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LAPEX

MATERIA

MINISTERIO
PASTORAL
TAREA

FILOSOFÍA
BIBLICA DE
MINISTERIO
ESTUDIANTE
JESUS RIVERA MONTESDEOCA
2022
DEFINICIÓN

La filosofía bíblica de ministerio es un conjunto de principios inalterables que establecen como va a

funcionar el ministerio pastoral. Estos principios son definidos únicamente por un estudio meticuloso

de la enseñanza bíblica explícita-implícita definida en la iglesia descrita en el nuevo testamento.

Esta filosofía nos va a forzar ser bíblicos en el manejo de la iglesia y no dejarnos llevar por el mundo

o por los modismos suedocristianos que terminan lastimando la iglesia alejándola de la autoridad de

Dios.

Siguiendo una filosofía a la luz de las escrituras podemos evaluar la eficacia de la iglesia según las

escrituras y nos permitirá cultivar unidad entre la gente y el liderazgo.

Un punto clave de toda filosofía de ministerio es que esta debe llevar a la iglesia a tener un alto

concepto de Dios y un bajo concepto del hombre. Dios es Santo, Perfecto, Él sabe lo que es mejor para

su iglesia (esto lo vemos en las escrituras), el hombre es un pecador y no hay nada bueno en el (Isaías

64:6). Tener un alto concepto de Dios se ve reflejado en tener un alto concepto de las escrituras, estas

van juntas, están ligadas. Tener un alto concepto de las escrituras no basta con decir que “creo que la

biblia es la palabra de Dios”, se trata de obedecerla, honrarla y esto es cumpliendo cada mandamiento

de ella, siendo fiel a sus principios, dejando que el manejo de iglesia sea tal como la escritura lo estipula

y no como uno cree que es mejor, o como tal pastor lo hace en tal iglesia, o como la moda del momento

me diga que es mejor llevar la iglesia; esto lo que demuestra es que no tengo en alto las escrituras, sino

las experiencias y pensamientos humanos, y no olvidemos que el hombre es pecador, su corazón es de

continuo el mal (Génesis 6:5).

PROPÓSITO

El propósito de la filosofía bíblica de ministerio es:

➢ Adorar a Dios.

➢ Edificarse mutuamente.

➢ Evangelizar a los no creyentes.


Para este propósito estudiaremos los siguientes puntos.

LOS ANCIANOS

Varios pasajes a lo largo del Nuevo Testamento dan a indicar la palabra anciano como referencia al

Pastor de la iglesia, estas son (presbuteros) que es anciano, (episkopos) que es obispo y (poimen) que

es pastor. Estas palabras anciano, obispo y pastor hacen referencia a la misma persona, a pesar de tener

nombres diferentes cumplen la misma función de liderazgo y servicio en la iglesia.

Como muestra de esto podemos ver la lista de requisitos tanto de 1 Timoteo 3:1-7, como la de Tito

1:5-9, en la primera tenemos “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea” 1 Timoteo

3:1, en este verso empieza la lista con el deseo de anhelar obispado (episkopos). Mientras que en la

segunda lista Pablo indica a Tito “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente,

y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé” Tito 1:5, en esta instrucción Pablo

manda a establecer ancianos (presbuteros), y luego indica “Porque es necesario que el obispo sea

irreprensible…” Tito 1:7, En este verso al continuar con los requisitos usa la palabra obispo

(episkopos). Vemos que ambas listas son muy similares, esto indica que es la misma exigencia al

mismo tipo de personas a pesar de usar palabras diferentes.

Esta combinación de palabras también la podemos ver en el discurso de despedida de Pablo en Mileto

en Hechos capítulo 20 donde dice… Hch. 20:17 “Enviando, pues, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a

los ancianos de la iglesia”, aquí usa la palabra ancianos que es (presbuteros), mientras que en Hch.

20:28 dice “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto

por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”, aquí vemos

que dice que el Espíritu Santo los ha puesto por obispos (episkopos), y es para apacentar (poimaino).

