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Tiene una duración media de 28 días, si bien se considera normal entre 21-38 días (Mihm M, 2011: 26-35 días; Muñoz C, 2018: 21-25 días; Knudtson J, 2019: 25-36 días). La variación en
cuanto a la duración es diferente en cada persona e incluso puede variar de un mes a otro en una misma persona. La menstruación dura entre 4,5-8 días y la pérdida de sangre es de 5-80 ml.
El inicio del ciclo menstrual empieza el primer día de la menstruación (figura 1) y consta de dos fases: fase folicular y la fase lútea. Está regulado por el eje hipotálamo-hipófisis-ovario.
Antes de explicar en qué consiste cada fase, debemos hacer algunas consideraciones:
La GnRH se secreta de forma pulsátil en el hipotálamo, lo que origina que la FSH y la LH también se secreten de forma pulsátil. Si la GnRH se secreta de forma continua o no se
secreta, pierde su acción sobre la FSH y la LH.
La GnRH está controlada por mecanismos de retroalimentación: los estrógenos la estimulan, y la progesterona y la inhibina (hormona no sexual que se origina en el ovario) la inhiben.
Hay otras situaciones en las que también está inhibida, como por ejemplo en el embarazo por la producción de prolactina, o cuando hay lesiones que afecten al hipotálamo.
Fase folicular
Fase lútea
Tras la ovulación, el resto de las células que formaban el folículo se transforman en el denominado “cuerpo lúteo”, y bajo el estímulo de la LH secretan progesterona de forma creciente
durante aproximadamente 7 días.
La progesterona es la responsable de transformar el endometrio proliferativo en un endometrio secretor. A partir de ese momento el cuerpo lúteo, salvo que se haya producido la
fecundación, empieza a degradarse y la secreción de progesterona a disminuir.
Cuando los niveles de progesterona son muy bajos, el endometrio se “descama” y se origina la menstruación.
Los estrógenos, durante la fase lútea, al coincidir con una concentración elevada de progesterona tienen una acción inhibitoria sobre la GnRH, lo que explica que no se origina un
segundo pico ovulatorio al final del ciclo.
Las características clínicas de los ciclos ovulatorios son: regulares, con síntomas premenstruales y tensión mamaria, acompañados de dismenorrea, con cambios en el moco cervical y datos de
acción progestágena en la segunda mitad. Por el contrario, los ciclos anovulatorios suelen ser impredecibles, con spottings frecuentes, y los sangrados no suelen ser abundantes.
Amenorrea
Clasificación:
Amenorrea primaria: mujer de más de 16 años con caracteres sexuales secundarios o mayores de 14 sin éstos que nunca han tenido la menstruación.
Amenorrea secundaria: cese de la menstruación durante al menos 3 meses.
Etiología: las causas de amenorrea primaria suelen ser diferentes de las de la secundaria, aunque no siempre es así; por este motivo se prefiere la clasificación desde el punto de vista
fisiopatológico (tabla 1).
Fisiológica Gestación*.
Lactancia.
Estimulación del pezón.
Alteraciones del metabolismo (fallo hepático, fallo renal).
Producción ectópica (carcinoma broncogénico, gonadoblastoma, quiste dermoide ovárico,
Prolactina <100 ng/ml (100 μg/l)
carcinoma renal, teratoma).
Hipotiroidismo.
Hiperprolactinemia
Fármacos (anticonceptivos orales, antipsicóticos, antidepresivos, antihipertensivos,
bloqueadores de los receptores de histamina H2, opiáceos, cocaína).
Atresia de vagina.
Himen imperforado.
Alteraciones del tracto
Vagina con septo transverso.
genital
Estenosis cervical.
Síndrome de Asherman (poslegrado)*.
Anovulación crónica con Congénito (agenesia de los conductos de Müller, síndrome de la insensibilidad androgénica).
presencia de estrógenos
Anovulación por hiperandrogenismo: síndrome del ovario poliquístico (PCO)*, acromegalia, tumores secretores de andrógenos
(hipogonadismo (ováricos o adrenales), trastornos suprarrenales: hiperplasia adrenal congénita, síndrome de Cushing.
normogonadotrópico) Disfunción tiroidea (hiper e hipotiroidismo).
Menopausia*.
Hipogonadismos Fallo ovárico precoz* (autoinmune, quimioterapia, radiación pélvica, idiopático, sarampión,
hipergonadotrópicos: fallo galactosemia).
ovárico Disgenesias gonadales (síndrome de Turner y otros).
