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Garavito, la ‘Bestia’, y su agenda

negra del horror: “Aquí enterré


todos los cadáveres”
LAS CARAS DEL MAL
El asesino en serie colombiano violó, torturó y mató a más de 200 niños
Tras cuarenta años en la cárcel, podría quedar en libertad en 2023

Garavito, la ‘Bestia’, y su agenda negra del horror: “Aquí enterré todos los cadáveres”
 LVD

MÓNICA G. ÁLVAREZ
06/11/2020 06:30Actualizado a 06/11/2020 14:52

El hallazgo de tres cadáveres de niños desnudos, tumbados uno al lado del


otro, con las manos atadas y decapitados, hizo presagiar a las autoridades que
se encontraban frente al resultado de un culto satánico. Sin embargo, la
formación de un grupo específico de investigadores llevó a dar con la clave del
dantesco descubrimiento: estaban ante un peligroso pederasta y asesino en
serie . Cinco años tardaron en percatarse de que las cientos de desapariciones,
que se produjeron en Colombia, tenían un único responsable: Luis Alfredo
Garavito, ‘La Bestia’.

Su detención, tras el intento de rapto a otro menor, hizo que


terminase confesando cerca de 200 crímenes , todos ellos bien documentados
en su agenda negra del horror, y que fuese condenado a cuarenta años de
prisión. Presumiblemente, Garavito saldrá en libertad en 2023 tras cumplir las
tres quintas partes de su pena.

De víctima a verdugo
Luis Alfredo Garavito Cubillos nació el 25 de enero de 1957 en el pueblecito
colombiano de Génova, donde se crió con seis hermanos (él era el mayor)
y con un padre, Manuel Antonio, del que jamás recibió afecto
alguno. Todo lo contrario, las palizas fueron la tónica habitual. Incluso sufrió
toda clase de torturas: quemaduras con velas, cortes con navajas de afeitar,
golpes con palos mientras lo ataba a un árbol, etc.

Estas vejaciones no fueron el único trauma que Luis Alfredo tuvo en la


infancia. Un amigo de la familia lo violó con trece años y, tiempo después,
el muchacho trató de vengarse contratando unos sicarios. A partir de entonces,
la víctima se convirtió en verdugo y desarrolló una personalidad agresiva,
iracunda, psicótica y paranoica, sumada a una fuerte atracción sexual hacia
los niños.

Garavito, de niño
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De hecho, a los catorce cometió su primer intento de violación: acorraló a un
pequeño de cinco años, pero lo descubrieron. Aquella pedofilia desembocó
en una ola de crímenes que emergió cuando Garavito contaba con 35 años.
Cuanto más torturaba a sus víctimas, más placer sexual sentía.
Antes de comenzar su carrera criminal, el colombiano llevaba una aparente
vida normal ejerciendo como vendedor ambulante de estampitas
religiosas (del Papa Juan Pablo II y del Niño del 20 de Julio) con las que
recorría gran parte del país. Y aunque su comportamiento era poco sociable
con tendencia a la venganza, Garavito trataba de calmar aquellos ‘fantasmas’
con cantidades ingentes de alcohol. Pero aquello no hacía más que
incrementar sus estallidos violentos contra todo aquel que estuviese delante:
parejas, jefes o compañeros de trabajo.

Garavito y sus múltiples caras y disfraces


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El pederasta finalmente cruzó la línea en 1992, una época en la que Colombia
se encontraba sumida en una guerra civil donde miles de ciudadanos lo
perdieron todo, acabaron en la calle, y por la que cientos de niños se
quedaron huérfanos. Estos serían el blanco perfecto de sus abusos, nadie los
echaría en falta si desaparecían.

Así fue cómo, durante los siguientes cinco años, Garavito perpetró cientos de
asesinatos movido por un “impulso”, según él. “Todo sucedía de repente” y
sin planificación. Pero la realidad era otra. El pederasta planeaba cada asalto y
tortura con sumo cuidado. Para evitar ser descubierto, cambiaba
continuamente de aspecto y se disfrazaba de sacerdote, granjero, anciano,
vendedor ambulante, profesor… Después, elegía a menores entre seis y
dieciséis años, que vagaban por las calles en busca de comida o simplemente
de cariño, y se acercaba ofreciéndoles alimentos, regalos, o prometiendoles
dinero.
Ritos satánicos
Una vez que captaba su atención y se ganaba su confianza, los animaba a dar
un paseo hasta cansarlos, mientras él se iba bebiendo una botella de brandy.
Cuando estaba lo suficientemente ebrio, los arrastraba hasta un lugar
apartado e iniciaba una tanda de torturas.

