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S!RYIQOI EDUCATNOI
INT1:GAADGI AL ESTAOO DE lI1ÉXICO
CCIÓN DE !DUCACION SUPERIOR
OUMTAIIEJCTO DE FORIIACION NOfElOlAL
UNIVERSIDAD I"EDAoOOlCA NACIONAl
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siglo
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editores
GOBIERNO DEL
ESTADO DE MÉXICO SEIEM
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Compromiso
Gobierno que cumple
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310, MÉXICO, D.F.
ISB : 978-607-03-0080-6
7
8 AL LECTOR
Egipto proceden los testimonios más antiguos y quizá más ricos acerca de
lo aspectos de la civilización, y en particular sobre la educación; y si
investigación arqueológica va descubriendo testimonios de otras civi-
iones más antiguas, sin embargo para los pueblos que reconocen su pro-
cendencia histórica en la antigüedad clásica grecorromana y en sus
nes cristianas tardías, que han integrado tantos motivos del próximo
te, Egipto es el principio de su historia.
Por otra parte, esta primacía le era reconocida incluso en la antigüedad,
por parte de los pueblos del próximo Oriente, ya sea por parte de los
o griegos, que después fueron los educadores de los romanos. Por
pIo, a principios del primer milenio, a.C., el príncipe de Biblos en Feni-
eclaraba al egipcio Venamun: "Arnón ha fundado todos los países, des-
de haber fundado en primer lugar Egipto. El arte ha venido de allá, de
e tú vienes, hasta aquí donde yo estoy, y la educación nos ha venido
á hasta donde yo estoy."
y no sólo Fenicia, sino también Mesopotamia parece reconocer en
o el origen de su propia cultura, si hemos de creer en la opinión que se
onservado de un escritor griego mucho más reciente, Diodoro Sículo,
en el siglo 1 d.C. escribía en su Bibliotheca histórica:
Entre otras cosas se dice que en Babilonia los caldeo s eran antiguos
colonos egipcios, expertos en astrología, por haberla aprendido de los
acerdotes egipcios [1, 3].
Por otra parte, incluso Platón, expresando una opinión común entre los
ores griegos, manifestaba su admiración por la antigua sabiduría egip-
cuando reconocía en el dios egipcio Thoth "al inventor de los números,
álculo, de la geometría y de la astronomía, por no hablar del juego de los
- ,y finalmente de las letras del alfabeto" [Fedro 274 e; Filebo 18 b-d];
uyéndole toda actividad intelectual de todas las gentes.
14 DE LA ANTIGÜEDAD AL 1500
al final les dijo: todo lo que está escrito en este libro, escúchenlo tal como les
ha dicho. o olviden nada de lo que ha sido ordenado. Entonces ellos se
postraron con el vientre en el suelo y lo recitaron en voz alta como estaba
escrito, y aquello fue más hermoso para su corazón que cualquier otra cosa
en el mundo" [Bresciani, 30].
He aquí, por así decir, la fotografía de una relación pedagógica en una
educación mnemónica, repetitiva, fundada en la escritura y transmitida au-
toritariamente del padre a los hijos. Sin embargo no se puede saber si el
aprendizaje del medio técnico, formal, de la escritura y de la lectura de lo
que fue escrito, sea parte integrante de este proceso, o si lo preceda o quede
fuera; el visir escribió, pero esto también podría significar que dictó a un es-
criba; los hijos lo recitan, pero esto también se puede producir no a través de
la lectura directa, sino a través de la repetición de una lectura hecha por
otros. Si bien es probable que los notables supieran leer y escribir, todavía es
más probable que los expertos de estas técnicas, en aquel tiempo muy com-
plicadas, fueran otros, que las ejercían profesionalmente. En cuanto a los
contenidos, nos presentan como modalidad peculiar una variedad de con-
ductas, similar por su estructura lógica a la que es propia de los antiguos
textos legislativos, no sólo egipcios sino también de otros pueblos. o hay
preceptos generales, sino sólo preceptos de conducta respecto a una infini-
dad de casos particulares: el "sí" y el "cuando" son los estilemas típicos de
estas variaciones de una conducta sustancialmente uniforme. Y esto corres-
ponde a la mentalidad antigua, con su preferencia por la yuxtaposición acu-
mulativa de casos particulares, no ordenados según criterios generales. Todo
lo más, una sentencia de carácter universal puede cerrar o sellar una serie de
casos: "Si te sientas con un goloso, come cuando su deseo haya pasado. Si
bebes con un borracho, bebe cuando su corazón se haya saciado ..." o más
adelante:" o te enorgullezcas de tu fuerza cuando estés entre tus compañe-
ros. Procura no ser desconfiado ..." y finalmente la moraleja de carácter gene-
ral:" o se sabe lo que puede suceder, no se sabe lo que hace Dios cuando
castiga" [Bresciani, 3d. Como se ve, se trata de consejos de sabiduría práctica,
vinculados a particulares situaciones, en infinitas variaciones, y que podemos
encontrar en muchísimas otras enseñanzas.
Similar a la mencionada es la Enseñanza de Hergedef (Cedefor), un
príncipe real, hijo del rey Keops II de la 4a. dinastía (2600-2480 a.C.). Tam-
bién esta enseñanza tiene su título sumario: "Principio de la enseñanza he-
cha por el príncipe Hergedef, hijo del rey, para su propio hijo que él educa,
de nombre Auibra" [Bresciani, 28], al cual siguen los acostumbrados conse-
jos ético-conductivos: "Enmiéndate ante tus ojos. Procura que no te en-
miende otro ... Funda un hogar: cásate con una mujer fuerte, te nacerá un
SOCIEDAD Y EDUCACIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO 17
Sn. Construye una casa para tu hijo ... Ten una sepultura digna. In-
dquirir una propiedad de tierras que reciban la inundación ..."
otro trabajo, y su conocedor es aquel que sabe usada a propósito. Son artistas
aquellos que hablan en el consejo ... Vean todos que son ellos los que aplacan
a la multitud, y no se obtienen riquezas sin ellos ..." [Bresciani, 37, 41, 46].
Contenido y fin de la enseñanza es pues el hablar bien. Pero, ¿qué
significa propiamente este hablar bien? Creo que sería del todo equivoca-
do considerado en clave estético-literaria; y, sin temor de forzar el texto,
se puede aquí afirmar que, por primera «ex en la historia, nos encontra-
mos ante la definición de oratoria como arte político del poder, o, antici-
pando los términos que usará Quintiliano, ante una verdadera y propia
institutio oratoria, educación del orador u hombre político. Más de dos
milenios y medio separan a Ptahhotep de Quintiliano, más que entre
Quintiliano y nosotros, y la civilización egipcia es muy distinta de la refor-
ma; sin embargo creo que se puede señalar legítimamente esta continui-
dad de principio en la formación de los grupos dirigentes en las sociedades
antiguas, y no solamente en aquéllas. Iremos confirmando esto a medida
que sigamos adelante, aunque es necesario precisar que la continuidad y
la afinidad no van más allá de este fin mencionado, que es la formación del
orador o político, y que la inspiración y los contenidos, la técnica y la situa-
ción serán profundamente distintos de una sociedad a otra.
Cabe señalar que esta enseñanza del antiguo Ptahhotep se dirige pro-
piamente al bien hablar y de ninguna manera al bien escribir, si bien la escri-
tura era ya un instrumento esencial de cultura y estaba ya presente en el
fondo de la enseñanza para Kaghemni. Esto tiene su explicación: la escritura
es una técnica material, instrumento de registro de actos oficiales, usado por
expertos no necesariamente gobernantes, mientras que el hablar se identifica
con el arte de gobierno, que consiste, como nos ha dicho Ptahhotep, en in-
tervenir en los consejos restringidos del poder y en arengar a las multitudes
para aplacadas. Sin llegar a forzar el texto, esta distinción parece anticipar las
distinciones de la oratoria greca-latina, clasificada según se hablase "en el
consejo" (in senatu) o "a la multitud" (ad populum).
No hay duda que Ptahhotep está educando al futuro político o, si se
quiere, en la situación del antiguo reino egipcio, al hombre de palacio. Que
después en esta educación, además del arte de la palabra, entre también la
obediencia, ya lo sabemos, pero sería banal aislar esta obediencia del contex-
to social: el obedecer está indiscutiblemente unido al mandar, dos términos
que se reencuentran infinitas veces, repropuestos significativamente en toda
reflexión sobre educación y sociedad. Así surge la obediencia: "Si eres un
hombre de cualidad, forma un hijo que pueda estar a favor del rey... Inclina
la espalda ante tu superior y tu intendente en el palacio real. .. Es malo para
quien se opone a su superior ... Es útil escuchar para un hijo que escucha, y
SOCIEDAD Y EDUCACIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO 19
El primer periodo intermedio, o edad feudal, con sus cuatro dinastías (de la
7a. a la lOa., del 2190 al 2040 a.C.) también nos ha dejado autobiografías y
enseñanzas, que demuestran ya sea la continuidad, ya sea algunas noveda-
des particulares en el campo de la educación. Los señores locales aparecen
ahora más independientes respecto al poder real y los faraones más preocu-
pados por la disminución de la disciplina social.
Un elemento de la educación, que hemos señalado en la introducción,
y que es fundamental para la formación de los grupos dominantes, el tiroci-
nio gímnico-militar, aparece ahora documentado por primera vez. La Auto-
biografía de Khety, gobernador de Assiut en la época heracleopolitana, entre
la 9a. y lOa. dinastía (2130-2040 a.C.), entre otras cosas nos informa de que
SOCIEDAD Y EDUCACIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO 21
En las épocas posteriores, el uso del libro de texto, como se puede ya llamar,
es cada vez más frecuente y generalizado. Pertenece a principios del reino
medio, o periodo tebano (11 a. y 12a. dinastía, 2040-1786 a.C.), el texto clási-
co de la enseñanza sapiencial usado en las escuelas, la Kemit o Summa. Es el
texto de un escriba que educa a un escriba; aunque puede tratarse de un pa-
dre que educa a su propio hijo, lo cual nos confirma que la instrucción era
originalmente un hecho interno a la familia, como por cualquier otra actividad
profesional, o bien de un escriba que se consigue un alumno, siempre consi-
derado como un hijo: "Oh, escriba, debes conseguirte un hijo, que sea educado
de arriba abajo en las letras útiles. También yo fui educado por mi padre en las
letras útiles, que le habían sido transmitidas ... Después me he visto alabado
por ello, después de haberme convertido en sabio ... Así pues, también tú de-
bes hacerte de un hijo que sea educado en las letras" [Brunner, 10].
Como en otros documentos, después de los testimonios sobre una es-
cuela que, si no era pública, al menos era colectiva, tenemos ahora el testi-
monio sobre una relación educativa privada, de padre e hijo de escriba a
discípulo, que renueva la relación de las enseñanzas más antiguas. Sin embar-
go, aquí el acceso a la profesión de escriba se abre ante los muchachos de una
manera más marcada que antes, en una perspectiva de ascenso social. Aquí
tenemos letras en lugar de palabras, y, como para las palabras, también con
respecto a las letras convendrá preguntarse qué son en realidad.
Las letras útiles no son tampoco las buenas letras, la literatura, sino la
preparación, o incluso el ejercicio directo del poder, ciertamente en el marco
de las tareas administrativas del gobierno. En las inscripciones de este periodo
encontramos de una manera definida una gran variedad de estas tareas: es-
criba es el que lee en las escrituras antiguas, el que escribe rollos de papiro
en la casa del rey, el que, instruido por el rey, instruye a sus compañeros y
guía a quien está sobre él, o bien es el maestro de los niños y maestro de los
hijos del rey, el que conoce el ceremonial del palacio y es iniciado en la doc-
trina de la majestad del faraón. Y esto sin contar las especializaciones del
escriba legal de los jeroglíficos, del escriba de la "casa de los escritos", de la
"casa de la vida", etc. Como para cualquier profesional que posea una técnica
o arte, su tarea es enseñar también esta técnica o arte a algún "hijo" para
perpetuar el conocimiento y el uso; tal vez esta tarea de enseñanza llega a ser
exclusiva, convirtiéndose en oficio o profesión del escriba, que es entonces
esencialmente un maestro.
Ahora el escriba no es tanto uno que se opone a las multitudes para
aplacarlas, como el noble de Ptahhotep, o que se opone al demagogo para de-
SOCIEDAD Y EDUCACIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO 25
==::~iOS-oficios, una de las más completas que han llegado hasta nosotros
de los tardíos Onomástica): carpintero, cantero, barbero, pastor,
bañil, jardinero, campesino, tejedor, fabricante de flechas, mensa-
ector de estiércol o cañas, zapatero, lavandera, cazador de pája-
..r-"~~or" lonas corresponde a nosotros comentar estas vivísimas pagi-
no interesa su conclusión: "Pues bien, no existe un oficio sin que
órdenes, excepto el de escriba, porque es él quien da órdenes. Si
ibir, estarás mejor que en todos los oficios que te he mencionado
__ escuela lo cual no existe para los otros oficios. En efecto fuera de la es-
e puede adquirir el conocimiento técnico del bien hablar, de la
e los funcionarios que permite referir las cosas exactamente, sin
- olvidar nada, hablando el lenguaje de los grandes. Para estas tareas,
- que uno "no se viste con ropas de trabajo", la preparación no consis-
28 DE LA ANTIGÜEDAD AL 1500
pios ojos: los oficios están ante ti" [Bresciani, 318], y siguen, nombra
descritos de una manera parecida a la sátira de Khety, los oficios anti
como el lavandero, el alfarero, el zapatero, el carpintero ... y los oficios
vos, ignorados o no tomados en consideración por Khety, como el no
(¿escriba?), los mercaderes y los tripulantes de las naves para el tráfic
ultramar. Frente a estos oficios, la profesión de escriba aparece, de m
característica, destinada a aquellos cuyo físico es débil (como será despu
destino de Publio Escipión, hijo del Africano; y aplicando el mismo crite
en nuestras familias campesinas, o nobles, así se destinaban los hijos a.
cerdocio): "Sé escriba, que tu cuerpo pueda ser liso y que tus manos se
sen pronto (?), no te quemes como la lámpara, ya que tu físico es de
desde el momento en que no hay huesos de hombre en ti. Eres alto yesbe
si cargaras pero para levantado, te caería. Aplícate en ser escriba, es una be-
profesión adecuada a ti" [Bresciani] 319].
Muchas de estas nuevas enseñanzas están en forma de carta envi
por un escriba, evidentemente más anciano y por tanto más sabio, a otro
criba más joven y todavía aprendiz, que viene presentado como recalcitrar
respecto al estudio: "Mahru, escriba del arsenal del faraón, dice al ese -
Panhem: Esta carta se te ha enviado con este objetivo: para que no seas
persona insensata y sin educación. Me paso el día enseñándote y la n
instruyéndote, pero tú no escuchas ninguna enseñanza y actúas a tu man
[Bresciani] 3°5].
SOCIEDAD Y EDUCACIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO 35
cultura, sacra o común. Pero la verdad es que sabemos muy poco acer-
de ello.
También a través de Diodoro nos llega la noticia respecto a la instrucción
masas populares, la cual merece bastante atención, aunque carezca de
indicación cronológica, y podemos asociarla a la que nos transmitió Pla-
. , os dice que "La multitud restante de los egipcios aprende desde la edad
:antil de sus padres y parientes los oficios que ejercerá en su vida. Les ense-
a leer y a escribir un poco, no a todos, sino a los que se dedican a un arte"
- 3, /6]. Y, sin duda, se trata de una noticia con muchas implicaciones. Pero
e que todo cabe señalar que la "multitud restante" comprende en realidad
la totalidad del pueblo, sino sólo aquellos que ejercen una actividad o arte.
~ . tía, en efecto, otra "multitud" de individuos, aquellos que se podría decir
e no tienen arte ni parte, para los que obviamente no hay ninguna transmi-
"'n educativa, ni de técnicas propiamente culturales, ni de técnicas inmedia-
ente productivas. Ésta será una constante de la historia de todos los pue-
. Sólo la "multitud" de aquellos que ejercen un arte, de aquellos que hemos
nacido a través de las sátiras de los oficios o de los Onomástica, recibe una
trucción intelectual, o sea un poco de lectura y de escritura, y una prepara-
. 'n profesional, relativa al oficio tradicionalmente ejercido en la familia. Y es
recisamente el ejercicio del oficio, manual, inmediatamente productivo, el
e exige bien pronto un mínimo de conocimientos a través de la instrucción
- rmal, indispensable ya sea para la transmisión de conocimientos científico-
-' nicos parciales y especializados, o bien para las relaciones sociales que im-
lica el oficio, como la adquisición de materias primas y la venta del producto.
En cuanto a los modos de organización del tirocinio profesional, pode-
os encontrar documentación no tanto en los textos literarios, sino más bien
en los testimonios iconográficos, los cuales nos muestran a los niños traba-
ando junto con los adultos y aprendiendo de ellos las habilidades del oficio.
E te proceso lo encontraremos descrito con gran claridad por Platón.
También resulta obvio y documentado que, junto a esta instrucción in-
telectual y profesional, la multitud intermedia de los productores especializa-
dos (distinta del simple peonaje) recibía también de parte de los grupos do-
minantes una inculturación (o más bien aculturación, dado que procedía del
exterior de su grupo) ético-conductiva, como derivada en cadena de la privi-
egiada. También es obvio que dicha aculturación se ejerció cada vez de una
manera más degradada, incluso sobre la multitud de los excluidos. En toda
ociedad dividida en clases, cada grupo tiene sus costumbres particulares, y
al mismo tiempo sufre inevitablemente este proceso de aculturación por par-
e de los dominantes: el grupo dominante es siempre un demiurgo que con-
"gura a su propia imagen y semejanza a la sociedad entera.
42 DE LA ANTIGüEDAD AL 1500
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Fénix, opáon, o sea compañero, del viejo Peleo, es pues el que alimenta
. es en su primera infancia, parecido en esto a los nutridores egipcios,
o después su educador en las palabras (épea) de los consejos y de las
bleas políticas, y en las acciones (érga) de guerra, en su adolescencia.
términos parecidos a estos de Hornero se expresaba Ptahhotep cuando
ñaba a su hijo el arte de la palabra que se usa en el consejo y ante la mul-
.; ería aventurado señalar aquí una constante, teniendo en cuenta diver-
des específicas, en la historia de la educación de los grupos dominantes?
La constante está también en la exclusión de los dominados respecto al
te de los dominantes. Como el faraón padre de Merikara despreciaba al ha-
dar pueblerino (meduti), definido como "Iodo" para tirar y para matar, arro-
do lejos incluso el nombre, así en la Ilíada el pueblerino Tersites es descri-
como un bruto animal "odioso", al cual, cuando se atreve a hablar de los
yes en la asamblea, Ulises dirige injurias y golpes:
Estos educadores arcaicos tienen en común una cosa extraña: son ho-
micidas u homicidas fallidos, y por ello tuvieron que abandonar su país y
buscar hospitalidad en otro lugar. Fénix intentó, bajo instigación de su ma-
dre, matar al padre a causa de una amante que tenía éste: "Entonces con el
agudo bronce quise matado ..." [Ilíada, lX, 458]; Patroclo, en un momento de
ira, había matado a un compañero de juego: "Menecío de Ponto, me dirigí a
ti a causa de un triste homicidio ..." [Ilíada, XX111, 85-86]. Pero paradójicamente,
estas empresas nada prometedoras les abren el camino hacia la misión del
educador. Por lo demás, ¿no había sido de la misma manera con los levitas,
promovidos por lahvé como educadores del pueblo hebreo a causa de la ma-
sacre de 3 000 hermanos por el culto al becerro de oro? Tal es, pues, en los
mitos antiguos, la ideal "prosopopeya" del educador.
Sin embargo, como siempre, detrás del educador humano se esconde el
educador divino: detrás de los levitas el dios lahvé; detrás de Fénix, Patroclo
y Quirón, los dioses Zeus y Poseidón y quizá Mercurio. Más aún, en Hornero
la única indicación de un tirocinio guerrero es, como en la Biblia en el caso
de David, puesto bajo el patrocinio de los dioses. En el libro XXIII de la Ilíada,
donde se describen los juegos fúnebres en honor de Patroclo, el viejo Néstor
se dirige al hijo Antíloco, aconsejándole asi, antes de la carrera de caballos:
Estas enseñanzas por obra de los dioses aparecen también, en la Odisea, res-
p cto a habilidades no guerreras, sino más bien mercantiles: Autólíco, abuelo
materno de Ulises,
( lui in vive ocioso, dioses y hombres montan en cólera contra él. Se asemeja
I 11 su actitud a los zánganos, que consumen inactivos la obra fatigosa de las
propiedad y los cargos, existe un bien que se transmite sin riesgo de per-
dedo, y es precisamente la educación, la paideía. Una reflexión de gran
alcance pedagógico (bien captada por Dante, cuando habla del sumo bien
que "hace uno igual a otro como el espejo", ya menudo olvidada por parte
de los que temen la generalización de la instrucción): se abre con ella el
camino a la concepción de la educación de los jóvenes como "fundamento"
de la sociedad. Sin embargo, Pitágoras seleccionaba a sus discípulos, in-
cluso con base en la fisiognómica, que fue el primero en tratar, según su
índole y capacidad propias. En su escuela se distinguían cuatro grados: los
acústicos (o acusmáticos), que tenían acceso a la primera educación de las
musas, con mitos, cultos y cantos religiosos, memorización de poesías, ins-
trumentos musicales, danza y gimnasia (educación del mismo tipo que la de
Hornero y Hesíodo): los matemáticos, que estudiaban aritmética, geometría,
astrología y música; después los físicos, que eran iniciados en los estudios
que podríamos llamar filosóficos; y finalmente los sehásticos, iniciados en la
ciencia sagrada o esotérica.
Sin embargo, estos thíasoi y estas escuelas filosóficas no son todavía una
escuela pública, ni menos aún una escuela de estado, aunque va surgiendo
una escuela de cultura y de educación física abierta en principio a todos. En
Atenas se atribuye al legislador Salón, a principios del siglo VI a.C., una legis-
lación sobre la escuela; el orador Esquines, en su discurso judicial Contra
Timarco, releerá a los jueces del tribunal el texto de estas leyes (aunque se-
guramente ha habido interpolaciones posteriores), que habían sido grabadas
en escritura antigua sobre tablas de madera en el año 594 a.C. y que se con-
servarpn expuestas y legibles para el público cerca de cuatro siglos.
En estas leyes se hablaba de los deberes de los padres; entre otras cosas,
enseñar a leer y a nadar, y después, para los pobres, el aprendizaje de un ofi-
ció; para los ricos, música y equitación, además de "practicar la gimnasia, la
aza y la filosofía". Además se dieron disposiciones referentes más estricta-
mente a la escuela, con la indicación del principio y fin de las lecciones,
número de alumnos por clase, edad de los alumnos, magistrados dedicados a
la instrucción [Contra Timarco, 33-35].