Síndrome del ovario resistente.
Síndrome de Asherman.
Obstrucción en el tracto Estenosis cervical.
utero-vaginal Himen imperforado.
Vagina con septo transverso.
Tabla 2. Valores de las determinaciones de laboratorio según la causa de amenorrea (modificado de: Gordon CM, 2017).
nl o
LH <
Hiperprolactinemia <10 <10 <50 <1 nl 1 nl o ↑ nl ligeramente nl nl
FSH
↑
↑o
LH > ligeramente
PCO <15 <10 <50 <1 nl o ↑ ligera ↑ nl nl ↑ ligeramente
FSH ↑
↑
E2: estrógenos; P4: progesterona; AMH: hormona antimulleriana; PRL: prolactina; 17-OHP: 17-hidroxiprogesterona; nl: normal.
Definición: es aquella que difiere del patrón menstrual normal, en cuanto a regularidad (variación de más de 20 días de los ciclos menstruales en el último año), frecuencia (<21 y >38 días),
duración (<4,5 o >8 días) y volumen (>80 ml). Se trata de un síntoma, no un diagnóstico.
Hiperprolactinemia.
Inmadurez del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (adolescencia).
Ejercicio intenso o estrés.
Disminución de los folículos ováricos (perimenopausia).
Disfunción ovárica Síndrome del ovario poliquístico.
Anorexia.
Enfermedad tiroidea.
Enfermedad de Cushing.
Disfunción/tumor adrenal.
DIU.
Miomas.
Endometriosis y adenomiosis.
Hiperplasia endometrial.
Alteraciones estructurales del aparato genital Pólipos endometriales.
Vaginitis atrófica.
Tumores malignos (cérvix, endometrio, ovario, leiomiosarcoma).
Cuerpo extraño.
Traumatismo.
ACO.
Anticoagulantes.
Antiepilépticos.
Antipsicóticos.
Corticosteroides.
Fármacos Estrógenos.
Fitoterapia.
ISRS.
Progestágenos.
Quimioterapia.
Tamoxifeno.
Enfermedad hepática.
Enfermedad renal.
Diabetes mellitus mal controlada.
Enfermedad cardíaca.
Enfermedades sistémicas Coagulopatía.
Trombocitopenia.
Enfermedad de von Willebrand.
Discrasias sanguíneas.
Lupus eritematoso sistémico.
Trastornos hormonales Síndrome del ovario poliquístico.
Enfermedad tiroidea.
Hiperprolactinemia.
Hiperplasia adrenal.
Aunque se han estado utilizando distintos términos para describir la hemorragia uterina anormal haciendo referencia a las características descritas (polimenorrea, metrorragia, menorrea, etc.),
recientemente la FIGO ha propuesto ir abandonando esta nomenclatura por considerar que da lugar a confusiones y no ser determinante de ninguna fisiopatología subyacente; además, en una
misma paciente pueden aparecen varios tipos de hemorragia uterina anormal. Como alternativa propone una clasificación que hace referencia a las causas (sistema PALM-COEIN) (Munro MG,
2011):
Pólipos.
Adenomiosis.
Malignidad e hiperplasia.
Coagulopatía.
Disfunción ovulatoria.
Endometrial.
Iatrogénica.
No clasificable.
1 <50% intramural.
2 >50% intramural.
4 Intramural.
7 Subseroso pedunculado.
Híbrido: leiomioma
Se utilizan dos números separados por un guión.
(afecta endometrio y serosa) El primer número hace referencia al endometrio y el segundo a la relación con la serosa.
2-5 Submucoso y subseroso, cada uno con menos de la mitad del diámetro en el endometrio y en el peritoneo respectivamente.
Niña (antes de la menarquia): la aparición de una hemorragia vaginal siempre se asocia con una alteración subyacente.
Mujer adolescente: los ciclos pueden ser irregulares desde la menarquia hasta 2-3 años después. Habitualmente se asocian con ciclos anovulatorios. En ausencia de otros síntomas no
está indicada ninguna prueba diagnóstica.
Mujer en edad fértil (ver algoritmo 2): siempre hay que descartar que no sea una complicación de una gestación. Las causas más frecuentes son los miomas, el DIU y la enfermedad
inflamatoria pélvica. Si la exploración física es normal, y no existen factores de riesgo de cáncer de endometrio (fundamentalmente administración de estrógenos sin progestágenos,
síndrome de Lynch, tratamiento con tamoxifeno) no está indicado realizar más estudios.
