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10 cosas que debes saber sobre los diáconos en el Nuevo

Testamento

    
Estamos en el proceso de nombrar diáconos en nuestra iglesia, y pensé que sería útil mencionar algunas cosas
importantes a tener en cuenta.

(1) La palabra diácono es la traducción de la palabra griega diakonos que aparece 29 veces en el Nuevo


Testamento. Sin embargo, solo cuatro de esas veintinueve ocurrencias se refieren a una persona que ocupa el
cargo de diácono (Ro. 16:1; Fil. 1:1; 1 Ti. 3:8, 12). Los otros ejemplos de la palabra simplemente significan
“siervo” o “mensajero” o “uno que ministra por el bien de los demás” (véase Lc. 22:26-27; Jn. 12:26; Ef. 3:7;
1 Ti. 4:6). En Hechos 6, el pasaje más frecuentemente asociado con el oficio del diácono, el nombre en sí no
aparece en ninguna parte. Pero el verbo “servir o ministrar”, diakoneo, se encuentra en Hechos 6:2.

(2) La necesidad de siervos vino como resultado del crecimiento cada vez mayor de la iglesia. Las viudas, así
como aquellos con necesidades físicas especiales (¿necesidades financieras?, ¿necesidad de alimento?)
alertaron a los apóstoles sobre la urgencia de este ministerio. Aunque servir a los demás no estaba “por debajo
de la dignidad” de los apóstoles, llegaron a la conclusión de que sus esfuerzos deberían dedicarse a “predicar
la palabra de Dios” y a “orar” (Hch. 6:2, 4). Decidieron que siete hombres deberían ser designados “para este
deber” (Hch. 6:3). Para calificar para este cargo, debían ser “de buena reputación, llenos del Espíritu y de
sabiduría” (Hch. 6:3).

(3) Cabe señalar que en Hechos 6 no se dice nada acerca de un “oficio” de diácono. Además, son los
apóstoles, no los ancianos de la iglesia local, quienes tomaron esta decisión que liberaría su tiempo para
usarlo en la Palabra y en la oración. Sin embargo, la mayoría está de acuerdo en que este pasaje nos
proporciona un modelo para el oficio del diácono del que más tarde hablaría Pablo en 1 Timoteo 3.

(4) Romanos 16:1-2 es un texto crucial. Allí Pablo dice: “Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa
de la iglesia en Cencrea, para que la reciban en el Señor de una manera digna de los santos, y que la ayuden
en cualquier asunto en que ella necesite de ustedes, porque ella también ha ayudado a muchos y aun a mí
mismo” (Ro. 16:1-2). Algunos argumentan que Febe era simplemente una servidora, pero que no tenía el
oficio de diaconisa. Pablo también aplica el mismo término a Apolos (1 Co. 3:5), Tíquico (Ef. 6:21; Col. 4:7),
Epafras (Co. 1:7), y Timoteo (1 Ti. 4:6). Aunque otros tienen una opinión diferente, me parece que la razón
principal por la que se resisten a hablar de Febe como diaconisa es por la convicción previa de que el oficio
del diácono es específico al género masculino, es decir, está restringido a los hombres. Bien puede ser que
haya un elemento de miedo en esto también. En otras palabras, algunos temen que abrirle el oficio del
diácono a las mujeres es darles poder para gobernar o ejercer autoridad sobre los hombres de una manera que
violaría la enseñanza de Pablo en 1 Timoteo 2. O temen que hacer diaconisas a las mujeres sea un “deslice”
que llevará a nombrarlas como pastoras.

(5) Pablo abre su carta a los Filipenses con esto: “Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús: A todos los santos
en Cristo Jesús que están en Filipos, incluyendo a los obispos [o ancianos] y diáconos” (Fil. 1:1). Parece claro
que Pablo prevé dos “oficios” en la iglesia local: (1) ancianos / obispos / supervisores, y (2) diáconos.

(6) Las únicas otras dos veces que aparece término se encuentran en 1 Timoteo 3:8 y 12, donde Pablo
enumera las cualidades necesarias de los que ocupan este cargo:
“De la misma manera, también los diáconos deben ser dignos, de una sola palabra, no dados al mucho vino, ni
amantes de ganancias deshonestas, sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia. Que también
éstos sean sometidos a prueba primero, y si son irreprensibles, que entonces sirvan como diáconos. De igual
manera, las mujeres deben ser dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Que los diáconos sean
maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus propias casas. Pues los que han servido bien
como diáconos obtienen para sí una posición honrosa y gran confianza en la fe que es en Cristo Jesús”, 1
Timoteo 3:8-13.

(7) Hay diferencias entre los ancianos y los diáconos. El anciano tiene autoridad gobernante. Él ocupa el
cargo de “supervisor” (1 Ti. 3:1). Otros textos apuntan a la autoridad gobernante de los ancianos (1 Ts. 5:12-
13; 1 Ti. 3:4-5; 5:17-18; Ti. 1:5-9; Heb. 13:17; 1 Pe. 5:1-4). Por otro lado, los diáconos nunca se describen
como quienes ejercen este tipo de autoridad gobernante. Son siervos.

