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1.

INTRODUCCIÓN

En una de sus acepciones, la filosofía del lenguaje consiste en una serie de reflexiones y análisis
sobre las relaciones del lenguaje natural con el pensamiento y la realidad. En este sentido
lingüística, semántica y pragmática se analizan desde una perspectiva conjunta en su finalidad y
objetivo. El lenguaje entabla múltiples correlaciones con la estructura mental que lo subtiende. Es,
en algunos casos, copia de nuestra propia concepción y representación del mundo. En línea, la
disciplina que nos ocupa será un campo de análisis abonado para tal desarrollo. Lenguaje, mente
y pensamiento se dan la mano en el paradigma que abordamos a continuación.

2. LENGUAJE Y PENSAMIENTO EN ARISTÓTELES

La teoría del significado de Aristóteles establece una correspondencia entre los símbolos
lingüísticos (las palabras), los contenidos mentales y las realidades experimentadas. Existe una
conciencia del lenguaje como un sistema simbólico global, como un sistema simbólico que ejerce
su función de una manera mediada, que tiene una correspondencia indirecta con la realidad a través
de los componentes mentales.

La relación entre las imágenes, en cuanto contenidos de la experiencia, y los contenidos mentales
es un problema epistemológico (en Categorías, entre otros). La relación entre estos últimos y los
símbolos lingüísticos es un problema de teoría del lenguaje (en Peri Hermeneias). Tanto los
contenidos mentales como las realidades con las que están relacionadas son objetivos, para
Aristóteles, esto es, independientes de la conciencia individual y de la capacidad lingüística. Al
establecer este marco teórico, Aristóteles liberó al pensamiento lingüístico del tradicional problema
clásico sobre el carácter natural o convencional de la denominación, y del lenguaje en general. Las
lenguas son variables, y carece de sentido afirmar que unas son más verdaderas o auténticas que
otras. Lo que es universal, según Aristóteles, son tanto las 'experiencias mentales' como las
realidades a que corresponden.

Aristóteles solucionó el problema de la relación entre símbolos y contenidos mentales: la relación


es convencional, el vínculo entre nombre y aquello con lo que se relaciona no es establecido en
virtud de similaridad o mímesis, sino de acuerdo. El significado es una característica social que es
necesario aprender en el seno de una comunidad.

3. LOS ESTOICOS Y LOS LEKTÁ

La importancia de la teoría lingüística de los estoicos se basa sobre todo en su elucidación del
hecho semiótico. En el signo, los estoicos distinguían un componente físico, el sonido o significante,
el significado o lekton, y la porción de la realidad significada, la entidad denotada o referida, el objeto
real. Los dos extremos de esta relación semiótica tienen realidad física, el sonido y la cosa

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significada, pero no así la entidad intermedia, el lektón. Este, en cuanto realidad abstracta, siempre
fue objeto de debate en cuanto a su estatuto ontológico. Incluso entre los mismos estoicos, de una
ontología consecuentemente materialista, corporeista, parece ser que los lektá eran concebidos
como entidades subsistentes ligadas a representaciones racionales, lingüísticamente expresables
y transmisibles.

4. EL SIGNO SEGÚN SAN AGUSTÍN

Su filosofía del signo incluye la definición de este en cuanto realidad material que evoca en el
entendimiento una realidad ajena. El signo lingüístico está constituido por una unión intrínseca de
sonido y significación; no es concebible un signo sin significado, pues entonces quedaría reducido
a sonido vacuo. En la significación reside el núcleo del valor o la fuerza (vis) del signo lingüístico,
aunque, según parece, no se identifica con ella. La fuerza del signo es una noción más amplia que
incluye tanto la significación como las diferentes formas en que tal significación afecta a un auditorio.