Después de los ejemplos de Creta y Esparta, de lo thíasoi y de las escue-
las d los Filósofos, y después las míticas leyes de Salón en Atenas, precisa-
rncnt en Atenas encontramos formas de educación (históricamente verifica-
las) fundadas en la "música" con maestro de cítara (kitharistés) y de flauta
(haul te ), y n la gimnasia con el paidotríbes. Éstos son los herederos histó-
ri os d '1 r inix homérico. Sin embargo, aunque enseñen en escuelas abi rtas
01 púhli 'O, son du ador s privados y no Fun ionario statal ,om 11
~r '[<l '11 Espurta, aunqu hi n I ronto la ciucla I irnp zará '1 int rv nir ins
LA EDUCAC¡Ó E GRECIA 51
1111 11011() pnsnj " los I1lI 've gu irr .ro gri o dispuestos a batirse con
11 ,1111,1'1111,lo., '11:11's S(' "ha ti su -rt 'S, "mar aron ada uno una suerte":
111 1~',IIf)1/"1' 11(1pall'I'(' ('S -rií ura d' palabras II/flldll, VII, '75-'901.
52 DE LA ANTIGÜEDAD AL 1500
Ion su pecho" [XIX, 483] ya la que Telémaco llama "abuela" [/1,349], Escuche-
1110 a las Coéforas:
). EL CO TE IDO Y EL Fl DE LA 1 STRUCCIÓ
LA EDUCACIÓN EN GRECIA 61
ciano ve las cosas del mismo modo, cuando hablando de los grandes
, ya muertos y en el Hades, los describe así: "Todavía te hubieras
, si hubieras visto a aquellos que fueron entre nosotros soberanos y
'_~><1;> practicando oficios humildes, vendiendo pescado o enseñando el
'0: reciben insultos o burlas del primero que pasa, como los esclavos
Dan ganas de decir que los caminos de la cultura son infinitos; y entre
éstos están las persecuciones políticas. De todos modos se confirma la noti-
cia de que si los doctos enseñan lo hacen sólo por huir de la pobreza, no por
misión. Cabe analizar la posición social del enseñante. Nos dice algo al res-
pecto un testimonio tardío de Plutarco, el cual, hablando de Roma, nos infor-
ma en realidad sobre Grecia. En sus Quaestiones romanae, él se pregunta por
qué en Roma Heracles tenga un templo en común con las musas; y responde:
"¿Quizá porque Heracles enseñó el alfabeto a los familiares de Evandro,
como relató Juba? Y esta actividad era considerada digna como la de aquellos
que enseñaban a los amigos y parientes; pero más tarde empezaron a enseñar
por dinero ..." [59].
Pues bien: es algo digno (pTllgma semnón) enseñar a los amigos y parien-
tes; es algo vergonzoso enseñar por dinero, por pobreza. Incluso en una socie-
dad mercantil perdura por mucho tiempo el desprecio arcaico por las acti-
vidades desarrolladas con fines de lucro; veremos otros ejemplos en la historia.
Aristóteles teorizará con más claridad que cualquier otro esta concepción
aristocrática y conservadora: "No hay duda que el joven debe aprender entre
las materias útiles aquellas más indispensables, pero no todas, está claro,
siendo distintas las materias liberales [eleuthérai] de las no liberales [aneleú-
therai]; y por tanto debe cultivar todo aquello que entre lo útil no haga inno-
ble a quien lo cultiva. Se consideran innobles todas las obras, oficios y en-
señanzas que convierten el cuerpo y la inteligencia de los hombres libres
en algo incapaz de obras y acciones virtuosas. Por esto, todos los oficios que
por su naturaleza arruinan la condición del cuerpo son innobles, como los
trabajos por dinero, porque quitan de la mente el ocio y la hacen mezquina.
Respecto a las ciencias liberales, interesarse por alguna de ellas, dentro de
ciertos límites, no es indigno de un hombre libre; pero el ocuparse dema-
siado de ella, hasta el exceso, comporta los daños señalados. También re-
viste gran importancia el fin por el que uno actúa o aprende: el actuar en
vistas a sí mismo o de los amigos o por amor a la virtud es algo liberal, pero
quien hace estas mismas cosas para los otros, a menudo parecerá que ac-
túa de manera mercenaria y servil. Los estudios comúnmente reconocidos
se ubican en estos dos sentidos mencionados" [PoI. VIII. I337 b].
El fin es pues lo que cuenta: enseñar no por el arte sino por la educa-
ción. No el arte en sí mismo, no el conocimiento o la habilidad en este o
aquel terreno, sino su uso mercenario, el tener que servirse de él para ganar-
se la vida, es algo innoble. Como también es intolerable que se ocupen de la
enseñanza trabajadores manuales; 'Iucídídes hablará con desprecio de las
intervenciones oratorias, en las luchas políticas, del zapatero Cleón, el "de-
magogo con delantal de cuero"; otro "meduu", otro Tersites.
LA EDUCACIÓN EN GRECIA 67
- • IÓ DE LA ESCUELA Y EL GIMNASIO
erón, Rep., IV, 3, 3], Y atestiguaba que dicha atención era una
~-_~_I en Grecia, y que un griego no podía dejar de sorprenderse al notar
e ella en otras partes. Por lo demás, el mismo Polibio nos informa
~~~31r'e acerca de instituciones escolares, como la de Rodas en 159,
acias a una donación del rey Eumenes II de Pérgamo [XXXI, 25]'
de este proceso de estatización, nos aportan interesantes testi-
:n cripciones, encontradas en gran número en diversas ciudades,
.~=~1j:~ por una de Eleusis, de la segunda mitad del siglo IV a.C., en la
que el estratega del territorio tenía que "atender a la educación de
~::::t:;:¡¡chosde la comunidad" (paides en t6 démo). Ziebarth ha recopilado
ellas, provenientes de Tespis, Priene, Mileto, Tera, Lámpsaco,
.,-~~. enas, Delfos, Rodas, Delos, Eretria, Teos, Temisionos, laso, Me-
. Cos, Cícico, Magnesia, Amorgos, Halicarnaso, Nethum, Espar-
___ ~u~o. Térmeso, Sagaleso, Lagina, etcétera.
inscripciones en general nos hablan de donaciones, celebrando
__ ,~. y estableciendo los deberes de los enseñantes y de los pedono-
endario escolar, los exámenes finales, las ceremonias, las vacacio-
- de fiesta (entre los que se encuentra siempre el día del donador,
o de Anaxágoras en Lámpsaco o de Eudemo en Mileto). Estas
refieren a los gimnasios, palestras, escuelas de gramática e inclu-
-:s:::r:eJas alfabeto. Se prevén sanciones para los pedonomos acusados de
. _piedad) o para los padres que olvidan la educación de sus hijos.
e refieren a fundaciones, reconstrucciones de escuelas, calenta-
e palestras y gimnasios, contratación de maestros, salarios ("a fin
alarios se paguen regularmente", se puede leer), etc. Quizá se
--,""" una auténtica ley sobre la instrucción (paidonomik6s n6mos), como
o y en Teos.
órmula usual es similar a la que hemos ya leído en Esquines: "para
""'-':"-,...",rión
de los niños libres", tanto en Mileto en el 199, como en Teos
mos años.
ro a partir de ahora, la instrucción se referirá no sólo a los niños li-
itheroi paides) sino también a las niñas (párthenoi) y a los pobres
e incluso a los esclavos (doúloi), como atestiguan Plutarco en el
. educandis [8 e] y Ateneo [262 b]. Tal vez, como en el caso de la
ión de Eudemo en Mileto, los maestros de gimnasia, a menudo ex-
==7I"OS, se comprometen a jurar por Hermes, y los maestros de gramática
por Apolo y las Musas, no haber influido deshonestamente en su
nombramiento.
í pues, las escuelas se iban haciendo públicas, y más aún cuando el
~~alctor era un soberano (Átalo II, Tolomeo Filadelfo, etc.) "estatizado".
70 DE LA ANTIGÜEDAD AL 1500
arte noble del auriga, de los caballeros, enseñada por los dioses, e
"--~T""'>daa las artes manuales productivas, no con el fin de establecer una
~~ r~ de valores, sino sólo para recordar el valor de su aprendizaje.
ro en Hornero aparecen diversas concepciones del trabajo: tan pron-
ibuye a los dioses, como Hefesto el artesano, como a los hombre ;
é tos a veces son los mismos héroes los protagonistas, y otras vece
~~~:oo.;>- figuras citadas en parangón, como en la descripción del escudo de
_ En esta descripción se habla de un rey y de muchos trabajadores
-""'''''''''''''nden de él: pastores, labradores, recolectores, gavilladores, acróba-
raldos. Mientras que entre los héroes protagonistas está Paris pastor,
rrnanos de Andrómaca artesanos.
la Odisea aparecen determinaciones más precisas, con indicadore
ndición social. Eumeo responde a Antinoo, que lo regaña por haber
:=~'<iu a un mendigo:
1. LA EDUCACIÓN EN LA "FAMILIA"
por él: insiuutu disciplina mea [v, 18]. Pero es sobre todo el otro gran
historiador, Tá ito, quien nos ha dejado en el Diálogo de los oradores una
nostálgica re vocación de esta antigua educación familiar, cuya primera
protagonista la madre: "Diré unas pocas cosas sobre la disciplina se-
vera de nuestros antepasados respecto a la educación y formación de los
hijos. En aquellos tiempos, cada hijo, nacido de una casta progenitora,
era educado no en la pequeña habitación de una nodriza pagada, sino en
el mismo regazo de la madre, cuyo mérito principal era la custodia de la
casa y la atención de los hijos. Como máximo, escogía a una mujer an-
ciana de su parentela para confiarle a los nacidos de la misma familia,
según sus maneras comedidas e irreprensibles ... Su severa disciplina te-
nía como objeto que la naturaleza de cada uno, recta y no distorsionada
por la malicia, lo llevara en seguida con toda su fuerza a las actividades
decorosas, y según la inclinación que mostrase, fuera para la actividad
militar o para la jurisprudencia o para el estudio de la elocuencia, se dedi-
cara enteramente a ella" [XXVIll].
El papel de las mujeres en la educación familiar no es pues algo se-
cundario, de acuerdo con la mayor consideración social de la que gozaron
las mujeres romanas respecto de las griegas. Aquí Tácito recuerda a Cor-
nelia, madre de los dos Cracos, a Aurelia, madre de César; a Atia, madre
de Augusto. De manera similar, su contemporáneo Quintiliano atribuye a
la madre la misión de enseñar a los hijos los primeros elementos del ha-
blar y del escribir [1, 1, 26]. Recuerda que para ello se solían usar, en su
tiempo, letras móviles de marfil o de hueso (litterae eburneae vel huxeae).
Juvenal nos recuerda que también las niñas aprendían los primeros ele-
mentes del alfabeto (alpha et beta) [XlV, 211]. Y las mismas nodrizas, fueran o
no parientes respetables como dice Tácito, tenían prestigio y autoridad,
amo nos lo confirma el culto de las nodrizas augustas, atestiguado por irná-
g nes encontradas en diversas partes de imperio.
Muchos textos nos describen cómo, bajo la tutela de la madre o de la
n driza, el niño va creciendo en casa junto con coetáneos, entre juegos y las
primeras enseñanzas, de las cuales nos han quedado frecuentes testimonios,
ritos o iconográficos. Entre los juegos, por ejemplo, Horacio enumera la
n trucción de casitas, atar un ratón a un carrito, pares e impares, cabalgar
un palo; Persio nos recuerda el juego de las nueces, y nos dice que dejar de
jugar a ellas es un signo de haber salido de la infancia; sabemos que se juga-
ba on I trompo, con el aro empujado por un bastoncito. Había también
ju g d r flexión, del mismo tipo de las damas y del ajedrez, y juegos d
astr galos y dados; mientras que otros juegos, como la gallina ciega, el co-
lurnpi y la ' m la, fueron quizá importados de Gr cia.
LA EDUCACIÓN EN ROMA 79
Después de los siete años el niño pasaba más directamente bajo la tu-
tl'la del padre, del cual aprendía, si no lo había ya hecho de la madre, los
lB imeros rudimentos del saber y las tradiciones familiare y patrias, y era
.uli strado en los ejercicios físicos y militares. A medida que pasa el tiempo,
I la educación, aunque sigue siendo una atención principal del padre, se va
I unfiando cada vez más a especialistas. El sarcófago de M. Comelio Estacio,
'lI'lualmente en el museo del Louvre, nos ilustra de manera sintética las
, tnpas, mostrándonos una serie que empieza con la madre amamantando al
1111 o con el padre a un lado en actitud afectuosa; sigue con el padre con
.·1niño en brazos; después ejercitándolo en juegos viriles y finalmente escu-
I h. ndolo mientras recita un texto. Juvenal señala la responsabilidad del pa-
.11(' uando dice que será "un bien para él haber dado un ciudadano a la patria
,d pueblo, si lo hace devoto a la patria, útil en el campo, útil en el cumpli-
1111 -ruo de empresas de paz y de guerra" [XlV, 70-72].
Aquí encontramos el acostumbrado emparejamiento de los dos aspec-
ttl~ d la educación en las artes del dominio, el "decir" y el "hacer".
Por desgracia se ha perdido casi completamente lo que era quizá el tes-
tunonio y la teoría más completa sobre dicha educación familiar antigua, el
I 'utu r sive de liberis educandis de M. Terencio Varrón. Al dirigirse al destina-
t 11lo de su libro, que le había pedido asociarse a él en la educación del hijo,
.1"(' a haber hecho todo lo posible, escribiendo para ello aquel libro [1lI, 1,
1/1 Nonius S.v. "adminiculari"]. De los fragmentos del Catus conservados por
uni (cuyo interés era léxico y no pedagógico) nos enteramos por ejemplo
dI' ulgunas cosas sobre rituales vinculados a los primeros momentos de la
11111 infantil, protegida por diversas divinidades: Numeria en el parto, Cu-
111111n la cuna, Rumina en la lactancia, Educa y Potina en el alimento y la
I,•.hida, Estatano y Estatilino en el mantenerse derecho y en el caminar,
1,IIlulino y Farino en los primeros balbuceos y el aprendizaje del lenguaje
I( 'üt us, 111, 6, 7, IO, 13]; Y se pueden añadir los dioses Pilumno y Picumno,
111 111l' 'lores del matrimonio y de sus frutos, recordados en otro libro varro-
1IIIIIlOinlitulado Logistorici [/1, 18].
'~n otros fragmentos podemos leer sabias observaciones; por ejemplo,
'1I1t'.. 'S importante el modo en que los niños empiezan a formarse, porque
Id.' re ultarán después casi siempre" [Ill, 9]; o bien que "constituyen un
,ti, I 1-ul para aprender el temor o cualquier turbación del ánimo; mientras
'111".1 U la mucho el bienestar" [I1I, 22]; o también que "a menudo un solo
1111111 I -volioso y corrupto contamina a todo un grupo de niños" [Ill, 29]'
, uulu '1) n ontramos la formula puerilitatis, o sea los grados de la infancia
I 1111~IIS r .sp tivos asist nt s adultos: "la partera trae a la luz, la nodriza
dllllt'lllll, ·1, dagog du ,1, ,1ma .stro instruye" [TlI, 5]; pero con la presen-
80 DE LA A TIG EDAD AL 1500
glo v y finales del IV a.C., habían existido en Roma o en las ciudades vecinas
y habrían sido frecuentadas por los romanos. En el 447 a.C., Appio Claudio
hizo secuestrar a Virginia, "mientras se dirigía al foro, donde entonces se
encontraban las escuelas de letras, en las tiendas" [1Il, 44, 6]; Ymientras Ca-
milo asediaba la ciudad de Falería en el391 a.C., un maestro de los mucha-
chos nobles de la ciudad asediada intentó consignarlos a traición a los roma-
nos, y Livio observa que "la costumbre de confiar varios muchachos a una
sola persona, pedagogo y maestro al mismo tiempo, era griega" [v, 27, d.
En otra ocasión, el mismo Camilo, que entró clandestinamente en
Túsculo para investigar sobre las intenciones de los habitantes respecto de
Roma, cobró confianza cuando vio "las tiendas de los artesanos llenas de sus
obras y las escuelas resonando con las voces de los escolares" [VI, 25].
Finalmente, durante las guerras contra los etruscos, a finales del siglo IV
a.C., un romano pudo entrar sin ser visto a espiar su territorio porque, "edu-
cado en Ceres junto con los etruscos, había sido instruido en las letras y co-
nocía bien la lengua etrusca" [IX, 36, 3].
Obviamente, la validez histórica de todas estas afirmaciones, en las que
el elemento escuela entra casualmente, es más bien escasa; sin embargo su-
ponen una antigua influencia griega y una más reciente influencia etrusca (a
través también de la cultura griega) en el surgimiento de una escritura y de
una cultura en Roma, así como de una cierta forma de educación no familiar,
sino institucionalizada en la escuela. Pero todo esto no puede documentarse
con mayor precisión y certidumbre que la que nos ofrecen estos vagos seña-
lamientos. Históricamente sólo se puede afirmar que en Roma, con la llegada
de embajadores de Grecia primero y prisioneros después, se puede establecer
el nacimiento y la consolidación de escuelas que son de cultura griega más
que latina: precisamente una insitiva disciplina, una cultura de importación.
omo para la escuela griega son los testimonios pintados en los vasos de
o y de Duris, también éste de Catón es a su vez la instantánea de un
nto de vida escolar captada de la vida real, que nos autoriza a afirmar
n aquella época, entre finales del siglo IV y principios del III a.C., la es-
es una institución normalmente generalizada en Roma. Fuera de éste,
se conoce otro documento tan persuasivo, aunque no nos dice casi nada
dicha escuela, referente a una escuela latina de enseñanza elemental,
coda probabilidad implicada en el nuevo proceso de aculturación griega .
.Acerca de quién fue el primero en abrir una escuela de tipo griego en
. los antiguos nos proporcionan varias noticias, pero no siempre unívo-
utarco, en el relato en el que Hércules enseña las letras a los familia-
Evandro, cumpliendo así una acción "digna de veneración", añade
- o se hizo después por dinero, o sea profesionalmente, y que hacia el
C. "el primero que abrió una escuela en Roma fue Espurio Carvilio"
. Rom., 59], liberto del homónimo ciudadano romano que vivió en la
r:;:::::(!a mitad del siglo III a.C. Suetonio nos recuerda que dos de los padres
ee::.=z.antes" de la literatura latina, Andrónico y Ennio, enseñaron domi et
ea en las familias de sus patrones y en otras sedes, semejantes en
uilón, esclavo de Catón [Suetonius Gram., 1, 1J. Pero una verdadera
escuela de grado más elevado (gramática y retórica) existió sólo
RS::::oi~ de la embajada de Crates de Malos, en el 169 a.C.
rtamente, la implantación de esta escuela encontró dificultades y
~"""".~J:3: no se trataba solamente de aprender las letras del alfabeto para
prácticos de un pueblo de ciudadanos-soldados, sino de aprender la
,c::=:j;x.a". En un primer momento esta palabra griega significó simplemen-
de leer y escribir, como nos atestigua Séneca: "aquella primera lite-
mo la llamaban los antiguos, a través de la cual se enseña el alfabe-
....rte. LXXXVIII, 27]; Y como nos confirma Quintiliano: "la gramática
uciéndola al latín, llamaron literatura" [1, II,4J.
adelante uno y otro término, el griego y el latino, tomaron, en
~::::::::t:,dad con el enriquecimiento de aquella enseñanza, el significado
y crítica de los textos, literatura anticipando en parte el significa-
. Esto podía parecer excesivo y superfluo para cualquier romano,
plebeyo, que fuera celoso de las tradiciones patrias. Suetonio nos
.C:::::l;;.!1ta mejor que cualquier otro escritor acerca de los inicios y la opo-
encontró la nueva institución llamada "escuela": "La gramática
usual en Roma, ni tan sólo algo honorable, ya que la gente era
da y belicosa, y no se dedicaba mucho a las disciplinas liberales.
fueron por tanto modestos, si es cierto que los más antiguos
que eran al mismo tiempo oradores y poetas, medio griegos (ha-
84 DE LA A TIGÜEDAO AL 1500
Pero ya es hora de que veamos más de cerca lo que fue en Roma esta
escuela de tipo griego, cuáles fueron sus enseñanzas, cuál su didáctica.
Desde Apuleyo nos viene indicada claramente la secuencia de ense-
ñantes y de enseñanzas, que él llama "las copas de las Musas" (craterra
Musarum): "La primera copa, del enseñante del alfabeto, libera del anal-
fabetismo; la segunda, del gramático, aporta instrucción; la tercera, la del
retórico, nos da las armas de la elocuencia" [Flor., IV, 20, 97].
y añade que de estas copas beberán la mayoría (hactenus a plerisque
potatur), pero que él, en Atenas, ha bebido otras copas, estudiando tam-
bién poesía, geometría, música, dialéctica y filosofía.
La distinción de los tres grados de escuela no era muy rigurosa. Apar-
te el hecho de que la primera enseñanza de las letras puede haber conser-
vado por mucho tiempo un carácter familiar, todo enseñante tendía a ocu-
parse también de las tareas del enseñante del grado posterior. Nos lo
confirma Séneca diciendo que "el gramático se ocupa de la corrección del
hablar, y si quiere proceder más allá, se ocupa también de las lecturas de
prosa y, para extender al máximo su campo, también de poesía" [Ad Luc.,
LXXXVIII, 3]. Lo mismo nos confirma Quintiliano, señalando la costumbre
de hacer pasar los niños a la escuela de retórica más tarde de lo debido.
habiendo tomado los gramáticas el lugar de los retóricas, y comenta al
respecto: "Así llega a suceder que las actividades que eran las primeras del
segundo arte se convierten en las últimas del primero, y los que por su
edad ya estarían destinados a disciplinas más elevadas siguen sentados en
la escuela inferior, estudiando gramática con los retóricas" [I1, 1, 3].
Quintiliano es sin duda el mejor guía para entrar en una de estas es-
cuelas y conocer sus enseñanzas: en su Institutio oratoria (La formación del
orador) nos da al mismo tiempo un testimonio sobre la escuela real y una
imagen de la escuela ideal, tal como él la quería.
