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Michael Mosley
y Peta Bee
EN FORMA EN
10 MINUTOS
¿QUIERES UN CUERPO
ATLÉTICO Y SALUDABLE?
10 minutos × día
3 días × semana
URANO
Argentina – Chile – Colombia – España
Estados Unidos – México – Perú – Uruguay – Venezuela
La presente obra refleja las opiniones e ideas de los autores. Está concebida para facilitar información
útil sobre los temas que se tratan en ella. Se comercializa en el entendimiento de que ni los autores ni
el editor se comprometen a ofrecer servicios médicos, sanitarios o de cualquier otra índole personal o
profesional. El lector deberá consultar a su médico u otro profesional de la salud competente en este
ámbito antes de poner en práctica cualquiera de las sugerencias de este libro o sacar cualquier
conclusión del mismo.
Editor original: Atria Books, a Division of Simon & Schuster, Inc., New York
Based on the research for Horizon: The Truth About Exercise © BBC 2012
Published by arrangement with the original publisher, Atria Books, a Division of Simon & Schuster,
Inc.
www.edicionesurano.com
Depósito Legal: B 483-2015
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los
titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de
esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático,
así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.
A Clare, Alex, Jack, Daniel y Kate,
que deseo que estén en forma y fuertes.
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Prólogo
Introducción
Capítulo uno: La verdad sobre hacer ejercicio
Capítulo dos: ¿Qué es el Fastejercicio?
Capítulo tres: Fastejercicio: los ejercicios
Capítulo cuatro: Fastejercicio en la práctica
Capítulo cinco: La guía de Michael para mantenerse activo
Capítulo seis: Antes de empezar…
Tablas y resumen de ejercicios
Agradecimientos
Sobre los autores
Fotos
Prólogo
1 En el Reino Unido, los alumnos de carreras universitarias médicas tras los dos primeros años
pueden intercalar estudios de algún curso de especialización en otra universidad, es decir, un
bachelor, previo permiso de su universidad y con el compromiso de regresar a la misma una vez
finalizado éste. (N. de la T.)
2 Conjunto de ciencias y técnicas dedicadas al estudio del sistema constituido por las moléculas que
conforman los intermediarios metabólicos, metabolitos y hormonas que se pueden encontrar en un
sistema biológico. (N. de la T.)
Introducción
La dinamo y el vago
LA MOTIVACIÓN DE MICHAEL
Peta y yo vemos el ejercicio desde perspectivas muy distintas. Ella es una excelente deportista y
lo ha sido desde muy joven. Corre maratones por gusto y le encanta hacer una buena serie de
entrenos intensos. En los últimos veinte años se ha dedicado a pensar, escribir y entrenar a otras
personas para compartir su pasión.
A mí, por el contrario, no me gusta hacer ejercicio. No me da el subidón entrenándome o
esforzándome; yo comparto el punto de vista del astronauta Neil Armstrong que dijo una vez,
«Creo que todo ser humano tiene un número determinado de latidos del corazón. No estoy
dispuesto a malgastar ninguno de los míos corriendo por ahí haciendo ejercicio». O el del actor
Peter O’Toole que dijo, «El único ejercicio que hago es el de caminar detrás de los ataúdes de los
amigos que hicieron ejercicio».
De acuerdo, es una exageración. Ahora que tengo 56 años, me doy cuenta de la necesidad de la
actividad y aprecio el valor que tiene moverse. También comparto la idea de que hemos nacido
para movernos. Cuando estudiaba medicina hacía bastante deporte, iba a correr y a nadar. Luego
empecé a trabajar y ya no encontraba el momento para hacerlo.
No me malinterpretes, no soy un vago total. Me encanta esquiar, me gusta pasear, disfruto
nadando en el mar y me agrada estar activo. Lo que sucede es que no considero esas cosas como
«ejercicio», algo que haces porque crees que has de hacerlo.
Para mí hacer ejercicio significa ir al gimnasio, salir a correr durante bastante rato, aunque haga
frío o llueva, o agotarse en la cinta de correr; supone horas de sudar sobre una bicicleta estática o
levantar pesadas mancuernas, seguido de esos momentos de incredulidad en los que te subes a la
báscula y te das cuenta de que apenas has perdido medio kilo. Mi idea de hacer ejercicio implica
esfuerzo, algo que se ha de hacer por obligación, no por devoción.
Si voy a hacer ejercicio quiero que sea breve, intenso y fácil, para que acabe pronto. Esto fue lo
primero que me atrajo del EAI, además de los fundamentos científicos que lo respaldan. Peta,
como podrás suponer, llegó al EAI por otras razones.
LA MOTIVACIÓN DE PETA
A diferencia de Michael, a mí me encanta hacer deporte y cómo me siento cuando lo hago. Me
gusta poner a prueba mi resistencia y mi fuerza, y me encanta la fatiga que se experimenta
después de haber trabajado duro físicamente.
Mi romance con el deporte empezó cuando empecé a practicar atletismo en la escuela primaria:
un comienzo que con el tiempo me conduciría a correr representando a Gales en mi adolescencia
y cuando era veinteañera. Mi pasión por comprender cómo responde el cuerpo al esfuerzo intenso
y cómo podemos seguir avanzando para superar nuevos límites fue lo que me animó a estudiar
ciencias del deporte en la universidad. Durante esa etapa aprendí los principios básicos de la
fisiología y de la biomecánica que fueron los que cimentaron mi visión de lo que es estar en buena
condición física y cómo conseguirlo. La condición física acabó convirtiéndose en el objetivo
principal de mi carrera como periodista, y llevo veinte años escribiendo sobre ciencias del
deporte, fitness y su efecto sobre la salud y la longevidad.
En cuanto al EAI, en todos mis años de deportista y de estudio de la práctica de hacer ejercicio,
no he encontrado nada que se acerque más a producir los beneficios físicos y mentales del mismo.
En cierto modo creo que soy el mejor ejemplo de toda una vida como practicante de los
Fastejercicios, aunque no me había dado cuenta de ello hasta ahora. Mi iniciación al concepto de
sesiones intensas de esfuerzo con breves periodos de recuperación se produjo cuando empecé los
entrenamientos de atletismo. Varias veces a la semana hacía carreras de velocidad, recorría la
pista haciendo carreras de velocidad, práctica que he seguido haciendo con distintos grados de
intensidad cuando corro por montaña, alrededor de un campo de fútbol, entre farolas y junto a
hileras de árboles.
Ahora que tengo 45 años y soy una ocupada madre trabajadora, ya no tengo tiempo o, para ser
sincera, ganas de dedicar más de una hora al día a hacer ejercicio. Sí, quiero compensar el
aumento de peso propio de la mediana edad, encontrarme bien y, por supuesto, tener el mejor
aspecto posible. Y quiero un cuerpo que tenga un buen rendimiento, pero lo quiero rápido. Éste es
el mayor atractivo que tiene el EAI para mí. Si quieres descubrir una forma de estar en forma
rápidamente, con la menor dedicación posible de tiempo, sigue leyendo.
La verdad sobre
hacer ejercicio
El ejercicio y la longevidad
Una de las cosas que todos esperamos de hacer ejercicio con regularidad es
vivir más y más sanos. Pero ¿qué cantidad de actividad y qué tipo de
ejercicio deberíamos hacer?
Gracias a un análisis reciente de 22 estudios independientes1en los que se
hizo un seguimiento a casi un millón de personas de Europa, Norteamérica,
Asia Oriental y Australasia, sabemos que una persona sedentaria que
abandona su sofá y empieza a hacer unas 2,5 horas de actividad moderada a
la semana (caminar, ciclismo, correr, nadar) puede esperar una reducción de
un 19% de su riesgo de mortalidad.
Esto impresiona bastante y es el tipo de cifra que divulgan los expertos
con la esperanza de animar a las personas a moverse más. El problema es
que no es así. A pesar de las numerosas campañas que hace la sanidad
pública, la mayoría de los europeos y norteamericanos ni siquiera se
acercan a las 2,5 horas de actividad moderada a la semana. Menos del 20%
de las personas hacemos algo que se parezca a los niveles de actividad
recomendados.
Hay muchos obstáculos para que seamos más activos (la excusa más
común es la falta de tiempo), pero también creo que la forma en que se
presentan los beneficios de hacer ejercicio no es especialmente atractiva o
convincente.
«Riesgo de mortalidad», por ejemplo, es un concepto difícil de entender
y no supone una gran motivación. Para entender mejor lo que significa
«riesgo de mortalidad», le pedí a un amigo estadista que intentara explicarlo
de un modo más comprensible.
Tras hacer varios cálculos llegó a la conclusión de que si normalmente no
te movías, pero de pronto empiezas a hacer veinte minutos de ejercicio al
día, eso sumará unos 2,2 años a tu esperanza de vida.
Sumar 2,2 años de esperanza de vida parece razonable, pero si para ello
he de hacer 2,5 horas de ejercicio a la semana y no me entusiasma hacerlo,
¿es realmente una buena forma de invertir mi tiempo? ¿Y si hago más
obtendré más beneficios?
Afortunadamente, hay otra forma más interesante de contemplar estos
datos. Se denomina microvidas, y es un concepto creado por el profesor
David Spiegelhalter de la Universidad de Cambridge. Es un atrevido intento
de transformar estudios complejos en hechos fáciles de entender.
Lo que descubrió el profesor Spiegelhalter es que una vez llegas a los
veinticinco años puedes esperar vivir otros 57 años. Cincuenta y siete años
se traduce convenientemente en medio millón de horas, o en un millón de
trozos de vida de 30 minutos. A estos trozos de vida de 30 minutos los
llama microvidas.