5. LENGUAJE EXTERIOR Y LENGUAJE INTERIOR

La primera impresión que produce la teoría del signo de San Agustín es la de que propugna una
conexión directa entre el signo y la cosa significada. A esa impresión contribuye el hecho de que
asigne una importancia capital al aprendizaje lingüístico por ostensión: saber el significado de una
palabra es saber indicar la realidad que invoca en el espíritu. San Agustín distingue entre dos planos
en que se puede considerar el signo: el plano exterior, en cuanto realidad fónica (vox verbi); otro,
en cuanto realidad interior, auténtico signo. Las palabras pertenecientes a ese lenguaje interior son
comunes a todas las lenguas e independientes por tanto de su «traducción» verbal a una lengua
concreta. En realidad, la relación que guardan entre sí los niveles exterior e interior del lenguaje es
una relación semiótica: las palabras exteriores son signos de las palabras interiores.

6. IDEAS LINGÜÍSTICAS DE BOECIO

Boecio es el autor a través del cual fueron conocidas y estudiadas teorías aristotélicas sobre el
lenguaje y la lógica. Los semeia son síntomas de que hay contenidos mentales correspondientes,
pero no están con ellos en una relación plena de significación. No están en una relación de
denotación (o extensional). Los síntomas no se refieren a los contenidos mentales, sino que
únicamente indican su existencia. Como ha manifestado U. Eco (1987), buena parte de la semántica
medieval de la primera época estaba más vertida hacia la dimensión cognitiva que hacia la
puramente referencial o denotativa.

Muchos filósofos medievales establecieron una distinción paralela a la anterior entre las intenciones,
los términos o conceptos mentales, que concebían como signos naturales de las cosas. Las

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intenciones primeras constituían signos naturales de realidades extramentales, eran conceptos
directos de las cosas. Las intenciones secundarias eran signos de realidades mentales en relación
con intenciones primarias. Sitúan las intenciones primarias dentro de una red o estructura
conceptual y son conceptos reflejos. Tienen carácter metaconceptual (conceptos sobre conceptos).

La lógica y la gramática serían disciplinas metalingüísticas, o metaconceptuales, que se ocuparían


de propiedades y relaciones entre términos y proposiciones que designan conceptos de primera
intención. La lógica estaba en relación con el discurso mental, mientras que la gramática lo estaba
con el lingüístico; la gramática se ocupaba de las relaciones entre los términos y las realidades
externas, y la lógica entre los términos y las realidades internas, mentales. En última instancia, esta
polémica se puede considerar como una manifestación de la pugna entre un enfoque intensional y
cognitivo, correspondiente al avicenismo, y un enfoque extensional.

7. SIGNIFICATIO Y SUPPOSITIO

Estos autores distinguieron dos propiedades fundamentales en los términos: la significatio y la


suppositio. Además, diferenciaron entre copulatio y apellatio, y especificaron grados semánticos,
como la restricción, la ampliación, la distribución y la alienación. La significatio es una propiedad
esencial de los términos categoremáticos; los sincategoremáticos carecen de ella. Consiste en la
capacidad que tiene el término para presentar al entendimiento una cosa bajo su aspecto formal o
imagen conceptual. Dependiendo de según qué autores, la relación que establece la significatio es
mediata (a través de la imagen mental) o inmediata, representando propiedades reales de lo
significado.

8. LOS MODISTAE : TEORÍA DE LOS MODOS DE SIGNIFICAR

Por primera vez, se consideró la posibilidad de constituir la gramática como ciencia, bajo los
supuestos aristotélicos de unidad y universalidad. La gramática, en esta concepción de los
modistae, tenía como objeto el lenguaje y no las lenguas particulares, esto es, las características
permanentes, profundas y comunes a todas las lenguas, susceptibles de descubrimiento y análisis
más allá de las peculiaridades concretas. Estos rasgos comunes a todas las lenguas estaban en
estrecha conexión con el supuesto aristotélico de la unidad de la mente humana: más allá de la
diversidad de términos, los conceptos que representan son comunes e idénticos a todos los
hombres, y lo son porque constituyen el producto de la experiencia sobre una común e idéntica
realidad. Por ello, se puede afirmar que los modistae sustentaron una filosofía del lenguaje que, por
vez primera, postuló un estrecho paralelismo entre los ámbitos de la realidad, el pensamiento y el
lenguaje. Asimismo, su insistencia en destacar los hechos universales y comunes a todas las
lenguas los convierte en los predecesores inmediatos de las Gramáticas generales del racionalismo
y de la lingüística general del siglo XX.