Otro ejemplo de esto es 1 Pedro 5:1-2 donde también usa los tres términos en el mismo contexto. Pedro

escribe: “Ruego a los ancianos (presbuteros) que están entre vosotros, yo anciano también con ellos,

y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:
Apacentad (poimaino) la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando (episkopeo) de ella, no por

fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”.

A pesar de que los términos son diferentes, estos indican varias características en el ministerio sin que

exista algún nivel de autoridad entre ellos, o que tienen responsabilidades diferentes como en algunas

iglesias enseñan.

Pluralidad de Ancianos.

En todo el Nuevo Testamento a medida que se comienzan a levantar iglesias por la expansión del

evangelio, surge la necesidad de establecer ancianos que las dirijan. La instrucción del Apóstol Pablo

es que debían ser varios ancianos por iglesia. Ellos establecieron la pluralidad de ancianos, este es el

modelo bíblico establecido por el Señor, no de un solo anciano por iglesia, ni mucho menos de un

liderazgo democrático dirigido por la congregación. El liderazgo de la iglesia recae en la pluralidad de

los ancianos que la dirigen.

En Tito 1:5 la instrucción es clara “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente,

y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé”. En cada ciudad había una

congregación de cristianos que debía ser dirigida y es claro que Pablo manda a Timoteo a establecer

ancianos en cada una de ellas, osea varios pastores en cada congregación.

En Santiago 5:14 se instruye que “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la

iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”. Vemos que cuando un creyente

está enfermo lo que debe hacer es llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él. Se nos manda

a llamar a los muchos ancianos que dirigen la iglesia.

En Hechos 14:23 Pablo y Bernabé fueron a Listra, Iconio y Antioquía confirmando los ánimos de los

discípulos y establecieron ancianos en cada iglesia. Parte de su trabajo misionero fue el dejar varios

ancianos liderando en cada iglesia que constituían. “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y

habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”.
En Hechos 20:17 Pablo llamó a los ancianos de la iglesia. “Enviando, pues, desde Mileto a Éfeso, hizo

llamar a los ancianos de la iglesia”. Hechos 11:30 indica “lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los

ancianos por mano de Bernabé y de Saulo”.

En Hebreos 13:17 dice “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por

vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose,

porque esto no os es provechoso”. El autor a los hebreos también nos habla de varios pastores.

Al igual que en estos pasajes podemos ver en el Nuevo Testamento que una y otra vez, se hace

referencia a una pluralidad de ancianos en cada una de las iglesias. En ningún lugar del Nuevo

Testamento hay una referencia a una congregación dirigida por un solo pastor.

Hay sabiduría en una pluralidad de ancianos en la congregación. Un liderazgo ejercido por varios

hombres piadosos otorga beneficios a la iglesia. Proverbios 11:14 dice “Donde no hay dirección sabia,

caerá el pueblo; más en la multitud de consejeros hay seguridad”, el consejo de estos hombres fieles

al Señor traerá lo mejor a la iglesia, basando sus decisiones en la palabra de Dios. Estos son los hombres

que como dice Hechos 6:4 ellos se dedican a persistir en la oración y en el ministerio de la palabra

para servir a los fieles que el Señor ha puesto a su cargo.

Si al momento de tomar decisiones no hay un consenso, ellos deben estudiar, orar y buscar la voluntad

de Dios en conjunto hasta que lleguen a un consenso y mantener así la armonía y unidad en la

congregación.

Requisitos al Pastorado.

La iglesia es constituida por el Señor y es su novia. Una iglesia es la congregación de los justos y estos

deben ser guiados y edificados espiritualmente. La eficacia y santidad de una iglesia está directamente

ligada a la calidad de sus pastores, debido a esto las escrituras marcan cuales son los requisitos que

deben cumplir los que anhelan obispado, caso contrario estarían descalificados para el ministerio.

