Está en la página 1de 5

EL CASO DE LUIS ALFREDO GARAVITO EN COLOMBIA

Alegatos de apertura: Las víctimas de Garavito eran niños varones, nunca niñas, campesinos,
escolares, con escasos recursos, trabajadores ambulantes, mayoritariamente de entre los 6 y 13
años de edad (excepcionalmente se han documentado 6 víctimas de 14 a 16 años) y físicamente
agraciados. Se estima que asesinó y violó a más de 200 niños, y en la última fase de su carrera
criminal, cuando asesinaba además de agredir sexualmente. Los abordaba en los parques
infantiles, canchas deportivas, terminales de buses, plazas de mercado y barrios subnormales.
Según lo establecido les ofrecía dinero y los invitaba a caminar hasta cuando los menores se
cansaban y eran atacados en sitios despoblados. De acuerdo con la investigación, en esos lugares
los cuerpos sin vida de los menores fueron encontrados degollados, mutilados y con señales de
haber sido amarrados.

Esta son algunas características sociodemográficas de las víctimas del asesino en serie:

Todos los niños eran de un estrato social humilde

Los niños habrían sido objeto de seguimiento por parte de su victimario

La mayoría de los niños andaban por las calles para hacer recados domésticos o desempeñaban
actividades laborales, lo cual facilitaba su seguimiento

La mayoría de los contactos iniciales con los menores ocurrieron en zonas céntricas o de galerías
de los municipios

La mayoría desapareció al medio día (Nunca de noche)

Promedio de edad de 10 años y todos ellos eran niños varones de entre 8 y 4 años (sólo 12 tenían
16 años)

Todos los cadáveres fueron arrojados en lugares de cultivo agrícola. De los cuerpos hallados en
campos de caña de azúcar solo se hallaron restos óseos

Los cadáveres fueron arrojados en el momento de la siembra de caña y solo descubiertos en el


momento de la quema previa al corte

La mayor parte de cadáveres mostraban señales de lesiones y cortes causados por elementos
corto-contundentes y arma blanca, así ́ como desmembramientos

En las necropsias se determinó́ que una parte importante de los menores habían sido víctimas de
agresiones sexuales muy violentas.

El método de aproximación a las víctimas Es el método de acercamiento a las víctimas, por el que
se establece el primer contacto con ellas. Garavito, inicialmente no era violento con sus víctimas.
Contaba con una gran capacidad para generar confianza en los menores. Les engañaba, les hacía
promesas, intentaba darles pena o les ofrecía dinero. Después de llevarlos al sitio donde los iba a
matar los hacia desvestir y caminar, y los iba trasladando a otro lugar diferente. No utilizaba la
sorpresa, ni asaltaba inicialmente a los menores cuando estaban distraídos o durmiendo.
Podemos considerar que Garavito utilizaba el engaño como método de aproximación a sus
víctimas.
Pruebas: El 24 de junio de 1998 los cuerpos de tres niños de 9, 12 y 13 años fueron hallados sin
vida en la finca La Merced, en Génova (Quindío), con evidentes signos de tortura y
desmembración de algunas de sus extremidades. Los menores fueron vistos por última vez cinco
días antes en el parque central del municipio en compañía de un adulto, quien al parecer les
ofreció dos mil pesos a cada uno para que le ayudaran a buscar una res en fincas cercanas a
Génova.

Este fue el caso que dio inicio a la alarmante ola de desapariciones de niños en más de 11
departamentos del país, y por la cual se creó una Comisión Especial de Investigadores de la Fiscalía
General de la Nación. La complejidad de la investigación exigió el diseño de una estrategia que
puso a prueba toda la capacidad humana, técnica y científica del CTI.