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De acuerdo con las tesis de los modistae, el modus essendi de las cosas determina el modus
intelligendi, la forma en que éstas son captadas, y este modus intelligendi la forma en que son
designadas, el modus significandi La estructura de la realidad determina en última instancia la del
lenguaje, a través de la del pensamiento. La filosofía subyacente a la teoría gramatical de los
modistae era la del realismo moderado de Santo Tomás de Aquino: la mente abstrae ciertas
propiedades de los componentes de la realidad, y expresa esas propiedades en las categorías
lingüísticas.

9. RAZÓN Y LENGUAJE: LA ESCUELA DE PORT ROYAL

Chomsky deseó caracterizar con la combinación lingüística cartesiana una constelación de ideas e
intereses que aparecen en la gramática universal desarrollada a partir de la Grammaire Génerale
et raisonnée de Port Royal (1660), y otra serie de obras que participan de una ambición común:
encontrar, en la pluralidad de las lenguas, principios unificadores que puedan ponerse en relación
con características cognoscitivas (espirituales) del entendimiento humano. Para Chomsky esta
lingüística cartesiana se opone sin más a la lingüística empírica, cuyo representante moderno
identifica con la lingüística taxonómica y estructuralista.

En este sentido contrasta con otra idea mencionada por Descartes en una carta a Mersenne, en
noviembre de 1629, la de un lenguaje universal que unificara la expresión del pensamiento y del
conocimiento. Provenía fundamentalmente de la necesidad de encontrar una nueva lengua común
que, desempeñara el papel que, hasta entonces, había venido desempeñando el latín. Pero también
tenía un sentido filosófico, al menos en la concepción cartesiana. De acuerdo con Descartes, en las
ideas operaba un principio de composición, de lo simple a lo complejo. La filosofía consistía en sacar
a la luz esas ideas simples de las que se derivaban todas las ideas.

La peculiaridad de la Gramática general de Arnauld y Lancelot, en cuanto a organización, residía


en que, entre la primera y la segunda parte de la obra, existía un capítulo que ponía en relación las
palabras (los morfemas léxicos) con la teoría lógica del juicio, entendiendo éste como operación
mental primordial, esto es, que trataba de ligar la tipología léxica con la estructura del pensamiento.
La obra expone una misma concepción del lenguaje, del pensamiento y de las relaciones entre
ambos, y así fueron consideradas en siglos posteriores, como exponentes de una misma teoría. En
la obra de Arnauld y Lancelot, la gramática se describe como un arte del habla y la lógica como un
arte del pensar. Dada la estrecha conexión que las concepciones cartesianas establecían entre una
y otro no es de extrañar que ambas disciplinas fueran consideradas como complementarias. Esta
conexión consistía en lo siguiente: hablar es una actividad física, pero trascendente, en el sentido
de que los sonidos que emitimos, ordenados e interpretados de acuerdo con el sistema de la lengua,
manifiestan el espíritu, la sustancia inmaterial o pensante.

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10. LAS IDEAS Y EL ORIGEN DE LA SEMIÓTICA EN J. LOCKE

El concepto central de la filosofía de Locke es el de idea. A menudo se ha criticado el uso que Locke
hace de dicho concepto, plurivalente y en ocasiones inconsistente. Lo cierto es que Locke consideró
las ideas como un cierto tipo de signos de las cosas, y las palabras como signos de las ideas. En
este sentido, la tesis central de su semiótica, en lo que se refiere al lenguaje, es que las palabras
significan ideas; una tesis cartesiana, que también se encuentra expuesta en la Lógica y Gramática
de Port-Royal y que, como sucede en general en esa teoría racionalista, se encuentra en dificultades
para explicar las relaciones entre el lenguaje y la realidad.