Estos requisitos están descritos en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9, en estos resalta que el estándar global

para un anciano es que debe ser “irreprochable” o “irreprensible” (1 Ti. 3:2 / Ti. 1:6), esto quiere decir
que debe ser de un carácter moral y espiritual impecables, sus vidas están característicamente libres de

cualquier mancha o corrupción que traiga reproche sobre el anciano y el evangelio de Jesucristo. Lo

irreprensible está estipulado para cada ámbito de su vida como el matrimonio, sus hijos, la iglesia, su

comunidad, etc., los ancianos están por encima de toda recriminación.

Deben ser “marido de una sola mujer” (1 Ti. 3:2 / Ti. 1:6), que literalmente se puede traducir también

como “hombre de una sola mujer”. Esto no solamente prohíbe la poligamia, sino que habla de fidelidad

a su esposa, de pureza sexual, no ha caído en adulterio. Si es soltero no debe tener una conducta

incorrecta e insinuante, libre de fornicación y mantenerse puro hasta el matrimonio. Debe ser ejemplo

de pureza moral. Aquel que llega a caer en adulterio deja de ser irreprensible, esto lo vemos en

Proverbios 6:32-33 que nos dice “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su

alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada”. Este pasaje nos

indica que el que comete adulterio nunca podrá librarse de la afrenta de su pecado, Dios puede

perdonarlo, pero ya es reprensible y deja de estar calificado para continuar o comenzar un ministerio

pastoral.

También deben de ser “sobrios” y “prudentes” (1 Ti. 3:2), “dueño de sí mismo” (Ti. 1:8). El significado

literal de la palabra griega de sobrio es “sin vino”, pero aquí se usa en sentido metafórico para

comunicar la cualidad de “alerta”, “vigilante”, “cuidadoso” o “con la mente despejada”. Los ancianos

siempre deben estar en capacidad de pensar con claridad. Cuando la escritura se refiere a un hombre

prudente quiere decir que es disciplinado, sabe cómo ordenar sus prioridades y es serio en asuntos

espirituales. Un hombre dueño de sí mismo lleva por fuera una vida ejemplar debido a que se somete

al control del Espíritu Santo en su interior. Un pastor que no tiene su propia vida bajo vigilancia

continua, pecando libremente cuando no es visto por la congregación, no teniendo así una conciencia

limpia, no está apto para dirigir al pueblo de Dios, sin importar cuan recto parezca externamente, si

solo actúa con rectitud cuando otros están observando, su vida es una actuación.
También debe ser “decoroso” (1 Ti. 3:2), la palabra griega significa “ordenado” o “de buena conducta”.

Los ancianos no deben llevar una vida caótica. Si no pueden ordenar su propia vida, ¿cómo pueden

traer orden a la iglesia?

Debe ser “hospedador” (1 Ti. 3:2 / Ti. 1:8), esta palabra se deriva de una palabra griega compuesta

que significa “amar a los extraños”, deben mostrar hospitalidad con los forasteros.

Luego en 1 Timoteo 3:3 y Tito 1:7 vemos varios puntos negativos que deben estar ausentes en la vida

del Pastor “no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas”, el obispo no

debe estar dominado por acciones pecaminosas. Si no, debe ser “amable, apacible, no avaro”

El obispo debe “gobernar bien su casa” y “tener a sus hijos en sujeción” (1 Ti. 3:4 / Ti. 1:6). Todo

anciano donde debe comenzar teniendo una conducta ejemplar es en su casa, con quienes lo conocen

de manera más íntima. Como conduzca a su familia es un precedente de como conducirá la iglesia, ya

que “el que no sabe gobernar su propia casa, como cuidará de la iglesia de Dios”.

No debe ser “un neófito” para que no se envanezca (1 Ti. 3:6), y termine siendo “soberbio” (Ti. 1:7).

Esto indica que no puede ser un recién convertido. Deben pasar años para que alguien alcance un nivel

de madurez personal y espiritual para poder ser un anciano. Así podrá ser “apto para enseñar” (1 Ti.