Según los informes forenses, los cadáveres encontrados presentaban signos de


un sufrimiento extremo: atados de pies y manos, los golpeaba y pisoteaba en el
estómago, pecho, espalda o cara; los marcaba, cortaba o mutilaba con
cuchillos o destornilladores, para después violarlos brutalmente. Solo
alcanzaba el clímax de placer cuando los degollaba. Tras los asesinatos,
Garavito abandonaba los cadáveres en algunos descampados, que empleaba
como

Algunas de las víctimas de Garavito


 YouTube
Tuvieron que pasar varios años para que las autoridades descubrieran los
restos óseos de estos pequeños, en lo que inicialmente creyeron que
correspondían a ritos satánicos. Los primeros se encontraron a finales de
1997 y eran los cuerpos inertes de tres niños, que permanecían juntos,
desnudos, maniatados y con las gargantas seccionadas. Ante la escena, las
autoridades iniciaron la inspección ocular de la zona en busca de pruebas. A
pocos metros de esta especie de fosa localizaron una nota manuscrita con
una dirección, la de la novia de Garavito.

Cuando arribaron al domicilio y registraron la estancia, no hallaron ni rastro


del asesino pero sí varias bolsas con sus pertenencias. Entre ellas,

La Policía encuentra restos de las víctimas de Garavito


 AP
Ante la magnitud de los hechos, la Policía creó un departamento especial
para capturar al fugitivo. En los siguientes dos años, la búsqueda fue
incansable. Sin embargo, Garavito jugaba con todo a favor: sus constantes
cambios físicos y la utilización de disfraces y nombres falsos dificultaron su
detención. Mientras los investigadores no paraban de desenterrar a niños
mutilados en más de sesenta ciudades, el apodado como ‘La Bestia’, ‘El
Monje’ o ‘El Monstruo de Génova’ continuaba con sus tropelías.

Hasta que el 22 de abril de 1999, un indigente salvó a un menor de acabar


como el resto: torturado y bajo tierra. Garavito lo raptó en plena calle y tras
llevarlo a una zona boscosa empezó a besarlo y a intimidarlo. Los gritos de la
víctima alertaron a un sin techo, que no dudó en tirar piedras al pederasta para
espantarlo. Así fue cómo el infante escapó y la Policía detuvo, al fin, a Luis
Alfredo Garavito.

La agenda negra
Al inicio del interrogatorio, el sospechoso negó ser el responsable de la
muerte de 114 víctimas, todas ellas documentadas gracias a la agenda
confiscada por la Policía en la casa de una novia de Garavito. Aún así, el
detenido se mantuvo firme negando la mayor. Pero las autoridades
empezaron a acorrarlarlo. Primero, con pruebas. En las escenas de los
crímenes hallaron: las cuerdas con las que maniataba a los niños, restos de su
ADN en los cadáveres, además de una botella de brandy vacía, siempre de la
misma marca.

También lograron hacer un croquis de sus movimientos en los últimos años y


que coincidían con las fechas de los asesinatos: viajes en autobús, estancias en
hoteles, denuncias por altercados en estado de embriaguez… Pero los agentes
siempre llegaban tarde,
Foto de la ficha policial de Garavito
 AP
Ninguno de estos indicios hicieron que el pederasta se viniese abajo. Solo
sucedió cuando un miembro de la científica le puso delante un estudio
detallado de la forma en la que mataba a los niños. Ver y escuchar en boca
ajena sus propios actos criminales lo derrotaron y no paró de hablar en las
siguientes doce horas.

Pidió un mapa y también la agenda donde tenía documentados los crímenes.