La función del lenguaje es, ante todo, la exteriorización de un mundo individual, inaccesible en
principio al examen del congénere. Sólo mediante su uso se abre la vía a la comunicación, que es
entendida por Locke ante todo como un intercambio de información sobre los contenidos de la vida
mental. La comunicación consiste esencialmente en la manifestación de las ideas que el hablante
experimenta y en la captación de esas ideas por parte del auditorio.

El lenguaje no permite referirse directamente a la realidad, sino que sólo secundariamente es


relacionable con ella, a través de las ideas. Pero, si no existen tales ideas, fruto de la experiencia y
sólo de la experiencia (Locke rechaza la posibilidad de las ideas innatas), el lenguaje pierde su
significatividad, el cordón umbilical que le une a la realidad. La conclusión que parece inevitable
extraer de la teoría semántica de Locke es que sólo podemos hablar significativamente de aquello
que en alguna medida hemos experimentado, es decir, de aquello de lo que tenemos formada
alguna representación ideacional.

11. LA SEMIOLOGÍA DE LEIBNIZ. EL LENGUAJE COMO INSTRUMENTO COGNITIVO

En sus Nuevos Ensayos, en los capítulos dedicados al lenguaje, Leibniz insiste en primer lugar en
el carácter diferencial del lenguaje: no sólo es el producto de la necesidad social e histórica
(evolutiva) de comunicación, sino que también es la expresión de una naturaleza racional, que
separa a la humanidad de la animalidad. En este sentido, Leibniz observa que la facultad del
lenguaje no depende (sólo) de una estructura morfológica adecuada, que el hombre puede
compartir con otras especies animales, sino de su facultad de razón, de su capacidad para
representarse la realidad a través de las ideas. No hay un nexo necesario entre el lenguaje hablado
y el organismo humano, pero sí entre aquél y la estructura de su entendimiento.

Es posible concebir un lenguaje no basado en la articulación de palabras, pero no un lenguaje que


no represente la actividad raciocinadora del entendimiento, que no sólo sirve a la necesidad de
transmisión de información, como había indicado Locke, sino que también constituya un instrumento
activo en la consecución del conocimiento. La diferencia entre las concepciones generales de Locke
y Leibniz sobre la función del lenguaje es una diferencia de énfasis, pero importante. Para Locke,

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el lenguaje es ante todo un sistema de representación del conocimiento, que juega un papel esencial
para remediar las limitaciones del entendimiento humano (la finitud de su memoria, entre otras).

12. LENGUAJE Y PENSAMIENTO EN E. CONDILLAC

En su Ensayo, sitúa el problema lockeano del origen de las ideas en la dimensión evolutiva. El
progreso de la humanidad implica un desarrollo en la forma en que tales conocimientos se
consiguen, una evolución de la facultad de pensar, en definitiva. La razón es una capacidad o
disposición que puede perfeccionarse, tanto individual como colectivamente. En ese proceso
evolutivo de la razón humana desempeña un papel esencial el lenguaje, porque el pensamiento,
que consiste en la conexión de ideas, no es posible sin la utilización de signos.

Es en el lenguaje donde reside la capacidad relacional constitutiva del pensamiento. Ni los objetos,
ni las ideas, en cuanto representación de esos objetos, permiten establecer conexiones
conceptuales a las que se pueda denominar pensamiento. Los elementos epistemológicos últimos
son las sensaciones, las impresiones que producen los objetos a los sentidos. A partir de las
impresiones se puede construir el resto de los procesos cognitivos. Pero el lenguaje es fundamental
en el análisis de las impresiones, en el proceso de distinguir entre las diferentes impresiones y en
el de compararlas. En la comparación entre ideas está implícito ya un juicio que está
lingüísticamente articulado. Finalmente, el razonamiento es el encadenamiento regulado de los
juicios. Por tanto, la propia constitución de las ideas requiere el concurso del lenguaje. Esta es una
tesis que rompe con la tradición cartesiana y con lo que de cartesiano hay en Locke, la afirmación
de la naturaleza heterogénea de pensamiento y lenguaje.