3:2), es la única calificación que se relaciona con los talentos y dones espirituales de un anciano, y la

única que distingue a los ancianos de los diáconos. La predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios

es el deber principal del obispo, pastor y anciano.

Cumpliendo estos requisitos debe ser un modelo de piedad.

EL ROL DE LAS MUJERES

Tradicionalmente las mujeres han servido en las iglesias cumpliendo papeles de apoyo, tal como

establece la escritura, y en su rol como esposas y madres han encontrado su mayor gozo.

Lamentablemente esto ha ido cambiando debido a que el movimiento feminista se ha ido infiltrando

en las iglesias creando caos y confusión en los roles de las mujeres tanto en la iglesia y como en el

hogar. La única manera de corregir esto es basándonos en las escrituras.


Desde la creación.

Al revisar Génesis en sus primeros capítulos comenzamos viendo que Dios creó a cada uno de ellos

con una igualdad, ambos fueron hechos a imagen y semejanza de Dios (Gn. 1:27), aquí vemos que

fueron creados con una igualdad delante de Dios, ninguno es más importante que el otro ante de Dios.

Al continuar con el relato vemos en Génesis 2 que en cambio cada uno de ellos tiene roles o funciones

diferentes establecidas por Dios. En Génesis 2:28 Dios dice que le hará (a Adán) ayuda idónea, ella es

igual a Adán ante Dios, pero está para ser ayuda de Adán.

Cuando ellos pecaron ambos fueron castigados, pero parte del castigo de Eva, era que su deseo iba a

ser para su marido, porque él se enseñoreará sobre ella (Gn. 3:16). Esto habla del deseo de estar sobre

su marido, pero Dios manda a que se sujete.

Mujeres en el Nuevo Testamento.

En los tiempos de Jesús en las culturas griega, romana y judía veían a las mujeres como posesiones,

no le daban su valor, les habían quitado el hecho de que fueron creadas a imagen y semejanza de Dios

y las bajaron a ser simples objetos sin valor. Los rabinos no enseñaban a mujeres, en el Talmud Judío

decía que era mejor quemar el Torá que enseñárselo a una mujer.

El Señor Jesús mostró amor y respeto por las mujeres, nunca tomó la posición de que las mujeres, por

su naturaleza misma, no podían entender verdad espiritual o teológica. Él no sólo las incluyó en sus

audiencias, sino que también usó ilustraciones e imágenes que les serían familiares y específicamente

aplicó su enseñanza a ellas (Mt 13:33 / Mt 24:41).

A la mujer samaritana en el pozo (Juan 4), le reveló que Él era el Mesías y discutió con ella temas tales

como la vida eterna y la naturaleza de la verdadera adoración. Jesús también le enseñó a María y,

cuando fue amonestado por Marta, señaló la prioridad de aprender verdad espiritual aún sobre

responsabilidades “femeninas” tales como servir a invitados en el hogar de uno (Lucas 10:38-42).

En el tiempo de Jesús a las mujeres no se les permitía contar cambio por temor al contacto físico, pero

Jesús tocó a mujeres para sanarlas permitió a mujeres que lo tocaran (Lc 13:10-13 / Mc 5:25-34). Jesús
le permitió a un pequeño grupo de mujeres que viajara con Él y sus discípulos (Lc 8:1-3), un suceso

sin precedentes en ese entonces. Después de su resurrección, Jesús le apareció primero a María

Magdalena y la envió a anunciar su resurrección a los discípulos (Juan 20:1-18).

A pesar de que Jesús les mostró respeto e igualdad en importancia, nunca exaltó a la mujer por encima

del hombre o le otorgó un puesto de liderazgo.

Lo que les es permitido a las mujeres.

En el nuevo testamento tenemos ambos principios juntos, estos van hombro con hombro, tanto la

igualdad en valor al hombre como la sumisión para las mujeres. La salvación es la misma tanto para

hombres como para mujeres (Gálatas 3:28).