Mientras que el anciano deben poder “enseñar” (1 Ti. 3:2) y “retener la palabra fiel que es conforme a la
enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen” (Ti.
1:9), nunca se dice que los diáconos sean personas capaces de enseñar. Aunque “deben mantener el misterio
de la fe con una conciencia limpia” (1 Ti. 3:9), en ninguna parte el Nuevo Testamento dice que deben ser
capaces, dotados, o calificados para enseñar doctrina.

Una comparación de los requisitos tanto para el oficio de anciano como para el diácono indica que este último
debe cumplir virtualmente los mismos estándares morales y espirituales que el primero. En otras palabras, la
“barra” es tan alta para los diáconos como para los ancianos cuando se trata de la madurez espiritual en
Cristo.

(8) Un requisito interesante para el cargo del diácono se indica en 1 Timoteo 3:10: “Que también éstos sean
sometidos a prueba primero, y si son irreprensibles, que entonces sirvan como diáconos”. La naturaleza de
esta “prueba” no se especifica, pero seguramente incluía un examen de su carácter, su historial de servicio
dentro de la iglesia, su reputación, y sus convicciones teológicas.

(9) En ninguna parte fuera del libro de Hechos se mencionan los deberes y responsabilidades de un diácono.
Dos veces Pablo los describe como “sirviendo”, pero nunca nos da contenido o estructura sobre qué significa
esto. La mayoría cree que se debe a que la iglesia primitiva consideraba que la representación de los diáconos
en Hechos 6 proporcionaba la naturaleza de este oficio y el tipo de “servicio” o “ministerio” que
proporcionarían. Lo más que podríamos decir con confianza es que “los diáconos son necesarios en la iglesia
para dar apoyo logístico y material para que los ancianos puedan concentrar sus esfuerzos en la Palabra de
Dios y en la oración” (Ben Merkle, p. 238).

(10) Dada la falta de contenido específico en cuanto a los deberes de un diácono, me parece que cada iglesia
debe conservar la libertad para determinar el alcance de la responsabilidad delegada a aquellos que están
designados para este cargo. En otras palabras, cada iglesia debe decidir por sí misma cuáles son las
necesidades que requieren el aporte y la supervisión de los diáconos. Esto probablemente variará de una
iglesia a otra. ¿Cuáles son algunos deberes de los que los diáconos podrían ser responsables hoy en día? Es
probable que asuman cualquier tarea que no esté directamente relacionada con la enseñanza o el gobierno de
la iglesia local. Ben Merkle enumera las siguientes áreas de ministerio apropiadas para el oficio del diácono:

Instalaciones. Los diáconos podrían ser responsables de la administración básica de la propiedad de la


iglesia. Esto incluiría asegurarse de que el lugar de adoración esté preparado para el servicio de adoración.
Otros deberes pueden incluir limpieza, sistema de sonido, etc.

Benevolencia. De manera similar a lo que ocurrió en Hechos 6 con la distribución diaria a las viudas, los
diáconos deberían participar en la administración de fondos para los necesitados.

Finanzas. Algunos creen que los ancianos deben manejar los asuntos financieros, ya que el dinero para el
alivio de la hambruna que trajeron Pablo y Bernabé fue entregado a los ancianos (Hch. 11:30). Pero mientras
que los ancianos pueden supervisar los asuntos financieros de la iglesia, probablemente es mejor dejar que los
diáconos se encarguen de los asuntos del día a día. Esto incluiría recolectar y contar la ofrenda, mantener
registros, ayudar a establecer el presupuesto de la iglesia, etc.

Ujieres. Los diáconos podrían ser responsables de distribuir boletines, sentar a la congregación, preparar los
elementos para la comunión, etc.

Logística. Los diáconos deben estar disponibles para ayudar en una variedad de formas para que los ancianos
puedan concentrarse en enseñar y pastorear a la iglesia (Merkle, 40 preguntas sobre ancianos y diáconos, p.
241).

Además de lo anterior, los diáconos podrían servir en lo que podría llamarse un diaconado global. Este
ministerio está diseñado para movilizar a los miembros de la iglesia y la comunidad en general para responder
a los desastres naturales donde sea que ocurran. El terremoto en Haití, el tsunami en Japón, los huracanes en
Texas y Florida… estos son solo algunos ejemplos de áreas muy afectadas que requieren asistencia inmediata.
El diaconado global estaría listo en todo momento para hacer lo que se pueda hacer en términos de
proporcionar asistencia en el lugar necesitado, así como apoyo financiero a los más necesitados alrededor del
mundo. También se podría pensar en los diáconos entrevistando a candidatos para el bautismo, administrando
y dirigiendo reuniones de oración, planeando retiros y conferencias, etc.

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