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Gabriel Ramirez
Presentado a:
Yaneth López Rangel
Universidad de Santander
Área de psicología
Séptimo semestre
Cúcuta
2021
Entre 1984 y 1986, decenas de niñas y jóvenes de Guayas y Pichincha (Ecuador)
aparecieron muertas y con signos de violación. Cuando se capturó al asesino, a finales de
1986, el propio presidente de la república, León Febres Cordero, anunció la captura del
sádico criminal que había secuestrado y asesinado de forma sangrienta a varias mujeres.
Barbosa ha sido olvidado por la prensa y los medios colombianos; sin embargo,
libros como el diccionario del crimen, de procedencia inglesa, lo registran como uno de los
asesinos en serie más peligrosos, incluso varias páginas de internet le tienen reservado un
lugar donde sus más de setenta asesinatos y violaciones de menores le garantizan un puesto
en el escalafón de los más prolíficos. Su máscara de hombre amable y buen conversador y
su aspecto delgado y frágil fueron sus tácticas predatorias.
Denotación de la perversión
La madre del bogotano Daniel Camargo murió cuando él aún era muy pequeño.
Apareció entonces en escena la arquetípica madrastra cruel, que lo golpeaba y lo castigaba
reiteradamente usando cinturones y alfileres. También lo obligaba a vestirse de mujer, una
situación que por supuesto perturbó el desarrollo de su identidad sexual. Su padre era un
hombre severo, déspota y poco interesado en él.
Durante su adolescencia Camargo no dio señales de malignidad, incluso terminó sus
estudios de secundaria como un alumno promedio. Su historia criminal al parecer empezó
tardíamente. El 24 de mayo de 1958 fue detenido por robar.
Hasta los 26 años fue un hombre en apariencia normal; incluso se casó con una
mujer con la cual tuvo dos hijos.
Camargo descubrió que su esposa le era infiel, así que decidió separarse. Conoció
entonces a una joven de 28 años, Esperanza, con quien entabló una relación. Al descubrir
que su nueva pareja no era virgen, absurdamente se sintió traicionado. La mujer no quería
romper con Daniel, incluso se sentía atraída por su maldad, así que convino con éste en
que, para reparar su inocencia perdida, juntos ofrendarían la virginidad a través de otros
cuerpos de muchachas vírgenes.
Durante meses, mediante engaños, Esperanza condujo a varias niñas a su
apartamento; allí las adormecía con cápsulas de seconal sódico para que luego Camargo las
violara. Tras el crimen, Esperanza tenía sexo con Daniel para simbolizar así la pérdida de
su virginidad.
La familia de la quinta víctima violada denunció ante la policía lo ocurrido y logró
ubicar la vivienda de sus agresores. Camargo y su novia fueron capturados y llevados a
prisiones distintas. Nunca más se volvieron a ver. Camargo fue sentenciado a ocho años de
prisión.
Al salir de la cárcel Camargo trabajó como vendedor ambulante. Un día de 1975
pasó en frente de una escuela y observó a una joven cuyo físico le atrajo. Logró
convencerla de que lo acompañara a tomar un café. Una vez la condujo a un lugar apartado,
la amenazo con una navaja y la violó. Pensó que si la dejaba con vida ella podía
denunciarlo, como ya le había ocurrido anteriormente, así que para silenciarla cometió su
primer homicidio.
Al día siguiente, cuando regresó al lugar de los hechos para recuperar la mercancía
que había olvidado junto a la víctima, fue atrapado por la policía.
Táctica predatoria
La ola de violaciones y muertes de jóvenes cometidas por Camargo entre 1984 y
1986 asoló a la vía perimetral, en Guayaquil, y la vía a Nobol, en Quito, lugares de donde
eran la mayoría de las víctimas. La cifra aceptada de asesinatos cometidos en Ecuador es de
71; la edad promedio de las victimas osciló entre 15 y 25 años, entre las que se cuentan
universitarias, colegialas y empleadas domésticas.
Él no era un hombre atractivo, así que usaba en su favor un aparente aspecto
desgarbado e indefenso. Con una Biblia en la mano, les pedía a las jóvenes que lo
acompañaran a encontrar “la iglesia del pastor George”. Tomaban un bus y viajaban en
busca de ese lugar hasta adentrarse por parajes desolados.
Usando un cuchillo, sometía finalmente a sus víctimas. Después de violarlas las
degollaba. A veces guardaba como trofeo alguna prenda de la víctima. En varias ocasiones
les extrajo el corazón; cuando se le interrogó al respecto, declaró con cinismo: “Es el
órgano del amor”. Para ganar dinero, Camargo cargaba bultos en un mercado público;
dormía en unas bancas del lugar y apenas se mantenía con 40 sucres diarios.
Referencias
Asesinos en serie perfiles de la mente criminal; Miguel Mendoza Luna