El profesor Spiegelhalter, basándose en esta idea, empezó a realizar
muchos estudios2 y a calcular el número de microvidas que ganas o pierdes
realizando toda una serie de actividades distintas. Fumar 20 cigarrillos al
día, por ejemplo, acorta tu esperanza de vida en unos ocho años. Eso
significa que cada paquete de cigarrillos que fumas reducirá tu vida en unas
10 microvidas o unas cinco horas.
Por otra parte, con cada ración de fruta y verduras que comes sumas poco
menos de una microvida; por lo tanto, si comes las cinco raciones diarias
recomendadas al día deberías conseguir unos cuatro años más de vida,
principalmente porque has reducido tu riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares.
Me alegró descubrir que, según el New England Journal of Medicine,
beber una cantidad moderada de café es bueno para la salud. De hecho,
resulta que beber de 2 a 3 tazas de café al día (y no parece importar
demasiado que sea con cafeína o descafeinado) sumará una microvida:
posiblemente, gracias al efecto antioxidante de sus flavonoides. Esto
significa que las dos tazas de café que me tomo por la mañana no sólo me
despiertan y me suben el ánimo, sino que son un tiempo bien empleado.
Si paso diez minutos bebiendo café y cada vez que me tomo una taza
estoy sumando unos 30 minutos a mi vida, entonces me parece un gran
negocio. (Por desgracia, si te pasas bastante de las tres tazas al día, los
beneficios empiezan a desaparecer.)
Entonces, ¿qué ventajas tiene hacer ejercicio en comparación con beber
café o comer verduras? Bastantes, al menos de entrada. Si eres un vago y
empiezas a moverte durante 20 minutos al día, eso te aportará dos
microvidas: una hora extra de vida.
Pero los beneficios de hacer más ejercicio, al menos en lo que a
esperanza de vida se refiere, se reducen escandalosamente. Esto no es una
relación lineal. Si decides hacer una hora de ejercicio al día, no te sumará
seis microvidas. Los 40 minutos extras de ejercicio te sumarán como mucho
una microvida más.
Es decir, después de los primeros veinte minutos, los veinte siguientes de
ejercicio moderado sólo te aportarán 15 minutos más de vida. Si te pasa
como a mí, que no disfrutas de esos veinte minutos extras, empezarás a
verlos como una mala inversión.
Todo esto es un poco artificial porque existen costes y beneficios claros
que no se reflejan en las estadísticas de mortalidad. Por ejemplo, si fumo 20
cigarrillos al día, no sólo moriré más joven sino que probablemente pasaré
las últimas décadas de mi vida tosiendo, roncando y con un mal estado de
salud generalizado. Asimismo, si hago ejercicio con regularidad es probable
que esté más activo, alerta y que tome menos medicamentos cuando sea
mayor. Lo cierto es que la mayoría sabemos lo que preferimos.
Capacidad aeróbica
La capacidad aeróbica se refiere a la resistencia o capacidad para seguir
haciendo jogging o correr. Es una forma de medir la fortaleza de tu corazón
y de tus pulmones y cómo responden a las situaciones de estrés.
La forma más conocida de medir la capacidad aeróbica es el VO2 máx.
Es la cantidad máxima de oxígeno que puede consumir tu cuerpo mientras
haces ejercicio intenso. El VO2 máx. también se puede considerar una
forma de observar con qué eficacia tu corazón y tus pulmones absorben y
procesan el oxígeno dentro de tu cuerpo, es decir, la potencia de tu motor.
El VO2 máx. no es sólo una forma de valorar tu condición física, sino un
importante indicador de tu salud en el futuro. Nos preocupamos por el
colesterol, el alcohol, por el sobrepeso. Sin embargo, nada de esto es tan
importante como tu VO2 máx. Las personas con una buena capacidad
aeróbica tienen muchas menos probabilidades de desarrollar enfermedades
cardiovasculares, cáncer, diabetes o demencia.
Como veremos en los últimos capítulos, el VO2 máx. de la mayoría de
las personas responde a hacer ejercicio con una espectacular subida,
especialmente, si se trata de ejercicio intenso. La mejor forma de medir tu
capacidad aeróbica es en un laboratorio o en un gimnasio, pero también hay
formas para hacerlo tú mismo, que indicamos al final del libro.
Tolerancia a la glucosa
En 1922, tres científicos que se llamaban Banting, Best y Collip fueron a
una sala de pediatría donde había niños en coma y en estado terminal. Les
inyectaron una sustancia que acababan de extraer del páncreas del feto de
una ternera. Antes de llegar al último niño, los primeros en recibir la
sustancia empezaron a salir de sus estados de coma. Sus padres, a los que se
les había dicho que no se podía hacer nada, lloraron de emoción y de
asombro. Fue un momento de gloria en la larga historia de la medicina, un
milagro. La sustancia que les inyectaron era insulina.
La razón por la que esos niños estaban en coma era porque tenían
diabetes de Tipo 1. Se estaban muriendo porque sus cuerpos ya no podían
producir más insulina. Ésa era la causa de que sus niveles de glucosa en
sangre se hubieran disparado y estuvieran fuera de control.
Antes de identificar, extraer y purificar la insulina, poco se podía hacer
por los niños con diabetes de Tipo 1. Antes de entrar en coma y morir
tenían mucha hambre y mucha sed. Lo único que parecía tener algún efecto
era una restricción severa de calorías.
La culpa era de la glucosa. La glucosa es una parte esencial de nuestras
vidas, el principal combustible que utilizan nuestras células para obtener
energía. Pero la glucosa también es tóxica. Los valores persistentemente
altos de glucosa están asociados a todo tipo de consecuencias
desagradables, desde un mayor riesgo de padecer diabetes, ceguera,
insuficiencia renal y cardiopatías, hasta amputaciones, cáncer, demencia y
muerte.
Afortunadamente, el páncreas de la mayoría de las personas responde a
un pico de glucosa segregando insulina. La insulina es una buena
controladora del azúcar; ayuda a extraer la glucosa de la sangre y la
almacena en lugares como el hígado o los músculos en una forma estable
denominada glucógeno, para utilizarlo cuando se necesite.
Lo que ya no es tan conocido es que la insulina también es una buena
controladora de las grasas. Inhibe la lipolisis, la liberación de grasa
almacenada en el cuerpo. Un nivel alto de insulina conduce al aumento de
grasa almacenada, un nivel bajo conduce a la reducción de la misma.
El problema de la dieta occidental, saturada de grasas y azúcares,
alimentos y bebidas ricos en carbohidratos, es que obliga a tu páncreas a
segregar cada vez más insulina. Este extraordinario órgano cumplirá con su
función mientras pueda, pero una vez se haya agotado simplemente se
rendirá. En ese momento eres diabético.
Los índices de diabetes a nivel mundial se han multiplicado por diez en la
última década y ahora hay al menos 285 millones de diabéticos, la mayoría
de Tipo 2. A diferencia de la de Tipo 1, que suele manifestarse en la
infancia, la de Tipo 2 suele ser el resultado del sobrepeso y el sedentarismo.
Para el año 2030, se calcula que habrá al menos 500 millones de personas
con diagnóstico de diabetes, y el mismo número de personas con diabetes
sin diagnosticar.
Si comparas estas cifras con las que encontrarás en las páginas web de
Internet donde sólo te calculan el total de calorías quemadas, verás que
éstas son bastante más bajas.11
El único hecho que puede consolarnos respecto a estas fórmulas es que
cuanto más pesas más calorías eliminas. Cuando corrí con Keith, pesaba
180 libras (81,64 kilos), lo que significaba que mi CNQ por correr una milla
era de unas 126 calorías. Desde entonces he bajado a 160 libras (72,57
kilos) (con el ayuno intermitente), así que ahora quemaría 112 calorías
recorriendo la misma distancia.
Mi esposa, que pesa 120 libras (54,43 kilos), sólo quemaría 78 calorías
corriendo una milla, 48 calorías caminando una milla. La vida es injusta.
Veamos ahora qué distancia tendría que correr o caminar para quemar
algunos de los tentempiés o bebidas típicos.
Resumen
Es evidente que hacer ejercicio es bueno —para nuestro estado de ánimo,
nuestra salud en general y nuestro cerebro— pero no es una garantía para
perder peso. Esto se debe a:
≠ La forma tradicional de hacer ejercicio a baja intensidad para perder grasa no
compensa el tiempo que empleamos en ella.
≠ Si vas a adelgazar y quieres conservar tu nuevo peso, hacer ejercicio no basta,
también tienes que reducir tu ingesta de calorías.
≠ Tras una sesión de ejercicio, se tiende a comer para compensar. Procura no
boicotear los efectos positivos del ejercicio que has hecho tomándote un
tentempié hipercalórico.
≠ También es más probable que reduzcamos la cantidad de actividad que hacemos
después de haber hecho ejercicio. Cuidado con el sedentarismo compensatorio…
¡No te preocupes! Es posible estar más en forma y perder grasa. Sigue
leyendo.
1 James Woodcock y col., «Non-vigorous physical activity and all-cause mortality: systematic review
and meta-analysis of cohort studies». International Journal of Epidemiology, 40, n.º 1 (2011), pp.
121-138.
2 David Spiegelhalter, «Using speed of ageing and “microlives” to communicate the effects of a
lifetime habits and environment». BMJ 345 (2012), doi: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.e8223.
3 Stanley J. Colcombe y col., «Aerobic Exercise Training Increases Brain Volume in Aging
Humans». Journal of Gerontology: Medical Sciences 61A, n.º 11 (2006): pp. 1.166-1.170.
4 Laura DeFina y col., «The Association Between Midlife Cardiorespiratory Fitness and Later-Life
Dementia: A Cohort Study». Annals of Internal Medicine 158, n.º 3 (2013): pp. 162-168.
doi:10.7326/0003-4819-158-3-201302050-00005.
