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No es un secreto que la convergencia a estándares internacionales ha traído consigo una serie de inconvenientes debido a la
inclusión de nuevos marcos normativos, correspondientes a las normas internacionales.
Estas tendrán efectos fiscales que serán el punto de partida para obtener las bases fiscales como, por ejemplo, del impuesto
de renta.
Debido a los cambios en la reforma tributaria, es importante conocer la base fiscal del impuesto de renta, basado en los
estándares internacionales.
El proceso de transición ha sido un poco complejo, quizás porque aún no se le ha dado el manejo o la importancia que se
debe. Incluso algunas empresas muy pequeñas no encuentran la utilidad para esta implementación.
La administración de impuestos debe hacer un análisis, así como requerir información del proceso de la declaración del
impuesto de renta, desde la depuración hasta la renta líquida gravable. Esta última es la base para la liquidación de la porción
gravable y no gravable de los dividendos.
Como ya hemos mencionado a lo largo del semestre, la contabilidad es el punto de inicio de este proceso. A partir de ahí se
realiza la interacción con lo reglamentado, en este caso, con lo expuesto en el Estatuto Tributario.
Las NIIF como base para el impuesto de renta
Para esta interacción existen los sistemas conectados y los desconectados: antes del 31 de diciembre de 2016 existía
una desconexión, ya que la base fiscal se realizaba sobre unas directrices que estaban establecidas en el artículo 165 de la
Ley 1607, que fue reformada por el decreto 2548 del 2014. En este se implementa un sistema de diferencias y/o un libro
tributario, dos alternativas para que el contribuyente pueda justificar las diferencias entre la contabilidad y la base fiscal
En resumen:
Un sistema es desconectado cuando la base tributaria del impuesto sobre la renta se calcula con reglas distintas a las que
surgen de la contabilidad. Para el caso de Colombia, el Estatuto Tributario, el ordenamiento, el código tributario del país fija las
reglas sin contar con lo que surge de la contabilidad.
Los sistemas conectados son aquellos que determinan su base tributaria tomando en cuenta la contabilidad. Existen los
sistemas conectados puros o mixtos. El puro puede tomar completamente lo que dice la contabilidad sin hacer ningún cambio,
mientras que el mixto toma la parte contable como punto de partida y le hace excepciones.
La finalidad de la información es diferente y eso es lo que nos expone la Ley 1314 del 2009, la cual nombra la autonomía de la
información financiera y de la información tributaria. Esto es debido a que los objetivos son distintos.
Diferencia entre valor contable o financiero y valor fiscal
Para el caso de propiedad planta y equipo, alguien compra un equipo que tiene como valor contable 50 millones de pesos. El
valor fiscal son los 50 millones, más el valor del transporte, que es de 1 millón. Este será un valor mayor del costo. Si, además,
debe pagar por la instalación, también resultará un mayor valor del costo, tanto contable como fiscal.
Veamos ahora un caso diferente: otra persona compra el mismo equipo, pero a cuotas, por lo que ya no vale 50 millones, sino
70, que se dividen en 20 cuotas de 3 millones y medio de pesos. Finalmente, la factura que le presentan es de 70 millones.
Para este caso, la norma dice «medición del costo: el costo de un elemento de propiedad, planta y equipo será el precio
equivalente en efectivo en la fecha de reconocimiento. Si el pago se aplaza más allá de los términos normales de crédito, el
costo es el valor presente de todos los pagos futuros» (Decreto 3022, 2013).
Diferencia entre valor contable o financiero y valor fiscal
De modo que la norma dice que el equipo vale 50 millones y, por ser a plazo, le están cobrando 20 más. Eso se
llama interés o costo por préstamo. En definitiva, el equipo debe ser medido por 50 millones de pesos y los 20 que se paga de
más se deberán registrar como un costo por préstamo a lo largo de las 20 cuotas. Sin embargo, la factura presenta un valor de
70 millones.
Fiscalmente, la norma no acepta ese reconocimiento de intereses implícitos, de modo que se genera una diferencia entre el
costo contable y el costo fiscal. Esta diferencia aparecerá en los estados durante las 20 cuotas. Debido a esto, la depreciación
también acarrea diferencias.
En definitiva, sí puede existir una diferencia entre el valor contable y el fiscal en varios de los rubros.
Determinación de las bases fiscales, manejo de la información financiera
La reforma tributaria fue establecida mediante la Ley 1819 de 2016 e introdujo una gran cantidad de normas para definir cómo
se determina el impuesto de renta y el ahora denominado impuesto de sociedades. Un primer interrogante es si bastará la
contabilidad financiera para determinar las bases gravables en todos los impuestos o solo en algunos porque, según el texto
de la ley, está pensada principalmente para el impuesto a la renta. (Moncayo, 2017).
En el artículo 21-1 del Estatuto Tributario se establece la determinación del impuesto sobre la renta y complementarios, en el
valor de los activos, pasivos, patrimonios, ingresos, costos y gastos.
En este caso, se debe realizar dos conciliaciones: una contable y una fiscal; por un lado, las bases de la contabilidad financiera
y, por otro, la contabilidad tributaria que sirve para determinar el impuesto de renta a cargo (Moncayo, 2017).
TALLER DE NIIF – SEGÚN LAS NIIF