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WILLIAM MORRIS Y
EL ARTS & CRAFTS
Augustus Welby Pugin. Apología del Revival de la arquitectura Cristiana en Inglaterra. Imagen de
Londres sembrada de catedrales y arquitectura gótica.
Como economista y reformador social, se manifestó franco e inflexible enemigo de lo que consideraba egoísta y
letal en las doctrinas de la llamada escuela manchesteriana, siendo en esta esfera donde se concentró su serie de
cartas dirigidas a los obreros y braceros del Reino Unido, que influyeron en los reformistas sociales por espacio de
tres generaciones. Obtuvo la primera cátedra Slade de Arte de la Universidad de Oxford en 1869, cargo que ejerció
hasta 1879. Legó a la universidad una importante colección de grabados, dibujos y fotografías; además de donar
una importante suma de dinero para la creación de un centro de enseñanza del dibujo. Ruskin ilustró numerosas
de sus obras con dibujos de su propia mano. Desde 1885 hasta su muerte en 1900, vivió retirado en Brantwood (su
casa en el noroeste de Inglaterra), después de que en 1889 quedara incapacitado por el agravamiento de los
episodios de locura que venía padeciendo desde 1870. Entre las obras que tratan de asuntos económicos, sociales
y éticos; destacan «Sesame and Lilies» (1865), «Ethics of the Dust» (1866) y «Crown of Wild Olive» (1866).
Con su libro "The Seven Lamps of Architecture" (1849) muestra las claves que hacen a la arquitectura un arte:
1. Lámpara del sacrificio. Para Ruskin la arquitectura es el arte que dispone y adorna los edificios, separando la
arquitectura de la construcción. Es el esfuerzo extremo empleado en la construcción de elaborados ornamentos lo
que verdaderamente importa en la arquitectura, más aun que el resultado final.
2. Lámpara de la verdad. Ruskin afirma que hay dos tipos de engaños: los de tipo estructural, donde la estructura
no cumple su función; y los de textura, donde los materiales no pueden aparentar ser otros ni donde los
ornamentos se construyan con moldes.
3. Lámpara del poder. Hay dos tipos de edificios que impresionan: los delicados, a los que se les guarda cariño y
se les recuerda por finos y por la suavidad de sus lías; o los que se recuerdan con respeto, que nos hacen sentir
pequeños porque son imponentes en escala, peso y masa. Ambos pueden ser bellos, pero los que imponen su
fuerza son los que dan poder.
4. Lámpara de la belleza. Para Ruskin, la belleza ya existe en la naturaleza, por lo tanto, el hombre sólo tiene que
descubrirla, abstraerla y colocarla en el lienzo. Abstracción y proporción
5. Lámpara de la vida. La visión de la obra como un todo, el concepto global de un edificio, es lo más importante en
la arquitectura. Perderse en el detalle puede ser muy peligroso. Hay que hacer que los detalles funcionen como
conjunto: diseñando los detalles como unidad total.
6. Lámpara de la obediencia. No se debe intervenir en un edificio ya iniciado por otro, sin tomar en cuenta lo que
hizo el primero. Ser creativo pero respetando lo que se ha hecho antes.
7. Lámpara de la memoria. La arquitectura es el medio ideal para transmitir la cultura de un pueblo por lo que es la
más poderosa de todas las artes. Las otras artes no hacen esto porque quedan guardadas en casas o museos y
no muestran de manera cotidiana y por donde se mire, la cultura del pueblo.
A partir de Ruskin se inicia en Inglaterra la opción de juzgar las obras de arte desde el punto de vista de la
honestidad y sinceridad de su creador, en la medida que se manifiesten los elementos esenciales de la
construcción.
Los escritos de Ruskin se convirtieron en fuentes claves para Jeanneret, y la implicación moralista de su lámpara
de la verdad será básica en el ideario de la arquitectura del movimiento moderno. Sobre Ruskin, Le Corbusier
escribió: "En nuestra juventud escuchábamos en las advertencias de Ruskin un intrincado, complejo, contradictorio
y paradójico apóstol. Su mensaje era que aquellos días no podían perdurar, las cosas no podían continuar como
eran; todo revela un estúpido y abrumador filisteo, bañado en materialismo, adornado sin sentido de decoraciones
mecanizadas: decoraciones hechas por máquinas que superan el poder de control, produciendo objetos papier-
maché y fundiendo rollos de metal [...] Ruskin habló de temas espirituales. En sus "Siete Lámparas de la
Arquitectura" fue la lámpara del sacrificio, la lámpara de la verdad y la lámpara de la humildad las que brillaron...
“…La grandeza no se enseña ni se adquiere: es la expresión del espíritu de un hombre hecho por Dios...”
“…La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia.
El que tiene la verdad en el corazón no debe temer jamás que a su lengua le falte fuerza de persuasión...”
“….Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía...”
“…Perder el dinero es a menudo un delito; adquirirlo por malas artes es aún peor, y malgastarlo es lo peor de
todo…”
“…Cada vez que las facultades humanas alcanzan su plenitud, necesariamente se expresan mediante el arte…”
LOS PRERRAFAELITAS
En el campo de la pintura Ruskin había hecho un llamado pidiendo fidelidad a la naturaleza en su volumen
primero de Pintores modernos, lo que tuvo eco en algunos artistas ingleses.