6 James H. O’Keefe y Carl J. Lavie, «Run for your life… at a comfortable speed and not too far».
Heart (2012), doi:10.1136/heartjnl-2012-302886.
7 Peter Schnohr y col., «Longevity in Male and Female Joggers: the Copenhagen City Heart Study».
American Journal of Epidemiology 177:7 (2013): 683-689, doi:10.1093/aje/kws301.
8 Raymond Noordam y col., «High serum glucose levels are associated with a higher perceived age».
Age: Journal of the American Aging Association 35, n.º 1 (2011): pp. 189-195.
9 Mehrdad Heydari, Judith Freund y Stephen H. Boutcher, «The Effect of High-Intensity Intermittent
Exercise on Body Composition of Overweight Young Males», Journal of Obesity 2012 (2012):
doi:10.1155 /2012 /480467.
10 John M. Jakicic y col., «Effect of exercise on 24-month weight loss maintenance in overweight
women». Archives of Internal Medicine 168, n.º 14 (2008): pp. 1.550-1.559.
11 Adapted from Cameron Hall y col., «Energy expenditure of walking and running: comparison
with prediction equations». Medicine & Science in Sports & Exercise 36, n.º 12 (2004): pp. 2.128-
2.134.
12 E. G. Trapp y col., «The effects of high-intensity intermittent exercise training on fat loss and
fasting insulin levels of young women.» International Journal of Obesity 32 n.º 4 (2008): pp. 684-
691, doi:10.1038/sj.ijo.0803781.
13 D. M. Thomas y col., «Why do individuals not lose more weight from an exercise intervention at
a defined dose? An energy balance analysis». Obesity Reviews 13, n.º 10 (2012): pp. 835-847.
15 Surabhi Bhutani y col., «Alternate day fasting and endurance exercise combine to reduce body
weight and favorably alter plasma lipids in obese humans». Obesity 21, n.º 7 (2013): pp. 1.370-1.379.
CAPÍTULO DOS
¿Qué es el
Fastejercicio?
El Fastejercicio y la grasa
El otro aspecto positivo de las mitocondrias es que queman grasa. De modo
que si el EAI genera más mitocondrias, debería ayudar a quemar más grasa.
Pero ¿existen pruebas? Bien, regresemos de nuevo al estudio realizado en
Australia —donde distribuyeron aleatoriamente a 45 mujeres en grupos de
3 sesiones de 40 minutos de bicicleta a intensidad moderada por semana
(véase aquí) o tres sesiones de 20 minutos de bicicleta7 con intervalos de
alta intensidad.
Las mujeres a las que les tocó el grupo de alta intensidad alternaron ocho
segundos de sprint con doce segundos de pedaleo suave. Empezaron con
cinco minutos por sesión hasta llegar a los veinte minutos por sesión.
Al final de las quince semanas ambos grupos estaban más en forma, tal
como se constató por el incremento de su capacidad aeróbica o VO2 máx.,
pero tan sólo adelgazaron las del grupo de alta intensidad. Las mujeres
perdieron un promedio de 2,5 kilos, pero dentro de este promedio hubo
muchas variaciones. Algunas mujeres adelgazaron hasta 8 kilos, mientras
que unas pocas perdieron muy poco. Las que adelgazaron poco eran las que
no tenían grasa que quemar. Las mujeres con más peso al inicio del estudio
fueron las que más grasa habían perdido al finalizar el mismo.
Sin embargo, las mujeres que pedalearon haciendo ejercicio normal con
una intensidad moderada, a pesar de haber pasado el doble de tiempo sobre
sus bicicletas, aumentaron un poco de peso y estaban ligeramente más
gordas.
No obstante, la buena noticia que reveló este estudio fue que las mujeres
que hicieron EAI no sólo perdieron grasa de sus muslos, como cabía
esperar, sino también de su abdomen. Se produjo una reducción de la grasa
abdominal acompañada de un descenso de hasta un 31% de la insulina en
ayunas.
Si te estás preguntando si con los hombres sucede lo mismo, el equipo de
investigación realizó un estudio similar con jóvenes que tenían sobrepeso.
Eligieron a 46 jóvenes sedentarios con sobrepeso (de unos 25 años) y les
asignaron 3 sesiones de 20 minutos a la semana sobre una bicicleta estática.
Igual que las mujeres tras un breve calentamiento tenían que hacer un sprint
de ocho segundos, luego pedalear suave durante doce segundos. Lo que
pretendían era que alcanzaran del 80 al 90% de su frecuencia cardiaca
máxima y la mantuvieran, mientras hacían el sprint. En los hombres esto
suponía alcanzar una frecuencia cardiaca de aproximadamente 160
pulsaciones por minuto.8
Al cabo de 6 semanas no observaron demasiados cambios en su
porcentaje de grasa corporal, lo cual debió de ser bastante frustrante. No
obstante, a partir de entonces se empezaron a notar los cambios. Al final de
las doce semanas la capacidad aeróbica de los jóvenes había aumentado en
un 15% y habían perdido un promedio de 2 kilos de grasa. Lo mejor de todo
es que gran parte de la grasa que perdieron fue de la barriga (la grasa
visceral descendió en un 17%) y habían desarrollado músculo.
En comparación con las mujeres australianas que habían hecho un
programa parecido, habían desarrollado mucho más músculo, especialmente
en los muslos. También habían conseguido hacerlo en menos tiempo, pues
esta prueba duró doce semanas en lugar de quince.
En otro estudio de la Universidad de Ontario,9 diez hombres y diez
mujeres fueron asignados aleatoriamente a grupos de EAI o de carreras
largas tres veces a la semana durante seis semanas. A diferencia de los
voluntarios australianos, que hicieron ocho segundos de pedaleo intenso
seguidos de doce segundos de pedaleo suave, a estos voluntarios se les
pidió que realizaran de 4 a 6 sprints de 30 segundos con un periodo de
recuperación de cuatro minutos entre cada uno.
Al grupo de control se le pidió que corriera sobre cinta durante 60
minutos a ritmo regular incrementando su frecuencia cardiaca
aproximadamente un 65% como máximo.
Al final de la prueba, los corredores de ritmo moderado habían perdido
algo de grasa, mientras que los que siguieron el programa de EAI habían
perdido más del doble, la impresionante cifra de 12,4% de grasa corporal. Y
lo habían conseguido en el mínimo tiempo.
El EAI y el apetito
Cualquier tipo de ejercicio te ayudará a quemar algo de grasa; pero como ya
hemos visto, a menos que también reduzcas la ingesta de calorías no te
servirá para adelgazar. Entonces, ¿cuál es el efecto del EAI sobre el apetito?
En un ensayo realizado en 201110 se pidió a 15 adolescentes obesos
franceses que pasaran unos días en una cámara metabólica, una habitación
equipada con una cama, una televisión, aseo, bicicleta estática y poco más.
Los científicos pudieron observar detenidamente lo que hacían los
muchachos y lo que le estaba sucediendo a sus metabolismos.
A las 08.00 horas los jóvenes entraban en la cámara y tomaban un
desayuno rigurosamente calculado. Al cabo de un par de horas se les pedía
que realizaran una sesión de bicicleta pedaleando a alta o baja intensidad
(tenían que alternar: a un día de intensidad «alta» le seguía uno de «baja» o
viceversa). Tanto si pedaleaban a alta como a baja intensidad, los jóvenes
tenían que continuar hasta quemar exactamente 330 calorías.
A los treinta minutos de haber hecho ejercicio se les ofrecía comer en un
bufé libre. Los bufés libres son un instrumento de investigación habitual
porque las personas se sirven lo que quieren y no están influenciadas por la
cantidad de comida que les ofrece otra persona.
Después de comer, se les pedía que no hicieran nada más durante el resto
del día, antes de volver a comer a su antojo en el bufé de la noche. Luego se
iban a dormir.
Los muchachos escribieron en sus diarios que no notaron ninguna
diferencia en su apetito después de hacer ejercicio a diferente intensidad,
tampoco cambiaron conscientemente la cantidad que comían.
Sin embargo, los días en que hacían ejercicio de alta intensidad comían
bastante menos en las dos comidas en los bufés que cuando lo hacían a baja
intensidad.
A la hora de comer, por ejemplo, los muchachos comieron un 10%
menos después de haber hecho bicicleta a alta intensidad que después de
una sesión a menor intensidad. Lo más sorprendente fue el bufé de la noche,
donde comieron un 20% menos que en los días menos activos.
El resultado de este estudio coincide con el de otros estudios, donde se ha
descubierto que los efectos sobre el apetito de hacer ejercicio a alta
intensidad alcanzan su cúspide unas siete horas después de haberlo hecho.
Por lo tanto parece que el EAI reduce el apetito, al menos durante un
tiempo. Por desgracia su efecto es efímero. A la mañana siguiente (a las 24
horas de haber hecho ejercicio) los jóvenes desayunaban sin privarse de
nada tanto si habían hecho ejercicio el día anterior como si no.
Los investigadores de este estudio en particular no están del todo seguros
de las razones por las que hacer ejercicio a alta intensidad reduce el apetito.
Piensan que puede deberse al efecto que tiene sobre las hormonas que
regulan el apetito, como el PYY (véase recuadro aquí), un péptido similar al
glucagón como el péptido 1 o la leptina. También reconocen que «todavía
quedan preguntas respecto a si se puede mantener el efecto anorexia del
EAI [anorexia, como pérdida de apetito] durante un entrenamiento
prolongado».
Entonces, ¿produce realmente el EAI una pérdida duradera del apetito?
La respuesta inmediata es que todavía no lo sabemos; todavía no se han
realizado suficientes pruebas de larga duración. Pero los resultados de los
dos estudios australianos que he mencionado antes, de tres meses de
duración y en los que el EAI condujo a una significativa reducción de la
grasa, parecen indicar que así es.