Después de haber reflexionado sobre los primeros momentos de la edu-
cación en familia y sobre la oportunidad de que el muchacho siga la in -
LA EDUCACIÓN EN HOMA 89
ión pública en las escuelas, trata sobre las primeras enseñanzas del
to y en seguida pasa a tratar de las escuelas de gramática, observando
. amente que, "para quien ha aprendido a leer ya escribir, la cosa prin-
e la gramática. No importa que hable del griego o del latín, si bien yo
ro que se empiece con el griego: el camino para aprender uno y otro
ismo" [1, 4,d. Él mismo define qué era esta enseñanza de la gramáti-
~ este estudio se definen dos partes, las reglas del hablar y la lectura de
_-ores; la primera se llama metódica, la segunda histórica" [1, II, d. Me-
e histórica: nosotros, hoy día, usando para la primera la palabra griega
a segunda la palabra latina, hablaremos de gramática y de literatura.
uintiliano añade que su estudio contiene más cosas de lo que prome-
e el bien hablar comprende también el escribir, y la lectura presupo-
álisis crítico y el juicio de los textos. Pero sería un error reducir este
s::::;::~a us aspectos meramente lingüísticos y literarios: la escuela de gra-
e más bien, una escuela de cultura general, de toda la cultura nece-
la recta y plena comprensión de los textos, leídos críticamente, en
e se contienen nociones propias de las más variadas disciplinas:
--a~ls. la gramática, debiendo hablar de los metros y de los ritmos, no
r perfecta sin la música, y, si se ignoran los movimientos de las estre-
podrían entender los poetas las palabras que usan tantas veces para
5:..i;e)¡~cerlos tiempos, el surgimiento y el ocaso de los astros; y no pueden
c:::;;::.::orantesrespecto a la filosofía, a causa de los muchísimos lugares en que
las poesías apelan a la más recóndita sutileza de las cuestiones
.: y necesitan mucho de la elocuencia, para poder hablar con pro-
elegancia acerca de todas las cosas que hemos mostrado" [1, 4, 4-5]'
nto, para ser un hombre culto, que esté en condiciones de hablar
omprender a los autores, es necesario tener conocimiento de mu-
. que se resumen en algunas disciplinas fundamentales. En ellen-
uintiliano, éstas son la música, la astronomía (aunque no consta el
filosofía natural, o sea las ciencias, así como la elocuencia, cuyo
completará en la escuela de grado más elevado, la de retórica.
íplinas forman lo que según Quintiliano los griegos llamaban
ideia, que para él tiene el significado de cultura completa o en-
----.;,;,.h,..., (más que como cultura común o generalizada). Es evidente que
la que tiene el nombre de escuela de gramática, es en realidad
"5'::r:el;a de cultura general, donde, junto al leer, escribir y hablar, y junto
irnientos literarios, se estudiaba un poco todo lo cognoscible:
erarias y materias científicas, como diríamos hoy; o bien, como
o e empezará a decir, artes sermocinales y artes reales, trivium y
_c---_. La verdadera característica que distingue esta escuela de las
90 DE LA ANTIGÜEDAD AL 15°°
escuelas de hoyes, más que por un ámbito del saber diverso, el hecho de
que ninguna de estas disciplinas tenía un corpus propio ni un desarrollo
autónomo y progresivo, sino que el aprendizaje de los contenidos se produ-
cía ocasionalmente, partiendo de la lectura y de la interpretación de los
textos de la tradición literaria: las ciencias a partir de los poetas, en una
palabra. Antiguamente los poetas eran "vates", inspirados por los dioses, y
por ello depositarios del auténtico saber.
Por lo demás, sobre estas disciplinas Quintiliano vuelve otra vez para
aclarar qué entiende propiamente por ellas; y trata en particular de la músi-
ca y de la geometría, esta última no nombrada antes: "La música tiene rit-
mos dobles, en las voces y en el cuerpo; se requiere en efecto una cierta
medida en una y otra cosa" [1, 10, 22]. Y, después de haber explicado que, por
lo que respecta a la voz, es necesario tener en cuenta el ritmo y la melodía,
añade, por lo que respecta al cuerpo: "Y es también necesario un movimien-
to adecuado y digno del cuerpo, que se llama 'euritrnía' y que no puede venir
de otra parte" [1, 10, 26].
Esta "música", como está claro, comprende pues canto y danza, para
los cuales, y en especial para esta última, no parece que los romanos tuvie-
ran demasiada inclinación: a diferencia de los griegos, consideraban que no
era conveniente que fuera practicada por los varones.
Es igualmente importante lo que Quintiliano nos dice aquí acerca de la
"geometría", no nombrada antes entre las disciplinas vinculadas a la gramáti-
ca, pero presente sin embargo en los primeros aprendizajes del ábaco: "Se
dice que en la geometría hay una parte útil para la tierna edad ... La geometría
está dividida en números y formas ... Y se eleva hasta el conocimiento del or-
den del mundo; y se encuentran algunos que dicen que es un arte más similar
a la dialéctica que a la retórica" [1, 10,35-37], Nosotros llamaremos matemáti-
ca a esta geometría que se refiere a números y formas, y que nos hace conocer
la ratio mundi: y es notable que Quintiliano mantenga la opinión de una afi-
nidad de ésta con la dialéctica o, como diríamos hoy, con la lógica.
Con estas añadiduras y precisiones, el marco de la escuela de gramáti-
ca, como nos lo describe o auspicia Quintiliano, aparece más completo. Lla-
mados con su nombre actual, los aprendizajes propuestos por él podrían
alinearse en esta serie de disciplinas: lengua y literatura, música (canto y
danza), ciencias naturales (con especial referencia a la astronomía), mate-
mática (y geometría), lógica (filosofía). Ciertamente no estamos demasiado
lejos de un liceo moderno. La ausencia más clamorosa con relación al currícu-
lum moderno es la de la historia, ya que la historia hace parte de las narrauo-
nes, que son fabulosas, posibles o reales, o sea históricas, y que se estudian a.
comienzo de los cursos de retórica [II, 4,2]. Ciertamente que Livio y Salustio
LA EDUCACiÓN EN ROMA 91
6. EL MAESTRO Y LA ESCUELA
gustaba jugar, y era castigado por quien hacía precisamente las mismas co-
sas. Pero los juegos de los adultos se llaman negocios; y los similares de lo
niños son castigados por los adultos. Y nadie se compadece de los niños O de
los adultos, o de los dos" [IX, I5]·
Podemos imaginamos a los niños dirigirse a la escuela, como lo describe
Horacio, "cargando en su brazo izquierdo la cajita con las piedritas para hacer
las cuentas y la tablilla para escribir" [Sat., 1, 6, 74]; no siempre se mas trabar.
radiantes ante la idea del trabajo que les esperaba. El otro gran poeta satírico
Persio, nos describe al muchacho solicitado por el pedagogo a levantarse p
dirigirse a la escuela: "cuando ya tiene en las manos el libro y el pergamino
dos caras de diverso color, al que le ha sido quitado el vello, y la cánula nudo-
sa para escribir, empieza a lamentarse de que la tinta demasiado espesa e
pega a la pluma o de que la negra sepia, diluida con demasiada agua, gotea
[111,IO-I4L entonces pierde la paciencia y exclama: "¿Debo acaso estudiar con
esta pluma? [An tali studeam calamo]?" [ibid., I9]. En fin, el aburrimiento y e
terror a la escuela eran un lugar común.
La didáctica en la escuela era obsesiva y repetitiva, como ya la conoci-
mos en Grecia. El maestro "domador" hablaba y los alumnos repetían: 1
mayor parte de enseñanzas se aprendían de memoria; pero cabe distinguir
entre memoria y memoria. Se sabe que en los tiempos antiguos, antes de le
generalización del uso de la escritura, la memoria era el indispensable y únic
instrumento de aprendizaje, y para ello se utilizaban el verso y la música, o a;
menos la cantilena; por esto toda enseñanza era un carmen, como el carme7:
de moribus de Catón o las leyes de las doce tablas, aprendidas, como decí
Cicerón, como un carmen necessarium. Otra razón obligada al uso de la me-
moria: la sacralidad y el carácter esotérico de las enseñanzas, reservadas er;
general a un grupo cerrado, a una casta sacerdotal. Cabe pensar en lo qu
dice César a propósito de los druidas en la Galia, que "aprenden de memo
un gran número de versos, ya que creen sacrílego poner por escrito aquel!
cosas, si bien para otras cosas usan las letras griegas" [Bel. gal., VI, I4]. Y
plica que le parece que esto sucede por dos razones: "porque no quieren
que sus doctrinas se divulguen, ni que quien estudia, confiando en la ese -
tura, acabe olvidándose de la memoria; lo que le ocurre en general a la mayo-
ría es que, sirviéndose de las letras, se aumenta la diligencia en el aprender
en la memoria" [ibid.]. Por lo demás, lo mismo nos dice Plutarco acerca de
escuela de Pitágoras (en la Vida de Numa).
Aunque la doctrina ya no se considera sagrada, por la acostumbra
variabilidad de las costumbres humanas y por las nuevas técnicas, la memo
sigue siendo la reina indiscutible de la escuela, aun disminuyendo sus uso
de hecho se desplazó a la memorización de minucias hanales. Incluso 1
LA ED CACIÓ El\, RO\IA 95
:::-.:::.:::::::;¡mi'o
más característico de este ambiguo juicio lo tenemos en una
e un fragmento (De Vergilio oratore an poeta) del retórico Floro, del
C, Obligado a abandonar Roma, se encuentra en una playa de la
=::::::::::,:;¡a
bética con un admirador suyo, que le pregunta entre otras cosas de
a su respuesta en el sentido de que vive enseñando las letras
~ ..•......••...
-eto, el interlocutor exclama: "¡Oh, que cosa tan indigna! [o rem
_-,.;..,..~.'mam!], ¿cómo puedes aguantar sentarte en la escuela y enseñar
?" y Floro responde que también él había pensado lo mismo, y
ella profesión le era tan aburrida que se consideraba el hombre
ro: pero que, reflexionando más a fondo y parangonando su suer-
otras condiciones y los otros oficios, se le había revelado final-
magnificencia de la actividad emprendida, .. ¡Dios mío! Es algo
e emperador o de rey sentarse en cátedra enseñando las buenas
-:::::==~re y el estudio de las sagradas letras, ya leyendo poesías con las
rrnan el hablar y las mentes, ya sensibilizando los corazones con
J'
axJ.mas...
• "
7. LA ESCUELA DE ESTADO
Con las contradicciones que ya hemos visto, con los defectos y ventajas de
cultura y de su didáctica, con el desprecio y el prestigio de que gozaban
sufrían los maestros, la escuela de tipo griego es sin embargo, en la última
época republicana y en la primera época del principado, una institución ge-
neralizada y consolidada. Es difícil decir con cuántos maestros y con cuánt
discípulos contaba en Roma y en las otras ciudades del imperio: seguramenze
fue una pequeña parte de la población la que frecuentaba dicho tipo de
cuela, y sobre todo, como ya señalaba Platón con respecto a Atenas, se n -
una inevitable disminución de la asistencia en los grados más elevados r
pecto a los primeros. Horacio, al que ya hemos visto ironizar sobre los gr --
des hijos de los grandes centuriones de provincia, nos habla de las "artes li
rales, en las que todo caballero y todo senador hacía instruir a sus vasta
[Sat., 1, 6, 77-78]; lo cual quiere decir que la escuela de gramática y de ret
ea era pues la escuela de los grupos privilegiados. Juvenal nos confirma
la elocuencia era cosa rara entre los que vestían harapos (rara in tenui fac
dia panno [VII, 45]). Precisamente por su carácter clasista, por el hecho
que se refiere a los grupos dominantes, es cosa de interés público y tien
apoyo directo del poder político, que en un primer momento extiende e _
ciales concesiones, después da estipendios a los maestros, y finalmente
gura la fundación de escuelas. De Grecia llega con la escuela el mecenaza
primero privado y después de estado.
Como ejemplo de mecenazgo privado se puede recordar el caso de
nio el joven, que promete a Como, su ciudad natal, una contribución
pagar a los maestros de gramática. Al encontrarse con un muchacho de e
que debe estudiar en Milán, sostiene este diálogo con él, o mejor con
dre: "¿Por qué no aquí? -Porque aquí no hay enseñantes. -¿Por qu
LA EDUCACIÓN EN ROMA 99
~:.::5o=t5 de letras, junto con sus mujeres e hijos y con todo lo que poseen
dades, estén exentos de toda función y de toda obligación civil o
-en las provincias no deben recibir huéspedes ni someterse a nin-
ación, ni ser llevados a juicio o estar expuestos o sufrir injuria; de
e si alguien los molesta, será castigado al arbitrio del juez. Orde-
bién que se les pague las mercedes y salarios, a fin de que más
~_~Le instruyan a muchas personas en los estudios liberales y en las
radas."
ién sobre los estipendios intervendrá Valentiniano el 13 de marzo
c.. y el 8 de mayo posterior dispondrá la nómina de cuatro "anti-
egos y cuatro latinos, para componer y restaurar libros en las bi-
como que evidentemente pertenecen al pueblo", dispondrá para
--;;";~'os y estipendios. Finalmente tomará medidas para controlar la
ducta de los jóvenes que venían de las distintas ciudades del
_::::::::::::pera seguir los estudios superiores en Roma. Éste es un documen-
terés para la historia de las costumbres "académicas" y de las
ntre "academia" (si se nos permite usar esta palabra antigua y
vez) y poder político: "Los emperadores Valentiniano, Valen-
ugustos, a Olibrio prefecto de la Urbe: Todos aquellos que
.rbe por el deseo de aprender, lleven ante todo al maestro del
credenciales de los jueces provinciales, que deben extender
d:::::::::~d-ónpara venir, en las que estén registradas la ciudad, la fami-
0 . por tanto, desde el momento de su llegada deben declarar
-0:, ••.••••.••.•
9. EL TRABAJO Y EL APRENDIZAJE
tra parte, a menudo los trabajos de los esclavos, y no sólo los inte-
equieren conocimientos y habilidades que se pueden obtener sólo
erdadera y propia escuela, incluso una escuela de letras, Así, por
mismo Varrón en el De agricultura dice que "a los esclavos que
de responsabilidad en las haciendas se les debería enseñar a
ibir, y deberían recibir un poco de instrucción" [1, 17,4].
isamente lo que se venía haciendo, para explotar mejor el traba-
arte de los patrones más emprendedores: y no sólo para emplear
·'0 calificados directamente en el propio servicio, sino también
=:;¡~l-ió'n"capitalista", para alquilados o revenderlos a un precio más
nos dice que así lo hicieron primero Catón y después Craso:
dinero a los siervos que quisieran traficar, para que compraran
...::seC,Jcarane instruyeran por su cuenta, y después, al cabo de un año,
•• ,,,!!,,,,,~:=:;:r.¡J1; y muchos los recompraba el mismo Catón al precio mayor
en contra de su propio capital" [Cato Maior, 20, 348 a]; Yres-
e podrían considerar en nada las rentas que recababa de sus
~1IIiL:=:::!5~~-=omparacióna la ganancia procedente de los siervos, ya sea por
po eía, ya sea por su habilidad, siendo algunos lectores, otros
banqueros, administradores, copiadores; y él mismo estaba
--"'. •••.••eran instruidos: los seguía personalmente con gran atención,
er que le convenía al patrón tener la máxima atención de sus
-=::Dmstrurnentos animados de la economía" [M. Crassus,544, r].
ico según Camelia Nepote, tenía esclavos letrados (pueri
re los que especulaba.
trucción profesional es un hecho o de plebeyos o de escla-
los patrones.
plebeyos libres, en principio son precisamente los foras-
'ersos artes u oficios, inmigrados a Roma, donde no po-
no eran ciudadanos; por esto no ejercían el poder político
-==0 cue será una larga conquista que durará siglos. Ellos apare-
-..,......·~'3dosen asociaciones. Según Plutarco, N urna dividió el
_~=-- ~ cricios, más que dividido según su origen romano o sabina,
nmeras ocho corporaciones de oficios (collegia artificum),
....=:=isIaS, orfebres, leñadores o carpinteros, tintoreras, zapate-
. ores, calderero s y alfareros, a los que se añadieron otros
. rro y los de la plata (jabri ferrarii y argentarii), y otros
ue en los collegia se seguían diversos grados desde el
ta la posesión completa del oficio.
o en concreto sobre el desarrollo de los diversos apren-
os es seguro que el aprendizaje y el ejercicio de un
106 DE LA ANTIGÜEDAD AL I500
-==~~
-=:::lSm. o sea de aceptar la ley hebrea, se había planteado en seguida el
de la relación con la cultura de los gentiles, y aunque si a principios
J Orígenes sostenía que los cristianos no debían enseñar gramática
~::::;¡::.l._los primeros grandes padres resolvieron el problema sin demasia-
_educándose en las escuelas de retórica y siguiendo la enseñanza
Pero el problema estaba planteado, y ya antes de que Jerónimo
_~ ..••.•• queja de sus superiores por ser ciceroniano y no cristiano a princi-
,- lo ni, Tertuliano en su escrito montañista De idololatria decía que
...z::.~)t)5preguntamos, a propósito de los maestros y de los otros enseñantes
i no están cercanos a la idolatría, dado que deberían hablar de los
o diversos pueblos" [x, r].
el mismo siglo III la Didascalica apostólica advertía que no sirve
o retóricos, a los filósofos, a los poetas, a los historiadores paga-
o existen las epístolas de San Pablo, e! Salterio, el Génesis y el
Reyes: la Biblia puede sustituir las artes liberales.
ójicamente, la conciencia del conflicto entre las dos culturas, la
e<~=:;sti.¡::o-romanay la hebreo-cristiana, fue advertida singularmente y tra-
.--"......, una decisión práctica de gran relieve no por un cristiano, sino por
===:-e que, educado como todos en la cultura he!enista y en la doctrina
llegar a adulto repudió el cristianismo y reafirmó e! valor eterno
mo. os referimos a aquel "enemigo de Cristo, que había sido
e Cristo" (como dirá Gregorio Nacianceno) llamado Juliano e!
!1 emperador de austera moralidad, que (para estupor de mu-
en cara a los cristianos su mundanidad y corrupción, y se propo-
de su vida la imitación de los dioses (to mimefsthai toas theoús
~~-333 e]). Él intentó contraponer a la nueva educación cristiana (la
Cristo") e! retorno a una paideía clásica, presentando en primer
modelo de vida a Aquiles, fuerte en la paz y en la guerra (¡siempre
-...-~r-In<" érga de Féníxl), seguido de Hércules, e! héroe que asume sobre
de los hombres, y finalmente al dios uno, Mitra, de quien Helios,
imagen visible. Quizá precisamente contra su idea de una pauleia
que revalora las antiguas virtudes de la tradición greco-helenista,
_."' .•.•••una página de Gregorio Nacianceno, su compañero de estudios
la de Atenas, donde en aquella época convivían docentes "paga-
'::::::::illamos,
y después su terrible rival. En su discurso fúnebre Alabanza
Iagno, otro compañero de estudios, así describe la educación:
del padre, desarrollándose en lo físico y elevándose en el pensa-
dmirable joven se educa, considerando como laboratorio de virtu-
110 DE LA A, TIGÜEDAD AL 1500
A principios del siglo VI tienen lugar procesos políticos significativos. Por una
parte, algunos reinos romano-bárbaros se habían implantado más o menos só-
lidamente en el territorio del imperio de Occidente, donde la única autoridad
política auténticamente romana era la iglesia y sobre todo el papado; por otro
lado, el imperio de Oriente conserva su unidad y su fuerza, que le permitirá
intentar la reconquista de Occidente. Estos tres centros de poder, tan distinto
entre ellos, se enfrentarán en una compleja lucha ideológica y militar.
112
LA EDUCACIÓN EN LA ALTA EDAD MEDIA II3
riae, VIII, 3d. O iban allí sin haberse instruido antes, como hemos visto, e
randa recibir la nueva doctrina.
Como ya se ha indicado, la primera ola de bárbaros era ya en gran par;
cristiana y se aculturó pronto a las tradiciones clásicas, pero esto no suc
más a partir del siglo VI. Con los ostrogodos de Italia y los vándalos de Áfri
derrotados por ]ustiniano, desaparece esta tradición de aculturación de
bárbaros: los visigodos de España se convertirán al catolicismo muy tarde.
589 (y esto dará lugar a un renacimiento cultural que se interrumpe sólo c
los árabes, provocando, con la diáspora de los intelectuales cristianos, un ,.,
surgimiento de los estudios en todo e! Occidente); los británicos, anglos
sajones, no fueron tocados por la cultura romana clásica. Y dicha cultura
a menos incluso para los romanos; el último ludimagister se registra en Aq
tania en el siglo VII. La conversión de los francos a principios del siglo VI
implicó un incremento o un renacimiento generalizado de la cultura clási
Esta cultura, en realidad, ya estaba muerta, salvo en algunos pocos e insi
ficantes centros donde se va a conservar de una manera aislada.
e aquí, por ejemplo, que en España el concilio de Toledo del 527 de-
LO niños destinados por voluntad de los padres, desde los primeros
infancia, a la misión del sacerdocio, apenas reciban la tonsura o
ibídos para ejercer el ministerio de los eclesiásticos, deben ser ins-
r el preboste en la casa de la iglesia en presencia del obispo" [VIII c
años después, el concilio de Vaison en Francia establece: "Todos
~~"!ntes que están establecidos en las parroquias, siguiendo la costum-
narnente observada en Italia, acepten en las propias casas lectores
. e intenten, alimentándoles espiritualmente como buenos pa-
·~5ff-:a.r.leslos salmos, habituarlos a las divinas lecturas e instruirlos en
- or, de modo que se provean a sí mismos de buenos sucesores y
del Señor premios eternos" [Conc. Gall, pág. 78].
tro concilio aconsejan además permitir a los muchachos que
""'-..;:...;.-'"-
los dieciocho años, escoger entre matrimonio y sacerdocio. Así,
e los sacerdotes era también un posible camino de instrucción
11 p' ta a la alimentación.
1 1 1q~la 70 aconseja, "en cuanto a los niños hasta la edad de quince
'1"1' Iodos los traten con atenta disciplina y vigilancia, siempre mode-
111'lllamente" [Reg. 70, 4]. Y si la desigual relación pedagógica está
1111'marcada por la advertencia de que el maestro debe hablar y en-
I 1<lis .fpulo callar y escuchar [Reg. 6, 6], sin embargo estamos ante
.1 111el ' una relación amorosa, ya que se recomienda no sólo que "los
I 11I' honren a los más ancianos, sino también que los más ancianos
1,,· 111.5jóvenes" [Reg. 63, 10].
