden infectarse o
resultar en una hemorragia.
4. A menudo, las fístulas pancreatopleurales se extienden desde la parte distal
del conducto y atraviesan el hiato esofágico.
5. Seudoquiste (v. sección V.A).
6. Trombosis de la vena esplénica (v. sección I.D.5).
7. Carcinoma pancreático. Se ha sugerido que la pancreatitis crónica aumenta
el riesgo de carcinoma pancreático en dos a tres veces.
E. Tratamiento
1. Tratamiento médico
a. Malabsorción o esteatorrea. Casi todos los pacientes experimentan
mejoría en la esteatorrea y la absorción de grasas con complementos enzi-
máticos. Además, hay cierta evidencia de que el complemento adecuado
de enzimas pancreáticas orales mejora el control del dolor.
b. En un inicio, la diabetes responde a una adecuada atención a la nutri-
ción general adecuada y el control dietético; sin embargo, a menudo se
requiere el uso de fármacos hipoglucémicos orales o insulina.
c. Los opioides se requieren a menudo para aliviar el dolor. Los antide-
presivos tricíclicos y la gabapentina pueden ser efectivos en algunos
pacientes.
d. La abstinencia de alcohol mejora el control del dolor en alrededor de
50% de los pacientes.
e. Los antagonistas de la colecistocinina y los análogos de la somatos-
tatina se han considerado para el tratamiento de la pancreatitis crónica,
pero aún deben mostrar mejoría en el control del dolor.
f. La sonda de toracostomía o la paracentesis repetida pueden requerirse
para los derrames pleurales por compromiso pancreático o ascitis pan-
creática. Alrededor de 40 a 65% de los pacientes responde al tratamiento
médico dentro de las 2 a 3 semanas siguientes.
2. Tratamiento endoscópico. La esfinterotomía endoscópica, la colocación
de endoprótesis, la eliminación de cálculos y la litotripsia se han usado con
éxito moderado en el manejo de pacientes con complicaciones ductales de
la pancreatitis crónica. El bloqueo endoscópico del plexo celíaco puede me-
jorar los síntomas en pacientes con dolor grave. Consúltese la sección V.A
para la descripción de los seudoquistes pancreáticos. En pacientes con obs-
trucción del conducto pancreático debido a pancreatitis crónica, el drenaje
quirúrgico del conducto pancreático ha demostrado ser tan efectivo como
el tratamiento endoscópico, en un pequeño ensayo clínico aleatorizado
[N Engl J Med. 2007;15:356(7):676-84].
3. Principios quirúrgicos
a. Indicaciones para intervención quirúrgica. Por mucho, la indicación
más común es el dolor continuo, pero otras incluyen la incapacidad para
descartar neoplasia y el manejo de complicaciones (seudoquiste, aneu-
risma y fístula).
b. Elección del procedimiento. Los objetivos del tratamiento quirúrgico
son drenaje y/o resección del páncreas enfermo para aliviar el dolor y las
complicaciones asociadas con pancreatitis crónica. Los procedimientos
más modernos combinan el drenaje con alguna resección del páncreas.
c. Procedimientos de drenaje/resección
(1) El procedimiento de Frey es una modificación mayor de las opera-
ciones iniciales que extraían los cálculos ductales y abrían las estre-
checes ductales en el cuerpo de la glándula y luego proporcionaban
un drenaje nuevo del conducto mediante una pancreatoyeyunosto-
mía lateral (Puestow-Partington-Rochelle). Estas operaciones y el
procedimiento de Frey son más adecuadas para pacientes con con-
ductos dilatados. Las operaciones iniciales fracasaron con frecuencia
debido a que el conducto pancreático de la cabeza de la glándula
no resultaba drenado de manera adecuada. En el procedimiento de
Frey, el conducto pancreático proximal también es liberado por la
extensa depuración de la cabeza de la glándula. Éste es el procedi-
miento más común que se realiza en la institución de los autores y a
través de toda Norteamérica. El procedimiento de Frey ha mostrado
proporcionar control excelente del dolor y satisfacción del paciente
en la pancreatitis crónica.
(2) El procedimiento de Berger es una resección de la mayoría de la
cabeza del páncreas con preservación del duodeno. Esta operación
conserva una pequeña cantidad de tejido pancreático dentro del
asa en C del duodeno y también frente a la vena porta. El páncreas
entonces se secciona en el cuello pancreático. Este procedimiento
también ha mostrado resultados de largo plazo excelentes [Ann Surg.
1999;230(4):512-519]; no obstante, el procedimiento es más difícil
debido a que requiere la disección a lo largo de la VMS. Rara vez se
practica en Norteamérica.
d. Pancreatectomía
(1) La pancreatoduodenectomía (procedimiento de Whipple) está in-
dicada en los casos en que la pancreatitis compromete de manera
desproporcionada la cabeza del páncreas, el conducto pancreático
es de un diámetro escaso, o cuando no puede descartarse el cáncer en
la cabeza del páncreas. Para esta enfermedad, el procedimiento de
Whipple es inferior al procedimiento de Berger [Int J Pancreatol.