Otro dato interesante es el de otro grupo de investigadores australianos
que observaron que cuanto más intenso era el ejercicio, durante más tiempo
reducía el apetito. Seleccionaron hombres jóvenes de unos veinte años que
tenían sobrepeso y les hicieron pedalear sobre una bicicleta estática durante
30 minutos, con un minuto de pedaleo a alta intensidad seguido de cuatro
minutos de pedaleo suave.
Sin embargo, esta vez añadieron un cuarto día en que los hombres se
sometieron a una versión de EAI mucho más dura: pedalear con la máxima
resistencia 15 minutos y a continuación un minuto de descanso, así durante
media hora. A esto lo denominaron intensidad muy alta o IMA.
Después de cada sesión tomaban un alimento líquido que contenía 300
calorías. Luego, al cabo de una hora les daban gachas cocidas con leche y
les decían que comieran cuanto quisieran hasta que se notaran
«agradablemente llenos».
Los resultados publicados en el International Journal of Obesity11
revelaban que los jóvenes comían menos calorías después de haber
realizado ejercicio de alta intensidad (621 calorías) y de intensidad muy alta
(594 calorías) que después de una sesión de ejercicio moderado (710
calorías).
Lo más alentador fue que los hombres dijeron que al día siguiente de
hacer ejercicio de alta intensidad comían menos calorías (2.000 calorías)
que después de una sesión moderada (2.300 calorías) o después de
descansar (2.600 calorías). Como he dicho antes, esto parece indicar que
hacer ejercicio a intensidad muy alta tiene un efecto más duradero sobre la
supresión del apetito, puede incluso alargarse hasta el día siguiente.
También descubrieron algunos cambios significativos en los análisis de
sangre de los voluntarios. Por ejemplo, el número de ghrelin, una hormona
que despierta el apetito, se reducía más después de hacer ejercicio intenso
que después de sesiones de ejercicio más tranquilas y también había índices
más elevados de lactato, que reduce el apetito.
Otro hallazgo positivo fue que a pesar de que el EAI requería un
esfuerzo, los voluntarios dijeron que se lo pasaron mejor con la versión
intensa de los ejercicios.
Mi glucosa y yo
A menos que seas perseverante, los beneficios de cualquier programa de ejercicios desaparecerán
si dejas de hacerlos. Para averiguar con qué rapidez sucede eso, a principios de 2012 interrumpí el
EAI. En un par de meses mis valores de glucosa en sangre habían vuelto a rozar los límites de la
prediabetes.
Entonces, en vez de retomar el EAI decidí convertirme de nuevo en el protagonista de otro
documental en el que probé el AI o ayuno intermitente. Tal como describo en mi libro La Dieta de
los Dos Días, con este régimen adelgacé 9 kilos, la mayor parte de grasa, y mi glucosa en sangre
volvió a la normalidad.
Actualmente mantengo mi peso y mis niveles de glucosa gracias a la combinación de ayuno
intermitente y Fastejercicio.
La mala noticia fue que a pesar de que había conseguido pedalear más y
con más intensidad que en mi anterior visita, y que me sentía bien, mi
capacidad aeróbica no había mejorado significativamente. A pesar de
someterme al protocolo, mi corazón y mis pulmones no parecían estar en
mejor forma que antes de haber empezado con el EAI.
Aunque Jamie me había advertido de que podía sucederme esto, supuso
una desagradable sorpresa para mí.
Entonces, ¿por qué el EAI no mejoró mi capacidad aeróbica como había
mejorado mi sensibilidad a la insulina? ¿Por qué funciona mejor en unas
personas que en otras? La respuesta como suele suceder está en los genes.
1 Herman Pontzer y col., «Hunter-Gatherer Energetics and Human Obesity». PLoS ONE 7, n.º 7
(2012): doi:10.1371 journal.pone.0040503.
2 James H. O’Keefe y col., «Achieving Hunter-gatherer Fitness in the 21st Century: Back to the
Future». The American Journal of Medicine 123, n.º 12 (2010): pp. 1.082-1.086, doi:10.1016
/j.amjmed.2010.04.026.
3 Burgomaster, Kirsten A. y col. «Six sessions of sprint interval training increases muscle oxidative
potential and cycle endurance capacity in humans». Journal of Applied Physiology 98, n.º 6 (2005)
pp. 1.985-1.990, doi:10.1152/japplphysiol.01095.2004
4 Las siglas en ingles son SIT (Sprint Interval Training), sit en inglés significa sentarse. (N. de la T.)
5 Martin J. Gibala y col., «Short-term sprint interval versus traditional endurance training: similar
initial adaptations in human skeletal muscle and exercise performance». September 15, 2006 575, n.º
3 (2006): pp. 901-911, doi:10.1113 /jphysiol.2006.112094.
8 Mehrdad Heydari, Judith Freund y Stephen H. Boutcher, «The Effect of High-Intensity Intermittent
Exercise on Body Composition of Overweight Young Males», Journal of Obesity 2012 (2012):
doi:10.1155/2012/480467.
9 Rebecca E. K. Macpherson y col., «Run Sprint Interval Training Improves Aerobic Performance
but Not Maximal Cardiac Output». Medicine & Science in Sports & Exercise 43, n.º 1 (2011): pp.
115-122, doi:10.1249/MSS.0b013e3181e5eacd.
10 David Thivel y col., «The 24-h Energy Intake of Obese Adolescents Is Spontaneously Reduced
after Intensive Exercise: A Randomized Controlled Trial in Calorimetric Chambers». PLoS ONE 7,
n.º 1 (2012), doi:10.1371/journal.pone.0029840.
11 Aaron Y. Sim y col., «High-intensity intermittent exercise attenuates ad-libitum energy intake».
International Journal of Obesity (2013): doi:10.1038/ijo.2013.102.
12 Laura Karavita y col., «Individual responses to combined endurance and strength training in older
adults.» Medicine & Science in Sports & Exercise 43, n.º 3 (2011): pp. 484-490,
doi:10.1249/MSS.0b013e3181f1bf0d.
13 Christian M. O’Connor y col., «Efficacy and Safety of Exercise Training in Patients With Chronic
Heart Failure: HF-ACTION Randomized Controlled Trial». JAMA 301, n.º 14 (2009): pp. 1.439-
1.450, doi:10.1001/jama.2009.454.
15 Philippe Meyer y col., «High-Intensity Aerobic Interval Exercise in Chronic Heart Failure».
Current Heart Failure Reports 10, n.º 2 (2013): pp. 130-138, doi:10.1007/s11897-013-0130-3.
CAPÍTULO TRES
Fastejercicio:
los ejercicios
El calentamiento:
La mayor parte de los estudios sobre el EAI se basan en calentamientos de
2 a 5 minutos de actividad específica suave (como caminar o correr si haces
carreras de velocidad, pedalear si haces ciclismo, nadar si estás en una
piscina). Algunos entrenadores creen que no hace falta tanto. No existen
reglas claras.
Michael hace el calentamiento en un minuto para sus sesiones de
bicicleta, a veces en menos tiempo. Yo prefiero emplear de 5 a 10 minutos
para los ejercicios de correr. Literalmente, un calentamiento debería
calentar el cuerpo para incrementar el flujo sanguíneo y aflojar los
músculos para garantizar que estén listos para la actividad. Los músculos
calientes extraen el oxígeno de la sangre con más facilidad y desencadenan
las reacciones químicas necesarias para generar energía con mayor
eficiencia. Ninguno de los ejercicios que presentamos en las páginas
siguientes debe realizarse sin una preparación previa; el tiempo que
emplees en la misma depende de ti.
Estiramientos
Se cree que el estiramiento estático —el que implica mantener una postura,
como una flexión hacia delante tocándote los dedos de los pies— flexibiliza
más los músculos, los prepara para la actividad y reduce el riesgo de
lesiones. Sin embargo, esa creencia tan arraigada no parece tener una base
científicamente probada. De hecho, el tipo de ejercicios que la mayoría
pensamos que deberíamos hacer antes de hacer una sesión de ejercicio —
tocarse los dedos de los pies con las manos o estiramiento de las corvas—
no tienen ventajas obvias y pueden ser perjudiciales.
Cuando el doctor Ian Shrier, del Centro de Epidemiología del Hospital
General Judío de Montreal, analizó las pruebas de los estiramientos de
calentamiento para The Physician and Sports Medicine Journal hace
algunos años,1 descubrió que hacer estiramientos justo antes de una sesión
de gimnasia reducía la potencia muscular. Los efectos eran leves y
temporales, pero lo suficientemente importantes para que Shrier, antiguo
presidente de la Academia Canadiense de Medicina Deportiva y del
Ejercicio, recomendara no hacer estiramientos como calentamiento.
También está la pregunta de si los estiramientos evitan lesiones. La
mayoría de los estudios parecen indicar que no es así. Un artículo sobre este
tema publicado en Sports Medicine2 plantea que si el deporte que practicas
requiere arranques y detenciones en seco (p. ej., fútbol) puede que los
estiramientos te ayuden; pero si lo que haces es correr, jogging o nadar,
existen suficientes pruebas que demuestran que los estiramientos «no tienen
efectos favorables para la prevención de lesiones».
Si quieres estirarte antes de empezar, hazlo con movimientos dinámicos
como círculos con los brazos y zancadas laterales. Los movimientos
dinámicos envían un mensaje desde el cerebro a los músculos que dice,
«Estamos listos para trabajar». Los estiramientos estáticos, por el contrario,
activan una respuesta inhibitoria en el cerebro. Para deportes como el
fútbol, los estiramientos dinámicos pueden suponer dar unos cuantos
pelotazos o driblear.