111111d .saparición del prejuicio contra la instrucción del pueblo, éste
.1, 1,1 rasgos característicos del cristianismo. Pero también este respe-
11 ,tI,1(1 más tierna tiene sus sombras, y precisamente la afectuosa
111IIIltT ' r querir por sí misma, en estos tiempos "selváticos", el inal-
,,11 1110d los golpes: "Cada edad y cada inteligencia deben ser tra-
111101 mnn ra especial; por esto los niños y los adolescentes o incluso
11111'1\('<1.n darse cuenta de la gravedad de la excomunión, cuando
dHlllII ralla, sean castigados o con ayunos prolongados o con fuertes
1, 1I111t10 qu e corrijan" [Reg. 30, 1-3]. Frente a la edad adulta, que
l. I//~'/¡'¡¡i\ aetas [44], la edad infantil se presenta como incapacidad
l' 1,1 IHH 'so no se les puede persuadir sino con golpes. Igual que la
1111111('~ un ' r imperfecto en relación con el hombre, nos advierte
" "l lombr es palabra que deriva de virtud [vir de virtute], y mujer
l. 1IIIIIIII'r ti ' mollitie], o sea de fragilidad"; así pues la lubrica o las-
1 lid 1111 ti s' opone a la intelligibilis aetas del adulto. Ésta ha sido la
l. 11 1,1, bajo ualquier cielo. Pero, un siglo después, Isidoro de
1 1 I J/I/¡'/('llliarum liber, distinguirá entre pueritia y pubertas: "La
111101·da 1 tierna y pequeña, llamada así por la pureza [pueritia
I 11( .unhio la pubertad es una edad adulta, que viene de pubis,
, Ipt ('II/OS d 1 uerpo" [PL, v,57]'
111,"1'11, d pesar d 1 ambio de principios mencionado bajo el sig-
1111111111,(1) ,1 mi do del pecado, en la práctica no parece men-
11 1'111ti ~lIdisrno p dagógico. Pero los principios allí están y trae-
II1
111 11111 . manif sta curiosamente en el caso de errores en el
11' 101111' , di'itingui .ndo ntr adultos y niños. " i algún adulto, al
ti 11111 11' puusorio, antffona altura, se equivocara y no se humi-
11111 • .11'todo., .on unt p .nit n ia, s a sometido a una p na más
11" 1111lid 11"('1ido .orr girsc .on humildad 1,1 rror corn tido p r
1" 1111111,l'11 'nlllbi l, por 'sltl I':dtn s -nn golpeados" 145, ,-~l.
I /11 ,1 C'I ).\ollH'ado 's propio d(' 1.1illl'nlll'iíl () pod 'IlH)S olvi
120 DE LA A TIGOEDAD AL J 500
dar lo que dice Plauto al respecto: si se hubiera equivocado de una sola fl"
ba, la fusta del pedagogo se hubiera manchado como el delantal de la nodri/«
o, en la tradición hebrea, ehemías, al regreso de la cautividad de Babilonu
golpeaba y arrancaba pedagógicamente los cabellos a los niños hebreos <1111
ya no hablaban el hebreo [13, 25]' Ciertamente, el sadismo pedagógico 1
cuece en cualquier lugar.
Sin embargo parece contradecir lo dicho, o al menos corregido, la 11
gla 70, que advierte que toda intervención o golpe a personas se dé sólo ( 1111
la autorización del abad, y somete a la disciplina de la regla a quien gollllt
sin moderación a los niños.
Esta regla se dirige a hombres de costumbres a menudo violenta, 111
tes del ingreso al monasterio, y sin embargo prevé una familiaridad COII I
lectura. En cambio, se hablaba propiamente de enseñanza en aquella 11,' "
la Magistri que quizá ha sido el modelo principal y donde se disporu- • jlJ
"durante tres horas los niños, en su década, sean instruidos con sus tnl,ltll,
por un monje letrado, y también los analfabetos adultos, hasta los 'il11 II1l'
ta años [por tanto, seguían presentes en los monasterios], deben apn lid
las letras" [Masai, L, p. 247]; Y se añade además que, "estando cada di 1 111
en un lugar separado bajo las órdenes de los monjes nombrados, Ul10 l.
otros escuchen, enseñen y aprendan las letras, otros mediten (canu-u: 1
salmos que les sean propuestos" [ibid., 250].
Había pues una lectura individual y una lectura común liun '11 1
todos modos, aquí se habla precisamente de un aprender y d UIl e 11 I
• las letras; pero en vano buscaremos algo parecido en la Regula d ' ",1111
to, aunque se encuentran muchas cosas acerca de la lectura. a I('e 1111
sobre todo algo propio del domingo y de la cuaresma, y es consich-r.nlu
ocupación normal de los monjes, exceptuando a los negligent 's 1'. I
sos, que no quieran utilizar lo que parece ser una pieza esen ial,I<-11I11I
terio, la biblioteca: "En estos días de Cuaresma, cada uno re iba 1111
de la biblioteca, para leer en forma continuada y completa m nu-, 1 tll
ces se han de distribuir al inicio de la Cuaresma. Se ncargart 1111111'
ancianos, que darán la vuelta al monasterio en las hora n qu . 111 11I
se aplican a la lectura, para estar atentos de que no se encu 'ni 1'('jtl~111I
je perezoso, el cual pierda el tiempo en el ocio o en charlas y 110.,e '1./1
la lectura, y no sólo se haga inútil a sí mismo, sino que distraiga 1:11111,1 iI
otros. Si se llegara a encontrar un tipo así, se le debe r pr 1>:11. 1 11 1
gas se apliquen todos a la lectura, excepto aqu 110 que .stun de 1I11
los diversos oficios. Pero si hubiera alguno tan n glíg int o p '!C .,. 1
quisiera o no supi ra e tar r ogido y 1, r, se 1, '11.omi '11<1",d 1111
para qu no p rman 'Z a .n ,1 ocio ... " 148, 1<; 1.~1.
LA EDUCACIÓ E LA ALTA EDAD MEDIA 12I
los nuevos patrones bárbaros. De los monasterios no nace una nueva ('111111
ción social del trabajo. La regla que nos habla del trabajo de los artesano d
monasterio (en este caso parece que se trata de monjes artesanos) COIl!" 111
estas consideraciones. En ella se lee que, "si en el monasterio existen tllll
nos, deben ejercer en completa humildad sus respectivas artes, siernpu- 11'
el abad lo permita. Si en cambio alguno de ellos se ensoberbece por la 11111
petencia en el propio arte, pareciéndole aportar algo útil al monast '1111,
alejado de tal arte y no se ocupe más de él" [57, 1-3]; Yse recomienda 1111 I
a los magistri saecularium litterarum, que todavía subsistían, a reconoc '1 'I'
en las sagradas escrituras se encontraban ya todas las figuras retóricas <¡lit
enseñaban en sus escuelas, pero al mismo tiempo advertía: "Los santos p"dt,
no han decretado rechazar los estudios de las letras seculares" [Inst., 1, ,M
A finales del siglo, el protagonista más importante de la vida culuu d ti
tiempo, el papa Gregorio 1, se considera habitualmente el más tenaz adl 1
rio de la cultura clásica; y efectivamente, en sus cartas las tomas de po 1I1, I
del saber, o catálogo de las ciencias u orbis scibilium, u otras definiciom '1
recibió, dio siempre mucho que pensar a los hombres: a Platón y a AII l' I
les, a Beda ya Tomás, a Bacon y a Comenio, a Hegel y a Cournot, '1111 l.
a Engels y a cuantos se han planteado el problema práctico de las dis, Ii""
escolásticas y de las facultades universitarias: el nacimiento de nu Vil di
plinas, la muerte de las antiguas, la reelaboración de las sobrevivicnu
una nueva unidad, son siempre productos del crecimiento de los I 111\
mientos humanos y de los intentos de resistematizarlos. Lamentabk-uu
no podemos exponer en estas páginas todo este proceso, que ciertarm-un
ayudaría a ver con mayor claridad esta temática.
• Cabe recordar en esta época que Isidoro de Sevilla, llamando /,/,
phia al conjunto de la cultura, y dividiéndola en physica, lógica 111"
atribuía a la physica, como sus partes integrantes, las cuatro dis iplllll
quadrivium, añadiéndole astrología, mecánica y medicina, mientru 'I!'
lógica la dividía en dialéctica y retórica [Diff. ISO], considerando l'\ 111.•
mente la gramática como una disciplina sólo instrumental. Un siglo d, 1
Beda el venerable, máximo exponente de la cultura anglosajona d ,1 1 1,
(672-735), nos da una sistematización canónica (aunque, coin idil'lI"I'
Isidoro en cuanto a la sucesión de dialéctica y retórica, se en u 1111 ti I I
noría respecto a la tradición prevalente): "El orden del aprend r S 11I1 '1"
como toda doctrina se transmite a través de la elocuencia, ant S <1"1 111 I
debe instruir en la elocuencia. Ésta tiene tres partes: e cribir 01 n'l I 111
Ypronunciar correctamente lo que se ha escrito (y esto 1 ns '11;1 111 1 11
ea); demostrar lo que se debe demostrar (y esto lo ns ña la dial '('lit 1)
nar las palabras y las frases (y esto lo ns ña la r tóri a). I ,I,'nw 1111'
ciarnos en la Gramática, después n la Dial· ti a y [inulrn 'ni' '\1 liI 11, I
LA EDUCACiÓN E I LA ALTA EDAD MEDIA 127
dos a los grados eclesiásticos. En cuanto a los muchachos ya los adok-« 1It
tes que se encuentren en el clero, habiten todos en una estancia del 111111
de modo que pasen los años de la edad lúbrica no en la lujuria, sino ('11I1
disciplinas eclesiásticas, confiados a un anciano venerable, al que t('11
como maestro de doctrina y testimonio de vida. Dicho esto, es ncc« 1111
que los niños sean confiados a la custodia de un anciano venerable, illl 111
si son instruidos por otro" [Chrod. 48].
Es un texto fundamental, pero no ciertamente único, el cual, si tilit 1
do las huellas de las experiencias precedentes, sin embargo es innov.uh«
marca la línea de desarrollo de las escuelas canónicas, constituy '1111""
punto estable de referencia para las disposiciones posteriores de COIHdI!
estatutos. En esto, cabe señalar, una vez más, la doble preocupaci 1111
pecto a la moral y a la instrucción, de que es indicio la existencia d ,1,1 ,1
probatissimi seniores (experimentados ancianos) a los que son confimln I
niños; pero la atención a la moral es mucho más importante.
Algún decenio más tarde, ya en la edad carolingia, el monje 10111'''' 11
Pablo Diácono en su Comentario a la Regla de san Benito, señalan lo 1111'
mente la preminente atención moral, intentaba sin embargo deduc 11,1,
Regula una mayor atención para los aspectos culturales y nos propoi I 11111
un ejemplo de cómo se "examinaban" los pequeños oblatos: "Ahora ""1111'
ver cómo se debe instruir a los niños. Diez niños han de tener tr s 11I 11
maestros para poder cumplir lo que nos dice el bienaventurado B nitu 1
pre han de estar bajo custodia y nunca deben ir sin maestro.' Por lo 1.1111
tpdo lo que hacen no deben estar sin maestro, porque si así fu ra, n 1111
rían bajo custodia en todo momento. Los niños ... deben ser in 11111.1"
atención, y cuando lleguen huéspedes doctos, uno de ellos deb ' s '1, '"1
do de este modo: el Prior debe enseñarle lo que debe hablar con ,11111,
o de gramática o de canto o de cálculo o de cualquier otra discipll« I
Prior, disimuladamente, debe observar si habla con el huésp d '011111111
dad y pudor, y cómo se comporta con respecto al huésped, si mira illjlll
o sólo al huésped. Y después de la partida del huésped, el Prior lo di 1"
tir, si ha formulado preguntas o dado respuestas negligentes o illt'\1 It 1I
demasiado tímidamente o demasiado burlonamente, de rnancrn '1"1 I
después dar mejor respuesta a quien lo interroga" [CM, 1, 98-991.
Pero cabe señalar, a propósito de estas viejas y nuevas rq.. !,111I 111
cas y canónicas, que la verdadera novedad se encuentra '1) (,.,1.1 111
Atestiguan un resurgir de las iniciativas ciudadanas, qu yll II:lh'"11I1I
promovidas y reguladas a principios del siglo VI en los '()I cilio., l' I1I1
franceses, de Toledo y de Vaison, sirnultr n .arn mte .on la ¡('d,ul 11111
Regula Benedicti. Aq uí asistimos a su re .onst itlit' i )11:t'olcglt 1 I 11
LA EDUCACIÓN E LA ALTA EDAD MEDIA 131
11 dI' 'ir precisamente escuelas episcopales, del clero secular, de las ciu-
1 ,,, hablaremos más acerca de ellas: estamos entrando en la época
1" 01.1..uando en la corte franca las tradiciones culturales que se habían
1 .ulo mejor en Italia (Ravena y Roma, y también apóles y Salermo
1II (' luido siendo ciudades romano-bizantinas) y las que originalmen-
1111111 'vivido en los territorios celtas en los márgenes noroccidentales
11I'IH'lio romano, encontrarán en la nueva organización política el ins-
1I111dI' su crecimiento y de su renovación.
Faltaría decir algo sobre la educación física y guerrera (el "ha r" d" 1" I I
Añadiremos algo sobre el tiro inio para I trabajo de los plod,,, 1111
escasamente documentado. La d .cad mcia de las '''pacid,lIll' 11111
I
de la sociedad romana -s incu st ionublc: p ro es t amhi '1\ (" 111,1111
LA EDUCACIÓ EN LA ALrA EDAD MEDIA 139
11' 111¡¡ perderse del todo las habilidades propias de los diversos oficios,
IIIII'IIOS de los principales: cultivar la tierra, construir casas, trabajar el
1" I 1.1madera, etc.; y tampoco faltan tradiciones artesanales bárbaras,
l' lodo n lo que respecta a la orfebrería. Todo ello presupone la sobre-
". 11 ti' un aprendizaje, en las formas ya conocidas que nos describe
1111 1.1111 inte Platón, consistentes en observar por largo tiempo e imitar,
.1, producir autónoma mente.
,,,llIl' la condición ideal del trabajo y sobre su presencia en los monaste-
Ii11'desde el punto de vista económico se configuran sobre todo como
".1.1 .rgrfcolas, ya hemos visto algo en la Regula de san Benito y en a-
" I )I'S 1 el punto de vista de su organización social, se puede conside-
uhsistieron y al mismo tiempo se modificaron dos formas o centros
i¡' d.·•.•ti ' producción. Por una parte tenemos la sobrevivencia de las an-
, "1 pOi a iones artesanales, las universitates o collegia artificum, en la
1, 1.0 anterior está documentado en Italia, no sólo para las zonas qu '
11do si .ndo romanas (o bizantinas), sino también para las zonas longo
1111.1 1(' d 1rey Astolfo, del 750, nombra a los negotiatores, clasili ados
11//"11/1",~ quentes y minores, con una división que anticipa las art s I1HI
1111uorcs de los futuros municipios. Encontramos muchos d' ('sto..,
"1' o lIrtiJices en los documentos de este siglo: orfebres, pintor 'S, :11
l. 1 I obre y aldereros, sastres, jaboneros, además de lo ma 'silO.,
11/ I O/lO'ido en la historia del arte. Éstos aparecen divididos 'n IlItI
I 1//11//;, .orno testimonio de la supervivencia de un regular apr 'ndi'/n
j¡, 111dl,1 .ual sin embargo se nos escapan los detalles refer nt 's a In
11 1 10'*compromisos recíprocos y a las relaciones de trabajo. Do 'u
1, • 1.1 'SP' ie los encontraremos sólo más tarde.
1 111111 I.ldo, también tenemos una supervivencia, aunquc quizá mas
I 1I 1di' una profunda transformación, de las relaciones produ tivas '11
1 '"11 ,1 na imiento de una división del trabajo feudal, n la cual
11d. 111101 part lo campesinos y pastores, por otra los serv; ntinistu
I "'/II/i), t¡u a túan dc una man ra inm diata n la ortc S -no
11 .1, I'III'S irán d sapareciendo. Todo posible tiro inio arce aqul
11I IC IO/l,
I. LA IGLESIA
11°
LA EDUCACIÓN EN LA BAJA EDAD MEDIA 141
111", .on sus investidura s y con su simonía, éstos son los signos de una
I'nl un desarrollo que podríamos llamar mercantil, burgués, del siste-
.1111.u ivo, que la iglesia, aliada con los municipios en contra del imperio,
11111más o menos conciencia de su misión histórica.
7. Belicosos y plácidos,
frenéticos y calmados, bohemios y teutones,
romanos y eslavos,
los de media estatura,
gigantes y enanos,
los modestos y aun aquellos
presuntuosos y vanos.
como hemos oído que se hace según una perversa costumbre ... Siu 1
bargo, si alguien quisiera incoar una causa por cualquier motivo 11111'
ellos, dada a los estudiantes facultad de elección, se presenten <11111
señor o maestro o ante el obispo de la misma ciudad, a los cuales 1" 111
dado jurisdicción sobre estas cosas ..."
Ante esta intervención, al papado, anticipado por el imperio. 1111
quedó más remedio que apresurarse a reconocer los derechos ac.1<1'1I1 h
por los escolares; y así lo hizo, un año después, el papa Alejandro 111. I
con una bula, al menos con una carta al abad de Saint Remy.
Sin embargo, aparte del apoyo del poder político a los estudinnn
iglesia conservó una especie de supervisión sobre las universidad 's 11111
de la concesión, previo examen de los títulos de estudio, de la autuu 1
para enseñar: la licentia docendi. (La conventatio era la ceremonia II/d 1
que seguía a otra ceremonia interna de la universidad, que era la ("OIHI
de la licentia.) Por esto, además de la determinante iniciativa de lo' 111
tros libres, se puede observar una ininterrumpida continuidad, al 111(111,
cuanto a dirección política, entre escuelas episcopales y universid.uh
Los clerici vagantes siguieron siendo por un tiempo un prohh 11'
sólo para las ciudades anfitrionas o para el poder político, sino la"dl" 111
la iglesia. Las Decretales contienen una severa advertencia resp '( 1111 I
prescribiendo que los clérigos que se hacen bufones (ioculatorc\) 11
dos y no regresan a sus sedes, sean privados de todo privilegio son·,,11I
la advertencia a un goliardo sinvergüenza entró a formar part . dI 11
communes del Ars dictandi: Guido Faba imagina una carta de 11/(11/1' I
"monachum vagabundum, en la cual el vagabundo es regañado 1"11
hecho "una especie de oratorio nuevo, donde los monjes s '011\iI 1
leccatores, y, transformados en histriones, cantan los salmos n lo 1"(1
los y las oraciones en las hosterías, y juegan a los dados con las 111(" 1
Y podemos añadir su costumbre de ir mendigando, a vec S '0111'" l'
desvergüenza. Se ocuparon de ellos, en las diversas nacioi ·S. I 11111 11
obispos y decretos de reyes. El concilio de Salzburgo del añ 12.71,1,1 I
ciaba sobre todo por lo inoportuno de su audacia, a causa d . 111I 11d
"los sacerdotes se veían obligados a darles a ellos lo qu se d(·llloI tll I
las necesidades de los pobres, y sufrían injurias si les negaban 1"'1"1
ellos ocasión de mala vida".
Pero tampoco faltaban los que trabajando se ganaban la "11 11111
estudiar, como Pedro Lombarda de Novara, cuyo biógrafo 1111111 I
"yendo a la escuela prestaba servicio a los cstudiant 'S, y su 111,111" 11
camisas a los estudiantes" [CM, 11,46]; Ylo mi mo S' di' . tito 1"''11,1I
XI. Esto del trabajar para studiar, amo lo d ·1 m ·"dig:lI () 111ti, I
LA EDUCACIÓN E ' LA BAJA EDAD MEDIA 151
II('S departidos: onde conviene que se ayuden todos a derecho quando les
1 11 meester en las cosas que fueren a pro de sus estudios o amparanza de
11111l10Set de lo suyo" [Ley VI].
'(' establecen además otras figuras académicas: los propios maestros
11111"Il' 'es entre los estudiantes, sustraídos de la jurisdicción común [Ley
/11 III~ h deles que, como mensajeros de los estudiantes, anuncian las fies-
11I1.Iiun en la compraventa de libros, convocan las reuniones y, finalmen-
1 libreros (estacionarios): "Estacionarios ha meester que haya en cada
1111uncral para ser complido, et que tenga en sus estaciones libros bue-
1 Ill"bles et verdaderos de texto et de glosa que los loguen los escolares
I11 1'llIplarios, para facer por ellos libros de nuevo o para emendar los
1 1!'!t'11 riptos" [Ley XI].
n.nurnlrnente, correspondía al rector controlar la calidad de los libros
menos dos veces al año. Una vez antes de avidad y otra vez antes de 1>11
cua, si estáis de acuerdo."
y he aquí la conclusión del curso de Odofredo: "Señores, hemos ernju
zado, recorrido y acabado este libro, como sabéis todos los que habéis 111
cuentado mis lecciones. Por lo cual damos gracias a Dios y a su Virgen 11
dre y a todos sus Santos. Es una antigua costumbre en esta ciudad, cUIIIIII.
el curso ha terminado, celebrar una misa cantada al Espíritu Santo. l,:", 1111
buena costumbre y por esto es preciso observarla. Pero como se ha 111 1 11
costumbre también que los doctores, al acabar un curso, digan algo 1111 1
de sus programas futuros, también yo diré algo, pero seré breve. 1.1 11,
próximo llevaré a cabo las lecciones ordinarias bien y respetando los l' 1 11
tos como siempre he hecho, pero no tendré lecciones extraordinario 1 I
que los estudiantes no son buenos pagadores; desean aprender p '1() 1I11I
gar -según la máxima' prender quieren todos, pagar nadie". o l('II~'" ,
cosa que añadir, sino despediros con la bendición del Señor y rogdlll
asistáis a la Misa."
Odofredo era un investigador serio y, como se ve, un profese)! lllll
te, que sabía citar las máximas, ya conocidas, de [uvenal; pero qui/.r 1" 1
do en él los goliardos cantaban:
111'1 11111,1,1l\1{'llllilS (jUI' los que pasnll por oliO'" c'lc' "
1 1'11 11111"dI' los \¡t'IH'lkios ti' <jlll' ¡J,o/al1..." IIl,,1I ¡{(JlI/.
11
I I I I l' \1) AL 1500
I 1111' S ES O ÁTICAS
II1I dllH'I11 " pas mas de la vida cotidiana de la escuela real a los sueños de
111I (''oVil -la p ible. También las utopías tienen su parte en la historia, al
"111" '11la hist ria d la conciencia humana. He aquí cómo, en el siglo XII,
11"Ft) tI(, San f t r, n 1 De vanitate mundi, proyectará la actividad de una
1111'1;,ideal: "\f, o una s u la el' persona que estudian. Hay una gran
ruult u ud: ti -scuhro di ersas edncl -s ti' hombr s -niños, adolescentes, jó-
158 DE LA ANTIGÜEDAD AL 1500
No se logrará n u.nca
disciplinar a base de golpes:
para quien pretende el honor,
la palabra vale ta.nto como un golpe.
Ii 11 111 '11 sabor et en alegría para poder mejor sofrir los grandes
I ,1" .k-spu s del año mil, que, estudiados desde el punto de vista de
11111.1 dI' la ducación, los hemos visto como los siglos del surgimiento
"' ",.,(IOS libres y de las universidades, estudiados desde el punto de
111 I g -n .ral de la historia económica y social son los siglos del nací-
'1111 .11 los municipios y de las corporaciones de artes y oficios; en fin, los
I dt I pl im ir desarrollo de una burguesía urbana.