En cuanto a la familia la esposa debe sujetarse a mu marido (Ef 5:22 / Col 3:18 / Tito 2:5 / 1 Pedro

3:1-2). Esta es una sumisión voluntaria en amor a Dios siguiendo su diseño revelado en las escrituras,

nunca es expuesto como humillación o dando algún sentido de menor valor a la mujer.

La mujer es responsable de cuidar de su casa (Tito 2:5), tiene que criar a sus hijos, esta es la honra que

Dios le ha dado. En 2 Timoteo 1:5 vemos esto es la abuela y madre de Timoteo, ellas fueron quienes

lo llevaron a la fe y lo formaron (2 Timoteo 3:14-15).

Las ancianas deben enseñar a otras mujeres a ser prudentes, no calumniadoras, a hacer el bien, a

sujetarse a sus maridos a amarlos a ellos y a sus hijos. (Tito 2:3-5). Las mujeres pueden formar a las

más jóvenes conforme a la palabra de Dios.

Lo que no les es permitido a las mujeres.

A las mujeres no se les permite enseñar a hombres adultos (1 Timoteo 2:11-12), estas no pueden ejercer

autoridad sobre el hombre, con esto vemos que no existen pastoras según las escrituras, ya que no se

les es permitido enseñar en la congregación, sino deben guardar silencio en cuanto a la enseñanza.

Esto no se debe a una simple idea o machismo como se habla, primero es decretado por Dios en su

palabra para su iglesia y sus fieles y adicional la misma escritura nos dice el porqué, es un motivo

teológico. En 1 Timoteo 2:13-14 vemos que se debe a que es porque Adán fue creado primero y
después Eva y Adán no fue engañado en Edén en la caída del hombre, sino Eva. Por estas razones las

escrituras no permiten a las mujeres ejercer autoridad en la iglesia y sobre el hombre.

LA DISCIPLINA

De vez en cuando tenemos a alguien dentro de la iglesia que se descarría por caminos de pecado,

faltando a los estándares bíblicos para el cristiano. A pesar de que todos pecamos, ahí algunos que

suelen ir al extremo y no se arrepienten de su pecado y creen que esa es la norma de conducta del

cristiano.

Para esto el Señor estableció un proceso de disciplina a aplicar en la congregación de los santos cada

vez que sea necesario. Pero primero debemos tener en cuenta que el propósito de la disciplina en la

iglesia es la de restaurar espiritualmente a los miembros caídos, así como el consecuente

fortalecimiento de la iglesia y la glorificación de Dios. Cuando un creyente que está viviendo en pecado

es reprendido y se arrepiente, es perdonado y recuperado de nuevo a la comunión con la iglesia y su

cabeza, Jesucristo. Por lo tanto, el objetivo de la disciplina de la iglesia no es echar a la gente o

avergonzarlos o ejercer autoridad y poder de una manera que no es bíblica. El propósito es restaurar

en santidad al creyente que está pecando y reestablecer la relación con la iglesia. En Mateo 18:15,

Jesús dice, “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere,

has ganado a tu hermano”. La palabra en griego, traducida “ganado”, se usaba originalmente para

expresar la acumulación monetaria de riquezas. Aquí en especial, se refiere a la recuperación de algo

de valor que se había perdido, en este caso, un hermano. Cuando un hijo de Dios se extravía, se pierde

un tesoro valioso y la iglesia no debe contentarse hasta que es recuperado. El cuerpo de Cristo se dedica

a recuperar y restaurar al hermano, Gálatas 6:1 dice “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna

falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti

mismo, no sea que tú también seas tentado”, este es el verdadero propósito de la disciplina.

Los pasos de la disciplina.