El enfriamiento:
Sobre el valor del enfriamiento se han realizado muchos menos estudios y,
de todos modos, los que se han hecho han dado pocas pruebas. Tras una
sesión de ejercicio intenso es mejor no dejar de moverse de golpe. Cuando
haces ejercicio duro, el corazón tiene que bombear mucho más deprisa y los
vasos sanguíneos se dilatan, lo que aporta un mayor flujo sanguíneo a las
piernas y a los pies. Si paras de repente, la sangre puede empezar a
acumularse en los miembros inferiores, provocando una sensación de
mareo.
Michael hace su EAI principalmente en la bicicleta y dedica más o
menos un minuto a pedalear suavemente después de una sesión de pedaleo
intenso para que su presión sanguínea y frecuencia cardiaca regresen a la
normalidad. A mí, sin embargo, me gusta dedicar al menos cinco minutos
después del Fastejercicio a hacer la misma actividad a un ritmo más lento.
A mí me reequilibra hacerlo.
Ciclismo
Correr
Bicicleta elíptica
Nadar
La resistencia natural del agua es lo que hace que nadar sea un deporte
físicamente duro, y cuanto más rápido intentes nadar, más duro será el
trabajo que realizar. Nadando se utilizan muchos músculos, pero es
importante que cambies el tipo de brazada de vez en cuando. Aquí en vez
de guiarte por el tiempo, puede que te resulte más fácil hacerlo por
distancias. Una distancia de 25 metros a toda velocidad es comparable a un
sprint de unos 30-40 segundos. Empieza nadando todo lo rápido que puedas
durante 25 metros en unos 20 segundos, aumenta gradualmente tu velocidad
cuando estés más en forma.
Remo
Saltar a la cuerda
Los ejercicios
En las páginas siguientes presento una serie de ejercicios de Fastfitness.
Entre Michael y yo hemos practicado y probado todas las variantes. Cada
uno tenemos nuestras favoritas entre las opciones que ofrecemos a
continuación. Y los dos tenemos ejercicios que sentimos que aportan
beneficios aunque no siempre nos entusiasme la idea de completarlos.
Recuerda: el malestar (nos referimos a resoplar, jadear, agujetas y fatiga
general) es temporal. En menos tiempo del que necesitas para ir al gimnasio
en coche desaparecerá.
Los ejercicios siguientes idealmente deberías practicarlos 2 o 3 veces a la
semana. Los hemos ordenado aproximadamente por el tiempo que has de
emplear en hacer la parte intensa de los mismos. La cantidad total de
tiempo que dedicas realmente a cada ejercicio dependerá de una serie de
factores, incluida la cantidad de tiempo que dediques al calentamiento y al
enfriamiento.
La intensidad del ejercicio es cosa tuya; un monitor de frecuencia
cardiaca te indicará cuánto te estás esforzando, pero lo importante es
empezar despacio e ir aumentando gradualmente la intensidad para que tu
cuerpo tenga tiempo para adaptarse. No te pases el primer día.
La práctica mínima
40 segundos de ejercicio intenso (2×20 segundos) Total: 4-6 minutos,
incluida la recuperación
El ejercicio de 60 segundos
2,5 minutos de ejercicio intenso
Total: 10-11 minutos, incluidos 8 minutos de recuperación
El quemagrasas
8 minutos de ejercicio duro
Total: 20 minutos, incluidos 12 minutos de recuperación
El sprint de 4 minutos
Total: 4 minutos de ejercicio intenso
Fastcaminar
Es un gran recurso que podemos incorporar fácilmente en nuestra vida
cotidiana —caminas para ir a trabajar, para ir y venir de las tiendas— y es
sorprendentemente eficaz. Caminar cuesta arriba lo bastante rápido como
para que se te acelere el pulso es ideal pero también se puede hacer en
llano. Al igual que otras formas de Fastejercicio, el Fastcaminar (donde
alternas rápido con lento) parece que tiene más efecto que el paseo
ordinario de baja intensidad. Los estudios que he analizado (véase aquí)
revelan que hace perder más grasa, mejora la condición física y controla la
glucosa. Los estudios se basan en caminar a paso ligero en sesiones de tres
minutos. Si no estás en forma, empieza por algo más moderado, como
sesiones de 1 a 2 minutos.
≠ Empieza caminando a ritmo normal, solamente para calentarte.
≠ Cuando estés listo, escoge el ritmo. En la escala del IEP (índice de esfuerzo
percibido) donde 1 es poco y 10 es muy duro, deberías llegar a un 6-7, tiene que
ser duro pero a una intensidad que te permita continuar. Luego reduces la marcha
y te concedes al menos tres minutos de caminar más despacio para recuperarte.
≠ Repítelo un par de veces.
≠ Empieza probando con un paseo rápido de 20 minutos un par de veces a la
semana. Cuando estés más en forma, aumenta la distancia del paseo y el número
de veces que aceleras.
Fastfuerza: trabajar
con tu peso corporal
Para obtener los máximos beneficios para la salud has de ejercitar no sólo el
corazón y los pulmones sino también otros grupos musculares mayores. El
Fastfuerza es una forma de circuito de entrenamiento, pero se puede hacer
en casa sin ningún equipo especial y mejor si se hace deprisa. La finalidad
es que trabajes el máximo número de grupos musculares importantes, y
alternarlo con otras actividades de manera que los que no estén trabajando
descansen un poco. Si estás haciendo flexiones de brazos (trabajas la parte
superior de tu cuerpo), a continuación has de hacer un ejercicio que trabaje
el centro (crunches abdominales o encogimientos por ejemplo) o las piernas
(sentadillas).
Asimismo, si has hecho un ejercicio que acelera mucho la frecuencia
cardiaca como saltos de tijera, el siguiente ejercicio debería ser más
tranquilo, como unas sentadillas contra la pared.
Para concentrarlo todo en el mínimo tiempo posible y para que tenga el
mayor impacto metabólico deberías hacer todas las repeticiones posibles de
cada ejercicio en 30 segundos y descansar tan sólo 10 segundos entre cada
uno.
El método del Fastfuerza se basa en un trabajo publicado en el American
College of Sports Medicine’s Health & Fitness Journal8 y ahora es uno de
los regimenes favoritos de Michael.
Este sistema está pensado para combinar el entrenamiento aeróbico y de
resistencia y se puede hacer en cualquier momento, y en cualquier lugar.
Aunque deberías empezar haciendo una sesión de 7 minutos dos veces a la
semana, cuando estés más en forma puedes tratar de encajar otra sesión,
variando los ejercicios. Idealmente deberías hacer unas tres sesiones de
Fastfuerza a la semana en días no consecutivos.
Los ejercicios que se recomiendan en el trabajo publicado no son nuevos,
únicamente lo son las combinaciones de los mismos.
Advertencia: si tienes hipertensión, es mejor que evites los ejercicios
isométricos como las sentadillas contra la pared, la plancha lateral y la
plancha.
Ejercicios recomendados:
Saltos de tijera
De pie con los brazos colgando, gira la cabeza y mira hacia un lado. Da un
salto abriendo las piernas a la vez que levantas los brazos sobre tu cabeza.
Debes acabar con los brazos encima de la cabeza y los pies separados
sobrepasando el ancho de tus caderas. Da otro salto y vuelve a cerrar las
piernas a la vez que dejas caer los brazos hacia los lados. Los saltos de
tijera se han de hacer rápido, pero manteniendo la coordinación de los
movimientos de piernas y brazos. Acabas de hacer una tijera. Sigue
haciéndolas durante 30 segundos.
Flexiones de brazos
Estírate boca abajo con las palmas de las manos justo debajo de tus
hombros y las almohadillas de tus pies en contacto con el suelo. Mantén el
cuerpo completamente recto —la cabeza debe estar alineada con la espalda
— y levanta tu tronco utilizando los brazos. Baja el torso hacia el suelo
hasta que los codos formen un ángulo de 90 grados y vuelve a impulsarte
hacia arriba. Si te resulta muy difícil, haz el ejercicio con las rodillas
apoyadas en el suelo hasta que estés lo bastante fuerte para hacer el
ejercicio tal como indicamos aquí. Anota cuántas flexiones puedes hacer en
30 segundos. El ejercicio ha de ser dinámico pero debes realizarlo de
manera controlada.
Crunch abdominal
Estírate boca arriba con las rodillas flexionadas y los pies apoyados sobre el
suelo, levanta los brazos frontalmente sin llegar a la perpendicular (o
acércalos un poco más a la cabeza). Despega del suelo el tronco sin
despegar la zona lumbar. Inclina la barbilla como si quisieras que se
enganche con tu pecho. Cuando hayas levantado los hombros y la zona alta
de tu espalda, vuelve a apoyar la espalda sobre el suelo. Durante 30
segundos repite el ejercicio sin pausa pero haz los movimientos de forma
coordinada.
Sentadillas
Coloca los pies separados alineados con los hombros y los brazos estirados
hacia delante. Flexiona las piernas desde las caderas, traslada el peso de tu
cuerpo hacia los talones. La espalda ha de estar recta. Flexiona las piernas
hasta que formen un ángulo de 90 grados, imagina que te estás sentando en
una silla. Vuelve a la posición de pie manteniendo la espalda recta en todo
momento. Este ejercicio se ha de hacer de forma continuada, pero sin
perder la coordinación.
Fondos de tríceps
Ponte de espaldas a un banco o a una silla; coloca las palmas de las manos
sobre el asiento que tienes detrás, flexiona las rodillas en ángulo recto,
manteniendo las caderas rectas. Baja tu cuerpo flexionando los codos 90
grados (de modo que tus nalgas desciendan a medio camino del suelo).
Álzate utilizando sólo la fuerza de los brazos. Este ejercicio se ha de hacer
deprisa pero de forma controlada.