Entonces, señalando el plano, dijo: “Aquí enterré todos los
cadáveres”. Uno por uno desglosó las fechas, las ciudades y cada palito
escrito al lado. Uno, dos, tres, cuatro… dependiendo de cuántos pequeños
hubiese asesinado en cada localidad.
Mural en homenaje a las víctimas de Garavito (Colombia)
 AP
“Pido perdón a Dios, a ustedes y a todos aquellos a quienes yo haya hecho
sufrir”, espetó durante la confesión. Y aunque aseguró que no tenía “ninguna
perversión sexual” y que tampoco era “homosexual”, Garavito confirmó
ser el “responsable de la muerte de 140 niños”. La absoluta frialdad con la que
describió cada ataque, sin temblarle la voz siquiera, conmocionó a los
presentes.

“Cada vez que yo tomaba [bebía alcohol] me daba por ir a buscar un niño”,
relató. Aquella “fuerza extraña” que decía dominarlo por completo, le
llevaba cada noche a cazar a nuevas víctimas y a practicar ritos satánicos con
sus cuerpos. “Hice un pacto con el diablo”, soltó para justificar las macabras
vejaciones, además de resaltar los presuntos malos tratos recibidos por su
padre.
Garavito, en la cárcel
 RCN
Todo ello llevó a los psiquiatras forenses a elaborar un perfil psicológico claro:
“Es un hombre muy peligroso, que finge emociones que no siente, se excita
con el riesgo y al que le encanta la sensación de dominio y de ejercer un papel
superior”. La excusa del alcohol no tuvo cabida para los expertos que le
examinaron porque “era consciente de lo que hacía”.

De hecho, uno de los investigadores explicó durante el juicio que Garavito


“siempre seguía un mismo patrón en su ritual de la muerte: llevaba a sus
víctimas maniatadas a lugares solitarios, los obligaba a practicar sexo oral,
luego los penetraba y mientras ejecutaba la violación, con cuchillas les rasgaba
la espalda. Finalmente los remataba con una puñalada en la costilla izquierda”.

Muy enfermo
Con una personalidad desinhibida, que jamás frenó sus impulsos asesinos, el
detenido también presentaba tendencia a la depresión y al suicidio, aparte
de poseer un carácter fácilmente irritable. De ahí que, hasta la celebración del
juicio, permaneciera en una celda de alta seguridad, en la prisión de
Villavicencio. Querían evitar que Garavito acabase con su vida.

Finalizado el juicio en diciembre de 2001, el tribunal lo condenó a 1853 años


y 9 días de prisión por el asesinato de 138 víctimas. No obstante, gracias a
su colaboración a la hora de localizar los cuerpos y a que la ley colombiana
establece penas máximas de 60 años, el asesino vio reducida su pena a 40
años. Así, cuando tenga cumplidas las tres quintas partes, y si sigue
manteniendo su buen comportamiento, podrá optar a la libertad
condicional. Todo apunta a que ocurriría en el 2023.

Garavito, en una entrevista desde la cárcel


 YouTube
Pero la salud de Garavito se resquebraja. Desde hace años padece leucemia y
ha tenido que ser atendido en distintos centros hospitalarios. La última vez fue
el pasado verano, cuando lo trasladaron de urgencia de la cárcel de La
Tramacúa de Valledupar debido a una recaída. Actualmente, se encuentra en
estado terminal.

Hasta la fecha, el recluso pasaba las horas solo en su celda y confeccionando


pendientes y collares. Le prohibieron salir porque instituciones
penitenciarias temían por su integridad física. Por eso evitaban que el
colombiano tuviese contacto con otros presos peligrosos, que veían en
Garavito al peor de los monstruos.
Jon Sistiaga entrevista a Garavito desde la cárcel
 MoviStar+
Él mismo reconoció, ya estando entre rejas, que “cometí una serie de
conductas que infringen las normas penales y las morales” pero “soy un ser
humano igual a cualquier otro, con fallas pero no me considero
peligroso”. Así se lo explicaba a Jon Sistiaga, en el capítulo ‘Infancias
robadas’ del programa ‘Tabú’, donde Garavito insistió en haber cometido “una
cantidad de errores de los cuales estoy bastante arrepentido y estoy pagando
una pena, esto es duro”.

Pero aquel testimonio no correspondía con la realidad: fue una retahíla de


excusas que incluso hicieron temblar al periodista español. “Ahora entiendo
que esa mirada sin vida fuera capaz de hipnotizar a todos aquellos niños,
de bloquearles. Porque esa mirada da miedo”, decía Sistiaga. Y es que cuando
‘La Bestia’ se despidió, le sonrió y le dio recuerdos para sus hijos.

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