IlIt'(·" nu 'vos modos de producción, en los que la relación entre la
,,, 1I Y ('1 trabajo manual está más desarrollada, y la especialización está
1 IllliIda; por esto se requiere un proceso formativo en el que la simple
111.11 IO!l l' imitación ya empieza a ser insuficiente. Ya sea en los oficios
1I 1II,IIIII:II·s qu en los más intelectuales, se requiere de una formación
l' 11011('('(' .star má cerca de la escolástica, aunque se seguirá distinguien-
!t, 01,· 1.1 escuela por el hecho de desarrollarse no en un "lugar de los adoles-
11111' ", •••ino '11 la onvivencia de adolescentes y adultos en el trabajo. Se
1" ,t'lIl.l (,11 .rnu nu 'va d un aprendizaje en que ciencia y trabajo e recn-
lit 111 run, '(In una 1 .nd .n 'ia a la onsolida ión y asimila iÓI1 a la s ucla. s
162 DE LA A TIGÜEDAD AL 1500
l' 11101 I ros, acompañado del cajero y de todos los panaderos, y los maes-
«lu-inlcs, que se llamanjoindres [adjuntos]; y este nuevo panadero debe
1" 011 su escudilla y sus barquillos al maestro y decir: Maestro, he cumplí-
1111 cuatro años, y el maestro debe preguntar al administrador si es cierto;
, 11' dice que es cierto, el maestro debe presentar al nuevo panadero el
discipuli, por debajo de los cuales se nombran todavía los simples operatotr
(o laboratores o laborantes) jornaleros "qui operam dant per diem" [/lI, II]; rCII1
se dice poco acerca de sus relaciones recíprocas. Por ejemplo, al rodear de
cautela la admisión de los nuevos artifices, los cuales deben ser siempre P!''
sentados por "boni et legales homines dicte artis", se advierte que no deben
pasar por setii cuando son simples discipuli: evidentemente, entre otras eo
sas, para evitar un aumento incontrolado del número de discipuli [11, VII]. I ('111
podemos llegar al libro III para encontrar, respecto a la duración del aprendí
zaje, disposiciones análogas a las que ya hemos leído en el Livre de Boilcau
Allí, bajo el título Que ningún discípulo u oficial se aleje de su maestro en (,/
transcurso del periodo para el cual se ha puesto a aprender, sin deber ser retenuiu
por más tiempo, se lee: "Ningún oficial o discípulo, que trabaje en el oficio d,
la lana o en cualquier sector de este oficio, puesto bajo la tutela de uno qtle
forme parte del gremio por un periodo establecido, puede o debe, antes dc·1
vencimiento del tiempo, ponerse bajo la tutela de algún otro de este gremio
sino que debe ser retenido y obligado por los compañeros a cumplir con ,11
maestro, bajo cuya tutela se había puesto primeramente, durante todo el 1lC'
riada acordado. Además, nadie de este gremio, después de que sepa que ul
guien se ha puesto bajo la tutela de uno del mismo gremio por un perioih
determinado, puede o debe tenerlo bajo su tutela durante el periodo acorcln
do con el primer maestro. Y si los compañeros encuentran a alguien qtIC
contravenga esta disposición, lo condenen, tanto al discípulo como al que 111
ha aceptado, a diez libras de florines pequeños. Y además lo obliguen a Sllll
con el primer maestro hasta completar su periodo" [/lI, ¡].
• Otros parágrafos prevén conflictos entre maestros y discípulos aC('1( I
de posibles deudas de estos últimos; y en estos casos bastará que el macsuu
jure, y entonces se deberá credere et fident dare sacramento dicti magistri 1/11,
XLVI]. Solamente en un caso, el de los bucciarii, se establece el número rna I
mo de los discípulos y la duración mínima del servicio o aprendizaje, bajo e I
título De no tener a los discípulos de los bucciari por menos de seis años: "EsI"
blecemos además y disponemos que ningún maestro tenga o pretenda tCIWI
a partir del primero de enero de l3I8, más de dos discípulos, con los uuh-
haga un contrato, bajo pena de veinte sueldos, ni por un periodo menor de
seis años, bajo la misma pena ... "[IV, n].
Se puede decir que, aparte de estas escasas indicaciones, poca cosa 111I
encontramos en estos estatutos, que nos permita conocer y ver en vivo la re
lación de aprendizaje y su desarrollo concreto. En el conjunto, vemos 1111 I
11'\) mden de los discipuli o scolari. Estos estatutos, redactados en latín (litte-
"ti/ter) por un iudex ordinarius et publicus notarius, que es tal por autoridad
11I1i> rial o regia, y confirmados por los representantes de los otros gremios,
,1,,1, irán después ser traducidos en italiano (sermone vulgari).
Pero en estas viejas estructuras se enconde un problema nuevo: en este
11" .ndizaje del oficio, del cual se entrevén apenas los procedimientos didác-
1 iI os, hay sin duda, junto a un aspecto meramente ejecutivo, también un as-
I"'! lo científico, el conocimiento de las materias primas, de los criterios de
.Lrhoración, de los instrumentos: incluso el más ínfimo cincelador debe
dI 'r algo de petrografía, etc. Pero este conocimiento quedó confiado a la
u.msrnisión, rodeada del "secreto del arte", no sistematizada orgánicamente,
1111 -oordinada con conocimientos más generales, sino mínimos. De todos los
,,111 io "manuales" (quirúrgicos) sólo la "cirugía" médica y la "cirugía" arqui-
" ! 1 mica, si se me permite usar estas definiciones, o en fin, sólo la medicina
1.1 arquitectura, se han transformado en ciencia y han dado lugar a la redac-
, 11111 de tratados y a la discusión de la relación entre ciencia y producción.
I "II('no y Vítrubio siguen siendo los modelos; algo similar ocurrió con la agri-
o 1/11 lira, pero quizá éste es el campo donde la división entre dominantes y
huninados se ha profundizado más, si nos sumergimos hasta los tiempos in-
uu-moriales en los que había una originaria identidad de trabajo entre el rey
I .11'11 's Y sus thétes, y también después Catón siguió arrancando piedras
"IIi/\tinari saxa] y escribiendo tratados al mismo tiempo.
Pero en general las artes "sórdidas" no han expresado, sistematizado o
I'l! 110 pública su ciencia. Por lo demás, sus protagonistas han considerado
"1110 .ultura propia los restos de la ideología de las clases dominantes, que
l0ltTisamente los aculturaban, y sólo alcanzaban alguna chispa de instruc-
11111 formal en el leer, escribir y hacer cuentas. Sin embargo, pronto debere-
11'1,Isarmas, aprenda a conducir los caballos con las espuelas y con las
IC;M, 11, 168].
I ..
m.u-stros libres son los protagonistas de la nueva escuela del tercer estado:
11I I10s, ya sea el contenido de la enseñanza, ya sea lo que podríamos llamar
111101 'i n jurídica o social van cambiando. Como conviene a estos maes-
1'11lugar de citar edictos imperiales o bulas papa les u otros documentos
1111111 .s, citaré modestos documentos privados: contratos, memorias, testa-
IIln" y para dar el sentido de la difusión y de la definición de las nuevas
11I11'Ilt'ias,saltaremos de siglo en siglo, del 1200 al 1400. He aquí un primer
() para una enseñanza de notaría, firmado en Génova en 1221; con él
lil I 011
1" .uini de Cogorno coloca a su hijo Enrichetto bajo la tutela del maestro
1 1111110111' notario, y éstos son los pactos: "Yo, Giovanni de Cogorno, me com-
l"llldo a hacer permanecer contigo a mi hijo Enrichetto durante los próxi-
I1 1111'o años, a que te sirva y escuche tu enseñanza, que instruya lo mejor
1" pllt'da a tus escolares, que escriba las escrituras que le ordenes hac r; y
11I prometo que haré y procuraré que esté contigo hasta el término establ -
111,que onserve y custodie con buena fe las cosas que tienes en tu casa y
1"1 110huya y no te abandone; y si huyera, lo haré volver a tu enseñanza y a
1111.,'liS crvicios, y a escribir para ti las escrituras que tú quisieres, y a n-
11.11libro que tú le habrás enseñado y el salterio que aprendió a tu órd '-
1I \d 'más l prometo dartc para la instrucción y para la enseñanza impar-
I1 01mi hijo 1 libra y 11 su Idos por lr S años, o sea diez sueldos al año.
e
I .1,1\lado .n 'nava, en la 1~I'sia dc San Lor nzo" [CM, 1, 140].
de 'ir verdad, i p r una 1',111('('Sil' acto r uerda la pre enta i n de
1111uhlnio al monast .rio, .on In '01.1 ddl'I('lll'i" dc un pago para la instruc
11111, por otro pnrt <los 'Ol1tldlo'.'IlIIl' ,,1,0111I1" ¡/o 'lores n los S/udia, '011
11 • 1111'spolHllcl1lCS ('()II('c/(/(', uudo ,1 'sta r ,la 'i )1111H'1·
1111II,dll,1I1 ~,I 1,,11111
170 DE LA ANTIGÜEDAD AL J 500
IU'I .ial, el cálculo y la contaduría. Por lo demás, hacía poco que había sido
Itllplantada la numeración árabe, y precisamente en Italia Leonardo Fibona-
1 1 ti Pisa había fundado la nueva matemática con Liber Abaci (1202) y su
l'IIlI'licageometrica (1220).
Pero leamos otro documento florentino, relativo a los principios del siglo
1 11 i .nte, el xv: el Comentario de la vida de Giannozzo Manetti, un comer-
11111 que se convirtió en humanista, lo cual constituye un hecho nuevo:
I .t.mnozzo Manetti nació en el año 1393 ... El padre ... Bernardo, siendo él
11 po os años, lo envió, según la costumbre de la ciudad, a aprender a leer y
11 rribir; y una vez que logró, en breve tiempo, saber todo lo que corresponde
tlllIl'r ader, lo puso en el ábaco, y en pocos meses se convirtió en tan conoce-
1, 11 ti ' aquella ciencia, como cualquiera que se dedicara a tal ejercicio. A la
Lid ti diez años fue al banco, y al cabo de pocos meses se le confió el control
11 1.1 'aja. Como es costumbre, después de algún tiempo de estar en la caja,
11 1111'1' n entregados los libros, y se dedicó varios años a este ejercicio. Una vez
111 1 lio sto, empezó a pensar en sí mismo, con el fin de adquirir fama o gloria
l' 11.1'" Ypara su casa, y no la conoció pero por otro lado, juzgó que no hay otro
I 11 du) sino el estudio de las letras: por esto se decidió absolutamente, pospo-
!lit lulo ualquier otra cosa, a dedicarse a ellas, teniendo ya veinticinco años."
lomo se ve, la formación escolástica profesional es la misma que para
111110 ti Donato Velluti: aprender lo más preciso y necesario de manera que el
!llill u los diez años ya era capaz de estar en la caja, para pasar "después de
1 1111 1 i .mpo" a llevar los libros contables. Pero hay algo nuevo en la reflexión
1',11 ' tos mismos años -estamos en 1420- pensaba lo mismo un mé-
11. 11 VI'II' iano, Simón Valentinis, el cual sin embargo no renunciaba al co-
111 11 lO por las letras; en su testamento así expresaba sus deseos sobre los
Illd"" la actividad profesional de los hijos: "Mis hijos los han de mandar
11. '11 ,1,1, hasta que sepan hablar bien y escribir bien, literariamente; des-
l' '111(' los manden a aprender el ábaco, para que aprendan a ocuparse del
1111 11 io: si [u ra posible que aprendieran autores, lógica y filosofía, me
111 11111 grato: p ro qu no estudien para médico o jurista, sino sólo para
11111 ."II'I'('s" ICM, /, /491.
1)" Illl 'VO la Wnlll¡ílit,,, (·1 hablar lill traluer, o sea "según la gramática" o
11111111. OpU 'sto n 1',,1).:(//111'1. 0"('" '11 italiano, .orno r ulta d los Estatutos
'72 DE LA ANTIGüEDAD AL '500
A finales del siglo XIII, Bonvesin de Riva, ilustrando las diversas profesiom
ejercidas en Milán, cuya población él calculaba en cerca de doscientos 11111
habitantes, nos da estos datos sobre la instrucción:
"23. Los profesores de gramática son 8, enseñando cada uno a ciell 1
cantidad de discípulos, explicando la gramática con ahínco y diligencia; 1111
contamos los enseñantes que vienen de otras ciudades.
"25. Los maestros elementales, que enseñan a leer y a escribir, son l1lol
de 70.
"26. Los copistas, aunque no existe en la ciudad un estudio gencr.rl
superan el número de 40. Se pasan el día copiando libros, y así se ganan 1.1
vida" [Mag. Med. 86].
• Muchos progresos se hubieron de llevar a cabo en medio siglo: las l'
cuelas de estos maestros se difunden rápidamente. El historiador florentinu
Giovanni Villani nos da estas noticias sobre Florencia a la mitad del siglo 1\
antes de la peste de 1348, con una población de cerca de 80 000 habitant "
y con 5 800-6 000 nacimientos al año: "Encontramos que los niños y las nI
ñas, que estaban aprendiendo a leer, eran entre ocho mil y diez mil. Y lo
niños que estaban aprendiendo el ábaco y el álgebra en seis escuelas, eran
entre mil y mil doscientos. Y los que estaban aprendiendo Gramática y LóW
ea en cuatro grandes escuelas, entre 550 y seiscientos" [Hist. univ., XCIJI].
Esta escuela es libre en las grandes ciudades y gestionada por el rnuni
cipio en las pequeñas ciudades, donde la escasez de alumnos no le permití"
al maestro vivir con las cuotas de los mismos. Así, por ejemplo, en San Gimi/o\
nano, en 1338, es el mismo municipio el que destina 50 liras anual s al
maestro; porque si no lo hiciera "nadie abriría una escuela aquí; pero xiu
un maestro que enseñe a los niños de esta ciudad, n I odríarnos estar". Y '11
LA EDUCAC¡Ó EN LOS SIGLOS XIV Y XV 173
con una duración prevista de cinco años, y después en ]356, una sociedad di
tres maestros que perciben las collectae de los alumnos, pero confían la en«
ñanza a un maestro asalariado por ellos. Finalmente, en el siglo xv, tambit'll
en Génova yen Florencia, encontramos lo que en el lenguaje moderno llam.:
mas "cooperativas escolásticas de consumo", en las cuales es el cliente o 1)1
neficiario de la escuela, en este caso el Arte de la lana de Florencia, la t¡111
paga a un maestro para los hijos de sus socios.
Maestros solos, maestros con proscholus, maestros asociados en "con
perativas", maestros capitalistas que contratan a un maestro asalariado
maestros pagados por corporaciones, maestros pagados por los municipio
en toda esta variedad de relaciones jurídicas, nos encontramos ante la l'
cuela de una sociedad mercantil, la cual, liberada casi por completo de 1I
injerencia de la iglesia y del imperio, vende su ciencia, la innova, revolucm
nando los métodos de enseñanza.
Otra forma típica, aunque no dominante numéricamente, en la ed.ul
posterior, será el preceptor de casa, el instructor privado de las familias de lo
ricos y de los señores; contra su competencia se protegen los maestros púbh
cos, prohibiendo a aquéllos, como en el caso del estatuto del Colegio de lo
maestros de Génova, instruir a más de diez alumnos a la vez.
Con esto estamos ya en la época de las señorías y en el ámbito culunul
del humanismo.
Sobre la variedad de estos maestros y sobre sus resultados, he aquí 1I1l11
voz pesimista, la de Dominici, en la Regola del governo di cura familiare: ".. ,'
porque ya he mencionado la escritura, a los varones sin falta se les ensefuu.i
a leer lo más honestamente posible. Y estando el mundo como está, se 11'
pone en gran peligro si se envían a aprender con religiosos o clérigos; son C0I110
son y poco aprenderán. Antiguamente los buenos hijos se educaban con ello
y se hacían buenos hombres; ahora esta educación está por tierra. Si los mun
das a la escuela municipal, donde se reúne multitud de desenfrenados, tm
tes, proclives al mal, difíciles y contrarios al bien, temo que no pierda en 1111
año el esfuerzo de siete. Y teniendo maestro en casa hay muchas dudas y COIl
tradicciones" [Ed. Garin, 7¡).
Los ejemplos excelsos de los Giovanni de Cogorno, Gionnozzo Manen i
Donato Velluti, y Simon Valentinis, no son demasiado frecuentes, y sus 011
ductas son casi individuales, simples biografías que raramente se reflejan ('11
dominios más vastos.
El hecho nuevo es que el facere mercantias se convierte pronto en obje
to de libros: la actividad práctica se intelectualiza, por así decir. Poco má . dt
un siglo después, la nueva matemática de Fibonacci, un mercader Ilorentlnu
socio de la gran compañía de los Bardi, y por 110 p rto n om r io en
LA EDUCACiÓN EN LOS SIGLOS XIV Y XV 175
parte [de la carta del alto personaje a Petrarca] era para gue te acon , 11
dejar las escuelas de gramático y a no perder, para usar sus palabras, Itl I
vida en las reglas de Donato ... Créeme, has nacido para otras cosas ,
guieres cerrarte a ti mismo, te debes a una ocupación más grande y 111,
signe; enseñar a niños pudo ser tu suerte, pero ciertamente la natur.ih t
darte luz, pensaba otra cosa para ti ... Que enseñen a los niños los "lit
pueden hacer otra cosa mejor, diligentes en el trabajo, de mente lIlI 1"
atrasada, cerebro húmedo, ingenio sin alas, sangre gélida, cuerpo lol"1 11
para las fatigas, ánimo gue desprecia la gloria y desea pegueñas gan,\lIt I
no amante del esfuerzo; puedes ver cuan lejos de tus costumbres estan : I
cosas. Observen las manos inestables de los niños, los ojos vagos y Sil 1111
murar confuso, aguellos gue aman aguel trabajo, el polvo, el estrépito \
tos junto con lágrimas de guien gime bajo la fusta, aguellos gue les '11
aniñarse, gue se avergüenzan de estar en medio de los hombres, t¡\II I
molesta vivir entre coetáneos, a guienes les gusta mandar a menores, It It
siempre a guién aterrorizar, atormentar, afligir, ser odiados con tal d - SI'I I
midas. Ésta es una voluntad de tiranos ... Pero tú, hombre modestísimo, I
por objetivos mejores: deja gue enseñen hoya la juventud los gue son igll,tll
a aguellos gue nos enseñaban cuando éramos niños; como fueron con IItl 1
tros los gue nos elevaron al ánimo con los más bellos ejemplos, tal hCl110 ti
ser para los posteriores. O quizá, pudiendo seguir como guías de la eloci« It
cia romana a Cicerón y a Virgilio, ¿preferirás seguir al siniestro Orlnli«
Añadiré gue ni la gramática ni ninguna de las siete artes liberales mCII't
gue un noble ingenio envejezca en ellas: son un paso, no una meta ... t It
niño vivaz es un bello espectáculo, pero no hay nada más torp gue un VII 1"
gu~ se ha guedado en el abecedario ... Es mejor morir niño gue vivir envi-p
ciendo entre cosas infantiles ... Enseñarán mejor a los niños los gue son SIIIII
lares a ellos ..." [Fam., XlI, 3, passim].
A esta elocuente exhortación, en la cual los lugares comunes de la n'llI
rica se mezclan con los recuerdos reales de la infancia, el buen Zenobio 11, 11
caso, sin adguirir sin embargo la gloria literaria gue Petrarca le auspiciah.
"Te aconsejé dejar las escuelas de gramática, has obedecido a mis palahr.i
para mí no eres un gramático, sino un poeta" [XlII, 9, 1-3]; pero esto no r .sul
ta para la posteridad. Queda constancia solamente de este pasaje literario d,
Petrarca, cuyo orgullo de haber redescubierto a Cicerón y a Virgilio h¡lll
despreciar como cosa infantil el ocuparse de la infancia. Volveremos a en '011
trar entre los humanistas el mismo desprecio por la escuela existente, por lo
maestros y sus modos, pero difícilmente encontraremos desprecio por la '11
señanza. Más bien será típica del humanismo y del renacimiento la búsqu -d,1
de una nueva manera, más humana y más culta, d instruir al niñ .
LA EDlJCACIÓ¡ EN LOS SIGLOS XIV Y XV '77
la cultura clásica: "Ahora crecen así los hijos de esta época ... , enseñándoh
todos los vituperios y males imaginables, en el estudio de Ovidio, de sus cpl
talas, de arte amandi, sus libros propios de meretrices y sus carnales escruu
ras" [Um., 72].
De una manera similar se expresaba un espíritu benévolo como '1111
Bernardino de Siena o, más tarde, un intransigente como Gerolamo Savouu
rola, gran enemigo de toda mundanidad, y por tanto de los estudios clás« '1
y de la poesía, el cual arremete contra las insidias diabólicas escondidas, 11
los versos de los poetas paganos, que en sus fábulas mendaces sobre los dio,
y los hombres, narrando cosas libidinosas y torpes amores, "someten a la '" 1
vidumbre del demonio al hombre entero, alma y cuerpo".
Naturalmente, la división no pasa entre frailes y laicos; a menudo 1111
hombres de iglesia entre los grandes humanistas, como los papas Nicolás \
Pío II, o personas pías como Vittorino de Feltre: la división pasa entre los 1111
tores de una concepción que es negativa con relación a la vida, represiva 11111
relación a la educación, conservadora con relación a la cultura, por una plllll
y por la otra, la aspiración a la liberación de todas las potencialidades crean ,
del hombre, que encuentra el modelo y el estímulo en el redescubrímíento di
la literatura griega y en la relectura de la literatura latina. El riesgo, y la 011111
dicción, del humanismo ha sido siempre este tender al futuro pero refiri 'lId"
se al pasado; en proponer una lectura libre de los autores, pero hacíéndox 11
modelo de un nuevo pedantismo.
Mientras nacían las nuevas ciencias "profesionales" vinculadas a la., "'
tividades productivas, la ciencia y la cultura oficiales estaban todavía '111,1
cadas en viejas disputas; y tampoco los humanistas sabrán liberarse dI' 1"
viejos planteamientos. Permanece en ellos la vieja actitud de desconfinn/ 1
de desprecio hacia las artes reales: Coluccio Salutati opina que mientras '1"
la gramática no se contradice con la fe, en las ciencias en cambio pu dI' 111
contrarse alguna mentira; Leonardo Bruni opina que en las ciencias no 11111
viene ser del todo incultos, pero tampoco conviene adquirir una $111'1Id
competencia; y Pico de la Mirándola, quizá de una manera más equililn 111,
opinará que toda ciencia o conocimiento, buena per se, puede conv ni,."
mala ex accidenti. En el conjunto el humanismo se presenta, usando 1al,dH ,
de Maffeo Vegio, como "institución de toda la vida del hombre na ido 'lI,ld
en una ciudad libre", una frase que revela una tendencia al mi m lil'lIl1"
aristocrática y liberadora.
