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LOS ORGANISMOS MODELO Y SU IMPORTANCIA EN LA INVESTIGACIÓN GENÉTICA

Camila Arboleda (1924120), Valentina Girón (1923454) y Daniel Gutiérrez (1927372).

Tal y como lo exponen Chivian y Bernstein (2015) “la investigación sobre genética comenzó mucho antes de que se
supiera lo que era un gen”, ya que no fue hasta la época de Thomas Hunt Morgan en el siglo XX, donde se obtuvieron
las bases para comprender los genes y los cromosomas (p. 253). No obstante, antes de las experimentaciones de
Morgan, las civilizaciones ya domesticaban especies vegetales y animales y eran conscientes de que algunos carácteres
se heredaban en la descendencia. Si bien muchos antes de Gregor Mendel contribuyeron a la creación de conocimiento,
fue con él que se sentaron las bases de la herencia, marcando el inicio de la genética moderna.

En este punto es importante recalcar el papel de los organismos modelo, tanto especies vegetales como animales; ya que
sin ellos el estado del conocimiento pudo haber sido distinto al logrado hasta el presente. Por ejemplo, fue gracias a
Lathyrus odoratus que Mendel pudo establecer las leyes de la herencia. En la actualidad el uso de modelos en la
experimentación continúa y, por consiguiente, se mencionan posteriormente otros organismos modelos y su importancia
en tanto a los descubrimientos a los que han conducido en el área de la genética.

Pero antes, es bueno cuestionarse sobre las cualidades que debe tener un organismo que lo hace tan valioso a la hora de
utilizarlo como modelo experimental. Es decir, aunque la gran mayoría de organismos multicelulares poseen secuencias
genéticas significativamente conservadas, no son lo suficientemente aptos para la experimentación. Por ejemplo,
pueden plantearse las siguientes preguntas: ¿por qué Mendel utilizó guisantes para llevar a cabo la experimentación que
lo conllevaría a postular algunos de los primeros principios de la herencia?, ¿por qué no utilizar organismos más
complejos o llamativos?

Teniendo en cuenta que a Mendel probablemente ni se le pasó por la cabeza el impacto que los resultados de sus
experimentos tendrían en el futuro de la Biología y, también, haciendo caso omiso a los diferentes factores personales
que seguramente tuvo al decidir experimentar con un guisante y no con otro organismo, se pueden recalcar algunos
aspectos importantes: su ciclo de vida, su fácil manipulación y las características morfológicas que se expresan a simple
vista. Dicho de otro modo, entender un campo tan arduo como es la herencia, más aún en la época de Mendel, habría
sido mucho más laborioso si se hubiese trabajado con un chimpancé, un perro o un elefante, por ejemplo. En contraste,
los guisantes se pueden cultivar, criar, mantener y manipular fácilmente.

En la era moderna, la fácil manipulación y un ciclo de vida relativamente corto, siguen siendo propiedades importantes
de los organismos modelos, pues esto hace más llevadera la estancia del organismo en ambientes necesarios para la
investigación científica, es decir, en los laboratorios y otros posibles escenarios artificiales en esencia. Cabe recalcar
que la manipulación no solo se limita a la transferencia del sujeto de un lugar a otro (p. ej., de su ambiente natural a uno
artificial), lo cual claramente también es importante, pues es necesario cerciorarse de la supervivencia de la criatura para
su posterior análisis; sino también, entra en juego el aspecto sexual y sus respectivos cruces. En otros términos, en los
estudios genéticos es imprescindible controlar el flujo de genes de una generación a otra, con el fin de producir
resultados aprovechables en cuanto al desarrollo del estudio en cuestión. Es decir, si se desea estudiar la herencia y
expresión de una mutación recesiva, la generación parental (P1) deberá tener al menos un alelo recesivo por cada padre,
de tal modo que al menos una proporción de su progenie contendrá o expresará la mutación.

No obstante, durante el paso del tiempo surgen muchos más requerimientos en cuanto a la experimentación en seres
vivos. Además de la fácil manipulación en cuanto al apareamiento del individuo estudiado, éste también debe de
concebir una progenie representativa que, a fin de cuentas, permita un análisis extenso y vasto. Asimismo, la selección
de un individuo como sujeto experimental depende de las diferentes necesidades que requiere el experimento a realizar.
Ahora bien, el carácter ético no se puede pasar a un segundo plano, pues los científicos tienen que procurar un trato
digno hacia los animales que están siendo comprometidos en la experimentación. Por ende, algunos tipos de
comportamientos pueden hasta ser penalizados, limitando así, para bien del individuo; los tratos y procedimientos a
ejecutar.