Plancha
Estírate sobre el suelo boca abajo y luego álzate apoyándote en los
antebrazos y los dedos de los pies. Levanta todo tu cuerpo en línea recta
desde la cabeza hasta los pies. La zona abdominal no debe estar ni caída ni
levantada. Aprieta las nalgas y mantén la postura todo lo que puedas.
Recuerda que este ejercicio nunca debe provocarte dolor en la zona lumbar.
La primera vez que lo hagas probablemente no conseguirás aguantar los 30
segundos. Haz lo que puedas, si no puedes mantener los 30 segundos,
mantén 10 segundos, descansa 5 segundos y haz otros 10, hasta un total de
30 segundos.
Zancada
Mantén la columna recta y los pies separados alineados con los hombros.
Adelanta una pierna, flexionando ambas rodillas 90 grados y manteniendo
recto el tronco. Vuelve a la posición inicial y repite el ejercicio colocando la
otra pierna delante. Practica este ejercicio a un ritmo continuado pero de
forma controlada.
Plancha lateral
Plancha con elevación de pierna: estírate boca abajo apoyando los codos
en el suelo; eleva tu cuerpo, distribuyendo bien todo tu peso entre los
antebrazos y las puntas de los pies. Los codos estarán flexionados formando
un ángulo de 90 grados. La espalda permanecerá recta y las caderas
elevadas. Contrae bien tu torso y levanta lentamente un pie unos 15 o 20
centímetros del suelo, mantén la posición unos segundos. Baja la pierna y
regresa a la posición inicial. Mantén la postura todo lo que puedas,
idealmente 30 segundos. Si no puedes, intenta mantenerla 10 segundos,
descansa 5, mantén 10, hasta llegar a los 30 segundos.
Plancha lateral con giro: estírate de lado sobre el suelo, y alza tu cuerpo
de forma que éste se apoye sobre el antebrazo y los pies. Mantén las caderas
en alto. El cuello y la espalda deben permanecer rectos. Levanta el brazo
sobre el que no te apoyas de forma que quede perpendicular al suelo. Luego
baja el brazo y pasa la mano por debajo de tu axila como si te estuvieras
abrazando. Vuelve a elevar el brazo.
Idealmente deberías repetir este ejercicio durante 30 segundos. Si no
puedes, empieza manteniendo 10 segundos, descansando 5 segundos, y
manteniendo otros 10 segundos, hasta llegar al total de 30 segundos.
Crunch invertido: como alternativa a la plancha, estírate boca arriba, con
las manos apoyadas en el suelo, levanta los pies y los muslos
perpendiculares al suelo. No deberían estar más bajos en ningún momento
del ejercicio. Utilizando tus abdominales inferiores, levanta las caderas del
suelo girando la pelvis hacia dentro. Ahora tus piernas formarán un ángulo
de 45 grados respecto al suelo. Mantén brevemente está postura elevada.
Regresa con suavidad a la posición inicial. Repite el ejercicio de forma
controlada durante 30 segundos.
Cargar peso
Escalador
Ponte frente a un banco, coloca las manos en el borde del asiento y estira
las piernas hacia atrás en una postura de flexión de brazos, con la cabeza, la
espalda y los pies alineados. Levanta una rodilla y ponla entre los brazos,
luego lleva de nuevo el pie hacia atrás, hacia la posición inicial y cambia
rápidamente de pierna. Solamente debes apoyar un pie sobre el suelo
durante el ejercicio, tienes que intentar imitar un estilo de sprint.
Ponte frente a un banco, coloca las manos en el borde frontal del asiento y
estira las piernas hacia atrás en postura de flexión de brazos, con la cabeza,
espalda y pies alineados. Adelanta la pierna derecha y colócala alineada con
la mano derecha. Procura que no se te cruce el pie. Impúlsate desde el talón
derecho y ponte de pie. Vuelve a dar un paso hacia atrás hasta la posición
inicial y repítelo con la otra pierna.
1 Shrier, Ian. «When and Whom to Stretch? Gauging the Benefits and Drawbacks for Individual
Patients». The Physician and Sportsmedicine 33, n.º 3 (2005): pp. 22-26, doi:10.3810
/psm.2005.03.61.
2 Erik Witvrouw y col., «Stretching and injury prevention: an obscure relationship». Sports Medicine
34, n.º 7 (2004): pp. 443-449, doi:10.2165/00007256-200434070-00003.
3 Roberta Y. W. Law y Robert D. Herbert, «Warm-up reduces delayed-onset muscle soreness but
cool-down does not: a randomised controlled trial». Australian Journal of Physiotherapy, 53, n.º 2
(2007): pp. 91-95, doi: http://dx.doi.org/10.1016/S0004-9514(07)70041-7.
4 Richard S. Metcalfe y col., «Towards the minimal amount of exercise for improving metabolic
health: beneficial effects of reduced-exertion high-intensity interval training». European Journal of
Applied Physiology 112, n.º 7 (2012): pp. 2.767-2.775, doi:10.1007 /s00421-011-2254-z.
5 Kristen A. Burgomaster y col., «Similar metabolic adaptations during exercise after low volume
sprint interval and traditional endurance training in humans». Journal of Physiology 586, n.º 1
(2008): pp. 151-160.
6 E. G. Trapp y col., «The effects of high-intensity intermittent exercise training on fat loss and
fasting insulin levels of young women». International Journal of Obesity 32 n.º 4 (2008): pp. 684-
691, doi:10.1038/sj.ijo.0803781.
7 Arnt Erik Tjønna y col., «Low— and High-Volume of Intensive Endurance Training Significantly
Improves Maximal Oxygen Uptake after 10-Weeks of Training in Healthy Men». PLoS ONE 8, n.º 5
(2013), doi:10.1371 /journal.pone.0065382.
8 Brett Klika y Chris Jordan, «High-intensity circuit training using body weight: maximum results
with Minimal Investment». ACSM’s Health & Fitness Journal 17, n.º 3 (2013): pp. 8-13,
doi:10.1249/FIT.0b013e31828cb1e8.
CAPÍTULO CUATRO
Fastejercicio
en la práctica
Factible: las metas han de ser realistas y alcanzables. No vas a pasar de ser
una persona sedentaria que odia hacer ejercicio a convertirte en un adicto al
gimnasio de la noche a la mañana. En vez de decir «Voy a adelgazar cinco
kilos» di, «Esta semana al llegar al trabajo subiré por la escalera cada día en
vez de tomar el ascensor».
Alimentación y Fastejercicio
Toda persona que hace ejercicio o que va a un gimnasio sabe que existe una
amplia gama de barritas energéticas y bebidas deportivas, recuperadores de
fluidos y batidos de proteínas. ¿Las buenas noticias? No necesitas nada de
eso para el Fastejercicio. Aquí tienes unas sencillas recomendaciones de lo
que debes y no debes hacer:
≠ No hagas el Fastejercicio justo después de haber comido algo. Aunque parezca
bastante obvio, el riesgo principal no son los calambres, sino vomitar. A Michael
le gusta hacer su EAI cuando regresa a su casa después del trabajo, o al poco de
llegar a casa. El EAI también le quita las ganas de picar.
≠ No te sobrecargues de carbohidratos antes de hacer el Fastejercicio. Existe la
creencia generalizada de que se necesitan carbohidratos como combustible para
hacer ejercicio. Salvo que estés haciendo mucho ejercicio durante más de una
hora seguida, ya tienes carbohidratos de sobra en tu organismo. Comer mucha
pasta simplemente te engordará.
≠ Igualmente, tampoco has de atiborrarte de carbohidratos después del
Fastejercicio. Puede que te sientas un poco débil, pero de lo que se trata es de
vaciar tus depósitos de glicógeno, así que lo que menos te interesa es rellenarlos
inmediatamente. La persona normal y corriente que hace EAI tres veces a la
semana no necesita un «aporte» especial.
≠ En cuanto a los líquidos, el Fastejercicio no te va a hacer sudar, por tanto no es
probable que tengas que beber durante la sesión. Puedes beber si tienes sed, por
supuesto. Pero cuidado con las bebidas deportivas, no son más que azúcar barato.
Si has salido a correr durante bastante rato y has sudado mucho, la mejor forma
de rehidratarte es con leche descremada o agua.
¿Hay algún producto en el mercado que realmente sea útil para el
Fastejercicio? Bueno, hay unos pocos alimentos y bebidas que están
avalados por la ciencia; los voy a mencionar a continuación (aunque no me
atiborraría de ninguno de ellos regularmente):
1 Maria Maraki y col., «Acute effects of a single exercise class on appetite, energy intake and mood.
Is there a time of day effect?» Appetite 45 (2005): pp. 272-278, doi:10.1016j.appet.2005.07.005.
3 Christopher D. Black y col., «Ginger (Zingiber officinale) Reduces Muscle Pain Caused by
Eccentric Exercise». The Journal of Pain 11, n.º 9 (2010): pp. 894-903,
doi:http://dx.doi.org/10.1016/j.jpain.2009.12.013.
CAPÍTULO CINCO
La guía de
Michael para
mantenerse activo
Abandona la silla
¿Sabes cuántas horas pasamos sentados? ¿Menos de ocho? ¿Más de diez?
Algunos expertos dicen que muchos pasamos hasta doce horas al día
sentados sobre nuestros bien acolchados traseros delante de nuestros
ordenadores o mirando la televisión. Si a eso le sumas las 8 horas que
pasamos durmiendo, supone la considerable cantidad de 20 horas al día de
vida sedentaria. ¡Uf!
El problema es que nos autoengañamos respecto a cuánto nos movemos.
Para descubrir lo mucho o lo poco que me muevo en un día normal y
corriente me reuní con el superentusiasta e hiperactivo Jim Levine. Jim, que
es profesor de medicina en la Clínica Mayo de Estados Unidos, ha
estudiado el movimiento durante toda su vida. Cuando era joven calculaba
la velocidad con la que las babosas y los caracoles cruzaban su jardín.