Los centros de su elaboración cultural ya no son las univ rsi lad -s, 111'
las nuevas academias, libres congregaciones de letrado, qu pon '11 Sil 1,1
turas de los clásicos y sus desinteresada inv stiga ion S innova IOlos 11I1
cansadas réplicas del saber univ rsitario; y a la univ 'rsi la I no le lll('d" 1111
LA EDUCACiÓN EN LOS SIGLOS XIV Y XV '79
PEDAGOGfA HUMANfsTICA
1!,1'tI gogía humanística, sobre todo italiana, tuvo sus tratados y sus escue-
I quizá ninguna otra época y ninguna otra cultura fue tan sensible a los
IIlltll'mas de la formación del hombre. Todo e! siglo xv es una continua su-
""1 de textos que marcan un cambio de rumbo decisivo en la concepción
I I11formación del hombre, y que serán el modelo para los letrados de toda
11I111H1. Baste recordar a Pier Paolo Vergerio, con su De ingenuis moribus et
" I,'¡ihus adolescentia studiis (de 1402), Leonardo Bruni con su De studiis
I//I,'ri (1422-1429) dedicado a una noble dama, Maffeo Vegio con su De
111, uttone liberorum clarisque eorum moribus (alrededor de 1450), Francesco
••1..11 () Y Enea Silvio Piccolomini con sus tratados De liberorum educatione,
111!lIsLa Guarino, que ilustra la obra educativa de! padre, Guarino de Vero-
, 11 su De modo et ordine docendi ac studendi (ea. 1485).
para ser tejedor no será un buen barbero, y quien está inclinado a esculpir 11
a pintar, no será asiduo al estudio. Si no-tiene una naturaleza especial. 1111
aprenderá bien a herrar caballos o a hacer colchones; y quien es apto pill 1
carnicero será un triste artesano ..." [Cav., 36].
Aquí la exigencia social sugiere o impone la individuación de una preSlIl1
ta "naturaleza" de tejedor o barbero: dos figuras sociales similares al "zapatero
por naturaleza" de Platón, que es difícil imaginar en estado puro. Pero por 01111
parte, cuando Vergerio dice que "los hijos de los nobles deben ser instruidos 111
las artes más excelentes, para demostrar que son dignos de la fortuna de 11111
gozan y de la condición en la que nacieron", y Maffeo Vegio dice que "convieru
antes que todo, con suma prudencia y juicio sutil, conocer la naturaleza de 111
propios hijos y distinguir su índole", o sea, que tenemos de nuevo un nohh
"por naturaleza", y la educación natural sirve para legitimar la división socul
El humanismo no resolvió este problema, ni las épocas posteriores.
Otros motivos, comunes a todos estos nuevos tratados de la pedago~ill
humanística, son la lectura directa de los textos, comprendidos los de la I1I1
ratura griega, hasta entonces ignorada; el amor por la poesía, una vida I 11
común entre docente y discípulos, en la cual los estudios y las discusiom
doctas son acompañados de paseos por el campo, recreaciones, juego
otras actividades; una disciplina fundada en el respeto por los adolesc 1111'
que excluye del todo los tradicionales castigos corporales; un ámbito d . 1'11
señanzas que va desde los estudios librescos a la música, a las artes y a 1III
nudo a los ejercicios físicos propios de la tradición caballeresca. Volvenw 1
encontrar a menudo en los textos de estos humanistas los acentos consei \"
dores y aristocráticos que, siguiendo las huellas de Aristóteles y Cicerón 111"
ya conocemos, reproponen la tesis de la indignidad de las artes dirigidas 1I1
vil ganancia, ya sean trabajos manuales o bellas artes. He aquí, por ejemplo
lo que escribe al respecto Vergerio: "Llamamos estudios liberales los qUl' ~IIII
dignos de un hombre libre ... ; así como el ingenio no liberal se plantea COIIIII
fin el lucro y el placer, el ingenio liberal la virtud y la gloria ... A los ingt'1I11I
liberales y a los que deben ocuparse de las cuestiones políticas y sociuh
son más convenientes el conocimiento de la historia y el estudio de la filo 11
fía moral. Y las otras artes se dicen liberales porque enseñan a los hornhu
libres, pero la filosofía es liberal porque su estudio hace libres a los holtl
bres ... y, si no me equivoco, a ella debe añadirse una tercera cosa, que '~II
elocuencia" [Ing., págs. 130-132]. Naturalmente, para él la gramática. iu
trumento para todo otro estudio liberal, tenía 'que considerarse casi una 1111
mordialis scientia paedagogica.
Este inevitable aristocratismo no excluye la búsqueda de una p 'do~oVI1
más humana, que rechace el sadismo y el rigor tradi .ional s: más aún, In id, 1
LA EDUCACIÓN E LOS SIGLOS XIV Y XV 18,
• 1 los golpes son una gran ayuda para la mejor educación de los hijos,
• uulo por el contrario se les infunde tanto temor que no se puede extirpar
rlmcnte ni siquiera cuando llegan a adultos ... Por esto los padres han de
.11 1 111 S prudencia al corregir a los hijos: ciertas cosas son dignas de siervos
1 liI~ osas humanas y divinas, que con toda razón están expresadas en le-
1 S ría demasiado largo recitar todo lo que son las letras no sólo en
1111111 útiles, sino en cuanto necesarias a quien dirige y gobierna las cosas ...
11' 111pues los padres que los niños se den a las letras con mucha asidui-
,01 1\ cargo de F C. Pellegrini, 1911,1, pág. 1I9].
1'1'1o después, por boca de otros interlocutores del diálogo, la reflexión
lid, 11un poco, y su ideal de hombre activo, "nacido para usufructuar las
1',11'0ser feliz", será el fruto de una educación distinta. Es necesario,
'1 dorar lo que la naturaleza te ha dado a ti y a tu cuerpo, y lo que la
1111 j¡' -oncede", y se verá que las actividades de mayor valor, o como él
1" ('¡er icios más meritorios, son aquellos en los cuales no cuenta la
11\1111li .ne ningún poder". Pero "los ejercicios de las letras se encuen-
IIIII"lidos a mil ímpetus de la fortuna", como la insensibilidad de los
" 111pobreza, mientras que existen ejercicios que dependen sólo del
I III~.-nio y de lo que hay en nosotros: entre éstos, los ejercicios pecu-
11 pllllHncias hechas con honestidad y que "ayuden a las necesidades
,11101"y prosigue: "Las ganancias proceden en parte de nosotros y en
r
1, 11' r osns uera de nosotros. Entre nosotros son aptas para la ganan-
,"01111rins, 1 ingenio y virtudes similares que adornan nuestros áni-
"""' IlIs: S 'r argonauta, arquitecto, médico o algo similar, para lo ual
l' IIl1t'io y buen ánimo. Son también aptas para la ganancia las op -
,1, 1, 11('1po, amo todas las fabriles y mercenarias, como andar, tra-
111 111 S y símiles ejercicios,
111,0 en los cuales los primeros prem ios S •
tlll,1 Y id sud r del artífice. Y son también adecuados para la ganan-
11 11"I('i -ios n los cuales el ánimo y los miembros conjuntam ntc
1 111.1,,1>1':1 y in el trabajo, en donde se sitúan los pintores, ulto-
'i \ 1111(1$ similares. Todos estos modos de ganancia, tal como s
1 11111'nosotros, se llaman artes" [pág. 262].
1,,, 11,,",0111. alta ión de las actividades presentes entre nosotro ,
'1 d, 111'011u na no puede nada, al contrario que con las letras o con
11 "11\1 1'11 \;1n 'i ras no basadas en las propias capacidades, esta
I 11 ,IIII'~ pro lu tivas (ya no se habla de liberales) es el motivo
,01,111111111>1'(' nu va, como León Battista, de la familia de los AI-
1 11111"'III!lI(' "wandf imos y Iamosfsimos, verdaderos y buenos e
It1,11 " 1)olld' .stán ya el desprecio de los escolásticos y de los
1 11 1I11'~111", ni 'as?, ¿dónde las distincion s de !\ristóteles y
no); pero sobre todo, como exponente de una cultura y de unn ItI
antihumanista, Leonardo da Vinci, el "hombre sin letras" No diré Ci('11I11I
te que sus opiniones hayan contribuido a cambiar la escuela, pero si 1
can en aquella corriente nueva de cultura escolástica y de vida S<H I,d
hemos visto nacer en aquellos documentos privados que, desde el siglll 1I
xv, indicaban un desplazamiento de los intereses de la gramática y (11111
logía al ábaco y a la "física" natural, y que aparecían como aspectos, 11I
rísticos del surgimiento de nuevos estratos productores, patrones di' 11
dades y organizados en las corporaciones de artes y oficios. La culuu 1
él, no está en las letras, o en las disciplinas alejadas de las matcrnnm 1
la "experiencia", que le parecían todas ellas mentirosas: "Pero a m 11111"
que aquellas ciencias son vanas y llenas de errores, las cuales no 11"11 ",
de la experiencia, madre de toda certeza, o que no llevan a una ('''1'' 1"
conocida, o sea que su origen o medio o fin no pasa por ningu no d,' 1111
sentidos ..." [A cargo de G. Fumagalli]. Y después: "Ninguna il1VC' 011
humana puede pretender ser verdadera ciencia, si no pasa por las .11111'
ciones matemáticas [pág. 47]' Quien rechaza la suma certeza el' lo 11111
ticas, se llena de confusión, y nunca pondrá silencio a la conluvuu: .1
ciencias sofístícas ... lo que no pueden hacer las mentirosas ci 1 ( I 1
les, con las cuales se aprende un eterno griterío" [pág. 48].
Él reivindica con ardor el carácter "mecánico" de todo snhl 1
enérgicamente al hacer: "La ciencia instrumental o mecánica 's 1\1111111
más útil que cualquier otra ... Todas las artes son mecánicas ... y I 1iI
que tales ciencias verdaderas y conocidas son de alguna manero 111" 1
entiendo que no se pueden llevar a cabo sino manualmente, y dill 111
d~ todas las artes que pasan por las manos de los escritor 's ... , 11I
como toda ciencia está antes en la mente de su creador, y no plll'd, 11
su perfección sin una operación manual... Estudia prim ro la ('¡"1I111
pués sigue con la práctica que nace de esta ciencia" [págs. 54, 81
Más que todas las exaltaciones de la dignidad del hombre, 11"11"
muy nobles, contenidas en los tratados humanísticos, mc PUl(" 1°'1"'
definición de hombre dada por Leonardo: "El hombre, máximo I1111111
de la naturaleza."
En estas páginas está el más valiente manifiesto el ' la "d"d 111
Pero ¿cuánto de este programa ideal, que asocia cien in, I '('11111
entraba en las escuelas de la época? Aparte los ejemplos di' 11111 ",
instrucción laica y ciudadana que hemos presentado al principr«, 11I •
es más propia de las corporaciones y de su sistema el . apr 'l1dl Ij' 1
tamos en un mundo que no se comuni a sino a trav 'S d(· I1 11
(Alberti, Leonardo) con el mundo es olásti 'O, trucli 'ionul () 1111111
1111
LA EDUCACIÓN E LOS SIGLOS XIV Y XV 185
7. LA EDUCACIÓN CABALLERESCA
Yo comprendo ciertamente
que tú quieras razonar acerca de la fe;
yo no soy experto en ninguna ciencia,
ni nunca, siendo niño, quise aprender,
y le rompí la cabeza a mi maestro por maldad;
LA EDUCACiÓN EN LOS SIGLOS XIV Y XV '9'
.kspués no pude encontrar a otro
'1" ' me mostrase libro ni escritura,
11\1.s tenían mucho miedo de mí.
111nodo que sigue (siglos XVI y XVII, que deberemos recorrer, desgraciada-
1'1,', on mucha rapidez) nos sugiere diversos títulos, además de renaci-
111o,que no puede considerarse agotado: reforma, contrarreforma, utopía,
"It 1(' i6n.
Hajo estos títulos se desarrollan algunas líneas generales de la historia de
I dl/.ación: expansión del espíritu y de los contenidos del humanismo a
1I I'~uropa, con la instauración de modos de vida más dinámicos y munda-
. nn structuras estatales y sociales ya muy alejadas del ámbito restringi-
d,· las democracias comunales y de las señorías italianas; son asumidas las
1" ncias humanísticas aristocráticas y la mediación entre éstas y las exigen-
, .••...itíco-populares en una perspectiva de reforma religiosa y social que
It tI.1 in la cultura a los grupos subalternos; la reacción a todos estos inten-
cll' innovación, que ponen en juego los fundamentos morales y políticos
1 1.''0vi jas sociedades, o sea el catolicismo y las estructuras del papado y del
"111'110;el rechazo del mundo medieval y el encuentro con civilizaciones de
tlll' rontinentes, crea la necesidad de proyectar una sociedad del todo nue-
todavía inexistente; la ruptura definitiva de los viejos equilibrios políticos,
1.1, uuinada por el advenimiento al poder, en los Países Bajos yen Inglaterra,
h 1.1gran burguesía moderna, con todos los cambios culturales que esto com-
1111.1Todo esto, mientras que en la base material de la sociedad se desarro-
1111111'vos modos de producción, que acabarán con las viejas corporaciones
. .ma] y permitirán el descubrimiento y la conquista del nuevo mundo.
I~xaminaremos separadamente estos diversos momentos cronológicos e
1,.dt's, int ntando captar cada uno de los aspectos más característicos relati-
" •• nuestro tema, no sin antes llamar la atención sobre los desarrollos cuan-
1IIIIlvoS d ' la instrucción, solicitada enormemente en estos tiempos, debido a
II I11on .ión d 1 art i d la imprenta ya los procesos económicos y sociales.
-n '1" .to, ahora -s cuando mpieza a plantearse el problema de cómo
, u.indo instruir a oIqll(,lIos qll -strin ti .stinados al poder ya los que están
1, 11I1:ldosa la plOdlH ('11111 o ,!(' pll(,(k cicrtam nt decir que la instrucción
111\¡('III dil"llIldidol 11111\1'1,"lIl1'l1t(', :1111"111' los datos aportado por Villani
11),
196 DEL 1500 A NUESTROS OrAS
referentes a la Florencia del siglo XVI nos hacen pensar en una isla feliz.
podría continuar citando a Juvenal: rara in tenui facundia panno, la instru
ción no abunda en quien va vestido miserablemente. Lo repetirá, en efect
con la acostumbrada elegancia, aquel noble espíritu erudito que es Alciat
en el libro de sus Emblemata (que leo en la edición de Lyon de 1551), bajo
título: Paupertatem summis ingeniis obesse, ne provehantur (la pobreza impi -
a los grandes ingenios progresar), con cuya idea ilustra e! elegante emble
de su escudo: "La derecha sostiene una piedra, la otra mano sostiene las alas
así como una me levanta, el gran peso me hunde. Con mi ingenio hubie
podido volar sobre las rocas del cielo, pero la envidiosa pobreza me echa
hacia abajo" [pág. 132].
Es un emblema, un símbolo perpetuo de las dificultades que el homb
encuentra al buscar su propia elevación cultural. Pero en esta época se em-
pezará a plantear una instrucción útil, ya no solamente una aculturación d -
de arriba, incluso para los grupos subalternos y productores.
l. LA REFORMA Y LA ESCUELA
CONTRARREFORMA y LA ESCUELA
zelli, obispo de Ragusa, el cual había dicho sin ambajes:" o hay nin-
ecesidad de libros; desgraciadamente hay demasiados en el mundo,
odo después del descubrimiento de la imprenta; y es mejor que se
an mil libros sin razón a que se permita uno que merece castigo."
concilio condenó en diez "reglas" varias clases de libros. Estableció
eran totalmente prohibidos (omnino prohibentur) los libros heréticos
· Zwinglio, Calvino, Balthazar Pacimontano, Schwenckfeld y simila-
bién los que tratan ex profeso argumentos lascivos u obscenos, así
de geomancia, hidromancia, aeromancia, piromancia, onomancia,
ncia, nigromancia, o los que contienen sortilegios, maleficios, augu-
picios, encantamientos de magia. En cambio condenó con reservas
escritos por autores ya condenados o relativos a ellos, especialmen-
trataba de libros sagrados, todos ellos minuciosamente registrados
· prohibitis Regulae X).
Índex librorum prohibitorum evitaba desde un principio toda posibi-
__ ......•. escándalo, impidiendo toda posibilidad de impresión. Ante ese Ín-
y Paolo Sarpi traza una historia de esta tendencia de la iglesia a
las lecturas a partir del concilio de Cartago del año 400 y, añadien-
ticamente que "ya no le quedaba ningún libro para leer", comenta:
jamás se había encontrado un mecanismo tan capaz de usar la reli-
hacer insensatos a los hombres."
cuanto a las escuelas, después de haber condenado en otros docu-
las iniciativas de los reformados, el concilio de Trento provee a la
",":::::;:;;n:.ación de las escuelas católicas, apelando explícitamente a las anti-
diciones. Reorganizó las escuelas de las iglesias metropolitanas (cate-
· las más pobres de los monasterios y conventos, regularizando la
-=:=5it..~:ade la gramática, de las sagradas escrituras y de la teología; e intro-
eología incluso en los gimnasios (escuelas medias). Y lo sometió todo
1 del obispo (Sesión V, Decretum de reformatione).
oncilio se preocupaba además de la creación de seminarios (Forma
seminario clericorum), destinados a nutrir y a educar religiosamente
ir en las disciplinas eclesiásticas a las nuevas levas sacerdotales. La
1C::::!éó'n explícitamente afirmada apela al tradicional pesimismo pedagógi-
el cual "la edad juvenil, si no está bien guiada, se inclina a seguir los
.__-'-''-' del mundo" [Decretum de reformatione - Caput XVIII].
embargo, objetivamente, la ignorancia del clero imponía la reforma
ación y la constitución de un cuerpo rigurosamente seleccionado.
nes debían, como de costumbre, haber nacido de legítimo matrimo-
r leer y escribir. Su programa de estudios se enunciaba así: "Apren-
ática, cuentas, cálculo eclesiástico y las otras ¡buenas artes: la sa-
204 DEL 15°° A NUESTROS DfAS
3. LA SÁTIRA
Así pues, con la expansión del humanismo, con la Reforma que en parte lo
hace suyo democratizándolo, y con la Contrarreforma, que no puede recha-
zarlo pero que lo purga y lo castiga, la teoría y la práctica educativa se abren
camino entre conflictos y contradicciones.
LA EDUCACIÓN EN LOS SIGLOS XVI Y XVII 205
dos, tema eterno desde el tiempo de los egipcios; pero el poco espacio
e disponemos y un cierto respeto de las proporciones nos disuaden de
El lector curioso puede aprovechar la sugerencia.
ncluso el gran Shakespeare hace referencia a menudo en sus dramas a
uela, a los maestros, a los escolares, filón eterno de situaciones y figuras
as. En dos dramas, Enrique Vy Las alegres comadres de Windsor, renue-
antigua parodia de .a lección. He aquí el diálogo entre la madre, el pá-
maestro y el alumno, con la presencia de una vieja rufiana, en Las ale-
_ madres de Windsor:
eñora Page: ...Traigo a mi niño a la escuela ... ;Oh, mira!, aquí está su
o. Éste es decididamente el día de los paseos.
Entra Sir Hugo Evans)
Señora Page: Salud, sir Hugo, ¿no hay escuela hoy?
Evans: No. El maestro Schiumetta ha dado vacación a los niños.
eñora Quickly: ¡Bendito sea Dios!
eñora Page: Sir Hugo, mi marido dice que este muchacho no capta
de lo que lee en el libro. Sea bueno, hágale alguna preguntita de gra-
- a.
Evans: William, ven aquí. Levanta la cabeza. Bravo.
eñora Page: Ven aquí. Levanta la cabeza. Bravo. Responde al maestro.
tengas miedo.
Evans: William, ¿cuántos números tiene el nombre?
William: Dos.
eñora Quickly: Mira, creía que hubiera algún otro más. ¿ o se dice
u et prefectus"?
Evans: ¡Silencio! A usted no se le ha preguntado nada. ¿Cómo se dice
o"?
William: "Pulcher".
eñora Quickly: ¿Polvo? ¡Qué chistoso!
Evans: Es usted muy tonta, señora mía. ¡Silencio! ¿Qué es "lapis",
. m?
William: Una piedra.
Evans: ¿Y cómo se dice una piedra?
William: Una roca.
Evans: No. "Lapis". Te ruego que te lo aprendas de memoria, ¿entendido?
William: "Lapis".
Evans: Bravo. Memoria de hierro. Y los artículos, ¿de dónde vienen?
William: Los artículos se derivan de los pronombres. Y son declinables.
:ngulariter nominativo: hic, haec, hoc".
214 DEL '500 A NUESTROS DfAS
Evans: "Nominativo hig, hag, hog". Ahora has de estar atento; genitivo
"huius". Acusativo ...
William: Acusativo, "hiñe" ...
Evans: William, intenta recordar; acusativo "hung, hang, hog".
William: "Hunc, hanc, hoc" ...
Evans: Ahora, William, un ejemplo de la declinación de los pronombres.
William: Eso ya no lo recuerdo.
Evans: Bien. Son "qui, que, quod". Si no te acuerdas de los quis, que.
quods, te van a castigar. Bueno, vete. Ve a dar una vuelta.
Señora Page: Me parece mejor preparado de lo que creía.
Evans: Lo ayuda la memoria. De hierro. Que tiene. Salud, señora Page
Señora Page: Salud a usted, buen señor Hugo.
. la escena prosigue con las otras vocales, y después con las consonan-
sílabas.
_'os encontramos, como se puede ver, en la línea de una tradición que
emos bastante bien, que empieza con la Grammatiké tragoedía de Ca-
ue el buen burgués se entusiasme con el descubrimiento de las voca-
- pués se entusiasmará con el descubrimiento de hablar en prosa), es
odia no sólo del burgués nuevo rico, sino también y sobre todo de los
os tradicionales de la enseñanza elemental.
otra parodia se refiere a la universidad y a sus doctorados. Estimu-
r el Arrét hurlesque de su amigo Boileau contra la facultad de teología,
. e sigue sus huellas, pero desplazándose a la medicina, menos peligro-
u tratamiento; y su comedia concluye con la ceremonia burlesca del
rado en latín macarrónico (esta vez mezclado con el francés en lugar
o-lombardo de Folengo):
216 DEL '500 A NUESTROS DfAS
Praeses:
Savantissimi doctores,
Medicinae professores,
Qui hic assemblati estis;
Et vos, altri messiores,
Sententiarum facultatis
Fideles executores,
Chirurgiani et apothicari,
Atque tota compania aussi,
Salus, honor et argentum
Atque bonum appetitum ...
Doncque il est nostrae sapientiae
Boni sensus atque prudentiae,
De fortement travaillare,
A nos bene conservare
In tali credito, yoga et honore;
Et prendere gardam a non recevere
In nostro docto corpore
Quam personas capabiles,
Et totas dignas remplire
Has placas honorabiles.
C'est pour cela que nunc convocati estis;
Et credo quod trovabitis
Dignam materiam medici
In savanti homine que voici
Lequel, in chosis omnibus,
Dono ad interrogandum,
Et a fond examinandum
Vostris capacitatibus.
Quintus doctor:
Mais, si maladia
LA EDUCACiÓN EN LOS SIGLOS XV! Y XVI! 217
iniatria,
vult se garire,
d illi facere?