2000;27(2):131-142] y al de Frey (Ann Surg. 1998;228:771).
(2) La pancreatectomía subtotal distal se usa para la enfermedad en la
cola de la glándula y en los pacientes con lesión ductal previa por
traumatismo abdominal contuso con fractura del páncreas y esteno-
sis del conducto a la mitad del cuerpo.
(3) La pancreatectomía total se lleva a cabo sólo como último recurso
en pacientes cuyas operaciones previas han fracasado y que parecen
capaces de tolerar el vivir sin páncreas. Algunos centros han combi-
nado este procedimiento con el trasplante de células de los islotes.
Esta última se ve particularmente aplicable en casos de pancreatitis
juvenil.
D. Diagnóstico. Los síntomas que se vinculan con el cáncer pancreático son casi
siempre graduales e inespecíficos en su inicio.
E. Tratamiento
1. Resección
a. La PD (procedimiento de Whipple) consiste de una resección en bloque
de la cabeza del páncreas, parte distal del colédoco, duodeno, yeyuno y
antro gástrico. Algunos recomiendan la PD con conservación del píloro,
pero no hay datos que demuestren una mejoría en la supervivencia o una
morbilidad más baja (Cochrane Database Syst Rev. 2011;2:CD006053).
Se logró una pronunciada disminución en la morbilidad y mortalidad en
centros especializados, con una mortalidad a 30 días menor de 3%.
b. Pancreatectomía distal. El procedimiento de elección para lesiones del
cuerpo y la cola del páncreas es la pancreatectomía distal. Ésta consiste
en la resección del páncreas, por lo general lateralmente a la VMS
para incluir el bazo. En fecha reciente, los autores describieron una
técnica que permite una resección más radical con índices de resección
R0 mejorados, la pancreatoesplenectomía modular anterógrada radi-
cal (PEMAR), cuando se comparó con la serie tradicional, y se convirtió
en el procedimiento de elección para tumores malignos del páncreas
distal en la institución de los autores (J Am Coll Surg. 2012;214(1):
46-52).
2. Consideraciones postoperatorias. El vaciamiento gástrico retrasado, la
fístula pancreática y la infección de la herida son las tres complicaciones
más comunes de la PD. El vaciamiento gástrico retrasado casi siempre
disminuye con el tratamiento conservador. El índice de fístula pancreática
se redujo mediante la atención meticulosa al suministro de sangre de la
anastomosis pancreatoentérica del conducto a la mucosa (J Am Coll Surg.
2002;194:746). La mayoría de los cirujanos coloca drenajes abdominales de
manera rutinaria, lo cual se apoya en que la pancreatectomía distal reciente
tiene índices más elevados de morbilidad y fugas que la pancreatoduode-
nectomía (PD), con un índice aproximado de fugas pancreáticas de 20% en
casi todas las series. Sin embargo, casi siempre es susceptible de tratamiento
percutáneo y la pancreatectomía distal tiene una mortalidad similar a la
pancreatoduodenectomía.
3. Radioterapia y quimioterapia
a. Terapia neoadyuvante. De manera rutinaria, algunos grupos usan qui-
mioterapia preoperatoria con o sin radiación, mientras que otros la usan
de manera selectiva.
b. Terapia adyuvante. Hay un claro beneficio del tratamiento adyuvante
en el cáncer pancreático [J Gastrointest Surg. 2008;12(4):657-661]; no
obstante, la elección entre quimiorradiación y quimioterapia es menos
clara. El papel de la radioterapia en el cáncer pancreático y el papel que
los factores clinicopatológicos puedan tener al seleccionar a los pacientes
para tratamiento de radiación aún no se aclara por completo.
4. Pronóstico. La resección quirúrgica aumenta la supervivencia en compa-
ración con pacientes en etapa similar de la enfermedad que no se someten
a resección. Los índices de supervivencia total a 5 años son de alrededor
de 20% para pacientes después de la resección. En individuos con tumores
pequeños, márgenes de resección negativos y sin evidencia de metástasis
ganglionar, la tasa de supervivencia a 5 años es tan alta como 40%. La
mediana de sobrevivencia para la enfermedad localmente avanzada no re-
secable es de 12 meses, y de 6 meses para la enfermedad hepática metas-
tásica.
ACE en el líquido del quiste mayor de 192 es diagnóstico de los dos últimos,
mientras que el ACE menor de 5 UI es indicativo de un CAS. Los valores inter-
medios son inciertos y el diagnóstico puede ayudarse por la presencia de mucina
o displasia en la muestra.