Todavía estudia a los perezosos, pero actualmente cuenta con un equipo
más sofisticado y sus protagonistas son de mayor tamaño. Mucho más
grandes.
Según Jim, especialista en obesidad, el secreto para una vida larga y
saludable es mejorar lo que él denomina NEAT (por sus siglas en inglés) o
actividad termogénica no asociada al ejercicio físico. Jim me explicó que
NEAT son las calorías que quemamos durante nuestra vida cotidiana:
cuando nos levantamos de la cama, cuando nos vamos a dormir y con todos
los movimientos que realizamos durante la noche.
Para que nuestros sistemas corporales sigan activos hemos de movernos
cada media hora aproximadamente. Sin embargo, tal como dijo Jim, la
mayoría pasamos habitualmente hasta doce horas al día sentados. Esto es
una estadística increíble.
«Parece que el sedentarismo es letal —me dijo—. Pegados a la silla,
encadenados a la silla… hace que nos duela el cuerpo, literalmente, está
matando a millones de personas. ¿Quién hubiera podido imaginar que la
silla podría matar?»
El problema es que estar sentado no implica sólo que quemamos un
mínimo de calorías, sino que suceden cosas peores cuando estamos
inactivos durante demasiado tiempo. Estar muchas horas sentados está
vinculado a una reducción aguda de la actividad de una importante enzima
denominada lipoproteína lipasa que rompe las grasas de la sangre para que
puedan servir de combustible para los músculos. Esta importante reducción
de la actividad de esta enzima hace que suban nuestros triglicéridos y grasas
en la sangre, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardiacas. Estar
mucho tiempo sentado también se ha demostrado que provoca picos en los
niveles de azúcar en sangre después de las comidas, creando las
condiciones perfectas para la diabetes de Tipo 2.
Bien, siempre me he considerado bastante activo, y me costaba creer que
fuera tan perezoso como sugería Jim. ¿Doce horas al día sentado? Le
desafié a que me lo demostrara. En ese momento cogió su elegante maletín
de piel y sacó los calzoncillos más extraordinarios que había visto jamás.
—Esto es ropa interior NEAT —me explicó— más conocida
coloquialmente como calzoncillos del movimiento.
Estos calzoncillos están equipados con múltiples sensores y
acelerómetros diseñados para detectar —y almacenar en un
microprocesador— todos los movimientos que realiza la persona que los
lleva.
—Si los llevas un día —prosiguió— podremos ver todo lo que haces
veinte veces por segundo, día y noche.
Dos semanas más tarde, volvimos a vernos para revisar los resultados, de
pie por supuesto. La reacción de Jim no fue muy alentadora.
—¡Vaya, vaya, vaya! —me dijo.
Según parece mis calzoncillos del movimiento revelaban que a lo largo
del día no había precisamente mucho movimiento. Había movimiento,
parada, movimiento, parada, pero principalmente parada. De hecho, los
calzoncillos de Jim indicaban que pasaba al menos once horas al día
sentado, a veces durante varias horas seguidas. En las reuniones largas
entraba en una especie de estado comatoso.
Esto fue muy aleccionador. Sabía que pasaba mucho tiempo sentado y
pensando, pero no tanto desde luego. Así que me dispuse a ver qué
sucedería si intentaba deliberadamente estar más tiempo de pie.
Me puse los calzoncillos mágicos y durante las 24 horas siguientes me
propuse moverme más, sin hacer ejercicio. Fue imposible evitar del todo
estar sentado en mi despacho, pero evité el ascensor y aproveché todas las
oportunidades para levantarme y pasear un poco, también participé en
tormentas de ideas con mis compañeros pero moviéndome.
Cuando regresé al cabo de una semana, con los calzoncillos en la mano,
Jim estuvo extraordinariamente esperanzador.
—Enhorabuena —me dijo—. Has duplicado tu cantidad de NEAT. Me
refiero a que estamos hablando de que has quemado 500 calorías más en un
día con sólo estos sencillos cambios. ¿Y cuánto sudor te ha supuesto esto?
Ninguno…
Estar activo no es solamente una buena forma de quemar calorías, sino
que también tiene un gran efecto sobre tu salud. Recientemente en un
estudio australiano1 los investigadores reclutaron a 70 voluntarios adultos
sanos y les pidieron que hicieran una serie de experimentos que implicaban
estar muchas horas sentados.
En la primera parte del experimento tuvieron que permanecer sentados
nueve horas seguidas. Cada pocas horas se les pedía que tomaran una
bebida sustitutiva de una comida. Después de su deliciosa bebida revisaban
su nivel de glucosa en sangre y su nivel de insulina.
Luego volvieron a repetirlo todo, exactamente igual, salvo que en la
segunda fase del experimento, se les pidió que caminaran a paso ligero
durante media hora, antes de iniciar su sentada de nueve horas.
Por último, se les pidió que volvieran a repetir el experimento, pero esta
vez tenían que levantarse y caminar durante exactamente 1 minuto y 40
segundos cada media hora.
Al analizar los datos, los investigadores descubrieron que cuando los
voluntarios se levantaban y caminaban cada media hora sus cuerpos
reaccionaban mucho mejor a las bebidas sustitutivas. No se observó la
misma subida de glucosa e insulina como cuando permanecieron sentados
todo el rato. De hecho, sus valores de glucosa en sangre descendieron en un
39%, mientras que sus valores de insulina también sufrieron un espectacular
descenso del 26%.
Lo que demuestran este y otros estudios es que hemos de movernos más.
Tandas breves de actividad pueden ser tan eficaces como periodos mucho
más largos de actividad continuada para mejorar nuestros niveles de azúcar
y grasa.
Así que si pasas muchas horas sentado en tu trabajo, encuentra una
excusa para levantarte y moverte, cada 30 minutos.
Resumen
No nos cansaremos de decir que el Fastejercicio solamente será totalmente
eficaz si tienes una vida activa. Uno de los aspectos más descorazonadores
a medida que nos hacemos mayores es que tendemos a engordar casi sin
darnos cuenta. Los kilos se ceban en nosotros —generalmente engordamos
a un ritmo de 1 a 1,5 kilos al año—, al principio casi no se nota, pero al
final acaba obligándonos a cambiar de talla. Gran parte de este aumento de
peso tiene que ver con la inactividad.
En general, las personas delgadas suelen pasar unas dos horas más de pie
al día que las que están más gruesas. El mero hecho de estar más de pie, de
subir escaleras y caminar siempre que puedas, debería hacerte quemar al
menos unas 350 calorías más al día. Al cabo de un año esto suma un
equivalente en calorías como si hubieras corrido unos 1.609 kilómetros.
1 David W. Dunstan y col., «Breaking up prolonged sitting reduces postprandial glucose and insulin
responses». Diabetes Care 35, n.º 5 (2012): pp. 976-983, doi:10.2337 /dc11-1931.
2 James O. Hill y col., The Step Diet: Count Steps, Not Calories to Lose Weight and Keep It Off
Forever. Workman Publishing (Nueva York: Workman Publishing Company, 2004).
4 Ken-Ichi Nemoto y col., «Effects of High-Intensity Interval Walking Training on Physical Fitness
and Blood Pressure in Middle-Aged and Older People». Mayo Clinic Proceedings 82, n.º 7 (2007):
pp. 803-811, doi:http://dx.doi.org/10.4065/82.7.803.
Antes de empezar…
VO2 máx.
El VO2 máx. es una prueba que determina la capacidad aeróbica, uno de los indicadores
más importantes de tu salud en el futuro. La forma más fiable de calcular tu VO2 máx. es
que te hagan la prueba en un laboratorio o en un gimnasio que tenga el tipo de
instalaciones necesarias. Pero si no puedes recurrir a ninguno de estos lugares, existen
otras formas de calcular tu capacidad aeróbica.
La forma más sencilla es el cálculo de Uth-Sørensen-Overgaard-Pedersen:
VO2 máx.=15,3×FC máx./FC reposo
Puesto que mi FC máx. es de 164 y mi frecuencia cardiaca en reposo es 64, según esta
fórmula mi VO2 máx.=15,3×164/64=39,2 ml/kg/min.
Es un resultado que se acerca bastante al que obtuve cuando me hicieron la prueba en
el laboratorio, que fue de 37 ml/kg/min. (Sólo para que te hagas una idea: el VO2 máx. de
Peta es un formidable 53 ml/kg/min, que es muy alto para una mujer, mucho más de su
edad. De hecho, comparándolo con el mío, también es alto para un hombre.)
Una vez hayas calculado tu VO2 máx. utiliza las tablas de la página siguiente para ver
tus progresos. Para mi edad yo me encuentro en la categoría de «bueno».
Salvo que seas una de esas personas que no responden al ejercicio aeróbico, al cabo de
unas seis semanas deberías observar mejoras siguiendo este programa de Fastejercicio.
MUJERES
La fórmula:
VO2 máx.=132,853 – (0,0769×peso) – (0,3877×edad)
+ (6,315×género) – (3,2649×tiempo) – (0,1565×frecuencia cardiaca)
1. Introduce tu peso en libras (1 libra: 450 gramos).
2. Género masculino=1 y femenino=0
3. Tienes que medir el tiempo que tardas en caminar la milla en minutos y segundos.
Yo peso 164 libras (74,38 kg), tengo 56 años, hombre. Caminé la milla en 14 minutos y
30 segundos (14,5 minutos) y al final mi frecuencia cardiaca era de 120 pulsaciones por
minuto:
VO2 máx.=132,853–(0,0769×164)–(0,3877×56)
+(6,315×1)–(3,2649×14,5)–(0,1565×120)
=132,9–12,6–21,7 + 6,3–47,3–18,8=38,7
La carrera de Cooper
Éste es otro test antiguo que fue diseñado por el fisiólogo Kenneth Cooper de la fuerza
aérea de Estados Unidos y que se publicó por primera vez en el Journal of the American
Medical Association en 1968. Todavía la utilizan muchos atletas y equipos de fútbol. Tal
como se diseñó en un principio en esta prueba has de correr todo lo que puedas en doce
minutos en una pista de atletismo de 400 metros (así esa distancia se puede medir con
exactitud hasta casi los 10 metros). Puedes calcular tu capacidad aeróbica con la siguiente
tabla:
MUY MUY
BUENA NORMAL MALA
BUENA MALA
Tono muscular
Hacer regularmente ejercicios de Fastfuerza te fortalecerá dependiendo de tus genes. Una
forma de evaluarlo es por el número de flexiones de brazos que puedes hacer en un
minuto. Si no estás en forma (o eres mujer) quizás te interese empezar con una variante de
la flexión de brazos, que es con las rodillas apoyadas en el suelo.
