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España vivió entonces su momento más bajo y más alto desde que en el año
711 la invadieran los que ponían en peligro su propia esencia europea y occidental.
Esa primera Reconquista llevó ocho siglos en los que nació el español como lengua
y como forma de estar en el mundo.
Aquel mayo de 1808, en Madrid, Manuela Malasaña, Clara del Rey y otros
cientos de madrileños anónimos demostraron que el heroísmo puede brotar en
personas en las que nadie hubiera reparado.
En las últimas décadas Madrid ha vivido otros dos de mayo, en los que el
pueblo entero, sin distinguir de origen, edad, sexo ni profesión, ha dado lo mejor de
sí y ha plantado cara por la libertad. Recordemos cómo Madrid entero se echó a
las calles, tras el golpe de Estado de 1981, a reafirmar también la democracia y la
Constitución; cómo salimos tantos con las palmas blancas a gritarle a los terroristas
de ETA que no les teníamos miedo cuando asesinaron a Tomás y Valiente o a
Miguel Ángel. O cómo todo el mundo se volcó en las primeras horas con las
víctimas del salvaje atentado del 11M, o en los largos meses de la pandemia.
Madrid es cuna de héroes.
Los héroes del pueblo lo son cuando llega el peligro y son puestos a prueba;
mientras tanto, son madrileños normales; y eso ya es decir mucho.
De ahí que seamos tierra de buena gente, que admira a quien tiene algo
bueno que hacer y contar, que quiere saber del mundo sin ensimismarse, que
inspira a cada uno para ser mejor en lo suyo. Cuando vienen tiempos recios,
sabemos ser héroes, pero cada día del año somos buenos vecinos, profesionales,
amigos y familia.
¿Qué os voy a decir yo de esta región que ahora celebra los 40 años de su
Estatuto de autonomía? Ahora somos motor de España, pero había quien no creía
en nosotros como Comunidad autónoma. Se les olvidaba que llevábamos siglos
siendo de todos para no ser de nadie.
Por eso tantos estamos enamorados de este lugar, y aquí damos lo mejor
de nosotros mismos y somos tan exigentes con nosotros y con los demás; sean
cuales sean nuestras ideas políticas, tengamos setenta o veinte años, naciéramos
aquí o un día hiciéramos la maleta para venirnos.
Nada se entiende, decía Ortega, sin explicar «el porqué y el para qué». El
por qué y el para qué de Madrid está en España. Desde que Madrid es capital de
España, hemos sido el centro del mundo Hispano, de Europa y del Mediterráneo.
Hoy somos una de las regiones clave de la Unión Europea, admirada en el mundo.
Siempre hemos estado abiertos al mestizaje y por eso, en todos estos siglos,
hemos crecido sin perder quiénes éramos. Un español sigue siendo reconocible en
cualquier parte, como lo es el estilo de la vida madrileña.
Sin dejar de cambiar con los siglos, hemos mantenido algo común que
sorprende, desconcierta y entusiasma al mundo: la alegría, el sentido de la familia,
los amigos, la necesidad de que nuestra vida más personal tenga raíces, que es lo
que nos permite ser verdaderamente libres e innovar.
Imaginamos perfectamente posible la escena de compartir una caña o un
vino con cualquiera de nuestros antepasados, y recordando todo lo bueno y malo
que hemos pasado, ayer como hoy.
Queridos amigos,
Juan Carlos Quer es un gran hombre, quien lleva años luchando para que el
cruel asesinato de su hija no sea en balde, para que se modifiquen leyes injustas y
se proteja a los más débiles. No cabe mayor generosidad.
Dani Martín, pata negra madrileña, es un cantante muy querido por una
afición alegre y brava. Lleva décadas ganándose como pocos a un público popular,
es decir, de toda edad y condición, unido por el deseo de celebrar la vida y hacerlo
en libertad.
Jesús Carmona es, para el público, también para la crítica y sus propios
compañeros, el mejor bailaor flamenco de nuestro tiempo, siempre dispuesto a
innovar; cercano, familiar y generoso, en la misma constelación del flamenco que
Antonio, Camarón o Paco de Lucía.
Jorge Resurrección, Koke, leyenda del Atléti, su capitán, el jugador que más
partidos ha jugado en toda la historia del club, y al que la gente quiere a morir, algo
espectacular.
Queridos amigos:
Este Dos de Mayo está siendo especialmente alegre y popular. Desde hace
varios días madrileños y visitantes están disfrutando de una programación histórica,
artística y cultural en medio centenar de municipios de la región.
España y Madrid son un proyecto vivo, del que los premiados, a los que
damos las gracias, son reflejo. Un proyecto de vida en común, que necesita quien
lo piense, quien lo gobierne, quien lo trabaje, quien lo disfrute, quien lo cante y lo
cuente, y quien lo herede, como lo recibimos nosotros de nuestros mayores.
Y quizá no lo estemos haciendo tan mal cuando, pasan los años, y en Madrid
sigue sin haber charnegos, ni maquetos, ni forasteros. Este cielo en el que brillan
como en ningún otro las siete estrellas de la constelación del carro, que componen
la bandera regional, nos acoge, generoso, a todos.
Desde esta Puerta del Sol, “que todo lo sabe”, terminamos otro dos de mayo
esta carta de amor a Madrid, pensando en alto qué suerte tenemos, y qué inmensa
responsabilidad, porque lo que pase aquí resonará en toda España.
Decía Salvador de Madariaga que los dos males que atormentan a España
eran “el separatismo y la dictadura”.
El 2 de mayo demostró, una vez más, que los españoles unidos lo podemos
todo. Unidad es lo único que le hace falta a este pueblo español y madrileño: el más
alegre, fraterno, humanitario y valiente del mundo.