En este contexto apareció un grupo de pintores que reflexionó sobre las causas que llevaron el arte por un
peligroso camino; entendieron que las academias representaban la tradición continuista del pintor renacentista
Rafael y lo que se conocía con el apelativo de “gran estilo”. Según ellos el arte había tomado un rumbo erróneo a
partir de Rafael pues se continuó el procedimiento de idealizar la naturaleza fijándose en lo bello más que en lo
real. Así entonces la reforma debía basarse en el arte anterior a Rafael retornando a la época en que los artistas
eran artesanos que se esforzaban por copiar la naturaleza sin pensar en la fama terrenal. Basados en dichas
afirmaciones un grupo de artistas se autodenominó la Hermandad Prerrafaelista.
Uno de sus principales miembros fue Dante Gabriel Rosetti (1828-1882) quien expuso el primer cuadro del
grupo con las iniciales PRB en 1849. La primavera siguiente se hizo público el significado de las misteriosas
iniciales y el grupo fue ampliamente criticado precisamente por rechazar la tradición renacentista. Ruskin salió
en su defensa escribiendo Prerrafaelismo, un folleto publicado en 1851 que alababa su fidelidad a la naturaleza,
es decir, lo que él años atrás había aconsejado. El aval de Ruskin ayudó para conseguir aceptación, aunque el
grupo no permaneció unido mucho tiempo.
La influencia del crítico inglés fue muy amplia, sus ideas fueron la base para otros reformistas como William
Morris quien por su lado y junto a los prerrafaelitas llevó a la práctica sus tesis abriendo el camino a el diseño y la
modernidad arquitectónica.
Prerrafaelismo, que empezó siendo en el fondo una erupción romántica, con Burne-Jones y William Morris
acabaría adquiriendo verdadera trascendencia artística.
Las concepciones artísticas de los prerrafaelistas ejercieron una notable influencia en las artes decorativas, sobre
todo a través de Morris.
EDWARD BURNE
JONES
DANTE
GABRIELE
ROSETTI.
Poeta, pensador, político, pintor y diseñador, William Morris (1834-1896) es una figura singular en la historia
inglesa de la segunda mitad del siglo XIX, el artífice del gran impulso renovador en el dominio de la estética y la
popularización del arte en Inglaterra y en casi toda Europa. Él acuñó el término “Pre -Raphaelite” y fue el miembro
de los prerrafaelistas más interesado en la manualidad, retomar el modo de hacer de la edad media, huyendo de la
revolución industrial. Defiende una conciencia social, intenta llevar a todos a un cambio cultural y de vida a través
de la fabricación de los objetos cotidianos de calidad. Se preocupa por las condiciones laborales y de vida del
trabajador y reniega de las nacientes formas de producción en masa, está en contra de los ideales de la revolución
industrial.
Pero el mérito de Morris ha sido el de haber introducido a través de su labor práctica y teórica una nueva manera
de entender el arte y en especial las artes decorativas. Su influencia dio lugar a la aparición de las Arts & Crafts y
otros movimientos posteriores, participando plenamente de la concepción modernista sobre la integración de las
artes y consecuente revalorización de las denominadas artes menores. Según Morris, cualquier objeto debe estar
concebido pensando en su belleza, su función y su calidad. Denunció la fealdad de la producción industrial, el
desordenado y sórdido desarrollo de las ciudades y reivindicó la belleza para el entorno humano defendiendo de
manera sincera los derechos del pueblo y su acceso al arte. Sus propias palabras son reflejo de un ideario
ciertamente romántico: No quiero el Arte para unos pocos. Pero paradójicamente sus productos resultaron
asequibles sólo para unos pocos, ya que la artesanía no podía competir con los sistemas de producción
industrial, mucho más baratos. Belleza, sociedad y economía debían resolver aún nuevos litigios.
En el siglo XIX los artistas y diseñadores dedican a la flor diversas investigaciones y aplicaciones. Los
tejidos y las tapicerías de William Morris son un buen ejemplo. En ellas se aprecia como la flor se
descompone como en un esquema didáctico y se dibuja como en una ilustración de botánica. Whistler
dice que el tema de la flor sugiere al artista la idea de armonía: "él no se limita a copiar
imparcialmente, sin pensamiento, cada brizna de hierba, según el consejo del subconsciente, sino que,
en la larga curva de una estrecha hoja, corregida por un tallo esbelto y recto, aprende cómo se
conjugan gracia y dignidad, cómo la fuerza acrecienta la dulzura, obteniendo como resultado la
elegancia".
Textos extraídos de: ARQUITECTURA DE LOS SIGLOS XIX Y XX.
Henry-Russell Hitchcock.
Manuales Arte Cátedra.
E.W. GODWIN
White House.
1887
Casa para James
Mc Nail Whistler
CHARLES F. A. VOYSEY.
RICHARD NORMAN SHAW - “Cragside” - Rothbury - Northumberland
WILLIAM R. LETHABY.