En Mateo 18:15-17, Jesús establece los cuatro pasos en el proceso de disciplina:


1. Decirle su pecado a solas; 2. Tomar testigos; 3. Informar a la iglesia; 4. Tratarle como a un incrédulo.

El proceso de disciplina comienza a nivel individual. Jesús dijo, “Por tanto, si tu hermano peca contra

ti, ve y repréndele estando tú y él solos” (v. 15a). En este caso, el creyente debe acudir personalmente

al hermano que está pecando, y confrontarle con un espíritu de humildad y mansedumbre. Esta

confrontación implica exponerle su pecado, para que sea consciente de él, y llamarle a que se

arrepienta. Si el hermano se arrepiente como resultado de la confrontación privada, es perdonado y

restaurado (v. 15b).

El segundo paso aplica si el hermano que está en pecado, rechaza escuchar a la persona que le ha

amonestado en privado. El siguiente paso en el proceso es tomar a dos o más creyentes para

confrontarle de nuevo (v. 16a). El propósito al seleccionar a otros hermanos es “para que en boca de

dos o tres testigos conste toda palabra” (v. 16b). En otras palabras, los testigos están presentes para

confirmar que el pecado ha sido cometido, que el hermano en pecado ha sido amonestado

apropiadamente y que este no se ha arrepentido. La presencia de testigos es un medio de protección

para el hermano en pecado, así como para el que le amonesta. Después de todo, una persona con

prejuicios podría erróneamente afirmar, “Bueno, intenté confrontarle, pero no se arrepintió.” Sería

presuntuoso pensar que la decisión final pudiera ser tomada por una sola persona, especialmente si se

cometió el pecado contra esa persona. Por lo tanto, los testigos tienen que confirmar si el hermano

amonestado se ha arrepentido de corazón o, por el contrario, permanece indiferente y rebelde. Si se ha

arrepentido el asunto queda terminado, pero sino se arrepiente se prosigue al tercer paso.

En el tercer paso si el hermano que está en pecado rehúsa escuchar o responder a la confrontación de

los testigos, entonces, después de un tiempo, los testigos deberán comunicárselo a la iglesia (v. 17a).

La manera más apropiada de hacerlo es llevar el asunto a los ancianos, los cuales supervisarán su

comunicación a la asamblea. El hermano ahora es confrontado por los ancianos y se le da un plazo

prudencial para que se arrepienta, caso contrario se procede al cuarto paso de la disciplina.
En el último paso en el proceso de la disciplina de la iglesia si el creyente en pecado rehúsa incluso

escuchar a la congregación, este debe ser apartado de la comunión y “tenle por gentil y publicano”. El

término gentil se aplicaba a las personas no judías que seguían las tradiciones paganas. Por otra parte,

los publicanos, por elección propia, se convertían en traidores de su propio pueblo, siendo rechazados

por los judíos. El hecho de que Jesús usara estos términos no significa que la iglesia debe de tratar mal

a las personas que están siendo disciplinadas, sino que simplemente quiere decir que cuando una

persona que profesa ser creyente rehúsa arrepentirse, la iglesia debe de tratarle como si no perteneciera

a la congregación, y no deben permitirle participar de las bendiciones y beneficios de la asamblea

cristiana.

Como un ejemplo de esto vemos que en la iglesia en Corinto un hombre rehusó abandonar la relación

incestuosa en la que se encontraba con su madrastra, el apóstol Pablo ordenó que se le apartara de en

medio de ellos (1 Corintios 5:13). Los creyentes no podían ni siquiera comer con él (1 Corintios 5:11),

ya que el hecho de comer con alguien era un símbolo de hospitalidad y compañerismo cordial. Por lo

tanto, aquellos que persistentemente no se arrepienten de su pecado deben de ser totalmente apartados

de la comunión de la iglesia y ser tratados como alguien que ha sido rechazado, en lugar de ser tratados

como un hermano.

En lo que al bienestar de la iglesia concierne, el propósito de apartar al hermano es proteger la pureza

de la comunión (1 Corintios 5:6) y advertir a la asamblea de la seriedad del pecado (1 Timoteo 5:20),

así como dar un testimonio justo al mundo que nos observa.