Finalmente, un último aspecto para evaluar sería el conocimiento que se tiene del genoma del individuo. Es notoria la
diferencia entre estudiar procesos genéticos en organismos que no tienen secuenciado su genoma, frente a los que sí. Y
es que trabajar sobre bases ya estipuladas aligera la comprensión de los resultados conseguidos en los experimentos,
debido a la posibilidad de comparar y asociar lo obtenido con lo que ya se conoce. Este es el caso de Saccharomyces
cerevisiae, el primer organismo eucariota con el genoma totalmente secuenciado (Klug, Cummings & Spencer, 2006),
el cual, consecuentemente, contiene una alta cantidad de genes conocidos por la sociedad científica y, por lo tanto,
también se conocen la mayoría de sus funciones.

Ahora bien, la alternancia de generaciones y su extensa estadía en su fase haploide, ponen a S. cerevisiae en el foco de
los investigadores. La estimulación para proceder al apareamiento o para la formación de gametos, basta con la
presencia de feromonas o moléculas nutritivas en el ambiente, respectivamente (Klug et al., 2006). Esto le permite al
investigador llegar más rápido a su objetivo sin tanta labor. Es decir, si el fin del experimento es estudiar la sinapsis en
la levadura, bastaría con inducir un ambiente con cierta disponibilidad nutritiva para estimular la meiosis en ella. Por
otro lado, como previamente se mencionó, una de las ventajas de usar a la levadura como sujeto experimental es su fase
haploide, ya que en este estado la detección y el estudio de mutaciones recesivas es más asequible. Aún más, debido a
su alternancia generacional y su fácil manipulación, la conservación de este tipo de mutaciones se puede realizar
fácilmente al inducirla a su fase diploide a través de feromonas (Klug et al., 2006). De este modo, se podría contar con
una cepa que indudablemente presenta esa mutación.

Alternativamente, la influencia en la determinación sexual por parte de los genes es bien estudiada en Zea mays. La
planta, al ser monoica, permite evidenciar el fenómeno de desarrollo sexual de ambos sexos en la misma planta. No
obstante, no se está hablando de hermafroditismo como tal, puesto que hay una separación espacial respecto a ambos
órganos sexuales. En otros términos, la planta del maíz presenta dos tipos de flores: flores masculinas, las cuales
contienen los estambres de donde proviene el polen; y flores femeninas, que contienen el pistilo donde se forma el saco
embrionario (Klug et al., 2006). Ahora bien, en el presente se conoce que la expresión de un sexo en específico se debe
a la estimulación de un grupo de genes y la inhibición de otros. Este conocimiento se debe a experimentos llevados a
cabo con Z. mays como organismo modelo. Por ejemplo, la inducción de mutaciones en los genes tassel seed (ts1 y ts2)
estimula el crecimiento de órganos femeninos en inflorescencias masculinas (Klug et al., 2006). Lo anterior sugiere que
este par de genes están implicados en la estimulación del desarrollo de estructuras masculinas y la inhibición de
estructuras femeninas, generando así información supremamente importante para el entendimiento del desarrollo sexual
en plantas superiores.

Por otro lado, la bacteria Thermus aquaticus es un termófilo aislado por vez primera en 1966 por Thomas Brock y
Hudson Freeze. La capacidad de sus proteínas de soportar temperaturas elevadas, específicamente la DNA polimerasa
(Taq I), llevó al desarrollo de la reacción de cadena de la polimerasa (PCR), la cual permite la rápida detección de virus,
bacterias y patologías (Brock, 1997).

Caenorhabditis elegans corresponde a un método ampliamente utilizado en la biología del desarrollo, genética y
neurobiología desde 1960 (Ankeny, 2001). Al igual que Drosophila melanogaster, C. elegans posee aspectos de su
desarrollo que son similares al de los humanos, por lo que su estudio permite dilucidar las características en el
desarrollo animal y su control genético (Chivian & Bernstein, 2015). Extrapolaciones de este tipo son posibles gracias a
la suposición de que los principios básicos de la vida, son universales para todos los seres vivos (Curtis, Barnes, Schnek
& Massarini, 2008). C. elegans es un modelo representativo para el desarrollo de organismos multicelulares, gracias a
que es transparente, todos los procesos de división celular y su posterior diferenciación son observables desde que es un
óvulo fecundado hasta adulto. A través de su estudio también ha sido estudiar la apoptosis y los genes específicos que
actúan sobre este mecanismo, teniendo en cuenta que ésta es imprescindible en el desarrollo normal de las etapas de
vida de un individuo (Chivian & Bernstein, 2015). Finalmente, cabe destacar que, en un principio, el método fue
empleado para estudiar el sistema nervioso y los investigadores lograron establecer las conexiones neuronales de cada
una de las células del sistema, encontrando, posteriormente, que conexiones son parecidas en organismos genéticamente
similares a C. elegans (Ankeny, 2001).

