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de las matemáticas
La manera en que se conciben términos y símbolos para representar
conceptos matemáticos ha ido cambiando a lo largo de la historia.
¿Puede esta disciplina prescindir de las palabras?
Daniel S. Silver
EN SÍNTESIS
Hoy los matemáticos usan lenguajes pictóricos para pensar de manera más
profunda sobre preguntas fundamentales. Esa evolución sugiere que las
matemáticas podrían ser más generales que cualquier lengua ordinaria que
trate de expresarlas.
Algo extraño está sucediendo en los seminarios de matemáticas de todo el
mundo. Cada vez se oyen más a menudo palabras y expresiones
como araña, huellas de pájaro, ameba, pila de arena o descomposición
del pulpo. Empiezan a verse dibujos que se asemejan a petroglifos
prehistóricos o a la antigua caligrafía china, los cuales se manipulan como
los números y los símbolos tradicionales del álgebra. Se trata de un
lenguaje que resultaría del todo ajeno para los matemáticos de siglos
pasados.
Gibbs no fue el primer científico notable que sostuvo algo así. En El
ensayador, publicado en Roma en 1623, Galileo había escrito: «[El
universo] no puede ser leído hasta que hayamos aprendido su idioma y
nos hayamos familiarizado con los símbolos en los que está escrito. Está
escrito en lenguaje matemático». Galileo publicaba en italiano y no en
latín con la esperanza de llegar a aquellos lectores cultos pero no
necesariamente versados en ciencia. Pero, al igual que los estudiantes de
la Academia de Platón eran recibidos con la inscripción «Prohibida la
entrada a todo aquel que no sepa geometría», los lectores de Galileo eran
advertidos de la necesidad de poseer ciertos prerrequisitos lingüísticos.
Para el científico italiano, las letras de las matemáticas eran triángulos,
círculos y otras figuras geométricas. Gibbs, responsable de gran parte del
cálculo vectorial que usamos hoy, habría agregado uno o dos símbolos de
su cosecha.