En lo que al bienestar del hermano concierne, el objetivo de la disciplina no es castigarle sino hacer

que se dé cuenta de su pecado, y se arrepienta.

LA CENA DEL SEÑOR

Lucas 22:7-20, nos relata la última cena del Señor Jesús con sus discípulos en el aposento alto. Aquello

de lo que Jesús habló ya ha sucedido, por lo cual su muerte en la cruz para nosotros ya es pasado. Él

les dice a los discípulos que tenían que realizar esto “en memoria de Él”. En la medida en que nuestra
celebración de la Cena del Señor es un recordatorio, la atención está en lo que sucedió en el pasado. Y

así, durante dos mil años, la iglesia ha recordado la muerte de Cristo en este sagrado memorial de la

Cena del Señor.

Cuando dice “haced esto en memoria de mi” deja claro que no es opcional, sino un mandato. La cena

se la celebra de manera continua y es para reflexionar una y otra vez en su muerte y su relevancia para

nosotros. El pan y la copa son símbolos escogidos por el Señor mismo para denotar y conmemorar su

muerte expiatoria. Celebrar la comunión no es ofrecer un nuevo sacrificio, sino es regocijarse en el

sacrificio que el Señor Jesús hizo una sola vez y para siempre (Rom 6:10, 1 Pe 3:18).

En la celebración de la cena debemos recordar que el Señor Jesús siempre esta presente con los suyos

ya que prometió estar con los creyentes todo el tiempo (Mt 28:20). No se debe de pensar que el pan y

la copa son su cuerpo o su sangre físicos, como se pensaba anteriormente, sino que es un simbolismo.

Cuando se consideran todos los textos bíblicos de la Santa Cena, se entiende mejor como una

celebración conmemorativa que fortalece a los creyentes en su caminar con Cristo.

John Macarthur nos indica porque:

1. Conmemora el sacrificio sustitutivo de Jesús (simbolizado por los elementos del pan y la copa).

2. Les recuerda los creyentes las verdades históricas del evangelio, incluidas la encarnación, la

muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo.

3. Impulsa el creyente a arrepentirse de cualquier pecado conocido.

4. Hace que se regocijen en su redención del pecado y en su unión salvadora con Cristo.

5. Los motiva para seguir caminando en amorosa obediencia al Señor; y

6. Les recuerda que tengan esperanza en su inminente regreso.

Juicio y bendición.

Pablo en 1 Corintios 11:17-34 hace advertencias muy serias sobre el abuso de la Cena del Señor. Aquí

vemos como el ágape memorial que se celebra conjuntamente con la Cena del Señor (son comidas que

están diseñadas para fomentar la comunión y el cuidado mutuo de los miembros de la iglesia) y que
debe conmemorar la muerte de Cristo, se convirtió en una oportunidad para embriagarse, mostrar

parcialidad, egoísmo. Cuando vincularon semejante conducta a la Santa Cena, profanaron por

completo la santa ordenanza.

Pablo nos insta a probarnos a cada uno para no tomar la Cena indignamente. Los creyentes estamos

llamados a vivir en santidad en todo tiempo (1 Pedro 1:15-17), La celebración de la Cena es motivo

para examinar cuidadosamente nuestros corazones y arrepentirnos de nuestros pecados. Si

participamos sin arrepentirnos profanamos la celebración e invitamos al castigo de Dios. Debemos

discernir lo que estamos haciendo. Debemos venir con una actitud apropiada de humildad y

arrepentimiento. Desde luego, el punto no es excluir a las personas de la mesa. En última instancia,

nadie es digno de venir y comulgar con Cristo. Pero debemos venir en un espíritu de dependencia, sin

arrogancia, confesando nuestros pecados y confiando solo en Él para salvación. Si tomamos estas cosas

sagradas en forma hipócrita, Dios no nos tendrá por inocentes.

