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I. COLELITIASIS
A. Cálculos biliares asintomáticos
1. Presentación. Por lo general, los cálculos asintomáticos se descubren en estu-
dios rutinarios de imagen o de manera casual en la laparotomía por proble-
mas sin relación.
2. Tratamiento. La colecistectomía profiláctica no tiene lugar en la mayoría
de los pacientes con cálculos asintomáticos. La colecistectomía profiláctica
puede justificarse en individuos con cálculos asintomáticos que tienen otros
factores de riesgo para cáncer de vesícula biliar, como se destaca después.
Los niños con cálculos tienen una indicación relativa de colecistectomía a
causa de la dificultad general para describir e interpretar los síntomas de esta
población. El tratamiento de los cálculos que se descubren durante la lapa-
rotomía permanece controversial; la bibliografía es contradictoria respecto a
la incidencia de síntomas biliares después de la intervención quirúrgica en
quienes no se extirpó la vesícula biliar.
B. Cálculos sintomáticos
1. Presentación. El cólico biliar es el síntoma principal y se desencadena por
un cálculo impactado en la salida de la vesícula biliar. Un ataque se caracte-
riza por su periodicidad, localización y momento de presentación. El dolor se
presenta en ataques característicos que duran desde 30 minutos hasta varias
horas. De manera típica, el dolor se sitúa en el epigastrio o el cuadrante
superior derecho, en ocasiones con síntomas concomitantes en la espalda y
en el cuadrante superior izquierdo. El dolor se presenta en el transcurso de
algunas horas después de la ingestión de alimentos y a menudo despierta al
paciente de su sueño. Otros síntomas son náusea y vómito.
2. Diagnóstico. Los signos físicos comprenden hipersensibilidad a la palpación
en el cuadrante superior derecho, aunque puede haber pocos hallazgos
abdominales durante un ataque. Si se presenta ictericia, debe buscarse otra
causa. El diagnóstico con ecografía se basa en la presencia de estructuras
ecógenas con sombras acústicas posteriores. Por lo común, se observa poco
o ningún engrosamiento de la pared de la vesícula biliar u otra evidencia
de colecistitis. Los conductos biliares se valoran en busca de dilatación o
coledocolitiasis.
3. Tratamiento. La colecistectomía laparoscópica (CL) es el tratamiento apro-
piado para la gran mayoría de pacientes con cálculos sintomáticos, como se
describe después.
lacionan con los datos de los estudios de imagen. Los signos inflamatorios
locales incluyen dolor y sensibilidad en el cuadrante superior derecho, así
como un signo de Murphy positivo, el cual consiste en un paro inspiratorio
durante la palpación profunda en el cuadrante superior derecho. Los signos
sistémicos incluyen fiebre, leucocitosis y un nivel elevado de la proteína
C reactiva. Aunque la ictericia leve es posible, la ictericia grave es rara y
sugiere cálculos en el colédoco, colangitis u obstrucción del colédoco por
compresión externa en un síndrome de Mirizzi. Un recuento de leucocitos
muy elevado (> 20 000 células/μl) sugiere complicaciones como gangrena,
perforación o colangitis. Las pruebas de función hepática (PFH), incluidas
bilirrubina sérica, fosfatasa alcalina, transaminasa de alanina (ALT, alanine
transaminase), transaminasa de aspartato (AST, aspartate transaminase) y
amilasa sérica, también pueden ser anormales. La ecografía puede revelar
el engrosamiento de la pared de la vesícula biliar, líquido pericolecístico
y un signo sonográfico de Murphy, como se designa a la sensibilidad de la
vesícula biliar cuando la sonda de la ecografía la comprime. Ahora, la tomo-
grafía computarizada (TC) se realiza con frecuencia para evaluar al paciente
con dolor abdominal agudo. La TC puede demostrar cálculos, aunque es
menos sensible que la ecografía. Otros signos de colecistitis aguda en la
TC comprenden engrosamiento de la pared de la vesícula biliar, líquido
pericolecístico, edema y colecistitis enfisematosa (aire en la pared de la
vesícula biliar). La colangiogamagrafía con radionúclidos puede ser útil como
un estudio adjunto en el diagnóstico de colecistitis aguda. La gammagrafía
con ácido 2.6-dimetiliminodiacético hepático (HIDA) permite visualizar el
sistema biliar. El radionúclido es concentrado y secretado por el hígado, lo
que permite visualizar las vías biliares y la vesícula biliar dentro de los 30 mi-
nutos siguientes. Ya que la prueba depende de la excreción hepática de bilis,
no es útil en pacientes ictéricos. La falta de llenado de la vesícula biliar
después de 4 horas se considera evidencia de colecistitis aguda. La adminis-
tración de morfina puede mejorar la prueba al causar espasmo del esfínter de
Oddi, lo que estimula el llenado de la vesícula biliar. Aunque su sensibilidad
y especificidad son más altas que las de la ecografía, su costo y la duración
total del estudio lo limitan para ser el estudio de imagen de primera elección.