'ielerius:
terium donare,
ea seignare,
suita purgare.
ignare, repurgare et reclysteriare.
·obis debeo
us qu'a naturae et qu'a patri meo.
et pater meus
218 DEL 1500 A NUESTROS OfAS
Chorus:
Vivat, vivat, vivat, vivat, cent fois vivat,
Novus doctor, qui tam bene parlat!
Mille, mille annis et manget et bíbat.
Et seignet et tuat!
~:TOpfA
pues posible hablar de una "gran alianza" entre estos "sectarios" utopis-
representantes rigurosos de la nueva ciencia y los revolucionarios de la
-a ¿burguesía?
Por una parte minorías nacionales y religiosas oprimidas por el reconsti-
autocratismo del papado y del imperio, tenazmente vinculadas a viejas
riencias, y llevadas a la crítica radical del presente y al exasperado auspi-
un futuro distinto; por la otra, los representantes de aquellas revolucio-
ue en los Países Bajos y en Inglaterra llevan al poder nivel nacional a la
urguesía capitalista de los armadores, mercaderes, banqueros, a cuyas
e as se abre el mundo entero, y a quienes pertenece el futuro. En el tor-
o periodo de la guerra de los treinta años (1618-1648), que disgrega
a y religiosamente el Imperio, y después de la revolución inglesa (1642-
. que marca el definitivo cambio de dominio de clase en el ámbito de
nación, las minorías perseguidas del Imperio encontraron compren-
ogida y protección sobre todo en los Países Bajos y en Inglaterra, así
n uecia. Entre estos exiliados perseguidos estaba Jan Amos Comenio,
obra se compendia todo lo viejo y lo nuevo de la pedagogía.
reelaboración de toda la enciclopedia del saber, orbis scibilium, y su
_.=... ..•.rica adecuación a las posibilidades infantiles, son el gran tema de la
'a de Comenio, que él siente como parte de la obra de regeneración
la sociedad humana. En su escrito más maduro, pero también más
_....--."'. llama en el mismo título a una "consulta universal" para discutir
reforma de toda la condición humana (De rerum humanarum emen-
onsultatio catholica), invitando a no separar el problema de la cultu-
a educación del de la política y de la religión: 'Tómense todas las
conjunto: cultura, política, religión" (Sumantur omnia simul: erudi-
religio) [l. 27]'
proyecto, motivado por el mensaje de Cristo: "Vayan e instruyan a
uentes", propone una escuela para toda la vida (desde el útero ma-
muerte), la cual, dividida en ocho grados, enseñe todo a todos total-
abía empezado con una Janua, retornando el nombre del manual
_.::;-_.•...que volvía a usarse en las escuelas católicas; una janua linguarum
iendo de la lengua materna, intentaba dar todo el saber, y que se
pronto en unajanua rerum, puerta de las cosas, pasando de las artes
"c:::;.;:les a las artes reales; después proyectó un templo de la sabiduría, y
re una pampedia, o instrucción universal de todos.
presuponía una resistematización de todo el saber (era el proble-
=. o), que Comenio intentó llevar a cabo de diversas maneras; pero
224 DEL '500 A UESTROS DfAS
.,1] Yo, por mi plena y libre voluntad, confío a mi hijo a los maestros de
cuela para que sea educado en las buenas letras, en la corrección de las
:.JJ1bres,en los principios de la religión;
2] Me comprometo a dejarlo en esta escuela para que cumpla el curso
ormación cultural, sin llevarlo a otro lado;
3] Para que pueda progresar de una manera continua, no le permitiré
_~,"- nunca de ella, salvo en rarísimos casos;
] Si se da este caso, por una especial e imprescindible necesidad, me
"'-r.....
rometo a hacer volver el joven a la escuela en el plazo más breve posible;
-] Si actúo de otra forma, y en consecuencia noto un progreso menor
tudios o más lento de lo que se podía prever, imputaré la culpa a mí
no a la eficacia de la escuela.
'lo después de haber contraído tal compromiso, el padre firmará el
de matriculación, y lo mismo hará el joven. Resultarán así ambos
_-=:~oos a cumplir escrupulosamente lo que han prometido observar."
turalmente, la comparación entre los dos textos podría extenderse a
- normas que regulaban la vida interna, la disciplina y la didáctica.
necesario reafirmar que, salvo alguna que otra acentuación caracte-
_;;;:;:en uno u otro estatuto, éstos son los temas recurrentes, no distintos de
antigua tradición de las Regulae monásticas, o de los estatutos de las
_:C::iC10neS de artes y oficios. De hecho, el arte de las letras es un arte
Al final del siglo XVII y al principio del XVIII aparecen nuevos temas d
flexión y otros intentos de realización además de los que ya hemos me
nado en la búsqueda por parte de Comenio de una sistematización de
tiva del saber a transmitir con los oportunos señalamientos didáctic
niño a través del viejo instrumento de la lengua latina, y en las inicia'
llevadas a cabo en la república inglesa puritana, con escuelas caracte .
por la modernización de la instrucción en el sentido de contenidos "r
y "mecánicos", o sea científico-técnicos, en vistas a actividades de
vinculadas con cambios profundos que estaban en curso en los mo
producción.
A "ESCUELA CRISTIANA"
cuidará que los escolares, al leerlas, pronuncien bien todas las letras, sob
todo las que tienen dificultades en su pronunciación, como éstas, b, e, d, -
g, k..." [págs. 26-27].
y lo mismo se hará con la tabla de las sílabas, a la cual seguirá el prim
libro, o sea precisamente el silabario: "El primer libro que los escolares apre -
derán en las escuelas cristianas estará lleno de toda clase de sílabas franc -
sas, de 2, 3, 4, 5,6 Y7 letras ... En el silabario, los escolares no harán más q
silabear, pero no leerán ..." [págs. 29-3°].
Existe otro "primer libro" y después un "segundo libro", que son fin -
mente libros verdaderos: "El primer libro que se usará en las escuelas tratará
tema completo; los que lo leerán no harán más que deletreado, y se les dar
siempre una página como lección ... El segundo libro será un libro de instru -
ciones cristianas. Habrá dos especies de lectores, unos deletrearán y leer.
por sílabas, otros no deletrearán, sino sólo leerán por sílabas" [págs. 31-33].
Sin embargo, también con estos libros se sigue manteniendo el mét
de la Grammatiké tragoedía de Calías: beta-alfa, ba; o sea, be-a, bao Sólo
tercer libro es verdaderamente de lectura, "por pausas", o sea ya sin deletr
o silabear: "Todos aquellos que lean este libro, lo harán por periodos y de
guido, sólo parándose en los puntos y en las comas ..." [pág. 34-35]'
Aquí se enseñaba también un poco de gramática, o sea la distinci -
entre vocales y consonantes, las pausas impuestas por los signos de pun
ción, y también un nuevo aprendizaje, el de los números, franceses y ro
nos, hasta el 100 000, para los cuales había también dos "tablas" mural
(Pero no se trataba de la enseñanza de la aritmética, que veremos despu
en un capítulo aparte: era sólo una enseñanza de lectura de las cifras.)
Una vez aprendido el francés, el 70. orden era el de los latinistas, q
llegaban a leer un pasaje clásico de la Biblia, el libro de los Salmos, recome
zando con el be-a ba: "El libro en el que se aprenderá a leer el latín será
Salterio ... Habrá dos clases de lectores de latín, los principiantes, que
leerán mis que por sílabas, y los avanzados, que leerán por pausas" [pág. .,
Seguirá después el 80. orden, de la "Civilización cristiana": "Cuan
los escolares sepan leer perfectamente el francés, y cuando estén en el
cer orden del latín, se les enseñará a escribir y a leer en el libro de la CÍ\
zación cristiana. Este libro contiene todos los deberes de los niños, ta
respecto a Dios como respecto a sus padres, y las reglas de la buena edu
ción civil y cristiana; éste está escrito en caracteres góticos, más difícile
leer que los caracteres franceses" [págs. 39-40].
El Salterio y la moral cristiana ¿eran pues toda la instrucción concre
la que llevaba la lenta y exasperante preparación formal? No, finalmente
novena de estas "lecciones de lectura", cuando ya los alumnos habían em
LA EDUCAC¡Ó EN EL SIGLO XVIII 233
_.,""",,-_-",,_io: se dedican dos páginas enteras a las catorce reglas que se han de
ara señalar una pluma de ganso, después de lo cual sigue la ense-
_'"--'-, ••••.todos los términos usados en la operación, y finalmente el ejemplo
petido durante tres días por el maestro, después explicado poco a
procedimiento en acto y finalmente puesto a prueba por el mismo
-n modelo de aprendizaje artesanal, que habíamos buscado en vano
rirnonios antiguos e incluso en los estatutos de las corporaciones
_~:::i.!f~ de artes y oficios. Lástima que el espacio (y la paciencia de! lec-
permitan reproducido aquí. Cabe recordar por otro lado que el
critura no es una invención de]. B. de La Salle, sino que se tra-
antiguo arte, noble y complejo, que seguirá teniendo su historia.
- o de esta primera parte son oraciones, Santa Misa, catecismo,
e nuevo, conducta en la escuela, en la iglesia e incluso en la calle,
escolares marchan en fila de dos como en la Atenas de Aristó-
ometidos siempre a una estrechísima vigilancia, mientras que
-,-:::Z=:!:15 rigilantes son a su vez vigilados en secreto [pág. 262].
zunda parte de la Conduite concierne a los medios para establecer
.Il':::~~el orden en las escuelas. El gran problema es la pureza de las
_::::.:.:::<:s. por esto a los "libertinos" les estaba reservada la pena máxima de
r pág. 148]; por esto se recomendará no bañarse [pág. 212]; por eso
:;;...s:;::,_;.,:. inspirarán a menudo a sus escolares separarse de la compañía
o ", hechos con las manos, con los ojos, con la cabeza y con la
tro, son un lenguaje mudo de gran eficacia didáctica, que per-
z::.:=:i.-se palabras y preservar e! silencio, indicando cada acción a los
236 DEL 1500 A UE TRaS DfA
•..••_...., de los escolares y en medio de la clase (y tal vez con todas las clases)"
-"].
sta última disposición desmiente toda la pruderie de las precedentes.
ensación se excluyen, por indignas de un maestro sacerdote, cache-
atadas o golpes con la vara, que es instrumento didáctico para los
o estirar la nariz, las orejas o los cabellos, o dar empujones o halar el
155]' Siempre se deberá decir que estos castigos se dan en referencia
ulpas reales, de las que ni alumnos ni padres entienden la gravedad,
aber ofendido a Dios (Aristófanes decía: "por ofensa a las Musas");
nto se sabe, los castigos eran una de las principales causas de la
,,::=w- _.del abandono de la escuela [pág. 186].
apítulo sobre ausencias y permisos, que preveía horas libres para los
_ ••••J<lUI o "escriben", confirma que los alumnos de estas escuelas, que pre-
a escribir "registros", pertenecían los estratos populares [pág. 18I]:
_..--,--- efecto que los padres quisieran retirarlos de las escuelas para hacerlos
este caso se recomendaba "mostrarles de cuánta consideración es
echo de que un artesano sepa leer y escribir, porque, por poca inteli-
~-'-,-'L tenga, si sabe leer y escribir, será capaz de todo" [pág. 187].
ólo recordar el capítulo sobre la "estructura de la uniformidad de
y de los muebles adecuados a ellas". Con precisión de detalles,
un edificio escolar que si por un lado nos recuerda el edificio
ado por Boncompagno de Florencia, tiene sobre éste la ventaja
1r4!~~'~tar un edificio real, el moderno edificio escolar, con sus ventajas
4. LA ILUSTRACIÓ y LA E CICLOPEDIA
erot tenía que luchar contra los ataques de la iglesia y las prohi-
e tado, para llevar a término su enciclopedia, y mientras Rous-
. espalda a toda la sociedad para idolatrar a su solitario Emilio,
se levantaban para pedir una intervención innovadora del estado
de la instrucción, tradicionalmente confiada a la iglesia.
- 3 se publicaba el Essai d'éducation nationale de Louis René de la
"O 1-1785), uno de los protagonistas de la expulsión de los jesui-
ia apreciado por Voltaire. En él protestaba contra la tradicional
e los laicos de la enseñanza y reivindicaba una educación que
ólo del estado, porque -decía- "es justo que los jóvenes del
educados por personal del estado".
- perspectiva él presentaba un plan para el establecimiento de
_~"- ccn sus correspondientes programas, en la que tenían gran irnpor-
eñanza de la historia y de las ciencias naturales, en vista de la
minente de la formación del intelecto. No era un plan de educa-
rática de toda la población; al contrario, se oponía, por ejemplo, a
_-'--_ .•...
,•. los Hermanos de las escuelas cristianas, que desde principios de
difundiendo la instrucción entre los trabajadores, porque temía
- eparara del ejercicio de las profesiones más humildes y necesa-
estas contradicciones se iba desarrollando entonces el debate
248 DEL 1500 A NUESTROS DÍAS
a] La enseñanza mutua
situación, y turbar al estado para salir de ella" [pág. 7]' La enseñanza rrn.:
era la respuesta práctica a este continuo temor de los conservadores, de
la instrucción pudiera "turbar al estado".
Refiriéndonos de nuevo al libro de Joseph Hamel, que transcribe
mente los escritos de Bell, de Lancaster y de autores franceses que
aplicado el método en su país en seguida después de la restauración
demos que la enseñanza mutua, pudiendo instruir hasta mil alumnos c
solo maestro, frente a los cincuenta instruidos como término medio e
clases tradicionales de enseñanza individual, "presenta los medios más
venientes y económicos para dar la instrucción elemental oportuna
clases inferiores ... ; tanto que puede considerarse justamente como un
las más útiles invenciones modernas" [págs. 68-69], que "reduce a un t
o por lo menos a la mitad, respecto a las escuelas antiguas, el tiempo
sario para la adquisición de los conocimientos elementales" [pág. 14].
En un único y gran local, cuyo modelo ideal consta de tres "....,,~...:,=
naves divididas por columnas, a lo largo de las cuales se disponen en
drado las bancas de las diversas clases, los alumnos, que se sientan e
junto al otro según el mérito y el aprovechamiento, son confiados a 10_
nitores. El maestro "está en el extremo de la sala sobre una silla alta.
toda la escuela, y más especialmente a los monitores. Revisa la instru
en las divisiones, examina una o dos veces por semana a cada clase.
a las repeticiones dirigidas por los monitores" [pág. 22].
Los ejercicios son breves y fáciles: las lecciones son de un cuarto
en las clases inferiores, y de media hora en las superiores. Éstas ven fin••.__
te asociado el aprendizaje de la lectura y de la escritura, y se apoyan en
riales didácticos nuevos: en especial, los libros son eliminados del t
menos por Lancaster, incluso en las últimas clases, y para escribir a lo
nos se les proporciona una tablilla con arena, sobre la cual escriben
dedo, y una pizarra pequeña. Para leer, los alumnos se reagrupan en un
círculo junto a otros pizarrones o "cuadros" colgados de las paredes, y too•..",,_
se desarrolla con rigurosa disciplina: "l. Los monitores de clase dictan
los cuadros sobre los cuales se señalan las lecciones, y los escolares e
sobre sus pizarrones; 2. Los escolares leen sobre los cuadros colgado
pared; 3. El monitor pregunta a un cierto número de escolares de la AA -
hace repetir en alta voz y de memoria los ejercicios anteriores" [pág. r.
Sin embargo, esta práctica nueva de enseñanza mutua, que ti
ventaja de asociar lectura y escritura y de desarrollarse simultáneamem
muchos alumnos en lugar de individualmente, no cambia los antiguo
dimientos didácticos, con su secuencia de silabear y deletrear: "Despu
los muchachos han aprendido a marcar el alfabeto sobre la tablilla, van
LA EDUCACiÓN EN EL SIGLO XVIll 261
cerrado dentro de los limites ideales de una sociedad en gran parte prein
trial. Sin embargo, su ejemplo concreto y sus intuiciones de psicología in-
til Yde didáctica constituyeron uno de los puntos de partida de toda la
va pedagogía y de todo e! nuevo compromiso educativo del siglo XIX.
Él fue un demócrata, a quien la asamblea nacional confirió en 1- ,_
ciudadanía francesa, adhiriéndose en 1798 a la República helvética .
friendo la oposición de los conservadores a sus iniciativas humanitaria
innovadoras. Su pensamiento y su actividad se desarrollan a través de
maciones y realizaciones que, aunque a menudo cargadas de metafísica
sentimentalismo según el cliché secular de toda pedagogía, encuentra;
embargo, precisamente en las reacciones que suscitan, la medida de u
ginalidad y novedad.
La apelación rousseauniana a la naturaleza, en e! sentido de la
dad natural' del ser humano, no perfecto pero perfectible, presente de
manera no muy evidente en la personalidad individual de cada niño p
ser considerado el punto de partida de su pedagogía. Citando su texto
sucinto y menos enfático, las cartas al inglés Greaves, en Madre e hijo.
consiste precisamente en e! "reconocimiento de las inmutables ley -
nuestra naturaleza" [31 de diciembre de 1818]. De este principio deri-
señalamiento, nuevo y fundamental, de la importancia de los primero
dios de la vida y de! necesario recurso al más poderoso de los aliado
educación, e! amor materno o "la ayuda de las madres". "Nuestro gran
tivo es el desarrollo del alma infantil, y nuestro gran medio la acción
madre" [3 de octubre de 181 8].
Desnudo del inevitable acento afectivo, este principio materno
cuanto prolongación y concreción del principio de la naturaleza, si
muchas cosas pedagógicas concretas, que implican varios aspectos, y
L.\ I:.DCCAClÓ E I:.L lGLO X\lIl 263
era las dos inspiraciones: no tienen nada que ver la una con la
r el deseo de ampliar la instrucción: pero la inspiración y los mé-
...---=.~.ismo y benevolencia por una parte; rigurosa disciplina y meca-
la otra- están absolutamente en las antípodas. Lo que cabe
e una y otra están destinadas a inspirar gran parte de las inicia-
~~tgi'cas de principios del siglo XIX.
CAPÍTULO IX
LA EDUCACIÓN EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX
_10 SOCIALISTA
--=:::::::iicado
de nacimiento y de bautismo.
_---',~ado de buena conducta, extendido por e! cura de mi pa-
4. LA BATALLA PEDAGÓGICA
S reglas del latín, mientras que cada día las ciencias aplicadas
n en nuestro país un lugar regular y normal en la enseñanza: "Es-
e agricultura, escuelas de comercio, escuelas de artes y oficios, so-
de apoyo a la industria y a las artes manuales, se van estableciendo
licando: la enseñanza primaria ha abandonado del todo los viejos
- del latín ... , y por todos lados la ciencia de los hechos tiende a con-
en principal, mientras que la ciencia de las palabras se hace secun-
'g·36].
ertamente, la vieja disputa entre artes reales y sermocinales parece
incluso en las cabezas de los conservadores. Pero la instrucción
ueblo sigue siendo considerada como una obra pía, y si las escuelas
n fundamentar en el trabajo productivo, no se entiende ciertamente
ntido del socialismo: "Las mejores obras pías, las únicas que perdu-
únicas que pueden multiplicarse indefinidamente sin ningún in-
ente para la sociedad, deben fundamentarse en el trabajo producti-
'g. 38].
- pesar de este tenaz retraso ideológico, precisamente por su referen-
exigencias de la producción, la institución escolar del marqués Ri-
una novedad grande y positiva para Italia: niños nobles y campesinos
es:=:::LaIl conjuntamente, empezando por el abecedario hasta las disciplinas
.,_",,,"_,-vadas: química, física, historia natural y, naturalmente, moral, lógica
mía pública, además agricultura, y después dibujo y música; además
otros desempeñan trabajos agrícolas en el campo. A partir de esta
ncia se estableció una cátedra de agronomía en la universidad de
onfiada a Ridolfi; Saint-Martin hablará de la "concesión de la toga
ral universitaria a la agricultura italiana" [4r]. y verdaderamente fue
paso.
í pues, entre filantropía y progreso económico, la escuela cambia en
us niveles, y aumenta el catálogo de las ciencias en la investigación
itaria. Lambruschini, espíritu moderado y religioso, el cual, si en
podía ilusionarse de que la larga paz, la industria activa y el comercio
;:, ble habían llevado a una vida tranquila, en una nota de 1849 escri-
na sabia rectificación: "Si esto lo podía escribir en 1836, no lo podría
. en 1849 ... ya que los desórdenes sociales, en lugar de disminuir
n ... y, no puedo callado, educar y no tener religión, son cosas que se
dicen" [50]'
Lambruschini (y muchos otros con él) merecería una presentación
arga; pero esto ya lo han hecho muchos. Baste haber dado aquí alguna
encia para la lectura.
286 DEL '500 A NUESTHOS DfAS
-·nza [509] (sin embargo será ésta una fórmula que, entendida como
de establecer escuelas privadas de carácter confesional, debía con-
después en caballo de batalla de los católicos contra la escuela esta-
aquí finalmente la conclusión con algunos corolarios no menos du-
omo conclusión de lo dicho, no es lícito invocar, defender, conceder
ilimitada de pensamiento y de prensa, de enseñanza y de cultos, así
e otros derechos que competen directamente al hombre" [517]. y se
on el "syllabus" ligeramente moderado: "Si llega a suceder que, por las
294 DEL '500 A NUESTROS OfAS
,¡1,III11/ores).
1 IlIl .d estar de acuerdo o no con estas hipótesis, pero se ha de reco-
1 '1111'r 'presentan el rechazo más radical de toda interferencia político-
01, Ipllól .n la escuela, de cualquier parte que venga. Sus herederos y sus
1,11 pu -d 11constatarlo al mismo tiempo, y renunciar conjuntamente al
1.1, 11•..lugares omunes.
1J 11uno y medio después de estas intervenciones suyas a favor de una
1.1111j011libr y lai a, el episodio de la Comuna de París durante la guerra
111111 prusiana d 1870-1871, le daba ocasión de rebatir estas posiciones
h I 1 inl -nto d una actuación práctica. Él señalaba, aprobándolo eviden-
11111111', ·1 h ho d que "todas las instituciones de educación fueron
I1I 11IS grnl LI itarn nte y liberadas al mismo tiempo de toda injerencia de
I 11 i,l tI·1 lístado.; o hubo tiempo, naturalmente, para reorganizar la
298 DEL 1500 A NUESTROS DfAS
omo puede verse, las dos parejas de personajes en las dos novelas de
. hevski y de Tolstoi, plantean el mismo problema, el de la relación
strucción y transformación social; y en uno y otro caso el rechazo a la
_ ción viene precisamente de personajes más comprometidos, cuya opi-
aba coincidiendo con la de los oscurantistas. El problema era can-
; cuál de las dos cosas era más importante?, ¿cuál de las dos tiene
1II!:::::;;:;:encia?