Videos como pruebas

Preguntas:

Conclusión
Desde el punto de vista criminológico nos encontramos ante un violador serial pederasta, sádico y
psicopático que evoluciona y se transforma, además, en un asesino serial de los más prolíficos de
la historia mundial reciente. Tal y como establece el modelo del triple riesgo delictivo (Redondo,
2008) aplicado al caso de Garavito, es muy posible que en la formación de este asesino en serie no
solo hayan intervenido aspectos biológicos y psicológicos (personales), sino también culturales
(sociales) y específicos del contexto (ambientales o de oportunidad). En la comprensión por la
sociedad del fenómeno criminal de los asesinos múltiples de esta magnitud intervienen aspectos
relacionados con la construcción de valores sobre lo que está “permitido o “prohibido” que
distancian la influencia que tiene la misma sociedad en la gestación de estos criminales.
Finalmente, la violencia implícita en el caso Garavito, por muy excepcional que pueda ser la
actividad criminal de este asesino en serie y violador multi-reincidente, no puede estudiarse como
un defecto aislado o individual, por el contrario, deber ser contextualizada contando con los
aspectos sociales, políticos, geográficos, económicos, culturales y de oportunidad de Colombia que
intervinieron tanto en la formación del victimario como en la situación de impunidad que durante
años rodeó a las víctimas. El contexto sociocultural en el que se desenvuelve Garavito tiene su
origen en la extrema violencia que desde los años 50 del s. XX hasta prácticamente la actualidad
asola Colombia. En este ambiente, la violencia se ve favorecida por la impunidad, los vacíos
legales, la incompetencia de las instituciones que deben velar por la 23 seguridad y la indiferencia
social ante las desapariciones de los niños de la calle. Queda reflejado que en la formación de un
asesino en serie intervienen aspectos inherentes al individuo (su historia personal, sus
frustraciones, el trato recibido por un padre cruel y una madre indiferente y ausente, la violencia
sufrida por sus iguales, sus burlas y aislamiento al que fue sometido) pero también, interviene la
misma sociedad y los patrones culturales que toleran las diversas formas de violencia (que van
desde la violencia intrafamiliar hasta la violencia del Estado), así como las condiciones de
vulnerabilidad (de oportunidad) que la incompetencia de las instituciones hacen que los más
vulnerables (en este caso los niños de la calle: loteros, limpiabotas, vendedores de fruta,
abandonados sin más o los que se veían obligados a ejercer las prostitución) sigan siendo las
potenciales víctimas propiciatorias de otros futuros asesinos y violadores seriales parecidos a Luis
Alfredo Garavito. Tal y como afirma Oscar Díaz, el psiquiatra que participó como forense en el
juicio de Garavito al ser entrevistado (El País, 2015): “Mientras no seamos conscientes de lo que
estamos haciendo, y las autoridades no intercambien información para atrapar a los delincuentes,
y trabajen en equipo, estamos en nada. Como no hacemos investigación profunda, no tenemos
argumentos, no hay cómo acusar, luego hay impunidad. Y esa impunidad genera violencia. Al no
creer la gente en la justicia, la toma por su cuenta”.

Perfil criminológico de Garavito

Motivaciones criminales Es evidente que el placer sexual pudo haber sido una motivación en la
carrera criminal Garavito, pero no parece que el placer sexual fuera lo que le directamente le
impulsara a matar, había también un comportamiento dominado por la ira (expresado en las
mutilaciones, desmembramiento, descuartizamiento, e intenso sufrimiento infligido a los menores
incluso estando vivos) y un deseo de venganza generalizado, verbalizado por el propio Garavito,
(desplazada a los menores) que probablemente contrarrestara sus sentimientos de humillación
(recordemos la probable victimización infantil sufrida por su padre, las violaciones a las que fue
sometido en la infancia y el acoso escolar del que parece que fue víctima) dichos sentimientos de
humillación y frustración podrían provocarle las referidas reacciones de ira. Es posible incluso, que
estos estados emocionales alterados solo fueran compensados por el sentimiento de poder que
experimentaba ante la indefensión que provocaba en sus víctimas. Los motivos sexuales iniciales
fuero evolucionando hacia un sadismo placentero, al comienzo solo agredía sexualmente a sus
víctimas, posteriormente las agredía sexualmente y las torturaba, y finalmente “sólo” las torturaba
y las asesinaba. Además, se observa en Garavito una necesidad de reconocimiento (muy propia de
los psicópatas) que vemos en la forma con que Garavito expresa admiración hacia Hitler: “Yo
admiraba mucho a Hitler, quería llegar a ser como él, conseguir poder para hacerme respetar.
Siempre anhelé ser importante, estar en la televisión, en la prensa y que todo el mundo hablara de
mí. Me gustaba él porque fue una persona humillada y de un momento a otro alcanzó un poder.
Admiraba de él esa situación, yo me quería vengar de muchas personas. Yo pensaba que una
persona que me mirara mal había que fusilarla. Me gustaban los campos de concentración…