2. Tratamiento. Los pasos iniciales en los pacientes con colecistitis aguda son
hospitalización, reanimación con líquidos intravenosos (IV) y antibióticos.
Las directrices de Tokio establecen recomendaciones adicionales de acuerdo
con la gravedad de la colecistitis aguda (tabla 21-1). Se recomienda una co-
lecistectomía laparoscópica (CL) temprana para la colecistitis aguda leve.
Para la colecistitis aguda moderada, puede realizarse colecistectomía tem-
prana o retrasada. La pequeña minoría de pacientes con colecistitis aguda
grave o con enfermedades médicas graves concomitantes puede someterse a
colecistostomía percutánea. De manera ulterior, el paciente puede someterse
a una colecistectomía o extracción percutánea de cálculos y retiro de la sonda
de colecistostomía. Esta eliminación no operatoria de cálculos como trata-
miento definitivo es razonable en individuos muy ancianos o debilitados que
no pueden tolerar la anestesia general. Varios estudios prospectivos aleatorios
compararon la CL temprana con la retrasada (6 semanas) para la colecistitis
aguda. Metaanálisis recientes de la bibliografía no identificaron diferencias
importantes entre los procedimientos tempranos y los retrasados con respecto
a mortalidad, tasa de conversión, lesión al colédoco y complicaciones pe-
rioperatorias. Sin embargo, estos estudios mostraron de manera casi uni-
versal muchas menos readmisiones por complicaciones y una estancia hos-
Grado Criterios
Leve Colecistitis aguda que no cumple con los criterios para un grado
(grado 1) más grave
Tomado de Yokoe M, Takada T, Strasberg SM, et al. TG13 diagnostic criteria and severity grading
of acute cholecystitis (with videos). Modificado de J Hepatobiliary Pancreat Sci. 2013;20(1):35-46.
sea normal. Los pacientes con riesgo alto de coledocolitiasis tienen evi-
dencia ecográfica de cálculos en el colédoco, niveles de bilirrubina mayo-
res de 4 mg/dl, colangitis ascendente clínica, o un colédoco dilatado en
los estudios ecográficos, con una bilirrubina mayor de 1.8 mg/dl. En estos
pacientes, se recomienda una CPRE antes que una CL con CIO. Para pa-
cientes que se encuentran en un riesgo intermedio, es decir pacientes que no
tienen un riesgo alto ni bajo, su tratamiento es controversial. Estudios recien-
tes favorecen la CL temprana con CIO, seguida por la exploración lapa-
roscópica del colédoco si se comprueban cálculos en éste, en oposición
a la CPRE. Las medidas intraoperatorias para dejar el colédoco libre de
cálculos incluyen administración de glucagón IV, irrigación, catéteres con
balón o canastillas para cálculos que se pasan de manera ciega o bien bajo
la guía de un coledocoscopio. Si resulta imposible depurar el colédoco de
cálculos mediante la exploración laparoscópica, es posible que se requiera
su exploración abierta o una CPRE postoperatoria, pero esto es excepcio-
nal. La CPRE con esfinterotomía y extracción de cálculos se usa en pa-
cientes que no son candidatos quirúrgicos, o a quienes ya se les extirpó la
vesícula, están ictéricos o padecen una colangitis aguda. Los pacientes con
cálculos intrahepáticos y aquéllos con numerosos cálculos coledocianos sue-
len tratarse con CPRE. La sospecha clínica de tales entidades dicta las
pruebas apropiadas que se necesitan. La CPRE con esfinterotomía implica
un riesgo de mortalidad menor de 1% y un riesgo de morbilidad de entre
5 a 10%, sobre todo pancreatitis aguda. La indometacina rectal ha sido in-
vocada como profilaxis de la pancreatitis post-CPRE. Debe efectuarse un
colangiograma durante la intervención quirúrgica aun si se realizó una
CPRE preoperatoria porque un porcentaje pequeño de pacientes puede ser
portador de cálculos residuales.