Mujeres perimenopáusicas: en ocasiones es difícil determinar si se trata de las variaciones normales del ciclo o, por el contrario, hay que sospechar patología subyacente.
Postmenopausia: toda hemorragia que aparece después de la menopausia (1 año después de la última menstruación) exige el estudio del endometrio, porque, aunque la mayoría de
las mujeres con sangrado postmenopáusico no tendrán cáncer de endometrio, las estrategias de detección temprana de este sangrado tienen potencial de capturar hasta el 90% de los
cánceres de endometrio (Clarke MA, 2018).
Algoritmo 2. Diagnóstico de una paciente con hemorragia uterina anormal.
Tratamiento
En lo que respecta a la denominada hemorragia uterina disfuncional, las opciones terapéuticas cuando se sospecha que se trata de ciclos anovulatorios son los que aparecen en la tabla 5.
Tabla 5. Opciones terapéuticas para la hemorragia uterina disfuncional en ciclos anaovulatorios (Wouk N, 2019).
Progestágenos Noretindrona 5 mg/8 horas oral 7 días Se pueden utilizar otros progestágenos a dosis altas.
Sangrado crónico
Medroxiprogesterona Administrar cada Puede originar inicialmente un aumento del sangrado, pero la mitad de las pacientes
150 mg IM o 104 mg subcutáneo
depot 13 semanas llegan a estar en amenorrea transcurridos 12 meses de utilización.
Preparado monofásico con 35 mcg de También puede utilizarse administración transdérmica o intravaginal. Los regímenes que
ACO Diario
etinilestradiol tienen menos días de descanso son más eficaces.
DIU liberador de
Puede originar sangrados irregulares y amenorrea.
AINE Naproxeno 500 mg/12 horas Hasta que Se pueden utilizar otros AINE. No usar en caso de coagulopatía.
finalice el
sangrado
Hasta que
Se pueden utilizar otros progestágenos. Si se utiliza únicamente en la fase lútea son
Progestágenos Noretindrona 2,5 a 5 mg/24 horas finalice el
menos eficaces en el control del sangrado.
sangrado
Hasta que
Ácido tranexámico 1.000 a 1.500 mg/8 horas finalice el No utilizar si hay riesgo de trombosis.
sangrado
Dismenorrea
Clasificación:
Dismenorrea primaria (sin causa orgánica): aparece de 6 a 12 meses después de la menarquia, tiende a disminuir a lo largo de la vida. Las características del dolor son semejantes en
todos los ciclos: aparece horas antes de iniciarse la menstruación y dura desde unas horas a 1-2 días, es espasmódico o cólico, localizado en hipogastrio, se puede irradiar hacia las
piernas y la zona lumbar y se controla con AINE y/o con ACO.
Dismenorrea secundaria: si las características del dolor no cumplen los criterios anteriores o la historia clínica así lo orienta hay que sospechar una causa subyacente: DIU,
endometriosis, enfermedad inflamatoria pélvica.
Los AINE son la primera opción terapéutica no habiéndose encontrado en cuanto a la eficacia diferencia entre ellos (Marjoibanks J, 2010).
Si se desea además cubrir la anticoncepción, se debe tratar con un anticonceptivo (Burnett M, 2017), si bien no hay estudios que comparen unos con otros.
Si no se desea anticoncepción, se utilizarán antiinflamatorios no esteroideos.
Se han intentado otras terapias con acupuntura, tiamina, estimulación eléctrica nerviosa transcutánea, etc., sin obtenerse resultados positivos. El ejercicio regular (40-65 minutos tres veces a la
semana, independientemente de la intensidad) podría tener un efecto beneficioso (Armour M, 2019; Carroquino-García P, 2019).
Síndrome premenstrual
Definición: consiste en una serie de síntomas físicos y psíquicos, inespecíficos (ver tabla 6), que aparecen durante la fase lútea, incluso en mujeres histerectomizadas y que interfieren en la
actividad cotidiana de la paciente.
Depresión o tristeza.
Tensión o irritabilidad.
Ansiedad o nerviosismo.
Episodios de malhumor o cólera.
Calambres.
Hinchazón de manos o pies.
Tensión mamaria.
Hinchazón abdominal.
Malestar en la parte inferior del abdomen.
Dolor de espalda.
Cefalea.
Cansancio.
Aumento o disminución del apetito.
Antojos alimentarios.
Insomnio.