1. Los CAS son lesiones benignas y en general asintomáticas. Los síntomas
correlacionan con el tamaño (> 4 cm). Son más comunes en las mujeres,
y su localización más frecuente es en la cabeza del páncreas; representan
alrededor de 30% de todas las neoplasias pancreáticas quísticas. Las lesiones
se caracterizan por un revestimiento epitelial, líquido no viscoso, y ACE y
amilasa bajos en el análisis del líquido quístico. Suelen ser multiquísticos
y algunos exhiben células quísticas en panal de abeja con un centro calcifi-
cado. Éstas pueden confundirse con tumores sólidos. Los CAS asintomáticos
no requieren tratamiento.
2. Las NQM se consideran lesiones premalignas y representan alrededor de
50% de todas las neoplasias pancreáticas quísticas. Al momento de la pre-
sentación, suelen ser asintomáticas, dos veces más propensas a presentarse
en las mujeres, y por lo general se localizan en el cuerpo o la cola. Estas
lesiones quísticas no se comunican con el sistema ductal pancreático. El
cáncer invasivo está presente en 17.5% de las NQM resecadas, y la maligni-
dad se relaciona con un tamaño más grande (> 4 cm) y edad más avanzada
(> 55). La sobrevivencia a 5 años fue de 100% en las NQM no invasivas y
de 57% en pacientes con lesiones malignas [Ann Surg. 2008;247(4):571-579].
Como hay una clara ventaja en la supervivencia para aquellos pacientes que
se someten a una resección antes de desarrollar un cáncer invasivo, y se cree
que hay una secuencia adenoma-adenocarcinoma, se recomienda que todos
los pacientes con NQM se sometan a la resección de la misma.
3. Las NMPI representan 25% de todas las neoplasias quísticas y tienen un li-
gero predominio en varones. Pueden ser asintomáticas y se comunican con
el sistema ductal pancreático. En la CPRE, las características de las NMPI
incluyen implicación glandular difusa, dilatación ductal, así como líquido
viscoso y espeso dentro del quiste. Las NMPI están separadas en tres sub-
grupos con base en el compromiso ductal: conducto principal, rama
lateral y mixto, y el tratamiento es diferente según el subgrupo. La NMPI
del conducto principal conlleva un potencial maligno de hasta 50% en
algunas series [Ann Surg. 2004;239(6):788-799], y requiere resección. De
manera usual, la dilatación del conducto principal es difusa, pero la resec-
ción se limita a la cabeza del páncreas, a menos que el carcinoma in situ se
identifique en el margen de resección. La NMPI de ramas laterales es un
tópico más controversial, y las directrices de consenso están evolucionando
[Pancreatology. 2012;12(3):183-197]. En general, los criterios aceptados para
la resección de la NMPI de ramas laterales incluyen un tamaño mayor de
3 cm, paciente sintomático y nódulos murales. Los pacientes con NMPI
de ramas laterales que requieren su ablación deben someterse a una resección
oncológica estándar (pancreatectomía de Whipple o distal). La recomenda-
ción actual es extender la resección basados en el componente invasivo o en
la displasia de alto grado solamente, en lugar de obtener márgenes libres de
NMPI [World J Gastrointest Surg. 2010;2(10):352-358].
4. Otras neoplasias pancreáticas quísticas raras (10% restante) incluyen el
cistadenocarcinoma de células acinares, coriocarcinoma quístico, teratoma
quístico y neoplasias angiomatosas. Todas las lesiones con carcinoma observa-
das en la biopsia preoperatoria o con una preocupación de neoplasia maligna
deben someterse a resección si se tolera.
4. Se encuentra a una mujer de 35 años que tiene una lesión quística de 3 cm,
que se descubre de manera casual en la cola del páncreas durante un estudio
de TC. Ella se somete a una ecografía endoscópica que revela un quiste de
3.5 cm, sin comunicación con el conducto pancreático. El análisis del líquido
quístico revela niveles altos de mucina. ¿Cuál es el paso siguiente en el
tratamiento de esta paciente?
a. Pancreatectomía distal
b. Repetir la TC en 1 año
c. CPRM
d. Pancreatectomía total
e. Drenaje endoscópico
6. Una mujer de 60 años en buena forma física con ictericia indolora y una
pérdida de peso de 9 kg se presenta a la valoración de una masa hipodensa
de 2 cm en la cabeza del páncreas durante un estudio de TC. La paciente fue
referida al médico que la examina por un colega gastroenterólogo, quien le
realizó una ecografía endoscópica con biopsia y una CPRE con endoprótesis.
La biopsia resulta sospechosa de enfermedad maligna. En la imagen, la lesión
parece ser claramente resecable y sin evidencia de malignidad. ¿Cuál de los
siguientes es el tratamiento más apropiado para esta paciente?
a. Repetir la ecografía endoscópica con biopsia
b. Pancreatoduodenectomía
c. Pancreatectomía total
d. Pancreatograma por IRM
e. Quimiorradiación neoadyuvante