F. El íleo por cálculo biliar es una complicación rara que resulta de un cálculo
que corroe la pared de la vesícula biliar hacia el intestino adyacente (casi siempre
el duodeno). El cálculo suele migrar hasta que se aloja en la porción más estrecha
del intestino delgado, un punto justo proximal a la válvula ileocecal. Los pacien-
tes se presentan con síntomas de obstrucción intestinal y colangitis ascendente a
causa de la fístula colecistoentérica. El tratamiento consiste en una laparotomía
exploratoria y la extracción del cálculo obstructor, lo que se consigue al hacerlo
migrar con las manos hasta una enterotomía que se practica en el intestino sano.
Es necesario buscar de forma diligente otros cálculos en todo el intestino y debe
practicarse una colecistectomía si el paciente se encuentra estable y la inflama-
ción no es muy grave.
G. Colecistectomía laparoscópica
1. Indicaciones. La CL tiene una tasa de complicaciones baja y está disponible
para 95% de los pacientes, con una recuperación y tiempos de retorno al
trabajo excelentes. Las contraindicaciones incluyen peritonitis generalizada,
colangitis, y enfermedades concomitantes que impiden el uso de anestesia
general, así como el rechazo del paciente para someterse a una colecistecto-
mía abierta si la conversión urgente es necesaria.
2. Técnica. Como la identificación errónea del conducto cístico es la causa más
frecuente de lesión biliar, el cirujano debe usar una técnica que provea una
identificación concluyente del conducto y la arteria císticos. En la técnica con
visión crítica de seguridad iniciada en esta institución, el triángulo de Calot
se libera de grasa, tejido fibroso y areolar. En un tramo importante, el ex-
tremo inferior de la vesícula biliar debe disecarse del lecho hepático. Una
disección completa demuestra dos y sólo dos estructuras (conducto y arteria
císticos) que entran en la vesícula biliar, lo que constituye la «vista crítica de
seguridad». La CIO puede usarse como necesidad de confirmar la anatomía
de los conductos durante la CL siempre que la visión crítica no se logre.
La CIO también está indicada en pacientes con coledocolitiasis conocida,
antecedentes de ictericia, antecedentes de pancreatitis, un conducto cístico
largo y cálculos pequeños, cualquier anormalidad en las PFH perioperatorias
o conductos biliares dilatados en la ecografía. La ecografía laparoscópica es un
método alternativo para detectar cálculos en el colédoco; es muy precisa y,
en manos experimentadas, disminuye tanto el tiempo operatorio como el
costo.
3. Complicaciones. Al parecer, la CL se relaciona con una incidencia más alta
(~ 2.5/1 000) de lesión mayor de la vía biliar que la colecistectomía abierta.
Este problema serio se explica más abajo de manera adicional. Además,
otras estructuras también corren riesgo, entre ellas la arteria hepática y el in-
testino. El escape de un cálculo biliar puede ser fuente de complicaciones a
largo plazo raras pero graves, como la formación de un absceso o fístula. Los
factores que incrementan la tasa de conversión en un procedimiento abier-
to abarcan colecistectomía de urgencia, género masculino, edad mayor de 60
años, obesidad, inflamación de la vesícula biliar (colecistitis aguda), coledo-
colitiasis y operación abdominal alta previa.
H. La colecistectomía abierta se practica en una minoría de pacientes que tienen
contraindicaciones para la CL, en los que requieren la conversión de una CL
ante la imposibilidad para completar el procedimiento laparoscópico o en quie-
nes se someten a una laparotomía por otra intervención quirúrgica (p. ej., pan-
creatoduodenectomía). La conversión en una operación abierta frente a un pro-
cedimiento laparoscópico difícil nunca debe verse como una falla quirúrgica o
complicación sino como una forma de evitar una lesión potencial al paciente. Se
preconiza una colecistectomía parcial cuando las estructuras ductales y vasculares
del triángulo de Calot no pueden identificarse con certeza en el contexto de una
inflamación aguda marcada. En esta situación, se abre el fondo y se extraen los
cálculos. La pared anterior de la vesícula biliar se escinde, y la pared posterior se
deja fija al lecho hepático. En ese momento, se fulgura la mucosa y se coloca un
drenaje cerca del infundíbulo.