MEMBRESÍA

Actualmente hay un pobre conocimiento de la importancia de la congregación, de reunirse con otros

hermanos y tener un tiempo de comunión con ellos. Los creyentes andan de iglesia en iglesia sin ningún

justificativo o si desean no se congregan perdiéndose asi las bendiciones de la comunión con los santos.

En 1 Co 12:13 vemos que cuando uno cree en Cristo para a ser parte del cuerpo de Cristo y por ende

puede unirse a un grupo de esos mismos creyentes.

Volverse miembro de una iglesia es comprometerse formalmente con un cuerpo local de creyentes,

que se puedan identificar, que se han unido con propósitos específicos, divinamente ordenados. Estos

propósitos incluyen recibir instrucción de la Palabra de Dios (1 Ti. 4:13; 2 Ti. 4:2), servir y edificarse

unos a otros mediante el uso apropiado de dones espirituales (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:4-31; 1 P. 4:10-11),

participar en las ordenanzas (Lucas 22:19; Hechos 2:38-42), y esparcir el evangelio a aquellos que

están perdidos (Mt. 28:18-20). Además, cuando uno se vuelve miembro de una iglesia, se somete a sí
mismo al cuidado y la autoridad de los ancianos bíblicamente calificados que Dios ha colocado en esa

asamblea.

Aunque la Escritura no contiene un mandato explícito a unirse formalmente a una iglesia local, una

base bíblica para la membresía en la iglesia se encuentra a lo largo del Nuevo Testamento. Esta base

bíblica puede ser vista claramente en el ejemplo de la iglesia primitiva; la existencia del gobierno de

la iglesia; y la exhortación a la edificación mutua.

La Iglesia Primitiva.

En la iglesia primitiva, venir a Cristo era venir a la iglesia. La idea de experimentar salvación sin

pertenecer a una iglesia local no se encuentra en el Nuevo Testamento. Cuando individuos se

arrepentían y creían en Cristo, eran bautizados y añadidos a la iglesia (Hechos 2:41, 47; 5:14; 16:5).

Más que simplemente vivir un compromiso privado con Cristo, ellos querían unirse formalmente con

otros creyentes en una asamblea local dedicarse a la enseñanza de los apóstoles, la comunión, el

partimiento del pan, y la oración (Hechos 2:42).

Las epístolas del Nuevo Testamento fueron escritas a iglesias. En el caso de las pocas escritas a

individuos —tales como Filemón, Timoteo y Tito—estos individuos eran líderes en iglesias. Las

epístolas del Nuevo Testamento demuestran que el Señor daba por sentado que los creyentes estuvieran

en asambleas que se congregaban, no aislados de la asamblea local.

Gobierno de la iglesia.

El patrón consistente a lo largo del Nuevo Testamento es que cada cuerpo local de creyentes debe ser

supervisado por una pluralidad de ancianos. Los deberes específicos dados a estos ancianos

presuponen un grupo claramente definido de miembros en la iglesia que están bajo su cuidado. Entre

otras cosas, estos hombres piadosos son responsables de pastorear al pueblo de Dios—los creyentes

que constituyen la iglesia local—(Hechos 20:28; 1 P. 5:2), trabajar diligentemente entre ellos (1 Ts.

5:12), guiarlos (1 Ts. 5:12; 1 Ti. 5:17), y velar por sus almas (He. 13:17). La Escritura también enseña

que los ancianos darán cuenta a Dios por los individuos encomendados a su cargo (He. 13:17; 1P. 5:3).
Estas responsabilidades requieren que haya una membresía que se puede distinguir, que sea

comprendida mutuamente en la iglesia local.

Edificación Mutua.

El Nuevo Testamento enseña que todo miembro del cuerpo es llamado a una vida entregada al

crecimiento del cuerpo. En otras palabras, la Escritura exhorta a todos los creyentes a edificarse

mutuamente “los unos a los otros” (He. 10:24-25). La edificación mutua sólo puede llevarse a cabo en

el contexto del cuerpo colectivo de Cristo, la iglesia es simplemente la manera formal de hacer ese

compromiso.

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