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Palabras Homenaje Ing.

Félix Rodríguez

Hoy nos congregamos aquí solemnemente, para tributarle


homenaje a todo un legado de vida de nuestro hermano
neogranadino Don Félix Eduardo Rodríguez Ardila, a quien
honramos gratamente como un gran ser humano, por sus
excelsas virtudes fundamentadas en principios, por su arduo y
constante trabajo en beneficio colectivo y por su caracterizado
don de gentes. También sea esta la oportunidad para honrar a
su familia y a todo el legado de enseñanzas, experiencias y
lecciones que él nos encomendó, para que como deber nuestro,
le demos imperecedera continuidad.

La revolución industrial, que empezó en el Reino Unido en el


siglo 18, trajo grandes cambios al futuro de la humanidad.
Durante este periodo se vivió la mayor cantidad de
transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la
historia del género humano desde el neolítico. Con esa
revolución industrial se pasó de una economía rural muy
fundamentada en la agricultura y en el comercio, a una economía
de carácter urbano, industrializada y mecanizada.

Tres de los grandes desarrollos de la revolución industrial fueron:


la máquina de vapor, los ferrocarriles y las personas que tuvieron
la visión para innovar, emprender y crear empresas con sentido
social. El Ingeniero Félix Eduardo Rodríguez Ardila personificaba
esas tres notables características, que condicionan el progreso
de una sociedad.

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Gran parte de Colombia creció culturalmente al lado de los
ferrocarriles. La cultura de carrilera aporto valor al tránsito socio
económico de la ruralidad a lo urbano. Muchas poblaciones
nacientes primero tuvieron tren, después llegaron sus habitantes,
luego surgieron los pueblos y al lado de los rieles surgieron la
densificación comunitaria y los negocios. La Sabana de Bogotá
sin duda no fue nada la excepción.

La estación del tren de la sabana fue inaugurada en 1917, era un


edificio neoclásico que reemplazaba una antigua estación abierta
en 1887, cuando se contrató la construcción de la línea férrea
hacia Zipaquirá. En 1896 se inauguró la estación de Cajicá, dos
años después la de Zipaquirá.

Al lado de esos rieles nacieron las trochas, las vías terciarias y


por ellas llego el progreso y así también llegamos los
Neogranadinos a Cajicá. En ese tren que el Ingeniero Félix
Rodríguez amaba y cuidaba para que sirviera a miles de
personas, la mayoría estudiantes, profesores y personal
administrativo de la Universidad Militar Nueva Granada.

Las vías férreas siguieron creciendo, los ramales buscaban


conectar la capital con la costa atlántica, con el pacífico y con el
Magdalena Medio. En 1936, en medio del apogeo de la industria
ferroviaria colombiana, nació el Ingeniero Rodríguez.

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En sus más de 80 venerables años de vida estuvo en gran parte,
dedicado al estudio y al trabajo de los ferrocarriles. Conocía cada
estación y cada tren. Sus palabras sencillas y de enorme claridad
conceptual, no dudaban al contar la historia de cada máquina, el
país y año de fabricación, la marca y cada detalle de su
funcionamiento.

Nos llena de orgullo recordar que el Ingeniero Félix Rodríguez,


estuvo hablando a nuestros estudiantes, les habló de trenes y les
habló de la vida. Con cariño compartió su experiencia. Y no
sabemos si claramente el entendió que, gracias a su invaluable
aporte, la vida de miles de estudiantes y de sus familias cambió
para ser mejor. Sin nuestro tren indudablemente, la Universidad
Militar Nueva Granada no sería ni cuantitativa ni cualitativamente
lo mismo, debido a su enorme viabilización y factibilización como
efectivo medio de transporte.

El tren nos pone a madrugar y a ser puntuales. El tren nos lleva a


buscar el conocimiento en el Campus y nos trae de vuelta a casa
con nuestras familias. El tren nos arropa en la gélida mañana, a
muchos los arrulla y los relaja. El tren nos llama en la tarde y nos
abre generoso sus puertas para regresarnos con seguridad a
nuestros hogares.

Ese tren pudo haber desaparecido a finales de los años 80. Pero
gracias al Ingeniero Félix Rodríguez lo mantuvo, y con la

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constancia del sabio lo hizo trabajar año tras año. Esa constancia
fue una premisa permanente que, como armónico imperativo
categórico, hoy continúa fluyendo.

Las máquinas del Ingeniero Félix Rodríguez tienen alma, el alma


de ese santandereano que las ha salvado de la extinción. Esas
máquinas, que en otras latitudes son piezas inertes en museos o
están abandonadas a merced de la herrumbre, aquí son vitales y
hacen parte del espíritu de la Universidad Militar Nueva Granada.

Apreciada familia Rodríguez: Disculpen que parezca que nos


hemos “robado” estos trenes y ahora los llamemos el “tren de la
universidad”. Como Rector, pero sobre todo como egresado y
estudiante de esta Universidad, me consta que esta Alma Mater,
no sería lo mismo sin ese tren. Nuestros egresados han dejado
parte de su vida en los vagones, las memorias de los estudiantes
están llenas de recuerdos del tren, en esas bancas se han
formado amistades, se han leído poemas, se han enamorado, se
han resuelto ecuaciones, se escriben artículos científicos, se
duerme y también se sueña despierto…

Desde este atril es mi deber hacer un llamado a la sociedad para


que mantengamos vivo el legado del Ingeniero Félix Eduardo
Rodríguez Ardila. Su herencia no son máquinas frías que sirvan
de fondo para fotos o videos. Su herencia es el espíritu cálido de
un venerable ser humano excepcional, que nos enseñó el valor

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del trabajo constante, del estudio y del servicio en bien de las
generaciones de profesionales del presente y del futuro.

Gracias Ingeniero. Sus trenes seguirán vivos mientras haya un


granadino con deseos de aprender y progresar. Los vagones
seguirán trabajando y son la guía, el ejemplo para que al lado de
la carrilera crezcan las comunidades, florezca la ciencia y se
cosechen los esfuerzos de nuestros estudiantes.

Es nuestro más profundo deseo, como una plegaria elevada


hasta su merecido lugar en la gloria eterna, haciéndome vocero
del sentir de la comunidad neogranadina, de todos los egresados
y de las familias, decirle de corazón: ¡MUCHAS GRACIAS
INGENIERO!

Deo Juvante,

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