Modus operandi

El modus operandi de “La Bestia” solía ser siempre el mismo, primero recorría su zona de caza e
identificaba su objetivo, escogiendo a sus víctimas como un depredador. Los localizaba en
parques, canchas de futbol, mercados, terminales de autobuses o barrios de nivel socioeconómico
bajo. Después abordaba a los menores con simpatía, interesándose por ellos o entablando
conversación y con ofrecimientos económicos por alguna labor que realizara el niño (arriar
ganado, llevar cajas, acompañarle para ayudarle cuando simulaba cojera o alguna que otra
minusvalía, etc,,), se ganaba su confianza. Posteriormente, les guiaba hasta las afueras de la
ciudad, Los llevaba a sitios alejados, pero cerca del casco urbano, para evadir retenes policiales o
militares y peajes. Solían ser campos de caña de azúcar, cafetales, establos, matorrales y 15
cañadas bien conocidos por él, donde se podían perpetrar sus crímenes sin ser visto y después
ocultar los cadáveres. Mientras tanto iba bebiendo alcohol, generalmente una botella de brandy.
En ocasiones ofrecía alcohol a los menores, Después los amarraba, posteriormente les golpeaba;
pateándoles el estómago, pecho, cara, y espalda. Seguidamente les rompía las manos. les daba
puñetazos en los riñones y costillas hasta rompérselas. Después de realizar este ritual, sacaba un
arma blanca (cuchillo) o un destornillador, con el fin de desmembrarles los dedos, las manos, ojos
y orejas. Finalmente abusaba sexualmente y como acto de consumación de su sadismo les
degollaba con un cuchillo, todos sus actos los realizaban en el día, ya que Luis Alfredo, decía
temerle a la oscuridad. Después sacaba su libreta de anotaciones, y hacía una marca por cada niño
asesinado y anotaba alguna referencia con el fin de recordar el lugar y la fecha del asesinato
consumado, representándolo con una raya, al igual que en su almanaque señalaba la fecha de sus
asesinatos. Además de esto, recortaba noticias de periódico en las que se mencionaban los casos
de asesinato guardándolos como un trofeo (Aranguren; 2002; Ponce, 2011)

En el modus operandi de Garavito se pueden distinguir tres etapas: En un principio, abordaba a los
niños con el objetivo de violarlos, en esta etapa parece que no se registran homicidios.
Posteriormente, las violaciones eran seguidas de torturas, y finalmente, además de las agresiones
sexuales y de las torturas, las víctimas terminaban siendo asesinadas brutalmente de manera
sádica (muchas veces decapitadas). En esta última fase, se ha señalado que es probable que
Garavito encontrara más placer en el asesinato mismo que en la violación, por lo que algunos
niños empiezan a aparecer sin rastros de violación, pero sí con señales muy marcadas de tortura y
muerte cruel y sádica. Los amarraba con las cuerdas que previamente había comprado, les gritaba,
golpeaba e insultaba y posteriormente les agredía sexualmente de forma muy violenta. En sus
etapas iniciales como asesino realizaba un corte en el abdomen extenso destrozando el aparato
digestivo. A los niños de Bogotá́ en 1992, les cortó el pulgar del pie derecho, después de escuchar
en un bar de mala muerte de esta ciudad, que, al asesinar a una persona, era de buen agüero
cortarlos (Aranguren, 2002). Manipulaba los cadáveres (necrofilia) y se quedaba con ellos durante
horas. Incluía en su ritual asesino cortes, descuartizamiento, puñaladas, golpes y quemaduras.
Acostumbraba a guardar la ropa de los niños dentro del rastrojo, lanzaba las botellas de licor lejos
o se las llevaba, muchas veces se llevaba la ropa interior de los niños. Comenzó ́ también a
coleccionar fotos de los niños, le gustaba la de los carnets del colegio. Y sin darse cuenta empezó ́ a
dejar evidencias. Era normal que regresara a la escena de los crímenes, les hacia un tipo de
seguimiento a los cadáveres, se quedaba por algunas horas en el sitio y luego se marchaba. Se
dedicó́ también a coleccionar almanaques y señalaba con un círculo los días en los que mataba,
trazaba líneas y marcaba la ciudad. Por otro lado, escribía en un diario muchas de sus “hazañas” y
guardaba en una gran maleta negra periódicos, tiques de bus y hospedajes junto con un diario de
sus viajes (Mejía, 2006
La investigación policial