Valoración diagnóstica: es imprescindible confirmar al menos durante 2 ciclos que los síntomas coinciden con la fase lútea. Se desconoce su etiología. El grado máximo es el denominado
trastorno disfórico premenstrual (tabla 7).
Tabla 7. Criterios diagnósticos del síndrome disfórico premenstrual (criterios del DSM-V).
Cinco (o más) de los siguientes síntomas durante la mayor parte del día de la última semana de la fase lútea de la mayoría de los ciclos menstruales del último
año, que empiezan a remitir pocos días después del inicio de la menstruación y que son mínimos o desaparecen completamente en la semana siguiente a la
menstruación, teniendo en cuenta que al menos uno de estos síntomas debe ser alguno de los cuatro primeros:
1. Labilidad emocional evidente (por ejemplo, ataques de tristeza, llanto o hipersensibilidad ante el rechazo).
2. Enfado, irritabilidad o aumento de conflictos interpersonales de forma acusada y persistente.
3. Estado de ánimo deprimido, sentimientos de desesperanza e ideas de autodesaprobación acusadas.
4. Ansiedad, tensión, sensación de agobio o de «estar al límite».
A
5. Pérdida de interés por las actividades cotidianas (por ejemplo, trabajo, escuela, amigos, aficiones).
6. Sensación subjetiva de dificultad para concentrarse.
7. Letargia, fatigabilidad fácil o falta evidente de energía.
8. Cambios significativos del apetito, atracones o antojos por determinadas comidas.
9. Hipersomnia o insomnio.
10. Sensación subjetiva de estar rebasada o fuera de control.
11. Otros síntomas físicos como hipersensibilidad o aumento del tamaño mamario, dolores de cabeza, molestias articulares o musculares, sensación de
hinchazón o ganancia de peso.
Estas alteraciones interfieren acusadamente con el trabajo, la escuela, las actividades sociales habituales o las relaciones interpersonales (por ejemplo,
B
evitación de actividades sociales, disminución de la productividad y eficiencia en el ámbito laboral o académico).
La alteración no representa una simple exacerbación de síntomas de otro trastorno, por ejemplo: trastorno depresivo mayor, trastorno de angustia, trastorno
C
distímico o trastorno de la personalidad (si bien en ocasiones el trastorno disfórico premenstrual se añade también a cualquiera de estos trastornos).
D Los criterios A, B y C deben ser corroborados por técnicas de valoración diaria y prospectiva de los síntomas en al menos dos ciclos sintomáticos consecutivos
(el diagnóstico puede establecerse provisionalmente a la espera de dicha confirmación).
Los síntomas no están originados por el efecto directo de una sustancia (por ejemplo, droga de abuso) o una situación clínica general (por ejemplo,
E
hipertiroidismo).
Tratamiento
La explicación de la naturaleza del proceso puede ser suficiente en muchos casos. El tratamiento se realizará cuando los síntomas son moderados-severos. Los ISRS de forma continua o bien
tan solo cuando aparecen los síntomas han demostrado ser eficaces. Las opciones terapéuticas en forma escalonada son las que aparecen en el algoritmo 3 y las distintas pautas en la tabla 8.
Hay que advertir, no obstante, que una revisión reciente de la Cochrane concluye que los estudios con estrógenos a dosis no contraceptivas, similares a las que se utilizan en el tratamiento
hormonal sustitutivo con progestágenos son de calidad baja y los resultados no son concluyentes (Naheed B, 2017).
Existen otras alternativas terapéuticas (terapias alternativas, vitamina D, magnesio, calcio) cuyo papel queda todavía por determinar. Una reciente revisión sobre el papel de la acupuntura en
este tipo de patología no ha mostrado ser eficaz (Armour M, 2018). Tampoco el vitex castus ha mostrado su utilidad (Verkak S, 2017).
Una publicación reciente (Casper RF, 2019), concluye que diferentes enfoques, que incluyen medidas de estilo de vida (ejercicio y técnicas de relajación), terapia cognitiva conductual y
medicamentos (ISRS y ACOS) son efectivos.
En cuanto a la terapia cognitivo conductual tanto en pareja como individual ofrece beneficios, y debería estar disponible (Ussher JM, 2017).
Otros antidepresivos
Tratamiento hormonal
Drosperinona-
etinilestradiol
Implante de estradiol
100 mcg/día Mastalgia.
subcutáneo
Agonistas GnRh
3,6 mg/mes
200-400 mcg/12
Nafarelina Admin. intranasal
horas
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