Como ya es bien sabido, Mus musculus es una de las especies más utilizadas en experimentos de laboratorio, puesto que
posee un genoma y un sistema inmune muy similar al de los humanos (Pierce, 2010). A partir de lo anterior, es
considerada una de las especies más valiosas para los estudios genéticos como la búsqueda, localización y
mantenimiento de mutaciones (Jacob, 2005), así como para las actuales investigaciones sobre el cáncer, dado su
parecido en ciertos rasgos genéticos con los humanos (Campuzano, 2020). De acuerdo con lo mencionado
anteriormente, el realizar estudios con animales implica cumplir con ciertos requerimientos éticos, además de tener en
cuenta las dificultades que implica experimentar con ciertos animales; Así, el ratón resulta ser un excelente candidato de
investigación, ya que se caracteriza por ser pequeño, prolífico (facilidad para reproducirse), fácil de mantener y tiene un
ciclo de vida relativamente corto (2 años) (Pierce, 2010).

En cuanto a organismos eucariotas vegetales, Arabidopsis thaliana es una planta pequeña con una longitud aproximada
entre 10 a 15 cm, exceptuando las raíces, que a lo largo de las últimas décadas, jugó un papel importante en la
investigación de las plantas. Su genoma fue el primer genoma de plantas en ser secuenciado, trayendo consigo
información sobre mecanismos moleculares de la floración y el desarrollo de las raíces, la recepción de luz,
metabolismo y la resistencia a enfermedades (interacción planta-patógeno) (Leonelli, 2007). Además, fue utilizada para
identificar alrededor de 70 diferentes tipos de R-proteínas, lo que contribuyó al conocimiento de la estructura y función
de los ribosomas en las plantas (Rivas, Oranday & Verde, 2016)

Finalmente, se concluye que a través del tiempo, gracias a los organismos modelos y debido a las ventajas que presenta
su manipulación en experimentos, su importancia en el descubrimiento y tratamiento de nuevas patologías ha sido
reafirmado. Además, cabe recalcar que de acuerdo a las particulares características de los considerados individuos
modelo, como su ciclo de vida y tamaño, es que se han podido realizar avances científicos en el ámbito genético hoy
día, como lo son la secuenciación de genomas y estudios de la expresión genética.
Referencias bibliográficas
Ankeny, R. A. (2001) The natural history of Caenorhabditis elegans research. Nature Reviews Genetics, 2, 474-479.

Brock, T. D. (1997). The value of Basic Research: Discovery of Thermus aquaticus and Other Extreme Thermophiles.
Genetics, 146(4), 1207-1210.

Campuzano, C. (2020). Ratones en la investigación del cáncer de colon. Universitas Científica, 22(2), 36-43.
Recuperado a partir de https://revistas.upb.edu.co/index.php/universitas/article/view/612

Curtis, H., Barnes, N. S., Schnek. A. & Massarini, A. (2008). Biología. Buenos Aires: Editorial Médica Panamericana
S.A.

Chivian, E. & Bernstein, A. (2015). Preservar la vida: De cómo nuestra salud depende de la biodiversidad. México D.
F.: Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad y Fondo de Cultura Económica.

Jacob, F. (2005). El ratón, la mosca y el hombre. México: Plaza y Valdés, S.A.

Klug, W., Cummings, M. & Spencer, C. (2006). Conceptos de genética. Madrid: Pearson Education, S.A.

Leonelli, S. (2007) Cultivando hierba, produciendo conocimiento. Una historia epistemológica de Arabidopsis thaliana.
En Suárez, E. (Compiladora.), Variedad infinita: ciencia y representación, un enfoque histórico y filosófico. (pp. 367-
368). México: Limusa.

Pierce, B. (2010). Genética: Un enfoque conceptual. Estados Unidos: Editorial Médica Panamericana, S.A.

Rivas, C., Oranday, M., Verde, M. (2016). Investigación en plantas de importancia médica. México: OmniaScience

Wolpert, L., Jessel, T., Lawrence, P., Meyerowitz, E., Robertson, E. & Smith, J. (2010). Principios del Desarrollo.
Madrid: Editorial Médica Panamericana S.A.

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