Durante las investigaciones se tuvieron en cuenta muchas hipótesis para explicar el homicidio de
tantos niños, la que finalmente tomó más fuerza tuvo que ver con la aparición de un asesino único
por lo que se intentó realizar un perfil. Después de reunirse algunas pruebas en su contra, confeso
sus crímenes y brindo información de algunos de los sitios donde se encontraban las fosas de más
niños. Se le practicaron pruebas psicológicas y psiquiátricas y fue declarado imputable. En la
indagatoria se acogió a sentencia anticipada por confesión. El diagnóstico psiquiátrico emitido
previo al juicio fue que Garavito sufría un trastorno antisocial de la personalidad, es decir, y una
alteración mental de entidad insuficiente para impedirle comprender y prever las consecuencias
de sus actos. Por ello se consideró imputable a los efectos de determinar su responsabilidad penal.
Es decir, Luis Alfredo Garavito padece un trastorno de personalidad, pero no es un demente ya
que conserva y conservaba durante su carrera criminal unas facultades mentales suficientes como
para darse cuenta del mal que hacía a sus víctimas y por ello debe pagar por los hechos ilícitos
cometidos. (Mejía, 2006

Aplicación del perfil geográfico

en el caso de Garavito Con la elaboración de perfil geográfico se intenta analizar los


desplazamientos del criminal, su capacidad de movimiento y los lugares en los que actúa, con la
finalidad de localizar la zona desde donde inicia su actividad criminal (puede ser su residencia
habitual, temporal, el lugar donde trabaja o el domicilio de un familiar o conocido) para así poder
capturarle. Garavito, llegó a recorrer cinco veces toda Colombia, viajaba sin rumbo fijo. Parece que
recorrió unas cinco veces Colombia, pasando por 59 municipios del país y violando y asesinando al
menos en 11 de ellos (13 si tenemos en cuenta algunas víctimas no confirmadas) de los 32
departamentos en los que está dividida Colombia. Llegó a inventar dos Fundaciones, una para
ancianos y otra para menores, lo que le permitían dar charlas en escuelas y en otros lugares donde
podía estar cerca de niños. Garavito era un asesino móvil o itinerante que preparaba y planeaba
sus actos con cierto detalle, que viajaba buscando trabajos temporales que le permitieran obtener
dinero suficiente para seguir matando y que le proporcionaran un fácil acceso a los lugares donde
se encontraban sus víctimas. Una parte importante de su actividad criminal se llevó a cabo por los
departamentos del Eje Cafetero y norte del Valle del Cauca. En estas zonas, las poblaciones están
situadas a una corta distancia entre sí, lo que le facilitaba cambiar de escenario rápidamente
después de haber cometido sus crímenes, reduciendo así el riesgo de ser descubierto. Solía dejar
su equipaje guardado en las terminales de autobuses o en residencias baratas ubicadas en los
alrededores, visitaba cantinas, se emborrachaba con un licor-aperitivo llamado “De la Corte” y con
cerveza, que siempre tomaba sin enfriar, escogía la víctima casi siempre de unas características
similares, y con ofrecimientos económicos a cambio de que el menor alguna tarea (arriar ganado,
llevar cajas, ayudarle a caminar cuando simulaba una discapacidad, etc.), se ganaba su confianza.
Después los trasportaba en taxi y entablaba diálogo con ellos. Los llevaba a sitios alejados, pero
cerca del casco urbano para evadir retenes y peajes. Solían ser campos de caña de azúcar,
cafetales, establos o cuadras para el ganado, matorrales o cañadas. Los movilizaba por la zona,
que él conocía muy bien

También podría gustarte