Precisamente en el periodo que separa estas dos novelas, en
, larx, hablando en el Consejo general de la 1 Internacional, donde
ía planteado este problema, reconocía sus dificultades: "Por una par-
equiere un cambio de las condiciones sociales para crear un sistema
cación coherente, y por la otra parte se requiere un sistema de edu-
coherente para poder cambiar las condiciones sociales."
.o es necesario decir que el problema se planteará una y otra vez,
odo en los momentos de crisis, presentando precisamente esta par-
dificultad.
relación educación-sociedad tiene dos aspectos fundamentales en
rica y en la reflexión pedagógica moderna: el primero es la presencia
bajo en el proceso de la instrucción técnico-profesional, que tiende
e a cabo en el lugar separado "escuela", en lugar de un aprendizaje
abajo, desarrollado junto a los adultos; el segundo es el descubri-
de la psicología infantil con sus exigencias "activas". Éstos están
__ -"~aL<ldosmás de lo que pudiera parecer a primera vista, aunque en la
a estas dos nuevas experiencias pedagógicas se dan la espalda. Yase
ho algo al respecto. Éstos serán los dos aspectos fundamentales del
variado movimiento de renovación pedagógica que se lleva a cabo
inales del siglo XIX y principios del xx en Europa y en América.
304 DEL '5°° A NUESTROS DfAS
6. LA ESCUELA ORTEAMERICA A
'einte años después del viaje de Buyse a Estados Unidos, será un joven
-=~_.éVgOnorteamericano, Carleton Washburne, el que viaja a Europa para
iar las escuelas nuevas, que presentará en su libro New school in the old
- Escuela nueva en el viejo mundo). Estamos ya en pleno siglo xx, y esta
igación es un signo de que siguen perdurando los mismos problemas en
ntinente y en el otro.
CAPÍTULO XI
HACIA EL A - O DOS MIL:
1. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
310
HACIA EL AÑOS DOS MIL: 1. LA PHIMERA MITAD DEL SIGLO XX 311
os siglos XVIII y XIX. Al reeditar sus Materiales sobre la revisión del programa
rtido, en abril de 1917, ella había subrayado por ejemplo la diferencia,
darnental en línea de principio, entre instrucción profesional y politécnica:
lugar de 'instrucción profesional' es necesario decir 'instrucción politécni-
a'. El fin de la escuela es la formación no de especialistas restringidos, sino
hombres que sean capaces de cualquier trabajo. Marx señala continua-
nte la necesidad de una instrucción politécnica, que es también de gran
portancia para la formación general; el concepto de 'politécnico' abraza la
rrucción para el trabajo agrícola, el técnico y el artístico-artesanal; el cono-
iento práctico de las diversas ramas sirve también para el desarrollo físico
idimensional y la formación universal de capacidades de trabajo. Una ins-
_ ción general poli técnica la pidieron durante la gran revolución francesa
-oisier y Condorcet, y fueron apoyados por amplias masas populares; inclu-
emócratas como Rousseau y Pestalozzi la pedían; Robert Owen intentó
. da; Marx y Engels hablaron de ella continuamente. Cabe señalar la
idad de un estrecho vínculo de la instrucción con el trabajo socialmente
uctivo de los muchachos ... " [Pedo soco 1, págs. 424-425].
decir verdad, sería necesaria una profundización ulterior: siguiendo a
sería necesario hablar más bien de "instrucción tecnológica teórica y
rica", y dejar a los burgueses su "tesis predilecta" de una instrucción po-
nica, o profesional universal. Sin embargo Krupskaia parece capaz de
dizar más en esta línea, aunque a la mayoría les ha pasado inadvertido,
ces y ahora, en la Unión Soviética y en otras partes.
in embargo, a pesar de estos precedentes, las tesis marxistas se presen-
!l como una novedad para los mismos expertos soviéticos en pedagogía,
ués de la toma del poder por parte de los bolcheviques. Y sólo gracias al
ígio de Lenin y Krupskaia el Partido Comunista (bolchevique) de" la
n Soviética en su VIII congreso de marzo de 1919, podía aprobar como
de su programa político general una hipótesis pedagógica que repropo-
i al pie de la letra lo que ya hemos visto en las instrucciones a los dele-
de Marx al I Congreso de la Internacional de los trabajadores, en sep-
re de 1866, que la Internacional había hecho propias. He aquí la
ución del congreso del rcus en lo que respecta a nuestro problema.
MI] Actuación de la instrucción general y politécnica (que lleva a cono-
n la teoría y en la práctica todas las ramas principales de la producción),
ita y obligatoria para todos los niños de ambos sexos hasta los 17 años.
"3] Plena realización de los principios de la escuela única del trabajo,
enseñanza en la lengua materna, con el estudio en común de los niños
mbos sexos, absolutamente laica, o sea libre de cualquier influencia reli-
que vincule estrechamente la enseñanza con el trabajo socialmente
314 DEL 1500 A NUESTROS DfAS
algunos, entre los siglos XIX y xx; y es difícil evaluar su significado hist
ya sea como hechos de la historia pasada, ya como estímulos de la hi .
futura. En cambio se pueden recordar algunos pensadores de nuestro __
que expresan mejor la toma de conciencia de la situación que ha madura
al mismo tiempo contribuyen a cambiarla. Me referiré en primer lugar
pensador norteamericano, John Dewey, máximo teórico de la escuela a
progresista, dellearning by doing.
Es también una característica de Dewey, y no una prerrogativa d
cialismo, la fuerte acentuación de la relación de interacción entre la vi
cial y la vida escolar, o más en general educativa: su juvenil Credo peda _
de 1897, apela constantemente a esta relación necesaria: "Toda la educ
se ha de socializar: la triple unidad moral de la escuela puede enunciarse
fin social, fuerza social, interés social... La escuela es antes que tod
institución social..., vida social simplificada. La educación es el método -
damental del progreso y de la acción social. La escuela es el instrurnerr;
esencial y más eficaz de progreso y de reforma social... El enseñante
comprometido no sólo en la formación de los individuos, sino en la forrnacnz
de la justa vida social" [págs. 7, 17- 18 Y passim].
"Social" o socialidad, evidentemente, no quiere decir socialismo, d
momento que existe una sociedad, y por ello una socialidad, burgue
bien es cierto que Dewey no es insensible a los problemas sociales y a
sencia de instancias socialistas, sin embargo en su insistencia en la fw
social de la escuela se ha de señalar un matiz de lo que podríamos 11
ilusión pedagógica, sobre la cual ya oímos hablar a Chernishevski, a Tol
Marx. La escuela y los enseñantes, o sea la institución y los hombres de
ciedad existente, se convierten de hecho en el "instrumento esencial" p
vida social "justa", diversa de la existente, en la cual el mismo Dewey den
el abismo entre ricos y pobres y la concentración del poder a que lleva n
riamente el mismo industrialismo: "Hasta que los instintos de construc -
de producción no sean sistemáticamente ejercitados en los años de la i
y de la juventud ..., no estaremos en condiciones de detectar la causa de
tros males sociales, y todavía menos de poner remedio a ellos" [Se. Soco -
Esta profunda exigencia de una escuela como instrumento de un
social mejor se traduce en el plano inmediatamente pedagógico en una
sión crítica y creativa, en la línea de la tradición de sus predecesores P
James, Horace Mann, en aquellas tendencias a la práctica que Buyse r
cerá como típicas del sistema educativo estadunidense.
Al reproponer su ideal educativo en una conferencia de 1932, pu
da en La educación de hoy, Dewey sintetizaba agudamente la historia
y futura de la escuela definiendo el sistema de instrucción del viejo m
HACIA EL AÑOS DOS MIL: l. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX 317
"en el ayer" del niño sino en su mañana. Y esto no quiere decir, para Vigods,
que la enseñanza no deba adaptarse al nivel del desarrollo mental del nj-
sino sólo que este nivel se determina con base no en un solo término, el
tual, sino también en otro término, el potencial, que nos permite conoce
promover el mañana del niño [ES, 303]. Y esto sólo puede ocurrir "en una
tividad colectiva, bajo la guía de los adultos". La conclusión pedagógica
dente es que "característica fundamental de la instrucción es la creación
un área de desarrollo potencial" [ES, 305].
Esta área está presente, y por tanto se puede servir de ella, en cualq
momento del desarrollo individual, el cual según Vigodski atraviesa cua
fases. Él acepta, en efecto, de las escuelas psicológicas contemporáneas.
existencia de tres estructuras o estudios: una primitiva (inmediato-s en so
o sincrética), de las reacciones incondicionadas a los estímulos-objeto
segunda (evidente-situacional) que, con la libertad de la reacción a los
HACIA EL AÑOS DOS MIL: J. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX 325
a] De Gentile a Bottai
334
HACIA EL AÑOS DOS MIL: 11. LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX 335
ciaba, por primera vez en muchos siglos, una posición de la iglesia más
ta y avanzada respecto al sentido común de los católicos. En especi
que respecta a nuestro tema, la declaración conciliar Gravissimum c;u.-....~.
nis afirmaba; "Todos los hombres de cualquier raza, condición y edad.
dignidad de persona, tienen el derecho inalienable a una educación
ponda al propio fin, convenga a la propia índole, a la diferencia de
cultura y a las tradiciones de su país, yal mismo tiempo abierta a una tra..:a==
convivencia con los otros pueblos, a fin de garantizar la verdadera Ilnir.'.,,~'
la verdadera paz en la tierra. La verdadera educación debe promover
mación de la persona humana, ya sea en vistas a su último fin, ya sea
bien de las diversas sociedades de las que el hombre es miembro."
Estas afirmaciones, ya sea en lo que tienen de típicamente católi
sea en lo que coinciden con el moderno sentir laico, ya habían sido L
"'-nidas, con sede en París., que al final de la segunda guerra mundial tomó
lugar del Bureau International de l'Éducation de la Sociedad de las Nacio-
es (el cual, sin embargo, ha seguido existiendo, publicando entre otras co-
un boletín bibliográfico de pedagogía y de educación).
La UNESCO se propone ayudar a las asociaciones "no gubernamentales"
desarrollar programas educativos y a vincularse con las "comisiones nacio-
les" que cada estado miembro de la ONU se compromete a constituir. Ha
es arrollado y desarrolla actividades de apoyo al establecimiento de escuelas
a la creación de bibliotecas, de lucha contra el analfabetismo y de promo-
ón de la educación de adultos, de consulta técnica, didáctica y pedagógica,
e animación de iniciativas de investigación y de intercambio en el campo de
ciencias, lanzando varias publicaciones: actas de convenciones y congre-
; estudios de historia de la cultura, de la ciencia y de la educación en los
. -ersos países del mundo; revistas como el Correo de la UNESCO, destinadas
bre todo a aumentar el recíproco conocimiento de los pueblos y de sus
ulturas; un Anuario que aporta los datos oficiales referentes a la situación
tadística y organizativa de la instrucción en todos los países del mundo.
iene en diversos países algunos de sus institutos especializados, entre los
uales un Instituto para la educación, propiamente para la investigación pe-
gógica, con sede en Hamburgo.
Es difícil enumerar los documentos de la UNESCO: quizás es preferible
encionar un viejo y solemne documento de la ONU llamado "Declaración
iversal de los derechos del hombre", aprobado en la Asamblea General del
Ode diciembre de 1984. Ni la Declaración americana de 1776, ni la france-
de 1789, contenían en su preámbulo, o afirmación de principios generales,
entre sus artículos, ninguna mención explícita a la instrucción entre los
os derechos del hombre, como la libertad, la propiedad, la seguridad, la
istencia a la opresión. Por ello se ha de recibir con satisfacción el hecho de
ue esto suceda en el número veintiséis de los treinta artículos de esta decla-
ción moderna: signo positivo de los tiempos. Podemos leer lo siguiente:
"1. Todo individuo tiene derecho a la instrucción. La instrucción debe
r gratuita al menos en lo que respecta a las clases elementales y fundamen-
.ales. La instrucción elemental debe ser obligatoria. La instrucción técnica y
rofesional debe estar al alcance de todos, y la instrucción superior debe ser
gualmente accesible a todos con base en el mérito.
"2. La instrucción debe estar dirigida al pleno desarrollo de la persona-
ad humana y al reforzamiento del respeto de los derechos del hombre y de
libertades fundamentales. Debe promover la comprensión, la tolerancia,
amistad entre todas las naciones, grupos raciales y religiosos, y debe favo-
cer la obra de las acione nidas para el mantenimiento de la paz.
354 DEL 1500 A :-'CESTROS OrAS
357
358 DEL 1500 A NUESTROS DíAS
ciende de lo alto sobre todos los pueblos como una especie de imperialismo
o hegemonismo cultural.
Hasta aquí, querido lector, nuestra lectura de la historia pedagógica
transcurrida. Y entonces, ¿qué debemos hacer?, preguntará. Yo también me
lo pregunto. Ciertamente, la vida ha sido para mí una maestra de historia, en
cuanto yo, como discípulo, he sido capaz de hacer historia; sin la tremenda
experiencia de vida que nos viene de nuestro siglo y de su cultura, no hubié-
ramos sabido leer nada en aquellos antiguos testimonios. ¿Es ahora posible
que, como dice el viejo adagio, la historia sea maestra de vida? ¿Y qué nos
podrá enseñar? ¿A renovar contenidos? ¿A experimentar metodologías? La
competencia nunca hace daño. ¿O bien a retomar las antiguas sátiras? He
tenido ganas de hacerlo al escribir esta historia, y varias veces me he echado
atrás. ¿A replantear utopías? Creo que la utopía positiva consiste no en en-
contrar soluciones o en "invenciones", aunque sea a la manera de Owen,
sino en hacer que cada pequeño paso proceda sobre el camino del futuro;
sin excluir a priori pasos más largos y tomas de conciencia más radicales.
Me parece que el camino del futuro es el que el pasado no ha sabido
recorrer, sino que en todo caso nos lo ha mostrado en negativo, mostrándo-
nos sus contracciones. Y éstas han sido y son (no hay necesidad de repetir-
lo) las planteadas entre la esencial importancia humana de la formación
del hombre y su marginación de hechos en el limbo de los niños; entre la
instrucción de los dominantes en el "decir" intelectual y la de los domina-
dos en el "hacer" productivo; entre la exigencia de una formación general
humana y la preparación de cada uno en competencias divididas (las del
decir y las del hacer); entre la máxima reverencia debida al niño y el perpe-
tuo recurso al sadismo pedagógico, con las inevitables consecuencias con-
testatarias; entre la actual tendencia a asumir a todos en una institución
privilegiada, intelectual, y su exclusión de hecho de una vida plena al ser
separados de los adultos; entre el perdurable predominio de una enseñanza
lógico-verbal y la necesidad humana, sobre todo de los adolescentes, de
una plenitud de vida instintiva, emotiva, afectiva, a través de una vida es-
colar no excluida de la vida real, del cuerpo y de la mente, con actividades
artísticas, productivas físicas, que no sean puestas en inferioridad respec-
to a las actividades (seudolintelectuales: en fin, se trata de la exigencia de
una escuela que de ser un lugar separado y de privación se transforme en
un lugar y tiempo de plenitud de vida.
Pero precisamente esto nos recuerda que no es sólo la escuela, de
cualquier manera que e configure, la que educa, sino toda la vida en su
plenitud, todo el platónico pantakhu; y esto nos lleva a la compleja relación
instrucción-sociedad que muchos, y sobre todo Marx, han señalado clara-
362 DEL 1500 A NUESTROS DfAS
al Historias
~ntologías
, Documentaciones iconográficas
Dadas estas premisas, daré para cada capítulo algunas indicaciones suplemen-
tarias mínimas, con especial referencia a las fuentes y textos usados por mí.
Con la excepción de alguno autores a los que he dedicado especial atención,
o que en general están poco considerados, no indico estudios monográfícos.
366 A PROPÓSITO DE BIBLIOGRAFfA
l. EL ANTIGUO EGIPTO
8. EL SIGLO XVIII
Se puede leer a Fidencio en la elegante recopilación del siglo XVIII del "Par-
naso italiano", de Zatta (Venecia), vol. XXN; a Alciato en la edición de Lyon.
155l.
El siglo XVIII es el siglo del iluminismo, del despotismo ilustrado y de la
revoluciones burguesas de Estados Unidos y Francia, así como de Rousseau.
Entre innumerables estudios indico, además de los italianos ya citados de
Gerini y Vidari: Ernesto Lama, Il pensiero pedagogico dell'Illuminismo, Flo-
rencia, Sansoni-Giuntine, 1958; Wilhelm Sjostrand, Freedom and equality, as
fundamental educational principies in Western democracy from John Locke to
Edmund Burke, Malmoe, Almqvist y Wiksell, 1973; 200 Jahren osterreichis-
ches Schulwesens 1760-1960, Viena, Ósterreichischer Bundesverlag für Un-
terricht, Wissenschaft und Kunst, 1960.
Las encíclicas papales de este siglo y del posterior fueron citadas a
partir de la recopilación Tutte le encicliche dei Sommi Pontefici, Milán, Cor-
baccio, 1940.
Sobre la revolución francesa, cuya bibliografía pedagógica había ya sido
recopilada por Dumejnil (1889) y por Codignola (1919), aparecen actualiza-
ciones en las historias generales ya citadas.
-\p rro DE BIBL OG ~71
373
374 f;\/DICE O;\;Oi\lÁSTICO ) DE OBRAS
libri xxiv 172, 173, 175, 176, 177, Quaestiones rornanae; Vida de
186 Temístocles; De liberis educandis;
Petrarca, Giovanni 173 Vida de Marcelo; Vidas paralelas;
Petronio Antigénides 91 Vida de Numa; Cato maior; M.
Petronio; Satyricon 96, 344 Crassus 52,61,62,66,67,69,74,
Petty, Sir Willíam 227 76,77,80,81,82,83,94,105,191
Piaget, Jean: Psicología del niño; Tratado Polibio 68, 69, 77
de lógica 320, 322, 325, 326, 327 Pollux, Julio: OnomástiJwn 49,60,212
Piccolornini, Enea Silvio. Véase Pío I1, Pólux 71
papa: De liberorum educatione, 179 Pornponazzi, Pietro 208, 209
Pick, Adolf 300, 305 Pornponio Ático, Tito 85, 100
Pico de fa Mirándofa 178 Pomponio, Marco 84, 85
Picurnno, deidad 79 Poseidón 46
Pilurnno, deidad 79 Potina, deidad 79
Píndaro: Nemea; Olímpica 48, 192 Prendilacqua, Francesco 181
Pío I1, papa: De liberorum educatione Prisciano 125
178,179,196 Procopio de Cesarea: Guerra gótica;
Pío IX, papa: Qui pluribus; Quanta cura Historia secreta 112, 113, 136
(Syllabus) 291, 292, 293 Pródico (en Platón) 60
Pío VII, papa: Diu satis 255,256,291 Prorneteo (en Esquilo) 67
Pío VI, papa: Inscrutabili divinae 255 Protágoras (en Platón) 54, 55, 56, 57,
Pío XII, papa 336 60, 65
Pío XI, papa: Divini illius magistri 336 Proto (en Hornero) 51
Pipino III 138 Protógenes 70
Pisístrato 52 Psarnético II 32
Pitágoras 49,50,91,94,179,329 Ptah, deidad 37
Platina, Bartolorneo 181 Ptaherngiehuti 15, 33
Platón: Fedro; Filebo; Leyes; República; Ptahhotep 15,17,18,19,21,22,24,
Hipias; Protágoras; Cratilo; 26,28,33,38,45,60,85
Alcibiades 9, 13,33,39,40,41,
43,44,47,48,52,54,55,56,57, Quickly, señora (en Shakespeare) 213
58,59,60,61,64,68,70,74,77, Quilón (en Plutarco) 80, 83
80,86,87,95,98,104, 126, 139, Quintiliano; Institutio oratoria 18, 60,
179, 180, 181,200,205,211,221, 78,83,88,89,90,91,96,99, 118,
224,270,272,298,346,347,357 146, 181, 182, 186
Plauto: Báquides; Mostellaria 62, 64, Quintus, doctor (en Moliere) 216
76,77,80,87,92, 103, 120,207 Quirón (en Hornero) 45,46,47,53,
Plinio Cecilio Segundo, Cayo (el Joven): 161
Epistulae 99
Plinio Segundo, Cayo (el Viejo) 97,98, Rabelais, Francois 209,210,211,212,
104, 242 219,220,221,244,344
Plocio Gallo (en Cícerón) 85, 339 Racine, Jean 230
Plutarco: Arístides; Licurgo; Raffalovich Cornparetti, Elena 300,
íNDICE ONOMAsTICO y DE OBRAS 387
Xenias de Corinto 58
f DICE
AL LECTOR 7
DE LA At'\fTICÜEDADAL 1500
LA EDUCACION EN GRECIA 43
J. LAS DOS EDUCACIONES ARCAICAS, 43; 2. LA EDUCACIÓN EN LA
ÉPOCA HISTÓRICA: GIMNASIA Y MÚSICA, 49; 3. LA ESCUELA DEL AL-
FABETO, SI; 4· LA CARRERA EDUCATIVA Y LA DIDÁCTICA, S4; 5. EL
CO TENIDO y EL FI DE LA INSTRUCCIÓN, S8; 6. LOS DOCE TES:
GRAMMATISTES, GRAMMATIKÓS, RHÉTOR, 61; 7. LA DIFUSIÓN DE LA
ESCUELA Y EL GIMNASIO, 67; 8. EL APRENDIZAJE, 72
LA EDUCACION EN ROMA 76
J. LA EDUCACIÓ E LA "FAMILIA", 76; 2. LA EDUCACIÓN POR PARTE
DE SIERVOS Y LIBERTOS, 81; 3. LAS RESISTENCIAS A LA ACULTURA-
CIÓN GRIEGA, 82; 4. LITERATURA, ESCUELA Y SOCIEDAD, 86; 5. LA
ESCUELA Y SUS ENSEÑANZAS, 88; 6. EL MAESTRO Y LA ESCUELA, 92
7. LA ESCUELA DE ESTADO, 98; 8. LA EDUCACIÓN FfsICA, 102; 9. EL
TRABAJO Y EL APRENDIZAJE, 104; 10. UN IMPERIO CRISTIANO Y BÁR-
BARO,106
391
392
A PROP6sITO DE BIBLIOGRAFíA
O. HISTORIAS y ANTOLOGfAS GENERALES DE LA PEDAGOGfA, 364; J.
EL ANTIGUO 366; 2-3. LA ANTIGÜEDAD
EGIPTO, CLÁSICA, 366; 4-5.
LA ALTA Y BAJA EDAD MEDIA, 368; 6. LOS SIGLOS XIV Y XV, 369; 7. LOS
SIGLOS XVI Y XVII, 369; 8. EL SIGLO XVIII, 370; 9-10. EL SIGLO XIX,
371; II-I2. NUESTRO SIGLO, 371
Historia de la educación
se imprimió en los talleres de
Lttografica Ingramex, S. A. de C. V.
con domicilio en Centeno 162-1,
Col. Granjas Esmeralda,
09810, México, DF,
en el mes de diciembre de 2009.
El tiraje fue de 50 000 ejemplares