Está en la página 1de 1

ANTIGONA: Vamos padre, unos cuantos pasos más. La ciudad ya se ve a lo lejos.

Parece diferente. Padre, deje que le ayude.

EDIPO: Ya puedo yo. Estoy ciego pero mis piernas son fuertes

ANTIGONA: Lo son, pero está oscureciendo. Si no nos damos prisa...

EDIPO:¿Por qué la ciudad huele a incienso, a coronas de flores, a cantos y


suplicas, y a desesperación? ¡Antigona! (Aparece Layo inerte que lo mira furioso,
desafiante) ¡Sujétame! No dejes que mi mente avance.

ANTIGONA: Padre, ¿qué dice?

EDIPO: Que se descorran los cerrojos, para que todos puedan ver al homicida.
Que todos sepan que la sangre de mi padre es la mía. Y que yo la derrame en la
encrucijada de tres caminos ¡Padre! Si hubiese muerto antes de nacer esto no
habría pasado.¿Verdad? Pero tuve que vivir para cumplir mi destino.¿Acaso el
hombre puede luchar contra lo que está escrito? Padre, yo te maté, pero no sabía
quién eras. Luche por mi vida en esa encrucijada Te maté. Pero si tu hubieses
podido, ¿no habrías hecho lo mismo? Por favor, Layo, mírame. No pido tu perdón,
pero si tu clemencia. (Layo se ríe) Por qué yo huía de mi ciudad para evitar un
gran mal, sin saber que al hacerlo, me enfrentaba a otro peor. Deja de reírte o,
¿quieres que aplaste tu cara en el suelo?. Por que en el fondo, encontré placer
con tu muerte. Antigona, sujétame por que creo que la razón se me va. ¿Qué me
pasa? No puedo controlar esta rabia que nace de mis pies y me obliga a gritar:
¡ME CAGO EN EL ORÁCULO!

ANTIGONA: Vamos, padre, necesita descansar. Ya queda poco para llegar.

EDIPO: La sangre está sacudiendo la ciudad y mi cuerpo sigue respirando,


aunque viva en una oscuridad continua. (Layo sigue inerte, de su espalda sale
Yocasta que empieza a bailar con cintas de colores) Pobre Antigona, que
entretenimiento das al mundo, naciendo como has nacido. Condenada en vida, a
cuidar de un pobre padre parricida. Pobre hija, yo huí de mi destino, pero el
destino vino a mí. ¿Me entiendes? Esa es la única verdad. (Viendo a Yocasta
bailar) Hija, sujétame, por que creo que la culpa me busca y quiere acabar
conmigo, noto como me desgarra por dentro como buscando una salida. Y no la
hay, no la hay, no la hay. ¡NO LA HAY! Yocasta, amor mío, deja de bailar. (No le
hace caso) Yocasta, por favor, para que ya no puedo más. Yocasta, Yocasta...
¡MADRE! (Yocasta para en seco y se ahorca con las cintas, repite el gesto varias
veces) Otra vez, tu bello cuerpo inerte, del cual, tanto placer encontré. (Se acercan
a él) Padres, ¿qué queréis de mí? ¿Qué culpa tengo yo? Yo no conocí ni sabía
dónde había sido engendrado ¡Antigona! Sujétame, no dejes que vengan a por
mí. Cógeme la mano. ¡CÓGELA!

ANTIGONA: Padre...

EDIPO: Vienen a por mi, quieren mi sangre, me quieren a mi... ¡Sujétame! No


quiero ir con ellos... No quiero. Mi padre vino a por mis ojos y ahora mi madre
viene a por mi corazón. Veo, veo. ¡Veo! Puedo ver como la sangre lo cubre todo
de oscuridad y silencio. Silencio. Por fin, la calma. ¡Adiós hija! por fin mi culpa
descansa.

También podría gustarte