Las tablas que mostramos a continuación se basan en las investigaciones —como el test
de capacidad aeróbica, ver aquí— del Instituto Cooper para la Investigación Aeróbica de
Dallas, Texas, donde han recopilado los datos de más de 100.000 personas. Como he
mencionado, Kenneth Cooper fue un médico de la fuerza aérea estadounidense que
realizó algunas de las primeras investigaciones a gran escala sobre el ejercicio aeróbico y
escribió el superventas, Aerobics, en 1968. El Instituto Cooper trabaja, entre otros grupos,
con el ejército y la policía. Según parece los policías estadounidenses tienden al
sobrepeso, no están en forma aeróbicamente, pero son más fuertes que una persona
media.
Superior 62 52 40 39 28
Excelente 47 39 35 30 23
Buena 37 30 24 19 18
Normal 29 24 18 13 10
Pobre 22 17 11 9 6
Muy pobre 13 9 5 3 2
Superior 45 39 33 28 20
Excelente 36 31 24 21 15
Buena 30 24 18 17 12
Normal 23 19 13 12 5
Pobre 11 7 6 6 2
Muy pobre 9 4 1 0 0
Superior 42 39 20
Excelente 28 23 15
Buena 21 15 13
Normal 15 11 9
Pobre 10 8 6
Muy pobre 3 1 0
Súbete a la báscula
Algo evidente que tienes que hacer antes de iniciar esta aventura es pesarte. Al principio,
lo mejor es hacerlo cada día a la misma hora. A primera hora de la mañana, como me
imagino que ya sabrás, es cuando estarás más ligero.
Idealmente, deberías tener una báscula que te calcule el peso y el porcentaje de grasa
corporal, dado que lo que realmente quieres saber es lo que desciende tu nivel de grasa
corporal y lo que aumenta tu musculatura. Las básculas baratas no son muy fiables,
suelen pesarte por debajo, lo que te da una falsa sensación de seguridad. No obstante, son
muy eficaces para detectar los cambios. Es decir, al empezar pueden marcar que tienes un
30% de grasa corporal, cuando en realidad se acerca al 33%. Pero enseguida detectan
cuándo empieza a bajar esa cifra.
Grasa corporal
La grasa corporal se mide como un porcentaje del peso corporal total. Las básculas que
hacen estas mediciones tienen un sistema denominado impedancia. Generan una pequeña
corriente eléctrica que recorre tu cuerpo y mide la resistencia al mismo. El cálculo se basa
en el hecho de que el músculo y otros tejidos son mejores conductores de la electricidad
que la grasa.
La única forma de obtener una cifra exacta es con una máquina denominada escáner
DXA (anteriormente DEXA). Son las siglas de Absorciometría de Rayos X de Energía
Dual. Es caro y para la mayoría de las personas innecesario. Tu índice de masa corporal
(IMC) te dirá si tienes sobrepeso. Las mujeres suelen tener más grasa corporal que los
hombres. Un hombre con más de un 25% de grasa corporal se considera que tiene
sobrepeso. En el caso de las mujeres es el 30%.
Calcula tu IMC
Para calcular tu IMC, puedes visitar la página web:
http://www.nhs.uk/Tools/Pages/Healthyweightcalculator.aspx. No sólo te hará los
cálculos, sino que te los interpretará. Una de las críticas del IMC es que a una persona con
mucha musculatura puede salirle un IMC alto. Pero, desafortunadamente, esto no es algo
que nos preocupe a la mayoría.
Mídete el estómago
El IMC es útil pero no necesariamente es la mejor forma de predecir tu salud en el futuro.
En un estudio de dieciséis años de duración realizado con 45.000 mujeres, fue la
proporción cintura-peso lo que demostró ser el mejor indicativo de que podrían padecer
una enfermedad cardiovascular.
La razón por la que la cintura importa tanto es porque el peor tipo de grasa es la
visceral, que se aglutina en el abdomen. La mayoría de las personas piensan que la grasa
es grasa y que toda es igual. Recientemente, se ha confirmado que no es así. La grasa
subcutánea, como la que se acumula en brazos, piernas y nalgas, no es estética pero afecta
poco a tu salud. La grasa visceral recubre tus órganos internos, como pueden ser el hígado
y el páncreas, y se filtra a través de los mismos. Provoca inflamación y aumenta el riesgo
de padecer diabetes.
Podrías pensar que si tienes mucha grasa visceral estarás gordo, pero no es así. Yo
descubrí que era un DFGD (delgado por fuera, gordo por dentro) cuando me hicieron una
IRM (imagen por resonancia magnética) para el documental. No parecía que tuviera
sobrepeso, pero la resonancia reveló que tenía muchos litros de grasa interna.
Aproximadamente un 25% de las personas con un IMC normal tienen niveles
preocupantes de grasa visceral, aunque no lo sepan. Aunque no es lo ideal, si no puedes
pagarte una IRM o una DXA, la forma más sencilla y económica de hacer la prueba es
una cinta métrica.
Seas hombre o mujer, tu cintura debe medir menos de la mitad de tu estatura. La
mayoría de las personas calculan su talla de cintura erróneamente confiando en la talla de
sus pantalones. Utiliza una cinta métrica colocándotela alrededor de tu ombligo. Sé
sincero. Una definición de optimismo es la persona que se sube a la báscula reteniendo la
respiración. No estás engañando a nadie.
Artes marciales: yudo, kárate, kick boxing 590 704 817 931
Remo con timonel, remo olímpico, remar, competición 708 844 981 1117
Bicicleta: haz sprints de 20 segundos a 4 minutos, según la sesión de Fastfitness que elijas.
Correr: empieza corriendo cuesta arriba a toda marcha durante 10 segundos. Luego ve aumentando el
tiempo hasta llegar a los 30 segundos cuando estés más en forma.
Subir escaleras: haz un sprint por la escalera durante 20 segundos, siente la quemazón en las piernas,
haz una pausa de 1-2 segundos, y luego sigue brincando 20 segundos más.
Nadar: empieza nadando 25 metros lo más rápido que puedas en aproximadamente 20 segundos,
cuando estés más en forma aumenta gradualmente la velocidad.
Bicicleta elíptica: ponla en la resistencia máxima, y pedalea a tope durante 30 segundos antes de
reducir la marcha.
Saltos de tijera: hazlas rápidamente pero de forma controlada durante 30 segundos.
Saltar a la comba: gira la comba lo más rápido que puedas, haz todas las rotaciones posibles en un
minuto.
Remo: haz un sprint de 30 segundos aumentando la velocidad de remada, luego recupérate remando a
un ritmo que para ti sea de «descanso».
Fastfuerza
Crunch abdominal: haz todos los que puedas en 30 segundos, rápidamente pero de forma controlada.
Sentadillas contra la pared: mantén esta posición durante 30 segundos y descansa 10 entre cada
ejercicio.
Step sobre una silla: haz este ejercicio con cuidado pero vigorosamente durante 30 segundos.
Sentadillas: haz todas las sentadillas que puedas en 30 segundos, a un ritmo constante pero de forma
controlada.
Fondos de tríceps: haz todos los que puedas, rápidamente pero de forma controlada, durante 30
segundos.
Plancha: mantén esta posición todo el tiempo que puedas, si no puedes aguantar 30 segundos,
empieza por 10 segundos, descansa 5 y mantén otros 10 segundos, hasta hacer un total de 30
segundos.
Flexiones de brazos con rotación: haz todas las que puedas en 30 segundos, rápido pero de forma
controlada.
Correr levantando las rodillas: corre todo lo que puedas en 30 segundos. Puedes empezar despacio,
pero idealmente, esto se debería hacer rápido y levantando bien las rodillas.
Zancadas: haz todas las zancadas que puedas en 30 segundos, a un ritmo constante pero de forma
controlada.
Crunch invertido: haz todas las elevaciones que puedas —despacio, pero de forma controlada— en
30 segundos.
Plancha con elevación de pierna: mantén la postura todo el tiempo que puedas, idealmente, 30
segundos. Si no puedes, intenta aguantar 10 segundos, descansa 5, mantén otros 10, hasta hacer un
total de 30 segundos.
Cargar peso: carga la piedra, pelota o tronco una distancia de 10 metros, procurando moverte lo más
rápido que puedas.
Sentadilla agachado: mantén esta postura 15 segundos.
Incorporarse desde un banco: haz todas las que puedas en 30 segundos de forma controlada.
Sentadilla con salto y flexión de brazos: haz todas las que puedas en 30 segundos de forma
controlada.
Agradecimientos
Michael Mosley
Diciembre 2013
Sobre los autores
Para la plancha con elevación de pierna, deberás flexionar los codos a 90 grados. Mantén la columna
recta, alineada con las caderas y elevada del suelo. Contrae el torso con fuerza, levanta lentamente un
pie aproximadamente de 15 a 20 centímetros y mantén la postura unos segundos.
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