tensión. También se relaciona con un estado de «nada por vía oral» (NVO) pro-
longado y dependencia de la nutrición parenteral, con episodios de septicemia,
o durante una insuficiencia orgánica múltiple. La tasa de mortalidad es alta: de
alrededor de 30%. La presentación depende en gran medida de los trastornos
médicos concurrentes y con frecuencia se sospecha durante los estudios diagnós-
ticos infecciosos. Los individuos alerta suelen quejarse de dolor en el cuadrante
superior derecho o dolor e hipersensibilidad abdominales superiores difusos. No
obstante, muchos pacientes pueden no estar alerta y por tanto hasta 75% no
experimenta dolor e hipersensibilidad.
B. Diagnóstico. En los pacientes sedados, la leucocitosis y las PFH anormales,
aunque variables, pueden ser la única indicación de colecistitis acalculosa. Los
estudios de imagen son esenciales para establecer el diagnóstico porque es posi-
ble que un resultado falso positivo conduzca a una intervención innecesaria en
un paciente muy enfermo. Las mismas modalidades de imagen usadas para diag-
nosticar colecistitis calculosa pueden usarse para diagnosticar colecistitis acalcu-
losa. Gracias a su portabilidad y bajo costo, la ecografía es de forma casi univer-
sal la primera prueba de elección; no obstante, si el diagnóstico es dudoso, puede
añadirse una gammagrafía para mejorar de modo significativo el índice diag-
nóstico. En casos difíciles, la colecistostomía percutánea puede ser tanto diagnós-
tica como terapéutica porque permite descomprimir la vesícula biliar infectada
y extraer los cálculos a través de la sonda. La TC puede usarse para evaluar otras
fuentes potenciales de trastorno abdominal, en tanto que la colecistostomía
percutánea puede evitar un procedimiento innecesario en pacientes no aptos o
con contraindicación para tolerar una intervención quirúrgica.
C. El tratamiento de la colecistitis acalculosa implica antibióticos sistémicos, ayuno
absoluto y tratamiento de cualquier morbilidad concomitante. El tratamiento
primario comprende descompresión de la vesícula biliar, casi siempre con una
sonda percutánea. La terapéutica definitiva es la colecistectomía en un segundo
tiempo o retrasada.
D. Diagnóstico. Las imágenes axiles con TC o IRM son útiles para detectar las
colecciones abdominales de bilis que requieren drenaje percutáneo. En la actua-
lidad, la colangiopancreatografía de resonancia magnética (CPRM) con angio-
grafía suele ser la prueba inicial de imágenes de elección por su capacidad para
definir la anatomía tanto vascular como biliar, ya que con frecuencia las lesiones
biliares se relacionan con lesiones vasculares. El derrame continuo de bilis tam-
bién puede diagnosticarse mediante una gammagrafía con HIDA. La CPRE
también es útil para demostrar la anatomía biliar y con frecuencia es posible la
colocación de endoprótesis terapéuticas para los derrames ductales. En caso de
oclusión del colédoco, la colangiografía transhepática percutánea (CTP) pue-
de demostrar la anatomía biliar distal a la lesión y usarse para la descompresión
terapéutica del árbol biliar.
VII. QUISTES COLEDOCIANOS. Son dilataciones congénitas del árbol biliar que
pueden presentarse en cualquier conducto biliar pero de manera característica afec-
tan el hepático común y el colédoco. El diagnóstico y tratamiento son esenciales
porque los quistes predisponen a coledocolitiasis, colangitis, hipertensión portal y
colangiocarcinoma, el cual se desarrolla hasta en 30% de los quistes. Un esquema
anatómico de clasificación identificó cinco tipos distintos. Los quistes de tipo I son
dilataciones fusiformes del colédoco, además de los más frecuentes (65 a 90%).