13. HUMBOLDT: LENGUA, ACCIÓN Y CARÁCTER NACIONAL

Una característica central de la filosofía lingüística de Humboldt es su consideración del lenguaje


en conexión con los procesos psicológicos de percepción y conceptualización. Humboldt pensaba
que el lenguaje desempeña un papel decisivo, constitutivo, en los procesos de pensamiento, tanto
individual como colectivamente, y que era bajo este prisma psicológico bajo el que había que
abordar su estudio. Esta dimensión psicológica era considerada como primaria y previa a la
dimensión social. El lenguaje era concebido antes como instrumento del pensamiento que como
sistema de comunicación; primero como herramienta cognitiva y, luego, como sistema de
transmisión de información. En este sentido, Humboldt seguía la orientación de los ideólogos: el
lenguaje tiene una función esencialmente dinámica en la formación y desarrollo de ideas ya
conformadas.

El concepto de «articulación» es esencial para entender la concepción de Humboldt sobre las


relaciones entre lenguaje y pensamiento. Se aplica en dos niveles, en el fónico y en el mental. Del
mismo modo que el sonido se produce en el lenguaje de forma articulada, así sucede con el
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pensamiento. El flujo mental, la corriente continua de estados mentales en que consiste nuestra
experiencia se encuentra, en el pensamiento, dividida en elementos, que son los conceptos. Este
paralelismo es causal y expresa una conexión más íntima: la «articulación» lingüística es una
condición necesaria para el surgimiento de la conceptualización, que implica análisis de la
experiencia. Antes de que el lenguaje descomponga el pensamiento, sólo existe una corriente de
sensaciones indiferenciada: el pensamiento pre-articulado, que Humboldt contrapone al auténtico
pensamiento, de conceptos concatenados mediante el lenguaje. En el primer tipo de pensamiento
existe pura conciencia; en el segundo, se da la auto-conciencia, que se produce por reflexión sobre
el contenido de la conciencia.

Las palabras desempeñan pues un papel decisivo en la construcción del concepto; por un lado,
permiten fijar una determinada totalidad compuesta, liberando a la memoria del trabajo de
reconstituirla cada vez que sea necesario. Por otro, el lenguaje permite tratar a los conceptos como
totalidades que son más que meros agregados, creando literalmente realidades nuevas, de carácter
abstracto. El lenguaje tiene una función cognitiva, permite aprehender la realidad organizando la
experiencia y el pensamiento.

Uno de los primeros defensores de una de estas versiones del relativismo lingüístico fue E. Sapir,
quien en 1929 afirmó que el concepto de la realidad circundante depende del lenguaje de la
comunidad que es el que lo conforma. Whorf, en cambio, considera que el lenguaje de la comunidad
modela las ideas.

14. C. PEIRCE. REPRESENTAMEN, INTERPRETANTE Y OBJETO

La concepción del signo que Peirce comparte es la de estirpe agustiniana: un signo o


representamen es algo que representa o se refiere a algo en un aspecto o carácter. Se dirige a
alguien y crea en la mente de esa persona un signo equivalente (interpretante del primer signo).

Así pues, la concepción de Peirce implica al menos tres miembros: representamen, interpretante y
objeto. La función del interpretante es hacer presente el objeto mediante la conexión causal
existente entre el representamen y él mismo. Esa conexión causal no consiste en que el
representamen o signo se refiera al objeto en su totalidad, apelando en bloque a sus propiedades,
sino que lo evoca apuntando a una o varias de ellas, sin que sea necesario que se trate de
propiedades definitorias. La relación sígnica o semiosis es pues triádica, y de tal naturaleza que se
puede representar mediante un triángulo.

Este triángulo es precedente del propuesto por Odgen y Richards (El significado del significado),
que es el más conocido en la semiótica contemporánea. Cada uno de los extremos de este triángulo
conectado con el representamen se corresponde con una rama de la semiótica, añadiendo además
la relación con el fundamento del signo.