Los de tipo II son divertículos saculares raros y aislados del colédoco. Los quistes
de tipo III, también llamados coledococeles, son dilataciones que se localizan den-
tro de la porción intraduodenal del colédoco. Casi todas las lesiones que se consi-
deran coledococeles son de hecho duplicaciones duodenales. Los quistes de tipo IV
se distinguen por múltiples áreas quísticas del árbol biliar, tanto dentro como fuera
del hígado. Los quistes de tipo V son lesiones únicas o múltiples situadas sólo en la
porción intrahepática del árbol biliar (enfermedad de Caroli).
A. Diagnóstico. La clásica tríada de ictericia, masa abdominal palpable y dolor en
el cuadrante superior derecho que imita el cólico biliar sólo está presente poco
tiempo. A menudo, los neonatos experimentan obstrucción biliar, en tanto que
los niños mayores sufren ictericia y dolor abdominal. En raras ocasiones, la
pancreatitis o la obstrucción duodenal pueden deberse a un coledococele. Con
frecuencia, el diagnóstico inicial se establece con ecografía, TC o ambas. Debe
obtenerse una evaluación adicional del quiste con imágenes biliares específicas
de CPRE o CPRM.
B. El tratamiento es primordialmente quirúrgico. La extirpación del quiste con
una hepatoyeyunostomía en Y de Roux es la terapéutica de elección para los
tipos I y IV. También se ha realizado la extirpación simple del excepcional
quiste de tipo II. La descorticación endoscópica local de un quiste más la esfin-
teroplastia suelen ser eficaces para la enfermedad de tipo III. La enfermedad de
Caroli puede tratarse con hemihepatectomía cuando está confinada a un lado
del hígado. Con mayor frecuencia, la enfermedad bilateral se acompaña de daño
hepático y obliga al THO.
papilotomía transduodenal o escisión local amplia, pero los casos preocupantes por-
que despiertan sospecha de una enfermedad maligna suelen requerir una resección
de Whipple.
IX. COLANGIOCARCINOMA
A. Presentación. La ictericia, seguida de pérdida de peso y dolor, es la caracterís-
tica clínica que se observa con mayor frecuencia en la presentación. El colangio-
carcinoma se origina en el epitelio del conducto biliar y puede presentarse en
cualquier lugar a lo largo del árbol biliar. Los tumores tienden a ser localmente
invasivos y cuando producen metástasis suelen comprometer el hígado y el
peritoneo. Por lo general, se diseminan de manera microscópica a lo largo de
los conductos biliares por distancias que van más allá del extremo palpable del
tumor. Los factores predisponentes incluyen género masculino, CEP, quistes
coledocianos, cálculos intrahepáticos, infestaciones parasitarias con especies de
Clonorchis. El colangiocarcinoma se clasifica de acuerdo con su localización
anatómica: intrahepática (20%), conducto extrahepático superior (también lla-
mado tumor hiliar o de Klatskin, 40%) y conducto extrahepático inferior (40%).
La localización anatómica y patrón de crecimiento de los tumores perihiliares
se describen en forma adicional en el esquema de la clasificación de Bismuth
(tabla 21-2).
B. Diagnóstico. El antígeno carbohidrato 19-9 (CA19-9) es el marcador que se
utiliza con mayor frecuencia en el diagnóstico del colangiocarcinoma. La sen-
sibilidad y especificidad varían de acuerdo con el umbral usado y alteraciones
coexistentes como inflamación y colestasis, que pueden elevar los niveles. El
antígeno carcinoembrionario (ACE) es otro marcador tumoral que se usa con
mayor frecuencia para el diagnóstico del cáncer colorrectal. El ACE también
mostró alguna elevación en pacientes con neoplasias malignas de origen biliar.
La CPRM puede emplearse para una investigación de colangiocarcinoma. Pro-
vee una colangiografía, demuestra el tumor y su relación con los vasos clave, y
detecta metástasis intrahepáticas. La ecografía puede evidenciar masas y dilata-
ción en la vía biliar, y proporciona información rudimentaria de la extensión de
la afección tumoral dentro del hígado, y además pronostica el compromiso de la
vena porta. La TC puede ser útil para delinear la masa y definir su relación con el
C
lasificación de Bismuth-Corlette del colangiocarcinoma
Tabla 21-2
hiliar
Tipo I El tumor permanece por debajo de la confluencia de los conductos
hepáticos derecho e izquierdo
Tipo IV El tumor compromete las raíces secundarias tanto del conducto hepático
derecho como del izquierdo