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15. SAUSSURE. SIGNO Y REPRESENTACIÓN. SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO

Un lugar central en esa teoría semiológica lo ocupa su concepción del signo, inseparable de su
teoría del lenguaje, de la que constituye su fundamento a través de la noción del sistema y del
principio de arbitrariedad. En realidad, Saussure se ocupó ante todo del signo lingüístico y
reconsideró la relación semiológica reduciéndola a una relación diádica: el signo lingüístico une un
concepto y una imagen acústica, que es una imagen psíquica del sonido; esa representación es
sensorial.

En esta concepción quedan pues excluidos los polos correspondientes a la realidad (el objeto
representado) y, curiosamente, la materialidad del propio signo, la vibración de ondas sonoras que
puede constituir una palabra, por ejemplo. Estos son elementos que subyacen a la relación
semiótica, pero que se encuentran más allá de ella, ligados quizás por relaciones causales con los
componentes genuinos del signo: el significante y el significado. Los polos de la relación semiótica
son pues de naturaleza psicológica, pero de diferente nivel de abstracción. Compete a la psicología
su investigación en cuanto objetos o fenómenos de índole mental; a la semiología sólo le atañe
especificar la naturaleza de sus relaciones, que Saussure encontró sujetas a dos principios: la
arbitrariedad de su conexión y la linealidad del significante.

16. SENTIDO, REFERENCIA Y REPRESENTACIÓN EN FREGE

Las teorías lingüísticas de Frege suponen un retorno a las ideas medievales y aristotélicas: el
concepto mediador es desprovisto de su contenido psicológico, siendo objetivado, y la lógica
recupera el papel central en el análisis del lenguaje. A partir de Frege, el análisis formal del lenguaje
va a constituir un instrumento privilegiado en las teorías filosóficas y lingüísticas más importantes
del siglo XX.

Frege tuvo desconfianza hacia el propio lenguaje natural, para quien no constituía un instrumento
analítico adecuado ni del pensamiento ni del razonamiento. Comparó al lenguaje común con un ojo,
mientras que la lógica se asemejaría a un microscopio. De ahí la necesidad de la Conceptografía,
lenguaje formal ideado expresamente con un fin científico, el control de la validez de los
razonamientos o inferencias.

El otro aspecto destacaba que la filiación filosófica fregeana tiene que ver con su proyecto de
Conceptografía, de «escritura conceptual para el pensamiento puro». Ese proyecto se inscribe en
una larga tradición filosófica de lingua universalís, que tiene uno de sus más lúcidos exponentes en
Leibniz. Como a él, a Frege le interesaba construir un lenguaje en el que el razonamiento fuera un
proceso controlable de principio a fin, un lenguaje en el que se pudiera calcular la validez de los
procesos de inferencia.

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17. EL PENSAMIENTO COMO LENGUAJE EN WITTGENSTEIN

La proposición básica de la teoría general del simbolismo que mantuvo Wittgenstein en el Tractatus
es la siguiente: «Nosotros nos hacemos figuras de los hechos». Los objetos les corresponden
elementos de la figura. Los elementos de la figura están en lugar de los objetos. La figura es una
combinación de elementos. Es un hecho de tipo esencial que comparte con otros hechos la
disposición de los objetos que lo componen y mantiene con ellos una relación de correspondencia.
Es una realidad simbólica.

18. EL PROGRAMA NATURALISTA DE CHOMSKY: MENTE, CEREBRO Y LENGUAJE

Chomsky propuso la existencia de una estructura mental, de carácter innato, que guiara al niño en
su aprendizaje. Esta estructura debía ser concreta para imponer restricciones sobre las formas de
las gramáticas, de modo que se pudiera determinar rápidamente la correcta. También debería ser
flexible para ser compatible con la forma compartida por todas las gramáticas.

Esto significaba que la estructura mental hipotetizada como condición necesaria para el aprendizaje
debería ser específica, y universal, constituyendo una especie de 'órgano' lingüístico de carácter
mental. El contenido de tal órgano lingüístico debe conformar una gramática universal, un conjunto
de instrucciones para procesar los datos lingüísticos y para restringir la forma de las reglas
gramaticales. Esta gramática universal es la que se halla en la base de la competencia lingüística
de los hablantes y la que explica las características especiales que tiene el aprendizaje lingüístico.

19. EL LENGUAJE COMO MEDIO DE EXPRESIÓN DEL PENSAMIENTO HUMANO

La introducción a la signatura de Filosofía del RD 1105/2014 establece dentro de su dominio de


estudio la filosofía del lenguaje. La aplicación didáctica de este tema es relevante porque posibilita
al alumno la adquisición de herramientas necesarias para utilizar el lenguaje desde un punto de
vista lógico y pueda formalizar las distintas representaciones de la realidad de forma mediata con
el auxilio del lenguaje. Determinadas situaciones (premisas, argumentaciones, procesos de relación
social) no se entienden sin la intermediación del lenguaje, que es el que conforma el propio
pensamiento para algunas de las escuelas que hemos explicado en este monográfico.

El RD 217/2022 establece para la materia de Lengua castellana y Literatura que la competencia en


comunicación lingüística es la base para el pensamiento propio y la construcción del conocimiento
en todos los ámbitos del saber. El RD 243/2022 apunta en el criterio de evaluación 9.1 la mejora de
la competencia lingüística mediante la reflexión acerca del uso del lenguaje.

Desde los primeros niveles de la ESO es muy relevante propiciar que el alumno pueda interconectar
lengua y mente, pensamiento con imagen mental y figura de la realidad, reflexión de uso lingüístico
con mejora en el aprendizaje de la lengua.
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20. CONCLUSIÓN

Para explicar la interrelación entre lenguaje y pensamiento hemos trazado un panorama que avanza
desde los orígenes de la cuestión: Aristóteles y la aclaración de un nexo entre el símbolo lingüísticos
y la realidad experimentada. Las Escuelas de la Filosofía del lenguaje han aceptado una
entextricable conexión entre el pensamiento y la forma en la que este emerge y se manifiesta a
través del lenguaje.

Desde la más remota antigüedad avanzamos en el trazado, ofreciendo un recorrido por las Escuelas
lingüísticas de la Edad Media: los estoicos y su relación entre signo y significado, la importancia del
signo y su valor trópico en S. Agustín, al concepto de semeia en Boecio, y a la teoría de los modos
de significación en los “modistae”.

La Escuela de Port Royal lleva a la Gramática al punto de universalizar culturalmente el hecho


lingüístico, preparando el camino para la Gramática Universal. Aquí destacamos a Locke
(importancia de la idea y las palabras como su signo), Leibniz (importancia del lenguaje para llegar
al conocimiento), Condillac (atribuye al lenguaje la propiedad de propulsar la dimensión evolutiva
del ser humano), la Lingüística de Humboldt, la nueva nomenclatura de Peirce (representamen,
interpretante y objeto), Frege insiste en el estudio del lenguaje formal y Wittgenstein defiende que
el lenguaje manifiesta una figuración de la realidad. A partir de Chomsky se revela que el lenguaje
es innato al ser humano.

Cerramos el monográfico con la conexión del tema tratado con la legislación educativa vigente
(LOMCE Y LOMLOE), subrayando el papel de la reflexión lingüística como mecanismo de
perfeccionamiento y mejora del uso lingüístico, y que surge del propio diálogo entre la lengua y la
mente.

21. BIBLIOGRAFÍA

DE BUSTOS GUADAÑO, E. (2001): Filosofía del lenguaje, Madrid, UNED, Colección Unidad
Didáctica.

ACERO, J,J, (1985): Filosofía y análisis del lenguaje, Madrid, Cincel.

ESCANDELL, V. (2011): Introducción a la Pragmática, Barcelona: Ariel.

REAL DECRETO 217/2022, de 29 de marzo, por el que se establecen la ordenación y las


enseñanzas mínimas de la Enseñanza Secundaria Obligatoria.

REAL DECRETO 243/2022, de 5 de abril, por el que se establecen la ordenación y las enseñanzas
mínimas del Bachillerato.

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